Capítulo III: Reconocimiento

¡Manos a la obra!

Después de quedar de acuerdo con Zeus y Hermes que cualquier cosa (ya sea idea, dato, lo que sea) lo comunicaremos al otro, decidí ir a ver a las Moiras, como estaba en mis planes, aunque en realidad no tengo idea qué iré a hacer allá

-¿Alguna solución?- me preguntó Cloto, mirándome

-Estaba pensando en juntarlos, hacer que se conozcan; luego pensaré en cómo haré para que se entrenen y ganen su armadura

Las tres se miraron... odio cuando hacen eso porque significa que en algo estoy mal

-¿Qué?- les pregunté con mal humor

-¿No será mejor (y más importante, claro) que te preocuparas de enviarlos a que entrenaran?

-Oh, verdad- dije, simulando que me ponía contenta de pronto- llegaré a sus casas y golpearé sus puertas, y les diré a sus padres: "¡sus hijos se han ganado una beca como los defensores de Atenea y la Humanidad!, tendrán que entrenar duramente con sus maestros para ganar la armadura y así lograr su fin. Ah, no se preocupen; prácticamente los machacarán, pero valdrá la pena"... ¡¡¡Por favor!!!, no puedo hacer eso, es estúpido

-Sobretodo- añadió Átropos -porque te saltaste las partes de "y arriesgarán sus vidas y lo más seguro es que mueran"

¿Me entienden por qué tenía deseos de golpearlas?

-¿Y cómo lo harás?- me preguntó Láquesis, notando mi cara de maniática

-No sé

-Deberías saberlo ya

-¡También sé eso!- respondí -Bueno, me voy

-¿Qué harás?

-Ver sus vidas- respondí, y me aparecí en la Tierra, en Japón, para ser exactos

Saqué sus fichas personales y noté algo extraño: todos se encontraban en Japón por esos días, y parece que su estancia sería larga. Eso sería positivo para mi, haría todo algo más fácil

-¿Y con quién voy primero?- pensé, luego se me ocurrió

Llegué a una humilde casa, entré

-¡SEIYA!- fue lo primero que escuché, y el grito fue tan fuerte que retumbaron mis pobres oídos, la causante fue una chica pelirroja de unos 16 o 17 años

-Seika- dijo una mujer, supongo que será la madre y la muchacha su hermana -mejor ve a despertarlo, aquí tienes un vaso de agua

-Sí, mamá- la chica tomó el vaso y fue con su hermano, la seguí. Seiya en esos tiempos debería tener 11 años

-AH, ¡Seika!, ¿intentas ahogarme?- fue la pregunta del muchacho frente al agua que le tiró su hermana a la cara (debo decir que primero lo remeció, pero no le quedó otra forma de despertarlo que lanzándole el agua)

-Te hemos llamado por mucho rato, Seiya. Si no te apuras llegarás tarde a la escuela y no pienso esperarte

Seika lo dejó solo y Seiya entró a la ducha y yo decidí que sería bueno explorar su entorno La casa era algo pequeña, pero para tres personas estaba bien (olvidé comentarles que su padre había muerto cerca de tres o cuatro años atrás). Sonó el teléfono, y me quedé escuchando (no me digan copuchenta)

-¿Aló?- contestó la madre, su carita cambió inmediatamente -¡hola Jan!

¿Jan?, ¿quién era ese?

-¿Cómo has estado, amor?- dijo, casi me caigo de la silla. ¿Amor?, ¿acaso la madre de Seiya había encontrado a alguien?

-Listo mamá- dijo Seiya, entrando y sentándose a la mesa -¿Quién es?

-Jan...- respondió su madre, que continuaba hablando. A Seiya no le gustó mucho eso, comenzó a comer en silencio y con una cara de tres metros. Seika se sentó junto a él y su madre colgó el teléfono

-Seiya, ¿ya te enojaste?- le dijo ella acercándose y tocándole sus hombros, Seiya no contestó y continuó comiendo. Era bastante egoísta con su madre (igual que muchos de los niños de estos tiempos)

-Bien- dije -Entonces Seiya de Pegaso tiene una vida normal. Vive con su madre y su hermana de 16 años. Ah, sin contar la "pareja" de su madre, que al parecer a Seiya no le agrada mucho. Creo que era lo que necesitaba de Seiya por el momento

Me aparecí en frente de una mansión. Al entrar, saltó a la vista su simple decorado que tenía De pronto, de una de las habitaciones se escuchó una hermosa música de piano, y no pude evitar los impulsos de seguirla. Atravesé la pared y mi sorpresa fue mayúscula cuando vi a Hyoga tocando, ¡si sólo tenía 12 años!

-Hyoga, amor, es hora de tu desayuno- dijo entrando una mujer, reconocí que era su madre - Hyoga, tu padre nos espera

A pesar de sus dulces palabras, Hyoga continuaba tocando, inmutable. Ella se acercó y se hincó al lado de la banquilla

-¿Qué tienes, hijo?- le preguntó ella, Hyoga la abrazó

-¿Cuándo vamos a volver?- le preguntó, supuse que a su país

-Mi niño- le dijo ella -sabes que por ahora no podemos...- lo miró a la cara -tu padre no puede dejar el trabajo. Él es el representante de nuestro país aquí, en Japón, es importante- noté cierto orgullo en su voz. No pude evitar sentir tristeza por Hyoga, se debe sentir solo

-Lo sé...- murmuró

-¿Entonces?

-Me siento solo, mamá. Los chicos de la escuela no me aguantan, me molestan mucho. Además, no me entienden bien, y yo a ellos tampoco

-Eso se puede arreglar -le dijo su madre -sólo debes buscar a tu amigo, un día de estos lo encontrarás, lo prometo

-¿De verdad?- preguntó el chico más animado. En parte, me prometí a mi misma cumplir la promesa de su madre

-¡Claro, hijo!. Ahora ven, tu padre nos espera

Los seguí hasta el comedor, en donde había un hombre rubio de ojos verdes. Se sentaron y yo también lo hice

-¿Y qué les pasó?

-Hoyga quería hablarme

-Ah, ya veo. Supongo que será por los amigos -el chico lo miró sorprendido y asintió, el hombre sonrió -no te preocupes, ya encontrarás a las personas que sepan valorarte como persona, y que te darán mucho...

-De eso me encargo yo...- dije, y me aparecí en un departamento

-¡Papá, tu desayuno!- llamó Shiriu a su padre, tenía 13 años. Se notaba esmero en lo preparado. Un hombre de cabello negro hasta el hombro entró a escena y se sentó a la mesa junto con Shiriu

-Se ve muy rico- dijo, sonriéndole

-Gracias

Ambos se sirvieron y comieron, esperé unos momentos

-¿Ya?- dije yo, aburrida -¿cómo no van a tener un tema de conversación?

-Oye papá...- dijo Shiriu en el momento en que me iba

-Dime

-El otro día pasó algo extraño... -noté que en su voz había nerviosismo, ¿qué será lo que le dirá?

-¿Extraño?

-Sí...verás. Estaba en la escuela y unos chicos comenzaron a molestarme

-Espero que no les hiciste caso...

-Eso intenté

-¿Los golpeaste?

-No... digo si... o no... eh....

-A ver, Shiriu, decídete

-Los lancé lejos sin tocarlos

Creo que el padre y yo lo miramos con la misma cara. ¿El cosmos de Shiriu estaba despierto?, ¿cómo podía ser eso?, ¿a los demás les ocurrirá lo mismo?

-¿Cómo es eso?

-Bueno, de pronto me sentí furioso y con deseos de lastimarlos, entonces sentí algo dentro de mi y salieron volando

-Ah...- el padre no se lo explicaba, ¿alguien podría hacerlo?

-Y por eso... debes ir a hablar con la maestra

-¿Por qué?, no los tocaste...

-Aún así me culparon

-Será, toma tu desayuno, nos estamos atrasando

¿Con que Shiriu tiene manifestaciones del cosmos sin entrenamiento?, interesante...

Fui a parar a una casa con un gran jardín

-¡Mamá!

-No Ikki, ya te dije que no

Llegué cuando Ikki, de 14 años, se sentaba pesadamente en la silla en frente de la mesa. Estaba molesto

-Buenas- dijo un hombre entrando. Era el padre, y lo que me llamó la atención, era el gran parecido de su mirada con la de Shun. Miró a Ikki -¿Qué pasa?

-Mamá no me dejó ir a jugar

-Oh, fracesita, ¿por qué no?- dijo el hombre a la madre. ¿Era francesa?, tenía que averiguarlo

-¡Porque es un irresponsable!, por eso. No estudia, es un milagro que no lleve peores calificaciones

-En eso, Ikki, tu madre tiene razón

-¡Papá!, se supone que me debes ayudar

-Pero Norah, deberías dejarlo- dijo el padre, es increíble cómo puede ser de manipulador un hijo

-No- respondió secamente

-Ikki, ¿prometes que estudiarás?

-¡Sí, prometido!, también prometo cuidar a Shun

-¿Cuidarlo?- repitió el padre -deja que aprenda a cuidarse solo

-Sabes que a tu hijo no le gusta pelear- dijo Norah sirviéndole

-En ese caso que aprenda a defenderse, ¡nadie le dice que vaya buscando pelea!

-Ni para eso quiere pelear

-¿Y qué hará?, no puede dejar que lo golpeen

-Shun se deja, por eso los chicos de la escuela lo molestan más- dijo Ikki -hasta que llego yo- agregó con orgullo

-¡Shun tu desayuno!

A pesar de los llamados el niño no bajaba. Su madre (seguida por mi) lo fue a ver. Lo encontramos en su cuarto, sentado en el suelo

-¿Qué pasa, Shun?- le preguntó Norah acercándose

-Nada- respondió, mirando al suelo

-¿Cómo que nada, Shun?

-No quiero ir a la escuela- dijo Shun, la madre lo miró sorprendida

-¿Qué?, ¿por qué?

-Porque los otros chicos me golpean

-Pero Ikki...

-Ikki no puede estar todo el día cuidándome, cuando se va, siempre es peor

-Pero, hijo, ¡tienes que defenderte!

-No me gusta pelear

-Pero eso no significa que se puedan aprovechar de ti... mira Shun, hay ocasiones en que debemos hacer lo que más odiamos, porque es justo

-¿Y si son muchos?

-Enfréntalos, poco a poco ganarás su respeto

-¿Usted cree?

-Claro, Shun. ¿Estás mejor ahora?

-Sí

-Vamos, entonces

Ambos bajaron seguidos por mi... una idea estaba maquinalizando mi cabeza, y no era tan mala, lograría saber si los chicos tienen un poco despiertos sus cosmos. Quizás funcionara...

Nota: Hola, espero les haya gustado el capítulo. Dejen review