CASA PARA OCHO

Capítulo 4: Poema n° 20.

Abril 30, Jueves.

02:59 Hrs

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Yagami Hikari caminaba nerviosa y a paso lento por los corredores del edificio.

Se le hacía todo tan extraño…

Pasaría seis meses lejos de su hogar por ser la primera de su clase, ganando un concurso estudiantil nacional. Seis meses en un Instituto Especializado para chicos entre quince y dieciocho años de todas partes del país y del extranjero también…

Pero lo que la preocupaba era otra cosa, y es que simplemente, ¡No podía encontrar la habitación que le habían asignado!

Del otro lado del pasillo pudo distinguir a un muchacho un poco mayor que ella, aunque no mucho más alto, que parecía ubicarse mejor.

-Eh, disculpa… ¿Sabes tú donde queda el cuarto A342?

El chico la quedó mirando por un momento, y luego asintió.

-Queda dos pisos más arriba. – Replicó, después de un momento. - Si quieres te llevo hasta allá.

-¿Lo harías? – Los ojos de ella brillaron con entusiasmo. - ¡Gracias!

Hikari sonrió ante la amabilidad del muchacho, que incluso le ayudó a cargar parte de su equipaje. Su cabello le llamó la atención… Rojo. Rojo oscuro, pero rojo al fin y al cabo. Ella no conocía muchos pelirrojos…

-Es tu primera vez aquí, supongo. - Comentó él.

-Ah, sí. Quería venir el año pasado, pero no pude por el tope de edad. Cumpliré recién este año los quince.

-¿Quince? Te ves mayor...

La chica no estaba segura si tomar eso como un cumplido a no… Simplemente sonrió.

-¿Y tú que edad tienes?

-Diecisiete. Este es mi tercer año aquí… De seguro te gustará, los métodos de enseñanza del I.E. son excelentes.

Hikari notó como la expresión en la mirada de su acompañante se iluminó. Parecía tener una gran sed de conocimientos y disfrutar de aprender cosas nuevas...

De pronto, de la nada, aquel muchacho se le hizo familiar… ¿Pero a quien le recordaba?

-Ya estamos aquí. – Avisó él frente a la puerta que sostenía el número que buscaba Hikari.

-Vaya, gracias. No creo que hubiese llegado aquí sin tu ayuda.

-De nada. – Él le regaló una última sonrisa antes de despedirse. - Nos veremos por ahí, disfruta tu estadía.

-Lo haré, y gracias de nuevo. – El chico se retiró, pero antes de doblar la esquina ella le gritó para que se detuviera. – Hey, ¿Cuál es tu nombre?

-Oh, Izumi Koushirou.

-… ¿¿Koushirou??

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Abrió los ojos con lentitud. Hace algunos días que los viejos recuerdos de ese viaje la invadían en sueños… Supuso tranquilamente que era debido a su reencuentro con Koushirou después de tres años, pero eso no le quitaba el mal sabor de boca al recordar todo lo pasado tanto tiempo atrás…

Hikari miró hacia el velador y su reloj indicaba las tres de la madrugada. Suspiró. Después giró su vista hacia la otra cama para ver si había despertado a su compañera de habitación, pero Sora no estaba ahí.

Se extrañó. ¿Es que ella y Jou aún no volvían de la fiesta a la que habían sido invitados? Era día de semana, en la mañana no se imaginaba como lo harían para ir a sus clases…

Decidió olvidar el tema y volver a dormir.

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07:15 Hrs.

-Buenos días, Hikari-chan.

-Buenos…

La chica bajó del segundo piso y caminó hacia la cocina, donde ya estaban Takeru y Taichi preparando el desayuno.

-¿No dormiste bien? – Le preguntó su hermano, al verla soñolienta.

-Ummm… - Murmuró ella en respuesta, poco antes de bostezar.

-Ya veo…

Hace casi mes y medio que los ocho amigos se habían reunido gracias a sus padres, y vivían juntos en una enorme casa estilo occidental en el centro de Tokio.

Al principio se turnaban para que uno o dos de los chicos se encargaran de preparar el desayuno, pero luego de darse cuenta de que sus horarios eran muy diferidos decidieron que lo mejor era que cada uno se encargara de su propia comida a esa hora. Lamentablemente para Taichi y Mimi, esa excusa no sirvió para las cenas y lavar los platos, por lo que seguían encargados de hacer comida y no simplemente llamar por una pizza cada vez que les daba un poco de hambre… La excepción del caso era Hikari, por supuesto, pues todos querían mantenerse vivos y no reconstruir la cocina todas las semanas por cada intento fallido de la menor de los Yagami, así que no, ella NO cocinaba bajo ninguna circunstancia.

Algunos minutos después que Hikari se acomodara en su asiento, llegó Yamato al comedor, recién salido de la ducha, y Koushirou, con la misma cara de sueño que la hermana de Taichi… Ambos dejaron tostando algo de pan y los demás se sentaron en la gran mesa.

-¿Y Jou-san y Sora-san? – Interrogó Koushirou al ver que ellos faltaban.

Nadie preguntaba por Mimi. Ya sabían que ella no se levantaría temprano si no lo encontraba necesario.

-Fueron invitados a una fiesta anoche, volvieron muy tarde. - Comentó Takeru.

-Sí… Me desperté al sentirlos llegar. - Yamato no pudo evitar una sonrisa burlona. – Jou venía cargando a Sora… ¿Quién diría que a ella se le pasaría la mano con el alcohol?

Taichi rió también.

-No me extrañaría nada que ayer fuese la primera vez que Sora siquiera tomara un poco de licor, jaja…

Hikari miró a su hermano y a Yamato de forma seria.

-No se rían de la pobre Sora, de seguro hoy se sentirá muy mal…

-¡Buenos días!

La colorina entró rápidamente al comedor con un pan en la boca y en su mano un café. Se veía bastante bien para haber tenido una noche de sueño tan corta.

-¡Sora-san, te ves como si nada! – Exclamó Takeru.

-¿Cómo si nada qué? – Repitió ella al no entender, mientras consumía su desayuno de manera veloz.

-Como si no tuvieras resaca. – Explicó Yamato, sorprendido de verla tan animada. – Jou tuvo que traerte cargando anoche, ¿Y no te duele la cabeza?

-No bebí TANTO, ¿Saben? – Replicó, con expresión ofendida. – Anoche tenía mucho sueño, eso es todo.

-Si tú lo dices…

Ishida se encogió de hombros, pero Taichi seguía intrigado.

-¿Por qué comes tan rápido?

-¡Porque voy atrasada! ¡Las clases hoy comienzan antes! – Exclamó, tragando el último pedazo de su pan y saliendo del comedor al baño.

Takeru se giró hacia su hermano.

-Si es así, ¿Por qué no hemos visto a Jou-san por aquí?

-No lo…

-¡¡¡AHHH, VOY TARDE!!!

Los cinco que aún estaban desayunando casi se atragantan al escuchar el grito proveniente del segundo piso. Después vieron una luz fugaz pasar por la cocina, prepararse un café, tomárselo, y pasar al baño a lavarse los dientes. Segundos más tarde Jou y Sora estaban a la salida de la casa.

-¡Es la última vez que dejo que me convenzas a ir a una fiesta un día de semana, Sora! – Le exclamó el chico de pelo azul.

-Lo siento, lo siento… - Se le escuchó decir a ella, mientras salían de la casa.

La risa no se pudo aguantar en el comedor… La escena había sido memorable…

-¿Por qué hay tanto ruido? – Mimi bajó del segundo piso aún en pijamas con cara molesta. – Yo aún duermo a estas horas, ¿Saben? – Regañó a los demás.

-Lo sentimos, Mimi-san. – Se disculpó Takeru, aún con una sonrisa por lo ocurrido. – Es que Jou-san y Sora-san iban algo atrasados…

-Y creo que nosotros también. – Acotó Taichi mirando su reloj y poniéndose de pie. - ¿Nos vamos?

-¿Eh? Ah, sí… - Koushirou se puso de pie algo sonrojado. Se había distraído mirando a Hikari.

Los demás se levantaron también.

-Hasta luego, chicos. – Los despidió Mimi, cuando ya iban saliendo. – ¡Ah! Y deséenme suerte, ¡Hoy comienzo a buscar trabajo!

-Entonces buena suerte. – Le replicó Hikari.

-¡Y ya era hora! – Comentó Yamato. – Lo único que has hecho hasta ahora es provocarnos envidia no haciendo nada en todo el día, Mimi-chan.

La chica rió pícaramente y le sacó la lengua a su amigo rubio, antes de cerrar la puerta y volver a su cómoda cama a la vez que todos los demás se iban a estudiar…

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16:22 Hrs.

-¡Regresé! - Hikari entró a la casa pero no obtuvo respuesta. – Umm, no hay nadie… Je, ya me había acostumbrado a que Mimi-chan me saliera a recibir…

La chica subió a su habitación y dejó sus libros ahí, tirados sin orden sobre su cama, la del lado derecho, entre sus peluches y sus cojines favoritos. Al no haber nadie pensó en hacer un trabajo pendiente que tenía para la semana siguiente, pero su flojera pudo más y prefirió dejarlo para después. En cambio, decidió darse un buen baño de espuma, se lo tenía merecido para celebrar sus primeras semanas de universitaria, y le serviría para pensar... Tratar de relajarse y aclarar su mente, y decidirse por qué hacer respecto a tantas cosas que complicaban su día a día...

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17:04 Hrs.

Hikari estaba acabando su baño pero no llegando a una respuesta. ¿Qué hacer? Pensó en consultar a sus amigos pero no quería que todo se fuera abajo, no que todos se enteraran del desorden que era su vida, no que la imagen que tienen de ella se esfume...

Y pensando en eso fue que escuchó el sonido del timbre.

-¡Ay, no ahora! – Exclamó para sí.

Como pudo se secó el cuerpo y se puso unos pantalones deportivos y una sudadera, que quedaron mojados a causa de las gotas de agua que aún caían por su cabello. No le importó y bajó corriendo a ver quien era.

-¿Sí?

En la puerta, pacientemente, una chica que se veía levemente mayor que Yagami estaba esperando. Su cabello liso es de un morado claro y al ser largo lo lleva suelto sobre sus hombros, usa anteojos de marco redondo sobre unos grandes y alegres ojos castaños, su estatura dentro de la media es alta, y parecía disfrutar el uso de colores llamativos en la blusa y la falda larga que lleva puestas. La muchacha pestañeó al encontrarse con la hermana de Taichi en la entrada.

-... ¿Hikari-san? – Interrogó.

-¡Miyako-san! – Hikari la reconoció también, era una compañera de la universidad. - ¿Qué haces aquí?

-Mmm… ¿Cómo pude haber confundido direcciones así? – Se preguntó a sí misma Miyako, ignorando la pregunta de la chica Yagami. – Lo siento, Hikari-san, no quería interrumpirte a ti, buscaba la casa de Izumi-senpai.

-¿Kou-chan? – Consultó la castaña. Se sonrojó por lo que dijo y corrigió. - ¿Te refieres a Koushirou-kun?

Miyako frunció el ceño.

-Sí, me refiero a Izumi Koushirou-san. ¿Lo conoces?

-Eh, sí… Él también vive aquí.

-¿Uh? – La muchacha de cabellos morados puso una cara de sorpresa como pocas. – Oh, no sabía que ustedes dos…

-¡No, no es lo que piensas! – Interrumpió Hikari los pensamientos de la otra chica. – Otras seis personas viven aquí también, somos amigos.

-Ah… Entonces, ¿Está Izumi-senpai en casa?

-No, estoy sola. ¿Por qué? ¿Es algo relacionado con la universidad?

Ahora fue el turno de Miyako para sonrojarse.

-Er, no… Es sólo que… Soy encargada de la biblioteca, e Izumi-senpai me pidió que le buscara un libro especial esta mañana… Lo encontré y como no tenía nada que hacer, se lo vine a dejar. - Indicó el libro que tenía en las manos. – Pero creo que se lo pasaré mañana…

-Si quieres lo dejas y yo se lo paso.

-Ah, claro, eso también sirve. - Hikari no pudo evitar notar un poco de desilusión en su voz.

Miyako le pasó el libro… Pero las dudas aún invadían su cabeza…

-¿Y es seguro que entre Izumi-senpai y tú…?

-No hay nada. – Cortó rápidamente la pregunta.

-Ajá… ¿Y no sabes si Izumi-senpai tiene novia o algo…?

Hikari dudó. ¿Tendría novia? Takeru le había comentado que Jou tenía una novia de la cual no había hablado, pero… Un momento, ¿Por qué a Miyako le importaba eso?

-No lo sé, Miyako-san, ¿Por qué preguntas?

-Eh, por nada, por nada…

La chica, muy ruborizada, se despidió de Hikari y comenzó a retirarse, pero ya casi al perderse de vista se acordó de algo y le gritó a la hermana de Taichi.

-¡¡Dile a Izumi-senpai que el poema que busca es el n° 20!!

Hikari apoyó su cuerpo, aún mojado, sobre la puerta luego de cerrarla tras de sí, y sostuvo con fuerza el libro que Miyako había traído. Era claro que a aquella chica de anteojos le gustaba el pelirrojo… ¿Cómo se atrevía…?

Agitó su cabeza. Koushirou era libre de hacer lo que quisiera, Hikari no tenía por qué estar celosa.

Miró el libro que sostenía.

-¿Un libro de poesía? – Murmuró en voz alta.

Hikari buscó el poema que había mencionado su superior...

Poema 20.

"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: 'La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos'.

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.

La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Cómo no haber amado sus grandes ojos finos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.

Y el verso cae al alma como el pasto al rocío.

Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.

La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.

Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hice blanquear los mismos árboles.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.

Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor y tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,

Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,

Y éstos sean los últimos versos que yo le escribo…"

Hikari dejó caer el libro y se llevó las manos a la cara… Aún apoyada en la puerta, se deslizó hasta quedar sentada en el suelo… Y lloró.

Ese poema le trajo demasiados recuerdos a la vez y no lo pudo soportar…

Ah, ella sabía que aún lo amaba… Pero pensó que con el tiempo, si salía con otros chicos, tal vez lo olvidaría… Volverlo a ver le causó tanta felicidad en el corazón y tanta tristeza a la vez… Durante ese mes y medio le bastó con verlo, pero la invasión de sus recuerdos en sueños le decían que no estaba tranquila…

Y ahora ese poema que reflejaba tanto su relación…

Siguió llorando… Y no paró hasta que se le agotaron las lágrimas…

En ese momento tomó el libro y se retiró a su pieza, sin importarle quien llegara después a la casa.

Continuará...