*^* Fe de errores: en el chapy 9, en la escena del diario, me equivoqué de
año. Puse 14 de diciembre de 1997 y debería ser 1998, porque están en 7º
¿oks? No es que vaya a tener que ver este chapy con eso, era por aclarar.
Cuando Daniel está hablando con Gabrielle ella le dice: "Yo también tengo 16" cuando Daniel tiene 15. Tuve un problemilla y anduve dudando entre si Gabrielle ahora tendría 15 o 16 y primero le puse 15, pero luego calculé bien y me salía que nació en el 87. Así que cambié el 15 por el 16 pero se me olvidó quitar el "también".
No es: Sala Moonligth | Es Sala Moonlight (se me bailaron las letras xP)
*^* Disclaimer: NO SOY JKR. (ya me he cansado de decirlo tantas veces) Bueno, ya sabeis, personajes compartidos blablabla.....
*^*Esta vez si q no os entretengo y paso directamente con el chapy.
XIII: Blanco y negro
La señora Pomfrey se dio prisa en contarles qué había ocurrido con Adrienne. Como acostumbraba cuando había una crisis, Hermione dio órdenes.
-Señora Pomfrey tu cuidarás de Harry, aún está bastante mal. Luna tu escribe a Ron. Yo llamaré a los padres de Adrienne. Vosotros dos id a San Mungo. Luna y yo iremos enseguida. ¡Venga!
Cada uno se dirigió a su lugar para llevar a cabo las órdenes. Luna fue con Hermione para que le diera papel y pluma. Entraron en el despacho de Hermione. Luna se apresuró a escribir, mientras Hermione sacaba un ordenador portátil de un cajón.
-Pensaba que los aparatos muggles no podían funcionar –exclamó Luna.
-Tuve que hacer varias remodelaciones y conseguir muchos permisos para poder usarlo. Incluso tiene conexión a Internet.
Hermione abrió un fichero enorme por la "M" y sacó una carpeta donde ponía: "Moore, Adrienne Caroline" Sacó la primera hoja, donde estaban todos los datos y marcó en el teclado el número de teléfono de los Moore. Se ajustó los cascos y bajó el micrófono hasta cerca de su boca.
Un pitido rasgó el silencio de la noche en la casa de los Moore. Al instante Scott Moore se levantó y bajó corriendo hasta el salón, donde una luz roja se encendía al ritmo de los tonos. Tragó saliva. Las llamadas en mitad de la noche nunca traen buenas noticias.
-¿Dígame?
-¿El señor Moore?
-Si soy yo.
-Buenas noches. Soy la directora de Hogwarts y lamento tener que comunicarles que su hija, Adrienne, ha sido llevada con urgencia al Hospital San Mungo.
-¿Qué le ocurre?
-De momento sabemos que tiene un caso grave de fragmentación del alma. A lo mejor los sanadores han conseguido salvarla ya. No lo sabemos.
-¿Qué consecuencias puede tener la fragmentación del alma? -Bueno, en caso de ser positivos su hija volvería a la normalidad en unos cuantos días, pero... -¿Pero qué?
-También puede morir...
El silencio se hizo entre la línea telefónica. El señor Moore respiró profundamente y dijo: -¿Y cómo podemos ir allí?
-En el centro de Londres hay unos grandes almacenes que se llaman "Purge y Dowse, S.A." Bastará con que atraviesen el cristal del escaparate. Aunque claro, ustedes no poseen poderes mágicos, por lo cual, no estoy segura de si podrán pasar.
-Lo intentaremos. Muchas gracias.
-Nos veremos allí. Buenas noches.
[Clic] El señor Moore miraba a su esposa que estaba en el descansillo de las escaleras.
-Nuestra hija se está muriendo, Delia.
* * *
Draco y Neville acababan de llegar al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. La señora regordeta del otro lado del mostrador se levantó sobresaltada.
-Adrienne Moore –dijo Draco secamente.
-No la pueden ver hasta dentro de bastante tiempo. Tres de los mejores sanadores están atendiéndola ahora.
-¿Y cómo es su estado?
-No lo sabemos. Lo único que pueden hacer es esperar.
Neville y Draco se sentaron en silencio en uno de los sillones de la recepción, mientras la señora del mostrador dormitaba de nuevo. De pronto una risita rompió el silencio. Draco se levantó despacio como no queriendo espantar a quien se encontraba allí. Se dirigió con paso sigiloso hasta el pasillo donde se encontró con Daniel y Gabrielle besándose.
-¿Pero qué...
-¡Profesor Malfoy!
Daniel se puso en pié como catapultado.
-¿No te da vergüenza, McClain? ¡Tu amiga muriéndose y tú besándote con una chica a la que no conoces de nada!
-No sé qué me pasó.
-¿Cómo? –dijo Gabrielle en un tono demasiado agudo- ¡Yo "cgeía" que te gustaba!
-Si me gustas, bueno, me pareces una chica muy atractiva... pero no te conozco de nada.
-"Pego"....."pego".... ¡"Egues" un "cegdo"!
Gabrielle salió corriendo por el pasillo.
-No le hagas caso –le dijo Draco- Seguro que está haciendo teatro. Serás el primero que la rechaza.
-Le hizo algo a mi mente, la confundió... ¡Solo podía pensar en besarla! ¿Es una veela?
-No lo sé, pero a lo mejor tiene sangre. ¿Hay noticias de Adrienne?
-No creo. Sé que, cuando terminen de operar en ella, la llevarán a la sala Moonlight del primer piso.
-Vamos a buscar esa sala.
Daniel asintió y ambos se pusieron en camino. Subieron un piso más arriba y enseguida vieron una flecha que indicaba el camino de dicha sala. En unos cuantos pasos más divisaron una habitación que tenía una luna plateada grabada en la puerta con las letras MOONLIGHT sobre ella. Al lado de la puerta había una ventana, pero el interior de la sala estaba en medio penumbra, y no se dibujaba ningún bulto en ninguna de las cuatro camas.
-Esto es frustrante –dijo Draco.
-Lo sé.
-Volvamos al vestíbulo.
Draco y Daniel se dirigieron hacia allí cada uno pensando en sus cosas. Neville estaba hablando con Hermione que acababa de llegar.
-Luna se ha quedado con Harry y esperando a que venga Ron. Los señores Moore aún tardarán en llegar. ¿Cómo se encuentra?
-No hay noticias –dijo Draco.
-No nos podemos quedar todos aquí –sentenció Hermione- Mañana hay clases.
-Suspéndelas –dijo Draco.
-No podemos perder más clases. Mañana todos los estudiantes darán lo que les toque. Así que deberíamos volver todos... bueno, Neville tú quédate. Eres el jefe de la casa Gryffindor. Informarás a los padres de Adrienne. Y en cuanto lo hagas vuelvas a Hogwarts.
Neville asintió.
-El resto todos agarrad mi bota.
Hermione trasformó su calzado en un traslador y obligó a Daniel y a Draco a que lo cogieran. En unos instantes estaban de vuelta en Hogwarts.
-Ve a tu cama Daniel, intenta dormir. Nosotros nos ocuparemos de todo.
Daniel se dirigió lo más deprisa que pudo a la sala común de Gryffindor. Atravesó la desierta sala común para dirigirse a los dormitorios y así poder pensar en paz, porque sabía que no sería capaz de dormirse con tantas cosas en la cabeza.
* * *
A la mañana siguiente el Gran comedor estaba repleto de alegres conversaciones acerca de los deberes, de quidditch, de los profesores y demás conversaciones típicas de los adolescentes. Sin embargo un muchacho de quince años se sentaba en la mesa de Gryffindor con la mirada perdida y revolviendo los huevos revueltos sin ganas. Debajo de sus grises ojos se veían unas profundas ojeras.
-¿Qué te pasa tío? –le dijo Eric Pearce sentándose alegremente a su derecha.
-¡Venga cuenta! –dijo Jack Simmons sentándose a su izquierda.
-Es por Adrienne...
-¿Qué pasa? ¿Morans le ha metido la lengua demasiado adentro?
-¡Mira que eres burro, Eric!
-No es porque salga o no con ese idiota.
-¿Entonces?
-Dejadme solo.
Daniel se levantó y se marchó del Gran Comedor para dirigirse a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. No tenía la menor gana de asistir a esa estúpida clase. Quería ir a San Mungo. Entró en el aula 356 aún cuando estaba vacía. Ni si quiera la señorita Dastes había llegado. No era de extrañar. Quedaba aún media hora para que la clase comenzara. Hundió la cara entre sus brazos y dejó que las lágrimas corrieran a su gusto.
* * *
Adrienne se encontraba en un sitio extraño. No había límites ni objetos ni personas... estaba completamente vacío. Ni siquiera parecía haber suelo. Tenía miedo. De pronto vio un velo blanco colgando desde tan alto que no veía el límite. Entreabrió el velo y vio a Daniel llorando en la clase, completamente solo, a sus padres tomados de la mano en una especie de hospital y a Dick Morans en el Gran Comedor con la mirada perdida. Adrienne dejó que el velo cayera otra vez a su ser. Aquello no era bonito. Le hacía sentirse culpable. Tenía la impresión de que todos estaban así por su culpa. "¿Habré muerto?" se preguntó. El velo blanco desapareció y en su lugar se colocó un velo negro. Adrienne oía muchas voces al otro lado. Quería abrirlo y ayudar a las personas y por otro lado tenía mucho miedo de hacerlo. De pronto, desde donde quiera que estuviera el techo en aquel lugar, brotaron miles de puntos de luz. Adrienne trataba de atraparlos, pero no había manera, ya que en cuanto se ponían en contacto con su piel desparecían. El velo negro seguía tras ella. Y el velo blanco cayó delante suyo.
"Así que tengo que elegir... Vida o muerte... ¿pero cual es cual? La muerte es negro, la vida es blanco... Pero la muerte es engañosa... ¿y si en realidad la muerte está tras el velo blanco? Si no puedo quedarme aquí para siempre... ¡NO! Me tengo que arriesgar. Hay un 50% de posibilidades... pero si me equivoco... ¿Por qué tuvieron que inventar la duda? Bueno, el blanco. Allá voy. Sea lo que sea prefiero estar allí que aquí perdida."
Adrienne volvió a mirar tras el velo blanco. Iba a traspasarlo cuando decidió mirar primero que había tras el negro. Temblorosa, se acercó para apartarlo. Las voces sonaron aún mas fuerte.
"¿Un arco iris? La muerte no puede ser un arco iris. Entonces tiene que ser por aquí. Esto parece estar hecho en blanco y negro, así que un arco iris sería vida... pero está tras el velo negro... ¡Odio esto! ¡Me voy ya! Me da igual sea lo que sea. De todas formas si me quedo aquí para siempre sería lo mismo que morir, solo que me pasaré años confusa. ¿Negro o blanco? La elección mas difícil de mi vida. Parece mentira que sea algo tan simple. Bueno, allá voy."
* * *
Un mago con túnica verde lima y un emblema de una varita y un hueso entrecruzados se acercó a los señores Moore. Estos se levantaron sobresaltados, ya que aquello solo podía significar los dos extremos: o que su hija se encontraba bien o que había muerto.
-¿Señor y señora Moore?
-Si –dijo el señor Moore- ¿Y bien?
-Su hija Adrienne se encuentra bien y tiene muchas ganas de verles, pero aún no podrá ser. Hasta dentro de dos horas no puede recibir visitas de ninguna clase. Todavía la tienen en tratamiento. Es una niña muy optimista y con mucha fuerza interior. Gracias a eso se ha salvado. Cuando puedan pasar un celador les llevará a la sala Moonlight. Yo debo seguir trabajando.
-Muchas gracias.
Los padres de Adrienne se abrazaron, dando gracias a que su hija estuviera ya fuera de peligro.
* * *
Daniel estaba en el recreo contándole sin ganas lo que le había ocurrido a Adrienne durante la noche. Aunque es realidad no sabía bien que había pasado. Neville se acercó a ellos dos para darles las buenas noticias. Tenía muchas ojeras, al igual que Draco y Hermione, y aún después de haber pasado la noche en vela, no se quejaron de tener que dar sus clases.
-¿Cuándo podremos visitarla? –preguntó Karen.
-Mañana que es sábado. Prepararemos un traslador para que vayáis.
-¿No podemos ir esta tarde? –inquirió Daniel.
-Adrienne necesita reposo. Mejor si vais mañana.
-¡Pero no podemos esperar tanto! –exclamó Daniel molesto.
-Os entiendo, pero no hay otra...
-McClain –dijo Malfoy metiéndose en la conversación- Si no te gusta te callas. O vas mañana o no vas. Tu eliges.
-¡Tampoco era como para decirlo así! –le reprochó Neville- Los pobres están dolidos...
Pero Malfoy ya se había dado la vuelta y seguía su camino hacia la mazmorra de Pociones. Por el camino se encontró con Hermione (N/A: ¡como no! xP).
-Hola –murmuró ella sin detenerse.
Malfoy le paró tomándola por el brazo.
-Ayer no estabas tan tímida, con todo lo de los besos y eso.
-No quiero hablar de ello.
-Tu nunca quieres hablar de nada de lo que se pasa por tu cabeza.
-¿Y qué quieres que te diga Malfoy?
-Bueno, tu ya sabes que yo...
-¿Qué tú qué?
-Que, bueno, ya sabes, que yo te...te...quie...
-¡NO LO DIGAS MALFOY! ¡No quiero volverte a oír decir esas palabras!
Hermione dio media vuelta y echó a andar lo más rápido que pudo bajo la estupefacta mirada de Draco. ¿Qué demonios le pasaba? ¡Pero si ella también parecía dispuesta! Las últimas palabras de Hermione le resonaban en su platina cabeza: "No quiero volverte a oír decir esas palabras" ¿Cuándo le había dicho él a Hermione que la quería? ¡Nunca! A no ser qué...
* * *
Daniel bajó lo más deprisa que pudo al Gran Comedor y literalmente se tragó la comida. Karen chocó contra él cuando ella entraba y él salía.
-¿Qué ocurre?
-Nada. Te veo luego en Defensa Contra las Artes Oscuras.
Pero no era allí a donde Daniel se dirigía con tanta prisa. Fue a la biblioteca que se encontraba desierta. Buscó el libro "Encantamientos ingeniosos", cogió papel y pluma y escribió.
Unos minutos antes de volver a clase se estaba dirigiendo a la lechucería para enviar la carta que le había escrito a Adrienne. No estaba seguro de hacerlo. Lo mejor sería romperla e ir a clase. Estaba indeciso delante de la lechucería, paseando nervioso de un lado a otro. De la lechucería salió un chico joven, guapo y popular. Precisamente el chico que menos quería ver en todo el colegio: Dick Morans.
-Hola. Oye, tu eres amigo de Adrienne. ¿Ya te has enterado?
-Yo la salvé de los dementores y la llevé a San Mungo.
-Ah, bueno. Solo le estaba enviando una carta para que se sintiera mejor. Y además le tenía que aclarar unas cosillas.
"¿Es qué no te das cuenta de que no me interesa, imbécil?"
-Ah. Si, yo también. Bueno, tengo un poco de prisa...
Daniel se escabulló de Dick y ató la carta a la pata de una lechuza más decidido que nunca. Si no la enviaba nunca más reuniría el valor de hacerlo.
* * *
Eran las once de la noche pero Adrienne no podía dormir. Su madre descansaba tranquila ya en un sillón de al lado de su cama, en la sala Moonlight. Eran las únicas allí. Scott Moore había tenido que volver a Minbury. Escuchó un golpecito en la ventana. Con cuidado para no despertar a su madre la abrió y entró una lechuza. Le quitó la carta de la pata y la dejó descansar sobre el armario. Al instante entró otra. Adrienne le hizo lo mismo y observó las cartas con intriga. Una de Daniel y otra... de Dick. No sabía porqué pero tenía ganas de romper la carta y de guardarla para siempre al mismo tiempo. Se tumbó en la cama y abrió la carta de Dick. La leyó pero en realidad su mente estaba ausente. Recordaba lo que le había hecho con Miranda Bessaine. No quería saber nada de él. Decidió dejar las cartas y volver a leer "Corazón de Bruja".
*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^
Lo sé! Este capitulo es muy malo! T_T lo siento, he estado poco inspirada y además es para preparar las cosas para el siguiente. Este capitulo por ser no tiene ni titulo enrevesado. Simplemente blanco y negro, por la cosa de los velos... no sé me pareció original plantear la vida y la muerte así, con velos, como JKR.
De nuevo no puedo contestar reviews ¬_¬ (después de esto ya no me dejáis publicar el 14 xD) pero he andando con pocas ganas para hacer este capitulo de transición porque nada más lo uso para enganchar con el siguiente que será mejor. Pero esq he dejado el listón mas bien altito! :P
Bueno, ya sabeis reviews!! Dad a go y unas palabritas
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V
Cuando Daniel está hablando con Gabrielle ella le dice: "Yo también tengo 16" cuando Daniel tiene 15. Tuve un problemilla y anduve dudando entre si Gabrielle ahora tendría 15 o 16 y primero le puse 15, pero luego calculé bien y me salía que nació en el 87. Así que cambié el 15 por el 16 pero se me olvidó quitar el "también".
No es: Sala Moonligth | Es Sala Moonlight (se me bailaron las letras xP)
*^* Disclaimer: NO SOY JKR. (ya me he cansado de decirlo tantas veces) Bueno, ya sabeis, personajes compartidos blablabla.....
*^*Esta vez si q no os entretengo y paso directamente con el chapy.
XIII: Blanco y negro
La señora Pomfrey se dio prisa en contarles qué había ocurrido con Adrienne. Como acostumbraba cuando había una crisis, Hermione dio órdenes.
-Señora Pomfrey tu cuidarás de Harry, aún está bastante mal. Luna tu escribe a Ron. Yo llamaré a los padres de Adrienne. Vosotros dos id a San Mungo. Luna y yo iremos enseguida. ¡Venga!
Cada uno se dirigió a su lugar para llevar a cabo las órdenes. Luna fue con Hermione para que le diera papel y pluma. Entraron en el despacho de Hermione. Luna se apresuró a escribir, mientras Hermione sacaba un ordenador portátil de un cajón.
-Pensaba que los aparatos muggles no podían funcionar –exclamó Luna.
-Tuve que hacer varias remodelaciones y conseguir muchos permisos para poder usarlo. Incluso tiene conexión a Internet.
Hermione abrió un fichero enorme por la "M" y sacó una carpeta donde ponía: "Moore, Adrienne Caroline" Sacó la primera hoja, donde estaban todos los datos y marcó en el teclado el número de teléfono de los Moore. Se ajustó los cascos y bajó el micrófono hasta cerca de su boca.
Un pitido rasgó el silencio de la noche en la casa de los Moore. Al instante Scott Moore se levantó y bajó corriendo hasta el salón, donde una luz roja se encendía al ritmo de los tonos. Tragó saliva. Las llamadas en mitad de la noche nunca traen buenas noticias.
-¿Dígame?
-¿El señor Moore?
-Si soy yo.
-Buenas noches. Soy la directora de Hogwarts y lamento tener que comunicarles que su hija, Adrienne, ha sido llevada con urgencia al Hospital San Mungo.
-¿Qué le ocurre?
-De momento sabemos que tiene un caso grave de fragmentación del alma. A lo mejor los sanadores han conseguido salvarla ya. No lo sabemos.
-¿Qué consecuencias puede tener la fragmentación del alma? -Bueno, en caso de ser positivos su hija volvería a la normalidad en unos cuantos días, pero... -¿Pero qué?
-También puede morir...
El silencio se hizo entre la línea telefónica. El señor Moore respiró profundamente y dijo: -¿Y cómo podemos ir allí?
-En el centro de Londres hay unos grandes almacenes que se llaman "Purge y Dowse, S.A." Bastará con que atraviesen el cristal del escaparate. Aunque claro, ustedes no poseen poderes mágicos, por lo cual, no estoy segura de si podrán pasar.
-Lo intentaremos. Muchas gracias.
-Nos veremos allí. Buenas noches.
[Clic] El señor Moore miraba a su esposa que estaba en el descansillo de las escaleras.
-Nuestra hija se está muriendo, Delia.
* * *
Draco y Neville acababan de llegar al Hospital San Mungo de Enfermedades y Heridas Mágicas. La señora regordeta del otro lado del mostrador se levantó sobresaltada.
-Adrienne Moore –dijo Draco secamente.
-No la pueden ver hasta dentro de bastante tiempo. Tres de los mejores sanadores están atendiéndola ahora.
-¿Y cómo es su estado?
-No lo sabemos. Lo único que pueden hacer es esperar.
Neville y Draco se sentaron en silencio en uno de los sillones de la recepción, mientras la señora del mostrador dormitaba de nuevo. De pronto una risita rompió el silencio. Draco se levantó despacio como no queriendo espantar a quien se encontraba allí. Se dirigió con paso sigiloso hasta el pasillo donde se encontró con Daniel y Gabrielle besándose.
-¿Pero qué...
-¡Profesor Malfoy!
Daniel se puso en pié como catapultado.
-¿No te da vergüenza, McClain? ¡Tu amiga muriéndose y tú besándote con una chica a la que no conoces de nada!
-No sé qué me pasó.
-¿Cómo? –dijo Gabrielle en un tono demasiado agudo- ¡Yo "cgeía" que te gustaba!
-Si me gustas, bueno, me pareces una chica muy atractiva... pero no te conozco de nada.
-"Pego"....."pego".... ¡"Egues" un "cegdo"!
Gabrielle salió corriendo por el pasillo.
-No le hagas caso –le dijo Draco- Seguro que está haciendo teatro. Serás el primero que la rechaza.
-Le hizo algo a mi mente, la confundió... ¡Solo podía pensar en besarla! ¿Es una veela?
-No lo sé, pero a lo mejor tiene sangre. ¿Hay noticias de Adrienne?
-No creo. Sé que, cuando terminen de operar en ella, la llevarán a la sala Moonlight del primer piso.
-Vamos a buscar esa sala.
Daniel asintió y ambos se pusieron en camino. Subieron un piso más arriba y enseguida vieron una flecha que indicaba el camino de dicha sala. En unos cuantos pasos más divisaron una habitación que tenía una luna plateada grabada en la puerta con las letras MOONLIGHT sobre ella. Al lado de la puerta había una ventana, pero el interior de la sala estaba en medio penumbra, y no se dibujaba ningún bulto en ninguna de las cuatro camas.
-Esto es frustrante –dijo Draco.
-Lo sé.
-Volvamos al vestíbulo.
Draco y Daniel se dirigieron hacia allí cada uno pensando en sus cosas. Neville estaba hablando con Hermione que acababa de llegar.
-Luna se ha quedado con Harry y esperando a que venga Ron. Los señores Moore aún tardarán en llegar. ¿Cómo se encuentra?
-No hay noticias –dijo Draco.
-No nos podemos quedar todos aquí –sentenció Hermione- Mañana hay clases.
-Suspéndelas –dijo Draco.
-No podemos perder más clases. Mañana todos los estudiantes darán lo que les toque. Así que deberíamos volver todos... bueno, Neville tú quédate. Eres el jefe de la casa Gryffindor. Informarás a los padres de Adrienne. Y en cuanto lo hagas vuelvas a Hogwarts.
Neville asintió.
-El resto todos agarrad mi bota.
Hermione trasformó su calzado en un traslador y obligó a Daniel y a Draco a que lo cogieran. En unos instantes estaban de vuelta en Hogwarts.
-Ve a tu cama Daniel, intenta dormir. Nosotros nos ocuparemos de todo.
Daniel se dirigió lo más deprisa que pudo a la sala común de Gryffindor. Atravesó la desierta sala común para dirigirse a los dormitorios y así poder pensar en paz, porque sabía que no sería capaz de dormirse con tantas cosas en la cabeza.
* * *
A la mañana siguiente el Gran comedor estaba repleto de alegres conversaciones acerca de los deberes, de quidditch, de los profesores y demás conversaciones típicas de los adolescentes. Sin embargo un muchacho de quince años se sentaba en la mesa de Gryffindor con la mirada perdida y revolviendo los huevos revueltos sin ganas. Debajo de sus grises ojos se veían unas profundas ojeras.
-¿Qué te pasa tío? –le dijo Eric Pearce sentándose alegremente a su derecha.
-¡Venga cuenta! –dijo Jack Simmons sentándose a su izquierda.
-Es por Adrienne...
-¿Qué pasa? ¿Morans le ha metido la lengua demasiado adentro?
-¡Mira que eres burro, Eric!
-No es porque salga o no con ese idiota.
-¿Entonces?
-Dejadme solo.
Daniel se levantó y se marchó del Gran Comedor para dirigirse a la clase de Cuidado de Criaturas Mágicas. No tenía la menor gana de asistir a esa estúpida clase. Quería ir a San Mungo. Entró en el aula 356 aún cuando estaba vacía. Ni si quiera la señorita Dastes había llegado. No era de extrañar. Quedaba aún media hora para que la clase comenzara. Hundió la cara entre sus brazos y dejó que las lágrimas corrieran a su gusto.
* * *
Adrienne se encontraba en un sitio extraño. No había límites ni objetos ni personas... estaba completamente vacío. Ni siquiera parecía haber suelo. Tenía miedo. De pronto vio un velo blanco colgando desde tan alto que no veía el límite. Entreabrió el velo y vio a Daniel llorando en la clase, completamente solo, a sus padres tomados de la mano en una especie de hospital y a Dick Morans en el Gran Comedor con la mirada perdida. Adrienne dejó que el velo cayera otra vez a su ser. Aquello no era bonito. Le hacía sentirse culpable. Tenía la impresión de que todos estaban así por su culpa. "¿Habré muerto?" se preguntó. El velo blanco desapareció y en su lugar se colocó un velo negro. Adrienne oía muchas voces al otro lado. Quería abrirlo y ayudar a las personas y por otro lado tenía mucho miedo de hacerlo. De pronto, desde donde quiera que estuviera el techo en aquel lugar, brotaron miles de puntos de luz. Adrienne trataba de atraparlos, pero no había manera, ya que en cuanto se ponían en contacto con su piel desparecían. El velo negro seguía tras ella. Y el velo blanco cayó delante suyo.
"Así que tengo que elegir... Vida o muerte... ¿pero cual es cual? La muerte es negro, la vida es blanco... Pero la muerte es engañosa... ¿y si en realidad la muerte está tras el velo blanco? Si no puedo quedarme aquí para siempre... ¡NO! Me tengo que arriesgar. Hay un 50% de posibilidades... pero si me equivoco... ¿Por qué tuvieron que inventar la duda? Bueno, el blanco. Allá voy. Sea lo que sea prefiero estar allí que aquí perdida."
Adrienne volvió a mirar tras el velo blanco. Iba a traspasarlo cuando decidió mirar primero que había tras el negro. Temblorosa, se acercó para apartarlo. Las voces sonaron aún mas fuerte.
"¿Un arco iris? La muerte no puede ser un arco iris. Entonces tiene que ser por aquí. Esto parece estar hecho en blanco y negro, así que un arco iris sería vida... pero está tras el velo negro... ¡Odio esto! ¡Me voy ya! Me da igual sea lo que sea. De todas formas si me quedo aquí para siempre sería lo mismo que morir, solo que me pasaré años confusa. ¿Negro o blanco? La elección mas difícil de mi vida. Parece mentira que sea algo tan simple. Bueno, allá voy."
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Un mago con túnica verde lima y un emblema de una varita y un hueso entrecruzados se acercó a los señores Moore. Estos se levantaron sobresaltados, ya que aquello solo podía significar los dos extremos: o que su hija se encontraba bien o que había muerto.
-¿Señor y señora Moore?
-Si –dijo el señor Moore- ¿Y bien?
-Su hija Adrienne se encuentra bien y tiene muchas ganas de verles, pero aún no podrá ser. Hasta dentro de dos horas no puede recibir visitas de ninguna clase. Todavía la tienen en tratamiento. Es una niña muy optimista y con mucha fuerza interior. Gracias a eso se ha salvado. Cuando puedan pasar un celador les llevará a la sala Moonlight. Yo debo seguir trabajando.
-Muchas gracias.
Los padres de Adrienne se abrazaron, dando gracias a que su hija estuviera ya fuera de peligro.
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Daniel estaba en el recreo contándole sin ganas lo que le había ocurrido a Adrienne durante la noche. Aunque es realidad no sabía bien que había pasado. Neville se acercó a ellos dos para darles las buenas noticias. Tenía muchas ojeras, al igual que Draco y Hermione, y aún después de haber pasado la noche en vela, no se quejaron de tener que dar sus clases.
-¿Cuándo podremos visitarla? –preguntó Karen.
-Mañana que es sábado. Prepararemos un traslador para que vayáis.
-¿No podemos ir esta tarde? –inquirió Daniel.
-Adrienne necesita reposo. Mejor si vais mañana.
-¡Pero no podemos esperar tanto! –exclamó Daniel molesto.
-Os entiendo, pero no hay otra...
-McClain –dijo Malfoy metiéndose en la conversación- Si no te gusta te callas. O vas mañana o no vas. Tu eliges.
-¡Tampoco era como para decirlo así! –le reprochó Neville- Los pobres están dolidos...
Pero Malfoy ya se había dado la vuelta y seguía su camino hacia la mazmorra de Pociones. Por el camino se encontró con Hermione (N/A: ¡como no! xP).
-Hola –murmuró ella sin detenerse.
Malfoy le paró tomándola por el brazo.
-Ayer no estabas tan tímida, con todo lo de los besos y eso.
-No quiero hablar de ello.
-Tu nunca quieres hablar de nada de lo que se pasa por tu cabeza.
-¿Y qué quieres que te diga Malfoy?
-Bueno, tu ya sabes que yo...
-¿Qué tú qué?
-Que, bueno, ya sabes, que yo te...te...quie...
-¡NO LO DIGAS MALFOY! ¡No quiero volverte a oír decir esas palabras!
Hermione dio media vuelta y echó a andar lo más rápido que pudo bajo la estupefacta mirada de Draco. ¿Qué demonios le pasaba? ¡Pero si ella también parecía dispuesta! Las últimas palabras de Hermione le resonaban en su platina cabeza: "No quiero volverte a oír decir esas palabras" ¿Cuándo le había dicho él a Hermione que la quería? ¡Nunca! A no ser qué...
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Daniel bajó lo más deprisa que pudo al Gran Comedor y literalmente se tragó la comida. Karen chocó contra él cuando ella entraba y él salía.
-¿Qué ocurre?
-Nada. Te veo luego en Defensa Contra las Artes Oscuras.
Pero no era allí a donde Daniel se dirigía con tanta prisa. Fue a la biblioteca que se encontraba desierta. Buscó el libro "Encantamientos ingeniosos", cogió papel y pluma y escribió.
Unos minutos antes de volver a clase se estaba dirigiendo a la lechucería para enviar la carta que le había escrito a Adrienne. No estaba seguro de hacerlo. Lo mejor sería romperla e ir a clase. Estaba indeciso delante de la lechucería, paseando nervioso de un lado a otro. De la lechucería salió un chico joven, guapo y popular. Precisamente el chico que menos quería ver en todo el colegio: Dick Morans.
-Hola. Oye, tu eres amigo de Adrienne. ¿Ya te has enterado?
-Yo la salvé de los dementores y la llevé a San Mungo.
-Ah, bueno. Solo le estaba enviando una carta para que se sintiera mejor. Y además le tenía que aclarar unas cosillas.
"¿Es qué no te das cuenta de que no me interesa, imbécil?"
-Ah. Si, yo también. Bueno, tengo un poco de prisa...
Daniel se escabulló de Dick y ató la carta a la pata de una lechuza más decidido que nunca. Si no la enviaba nunca más reuniría el valor de hacerlo.
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Eran las once de la noche pero Adrienne no podía dormir. Su madre descansaba tranquila ya en un sillón de al lado de su cama, en la sala Moonlight. Eran las únicas allí. Scott Moore había tenido que volver a Minbury. Escuchó un golpecito en la ventana. Con cuidado para no despertar a su madre la abrió y entró una lechuza. Le quitó la carta de la pata y la dejó descansar sobre el armario. Al instante entró otra. Adrienne le hizo lo mismo y observó las cartas con intriga. Una de Daniel y otra... de Dick. No sabía porqué pero tenía ganas de romper la carta y de guardarla para siempre al mismo tiempo. Se tumbó en la cama y abrió la carta de Dick. La leyó pero en realidad su mente estaba ausente. Recordaba lo que le había hecho con Miranda Bessaine. No quería saber nada de él. Decidió dejar las cartas y volver a leer "Corazón de Bruja".
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Lo sé! Este capitulo es muy malo! T_T lo siento, he estado poco inspirada y además es para preparar las cosas para el siguiente. Este capitulo por ser no tiene ni titulo enrevesado. Simplemente blanco y negro, por la cosa de los velos... no sé me pareció original plantear la vida y la muerte así, con velos, como JKR.
De nuevo no puedo contestar reviews ¬_¬ (después de esto ya no me dejáis publicar el 14 xD) pero he andando con pocas ganas para hacer este capitulo de transición porque nada más lo uso para enganchar con el siguiente que será mejor. Pero esq he dejado el listón mas bien altito! :P
Bueno, ya sabeis reviews!! Dad a go y unas palabritas
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