DÍAS OSCUROS
Capítulo X
Ya había pasado bastante tiempo desde que los señores Li y el profesor Hiraguizawa se habían marchado de esa manera tan espectacular. Los alumnos aún no se habían recuperado de la marcha del profesor favorito de la mayoría. A quién no habían notado a faltar eran a Sakura y a Shaoran, en unas horas casi todos se habían olvidado de ellos.
El profesor Dumbeldore estaba entado tranquilamente en su despacho acariciando a Fawkes, su fénix. Estaba repasando mentalmente los hechos ocurridos desde el inicio de curso. La rutina había vuelto al colegio sin ninguna dificultad, todo ya estaba bajo control. Pero había algo extraño dentro de todo esto, tenía la sensación de que había algo oscuro que estaba creciendo muy cerca de Hogwarts.
De repente se escucharon unos pasos apresurados que se dirigían hacia su estancia. Después de poco tiempo llamaron a su puerta. Sabía exactamente que por la manera en que habían llamado se trataba de la profesora Mc Gonagall, y parecía que su asunto era importante.
-Señor Dumbeldore- dijo la profesora Mc Gonagall una vez que entró en el despacho y se situó delante del director-. Ha pasado algo muy extraño.
El profesor Dumbeldore sonrió al ver que su intuición aún funcionaba tan bien como siempre. Se fijó en el semblante algo alarmado de la profesora, ella raramente se ponía así, eso debía significar que ese asunto era realmente muy extraño.
-¿Qué ha pasado profesora Mc Gonagall?- le preguntó entonces.
-Ha aparecido un hombre esta mañana en la puerta de Hogwarts- explicó la profesora-. Aún no sabemos cómo ha llegado hasta aquí. Le hemos interrogado y no nos ha dicho nada. ¿Qué debemos hacer?.
-Bien, eso es de verdad muy extraño- dijo pensativo el señor Dumbeldore mientras se mesaba la barba, como siempre hacía cuando algo lo tenía un poco preocupado-. ¿Dónde está él?, voy a verle y después decidiré que hacemos.
-Está con la profesora Trelawney- le contestó ella.
El director del colegio se levantó tranquilamente de su silla y se dispuso a seguir a la profesora Mc Gonagall por los pasillos del colegio hasta llegar en el aula donde impartía clases la profesora de Futurología.
-¿Los alumnos saben algo sobre eso?- preguntó el profesor Dumbeldore mientras iban andando.
-No señor, hemos pensado que sería mejor que nadie se enterara de nada hasta que usted tome su decisión-.
-Habéis obrado con sabiduría, si señor- dijo el profesor Dumbeldore- en estos tiempos tenemos que andar con mucho cuidado.
Cuando entraron en el aula vieron a la profesora Trelawney sentada en su pupitre y a su lado se encontraba un hombre que aún parecía bastante joven, debería tener más o menos unos 26 años. Era muy alto, con el pelo castaño y la mirada algo perdida.
El señor Dumbeldore lo examinó cuidadosamente hasta que al final se decidió a hablar.
-Bueno días joven, soy el señor Dumbeldore, el director de este colegio- le dijo amigablemente mientras le ofrecía su mano a modo de saludo.
El chico se quedó un poco pasmado con esa manera de saludar, parecía que aquél hombre era una buena persona. Miró a los ojos del director y al final, después de pensarlo durante un tiempo le dio la mano devolviéndole el saludo.
-Buenos días señor Dumbeldore- respondió la áspera voz del joven.
-Ahora que ya nos hemos presentado- prosiguió el señor Dumbeldore mientras se sentaba en una silla a su lado- vamos a ver que hacemos contigo. Lo que más me sorprende es la manera en cómo has llegado hasta aquí... ¿Podrías explicar cómo lo has hecho?.
-Mire señor- le contestó - aún no estoy muy seguro. Me siento algo perdido, sólo se que estaba por las calles de Londres paseando y después de un rato caí en un sueño muy extraño, donde veía a un castillo parecido a este lleno de gente que hacía diversas cosas. Me pareció que era un colegio. Al despertarme he notado mucho frío, ha sido cuando he descubierto que me encontraba en su puerta.
-Tú no eres de Londres, ¿verdad?- le preguntó el director.
-No, yo soy de Japón. Hace poco que llegué a Londres, aún no estoy muy acostumbrado a este sitio.
-Sé que es difícil acostumbrarse a eso. Nuestros costumbres y forma de actuar son algo distintos- dijo el señor Dumbeldore-. Bien, pareces ser alguien con quien se puede confiar, si estás de acuerdo te quedarás aquí, en Hogwarts. ¿qué dices?.
-Eso es un gran honor señor- dijo respetuosamente el joven recién llegado- aunque no se en que les podría ayudar... No tengo parientes aquí.
-Si puedes, ¿Te gustan los animales? Si es así te quedarás con Hagrid para cuidarlos. Serás nuestro segundo guardabosque- le ofreció del profesor.
-Bueno, no es que me gusten mucho los animales pero puedo intentarlo. Acepto su oferta señor. Espero que pueda ser útil por aquí.
-Pues todo ya queda dicho- dijo sonriente el profesor Dumbeldore- a la hora de comer voy a presentarte al resto de alumnos, espero que te sientas como uno más de ellos. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?.
-Touya Kinomoto, señor.
-Bien entonces señor Kinomoto, haga el favor de seguir a la profesora Mc Gonagall- dijo Dumbeldore mientras señalaba a la profesora- ella le hará un recorrido por el colegio y vas a conocer a Hagrid, tu nuevo compañero.
Touya le dedicó una gran reverencia respetuosa ante las palabras que había oído de ese señor risueño que se encontraba delante de él. Seguidamente prosiguió a seguir a la profesora Mc Gonagall que ya se había puesto en marcha hacia la cabaña de Hagrid.
Mientras los dos se iban, la profesora Trelawney miró un poco alterada a Dumbeldore.
-Señor Dumbeldore... ¿Por qué le deja quedarse en Hogwarts?- le preguntó algo nerviosa- ¿Está seguro de que se puede confiar en él?.
-Profesora Trelawney- dijo tranquilamente Dumbeldore- no entiendo sus miedos. No se ve que sea un mal chico, además que a Hagrid le irá bien otro par de manos que le ayuden. Por cierto, ¿no le da la sensación de que se parece a alguien?. No sé, esa cara tan seria que tiene... supongo que es porque se encuentra solo por aquí.
-No lo sé profesor Dumbeldore- le contestó la profesora- voy a comentarlo con mi bola mágica, a ver si encuentro lo que nos deparará el futuro con ese hombre rondando por aquí.
-Estoy de acuerdo, si encuentra algo interesante no dude en hacérmelo saber.
Con estas palabras, el profesor regresó tranquilamente hacia su despacho otra vez. Por el camino intentaba buscar de donde podría conocer esa cara y esa expresión, pero no encontró nada.
-Puede que esté perdiendo facultades de verdad, los años no perdonan a nadie- dijo para sí mismo.
_-_-_-_-
En el exterior del castillo, la profesora Mc Gonagall y Touya Kinomoto estaban llegando a la cabaña de Hagrid, el gigante se encontraba fuera jugando con su perro junto a Harry, Ron y Hermione. Cuando vieron cómo llegaban a su lado, los cuatro miraron sin entender muy bien el motivo de la visita. La profesora Mc Gonagall estaba con su expresión seria de siempre, pero a su lado se encontraba un hombre al que no habían visto en su vida. Tenía una expresión de pocos amigos, estaba muy serio, no parecía que fuera una persona muy habladora.
-Buenos días- saludó la profesora Mc Gonagall- no esperaba encontraros aquí señores Potter, Weasley y señorita Granger. El señor Dumbeldore trae un mensaje específico para usted, Hagrid.
-¿Y de qué se trata?- preguntó Hagrid. No estaba demasiado acostumbrado a que el profesor Dumbeldore le encargase misiones muy importantes, y eso parecía algo diferente de lo de siempre- no se preocupe, ellos pueden quedarse si no es algo de suma importancia.
-Creo que no hay ningún inconveniente en que se enteren ahora- dijo pensativamente la profesora Mc Gonagall- después de todo el señor Dumbeldore va a presentarle delante de todo el colegio durante la comida. Te traigo un ayudante, Hagrid.
-¿Un ayudante?- preguntó Hagrid, después miró hacia Touya que los miraba tranquilamente- ése vas a ser tú, ¿verdad?.
-El señor Dumbeldore me ha dado permiso para quedarme en este castillo- empezó a hablar Touya- esta mañana he llegado a esta puerta y como me encontraba perdido, él me ha dado su confianza y me ha ofrecido el puesto de ser su ayudante.
-Si lo ha dicho el profesor Dumbeldore está bien- dijo Hagrid tendiéndole una mano a Touya-. Soy Hagrid, el guardabosques de Hogwarts y profesor de Crianza de Criaturas Mágicas.
-Encantado- dijo él mientras le estrechaba la mano- Touya Kinomoto.
-¿No eres de por aquí, verdad?- preguntó Hermione entrando en la conversación- tu nombre no es muy normal en Londres.
-Vengo de Japón- contestó secamente Touya.
Harry miró de cerca Toyua, parecía que le había visto en algún lugar pero no sabía exactamente donde. Por la manera inquisidora en que lo miraba Hermione, sabía que ella tenía la misma sensación. Desde esa misma mañana Harry había estado muy atento no había dormido bien y había experimentado de nuevo la sensación de que Voldemort lo estaba buscando. La cicatriz le había dolido de nuevo... eso no significaba nada bueno. Aún no había avisado a nadie, pero estaba decidido a hablar con sus amigos y el profesor Dumbeldore esa misma tarde.
-De acuerdo- le dijo Hermione un poco molesta por la manera brusca en que le contestaba el hombre- no hace falta que te pongas así, creo que no he dicho nada que pueda molestarte.
-No tengo ningún problema, yo soy así- le dijo gruñendo Touya-. Hagrid, ¿que tengo que hacer?, no me gusta estar parado perdiendo el tiempo.
-Mmmm- empezó a pensar Hagrid- ¿has llegado esta mañana y pretendes que ya te ponga a trabajar? Lo siento amigo, pero hasta mañana no empezarás, primero debes acostumbrarte a tu nuevo hogar. Ven, empezaré a mostrarte el bosque prohibido y todas las criaturas que viven en él.
Así los dos se despidieron de los chicos que se encontraban con ellos y se internaron en el bosque, al poco tiempo desaparecieron por él.
-Vaya, pensaba que nadie podía llegar a Hogwarts por su propio pie- dijo Ron pensativo- ¿Tu no habías dicho que estaba oculto a los ojos de los muggles?- le preguntó a Hermione.
-Sí, eso es cierto- contestó Hermione- no entiendo muy bien cómo ha podido llegar hasta aquí. Bueno, el señor Dumbeldore sabrá lo que hace. Puede que tenga algún tipo de poder mágico y no lo sepa aún...
-Eso ahora no nos debe preocupar mucho- dijo Harry- lo que sí tendría que hacerlo son los deberes que nos ha puesto el profesor Snape. ¡Eso sí da miedo!.
-Seguro que aún no habéis empezado nada, ¿me equivoco?- preguntó Hermione riéndose un poco de la cara que pusieron sus amigos-. Será mejor que te hagamos caso, Harry. Vamos hacia dentro, ya falta poco para la hora de comer.
Los tres se encaminaron hacia el castillo. De camino se encontraron con Ginny y Sheila que estaban sentadas debajo de un árbol. Se acercaron hacia ellas.
-Hola Ginny, Sheila- dijo Hermione seguida de Harry y Ron quienes las saludaron con la mano.
-Hola chicos- contestó sonriente Ginny- estábamos descansando y hablando sobre el trabajo que nos manda hacer el profesor Binns. La verdad es que es muy difícil, sobre magia oriental sabemos muy poco y ahora ya no tenemos a nadie a quien poder preguntar...
-Es verdad, ese par se marcharon hace una semana- dijo Harry-. Ya casi ni me acordaba de ellos. Nunca había visto a alguien que sólo durara una semana de clases. ¿Qué debe haber pasado?.
-Pues no lo sé- dijo Ginny- nadie ha dicho nada al respecto. Me sabe mal que se hayan tenido que ir así, aún no los había podido conocer bien...
-¡Ginny!, ¿estás loca o que?- gritó su hermano Ron-. No entiendo como te habría gustado ser amiga de alguien como esos tipos. Daban miedo de verdad.
-Por cierto- dijo Harry un poco indeciso- me ha pasado algo que aún no os he explicado.
-¿Y eso que es?- preguntó seriamente Hermione.
-Es Voldemort- contestó Harry- Esta noche me ha vuelto a doler la cicatriz y todos sabemos lo que esto significa.
El grupo le miraron un poco alarmados. Lo que estaba diciendo era de verdad algo muy importante. Siempre que Harry había tenido esta sensación era señal de que algo muy malo estaba a punto de ocurrir.
-¿Has dicho algo a Dumbeldore?- preguntó Hermione.
-No aún- le respondió Harry- pensaba ir a su despacho esta tarde. Si queréis podéis acompañarme.
-De acuerdo- contestaron todos.
-Bueno, nosotros íbamos a hacer la tarea de pociones- dijo Ron, de verdad estaba preocupado por hacerla al lado de Hermione porque no había entendido muy bien la clase de ese día- ¿vamos ya?. Cuando antes terminemos mejor.
-Sí Ron, vamos- dijo Harry-. Bueno chicas, os dejamos. Nos vemos más tarde.
Ginny y Sheila se despidieron de ellos y siguieron con su conversación.
_-_-_-_-
Entre las personas que se encontraban en la biblioteca en ese momento se encontraban Harry, Ron y Hermione. Cada uno tenía una expresión diferente. Harry y Ron se estaban rascando la cabeza y mirando con odio los apuntes que habían tomado en clase. ¡eso no había quién pudiera entenderlo!. De veras, pociones era un asco. Por su parte, Hermione estaba tranquilamente escribiendo su tarea. Después de un ratito ella levantó la pluma y sonrió.
-¡He terminado!- dijo muy alegre-. ¿Cómo vais vosotros, chicos?- preguntó inocentemente.
-Pues la verdad- dijo un poco avergonzado Harry- aún no he contestado la primera pregunta.
-Hermione... ¿nos ayudas un poquitín?- preguntó Ron mirándola como un cachorrito desvalido.
-Hay que ver... siempre igual- respondió un poco enfadada Hermione-. Vamos a ver que habéis contestado.
Hermione les miró sus pergaminos y se escandalizó al ver lo que estaba escrito en él. De verdad que no se enteraban de nada. Hacerles de profesor era un poco cansado, pero como eran sus amigos no tenía ningún problema en ayudarles. Después de un par de horas y haciendo un gran esfuerzo mental consiguieron terminar los deberes.
-Ya está todo terminado, ¡por fin!- dijo Ron mientras daba una palmada con las manos-. Vamos a comer ya, me muero de hambre.
-Eres un glotón- le reprochó Harry.
-Eso no es cierto- dijo Ron- lo que pasa es que ya es hora de comer. Y como sabes soy como un reloj cuando llega esta hora. Además, eso de trabajar en pociones me abre el apetito.
Hermione se los miraba riendo, ciertamente aún eran unos niños, no se podía pensar que hubieran crecido mucho desde que se conocieron. Bueno, la verdad era que sí que todos ellos habían cambiado, eso era normal, casi tenían dieciocho años. Los tres se encaminaron hacia el gran salón donde iban a comer. Cuando llegaron, se sentaron en el lugar que tenían asignado. Ya estaban todos esperando para comer.
El señor Dumbeldore entró en el salón acompañado por un extraño. Los alumnos se miraron entre ellos, de verdad que este año habían tenido ya muchas sorpresas, a pesar de lo poco que hacía que habían empezado el curso.
-Queridos alumnos, tenemos un nuevo compañero- dijo el señor Dumbeldore señalando a Touya para que se adelantara un poco- trabajará con Hagrid, será nuestro nuevo guardabosque. Él es Touya Kinomoto. Espero que le den una calurosa bienvenida.
Los alumnos se quedaron callados durante un rato, ¿otra persona nueva que iba a pasar el curso con ellos?. Ese año de verdad era muy extraño. De pronto se escuchó como alguien empezaba a aplaudir para dar la bienvenida al chico nuevo, ése era Draco Malfoy que estaba sonriendo de una manera extraña. Después, poco a poco todos los alumnos siguieron su ejemplo.
Touya se sentó tranquilamente a la silla que habían puesto expresamente para él al lado de Hagrid. Durante la mañana se habían conocido bien y empezaba a caerle bien, aunque consideraba que era un personaje un poco extraño. Después miró directamente hacia el primero que había aplaudido a su llegada, quién se la devolvió con otra mirada intensa. Nadie se dio cuenta de ese pequeño detalle.
No ocurrió nada que llamara la atención. Después de comer todo el grupo se unió y se dirigieron hacia el despacho del señor Dumbeldore. Al entrar en su despacho lo encontraron sentado en su sillón como siempre. Estaba observando un libro y parecía algo pensativo. Cuando ellos entraron les miró y sonrió, seguidamente les indicó que se sentaran.
-Y bien, estáis aquí para decirme algo- dijo directamente-. Harry, ¿es la cicatriz?- le preguntó.
-Sí señor Dumbeldore- dijo Harry un poco impactado al ver cómo ya se había dado cuenta de lo que quería-. Es que esta noche no he podido dormir muy bien, la cicatriz me ha dolido de nuevo.
-Entonces eso es algo que tenemos que tomarnos muy en serio- dijo el señor Dumbeldore-. ¿Has podido discernir en qué estado emocional se encontraba Voldemort?, eso puede darnos una pista sobre si las cosas le van bien o no.
-Pues no lo sé muy bien- dijo Harry muy bajito- pero parecía más contento que enfadado.
-Vamos a ver, eso tendremos que pensarlo con calma- dijo el señor Dumbeldore-. Os voy a explicar algo que considero como muy importante, ¿os interesa a todos o alguien prefiere irse?- dijo mirándolos a todos detenidamente.
La mirada del señor Dumbeldore era muy penetrante, pocas veces le habían visto denotando tal seriedad. Después de escuchar esas palabras, todos tenían más ganas de escuchar eso que les estaba a punto de decir su director. La única que no estaba segura sobre si debía quedarse o no era Sheila. Se notaba un poco nerviosa, no sabía por qué le parecía que ése no era su sitio. Ella ya sabía perfectamente lo que debía hacer. Al final se decidió y se levantó.
-Creo que me marcho, señor Dumbeldore- dijo mirando al director a los ojos, el señor Dumbeldore pudo ver que ella estaba decidida-. Ese asunto no tiene nada que ver conmigo.
-De acuerdo señorita Mankiw, si ése es su deseo puede marcharse- le contestó el señor Dumbeldore.
Sheila se despidió de todos y salió por la puerta. Ginny se la miró sin saber muy bien por qué se había ido. El profesor Dumbeldore no había dicho que lo que les iba a desvelar no lo pudieran oír todos, sino que les había dado la oportunidad de explicarles algo que seguramente les ayudaría a saber que estaba pasando.
-Debo entender que ustedes están interesados en lo que les voy a explicar- dijo el señor Dumbeldore lentamente-. Bien, es algo un poco complicado y largo, espero que tengan suficiente paciencia, además, ustedes son personas de total confianza así que no temo por contarles eso.
Los corazones de los cuatro que estaban sentados delante del director se enorgullecieron con las palabras que les había dedicado. Que el señor Dumbeldore accediera a contarles algo sí significaba mucho para ellos. Además, que durante toda su estancia en Hogwarts ya habían realizado diferentes hazañas para destruir los planes de Lord Voldemort.
-Creo que empezaré por explicarles algo más detenidamente sobre la Orden del Fénix, aunque sé que ya sabéis algo sobre ella, ¿es así?- les preguntó el director.
-Es la orden que preside usted para luchar contra Lord Voldemort- contestó Hermione-.
-Exacto Hermione, es eso mismo- contestó el señor Dumbeldore-. Pues bien, en esta orden estamos los magos que están convencidos de luchar contra Voldemort, desde que la fundamos vamos aumentando en número, los señores Weasley son unos de los que están con nosotros- dijo mirando a Ron y a Ginny, que no sabían nada sobre ese asunto-. Hace bastante tiempo que estamos investigando sobre el paradero de Lord Voldemort y sus aliados, ya que como bien sabes Harry parecía que se había esfumado por completo. Mediante nuestro contacto con el profesor Hiraguizawa pudimos saber que en Oriente estaban pasando unos sucesos muy extraños.
-¿Pero qué conexiones se encuentran?- dijo Ginny-. No lo sé, pero no conozco que existan relaciones con Oriente que puedan ayudarnos en eso.
-Ciertamente, ahora ya no quedan muchas relaciones después de lo que pasó en esa reunión, pero ya no hay tiempo para lamentarnos- dijo el profesor Dumbeldore-. Pero bueno, ahora os explico lo que quiero decir. El profesor Hiraguizawa digamos que es un pariente del clan Li de Hong Kong, él era nuestra conexión con Oriente.
-¿Y por qué vinieron los líderes del clan Li?- preguntó Hermione.
-Eso sí que no me sorprende nada de vosotros, siempre metiendo la nariz en los asuntos que no os conciernen- dijo sonriendo Dumbeldore- no esperaba menos. A ver, todo a su debido tiempo. Decía que nos enteramos que en Oriente estaban pasando unos sucesos extraños, se había empezado a encontrar cuerpos de hechiceros muertos sin ninguna señal que indicara nada sobre estas muertes repentinas. Fue así como el señor Hiraguizawa se dio cuenta de cuál era el hechizo que los había matado.
-El Avara Kedabra- dijo Harry-. Voldemort se encontraba allí.
-Exacto, era el Avara Kedabra y como todos sabemos, el único capaz de llevarlo a cabo de esa manera es Lord Voldemort- asintió el director de Hogwarts-. Cómo en Oriente no conocen ese hechizo, no supieron nada de lo que estaba pasando. De esta forma, los señores del clan Li pudieron atar los cabos sueltos.
-Eso significa que Voldemort se había ocultado en Oriente, ¿verdad?- dijo Ron-. Por eso no podíamos saber nada sobre su paradero.
-Siento mucho comentaros que eso no es tan fácil como parece- respondió el señor Dumbeldore-. Hay algo más detrás de todo esto. Tanto en Oriente como en Occidente teníamos un presentimiento no muy bueno, que además fue reforzado por un pergamino antiguo que encontré, donde se detallan hechos ocurridos hace mucho tiempo. Lo que quiero decir es que sentimos que el fin está cerca, según todos los indicios que tenemos en estos momentos, las fuerzas de la oscuridad de Oriente y Occidente se han unido para terminar con el mundo.
Los chicos se miraron un poco alarmados, intentando digerir bien la confesión que les había hecho su director. Eso era mucho peor de lo que habían pensado. Hasta ahora se había podido neutralizar sin mucha dificultad a Lord Voldemort, pero ahora nadie sabía lo que pasaría.
-Y sobre ese pergamino antiguo del que ha hablado- preguntó Hemrione- ¿Se ha encontrado conexiones que recuerden a la situación actual?.
-La verdad es que relata lo que pasó la última vez que las fuerzas de la oscuridad se unieran para acabar con el mundo- dijo el profesor Dumbeldore- . Eso sólo ha ocurrido una vez, y fue durante el tiempo en que aún existían los dioses. Muy poco se salvó aquella vez. Para que ahora no ocurriera lo mismo que antes y siguiendo el ejemplo de las fuerzas de la oscuridad, intentamos hacer una alianza con Oriente, por eso vinieron los señores del clan Li a Hogwarts, como supongo que ya sabéis, él es el jefe del Concilio de Hechiceros de Oriente.
-¿Y por qué se marcharon de esa manera, tan de repente?- preguntó Ron.
-Ellos ingresaron en la Orden del Fénix porque yo les ofrecí ese puesto, entonces, en la primera reunión los miembros de la Orden se negaron a confiar en ellos porque pertenecían a Slytherin. Eso para ellos fue una gran ofensa, decidieron que no querían pasar más tiempo aquí, donde no eran apreciados. Por eso se marcharon, y el profesor Hiraguizawa les siguió. Así, la alianza entre Oriente y Occidente se ha roto.
-¿Y ahora qué va a pasar?- Harry dijo la pregunta que estaba en la mente de todos.
-La Orden del Fénix seguimos con nuestra función, además, ahora tenemos la certeza de que Voldemort se ha puesto en marcha otra vez- dijo mirando a Harry-. Sólo podemos estar atentos y esperar preparados para cuando venga la batalla. ¿Estáis contentos con mi explicación?. Eso es un secreto, no podéis decir nada de eso al resto de alumnos, yo personalmente informaré a los que crea oportunos.
-Sí señor Dumbeldore, no diremos nada a nadie- dijo Ginny.
Después de unos minutos más hablando sobre temas sin mucha importancia, se despidieron y se marcharon. Ahora ya sabían todo lo que estaba ocurriendo, pero a la vez estaban más nerviosos sobre lo que habían descubierto. El futuro no parecía muy alentador.
_-_-_-_-
Sheila se encontraba recostada en el mismo árbol donde se encontraba por la mañana. Después de descartar la opción que les había dado Dumbeldore para explicar lo que estaba ocurriendo. Ella ya conocía todo lo que tenía que saber, no le hacía falta que le explicaran eso de nuevo. A veces pensaba que no podría ser capaz de seguir el papel que se le había marcado, era demasiado duro para ella.
Mientras estaba inmersa en sus pensamientos, un hombre se acercó a ella. Al notar su presencia abrió los ojos de repente para encontrarse ante la mirada del hombre que había llegado esa mañana a Hogwarts. Touya le miraba directamente, ella le devolvió la mirada.
-No hace falta que te ocultes, puedo ver todo sobre ti- le dijo Touya fríamente-.
-No se a que se refiere, me gustaría estar sola- le contestó Sheila malhumorada.
Touya se cruzó de brazos delante de la chica y la seguía mirando de la misma forma. Después apareció algo que se parecía a una sonrisa en sus labios. Sheila le seguía aguantando la mirada sin cambiar para nada su actitud defensiva.
-Sabes, no puedes ocultarme nada- seguía diciendo Touya-. Puedo ver a través de ti, tienes un dolor muy grande en tu alma que quieres olvidar, ¿verdad?. Soy capaz de ver a los fantasmas, y, en tu caso, puedo ver a la mujer que fuiste en el pasado. Sólo eres una reencarnación, lo que me pregunto es... ¿quién eres?.
Estas palabras desarmaron a Sheila, ésa era la primera vez que se habían dado cuenta de su auténtica realidad. Igualmente, no sabía si podía confiar en ese hombre ya que no le conocía bien.
-Tienes razón, soy una reencarnación- contestó ella- pero eso no significa que vaya a explicarte quién soy.
-Quizá pueda ayudarte- le seguía diciendo Touya-. Ésa no será la primera vez que algún espíritu me ha explicado lo que le abruma para poder descansar en paz de una vez. Aunque sé que tu caso es diferente, puede que al menos haga que tu existencia sea más placentera.
-Nadie puede ayudarme, mi existencia es un fraude- dijo Sheila mientras empezaba a entristecerse.
-No tiene por qué ser así, vamos puedes confiar en mí- dijo Touya mientras se sentaba a su lado.
Sheila le miró de nuevo, intentando ver si sus intenciones eran buenas. Nunca le había explicado nada de eso a Ginny, por eso no se sentía muy bien si de golpe le explicaba todo lo que le inquietaba a un extraño. Al final, decidió dejarse ir por sus sentimientos y decidió que se lo explicaría todo, él era diferente, se había dado cuenta de su verdadera esencia. Ya estaba cansada de sufrir en silenció.
Touya le escuchó en silencio. Después de que le hubiera explicado toda su historia se puso a pensar un rato. La miró con comprensión, de verdad esa chica había sufrido.
-Gracias por confiar en mí- le dijo Touya-. Ahora si quieres puedo decirte que haría yo en tu caso. Por lo que veo todos tus sufrimientos provienen de una persona concreta, y según lo que dices también ha reencarnado.
-Sí, eso es cierto- dijo Sheila mientras miraba a Touya atentamente para escuchar bien su consejo. No sabía por qué, pero había decidido que él verdaderamente podría ayudarle.
-Pues la cosa es simple, elimínalo- dijo Touya sin más preámbulos-. Sólo así podrás terminar con eso y tu alma podrá vivir en paz.
-¿Tu crees que eso es lo mejor?- preguntó ella un poco sorprendida por la respuesta del hombre que se encontraba a su lado.
-Personalmente lo creo así, aunque nunca se sabe- le contestó Touya-. Voy a pensar en tu caso para ver si encuentro algo diferente. Por cierto, ¿amigos?- dijo mientras le alcanzaba su mano, como había visto que se saludaban por allí.
Sheila dudó un poco, estuvo mirando un rato la mano que le había tendido, al final levantó la suya y unió sus manos -Amigos- dijo ella sonriéndole ligeramente. Por fin había encontrado a alguien que podía entenderle sin problemas.
=*=*=*=*=*=*=*=*=*=*
Notas de la autora. Hola otra vez!... hacía tiempo que no daba señales de vida pero ya he regresado con un nuevo capítulo. Siento mucho que no pueda actualizar más seguido, la verdad es que hago todo lo que puedo pero estoy cargada de trabajo, aunque suene como excusa, espero que me puedan comprender...
¿Qué pensáis de la entrada en escena de Touya?. Jejeje... pos ya sabéis que no estaba muerto y aquí tenéis la prueba!, ya veremos como se va a desarrollar su acción en la historia pero no adelantemos hechos, si lo queréis saber tendréis que seguir leyendo.
Últimamente hay muy poca gente que me escribe y esto me pone muy triste, ¿es que la historia va perdiendo interés? Espero que no, si alguien quisiera darme alguna sugerencia o decirme si hay algo que no le gusta le agradecería mucho que me lo dijera, así podría intentar de que esta historia fuera mejor. Lo siento mucho, pero es que como es la primera vez que me he atrevido a escribir alguna historia aún no lo tengo mucho a mano, hago todo lo que puedo!.
Ya lo he dicho todo, así que me espero que nos veamos en el próximo capítulo, voy a intentar que esté lo más rápido posible, pero no puedo prometer mucho. Hasta entonces.
Capítulo X
Ya había pasado bastante tiempo desde que los señores Li y el profesor Hiraguizawa se habían marchado de esa manera tan espectacular. Los alumnos aún no se habían recuperado de la marcha del profesor favorito de la mayoría. A quién no habían notado a faltar eran a Sakura y a Shaoran, en unas horas casi todos se habían olvidado de ellos.
El profesor Dumbeldore estaba entado tranquilamente en su despacho acariciando a Fawkes, su fénix. Estaba repasando mentalmente los hechos ocurridos desde el inicio de curso. La rutina había vuelto al colegio sin ninguna dificultad, todo ya estaba bajo control. Pero había algo extraño dentro de todo esto, tenía la sensación de que había algo oscuro que estaba creciendo muy cerca de Hogwarts.
De repente se escucharon unos pasos apresurados que se dirigían hacia su estancia. Después de poco tiempo llamaron a su puerta. Sabía exactamente que por la manera en que habían llamado se trataba de la profesora Mc Gonagall, y parecía que su asunto era importante.
-Señor Dumbeldore- dijo la profesora Mc Gonagall una vez que entró en el despacho y se situó delante del director-. Ha pasado algo muy extraño.
El profesor Dumbeldore sonrió al ver que su intuición aún funcionaba tan bien como siempre. Se fijó en el semblante algo alarmado de la profesora, ella raramente se ponía así, eso debía significar que ese asunto era realmente muy extraño.
-¿Qué ha pasado profesora Mc Gonagall?- le preguntó entonces.
-Ha aparecido un hombre esta mañana en la puerta de Hogwarts- explicó la profesora-. Aún no sabemos cómo ha llegado hasta aquí. Le hemos interrogado y no nos ha dicho nada. ¿Qué debemos hacer?.
-Bien, eso es de verdad muy extraño- dijo pensativo el señor Dumbeldore mientras se mesaba la barba, como siempre hacía cuando algo lo tenía un poco preocupado-. ¿Dónde está él?, voy a verle y después decidiré que hacemos.
-Está con la profesora Trelawney- le contestó ella.
El director del colegio se levantó tranquilamente de su silla y se dispuso a seguir a la profesora Mc Gonagall por los pasillos del colegio hasta llegar en el aula donde impartía clases la profesora de Futurología.
-¿Los alumnos saben algo sobre eso?- preguntó el profesor Dumbeldore mientras iban andando.
-No señor, hemos pensado que sería mejor que nadie se enterara de nada hasta que usted tome su decisión-.
-Habéis obrado con sabiduría, si señor- dijo el profesor Dumbeldore- en estos tiempos tenemos que andar con mucho cuidado.
Cuando entraron en el aula vieron a la profesora Trelawney sentada en su pupitre y a su lado se encontraba un hombre que aún parecía bastante joven, debería tener más o menos unos 26 años. Era muy alto, con el pelo castaño y la mirada algo perdida.
El señor Dumbeldore lo examinó cuidadosamente hasta que al final se decidió a hablar.
-Bueno días joven, soy el señor Dumbeldore, el director de este colegio- le dijo amigablemente mientras le ofrecía su mano a modo de saludo.
El chico se quedó un poco pasmado con esa manera de saludar, parecía que aquél hombre era una buena persona. Miró a los ojos del director y al final, después de pensarlo durante un tiempo le dio la mano devolviéndole el saludo.
-Buenos días señor Dumbeldore- respondió la áspera voz del joven.
-Ahora que ya nos hemos presentado- prosiguió el señor Dumbeldore mientras se sentaba en una silla a su lado- vamos a ver que hacemos contigo. Lo que más me sorprende es la manera en cómo has llegado hasta aquí... ¿Podrías explicar cómo lo has hecho?.
-Mire señor- le contestó - aún no estoy muy seguro. Me siento algo perdido, sólo se que estaba por las calles de Londres paseando y después de un rato caí en un sueño muy extraño, donde veía a un castillo parecido a este lleno de gente que hacía diversas cosas. Me pareció que era un colegio. Al despertarme he notado mucho frío, ha sido cuando he descubierto que me encontraba en su puerta.
-Tú no eres de Londres, ¿verdad?- le preguntó el director.
-No, yo soy de Japón. Hace poco que llegué a Londres, aún no estoy muy acostumbrado a este sitio.
-Sé que es difícil acostumbrarse a eso. Nuestros costumbres y forma de actuar son algo distintos- dijo el señor Dumbeldore-. Bien, pareces ser alguien con quien se puede confiar, si estás de acuerdo te quedarás aquí, en Hogwarts. ¿qué dices?.
-Eso es un gran honor señor- dijo respetuosamente el joven recién llegado- aunque no se en que les podría ayudar... No tengo parientes aquí.
-Si puedes, ¿Te gustan los animales? Si es así te quedarás con Hagrid para cuidarlos. Serás nuestro segundo guardabosque- le ofreció del profesor.
-Bueno, no es que me gusten mucho los animales pero puedo intentarlo. Acepto su oferta señor. Espero que pueda ser útil por aquí.
-Pues todo ya queda dicho- dijo sonriente el profesor Dumbeldore- a la hora de comer voy a presentarte al resto de alumnos, espero que te sientas como uno más de ellos. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?.
-Touya Kinomoto, señor.
-Bien entonces señor Kinomoto, haga el favor de seguir a la profesora Mc Gonagall- dijo Dumbeldore mientras señalaba a la profesora- ella le hará un recorrido por el colegio y vas a conocer a Hagrid, tu nuevo compañero.
Touya le dedicó una gran reverencia respetuosa ante las palabras que había oído de ese señor risueño que se encontraba delante de él. Seguidamente prosiguió a seguir a la profesora Mc Gonagall que ya se había puesto en marcha hacia la cabaña de Hagrid.
Mientras los dos se iban, la profesora Trelawney miró un poco alterada a Dumbeldore.
-Señor Dumbeldore... ¿Por qué le deja quedarse en Hogwarts?- le preguntó algo nerviosa- ¿Está seguro de que se puede confiar en él?.
-Profesora Trelawney- dijo tranquilamente Dumbeldore- no entiendo sus miedos. No se ve que sea un mal chico, además que a Hagrid le irá bien otro par de manos que le ayuden. Por cierto, ¿no le da la sensación de que se parece a alguien?. No sé, esa cara tan seria que tiene... supongo que es porque se encuentra solo por aquí.
-No lo sé profesor Dumbeldore- le contestó la profesora- voy a comentarlo con mi bola mágica, a ver si encuentro lo que nos deparará el futuro con ese hombre rondando por aquí.
-Estoy de acuerdo, si encuentra algo interesante no dude en hacérmelo saber.
Con estas palabras, el profesor regresó tranquilamente hacia su despacho otra vez. Por el camino intentaba buscar de donde podría conocer esa cara y esa expresión, pero no encontró nada.
-Puede que esté perdiendo facultades de verdad, los años no perdonan a nadie- dijo para sí mismo.
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En el exterior del castillo, la profesora Mc Gonagall y Touya Kinomoto estaban llegando a la cabaña de Hagrid, el gigante se encontraba fuera jugando con su perro junto a Harry, Ron y Hermione. Cuando vieron cómo llegaban a su lado, los cuatro miraron sin entender muy bien el motivo de la visita. La profesora Mc Gonagall estaba con su expresión seria de siempre, pero a su lado se encontraba un hombre al que no habían visto en su vida. Tenía una expresión de pocos amigos, estaba muy serio, no parecía que fuera una persona muy habladora.
-Buenos días- saludó la profesora Mc Gonagall- no esperaba encontraros aquí señores Potter, Weasley y señorita Granger. El señor Dumbeldore trae un mensaje específico para usted, Hagrid.
-¿Y de qué se trata?- preguntó Hagrid. No estaba demasiado acostumbrado a que el profesor Dumbeldore le encargase misiones muy importantes, y eso parecía algo diferente de lo de siempre- no se preocupe, ellos pueden quedarse si no es algo de suma importancia.
-Creo que no hay ningún inconveniente en que se enteren ahora- dijo pensativamente la profesora Mc Gonagall- después de todo el señor Dumbeldore va a presentarle delante de todo el colegio durante la comida. Te traigo un ayudante, Hagrid.
-¿Un ayudante?- preguntó Hagrid, después miró hacia Touya que los miraba tranquilamente- ése vas a ser tú, ¿verdad?.
-El señor Dumbeldore me ha dado permiso para quedarme en este castillo- empezó a hablar Touya- esta mañana he llegado a esta puerta y como me encontraba perdido, él me ha dado su confianza y me ha ofrecido el puesto de ser su ayudante.
-Si lo ha dicho el profesor Dumbeldore está bien- dijo Hagrid tendiéndole una mano a Touya-. Soy Hagrid, el guardabosques de Hogwarts y profesor de Crianza de Criaturas Mágicas.
-Encantado- dijo él mientras le estrechaba la mano- Touya Kinomoto.
-¿No eres de por aquí, verdad?- preguntó Hermione entrando en la conversación- tu nombre no es muy normal en Londres.
-Vengo de Japón- contestó secamente Touya.
Harry miró de cerca Toyua, parecía que le había visto en algún lugar pero no sabía exactamente donde. Por la manera inquisidora en que lo miraba Hermione, sabía que ella tenía la misma sensación. Desde esa misma mañana Harry había estado muy atento no había dormido bien y había experimentado de nuevo la sensación de que Voldemort lo estaba buscando. La cicatriz le había dolido de nuevo... eso no significaba nada bueno. Aún no había avisado a nadie, pero estaba decidido a hablar con sus amigos y el profesor Dumbeldore esa misma tarde.
-De acuerdo- le dijo Hermione un poco molesta por la manera brusca en que le contestaba el hombre- no hace falta que te pongas así, creo que no he dicho nada que pueda molestarte.
-No tengo ningún problema, yo soy así- le dijo gruñendo Touya-. Hagrid, ¿que tengo que hacer?, no me gusta estar parado perdiendo el tiempo.
-Mmmm- empezó a pensar Hagrid- ¿has llegado esta mañana y pretendes que ya te ponga a trabajar? Lo siento amigo, pero hasta mañana no empezarás, primero debes acostumbrarte a tu nuevo hogar. Ven, empezaré a mostrarte el bosque prohibido y todas las criaturas que viven en él.
Así los dos se despidieron de los chicos que se encontraban con ellos y se internaron en el bosque, al poco tiempo desaparecieron por él.
-Vaya, pensaba que nadie podía llegar a Hogwarts por su propio pie- dijo Ron pensativo- ¿Tu no habías dicho que estaba oculto a los ojos de los muggles?- le preguntó a Hermione.
-Sí, eso es cierto- contestó Hermione- no entiendo muy bien cómo ha podido llegar hasta aquí. Bueno, el señor Dumbeldore sabrá lo que hace. Puede que tenga algún tipo de poder mágico y no lo sepa aún...
-Eso ahora no nos debe preocupar mucho- dijo Harry- lo que sí tendría que hacerlo son los deberes que nos ha puesto el profesor Snape. ¡Eso sí da miedo!.
-Seguro que aún no habéis empezado nada, ¿me equivoco?- preguntó Hermione riéndose un poco de la cara que pusieron sus amigos-. Será mejor que te hagamos caso, Harry. Vamos hacia dentro, ya falta poco para la hora de comer.
Los tres se encaminaron hacia el castillo. De camino se encontraron con Ginny y Sheila que estaban sentadas debajo de un árbol. Se acercaron hacia ellas.
-Hola Ginny, Sheila- dijo Hermione seguida de Harry y Ron quienes las saludaron con la mano.
-Hola chicos- contestó sonriente Ginny- estábamos descansando y hablando sobre el trabajo que nos manda hacer el profesor Binns. La verdad es que es muy difícil, sobre magia oriental sabemos muy poco y ahora ya no tenemos a nadie a quien poder preguntar...
-Es verdad, ese par se marcharon hace una semana- dijo Harry-. Ya casi ni me acordaba de ellos. Nunca había visto a alguien que sólo durara una semana de clases. ¿Qué debe haber pasado?.
-Pues no lo sé- dijo Ginny- nadie ha dicho nada al respecto. Me sabe mal que se hayan tenido que ir así, aún no los había podido conocer bien...
-¡Ginny!, ¿estás loca o que?- gritó su hermano Ron-. No entiendo como te habría gustado ser amiga de alguien como esos tipos. Daban miedo de verdad.
-Por cierto- dijo Harry un poco indeciso- me ha pasado algo que aún no os he explicado.
-¿Y eso que es?- preguntó seriamente Hermione.
-Es Voldemort- contestó Harry- Esta noche me ha vuelto a doler la cicatriz y todos sabemos lo que esto significa.
El grupo le miraron un poco alarmados. Lo que estaba diciendo era de verdad algo muy importante. Siempre que Harry había tenido esta sensación era señal de que algo muy malo estaba a punto de ocurrir.
-¿Has dicho algo a Dumbeldore?- preguntó Hermione.
-No aún- le respondió Harry- pensaba ir a su despacho esta tarde. Si queréis podéis acompañarme.
-De acuerdo- contestaron todos.
-Bueno, nosotros íbamos a hacer la tarea de pociones- dijo Ron, de verdad estaba preocupado por hacerla al lado de Hermione porque no había entendido muy bien la clase de ese día- ¿vamos ya?. Cuando antes terminemos mejor.
-Sí Ron, vamos- dijo Harry-. Bueno chicas, os dejamos. Nos vemos más tarde.
Ginny y Sheila se despidieron de ellos y siguieron con su conversación.
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Entre las personas que se encontraban en la biblioteca en ese momento se encontraban Harry, Ron y Hermione. Cada uno tenía una expresión diferente. Harry y Ron se estaban rascando la cabeza y mirando con odio los apuntes que habían tomado en clase. ¡eso no había quién pudiera entenderlo!. De veras, pociones era un asco. Por su parte, Hermione estaba tranquilamente escribiendo su tarea. Después de un ratito ella levantó la pluma y sonrió.
-¡He terminado!- dijo muy alegre-. ¿Cómo vais vosotros, chicos?- preguntó inocentemente.
-Pues la verdad- dijo un poco avergonzado Harry- aún no he contestado la primera pregunta.
-Hermione... ¿nos ayudas un poquitín?- preguntó Ron mirándola como un cachorrito desvalido.
-Hay que ver... siempre igual- respondió un poco enfadada Hermione-. Vamos a ver que habéis contestado.
Hermione les miró sus pergaminos y se escandalizó al ver lo que estaba escrito en él. De verdad que no se enteraban de nada. Hacerles de profesor era un poco cansado, pero como eran sus amigos no tenía ningún problema en ayudarles. Después de un par de horas y haciendo un gran esfuerzo mental consiguieron terminar los deberes.
-Ya está todo terminado, ¡por fin!- dijo Ron mientras daba una palmada con las manos-. Vamos a comer ya, me muero de hambre.
-Eres un glotón- le reprochó Harry.
-Eso no es cierto- dijo Ron- lo que pasa es que ya es hora de comer. Y como sabes soy como un reloj cuando llega esta hora. Además, eso de trabajar en pociones me abre el apetito.
Hermione se los miraba riendo, ciertamente aún eran unos niños, no se podía pensar que hubieran crecido mucho desde que se conocieron. Bueno, la verdad era que sí que todos ellos habían cambiado, eso era normal, casi tenían dieciocho años. Los tres se encaminaron hacia el gran salón donde iban a comer. Cuando llegaron, se sentaron en el lugar que tenían asignado. Ya estaban todos esperando para comer.
El señor Dumbeldore entró en el salón acompañado por un extraño. Los alumnos se miraron entre ellos, de verdad que este año habían tenido ya muchas sorpresas, a pesar de lo poco que hacía que habían empezado el curso.
-Queridos alumnos, tenemos un nuevo compañero- dijo el señor Dumbeldore señalando a Touya para que se adelantara un poco- trabajará con Hagrid, será nuestro nuevo guardabosque. Él es Touya Kinomoto. Espero que le den una calurosa bienvenida.
Los alumnos se quedaron callados durante un rato, ¿otra persona nueva que iba a pasar el curso con ellos?. Ese año de verdad era muy extraño. De pronto se escuchó como alguien empezaba a aplaudir para dar la bienvenida al chico nuevo, ése era Draco Malfoy que estaba sonriendo de una manera extraña. Después, poco a poco todos los alumnos siguieron su ejemplo.
Touya se sentó tranquilamente a la silla que habían puesto expresamente para él al lado de Hagrid. Durante la mañana se habían conocido bien y empezaba a caerle bien, aunque consideraba que era un personaje un poco extraño. Después miró directamente hacia el primero que había aplaudido a su llegada, quién se la devolvió con otra mirada intensa. Nadie se dio cuenta de ese pequeño detalle.
No ocurrió nada que llamara la atención. Después de comer todo el grupo se unió y se dirigieron hacia el despacho del señor Dumbeldore. Al entrar en su despacho lo encontraron sentado en su sillón como siempre. Estaba observando un libro y parecía algo pensativo. Cuando ellos entraron les miró y sonrió, seguidamente les indicó que se sentaran.
-Y bien, estáis aquí para decirme algo- dijo directamente-. Harry, ¿es la cicatriz?- le preguntó.
-Sí señor Dumbeldore- dijo Harry un poco impactado al ver cómo ya se había dado cuenta de lo que quería-. Es que esta noche no he podido dormir muy bien, la cicatriz me ha dolido de nuevo.
-Entonces eso es algo que tenemos que tomarnos muy en serio- dijo el señor Dumbeldore-. ¿Has podido discernir en qué estado emocional se encontraba Voldemort?, eso puede darnos una pista sobre si las cosas le van bien o no.
-Pues no lo sé muy bien- dijo Harry muy bajito- pero parecía más contento que enfadado.
-Vamos a ver, eso tendremos que pensarlo con calma- dijo el señor Dumbeldore-. Os voy a explicar algo que considero como muy importante, ¿os interesa a todos o alguien prefiere irse?- dijo mirándolos a todos detenidamente.
La mirada del señor Dumbeldore era muy penetrante, pocas veces le habían visto denotando tal seriedad. Después de escuchar esas palabras, todos tenían más ganas de escuchar eso que les estaba a punto de decir su director. La única que no estaba segura sobre si debía quedarse o no era Sheila. Se notaba un poco nerviosa, no sabía por qué le parecía que ése no era su sitio. Ella ya sabía perfectamente lo que debía hacer. Al final se decidió y se levantó.
-Creo que me marcho, señor Dumbeldore- dijo mirando al director a los ojos, el señor Dumbeldore pudo ver que ella estaba decidida-. Ese asunto no tiene nada que ver conmigo.
-De acuerdo señorita Mankiw, si ése es su deseo puede marcharse- le contestó el señor Dumbeldore.
Sheila se despidió de todos y salió por la puerta. Ginny se la miró sin saber muy bien por qué se había ido. El profesor Dumbeldore no había dicho que lo que les iba a desvelar no lo pudieran oír todos, sino que les había dado la oportunidad de explicarles algo que seguramente les ayudaría a saber que estaba pasando.
-Debo entender que ustedes están interesados en lo que les voy a explicar- dijo el señor Dumbeldore lentamente-. Bien, es algo un poco complicado y largo, espero que tengan suficiente paciencia, además, ustedes son personas de total confianza así que no temo por contarles eso.
Los corazones de los cuatro que estaban sentados delante del director se enorgullecieron con las palabras que les había dedicado. Que el señor Dumbeldore accediera a contarles algo sí significaba mucho para ellos. Además, que durante toda su estancia en Hogwarts ya habían realizado diferentes hazañas para destruir los planes de Lord Voldemort.
-Creo que empezaré por explicarles algo más detenidamente sobre la Orden del Fénix, aunque sé que ya sabéis algo sobre ella, ¿es así?- les preguntó el director.
-Es la orden que preside usted para luchar contra Lord Voldemort- contestó Hermione-.
-Exacto Hermione, es eso mismo- contestó el señor Dumbeldore-. Pues bien, en esta orden estamos los magos que están convencidos de luchar contra Voldemort, desde que la fundamos vamos aumentando en número, los señores Weasley son unos de los que están con nosotros- dijo mirando a Ron y a Ginny, que no sabían nada sobre ese asunto-. Hace bastante tiempo que estamos investigando sobre el paradero de Lord Voldemort y sus aliados, ya que como bien sabes Harry parecía que se había esfumado por completo. Mediante nuestro contacto con el profesor Hiraguizawa pudimos saber que en Oriente estaban pasando unos sucesos muy extraños.
-¿Pero qué conexiones se encuentran?- dijo Ginny-. No lo sé, pero no conozco que existan relaciones con Oriente que puedan ayudarnos en eso.
-Ciertamente, ahora ya no quedan muchas relaciones después de lo que pasó en esa reunión, pero ya no hay tiempo para lamentarnos- dijo el profesor Dumbeldore-. Pero bueno, ahora os explico lo que quiero decir. El profesor Hiraguizawa digamos que es un pariente del clan Li de Hong Kong, él era nuestra conexión con Oriente.
-¿Y por qué vinieron los líderes del clan Li?- preguntó Hermione.
-Eso sí que no me sorprende nada de vosotros, siempre metiendo la nariz en los asuntos que no os conciernen- dijo sonriendo Dumbeldore- no esperaba menos. A ver, todo a su debido tiempo. Decía que nos enteramos que en Oriente estaban pasando unos sucesos extraños, se había empezado a encontrar cuerpos de hechiceros muertos sin ninguna señal que indicara nada sobre estas muertes repentinas. Fue así como el señor Hiraguizawa se dio cuenta de cuál era el hechizo que los había matado.
-El Avara Kedabra- dijo Harry-. Voldemort se encontraba allí.
-Exacto, era el Avara Kedabra y como todos sabemos, el único capaz de llevarlo a cabo de esa manera es Lord Voldemort- asintió el director de Hogwarts-. Cómo en Oriente no conocen ese hechizo, no supieron nada de lo que estaba pasando. De esta forma, los señores del clan Li pudieron atar los cabos sueltos.
-Eso significa que Voldemort se había ocultado en Oriente, ¿verdad?- dijo Ron-. Por eso no podíamos saber nada sobre su paradero.
-Siento mucho comentaros que eso no es tan fácil como parece- respondió el señor Dumbeldore-. Hay algo más detrás de todo esto. Tanto en Oriente como en Occidente teníamos un presentimiento no muy bueno, que además fue reforzado por un pergamino antiguo que encontré, donde se detallan hechos ocurridos hace mucho tiempo. Lo que quiero decir es que sentimos que el fin está cerca, según todos los indicios que tenemos en estos momentos, las fuerzas de la oscuridad de Oriente y Occidente se han unido para terminar con el mundo.
Los chicos se miraron un poco alarmados, intentando digerir bien la confesión que les había hecho su director. Eso era mucho peor de lo que habían pensado. Hasta ahora se había podido neutralizar sin mucha dificultad a Lord Voldemort, pero ahora nadie sabía lo que pasaría.
-Y sobre ese pergamino antiguo del que ha hablado- preguntó Hemrione- ¿Se ha encontrado conexiones que recuerden a la situación actual?.
-La verdad es que relata lo que pasó la última vez que las fuerzas de la oscuridad se unieran para acabar con el mundo- dijo el profesor Dumbeldore- . Eso sólo ha ocurrido una vez, y fue durante el tiempo en que aún existían los dioses. Muy poco se salvó aquella vez. Para que ahora no ocurriera lo mismo que antes y siguiendo el ejemplo de las fuerzas de la oscuridad, intentamos hacer una alianza con Oriente, por eso vinieron los señores del clan Li a Hogwarts, como supongo que ya sabéis, él es el jefe del Concilio de Hechiceros de Oriente.
-¿Y por qué se marcharon de esa manera, tan de repente?- preguntó Ron.
-Ellos ingresaron en la Orden del Fénix porque yo les ofrecí ese puesto, entonces, en la primera reunión los miembros de la Orden se negaron a confiar en ellos porque pertenecían a Slytherin. Eso para ellos fue una gran ofensa, decidieron que no querían pasar más tiempo aquí, donde no eran apreciados. Por eso se marcharon, y el profesor Hiraguizawa les siguió. Así, la alianza entre Oriente y Occidente se ha roto.
-¿Y ahora qué va a pasar?- Harry dijo la pregunta que estaba en la mente de todos.
-La Orden del Fénix seguimos con nuestra función, además, ahora tenemos la certeza de que Voldemort se ha puesto en marcha otra vez- dijo mirando a Harry-. Sólo podemos estar atentos y esperar preparados para cuando venga la batalla. ¿Estáis contentos con mi explicación?. Eso es un secreto, no podéis decir nada de eso al resto de alumnos, yo personalmente informaré a los que crea oportunos.
-Sí señor Dumbeldore, no diremos nada a nadie- dijo Ginny.
Después de unos minutos más hablando sobre temas sin mucha importancia, se despidieron y se marcharon. Ahora ya sabían todo lo que estaba ocurriendo, pero a la vez estaban más nerviosos sobre lo que habían descubierto. El futuro no parecía muy alentador.
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Sheila se encontraba recostada en el mismo árbol donde se encontraba por la mañana. Después de descartar la opción que les había dado Dumbeldore para explicar lo que estaba ocurriendo. Ella ya conocía todo lo que tenía que saber, no le hacía falta que le explicaran eso de nuevo. A veces pensaba que no podría ser capaz de seguir el papel que se le había marcado, era demasiado duro para ella.
Mientras estaba inmersa en sus pensamientos, un hombre se acercó a ella. Al notar su presencia abrió los ojos de repente para encontrarse ante la mirada del hombre que había llegado esa mañana a Hogwarts. Touya le miraba directamente, ella le devolvió la mirada.
-No hace falta que te ocultes, puedo ver todo sobre ti- le dijo Touya fríamente-.
-No se a que se refiere, me gustaría estar sola- le contestó Sheila malhumorada.
Touya se cruzó de brazos delante de la chica y la seguía mirando de la misma forma. Después apareció algo que se parecía a una sonrisa en sus labios. Sheila le seguía aguantando la mirada sin cambiar para nada su actitud defensiva.
-Sabes, no puedes ocultarme nada- seguía diciendo Touya-. Puedo ver a través de ti, tienes un dolor muy grande en tu alma que quieres olvidar, ¿verdad?. Soy capaz de ver a los fantasmas, y, en tu caso, puedo ver a la mujer que fuiste en el pasado. Sólo eres una reencarnación, lo que me pregunto es... ¿quién eres?.
Estas palabras desarmaron a Sheila, ésa era la primera vez que se habían dado cuenta de su auténtica realidad. Igualmente, no sabía si podía confiar en ese hombre ya que no le conocía bien.
-Tienes razón, soy una reencarnación- contestó ella- pero eso no significa que vaya a explicarte quién soy.
-Quizá pueda ayudarte- le seguía diciendo Touya-. Ésa no será la primera vez que algún espíritu me ha explicado lo que le abruma para poder descansar en paz de una vez. Aunque sé que tu caso es diferente, puede que al menos haga que tu existencia sea más placentera.
-Nadie puede ayudarme, mi existencia es un fraude- dijo Sheila mientras empezaba a entristecerse.
-No tiene por qué ser así, vamos puedes confiar en mí- dijo Touya mientras se sentaba a su lado.
Sheila le miró de nuevo, intentando ver si sus intenciones eran buenas. Nunca le había explicado nada de eso a Ginny, por eso no se sentía muy bien si de golpe le explicaba todo lo que le inquietaba a un extraño. Al final, decidió dejarse ir por sus sentimientos y decidió que se lo explicaría todo, él era diferente, se había dado cuenta de su verdadera esencia. Ya estaba cansada de sufrir en silenció.
Touya le escuchó en silencio. Después de que le hubiera explicado toda su historia se puso a pensar un rato. La miró con comprensión, de verdad esa chica había sufrido.
-Gracias por confiar en mí- le dijo Touya-. Ahora si quieres puedo decirte que haría yo en tu caso. Por lo que veo todos tus sufrimientos provienen de una persona concreta, y según lo que dices también ha reencarnado.
-Sí, eso es cierto- dijo Sheila mientras miraba a Touya atentamente para escuchar bien su consejo. No sabía por qué, pero había decidido que él verdaderamente podría ayudarle.
-Pues la cosa es simple, elimínalo- dijo Touya sin más preámbulos-. Sólo así podrás terminar con eso y tu alma podrá vivir en paz.
-¿Tu crees que eso es lo mejor?- preguntó ella un poco sorprendida por la respuesta del hombre que se encontraba a su lado.
-Personalmente lo creo así, aunque nunca se sabe- le contestó Touya-. Voy a pensar en tu caso para ver si encuentro algo diferente. Por cierto, ¿amigos?- dijo mientras le alcanzaba su mano, como había visto que se saludaban por allí.
Sheila dudó un poco, estuvo mirando un rato la mano que le había tendido, al final levantó la suya y unió sus manos -Amigos- dijo ella sonriéndole ligeramente. Por fin había encontrado a alguien que podía entenderle sin problemas.
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Notas de la autora. Hola otra vez!... hacía tiempo que no daba señales de vida pero ya he regresado con un nuevo capítulo. Siento mucho que no pueda actualizar más seguido, la verdad es que hago todo lo que puedo pero estoy cargada de trabajo, aunque suene como excusa, espero que me puedan comprender...
¿Qué pensáis de la entrada en escena de Touya?. Jejeje... pos ya sabéis que no estaba muerto y aquí tenéis la prueba!, ya veremos como se va a desarrollar su acción en la historia pero no adelantemos hechos, si lo queréis saber tendréis que seguir leyendo.
Últimamente hay muy poca gente que me escribe y esto me pone muy triste, ¿es que la historia va perdiendo interés? Espero que no, si alguien quisiera darme alguna sugerencia o decirme si hay algo que no le gusta le agradecería mucho que me lo dijera, así podría intentar de que esta historia fuera mejor. Lo siento mucho, pero es que como es la primera vez que me he atrevido a escribir alguna historia aún no lo tengo mucho a mano, hago todo lo que puedo!.
Ya lo he dicho todo, así que me espero que nos veamos en el próximo capítulo, voy a intentar que esté lo más rápido posible, pero no puedo prometer mucho. Hasta entonces.
