CAPITULO 21:¿QUÉ ES PARA TI LA FELICIDAD?

Estrepitoso y estridente el despertador sonó en la habitación de la

prefecta de Gryffindor. Perezosa alargo una mano y sintiendo el frío

matinal en ella logro con éxito apagar el ruidoso aparato.

Se levanto, parpadeo un par de veces y camino hacia la ventana,

descorrió la cortina escarlata y vio con gran ilusión un paisaje

rotundamente blanco, había nevado y sin duda la nieve había superado

su cota del año anterior, se veían desde su cuarto cachos de hielo

que flotaban por la superficie del lago como fantasmas albinos , la

hierba era un manto luminoso y deslumbrante, los árboles se habían

convertido en desnudas figuras arropadas por una gélida capa de

nevisca, todo parecía ahora mas navideño, a pesar de que aun quedaban

semanas para el día de navidad...

Hay... que vueltas da la vida... mas que una noria, antes ella tenia

un novio cariñoso, un amigo atento, tardes y tardes de compañía

infinita, amor incondicional de todos los de su casa, y antes era

simplemente una alumna...y todo esto, a cambio de un único

enemigo... él, el niño de su tormento y a la vez el que le daba

pasión y vida en cada beso.

¿Debía sacrificar ese aliento prohibido por una vida perfecta, por

un futuro luminoso, por un comportamiento intachable, por la

presencia y el porte de una prefecta, por un noviazgo y una amistada

que había durado por años?

Todo le decía que si, que volver a lo anterior era la solución al

problema, la forma mas adecuada de despejar aquella incógnita que

anegaba sus sentimientos... pero ¿podría? ¿podría soportar el estar

sin su presencia ahora que había bebido el envenenado elixir de su

boca? ¿se atrevería a contradecir a su loco corazón, a ese atronador

músculo que estaba en el interior de su pecho, el que se podria en

cada latido, el que se ahogaba de amor?

Tenia que hacerlo... hasta que el habito y la costumbre aprendieran

a aceptarlo, hasta doblegarse a si misma, hasta romper aquella

cadena mortal que le ataba a él. Salir de aquella prisión mental

sin duda era tarea difícil... pero ella era testaruda e inteligente,

era paciente también y constante.

Sin duda lo conseguiría.

Fue sin dudarlo hacia su escritorio y mojo la pluma en el tintero

y con su exquisita caligrafía rubrico unas escasas líneas:

Querido Draco:

Reúnete conmigo en la sala de trofeos a las siete, es urgente,

tengo que decirte algo, por favor, necesito verte.



Un saludo: Hermione.

Se acerco a su lechuza y le ato a la pata la nota. Le susurro el

nombre del destinatario y le abrió la ventana para que saliera, la

lechuza le dio un picotazo cariñoso y emprendió el vuelo.

***

La luz del día se cernía sobre los terrenos de colegio mientras un

chico, solitario y místico miraba con nostalgia hacia el horizonte,

blanco, gélido, nevado. Los picos de las montañas cubiertos de la

helada nieve le miraban con burla.

Mientras él no podía dejar de pensar en aquel beso, ese que le había

robado, un beso del que no era dueño... algo intangible... mas allá

de un beso, solo sangre, la sangre que corría por sus venas y que

ahora ardía, de pasión, de rabia, de lujuria, de ira, de amor.

¿Se estaba volviendo loco? No, hacía mucho que lo estaba, loco, loco

de amor... solo por ella, solo por ella vivía, moría, sentía,

lloraba, reía, solo ella la dulce dama de sus sueños ¿sueños? Hacía

siglos que no dormía, y todo por ella, de nuevo ella, n le dejaba,

siempre en su pensamiento, grabada a fuego en su mente, escrita en

sangre sobre su piel, teñida su imagen sobre su mirada... su mirada

fría y distante.

Un ruido le devolvió a la realidad, un repiqueó en el cristal, lo

miro con avidez, y adivino que una lechuza color roble le miraba

desde fuera y con su amarillento pico rascaba en el cristal.

Se acercó y abrió la ventana, el animal extendió la pata y él, con

languidez, desato el mensaje que llevaba en su pata. Acaricio la

cabeza de la lechuza. Instantes después esta salía volando de nuevo,

la vio alejarse...

Cerro la ventana y se dirigió hacía un sofá se dejo caer con pesadez

y abrió el pedazo de pergamino, lo leyó rápidamente y la piel se le

puso de gallina al ver la firma y la caligrafía de Hermione.

¿Ella quería hablar con él? ¿Eso era bueno o malo? Sin una sola

razón, para pensar... con solo un beso en la cabeza, se abandono,

y dejo que su pesada alma decidiera, que su cuerpo, fastidiosamente

humano cumpliera con sus necesidades vitales. Así sus párpados

cayeran con ligereza y una oscura sombra de alivio se apodero de su

atormentando pensamiento... durmió.

No sabia muy bien cuanto tiempo había pasado, solo sabía que nadie

de su casa, por respeto seguramente, le había despertado. Había

faltado a todas las clases de la mañana, eso seguro... y parecía

que era la hora de comer porque tampoco había nadie... ni un solo

Slyhterin. Pero el se encontraba tan mal... tan mal por dentro que

prefería la compañía de su sombra, de la soledad de la amargura

antes que la de ninguno de sus compañeros.

Tampoco tenia ganas de comer... últimamente comía poco, muy poco,

cada vez se encontraba mas débil, débil y enfermizo, y solo esta

sensación se le pasaba cuando la tenía cerca, cuando tacaba su piel

todo mal desaparecía y era como estar en el paraíso, se sentía

flotar, nuevo, realizado reconstituido, ella era el alivio de su

mal, estar enamorado era su mal.

Por fin se animó a mirar el reloj de pulsera que su padre le había

regalado hacía ya un año... su padre, que se podría en la cárcel,

que exhalaba su ultimo suspiro en cada respiración... que moría con

lentitud en la cárcel demoníaca de Azkaban. Pero ese era su lugar,

el que le correspondía, el infierno, la muerte era ahora su destino,

de todas formas ¿qué es la vida si no nacer para morir?

Las seis y cuarto de la tarde... valla si había dormido... no había

tenido pesadillas... había dormido tan profundo que no recordaba lo

soñado, pero sin duda debía de haber sido algo bueno, pues ahora se

encontraba mucho mejor, mas despejado.

Se encamino a su habitación y decidió darse una ducha. Se metió en

el cuarto de baño y se quitó toda la ropa, la dejo caer en el suelo

despreocupadamente y solo quiso meterse bajo el agua, tan cálida, tan

tórrida, reparadora... si tenía que verla quería aparentar estar

bien, estar guapo, irresistible como había sido antes de enfermar

de amor...

Alargo la mano y cogió el jabón, se frotó el cuerpo, dejando que la

espuma de este resbalara por toda su piel, que le purificara, que le

limpiara de penas y pesadumbres.

De improviso oyó un ruido, la puerta, se abría con su habitual

rechinar. Tuvo el descuido de dejar la toalla justo en frente de

la bañera, y ahora no podía usarla para cubrirse, pero aun así quiso

saber quien tenia la osadía de aventurarse en el baño mientras éste

estaba en uso.

Pronto lo descubrió, una muchacha se presentó ante él... le miro con

serenidad y le sonrió dejando ver sus perfectos dientes, se quitó el

jersey con rapidez y su melena onduló, después comenzó a desabrocharse

la camisa y la tiro de igual forma al suela y le siguieron a esta los

zapatos y la falda que desabrocho ágilmente.

Y allí estaba aquella chica, a la que tan bien conocía, quitándose

la ropa interior frete a su atónita mirada, no sabia por que pero no

podía apartar la vista de ella... era preciosa igualmente. Se había

quedado mudo, y además de piedra, no podía mover ni un solo músculo

de su cuerpo, estaba como engarrotado, atado a una visión que no era

capaz de comprender.

Pero la sensación desapareció, mejor dicho, cambio por otra cuando

ella se metió en la bañera junto a el y le acaricio el pecho, los

hombros, los brazos, el abdomen, la espalda, el cuello... y después

le besó con dulzura, el correspondió y la abrazo fuerte estrechándola

mas contra su cuerpo y los dos se quedaron bajo el caliente chorro

de agua. Dejando que esta los mojara con delicadeza.

No podía resistirse, no podía, era inevitable para él, era

extremamente difícil resistirse y sucumbió.

Escucho como en un susurro de excitación ella le decía con voz

ahogada, desbordada de placer:

- Hazme el amor... por favor....

Y entre caricias y besos el correspondió con afirmativa respuesta a

la petición de la joven... dejo que sus sentidos se guiaran solos,

amordazo muchas cosas que en su conciencia le gritaban, tantas cosas

que era difícil ignorarlas.

Pero así lo hizo y agarrando a la chica por la cintura con ternura

infinita ejecutó con ferviente pasión la orden que ella misma le

había dado. Y un gemido de puro placer desgarro el fingido silencio,

interrumpió el canto del agua de la ducha y a este, le siguió otro

tras otro.

Mientras una carrera de pasiones se disputaba entre ambos cuerpos,

mientras una boca besaba a la otra, mientras uno bebía del otro y se

comían mutuamente. Y mientras una manada de placeres cubría los

cuerpos de los jóvenes mientras el agua seguía recorriéndolos,

mientras ella se abrazaba a el y mientras el la apoyaba el la pared

cubierta d baldosenes blancos, mientras le hacia el amor a aquélla

chica, mientras sus cuerpos se acompañaban en singular movimiento,

mientras sus anatomías se volvían cóncava y convexa, mientras se

deleitaban en la desnudez, mientras discutían en secreto placer uno

en el interior del cuerpo del otro.

Mientras los dos participaban en la intensa pasión, pasión de

perfidia, de celos, de rabia, de despecho, de desilusión, de dolor,

mientras el acto de pasión se consumaba, mientras apuraban los

instantes de frenesí... mientras tanto el lloraba, las lagrimas se

le estaba resbalando de los ojos precipitadamente, porque después de

mucho tiempo de ser un hipócrita comprendía que lo único que hacia,

lo único que había hecho y lo único que estaba haciendo en este

momento había sido engañarse a si mismo, mentirse con absurdas

sensaciones, sabía que no la amaba, ¿por qué entonces ponía en ella

su fruto de ternura? ¿por que? ¿POR QUE?

- ¿POR QUE? ¿POR QUE? - grito mientras lloraba... mientras lloraba y

gemía amargamente, mientras dejaba de abrazarla y la ponía de nuevo

de pie en la bañera.

- ¿Que te ocurre?- pregunto la chica que estaba ya al borde del

orgasmo. Extrañada, estupefacta y confusa pregunto en un intento

desesperado-¿Es por mi?

- No... no eres tu, tu solo bienes a buscar lo que quieres, y yo no

debía haberte dado nada, nada, debía haberte sacado de este cuarto de

baño en cuanto cruzaste el umbral de la puerta... tu venias a buscar

mi amor y yo solo te he dado sexo.

- ¿Sexo? No esto a sido amor- corrigió ella guiándose solo por sus

sentimientos y no los del chico.

- No, no lo ha sido, yo no pensaba en ti cuando lo hacia... yo pensaba

en... y ahora lloro por ello. Márchate- ordeno.

- NO- dijo con rotundidad y voz firme.

- QUE TE LARGUES- grito descontrolado- le he sido infiel y eso me ha

destrozado el alma... tu podrás ser guapa, pero a ella la amo, LA AMO

Y NADA CAMBIARA ESO- vovió a gritar, recupero un poco la compostura y

añadió mirándola a los ojos directamente- Estas perdiendo el tiempo

conmigo, te ruego que te vallas, lo siento pero no te quiero. Y solo

la amo a ella.

Las lagrimas comenzaron a asomar por sus ojos y unas perlitas saladas

recorrieron sus mejillas, impasible siguió de pie... mirándole, y las

lagrimas se le escapaban, no sabia si era por la ira o por el dolor

pero el caso es que lloraba.

Al fin tras unos segundos de incertidumbre ella reacciono y cogió

su ropa se la puso muy de prisa y salió del cuarto de baño con

aspecto desaliñado. De nuevo la había herido y no sentía mejor...

¿por qué era tan carbón? Ahora el se sentía peor que antes.

Se metió de nuevo bajo la ducha y se froto mucho mas fuerte el cuerpo

con jabón, ya que pudo comprobar que el perfume de aquella muchacha

se le había quedado en la piel.

Ahora comprendía que ella era tan desgraciada como él: Pobre Pansy

Parkinson... condena al amor, el peor castigo de este mundo.

Salió de la ducha y se puso la ropa, se cubrió con la capa, y

acompañada de su pulcritud se veía aun mas terrible que antes,

¿acaso seguía aparentando? No. Solo era un uniforme, no merecía la

pena, consulto su reloj y después de haberse peina y vestido, de un

triste color negro, salió de la sala común de Slyhrerin con rumbo a

la sala de trofeos para asistir a su cita con la chica a la que

realmente quería.

Aunque después de lo acontecido en el baño comprendía que un cacho

de su corazón se había desprendido de su pecho y se había perdido

para siempre en el lugar donde habita el olvido y que una parte de

su alma había muerto también ligada a esta porción de corazón.

***

Estaba sentada en un sillón de color canela, esperando mirando el

fuego llameante, no le había visto en el comedor, ni durante el

desayuno, ni durante la cena, tampoco le había visto e ninguna

clase, ni se había cruzado con el en el pasillo... ¿dónde estaba?

Seguramente seria una casualidad... pensaba para tranquilizarse que

tal vez se hubiera encontrado indispuesto, pero daba igual, ella iba

a decirle, si es que acudía, todo lo que tenia que decirle, la piedad

no era una de sus virtudes.

Miro de nuevo el reloj cinco largos y tormentosos minutos faltaban

aun, nada mas y nada menos que cinco. Respiro hondo, y se rasco la

frente, repaso mentalmente todo lo que habría de decirle, sabia que

en cuanto el entrara por la puerta se le olvidaría todo, pero no

había querido hacerse un esquema mental ni nada parecido se lo diría

como le saliera en aquel momento, no le iba a dar mas vueltas, tenia

muy claro lo que le tenia que decir, ahora la cuestión era decirlo.

La puerta se abrió y con un miedo monstruoso dirigió su mirada con

fugacidad hacia ella. Vio como un chico rubio de ojos grises, vestido

de un negro inmaculado la cruzaba, estaba muy guapo, con su habitual

disfraz de superioridad y arrogancia. El corazón le dio un vuelco

nada mas verlo.

Él le sonrió levemente con la mas irresistible mirada... "Dios mío,

no puedo hacerlo, no puedo decírselo" pensó su parte vulnerable

"concéntrate, mantente neutral y todo saldrá bien" le contesto su

parte coherente.

- Siéntate por favor- dijo devolviéndole la mirada pero sin sonreír.

- ¿Para que querías verme?- pregunto mientras caminaba hacia su lado,

se sentó en el mismo sillón que ella a pesar de que en la sala había

varios.

- Tengo que decirte algo... pero no quiero precipitarme- añadió con

calma ella.

- Muy bien, habla- contesto él con su habitual postura impasible

"pura fachada" pensó ella.

- Draco, ¿qué es para ti la felicidad?- pregunto seriamente.

- La felicidad...- le desconcertaba esa pregunta...- ¿quieres que

te conteste con sinceridad?- pregunto al mismo tiempo que ella

asentía con la cabeza- Para mi la felicidad... eres tu.

El respingo de Hermione no se hizo de esperar, ¿qué demonios estaba

pasando? Miro directamente a sus ojos y vio como en la transparencia

de su alma este le estaba siendo sincero.

- Podrías concretar un poco mas, creo que no te he entendido o

tal vez no te halla oído bien... podrías...

- Hermione, la felicidad es no estar solo, es ser querido, es

rodearte de los que te apoyan, es darte una buena vida, es elegir por

ti mismo, es ser libre de especulaciones, es que no te afecte el

odio, es que la venganza no te posea, es encontrar el amor, el

verdadero y yo se que ese eres tu. Créeme, nunca antes he sentido

lo que siento por ti, te quiero- contesto.

Pasmada ante la sinceridad del chico no supo que responder, sintió

que un cúmulo de frasees que de esa misma boca habían salido le

pasaban ahora por la cabeza, y asimilando todo lo que él había

dicho, no pudo responderle nada mas que dos palabras:

- Estas loco.

- Estoy loco por ti, loco cuando estas a mi lado, loco cuando no

estas, enjaulado en mi propio pesar cuando no estas cerca, muriendo

de la lastima que me doy a mi mismo, enfermo de ti, de tu amor, por

besarte he corrompido mi cuerpo y ahora ya no soy dueño de mi, soy

tu esclavo el mas fiel vasallo y te seguiré hasta que la muerte me

arranque de tu seno.

- Deliras...

- Deliro cuando te veo, tan hermosa, tan inalcanzable, tan celestial

y a la vez tan terrenal, la diosa de la luz, la única fuente de vida

que me alimenta, ¿qué dirías si supieras que me muero día a día y que

aunque me quiero morir no puedo porque tu siempre estas ahí para

darme tu aliento, que dirías?

- Diría que estas loco.

- Loco no, enamorado.

No podía... después de lo que había oído no podía, era imposible,

lo que estaba oyendo, sintió la necesidad imperiosa de pellizcarse

y lo hizo fuerte y aun se asusto mas cuando percibió que no era un

sueño que el dolor era tan real como ella mismo, como la desesperación

y la incertidumbre que ahora sufría.

Pero tenia que decírselo, mataría toda esperanza y le quitaría toda

ilusión y aunque aquello le costara darse un disgusto y después ver

como él tomaba un trago del amargo licor de la realidad decidió

hacerle caso al que nunca le había fallado su cerebro...

Así pues de la forma mas escueta, simple, rápida directa decidió

decírselo.

- Draco, esto no puede continuar, siento tener que hacerte esto, pero

mi buen juicio y criterio me impiden seguir con esta aventura

descabellada si es que quiero alcanzar mi futuro perfecto.

- ¿Arriesgarías la felicidad por tu futuro perfecto?- pregunto este en

un susurro.

- ¿Qué te hace pensar que ese futuro perfecto no es la felicidad?

¿qué te hace pensar que la felicidad eres tu? ¿por qué eres tan

egocéntrico?- pregunto esta intentando ser lo mas convincente posible.

- Lo se, se que si no estas a mi lado nunca serás feliz, igual que si

yo no camino junto a ti en este valle de tristezas tampoco seré

feliz. Se que me moriré lentamente, tal vez no en cuerpo pero si

en alma... se que si no estoy junto a ti, nunca cambiare y seré

siempre un Malfoy, Draco Malfoy.

- Pues para mi la felicidad no es un amor loco que no duraría ni

la mas mínima crisis, para mi la estabilidad la constancia, los

estudios, la coherencia y muchas otras cosas de ese estilo son la

felicidad.

- ¿Estas segura de lo que dices? ¿segura de querer sacrificar tu

corazón por tu futuro?- pregunto con recelo, dándole otra oportunidad.

- Nunca he estado tan segura

- ¿Realmente lo estas?- dijo mirando los ojos de Hermione esta vez

con una intensidad de mayor atracción.

- Si, no se hable mas, ya sabes lo que hay, nada podrá cambiarlo- dicho

esto se levanto y se marcho. Apresuro el paso por el pasillo, de

nuevo quería alejarse de él.

¿Había hecho bien en tomar esta decisión?

¿Estaba realmente segura?

"Ha intentado embrujarte con palabras y con zalamerías, no le

escuches, sabes que es lo mejor para ti, solo has tomado esta

decisión porque es lo que realmente te hace falta para tener el

futuro que tienes"

No podía dejar de auto convencerse de que lo había hecho bien...

ahora era presa de la duda, un enemigo del que no se puede huir,

porque vive en tu interior.