Capítulo III "Doble Huida"

El miércoles por la noche Hermione llega al Londres muggle, la diferencia de ver las ciudades abarrotadas de muggles y sus construcciones en vez de las pintorescas ciudades mágicas a las que ella estaba acostumbrada no hacía que su funesto estado se desvaneciera, lo único que tenía en la mente era la imagen de Ron tendido sobre el piso inconsciente y con un hilo de sangre corriéndole por la frente. Sola con sus maletas en medio de la calle no podías encontrar a la Hermione Granger de antes, sólo a una mujer abatida por el desconcierto, sola, sin ningún apoyo moral que la levantara (n/a nisiquiera sus 7 exitosos años de estudios la hace sentirse mejor… hay va toda una vida, pobre Hermy, en fin continuemos con la historia), sin duda la chica alegre y meticulosa de antes se había ido con el pelirrojo que tantos bellos recuerdos le había regalado.

- Veamos. –dijo sacando un pequeño pergamino del bolsillo de su abrigo color canela.- Downing Street 52.. mmm eso no debe quedar muy lejos, si pregunto a un par de personas llego pronto.- Susurró Hermione.

La castaña se dirigió a una manzana muy concurrida para poder preguntar la dirección de la casa. Se acercó a un transeúnte muggle de cabeza poco bendecida con cabellos y traje muy elegante.

-Señor, no sé si pudiera decirme donde queda Downing Street?

- Downing Street… eh?? , puede tomar el metro y bajar en la estación 23 que es la que la dejará más cerca, pero si es aún muy novata caminando por estas calles, le aconsejaría que tomara un taxi y la llevará al lugar exacto.

-Gracias, muy amable señor. -Dijo Hermione, despidiéndose.

- Señorita le pasa algo, la noto muy acongojada… en estas calles lo último que podemos estar es tristes, olvide sus penas y siga su camino jovencita.

Hermione se dio cuenta al instante que aún con muggles no podía seguir ocultando lo que en el fondo guardaba, acaso aún en el otro mundo todos le iban a seguir recordando la muerte de Ron.

- Taxi, por favor. -dijo Hermione. – lléveme a Downing Street 52.

Durante el camino Hermione miraba con detenimiento el paisaje, a menudo algunas cosas hacían que recordara su niñez con sus padres, siempre había sido hija de muggles, y aunque sus conocimientos eran bastantes y definidos no conocía mucho de los muggles como de los magos a los que ahora ella permanecía, sin embargo siempre estaba al tanto de todo ello, pero después de Hogwarts y haberse casado con Ron ella olvidaba ir a menudo a ese otro mundo, incluso sus padres pasaban la mayor parte del tiempo con ella en el Valle de Godric donde vivían ella y Ron.

-Me imagino las cosas que Ron hubiera dicho si viera esto. –dijo hermione esbozando una diminuta sonrisa, que después se convirtió en una imagen plana y sin expresión alguna. – Oh por favor, acaso estoy condenada a sufrir por Ron para la eternidad, sé que aún lo amo y no podré olvidar su muerte, pero no sé si mi vida podrá contra tanto dolor.

Al fin Hermione había llegado a la casona en la que se alojaría, notó que era inmensa y la manzana en general tenía un aspecto muy colorido, por algunos nombres pudo notar que habían muchas casas con familias de origen italiano habitando la calle, la suya en particular tenían anchos y espaciados balcones de madera, con unas cortinas a cuadros muy largos, hasta pudo observar una gallina balancearse sobre el alfeizar de la ventana.

Tocó la puerta que se encontraba frente a ella y no tardó en salir una muchacha de cabello muy rubio y ensortijado, con una sonrisa muy risueña que complementaba con sus pequeños y alegres ojos negros.

-Hola, es usted Hermione Granger?. –dijo la muchacha con una sonrisa en el rostro.

-Sí soy yo, el señor Marbulus Finnigan me ha enviado aquí por un alquiler de vivienda. –dijo hermione cuidando de no delatar el origen de la personas que mencionaba.

-A sí, del Londres mágico no? Él nos llamó ayer para comunicarnos que te recibiéramos bien y atendiéramos a todo lo que necesitabas.

-Eh…bueno, yo, sólo… ¿es usted bruja?

-Señorita Granger porque no pasa y se pone cómoda para poder responderle.

Hermione pasó a la casa, pero le resultó increíble que por dentro encontrase un espacio más grande, la sala era enorme y se podía notar que detrás había un gran comedor y no imaginarse lo que había arriba. Se sentó en uno de los sofás rojos de aquella habitación.

-No soy bruja, soy una squib.-dijo algo avergonzada. –Marbulus Finnigan es mi tío, y esta casa es de su propiedad, aquí vivimos yo y mis hermanas, en la planta más alta una familia de muggles que tienen una hija estudiando magia y una bruja en la penúltima planta.

-Ya veo, y cómo se llama?

-Deborah Winslet, encantada Hermione. –dijo volviendo a recobrar su gran sonrisa.

-Igualmente, puedo saber ¿dónde me quedaré?, el señor Finnigan me ha dicho que me diran donde puedo acomodarme.

-Sí claro porfavor sígame.

Deborah llevó a Hermione a través de una de las dos escaleras que se encontraba en el vestíbulo, eran de madera antigua sin embargo no crujían al rose con las pisadas sin duda obra de la varita de un mago.

Cuando llegaron al segundo piso Deborah abrió una puerta en la que había una habitación realmente grande a comparación con la que había tenido en Hogwarts, un mini sala muy cálida con cojines y tapetes de lana, una cobija en el sofá, una pequeña biblioteca empotrada en la pared, un mechero que emitía una luz muy brillante, una mesa con dos sillas cerca de una ventana por la que se podía ver las luces intermitentes de la ciudad y dos puertas que Hermione imaginó que conducían al baño y su dormitorio.

-Aquí dormirás, tienes suerte esta es la estancia más cómoda y auque no es tan grande como las otras, está muy bien equipada y no queda muy lejos de donde duermo, así podrás preguntarme lo que quieras.

-Gracias, me parece perfecta… es ideal para mí, no la necesito muy grande pues soy una persona sola y no te preocupes no armo jaleo e intentaré no molestarte.

-No Hermione, no me molestarás después de lo que te ha pasado…..-al parecer Deborah había hablado demás.

-OH, así que ya sabes porque una bruja como yo está aquí, descuida tenías que enterarte, esto ha sido demasiado difícil para mí y lo único que deseo es tranqui…lidad… -dijo Hermione desvaneciéndose sobre el sofá.

-Hermione¡¡¡, ¿te pasa algo?. -dijo Deborah muy asustada ante repentina reacción.

-No, no es nada es sólo que con todo esto no he estado alimentándome y más las preocupaciones y la angustia que tengo, pues… creo que esto se volverá muy frecuente.

-eso sí que no Hermione (n/a ya se tuteaban, tienen casi la misma edad), mírate te veo muy débil, no quiero ni imaginar lo que esto puede afectar a tu salud, permíteme cuidarte y atenderte y si necesitas algo sólo llámame, no seré buena como bruja pero como enfermera sé hacer un buen trabajo.

Deborah conversó por un par de horas con Hermione, sobre todo lo que le había pasado a nuestra castaña, sobre la rara y dolorosa muerte de Ron, incluso hablaron de Hogwarts y para animarla Deborah se atrevió a contarle algunas de sus anécdotas como bruja sin remedio, lo cual hizo que ambas chicas, tanto la rubia como la castaña empezaran a hacerse amigas, pasada la conversación Deborah se despidió de hermione para dejarla descansar.

-Adiós, Hermione me retiro cuídate, hasta mañana.

-Deborah, antes de que te vayas quisiera preguntarte algo.

-Sí dime.

-Sabes de una escuela por acá cerca, planeo meterme de maestra en una escuela para niños, tengo conocimientos de materias muggles y con algunos libros podría ponerme al corriente.

-Una escuela…mmm, que mejor que la escuela "Luthien" es la primaria que queda a unas calles de aquí, no es una escuela muy grande, por eso siempre necesitan la ayuda de nuevas maestras y personas que las ayuden, puedes ir a preguntar mañana.

-Me parece excelente, no creas que he venido al mundo muggle para andar de ociosa, necesito ocupar mi mente en algo útil, para que los tristes recuerdos no carcoman mi mente.

-eso es muy bueno Hermione, bueno ahora si te dejo descansar, adiós…que duermas bien.

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Mientras tanto, esa mañana Lucius Malfoy entró precipitadamente a la habitación de Draco, que ya había despertado y estaba con una bata observando por su gigante ventana hacia el jardín.

- Felicidades Draco, me complace saber que has ayudado a aniquilar al pelirrojo.

- ¿De qué hablas?, que hice ¿qué?.

- Pettigrew me dijo que le diste un cuaderno de la impura.

- Le di unos cuadernos míos, imagino que su cuaderno estaba ahí por error… pero eso que tiene que ver?

- Fácil hijo, colagusano tomo el cuaderno y pues con esas habilidades que sólo él tiene falsificó la caligrafía de la sangre sucia y le mandó una carta a Weasley en busca de auxilio, él fue tras su damisela en peligro – haciendo una mueca cómica – y cayó en nuestras manos.

- Pero, eso no puede ser cierto… Hermione debe estar destrozada.

- Eso es lo bueno. – tras ello vino una fuerte risa – y Harry Potter también.

- Han perdido la razón, ella va a odiarme por eso el resto de su vida.

- Y desde cuando, te deprime lo que piense la sangre sucia de ti. –dijo Lucius.

- Eh.. no es eso, es sólo que no creí ayudara a hacer eso.

- Pues ¡Bravo Draco!, en cualquier momento el señor oscuro nos llamará y tendremos que estar preparados.

Después de esto, Lucius salió del cuarto tan rápido como entró y dejó tras él a un Draco totalmente confundido, que se sentía la peor basura del mundo y que a pesar de cuanto odiaba a Weasley sentía muchos remordimientos por haber ayudado a matar al esposo de Hermione, ella probablemente estaría desesperada, triste, derrotada y Draco tenía la culpa.

Por un momento pensó que tenía por fin el camino libre con Hermione, pero casi de inmediato se le vino a la mente la idea de que Hermione ahora sentiría un gran odio por quien haya matado a Ron, posiblemente ella pasaría el resto de su vida maldiciendo a quien hizo esto s su esposo (n/a: pues es así, en realidad no se equivoca), es por eso que Draco se sentía como un criminal, la peor rata de este planeta, al causarle tanto daño a la mujer que amaba.

-¡¡Maldigo la hora en que me uní a esos malditos mortífagos!!, pero que podía hacer, soy un Malfoy…¡¡¡malditos todos, malditos los Malfoy, maldito Yo!!!

Draco se sentía realmente mal, la vida que llevaba y lo que afrontaba sólo era la consecuencia de todo el daño que había hecho desde la infancia, ahora la mujer que amaba lo odiaría sin perdón y no podría soportar ver eso, lo cual lo llevó hacía una decisión que jamás pensó tomar.

- Estoy más que arto de todo esto, no necesito de esta familia ni de nadie ahora que he cometido lo peor. – dijo esto sacando una papel y pluma de su escritorio.

Draco ya lo había decidido, tenía que huir no podía soportar ver la cara de odio de Hermione, era demasiado para él, debía largarse de casa de los Malfoy, el problema era a donde.

-Londres muggle, ahí es donde iré… nadie me encontrará mezclado entre muggles, definitivamente nadie debe saber que existo, nadie debe pensar que sigo vivo.

A Draco enseguida se le ocurrió una idea, tomó el hurón que su familia tenía en el jardín, lo llevó a su alcoba y con la varita le lanzó la maldición imperdonable (n/a: ya saben el Avedra Cadabra) después escondió al hurón y le echó un hechizo falsificador a la varita, para que cuando alguien obtuviese el último hechizo de esta, demostrara que el que había sido muerto es Draco.

- Plan perfecto. – pensó el rubio.

Todo estaba completamente planeado, su padre se daría cuenta que él había muerto y no lo buscaría más, Hermione no tendría ganas de odiarlo al saber que se había eliminado como una cucaracha y ni siquiera Voldemort querría saber de él. Ahora lo único que faltaba era la nota de dspedida dirigida a su padre:

Querido Padre:

Imagino que ahora estarás completamente desconcertado por todo esto y esto es para confirmar lo que piensas, efectivamente estoy muerto y no hay marcha atrás y si te preguntas porque lo hice, no es por otra razón que por amor, el amor que jamás estuvo en tus planes que tu hijo sintiera, me educaste para ser superior a los demás, pero me has convertido sin duda en el mago más bajo que pueda existir, he ayudado a matar al esposo de la mujer que amo, sí padre Hermione Granger, la hija de muggles, la sangre sucia es la única mujer que he amado pero como ya es conocido un Malfoy no puede permitirse estar con una impura así que he preferido morir a seguir sufriendo de amor, no te pido que guardes el secreto porque sé de sobra que serás el primero en quererlo ocultar sería demasiada vergüenza para ti que la gente se enterara.

Me despido para siempre, encuentra resignación haber si un día esta familia se libre de la maldición oscura que la atormenta, tu hijo

Draco

-Ahora sólo me queda huir. – dijo el rubio dejando la varita tirada junto a su cama con la nota sobre el escritorio. No debía llevar nada de ropa, quizá sólo algunas poleras que estaban en desuso, lo que debía obtener es dinero por un momento pensó en sacar dinero de su cámara en Gringotts, pero sabía que su padre lo descubriría de pronto pensó: - Parvati…- Recordó que ella le había regalado un medallón de oro para su cumpleaños, imaginó que valdría mucho para los muggles por lo tanto decidió llevarlo, con algo más de efectivo con él que él contaba.

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Un suave destello del hermoso día que se venía venir hizo que Hermione abriera los ojos, sin duda descansar después de tanto viaje le había hecho bien, las ojeras ganadas se había esfumado y con el amanecer sabía que era hora de concentrarse en lo que debía hacer. Se levantó un poco confundida y cuando se disponía a coger su taza de café se dio cuenta que sólo quedaban los cunchos lo cual le hizo mucha gracia e hizo que recordara las clases de adivinación en tercer año que para ella habían sido una torura.

- Bueno días, Hermione. –dijo Deborah entrando a su recámara.

- Cómo estás Deborah, he dormido de maravilla… qué hora es.

- Son casi las nueve de la mañana.

- Por Dios, he dormido un lustro entero y tengo que hacer mucho hoy.

- ¿Necesitas algo?, -dijo retirando las cortinas del balcón de Hermione.

- En realidad sí, como sabrás no tengo mucha ropa muggle y la poca que tengo está muy pasada de moda, será que puedes acompañarme a comprar algo.

- Eso quisiera pero no puedo, la pareja de muggles que vive en el último piso ha organizado un té a media mañana, por el cumpleaños de la esposa y no puedo faltar.

- Oh bueno, no importa yo iré sola, he visto que hay muchas tiendas por aquí cerca.

- Pero si gustas puedes decirle a Cornelia, la bruja de la planta alta que te acompañe ella casi nunca está haciendo nada y conoce Londres como la palma de su mano.

- No la conozco, pero si puedes decirle eso por mí no hay problema.

- Lo haré, descuida.

Hermione tomó una ducha y se vistió con una blusa blanca de cuello V, un pantalón negro ceñido y los zapatos que su madre le regaló para su último cumpleaños. Aunque el traje no era muy moderno era más que suficiente para pasar aquel día.

Bajó lentamente a la sala y vio a una bruja (n/a: era obvio con tal ropa y la varita saliéndose del abrigo) tejiendo lo que parecía ser un chaleco, de inmediato pensó en la señora Weasley quien tenía ese hábito y gusto tan marcado por convertir una madeja de lana en una prenda de vestir.

-Querida, ponte derecha que quiero ver que tal te ves. – le dijo la bruja acomodándole el chaleco que ella le había colocado.

- ¿Que dice?

- Muchacha, necesito saber que tan bien le sentará a mi sobrina… y tú tienes los hombros exactamente iguales.

Hermione claramente percibió que la mujer estaba algo chiflada, era una vieja de cabello muy blanco, aunque parecí robusta, la manera como tejía y se movía hacía que le recordara a su ex profesora de adivinación, con un abrigo púrpura que no combinaba nada con esa horrible falda verde, se había puesto a tomarle las medidas a Hermione y a ella no parecía haberle gustado tal asalto.

-Cornelia, veo que ya conoces a Hermione. –dijo Deborah quien venía con más madejas de lana.

- Ella es la bruja solitaria. –dijo Cornelia.

- No soy ninguna bruja solitaria. –mintió Hermione que es así como se sentía.

- Te visto cuando llegaste y tus ojos hablan mucho de lo que te ha pasado. –dijo Cornelio tratando de desatar un punto mal hecho.

- Pues sí he pasado por mucho, pero no soy ninguna indefensa por supuesto que no, sé defenderme muy bien y he venido aquí a ser útil.

- En realidad es que huyes de lo que te aqueja, no puedes más pero ya encontrarás a quien también huye como tú… lástima que tu destino ni siquiera sea ese.

- ¿de qué habla?. –dijo la castaña ya exaltada.

- Déjala Hermione, Cornelia es así siempre está tratando de ver en nosotros cosas más allá de lo que nosotros podemos ver, pero es buena y te acompañará a hacer las compras, ¿no es así Cornelia?

- Sí, claro Deborah porfavor guarda todo esto y cuida que no se enrede en ningún escalón.

- Sí por supuesto.

Cornelio tomó su bolso abrió la puerta y con una seña le dijo a Hermione que saliera, ella por supuesto aún seguía muy extrañada, pero tomó su abrigo y salió.

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Aquí el tercer capítulo del Fan Fiction, sin duda este capítulo sólo es la conexión entre el inicio de la Historia y nuestra trama verdadera, en el próximo podrán ver a Hermione y draco juntos y pues sabrán de todo lo que son capaces.

Les he presentado a un personaje llamado Cornelia que además de Deborah en la casa hogar tallará un papel importante en la historia, chiflada donde la ven tiene muchas cosas que dar a la pareja.

EL próximo capítulo se los daré mañana, seguiré escribiendo en la escuela . Dejen reviews porfavor!!!! que es eso de lo que me alimento.

Mel