*^* Fe de errores: En el capitulo anterior puse dos causas por las cuales Lupin estaría en San Mungo (atacado por muggles, atacado por ex mortifagos). Quedaos con la que mas os guste :P en realidad eso no importa mucho, lo que importaba era que Hermi llorara para que Malfoy fuera a donde ella.

*^*Disclaimer: No JK Rowling, no gano dinero, muchos de los personajes le pertenecen a ella, .... la historia de siempre.

*^* Siento haberme retrasado un poco, pero esq estoy con el first certificate y tengo q estudiar.... ¬_¬ y si ya tengo poco tiempo de por si, con este examen mucho menos y luego vienen los examenes del cole y luego me voy a Madrid con los compañeros de clase, asi q tendréis que ser pacientes... ¡lo siento! Yo tamien odio q me hagan esperar pero esq cuando no hay otro remedio no lo hay... mil disculpas. Supongo que será el siguiente capítulo o el 12 el que tarde más. Bueno, sin mas dilación os dejo con el capitulo 10 (evidentemente mi fic al final tendrá mas, aunque no muchos más)

X: Lágrimas de tinta

La semana de los de quinto estaba siendo agotadora. Con Malfoy y Hermione enemistados, lo único que conseguían era un montón de deberes porque sus profesores descargaban su furia contra ellos. Adrienne se quejaba en la sala común, mientras se enfrentaba a un pergamino en blanco y a la pluma de color rosa claro. Estaba sentada en una mesa con Jack Simmons, que como ocasión especial, había decidido hacer los deberes. Era debido a que en el último examen Malfoy le había puesto una T (de Trol). Karen y Daniel estaban en el entrenamiento de Quidditch y Eric Pearce leía El Quisquilloso tumbado en una butaca cercana. Él aún iba por la mitad de su redacción de Pociones, pero no tenía ganas de seguir.

-¿Qué mas había que añadir a la poción paralizante? –le preguntó Jack.
-Pelos de estómago de rinoceronte –dijo Adrienne mirando sus apuntes- lengua de camello...
-No había algo más aparte de las cosas asquerosas... era algo bonito.
-¡Pétalos de rosa negra!
-¡Eso! –exclamó Jack.
-Eso me recuerda...
-¿A dónde vas Adrienne?
-Sigue tú, yo ahora bajo.

Adrienne se dirigió como una exhalación a su dormitorio y abrió su joyero. Lo revolvió todo sin éxito. Al recordar aquel ingrediente de la poción había recordado su colgante. Llevaba varios días sin saber donde estaba, pero tampoco se había puesto a buscarlo, más por pereza que por otra cosa. Bajó a la sala común desanimada y continuó su redacción de Pociones.

* * *

Los días pasaban a una velocidad alarmante debido a la tediosa rutina que envolvía a los estudiantes. Karen había ayudado a Adrienne a buscar su colgante, pero no tuvieron éxito. Mientras tanto Daniel se había ido apartando de nuevo de sus dos amigas, y pasaba casi todas las tardes en un rincón de la sala común sin hablar con nadie. Hermione y Draco apenas se hablaban si no era por cosas del colegio y Harry se había marchado a su casa de Londres. No se podía decir que el ambiente de Hogwarts estuviera muy amigable, al menos en las vidas de nuestros protagonistas. Sin embargo Adrienne seguía encantada con su relación con Dick Morans, que iba viento en popa, a pesar de la triste mirada de Daniel cada vez que los veía juntos.

-¿La piensas comentar algo a Adrienne o vas a seguir mirándola como si fueras un corderito? –le dijo Eric Pearce a Daniel durante la comida.
-No tengo nada que decirle –dijo Daniel girándose hacia su plato de arroz con verdura.
-Vale, como quieras... ¡Dennis! ¿Va pasando el pollo o que?

Su compañero le tiró literalmente un gran muslo de pollo encima del arroz, manchándole.

-¿Pero que os pasa a todos? –exclamó Eric sacudiéndose unos granos del pelo color paja- Dennis, te pasas el día de mal humor; Daniel, si antes hablabas poco ahora ya no abres la boca; Sean, haces deberes a todas horas... ¿Y tú Jack? ¡¡NO TIENES NOVIA!! ¿Se puede saber que demonios está pasando en el dormitorio de quinto de Gryffindor? ¡Os habéis vuelto todos locos!
-Eric, calla –le aconsejó Adrienne sentándose con los chicos.

Todos excepto Eric y Adrienne dejaron escapar un profundo suspiro. Karen llegó con los pelos rubios revueltos y un enorme pergamino bajo el brazo. Se sentó junto a Adrienne y se sirvió un enorme plato de arroz que comenzó a devorar.

-No he desayunado. Tenía que entregarle esto a Neville –dijo Karen señalando el pergamino- un informe acerca de cómo los estudiantes tratamos los dormitorios. ¡Lo tuve que hacer yo sola! ¿Dónde estabas Sean?
-Haciendo deberes de Transformaciones. ¿Por qué tenemos que pagar nosotros que Malfoy y Hermione se lleven mal?
-Si quieres después de las clases se lo comentamos –dijo Karen.
-Vosotros decídselo a Hermione que yo me ocuparé de cierto rubio –dijo Adrienne con los ojos brillando del más intentos azul.
-Vale, pero cuando termine Pociones que sino nos quedamos todo el fin de semana haciendo deberes para Malfoy –dijo Eric- Ya sabes cuando se pone cuando le enfadan.

Todo Gryffindor de quinto curso se dirigía hacia la mazmorra de pociones bajando de la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, como cada viernes por la tarde.

-Hoy empezaremos a preparar la poción multijugos –dijo Malfoy muy serio- una poción muy complicada. Se tarda en preparar un mes, así que la terminareis justo antes de vacaciones de Navidad. ¿Alguien sabe para que sirve?

La mano de Karen se alzó entre el silencio que había en la mazmorra.

-Ya que como siempre los demás no sabéis nada –dijo Malfoy- conteste señorita Petterson.
-La poción multijugos se usa para cambiar a una persona en otra.
-Exacto. Bien, ya podéis ir tomando apuntes porque para el próximo día quiero una redacción de medio pergamino acerca de la poción multijugos.

[Innumerables quejidos]

-Y sin rechistar.

Malfoy siguió hablando y hablando sin para acerca de la poción durante toda la hora: como funciona, sus peligros, sus ingredientes, su preparación... Solo se oía el rasgar de las plumas contra el pergamino y la voz de Malfoy en la sala. A pesar de ello, los alumnos no se libraron de la extensa redacción. Una hora más tarde todos los somnolientos alumnos iban saliendo poco a poco. Karen y Adrienne intercambiaron una sonrisa cómplice, mientras esta última se quedaba recogiendo sus cosas con extrema lentitud. Ya solo quedaban ella y Malfoy en la mazmorra de pociones.

-¿Vas a moverte Moore? Tengo que cerrar.

Adrienne siguió recogiendo sus cosas y cuando finalmente salieron Malfoy cerró la pesada puerta del aula con una gigantesca llave.

-Profesor Malfoy, tengo que comentarle algo en nombre de todos mis compañeros.
-¿Desde cuando tú eres tan correcta conmigo?
-No quiero perder puntos para mi casa y usted es un experto en quitarlos. Bueno, lo que le vengo a comentar es que debe solucionar las cosas con Hermione.
-Muy educada pero igual de entrometida que siempre.
-Si quieres te tuteo.
-Si, será lo mejor. La verdad es que ya me he acostumbrado a tu falta de respeto hacia mi.

Adrienne sonrió.

-Bueno, como te iba diciendo –siguió Adrienne- debes terminar esta absurda disputa entre Hermione y tú, porque los que lo estamos pagando somos los alumnos. Nos mandáis cantidades enormes de deberes solo para... ¡quitaros vuestra furia de algún modo!
-Mira Moore, cuando seas profesora tu controlarás a tus alumnos. De mientras el que manda aquí soy yo.
-Yo no quiero ser profesora. Quiero ser una auror.
-¿Tú? ¿Auror? –dijo Malfoy en tono despectivo- Si montaste un escándalo tremendo por lo del dementor.
-Me da igual lo que pienses. Voy a ser una auror. Pero, esto no viene al caso. La cuestión es que estás siendo injusto con nosotros. Debes arreglar las cosas con Hermione, tanto para vuestro bien como para el nuestro. ¿Qué ha ocurrido?
-¿Y piensas que te lo voy a contar?

Ambos se sostuvieron la mirada unos instantes.

-Bien, como quieras. Pero deberías pedirle perdón. Parece ser que no has sido muy sutil con ella.

Malfoy apartó la mirada de los profundos ojos azules de Adrienne. ¿Podría leerle el pensamiento? ¿Cómo sabría aquello? Parecía que sus ojos pudieran ver más allá de su pálida frente. Malfoy se giró, dándole la espalda a Adrienne.

-Márchate Moore.
-¿Prometes hacer las paces con Hermione?
-Ya veré. Adiós.

Adrienne se marchó caminando poco a poco sobre el suelo de piedra. Malfoy esperó a que el eco de sus pisadas se desvaneciera por completo para dirigirse hacia el despacho de la directora.

Hermione acababa de hablar con los prefectos de Gryffindor e iba pensando en lo que le habían dicho. En el fondo tenían razón, estaban siendo injustos. Pero todo era por culpa de Malfoy. El muy asqueroso la había besado para burlarse de ella, para usarla, para demostrar que ella seguía enamorada de él. Habían pasado ya varios años desde que dejaran Hogwarts y volver a encontrarse allí con Malfoy le había hecho recordar unos sentimientos que creía ahogados en lo más profundo de su ser. Pero no caería en la trampa de Malfoy. No, esta vez Hermione Granger había aprendido la lección y no era una adolescente ilusa. Se paró justo delante de la estatua del fénix, pero una figura atlética llamó su atención. Draco Malfoy estaba apoyado contra la pared, con las piernas y los brazos cruzados, con su brillante pelo rubio cayéndole impecable sobre sus ojos grises y fríos como el hielo. Estaba sonriendo de medio lado, cosa que hizo que el estómago de Hermione comenzara a botar y el corazón le latiera más deprisa que nunca.

-Hola Granger.
-Ho...ho...la –dijo Hermione arrepintiéndose de que su voz temblara.
-Adrienne Moore, la niña más entrometida del mundo, acaba de hablar conmigo. Dice que les mandamos muchos deberes porque estamos... bueno, ya sabes.

Draco se rascó la nuca, como queriendo encontrar allí la respuesta a lo que sucedía entre él y Hermione en aquellos momentos.

-Si, los prefectos de Gryffindor también me lo han comentado y los de Ravenclaw. En el fondo tienen razón. Estamos siendo injustos. Ellos no tienen la culpa de lo que nos suceda. Deberíamos dejar nuestras diferencias aparte del trabajo.
-¿Me odias?

Las tripas de Hermione subieron hasta la garganta para descender de golpe hasta los pies. ¿Odiaba a Draco Malfoy? En cierto modo... pero también lo amaba. Le gustaba cuando se preocupaba por ella o cuando iba a visitarla por las noches. Pero odiaba el modo en el que la miraba, porque le hacía sentirse vulnerable. Y odiaba su maldito genio repentino.

-¿Y bien?
-¿Y por qué quieres saber si te odio?
-Porque a lo mejor has cambiado de opinión.

Hermione suspiró.

-Hay momentos en los que te odio, porque tu has sido muy malo conmigo. Pero ahora eres distinto. No completamente distinto, pero si algo más distinto. Y me gusta más el nuevo Draco.

[Silencio incómodo]

-Bien, yo... será mejor que me marche –dijo Hermione- tengo mucho trabajo que hacer. "Reloj de sol"

Mientras la estatua del fénix giraba Malfoy se incorporó y dio un par de pasos hasta colocarse muy cerca de Hermione. Acercó sus labios a la oreja y le susurró: "Lo siento". Malfoy quería quedarse ahí para siempre, tan cerca de Hermione, aspirando el dulce olor a albaricoque que desprendía su pelo. Hermione se giró y le sonrió a Draco. Este le devolvió la sonrisa, esa sonrisa ladeada que hacía a Hermione derretir por dentro. Esta, imitando el método de Malfoy, se acercó a su oreja también y se dejó envolver por el olor a loción del afeitado que Draco desprendía.

-Acepto tus disculpas –le dijo Hermione en un susurro.

Se quedaron muy cerca el uno del otro, justo antes de separarse. Hermione subió por la escalera, con la cabeza llena de confusos pensamientos. Malfoy se iba a marchar cuando vio pasar a una ajetreada muchachita de pelo negro y ojos azules.

-¡Moore! –la llamó.
-¿Qué tal ha ido? –dijo girando su cabeza de golpe.
-Gracias.
-¿Ha habido beso?
-¡Cállate!

Adrienne siguió su camino en busca del prefecto de Hufflepuff sonriendo. Karen le había pedido que le entregara unas hojas de su parte. Y Adrienne había aceptado ya que su amiga se dirigía muy apurada al entrenamiento de Quidditch. El problema era que no tenía la menor idea de donde podía encontrarse Robert Fletcher, el prefecto de Hufflepuff. Al girar en una esquina se chocó de bruces contra alguien, haciendo que los papeles salieran volando en todas direcciones y que el tintero que Adrienne llevaba se rompiera contra el suelo manchando a ambos accidentados.

-¿cómo es que siempre que me encuentro contigo todo acaba siendo un desastre? –dijo una voz con ligero acento español, divertida.

"¿Cómo es que siempre que me encuentro con Alex Montero acabo en una situación embarazosa?" se dijo Adrienne mientras se agachaba a recoger los papeles y una cabeza rubia lo hacía a su lado.

-Lo siento –dijo Adrienne de rodillas en el suelo- ¡Mierda! ¡Se han llenado todos los papeles de tinta! ¡No los toques! ¡Tienes las manos llenas!
-¡Y tú!

Adrienne miró sus manos e hizo una mueca. Entonces Alex empezó a hacer unos gestos muy raros hasta que consiguió que su varita cayera al suelo desde su bolsillo. Luego la cogió con la boca.

-"I epado" –masculló Alex sosteniendo la varita entre los dientes.
-¿Qué? –dijo Adrienne sin comprender.
-"I epado" –repitió Alex.

Adrienne se encogió de hombros haciendo que Alex lanzara un suspiro mezcla de risa e impaciencia.

-¡Oh ya entiendo! ¡Reparo!

El tintero se rehizo y la tinta que había caído volvió a su lugar. Alex y Adrienne quedaron limpios, al igual que las hojas.

-¿Puedes buscar a Robert Fletcher? –le dijo Adrienne mientras recogía y ordenaba las hojas- ¿Sabes dónde puede estar? Tu eres de Hufflepuff y le tengo que dar esto de parte de la prefecta de Gryffindor.
-Si quieres ya le doy yo las hojas. Supongo que estará en la sala común. De todas formas compartimos cuarto, así que tarde o temprano le tendré que ver ¿no?
-Gracias.

Alex cogió su mochila del suelo y se la cargó en un hombro. Adrienne le tendió las hojas y este las tomó.

-Hablando del rey de roma –dijo Alex sonriendo de medio lado- ¡Ey Rob! Estas hojas me las acaba de dar esta chica de Gryffindor de parte de la prefecta.
-¿Y qué son? –dijo Robert ojeándolas.
-Unas hojas para el tablón de anuncios –dijo Adrienne- Neville quiere que las introduzcamos también en las salas comunes de otras casas, para que tengamos mas relación entre unas y otras. Algo así me dijo Karen.
-Bueno, pues dile que ya le pasaré algunos anuncios de la casa Hufflepuff.
-¡Adrienne! ¿Dónde estabas?

Las tres cabezas, una rubia, otra negra y otra pelirroja giraron hacia el origen de la llamada. Dick estaba allí y no con cara de muy buenos amigos.

-Habíamos quedado para después de las clases y ya ha pasado una hora.
-¡Lo siento Dick! Se me ha olvidado. He tenido que hablar con Malfoy y luego Karen me ha liado son sus papeles...
-¿Cómo que se te ha olvidado? ¡Y encima tienes la vergüenza de decírmelo!
-Pero...yo...

Sin embargo, Dick no parecía con ganas de escuchar nada de lo que Adrienne tenía que decir y le dio la espalda mientras caminaba hacia la biblioteca. Adrienne se quedó plantada en medio de Alex Montero y Robert Fletcher que miraban extrañados como una lágrima corría por su mejilla.

* * *

Adrienne y Dick llevaban sin hablarse ya cinco días. Apenas murmuraban un "hola" si se cruzaban por los pasillos. Era miércoles por la noche. El techo transparente dejaba ver unas nubes terriblemente oscuras, de tormenta. En cierto modo Adrienne se sentía acompañada, ya que su estado de ánimo era igual de negro. Pinchó con tal fuerza una patata frita que salió disparada hacia Eric Pearce que la cogió con la boca (N/A: los chicos siempre son capaces este tipo de cosas n_n jejejej)

-¡Ey! Cuidadito Adrienne. ¿Qué te pasaba con la pobre patata?
-No es por la patata.
-¿Y entonces?
-Problemas amorosos.

Eric sonrió.

-Hablando de problemas amorosos... ¿qué tal con Dennis, Karen? ¿La cosa progresa?

Karen se limitó a darle como respuesta una mirada de desaprobación y un cierto rubor en las mejillas. Una voz grave, proveniente de unas cuentas sillas a la izquierda le dijo:

-Cállate palo de escoba –dijo Dennis.

Adrienne sonrió un poco al comparar a Eric con una escoba. Era demasiado alto y demasiado delgado, y su pelo color paja liso le hacía parecerlo aún más. Jack Simmons estalló en carcajadas.

-jajajajaja palo... jajaj de... jajaja esco...jajajaja xD ¡¡Buenísima Dennis!!

Eric hizo un feo mohín para demostrar su irritación mientras Daniel miraba todo con sus brillantes ojos grises. Adrienne estaba extraordinariamente centrada en el contenido de su plato, ya que solo con girarse un poco se encontraría con un atractivo chico sentado en la mesa de Slytherin mirándole, y no quería que aquello pasara. En realidad no sabía por qué Dick se enfadaba con ella, porque ya le había pedido perdón. Era un estúpido.

-¡Adrienne! –le dijo Karen- ¡Ya era hora de que regresaras al mundo real!
-¿Qué?
-Nada, déjalo. Últimamente te pasas el día pensando en Dick. Por cierto, se marcha.

Adrienne lanzó una furtiva mirada a la entrada del Gran Comedor donde vio un chico alto y de pelo castaño claro irse. Adrienne suspiró.

-Yo pienso que es un cabrón –dijo Karen- ¡Tampoco era para ponerse así!
-Ya ves... es que él es muy sensible... ¬_¬
-¿Y qué vais a hacer?
-No lo sé.

Adrienne siguió dando cuenta a su cena, mientras el Gran Comedor se iba vaciando poco a poco. No tenía ganas de volver a la sala común porque se pondría a pensar en Dick. Además tenía que terminar los deberes y no tenía ganas. Un fuerte trueno sonó indicando que la tormenta que las negras nubes anunciaban se iba a descargar de un momento a otro. Después de quedarse casi sola en la mesa de Gryffindor decidió dar una vuelta por Hogwarts, recorrer alguno de los pasillos oscuros... la lluvia golpeaba fuertemente en los cristales mientras Adrienne caminaba por un corredor que terminaba en la biblioteca. De pronto oyó un ruidito, no muy fuerte, pero que iba como acercándose. Luego una risa femenina. Adrienne arrugó la ceja y miró en todas partes, pero no vio nada. Después se oyó un siseo, como alguien indicando a otro alguien que se callara. Otra risita. Decidió esconderse. Fuera lo que fuera Adrienne lo descubriría en poco tiempo. Abrió un armario y se metió dentro, dejando un huequecito para ver. Miranda Bessaine, la novia de Alex Montero, estaba allí, acompañada por un chico que no era Alex.

-Aquí no nos verá nadie –dijo Miranda haciendo un puchero.

El chico que la acompañaba negó con la cabeza justo antes de que ella se lanzara a besarle. Se besaron como si se comieran el uno al otro. Cuando se separaron Miranda dejó escapar una pícara sonrisa.

-¿Y qué te parece en el armario?

Adrienne subió las cejas asustada. ¿Por qué justo habían tenido que escoger aquel armario para enrollarse? La iban a descubrir allí metida. Pero era demasiado tarde para hacer algo. Veía las perfectamente esculpidas uñas de Miranda entrar por el hueco por el cual les había estado espiando y las puertas se abrieron.

-¿Pero qué... –exclamó Miranda.

Pero nada fue comparado a la sorpresa de Adrienne.

-¿Dick?
-¿A si que esta es tu pequeña novia? –dijo Miranda.
-ERA tú novia –exclamó Adrienne- ¿Cómo has podido? ¿Así que por eso te enfadaste sin razón? ¿Para tirarte a la zorra de Bessaine?
-Escucha Adrienne...
-No quiero escuchar nada. Lárgate con la puta y sal de mi vida.
-¡Oye tú! ¡No me insultes!
-¿Acaso eres algo más que una puta? ¿No te da vergüenza? –dijo Adrienne posando sus ojos azules llenos de lágrimas en Miranda- ¿No te das cuenta de que los chicos te usan?
-Dick no me usa... ¿verdad? –dijo mirándole con sus grandes ojos verdes como si fuera un gato.
-No. Ella me importa mucho más que tú.
-Si y me acaba de regalar este colgante –dijo Miranda presumiendo- Apuesto a que nunca te ha regalado nada.

Adrienne miró hacia el cuello de Miranda, donde pendía una rosa de plata.

-¡Eso es mío! Así que me lo quitaste tú ¿no? ¿Y encima se lo das a ella?

Adrienne, tremendamente furiosa, se lo arrancó de un golpe del cuello, rompiendo el enganche de la cadena y haciéndole una herida a Miranda.

-¡Serás bruta! ¡Loca! –gritó Miranda según Adrienne se marchaba corriendo- ¡Lo que te pasa es que estás dolida porque los cuernos te pesan demasiado!

Adrienne siguió corriendo y corriendo hasta llegar al portón. Lo empujó y salió fuera, a los terrenos. La lluvia fría se mezclaba con sus cálidas lágrimas provocándole una reacción extraña. Un rayo iluminó todo y fue acompañado por su correspondiente trueno. Entonces Adrienne vio un agujero, un sitio donde estaba segura que nadie le encontraría, al menos hasta dentro de unas horas. Un sitio donde estar sola y poder llorar. Se dirigió hacia el sauce boxeador sin molestarse en que le golpeara. Después de varios cortes consiguió llegar hasta el pequeño agujero y entró. Estaba muy oscuro allí.

-Lumos –dijo Adrienne entre hipidos.

La estancia se iluminó, lo cual le permitió descubrir que en realidad no se encontraba en una cueva, sino en un pasadizo. Pero no quería saber a donde conducía. Solo quería llorar.

*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*

Hola a todos!! Ya sé, me retrasé :P No fue por el hielo (por suerte ya pasó ese frío) fue por el colegio y por el first, que me presento mañana ^deseadme suerte^. El título del chapy, lágrimas de tinta, viene de las lágrimas de Adrienne al final y el problema de la tinta con Alex. No sé, me pareció enrevesado, como a mi me gusta :) Me está quedando muy dramático el fic... um nose... jejejeje :D Ya sé que dejo con la mosca, no lo puedo evitar....... pero bueno, aquí está el chapy número 10. Espero que os guste y lamento deciros que no puedo contestar reviews :( No he tenido tiempo, aunque agradezco muchísimo a todas las personas que lo están leyendo y que están convirtiendo mi sueño en realidad. ¡SOIS INCREÍBLES!

Como sabréis españa está de luto por los atentados de los trenes... es horrible. ¿cómo puede haber gente con ese corazón? Lo comento porque siempre que suceden cosas así me recuerda mucho a Harry Potter y a los mortífagos. Solo quiero decir una cosa: Vascos si, ETA no. (yo soy de san sebastián *en el pais vasco* y como podéis ver la gran mayoría pensamos que lo que han hecho... no tiene palabras. Es demasiado horrible)

Sin más me despido esperando que algún día todo esto se solucione...PAZ.

**MIKITA_WOOD**

PD: seguid la flecha para review!

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