Hola! Ya vuelvo... y ya queda poco, muy poco. Gracias por los reviews, especialmente a Ana Maria (amsp14), Narua Black y Sara Fenix Blax, gracias por seguir leyendo! Agradezco un montón los comentarios!

17. PREPARAR UN PLAN.

Dumbledore no parecía en absoluto intimidado ante los nuevos deseos de Voldemort.

- Bueno,- dijo- podemos fingir mi muerte, enfrentarnos a él directamente o rehuirle. ¿Alguien propone otra cosa?

- Yo creo que deberíamos enfrentarle. Aún no ha recuperado todos sus poderes y sus alianzas. Si esperamos más...

- Jesse, no creí que te sintieses preparada después de cómo has pasado estos últimos días... Tal vez deberías consultarlo un poco con la almohada. He sido muy descortés reteniéndoos tanto tiempo aquí. Pero es que quería saber cada detalle.

- No importa. Ahora mismo, no podría dormir.

- Dentro de estos muros estás protegida, Jessica.

- Lo sé, pero creo que ya he dormido demasiado estos días.

- ¿Tú que opinas, Severus?

Éste se adelanto unos pasos, saliendo así de las sombras, que era el lugar donde más cómodo se encontraba; especialmente ahora, que su pasado salía a relucir delante de Jessica Twilinger. Aunque nada parecía sorprenderla. Con los brazos cruzados sobre el pecho, dijo:

- Haré lo que creas conveniente, Dumbledore.

- ¿Lo que sea necesario?

Snape hizo un gesto de impaciencia, apartándose un mechón de pelo negro de la cara, y asintió.

- Bien. Quiero que los dos desarrolléis tan rápido como sea posible, y creedme que dudo que os de tiempo en el plazo indicado, una poción que contrarreste los efectos que tuvo la que Voldemort tomó para resurgir.

Snape levantó una ceja con escepticismo, pero siguió con los brazos cruzados, apoyado ligeramente sobre la estantería del despacho. Bien. Dumbledore sabía que si había alguien capaz de llevar a cabo un milagro, ese era Severus Snape.

- ¿Tendremos que trabajar con Potter?

A pesar de la gravedad del asunto, Jesse soltó una risa ahogada y Dumbledore no pudo evitar corresponderla con una amplia sonrisa.

Snape resopló, esperando pacientemente instrucciones.

- No, supongo que con un poco de su sangre será más que suficiente.

- Ya me encargo yo, Severus.

- ¿No crees que sea capaz de sacarle sólo la necesaria?

- Está bien, como prefieras. Pretendía hacerlo más fácil.

- Bien. La necesitaré cuanto antes, en el aula de pociones. Con tu permiso, Dumbledore...- este asintió y Snape abandonó el despacho.

- Ay, hija mía- Jesse pensó en lo paternalista que siempre era Dumbledore- a veces pienso que Snape es la mejor preparación que podemos tener contra el lado Oscuro.

Durante un segundo se miraron en silencio, y entonces, ambos prorrumpieron en carcajadas.

- ¿Te encuentras bien del todo,  estás segura?

- Sí, tranquilo, Albus.

- Odiaría haberte puesto en peligro al contratarte como profesora de Hogwarts.

- Los dos sabemos que las cosas no sucedieron así.

- Sí... sigo pensando que harás mucho bien a este colegio. Ahora ¿estás preparada para enfrentarte a lo más duro a lo que te has enfrentado?

- Vamos, Dumbledore, me hicisteis estudiar en un colegio de brujos sin tener poderes, ¿crees que Voldemort me asusta?- intentó fingir más ánimo del que sentía.

- Tienes razón. Bueno, pues retírate a descansar un rato.

- Sí, Señor Director.- aunque no pensaba hacerlo. Dos mentes trabajaban más rápido que una.

Llegó corriendo a la torre de Gryffindorf, y le dijo "Gusaranos locos" a la señora gorda, que rápidamente abrió un hueco para dejarle paso. En la sala común, le dijeron que Harry estaba en el entrenamiento de quidditch. Se dirigió hacia allá. Nada más verla, Harry salió del campo y voló hasta ella.

- ¡Profesora! ¿Cómo se encuentra? ¿Cómo ha ido todo?

- Bien, Harry, todo está bien, gracias. Pero ahora necesitamos tu ayuda.

- Sí, claro. ¿Qué debo hacer? Hemos estado revisando los libros de la biblioteca- hasta los de la sección prohibida, estuvo a punto de añadir... esta profesora incitaba a hacerle las más profundas revelaciones, como si se la conociese de toda la vida. Le caía muy bien.- Pero no hemos encontrado nada. Aunque sí que tenemos algo contra los mortífagos...

- Harry, espera. De momento no deberíais hacer nada ¿de acuerdo? Dumbledore está en grave peligro. Y lo que más necesitamos es tu sangre. Y esto es un pequeño secreto- dijo Jesse, para corresponderle por su confianza- es para vencer la poción que Voldemort tomó. Investigad sobre eso si queréis, pero que nadie se entere, o saldremos todos muy mal parados. Ahora ¿vendrías conmigo a la enfermería a por un poco de tu sangre?

- Por supuesto.

Poco después, Jesse entraba en el despacho del profesor de Pociones con dos tubos llenos de la sangre de Harry. Snape estaba en un rincón, en cuclillas, consultando libros amarillentos a una gran velocidad, casi como sin mirarlos. Jesse se acercó y vio los títulos:

Quinientos Años de Maldiciones

Todo sobre la Magia Negra

Sortilegios que causan la muerte, hechizos que devuelven la vida.

Y una gran pila de libros con títulos no más esperanzadores.

- ¿Tu biblioteca particular, Sev... Snape?

- Puedes llamarme Severus. ¿Vas a quedarte ahí molestando o vas a ayudarme?

Jesse le tendió las muestras de sangre y se sentó en la esquina del sofá, que estaba también cubierto de libros.

- ¿Qué buscamos? ¿Algo más concreto que cualquier cosa que nos ayude?

- Básicamente, más información sobre la poción que tomó Voldemort, más casos de vuelta de la "muerte", cómo invertir pociones poderosas de la magia negra, efectos secundarios de las pociones de la magia negra...- ante su mirada, explicó- la mayoría tienen efectos secundarios, y constituyen el talón de Aquiles del que las toma.

- Ya entiendo. Como una puerta de atrás en un sistema de seguridad informático.

Ambos se quedaron perplejos. Ella no era consciente de tener tantos recuerdos muggles. Pero debía tenerlos, ¿no? Una gran parte de su vida seguía allí, con aquellas personas. Empezó a balancear los pies, sentada en el sofá, como cuando era niña. Había una gran tensión en la sala; tal vez no había sido una buena idea el ir a ayudarle, con todo lo que se rumoreaba, con la amenaza que pesaba sobre ellos... Pero quería verle trabajar. Ese era el verdadero motivo. Le impresionaba su destreza y le gustaba tenerle cerca. Y debía decir que no había muchas oportunidades...

- Severus... sabes que si esto no da resultado, Vodemort sabrá que le estás traicionando cuando no mates a Dumbledore, ¿verdad?- susurró.

Snape la miró asintiendo, sus ojos negros brillando como ascuas en la semipenumbra. Para él era algo obvio; estaba más que acostumbrado a que la muerte se cerniese sobre él. Se preguntó de repente si ella le tenía miedo. Era un sentimiento que causaba en la gente muy a menudo, y Jesse sabía más de él que la mayoría. Le hacía gracia verlos temblar cuando se acercaba, pero ella parecía muy tranquila. Durante un momento pensó, avergonzado, si tenía algo que ver con el hecho de que ella pensase que... bueno, que él... no sabía exactamente lo que Voldemort le había dicho al respecto, pero las palabras de McRoy en las Tres Escobas aún retumbaban en su cabeza. Decidió seguir con la búsqueda.

Salió de la oscuridad y con sus habituales andares felinos se dirigió hacia la lámpara. Se agachó para leer un libro, y Jesse le hizo un hueco en el sofá.

- Aquí hay algo.- puso el libro en medio para que ella pudiese ver- Inversión de pociones de la magia oscura. Aproximadamente todas las pociones tienen un antídoto. Pociones con sangre de dragón, pociones con sangre de unicornio, pociones con sangre de hada... -(ella miró con repugnancia el libro)-, pociones con sangre humana. De un inocente, de un sirviente, de un amigo, de aquel que queremos vencer, del que queremos obtener poder, del enemigo... Bien, aquí está. Ahora sólo hay que encontrar toda la información sobre nuestra poción y seguir la receta...- parecía casi contento. Llevaba dentro el ardor por la investigación, más allá de límites de bien o mal. Tal vez eso también lo había empujado junto a Voldemort. Recordó su curiosidad en la habitación del castillo de este. ¿Había sido aquel otro libro una forma de tentarla?

- ¿No vas a preguntar cómo fui capaz de ser uno de ellos?- dijo con voz cansada, al advertir que la mirada de ella iba del libro a él.

- No.

El asintió, sin más, casi aliviado.

Se sentía algo nerviosa en su presencia, pero no le molestaba. Era una de las personas con la que más agradable se le hacía el trato en Hogwarts, por paradójico que eso pudiese parecer. Tal vez por eso no quería saber más. Si supiese más de su pasado... datos concretos... a quién había hecho daño, y esas cosas, puede que perdiese la razón.

Pero el pasado era el pasado, y ella lo sabía mejor que nadie. Todo el mundo se merecía una segunda oportunidad, y Dumbledore no era ningún tonto.

Permanecieron en el aula hasta mucho después de la cena; ninguno de los dos estaba dispuesto a descansar en las siguientes horas, no con la vida de su director en peligro. Encontraron lo que parecía ser la solución; una poción complicada, y larga de realizar. Comenzaron a echar los primeros ingredientes. Más de una vez tuvieron que dirigirse al invernadero, pero al final reunieron todo lo necesario; había hecho bien en quedarse a ayudar, pensó ella. Y justo cuando todo parecía estar saliendo a pedir de boca, la poción empezó a hervir violentamente. Jesse y Snape tomaron la cuchara de remover el caldero al mismo tiempo; ante el roce de las manos, Jesse sintió un escalofrío y soltó el instrumento de madera.

Snape hizo como que no se había dado cuenta y siguió removiendo durante al menos media hora sin decir una palabra.

- Está bien ¿cómo te uniste a ellos?- se decidió a preguntar Jesse, al final

Él levantó la vista, sorprendido.

- Ocurrió, sin más.- suspiró, sin dejar de remover pensativamente la poción.

Jesse esperó pacientemente a que él continuase.

- No me gustaba mucho la gente, y debo decir que yo a ellos tampoco les gustaba nada. No me importaba, hasta que pasó todo el... asunto de Black.

- Oh, eso. He oído hablar de ello. ¿No crees que... tal vez... deberías olvidarlo?- dijo con cautela- Fue una broma pesada, y Sirius actuó como un inconsciente, pero creo que deberías dejarlo atrás, fue cosa de niños. Son malos tiempos, y debemos mostrar un frente unido. Black ha pasado ya por muchas cosas ¿no crees?

Él la miró casi con odio, pero pareció sopesar sus palabras.

- No puedo olvidarlo. Estuve a punto de morir, y aquello me convirtió en parte de lo que soy. No puedo perdonar.

- ¿Eso te llevó a ser mortífago?

En sus labios, la palabra lo hizo avergonzarse más que habitualmente.

- Eso me llevó a necesitar a alguien, como una crisis.- era increíble que a él necesitar a alguien le pareciese una crisis, pensó ella.- Y entonces... bueno, digamos que apareció una mujer...- dijo con amargura y resentimiento, agarrando la cuchara con más fuerza. Ya era extremadamente difícil para él mantener una conversación normal, más aún hablar sobre sí mismo y su pasado. No es que nadie quisiera oírle hablar de sí mismo habitualmente, de todos modos.

Jesse tragó pesadamente.

- Yo buscaba compañía y ella buscaba un seguidor que presentarle a su señor Voldemort. Y lo consiguió, vaya que sí.

- ¿Y qué pasó?

- ¿Con ella? Voldemort la mató. No hice nada por evitarlo. Me daba igual. Ella me había matado mucho tiempo atrás.

Recordaba esos tiempos como si estuviesen muy lejos, cuando se divertían juntos y celebraban las victorias de su señor. Tampoco allí encajaba, pero tardó en entender que estaba más sólo que nunca.

Jesse por su parte trataba de asimilar estas revelaciones. Lo más extraño fue la impresión de imaginar a Snape con una mujer. Por supuesto, no era tan raro... es sólo que... era Snape. Aunque una de sus compañeras entre los seguidores de Voldemort parecía ser el perfil perfecto; no como ella, ex-alumna incordiante y molesta. Se removió incomoda en el sofá, dándose cuenta de que Snape parecía indiferente a todos sus movimientos.

- ¿Cómo volviste... cómo saliste de allí?

- Fue después de una de sus fiestas... fueron demasiado lejos y yo estaba demasiado asqueado.- no parecía estar atento a sus palabras, sólo a la poción; hablaba de su vida como de algo ajeno a él- Fui directo al despacho de Dumbledore y lo dejé en sus manos. Él sencillamente me dio otra oportunidad, y pensó que me sentiría mejor si podía ayudar de alguna forma, espiando a Voldemort.

Se quedaron en silencio unos momentos. Snape seguía con la misma máscara de frialdad; ni siquiera unas revelaciones de ese calibre lograban arrancarle una mueca.

- Esto ya está.

Jesse se acercó al caldero. El líquido disminuía poco a poco.

- ¿Qué es eso? Nunca había visto algo así.

- Es una cosa muy poco común; una poción sólida. El líquido se concentrará en una pequeña píldora. Tardará aún varias horas en rebajarse.

Esperaron; Snape parecía ausente, y no le dirigió la palabra. Ella se dedicó a curiosear en los libros que había esparcidos por la habitación y finalmente se quedó quieta, contemplando el líquido reducir su volumen en el caldero. De pronto notó un ligero temblor en la planta de los pies y le pareció que todo daba vueltas. Snape la empujó, haciéndola caer sobre el sofá, y la sujetó allí.

El peso de su cuerpo sobre ella le impedía respirar con normalidad, aunque no le importaba. Tenía que reconocer que era una sensación ridícula... pero agradable. Él se sentía violento, pero no se retiraba.

- Snape, ¿qué...?

- Espera...

Y de pronto se apretó contra ella, protegiéndola, mientras se oía un gran ruido y las paredes y el suelo temblaban. Se sintió mareada y cuando pensaba que no aguantaría más, sintió que Snape se retiraba y le tendía la mano para levantarse, y se dio cuenta de que todo había terminado.

- ¿¡Qué demonios ha sido eso!?

Snape no pudo evitar sonreír.

- El paso de una poción de líquida a sólida suele ser algo bastante... eh... contundente.

Ella se sintió estúpida ante su ignorancia, y refunfuñó algo por lo bajo. Él reía torvamente, divertido.

- Bueno, ¿y cómo demonios vamos a conseguir que Voldemort tome eso?

- Esa es tu parte del trabajo, me temo. Es a ti a la que se le da bien convencer a la gente de las cosas.

- ¡Pero estamos hablando de Voldemort!

- ¿Crees que no lo sé? Piénsalo así, si no lo consigues, tú, Dumbledore y yo estamos muertos.

- Mmm, gracias. Creo que me siento mejor ahora. ¿No hay forma de obligarle, algún hechizo, tal vez?- su mente buscaba una forma razonable de proceder.

- No lo creo. No conocemos todos sus poderes, y no me gustaría que os enfrentaseis en una lucha desigual. No es un espectáculo digno de ver, y desgraciadamente, tampoco sería el primero que presencio.

- ¿Y no se puede convertir en una poción gaseosa?

- Venga, sabes tan bien como yo que eso no es posible... ¿qué te ha pasado? eras una de las más adelantadas en Pociones.- dijo, burlándose

- Era una asignatura agradable... más de lo que puedo decir de su profesor.- entró al trapo casi sin darse cuenta.

- Creo que esa es la perspectiva de un Griffindorf. Deberías probar a verlo desde la de un Slytherin. O eso es lo que piensas ¿no?- el tono no era tan amistoso. ¿De veras la odiaba? Durante algunos minutos, a veces, le daba la impresión de que le gustaba trabajar con ella, explicarle todo lo que ella no entendía de Pociones. El alma de profesor, después de todo. Pero en otros momentos sentía que la rechazaba con todas sus fuerzas.

- A veces me resulta ridícula esa enemistad hacia los Griffindorf, sí, y no creo que puedas culparme por ello.

- No dudo que no puedas entenderlo. Tú y tu amiguito McRoy no sois tan diferentes, después de todo.

Jesse sintió que iba a explotar. La fama de los pelirrojos no era del todo inmerecida. Los enfados apenas le duraban, pero eran como una erupción volcánica, ardientes y arrasadores.

- No... no menciones a ese maldito McRoy- siseó entre dientes- Y no te atrevas a compararme a él.

- Pensé que te gustaba- dijo Snape, aún burlándose. Pensó que tal vez algo había ido mal entre los dos, disfrutando con el pensamiento.

Ella notó su estómago revolverse, y se dirigió a la puerta.

- Creí que había dejado claro quién me gustaba y quién no, pero parece que no soy la única que no entiende las cosas a la primera. Nos vemos mañana después de las clases. Termina tú con la poción, yo me encargo del resto.

Y cerró, dando un portazo, pero la puerta no encajaba y rebotó. Bien, no iba a girarse a cerrarla. Caminó airadamente, la capa ondeando tras ella, y deseando no haber dicho la última frase y haberse puesto en bandeja. Pero lo había hecho, así que decidió olvidarlo. Iba tan enfrascada en sus propios pensamientos que no vio a Snape plantado delante de la puerta entornada, mirándola alejarse, y preguntándose qué demonios habría querido decirle con eso.