HOLA A TODOSSSSSSSSS
BUENO:
PODEIS HECHARME TODA CLASEDE BRONCAS
PODEIS DEDICARME TODA CLASE DE INSULTOS
PODEIS TIRARME TODA CLASE DO OBJETOS CONTUNDENTES
PODEIS DEJAR DE LEER MI FIC
PODEIS PASAR DE DEJARME REVIEW
EN DEFINITIVA QUE PODEIS ANDARME A LA MIERDA
PORQUE ME LO MEREZCO, E TENIDOA ABANDONADO EL FANFICTION DEMASIADO
TIEMPO Y POR ESO QUIERO COMPENSAR A TODOS AQUELLOS QUE
PACIENTEMENTE HAN ESPERADO.
LOS PROXIMOS SEIS CAPITULOS NO LLEVARAN ENCABEZAMIENTO NI DEDICATORIA
PERO SABER Y TENER LA CERTEZA QUE SON PARA TODOS QUELLOS QUE
AUN ME SOIS FIELES Y SI CABA DESTACAR A ALGUIEN ES ESPECIAL PA ADRI
ADRI: ERES LA CHAVALITA MAS ALUCINANTE QUE E CONOCIDO NUNCA Y TE
QUIERO COMO SI FUERAS MI HERMANA, SE QUE SIEMPRE VAS A ESTAR AHI
PARA LAS RISAS Y PARA LAS PENAS.... Y BUENO CHICA NADA MAS RECORDARTE
QUE EN PARIS.... FIESTA LOCA.
CAPITULO 18: QUIERO MORIR EN TU VENENO.
Los dos se sentaron en un cómodo sofá de color azul marino. Miraron
el llameante fuego, la madera ardía con furia, las llamas lamían los
troncos, de vez en cuando alguna chispa saltaba e iba a parar al
espejado suelo.
La contemplo y sintió su calor, se le reflejaba en la cara iluminaba
la estancia. Le dolía la cabeza, tal vez había bebido demasiado. Ya
no tenia frío. Se encontraba muy a gusto.
Una extraña fuerza la impulsó a girar la cabeza y allí, de improviso
se encontró con su mirada, clavada en su cuerpo, un vacío gris en el
que corría el peligro inminente de caer.
Abrió su boca, quería decir algo, pero no se le ocurrió nada. Así que
simplemente le devolvió la mirada.
Se le acerco un poco mas y le puso la mano en la mejilla, estaba
tibia, la acaricio despacio, como reconociendo su piel, que era suave
y blanca
¿Por qué no podía controlar su mano?
¿Se estaba volviendo loca? aquello nunca podría ser.
Lo suyo no podía funcionar, ¿o si?
Le daba igual, ella iba a intentarlo.
Se le acerco tímidamente a la boca, rozo sus labios sedosos,
encendidos como un pálido amanecer de otoño. Finalmente sus labios
colisionaron totalmente, un choque placentero he electrizante que la
hizo casi, estremecerse, tembló de cabeza a pies, volvió a sentir la
pasión que una vez se había negado sentir.
Pero esta vez se dejaría llevar.
Sintió la mano del chico deslizándose frenéticamente por su cintura,
la estrecho contra si y la tomo por debajo de las rodillas, después
la cogió en brazos y la sentó en su regazo, sobre sus piernas.
Ella casi involuntariamente se aferró a su cuello y acaricio su
cabello rubio, al mismo tiempo que el le desabrochaba la capa y la
tiraba al suelo. Acaricio entonces su escote, y la carne se le puso
de gallino solo de sentir la mano del chico.
Con incondicional amor este, beso su cuello, cada vez mas
pasionalmente, ella acariciaba sus brazos, fuertes y musculosos,
al mismo tiempo que le dejaba hacer.
Un beso aun mas fuerte, dos bocas, dos lenguas, un manojo de
sentimientos contenidos que ahora salían furiosos del interior de
los corazones de los muchachos, un amor oculto que en un momento
interminable, infinito, fue demostrado, la rabia de saber que había
estado ahí, que había sido ignorado, estallaba ahora, como si fuera
por vez primera en los cuerpos de los dos individuos, un torrente de
caricias, de manos que se perdían entre la piel, de besos secretos
en inhóspitos lugares, un millar de latidos que ahora, mas que nunca
resonaban estrepitosamente en las entrañas de sus poseedores, un
ritmo latente de vida que marcaba el camino al amor.
El mutuo sentimiento contenido que se demostraba, dibujándose con
suspicaces líneas, que les hacían sentir mas que vivos, mas que
muertos, eran eternos, por siempre, infinitos.
Por temer, nunca confesado, no necesitaron palabras llegada la hora
de la verdad, con sus gestos era suficiente, un lenguaje corporal
que solo ellos sabían y podían entender.
Caricias recónditas, uno inundado en la boca del otro, dos lenguas
que corrían a cada cual mas rápido el mismo camino, respiraciones
agitadas a causa de la emoción, manos inquietas que no dejaban de
resbalarse, que querían sentir piel con piel, un roce diabólico, que
en el fondo era como subir al paraíso, un beso, unos labios calientes
que se acariciaban con mutuo deseo, el placer de saber que lo que
hacían estaba mal y aun así seguir haciéndolo, dos mundos separados,
un abismo entre ellos, que ahora había sucumbido al cariño, a la
tentación, a un amor secreto.
Un amor nunca antes degustado, que ahora saboreaban, sin mas un
deseo, que el tiempo se paréese, las horas no corriesen en aquella
noche fría de niebla, que el momento vivido fuera recordado por
siempre, fresco, como la rosa recién cortada que mas tarde se
marchita, aquel beso, no podía ser olvidado, pues era mas que eso,
era electricidad, pura adrenalina, mas que amor, mas que dos cuerpos,
mas que la energía del momento, mas que dos bocas, mas que ellos, mas
que nada, mas que un beso.
Casi religiosamente los dos se fueron separando en un ritual, casi
divino, adorado tesoro que después de ser contemplado ha de ser
guardado con llave, eso había sido, un regalo, un paréntesis en sus
cotidianas vidas, en sus rutinas prohibitivas que jamás les
permitirían estar juntos, solo un beso.
Una mirada basto, sola una, para decirlo todo, los ojos castaños de
la chica suplicándole que no dejara nada, aquello, había sido
simplemente magia, nada mas podría haber causado aquel frenético
choque, aquel brusco cambio de conducta, aquel deseo ferviente de
unos labios, aquel afán por besar una boca febril, la boca de alguien
vedado, la mas prohibida de las acciones, la había hecho entrar en el
paraíso, del que Dios, solo por una manzana había expulsado a Eva, un
paraíso terrenal que aun permanecía en ella, igual que el sabor
agridulce de aquel chico rubio, había sucumbido a la mas grande de
las tentaciones.
Si, la lujuria había sido su pecado, pero como él mismo había dicho
una vez "todo lo placentero es pecado" y cuanta razón tenia, el
éxtasis vivido en apenas unos minutos, había sido el placer mas grande
que había experimentado en toda su vida, nunca antes, había probado
el sabor de algo tan malvado y etéreo a la vez.
Un sentimiento de culpa y un sentimiento de orgullo crecían en ella,
había vencido su propia barrera, pero esto iba a causarle problemas,
un vació intenso en el estomago, el olor aun fresco de su colonia en
su propia piel, una mano todavía apoyada sobre su pecho, sentada
sobre sus rodillas, mirando sus ojos claros y perversos.
Solos en aquella gran sala de forma circular, unas llamas infernales
que iluminaban parcialmente la estancia y luego un vació bruno,
finalmente fue vencida, por aquel sueño placentero, aquel sopor dulce y
embriagador, aquel descuido, aquel haberse estado inmóviles sin decir
nada durante tanto tiempo, solo abrazados el uno al cuerpo del otro.
Se habían dormido.
***
El sonido de las campanadas del reloj le había sobresaltado, abrió
los ojos perezosamente, todo estaba oscuro, solo algunos rescoldos de
la fogata nocturna quedaban ahora en la chimenea y el frió de las
invernales mañanas se había apoderado de su cuerpo.
Encima suya y abrazada a su cuello se hallaba ella en el mas profundo
de los sueños, la ensortijada melena le caía por los hombros de forma
muy descuidada, aun en la penumbra podía distinguirse el grana de sus
labios, con los párpados cerrados y la cara relajada como la modelo de
un pintor, apoyada contra su hombro. La mas hermosas de las visiones.
¿Acaso se hallaba perdió en un sueño?
¿Había sido verdad lo acaecido la noche anterior?
¿Fue aquello un beso verdadero?
Solo los temores de un corazón confundido, podían formularse estas
preguntas. Recordarlo, lo recordaba, como si aun lo estuviera
viviendo. Había pasado pues.
Era solo que le resultaba tan difícil de creer, ni siquiera una
palabra, solo su voluntad. Se había entregado a ella con sumisión y
entereza, no había preguntado nada.
No le hacía falta preguntar.
La despertó con suavidad, acariciando su helada mejilla con
delicadeza. La beso en el cuello, ella abrió los ojos, parpadeo un
par de veces perezosa y sonrió.
- Buenos días- dijo el en voz baja.
- Hola- contesto aun con la voz ronca.
- Debemos irnos de aquí, tenemos que volver al castillo. ¿Vale?
- No quedémonos- contradijo ella caprichosa
- Hermione...
- Quiero morir en tu veneno- le susurro en el oído.
Un susurro tenue, que ella había querido ocultar al propio silencio,
algo que solo él, única y exclusivamente él pudo oír. Algo que le hizo
estremecerse de pies a cabeza, tembló en un vertiginoso escalofrió, y
sintió como los músculos se le entumecían, por el miedo, miedo de
ella, miedo de quererla, miedo, miedo al futuro, a lo que pudiera
pasar.
De nuevo sintió calor en su cuerpo, no calor exterior, si no calor
interno, un calor que su propio cuerpo había generado, los latidos
de su corazón lo había propiciado, el frenético correr de un corazón
mas endurecido de lo normal.
Y una respiración, profunda, confusa, temblorosa, su pecho subía y
bajaba descontrolado, ¿estaba acaso poniéndose nervioso?
Perdía el control de si mismo poco a poco, no podía dominarse con
coherencia, sentía la necesidad de probar de nuevo el néctar de su
boca, de jugar de nuevo con su lengua, de saborear sus labios
carnosos.
Sentía necesidad de ella.
BUENO:
PODEIS HECHARME TODA CLASEDE BRONCAS
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PODEIS TIRARME TODA CLASE DO OBJETOS CONTUNDENTES
PODEIS DEJAR DE LEER MI FIC
PODEIS PASAR DE DEJARME REVIEW
EN DEFINITIVA QUE PODEIS ANDARME A LA MIERDA
PORQUE ME LO MEREZCO, E TENIDOA ABANDONADO EL FANFICTION DEMASIADO
TIEMPO Y POR ESO QUIERO COMPENSAR A TODOS AQUELLOS QUE
PACIENTEMENTE HAN ESPERADO.
LOS PROXIMOS SEIS CAPITULOS NO LLEVARAN ENCABEZAMIENTO NI DEDICATORIA
PERO SABER Y TENER LA CERTEZA QUE SON PARA TODOS QUELLOS QUE
AUN ME SOIS FIELES Y SI CABA DESTACAR A ALGUIEN ES ESPECIAL PA ADRI
ADRI: ERES LA CHAVALITA MAS ALUCINANTE QUE E CONOCIDO NUNCA Y TE
QUIERO COMO SI FUERAS MI HERMANA, SE QUE SIEMPRE VAS A ESTAR AHI
PARA LAS RISAS Y PARA LAS PENAS.... Y BUENO CHICA NADA MAS RECORDARTE
QUE EN PARIS.... FIESTA LOCA.
CAPITULO 18: QUIERO MORIR EN TU VENENO.
Los dos se sentaron en un cómodo sofá de color azul marino. Miraron
el llameante fuego, la madera ardía con furia, las llamas lamían los
troncos, de vez en cuando alguna chispa saltaba e iba a parar al
espejado suelo.
La contemplo y sintió su calor, se le reflejaba en la cara iluminaba
la estancia. Le dolía la cabeza, tal vez había bebido demasiado. Ya
no tenia frío. Se encontraba muy a gusto.
Una extraña fuerza la impulsó a girar la cabeza y allí, de improviso
se encontró con su mirada, clavada en su cuerpo, un vacío gris en el
que corría el peligro inminente de caer.
Abrió su boca, quería decir algo, pero no se le ocurrió nada. Así que
simplemente le devolvió la mirada.
Se le acerco un poco mas y le puso la mano en la mejilla, estaba
tibia, la acaricio despacio, como reconociendo su piel, que era suave
y blanca
¿Por qué no podía controlar su mano?
¿Se estaba volviendo loca? aquello nunca podría ser.
Lo suyo no podía funcionar, ¿o si?
Le daba igual, ella iba a intentarlo.
Se le acerco tímidamente a la boca, rozo sus labios sedosos,
encendidos como un pálido amanecer de otoño. Finalmente sus labios
colisionaron totalmente, un choque placentero he electrizante que la
hizo casi, estremecerse, tembló de cabeza a pies, volvió a sentir la
pasión que una vez se había negado sentir.
Pero esta vez se dejaría llevar.
Sintió la mano del chico deslizándose frenéticamente por su cintura,
la estrecho contra si y la tomo por debajo de las rodillas, después
la cogió en brazos y la sentó en su regazo, sobre sus piernas.
Ella casi involuntariamente se aferró a su cuello y acaricio su
cabello rubio, al mismo tiempo que el le desabrochaba la capa y la
tiraba al suelo. Acaricio entonces su escote, y la carne se le puso
de gallino solo de sentir la mano del chico.
Con incondicional amor este, beso su cuello, cada vez mas
pasionalmente, ella acariciaba sus brazos, fuertes y musculosos,
al mismo tiempo que le dejaba hacer.
Un beso aun mas fuerte, dos bocas, dos lenguas, un manojo de
sentimientos contenidos que ahora salían furiosos del interior de
los corazones de los muchachos, un amor oculto que en un momento
interminable, infinito, fue demostrado, la rabia de saber que había
estado ahí, que había sido ignorado, estallaba ahora, como si fuera
por vez primera en los cuerpos de los dos individuos, un torrente de
caricias, de manos que se perdían entre la piel, de besos secretos
en inhóspitos lugares, un millar de latidos que ahora, mas que nunca
resonaban estrepitosamente en las entrañas de sus poseedores, un
ritmo latente de vida que marcaba el camino al amor.
El mutuo sentimiento contenido que se demostraba, dibujándose con
suspicaces líneas, que les hacían sentir mas que vivos, mas que
muertos, eran eternos, por siempre, infinitos.
Por temer, nunca confesado, no necesitaron palabras llegada la hora
de la verdad, con sus gestos era suficiente, un lenguaje corporal
que solo ellos sabían y podían entender.
Caricias recónditas, uno inundado en la boca del otro, dos lenguas
que corrían a cada cual mas rápido el mismo camino, respiraciones
agitadas a causa de la emoción, manos inquietas que no dejaban de
resbalarse, que querían sentir piel con piel, un roce diabólico, que
en el fondo era como subir al paraíso, un beso, unos labios calientes
que se acariciaban con mutuo deseo, el placer de saber que lo que
hacían estaba mal y aun así seguir haciéndolo, dos mundos separados,
un abismo entre ellos, que ahora había sucumbido al cariño, a la
tentación, a un amor secreto.
Un amor nunca antes degustado, que ahora saboreaban, sin mas un
deseo, que el tiempo se paréese, las horas no corriesen en aquella
noche fría de niebla, que el momento vivido fuera recordado por
siempre, fresco, como la rosa recién cortada que mas tarde se
marchita, aquel beso, no podía ser olvidado, pues era mas que eso,
era electricidad, pura adrenalina, mas que amor, mas que dos cuerpos,
mas que la energía del momento, mas que dos bocas, mas que ellos, mas
que nada, mas que un beso.
Casi religiosamente los dos se fueron separando en un ritual, casi
divino, adorado tesoro que después de ser contemplado ha de ser
guardado con llave, eso había sido, un regalo, un paréntesis en sus
cotidianas vidas, en sus rutinas prohibitivas que jamás les
permitirían estar juntos, solo un beso.
Una mirada basto, sola una, para decirlo todo, los ojos castaños de
la chica suplicándole que no dejara nada, aquello, había sido
simplemente magia, nada mas podría haber causado aquel frenético
choque, aquel brusco cambio de conducta, aquel deseo ferviente de
unos labios, aquel afán por besar una boca febril, la boca de alguien
vedado, la mas prohibida de las acciones, la había hecho entrar en el
paraíso, del que Dios, solo por una manzana había expulsado a Eva, un
paraíso terrenal que aun permanecía en ella, igual que el sabor
agridulce de aquel chico rubio, había sucumbido a la mas grande de
las tentaciones.
Si, la lujuria había sido su pecado, pero como él mismo había dicho
una vez "todo lo placentero es pecado" y cuanta razón tenia, el
éxtasis vivido en apenas unos minutos, había sido el placer mas grande
que había experimentado en toda su vida, nunca antes, había probado
el sabor de algo tan malvado y etéreo a la vez.
Un sentimiento de culpa y un sentimiento de orgullo crecían en ella,
había vencido su propia barrera, pero esto iba a causarle problemas,
un vació intenso en el estomago, el olor aun fresco de su colonia en
su propia piel, una mano todavía apoyada sobre su pecho, sentada
sobre sus rodillas, mirando sus ojos claros y perversos.
Solos en aquella gran sala de forma circular, unas llamas infernales
que iluminaban parcialmente la estancia y luego un vació bruno,
finalmente fue vencida, por aquel sueño placentero, aquel sopor dulce y
embriagador, aquel descuido, aquel haberse estado inmóviles sin decir
nada durante tanto tiempo, solo abrazados el uno al cuerpo del otro.
Se habían dormido.
***
El sonido de las campanadas del reloj le había sobresaltado, abrió
los ojos perezosamente, todo estaba oscuro, solo algunos rescoldos de
la fogata nocturna quedaban ahora en la chimenea y el frió de las
invernales mañanas se había apoderado de su cuerpo.
Encima suya y abrazada a su cuello se hallaba ella en el mas profundo
de los sueños, la ensortijada melena le caía por los hombros de forma
muy descuidada, aun en la penumbra podía distinguirse el grana de sus
labios, con los párpados cerrados y la cara relajada como la modelo de
un pintor, apoyada contra su hombro. La mas hermosas de las visiones.
¿Acaso se hallaba perdió en un sueño?
¿Había sido verdad lo acaecido la noche anterior?
¿Fue aquello un beso verdadero?
Solo los temores de un corazón confundido, podían formularse estas
preguntas. Recordarlo, lo recordaba, como si aun lo estuviera
viviendo. Había pasado pues.
Era solo que le resultaba tan difícil de creer, ni siquiera una
palabra, solo su voluntad. Se había entregado a ella con sumisión y
entereza, no había preguntado nada.
No le hacía falta preguntar.
La despertó con suavidad, acariciando su helada mejilla con
delicadeza. La beso en el cuello, ella abrió los ojos, parpadeo un
par de veces perezosa y sonrió.
- Buenos días- dijo el en voz baja.
- Hola- contesto aun con la voz ronca.
- Debemos irnos de aquí, tenemos que volver al castillo. ¿Vale?
- No quedémonos- contradijo ella caprichosa
- Hermione...
- Quiero morir en tu veneno- le susurro en el oído.
Un susurro tenue, que ella había querido ocultar al propio silencio,
algo que solo él, única y exclusivamente él pudo oír. Algo que le hizo
estremecerse de pies a cabeza, tembló en un vertiginoso escalofrió, y
sintió como los músculos se le entumecían, por el miedo, miedo de
ella, miedo de quererla, miedo, miedo al futuro, a lo que pudiera
pasar.
De nuevo sintió calor en su cuerpo, no calor exterior, si no calor
interno, un calor que su propio cuerpo había generado, los latidos
de su corazón lo había propiciado, el frenético correr de un corazón
mas endurecido de lo normal.
Y una respiración, profunda, confusa, temblorosa, su pecho subía y
bajaba descontrolado, ¿estaba acaso poniéndose nervioso?
Perdía el control de si mismo poco a poco, no podía dominarse con
coherencia, sentía la necesidad de probar de nuevo el néctar de su
boca, de jugar de nuevo con su lengua, de saborear sus labios
carnosos.
Sentía necesidad de ella.
