--- Sólo decir que os agradezco mucho los reviews, otra vez. El siguiente capítulo va en seguida, que este es cortito.---

14. ENFRENTARSE AL TEMOR

Abrió los ojos; no hubo casi diferencia., todo estaba oscuro. Intentó moverse, y se dio cuenta de que era incapaz. Por un segundo temió estar petrificada... pero no. Algún tipo de magia sujetaba sus manos unidas por encima de su cabeza a la pared de frío ladrillo.

Su cabeza trabajaba a enorme velocidad. McRoy, ese maldito McRoy... ¿dónde estaría? No podía haberse arriesgado a llevarla a una de las mazmorras del colegio, pero no se le ocurría otro lugar. ¡Iba a meterse en un lío muy grave esta vez! Imágenes de ratas y bichos correteando por el suelo en el que estaba sentada pasaron por su mente, pero se obligó a mantener el miedo a raya.

Pasaba el tiempo, y nadie acudía.

Jesse pensó que iba a perder la razón. Debía a llevar allí ya casi todo el día, en  Hogwarts tenían que haberse dado cuenta de su desaparición. Sólo quería que alguien viniese, para bien o para mal. Temía que hubiesen olvidado su presencia y la dejasen morir allí, sola.

Se infundió ánimos. Tenía que resistir. Tenía que mantener el optimismo. Probablemente McRoy no podía salir de Hogwarts durante el día. El pobre desgraciado no sabía con quién se jugaba los cuartos. Empezó a sonreír al imaginarse lo que iba a hacerle en cuanto entrase por la puerta.

Pero horas después, ya no era tan divertido, tenía hambre, tenía sed... y ¡tenía que ir al baño!. Empezó a tener miedo de verdad. Murmuraba en alto sus pensamientos para sentirse acompañada; ninguno de los hechizos que probó desató sus manos presas. Y en el momento en que temía pudrirse allí, en aquel nicho maloliente, entre sus propios despojos, la puerta se abrió, y un hombre con una máscara pronunció unas palabras desconocidas y Jesse se encontró libre. Sin embargo, y sólo con la estatura del hombre, pudo comprobar aterrorizada que no era Elwyn McRoy... este hombre no medía más de metro y medio.

Temblando como una hoja, siguió el camino que el hombre le indicó. No había forma de escapar, sólo podía ir hacia delante, porque por el otro lado, la salida estaba cegada. Y de pronto se encontró ante una puerta. El hombre le indicó que debía entrar. Al atravesarla, apareció ante ella una mesa con comida y bebida. Casi se olvidó de las ganas de ir al servicio, pero notaba los pinchazos en la vejiga... así que le preguntó a su verdugo. Se sorprendió ante el mote fúnebre que le había puesto, su verdugo. Este se limitó a levantar un brazo y señalar otra puerta. La cerró tras de sí, echando de menos su varita, e intentó buscar una ventana o algo que la ayudase a escapar, pero no había nada. Desistió y se dirigió a la mesa, donde tomo asiento. Y de pronto, a su espalda, una voz dijo:

- Bienvenida

Todo su cuerpo sufrió una convulsión al sentir una mano helada en el hombro; una mano que enviaba pequeños calambres a sus nervios. Congelada en su sitio, se quedó con la mente en blanco, y de pronto se encontró frente a frente con un par de espeluznantes ojos rojos.

"Voldemort"

- Efectivamente... soy El-Que-No-Debe-Ser-Nombrado- y rió ante su propio chiste- come- ordenó, y en contra de su voluntad, Jesse cogió el tenedor y se puso a comer mecánicamente. Nunca pensó que iba a tener a Voldemort frente a frente, pero menos aún que "cenaría con él".

- ¿Qué hago yo aquí?

Voldemort no estaba muy acostumbrado a recibir preguntas inesperadas.

- Eres mi invitada

- ¿Puedo irme cuando quiera?

- Eres demasiado inteligente para hacerme perder el tiempo con preguntas estúpidas, o eso pensaba. Si pudieses irte, no te habría atado a la pared.

- ¿Y para qué me has traído aquí?- le tuteó.

- ¿Tienes miedo de que intente convertirte en uno de los míos?- dijo, mientras Nagili se acercaba peligrosamente a la cara de Jessica.

- No

- Bien. Te he traído porque quiero terminar con Dumbledore. ¡Esta lucha absurda es tremendamente aburrida!

- Pe... pero yo ¡no le haré nada a Dumbledore! Además, no tengo tanto poder...

- Es otro de tus poderes el que me interesa... Verás, hoy estuvo aquí un amigo tuyo.

- ¿Quién?

- Ese profesor de Pociones tan prestigioso que tenéis en Hogwarts... por si no lo sabías, se encuentra entre mis seguidores. ¿Sorprendida?

- Snape- apenas fue un jadeo, pues se quedó sin respiración. Pero...

- Sí... Snape. Y por lo que parece, él... te aprecia de algún modo extraño- dijo arrastrando las palabras, y tomando un mechón del largo cabello de Jesse- lo cual, si se mira bien, no es tan raro...

Jesse empezó a temblar; su pulso, muy a su pesar, latía acelerado ante la lluvia de noticias que estaba recibiendo, pero especialmente ante la última; por otro lado, el pánico ante la simple cercanía del Señor Oscuro le hacía perder el control de sus nervios.

- Bien, hace ya tiempo que Snape trabaja para mí infiltrado en Hogwarts, pero su comportamiento últimamente... bien, no es que desconfíe de ninguno de mis amados seguidores pero...

Jesse  puso toda su esperanza en que Snape estuviese traicionando a Voldemort. Por un segundo pensó si alguien tendría tanto valor como para traicionar a la personificación del mal, y pensó en los lo que le había parecido percibir sobre Severus Snape. Rezó en silencio porque éste estuviese en el lado correcto.

- ¿Y?

A Voldemort le sorprendió ligeramente el tono arisco de la chica.

- Bueno, creo que a cambio de mantenerte cerca, y con vida, Snape me hará un pequeño favor...

Oh, no. Eso era demasiado. Se negaba a ser de nuevo la  princesita salvada por Snape... no sabía cómo, pero no iba a esperar a ser rescatada por segunda vez. Y menos aún ayudar a causar la muerte de Dumbledore y la caída del Bien, claro, pensó con remordimiento al darse cuenta que su orgullo había hablado primero.

- Llévala a su habitación, Pettigrew

Así que ese era el famoso Peter Pettigrew, aquel gusano. Asqueada apartó su brazo de la mano de éste con un bufido

- Cuidado con la gatita...- se burló él.

- Sí, ten cuidado, porque comemos ratas, como tú.

La puerta se cerró tras ella bruscamente.

No era la mazmorra de antes. Había una cama, y un baño, e incluso un libro. Lo cogió interesada, pero inmediatamente lo soltó.

Las Mil Muertes Más  Dolorosas Y Cómo Causarlas

Muy apropiado para lectura ligera, sin duda.

Se sentó en la orilla de la cama, pensando. Notó que su cerebro empezaba a estar nublado, y bostezó. ¿Qué? Debía haber algo en esa comida... No puedo dormirme, debo estar consciente... (((¿voy a pasarme todo el fic inconsciente?))). Sus pensamientos se hicieron más y más confusos hasta que cayó de lado sobre la cama y se durmió.

En Hogwarts, Dumbledore daba vueltas en su despacho.

- Adelante, Minerva.

La profesora apareció en la entrada del despacho.

- ¿Cómo están las cosas, Albus?

- No lo sé, Minerva, no lo sé... Snape, brutalmente masacrado... Jesse desaparecida.. esto no funciona como yo pretendía... Temo haberme equivocado.

Minerva sonrió al ver al genio bajar al estatus de hombre por una vez, y le puso una de sus finas manos sobre el hombro.

- Albus... no te preocupes. Hogwarts es aún un lugar seguro contra El-Que-... contra Voldemort

Albus sonrió con tristeza.

- Sí, Minerva... el último bastión del Bien... lo único que nos queda. Espero haber jugado bien mis cartas, porque la apuesta es demasiado alta....

Ambos se quedaron en silencio.