Amsp14: estoy avergonzada... espero que esto sirva. : - )))
Yuna Aoki: no... matar no!!! Que he subido otro rápido...
Narua Black: nada de sadomasoquismo de momento... pero oye, todo es empezar jajaja.
Tonks: hola!!! Hombre, Dumbledore no sería tan... digo yo! :-)
Gracias por seguir dejando reviews...
23. ...Y OTROS QUE SE QUEDAN
Jessica se echó a temblar. Se apoyó en la estantería cercana, temiendo que las rodillas no la sostuvieran. Por un segundo tuvo miedo de Snape, miedo de verdad.
Sacó la varita, y se preparó.
Sabía que era inútil enfrentarse al profesor Snape. Probablemente, acabarían ambos muertos en una lucha de poder. Su cerebro trabajaba a toda velocidad. Pero también sus hormonas lo hacían. La verdad es que todo su cuerpo respondía ante la tenebrosa presencia del mago. No sabiendo a cual de sus instintos ceder, Jessica bajó la varita lentamente.
Él parecía furioso.
- ¿Qué crees que estabas haciendo?
Sus ojos echaban fuego.
- Dime, ¿Qué crees que hacías, mandando a ese elfo a mis habitaciones? ¿Qué hacías tú con esto?
Uy, uy, uy. Jesse se quedó muda. No debía haber confiado en Dobby. Cuando llegaron a Hogwarts, tras el enfrentamiento con Voldemort, ella se había curado más rápido que Snape, porque el veneno había actuado menos tiempo en su cuerpo. Se había sentado junto a él, y había pasado horas muertas esperando que se despertase. Pero no había despertado, y Jesse se fue junto a sus padres. En el último instante, presa de mil sentimientos diferentes y contradictorios, no pudo controlar un arrebato y le cortó un mechón de pelo. Era un arma muy poderosa en la magia, pero no lo había hecho pensando en eso. Pensaba más bien en el vudú muggle, en el que se usaban para los maleficios. Sin embargo, lo que ella tenía en mente era algo ligeramente distinto... no pensaba llevarlo a cabo, pero los cabellos eran una seguridad. La seguridad de que Snape la amaría algún día, aunque fuera bajo los efectos de una poción ilegal... Al final había ganado el sentido común y había decidido devolvérselo a su dueño.
Se sonrojó.
- ¿Por qué tenías esto?- dijo con voz cortante
- Te los corté mientras estabas en la enfermería.- Uy,uy, uy.
- ¿Qué tipo de bruja loca eres? No sé si pretendías matarme, pero por si acaso te diré que ahora eso te pone en peligro a ti también, hasta que estudiemos un poco más esta nueva situación- siseó.
Jesse no entendía que es lo que le ponía tan furioso. Pero ella empezaba a encenderse; no estaba de humor para aguantarle tonterías.
- Estoy harta de ti, Severus Snape,- dijo, clavándole su dedo índice en el pecho. Se alegró al descubrir que él se sobresaltaba ante el pequeño roce de contacto- no tengo la culpa de que duermas en sábanas de esparto o lo que sea que te provoque ese mal humor. Cuando llegué aquí, esperaba un comentario agradable de recibimiento, y ¿sabes qué? Que sigo esperando.
- Me halagas- se burló él, sin sonreír, con la furia aún en sus ojos.
Jesse levantó la varita, y Snape la agarró por la muñeca y se la retorció.
- Me haces daño, Snape
Pero él no la soltó. Intentó zafarse, pero el maldito Snape tenía mucha, mucha fuerza, y ahora la retenía con las dos manos. Se giró hasta quedar totalmente frente a él, y por un segundo estuvo a punto de golpearle, pero entonces él la agarró más fuerte y ¿qué? ¡qué! ¿qué estaba haciendo? ¿la estaba besando?
Se quedó quieta, dejó de intentar escapar y abrió los ojos como platos. Por mucho que había querido que ese momento llegara, nunca pensó que fuera a suceder de verdad, sin pociones, sin hechizos. De pronto, él paró, y ella se dio cuenta de que su reacción no había sido lo que se dice esperanzadora. Bueno ¿y qué? Más que besarla él la había atacado ¿no?
Durante un segundo, sus ojos se habían cerrado mecánicamente, pero cuando la sorpresa le hizo abrirlos se encontró con las pupilas negras de Snape, que refulgían de forma extraña, más abismales que nunca. Se hubiera perdido en sus ojos, pero bruscamente él se retiró; estaba rígido y distante, aunque por un momento, Jesse leyó en sus movimientos una cierta vergüenza. Probablemente era la primera vez en años que el profesor dejaba al descubierto cualquier tipo de sentimientos.
Bueno, que sufra. Pero no, Jesse no podía aguantar ver cómo se ponía tenso; no quería que embotellase otra vez todo lo que tanto le había costado sacar a flote. ¿Debía acercarse hacia él y demostrarle que era correspondido? O puede que se lo estuviese imaginando todo, y él sólo la hubiese besado por la proximidad, por el calor del momento... bueno, Jesse nunca había sido una persona que reflexionara mucho antes de actuar. Para algo existía el arrepentimiento.
- Perdona- dijo una voz que mostraba ningún tipo de emoción. –Eso ha sido una tontería imperdonable. Estoy cansado, han pasado muchas cosas. Si me disculpas...
Ah, no. No se iba a librar tan fácil. No pensaba dejarlo solo allí abajo...
Se acercó a él. Se había inclinado sobre su mesa de trabajo y garabateaba algo con la pluma. No levantó la cabeza cuando oyó sus pasos.
- Severus.
- Tengo trabajo, Jessica.
Jessica. ¿Era eso un avance o un retroceso?
Snape estaba indignado. ¿Qué demonios pretendía ella cortándole el pelo? Probablemente, algún tipo de maldición, alguna venganza por sus comentarios. Normalmente no hubiese dejado que le irritase tanto. No quiso reconocerlo, pero la verdad es que se sentía herido. Ella quería hacerle daño. O tal vez burlarse de él, o sacar ventajas de su apariencia (si eso era posible), con una poción multijugos. Pensó sólo que era una ira perfectamente justificada, y olvidando sus conocimientos de espía, actuó siguiendo su primer impulso.
La cogió justo a tiempo. La agarró en el pasillo, y tomó el translador que llevaba consigo, una pequeña daga que había acondicionado para la tarea. Quería hablar con ella sin que les vigilasen, pero desde luego que no tenía la intención de pedírselo por las buenas.
Se encaró con Jesse, y forcejearon. Le pareció ver algo en sus ojos, y la tomó por el brazo. Tan cerca, no pudo evitar que su perfume llegara hasta él. Perfume hecho por ella misma. Claro. Como no. Y por debajo de eso, simplemente ella. Severus Snape, el hombre imperturbable, no pudo contenerse. Hacía mucho tiempo que no tenía a nadie tan próximo, pero no era sólo eso. Nunca se había sentido como cuando Jesse estaba cerca suyo. La tenía en la cabeza en cada momento, y se estaba volviendo loco. Necesitaba volver a tener todo bajo control. Luchó contra sus impulsos, pero al final, se inclinó, y la besó con furia.
Ella no respondió. Sus ojos se encontraron un segundo y entonces el se apartó, y trató de reponerse, y fingir una entereza que no sentía.
- Perdona- logró articular, esperando que su voz no transmitiese su dolor. Le salió una voz ronca, por la rabia y el deseo contenido –Eso ha sido una tontería imperdonable. Estoy cansado, han pasado muchas cosas. Si me disculpas...
Cómo había podido ser tan estúpido de pensar que ella no rechazaría cualquier acercamiento. Era de naturaleza agradable, no como él, y eso era todo. Lo había malinterpretado. Se maldijo por lo bajo. Cómo iba ella a querer... besarle.
Y ahora no se iba. Lo llamó por su nombre, y él intentó que se fuera. Tenía miedo de echarse a temblar si no se marchaba.
Entonces, por fin, la miró con dureza, y ella tomó su cara con la mano y fijó la vista en él. Snape apartó la mirada.
Jessica suspiró. Cabezota... Tendrá que ser por las malas. Sonrió maliciosamente. Se puso ligeramente de puntillas, y pasó su mano por el cuello del profesor. Sintió que este sufría una ligera sacudida. Bien. Bajó la vista hacia ella, y Jesse aprovechó para besarle.
Esta vez fue él quien tardo unos segundos en reaccionar; pero apenas fue un instante. Comenzó a devolverle el beso con furia, con avidez, casi haciéndole daño. A Jessica le daba igual. Habría tiempo para ser más dulces. Ahora sólo había urgencia, la dolorosa necesidad de sentir su piel contra la de ella. Ni siquiera ella se había imaginado que sus sentimientos pudiesen llevarla a ese abismo frente al que se encontraba ahora.
Ni siquiera pensaron en la cama, sino que cayeron en el suelo, inconscientes incluso de la habitación a su alrededor. Se quitaron la ropa rápidamente el uno al otro, ayudándose con algo de torpeza; ella se sorprendió al sentir las manos de él tan suaves en su piel, y tan diestras, y pronto los dos estaban hechos una maraña en el suelo, luchando furiosamente, piel contra piel. Sintió la lengua de él bajar hasta su ombligo, y se estremeció; a partir de ese momento, perdió toda noción del tiempo y el espacio.
En algún momento, él la había tomado en brazos y la había llevado a la cama. Lo último que recordaba era que se había quedando dormida intentando taparse con el edredón, decorado en verde y plata.
PROXIMO CAPÍTULO, C"MO ES DESPERTARSE CON EL PROFESOR DE POCIONES MÁS ODIADO DEL COLEGIO!!! JAJAJA.
