CASA PARA OCHO

Capítulo 5: Un simple abrazo.

Abril 30, Jueves.

20:46 Hrs.

-Um, ¿Dónde está Hikari-san? – Preguntó cautelosamente Koushirou. – Digo, ¿Y Mimi-san y Taichi-san?

Sora, Jou, Yamato y Takeru estaban cómodamente instalados en el living. Sora y Yamato conversaban sentados en uno de los sofás mientras él afinaba su guitarra, y Jou ayudaba al joven Takaishi con una tarea, sobre la pequeña mesa que estaba colmada de libros de ciencia.

-Taichi-san me dijo que llegaría tarde. – Contestó el menor de todos. – Y supongo que Mimi-san aún no vuelve de su búsqueda de trabajo.

-Hikari-chan está haciendo tareas en nuestro cuarto. – Agregó Sora.

El pelirrojo asintió ante la información. Estaba por retirarse a su habitación cuando la puerta de entrada se abrió de golpe.

-¡Tengo trabajo! – Exclamó una voz.

Todos esperaban ver a Mimi, pero la voz masculina no concordó.

-¿Taichi? – La única mujer presente levantó la vista. - No sabía que buscabas trabajo…

El muchacho de desordenado cabello castaño se acercó al resto del grupo con una enorme sonrisa.

-No tenía pensado buscar uno, pero cuando vi el anuncio en una tienda de deportes, pues entré para dar la entrevista ¡Y quedé de inmediato! – A Taichi le brillaban los ojos como diciendo "Soy el mejor". – Por lo menos ahora, si me va bien, podré tener gastos extras. – dijo, sentándose al lado de Sora. - ¿No te parece genial?

-¡Pues claro! – Dijo ella. – Tendrás que invitarme a salir ahora que tienes dinero, ¿No? – Le propuso en tono de broma.

-Ese es el plan. – El chico volvió a sonreír, siguiendo la broma. – Me parece el colmo que nadie te haya invitado a salir todavía en tu universidad, ¿Qué clase de locos estudian ahí?

-¡Hey! – Exclamó Jou, indicando que estaba presente.

-No me refería a ti, Jou, por supuesto…

En eso, sonó el teléfono. Koushirou era quien estaba más cerca y contestó.

-¿Aló?… Sí… Aquí está. – Se giró hacia sus amigos. – Jou-san, es para ti.

El chico de lentes se levantó rápidamente y cogió el auricular.

-¿Quién es? – Consultó a su amigo antes de contestar.

-Ah, no lo sé, se me olvidó preguntar…

Jou dudó un momento mirando el fono, pero finalmente se lo llevó a la oreja.

-Habla Kido. - Se sonrojó de repente. - Ah, hola… Sí, no… Um, espera un momento… – Notó como sus amigos lo miraban curiosos. – Tomaré la línea en el segundo piso. –Avisó y subió.

Takeru y Yamato intercambiaron miradas cómplices. Los otros tres chicos se mostraron confundidos.

-¿Con quien hablaba? – Preguntó Taichi a Koushirou.

-No sé, era la voz de una mujer.

Podrían haber seguido con el tema pero la puerta de entrada se volvió a abrir de golpe.

-¡Ya regresé! – Exclamó una mujer de ojos color miel y largos cabellos rubios, que cargaba con una gran cantidad de bolsas de compras en sus manos.

Los chicos tardaron en asimilar que aquella mujer era… Mimi.

-¿¿¿MIMI???

La susodicha asintió feliz. Esa era la reacción que quería producir.

-Pero, Mimi-chan… ¿¿Rubia?? – Logró decir Taichi, sin salir de su sorpresa.

-Con lo que me costó acostumbrarme al rosado… - Murmuró Koushirou, llevándose la palma de su mano a la cara.

Yamato y Takeru no dijeron nada, pero se les veía claramente la boca abierta hasta el suelo. Mimi se les acercó.

-¿Qué les parece mi nuevo peinado, chicos?

El mayor de los hermanos se dio cuenta de su estado y cerró la boca avergonzado. Golpeó a Takeru con el codo para que reaccionara.

-Nos sorprendiste bastante, Mimi-chan. - Articuló el músico.

-Ya lo creo. - Agregó el menor. – ¿Pero por qué? Me gustaba más tu pelo al natural…

-¡No digas eso, Takeru-kun! – Rió ella. - Lo que pasa es que tienes envidia porque ya no son los únicos rubios aquí, jaja.

-¿Quieres hacernos competencia?

-¡JA, No necesito competencia! Quería saber lo que se sentía ser rubia, solamente…

-¡Por favor! – Contraatacó él. – Si dentro de unos días se comenzarán a ver las raíces, jamás serás rubia de verdad, Mimi.

-Ni que tanto me importara, cuando eso pase simplemente probaré otro color. - Mimi le dio la espalda al chico y se retiró a hablar con Sora.

Yamato se quedó mirando la escena, extrañado.

-… Eso fue una discusión estúpida. – Le acotó a su hermano menor.

-Lo sé… Es sólo que no sé porque ella no quiere ser simplemente ella…

-Pides demasiado, Takeru. Creo que Mimi-chan es feliz así como está.

-Si así fuera no cambiaría tanto...

Luego, el mismo Yamato se acercó a la "rubia".

-¿Y bien? Se supone que hoy ibas a buscar trabajo.

-Ah, sí. – Mimi sacó la lengua, graciosa. – No encontré nada… Me deprimí y por eso pasé a un salón de belleza.

-Pues Tai tuvo más suerte que tú. – Comentó Sora. – Consiguió trabajo en una tienda deportiva hoy.

-¿Qué? ¡No es justo! – La "rubia" miró a Yagami con el ceño fruncido. - ¡Yo necesitaba ese trabajo más que tú, podrías haberme dado el dato!

-¡De ninguna manera! – Se negó él. – Los deportes son mi especialidad. Además, con el dinero que gane quedé de invitar a Sora a salir.

-¡Pues yo quería invitar a Yam…! - Mimi calló de repente. Se puso roja como tomate al ver como Ishida la miraba. – Eh… Jeje, iré a dejar las compras a mi habitación. – Cambió de tema y subió corriendo al segundo piso.

Takeru se volvió a acercar a su hermano.

-… Y eso fue una reacción extraña… - Acotó ahora él.

-Exacto. - Asintió el mayor de los dos, sin apartar la mirada de la escalera por donde Mimi había desaparecido.

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23:38 Hrs.

Hikari sintió mucho ruido abajo cuando ya estaban todos en la casa… No le importó. Le dijo a Sora que tenía trabajo y que la dejara sola. Y era cierto, tenía trabajo, pero no quería hacerlo, no se podía concentrar…

Estuvo recostada en su cama desde la tarde, mirando el libro de poemas que aún no le entregaba a Koushirou… Pasaron horas y ella siguió así… Tanto que ni cuenta se dio cuando finalmente Sora decidió irse dormir y entró a la habitación.

-Hikari-chan, ¿Estás despierta?

-Umm, ahora sí...

-Ah, lo siento, no quise despertarte.

-¿Qué hora es?

La colorina movió la muñeca para mirar su reloj.

-Las once y media. Vuelve a dormir.

-Nah, voy por un vaso de agua… - Hikari se levantó soñolienta y salió del cuarto.

Al bajar las escaleras Hikari se dio cuenta que aún tenía el libro en sus manos… Lo miró detenidamente.

Apretó sus puños, decidida.

Iría a hablar con Koushirou y no lo dejaría solo hasta que todo quedara claro.

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23:44 Hrs.

Toc, toc…

Sin dejar de teclear, la atención de Koushirou se centró en el sonido en su puerta.

-Se puede pasar. – Anunció.

-Buenas noches. – Dijo Hikari entrando y cerrando la puerta tras ella.

El chico se sorprendió bastante al verla, dejando de inmediato lo que hacía en el computador.

-Bue… Buenas noches. ¿Se te ofrece algo, Hikari-san?

-Yo… - Ella dudó. – En la tarde una chica te vino a dejar este libro. – La hermana de Taichi no pudo interpretar la extraña expresión de Koushirou al recibir el libro. – Miyako-san dijo que el poema que buscabas era el número veinte. – Agregó, esperando una reacción.

-Um, eh… Gracias…

Koushirou esperó que la chica se retirara, pero ella siguió ahí, inmóvil.

-¿Se te ofrece algo más, Hikari?

-¿Por qué ese poema? – Interrogó ella, de repente.

-¿Leíste el poema? – Él se molestó.

-¿Por qué ese poema? – Ella repitió. – ¿Es eso lo que realmente piensas de nuestra relación?

-Nosotros no tenemos una relación, Hikari. No te des ideas.

-Quiero saber, - La castaña continuó. – Qué es lo que realmente sientes tú por mí, ahora... Koushirou, tú… ¿Aún me quieres?

Los ojos del pelirrojo se abrieron más, llenos de emociones confusas. ¿A qué quería llegar ella?

-¿Por qué preguntas ahora?

-Porque… No lo sé, cuando yo me fui… Jamás aclaramos nada… Y al volvernos a ver… Siguió en nada. – Dejó escapar un suspiro de frustración. - Dijiste que me querías como amiga, pero luego de leer eso… Koushirou, por favor, necesito saber que es lo que sientes por mí.

-¿Por qué? – Reiteró él, con el ceño fruncido. - ¿De qué sirve saber nuestros sentimientos? ¿Realmente crees que eso nos ayudará? – Le dio la espalda, cruzando los brazos.

-¡SÍ! – Gritó ella, y rápidamente se tapó la boca esperando no haber llamado la atención del resto de los habitantes de la casa. – Kou-chan…

-No me digas así. Así me llamabas tres años atrás.

-Kou-chan, - Dijo la chica castaña, de todas maneras. - ¿Por qué te comportas así?

-Porque es la única manera de evitar que te acerques demasiado a mí. – Confesó, cerrando los ojos. – Ya nada es lo mismo que antes...

-Te quiero. – Murmuró ella en un respiro.

Él se dio vuelta inmediatamente.

-¿Qué dijiste?

La muchacha levantó la vista y sus ojos se encontraron.

-Te quiero. – Repitió. – Irme sin decir adiós fue una estupidez. Fui una tonta, y lo seguiré siendo si no te digo lo que siento, Koushirou. Te quiero tanto que duele. – Ella le tomó la mano y la puso en su pecho. – Me duele aquí, ¿Qué no lo sientes tú también? Ese poema… Mis sentimientos jamás se fueron… Jamás, yo…

Ya no le salían las palabras debido a su llanto ahogado. Koushirou la miraba, dejando que ella sostuviera su mano sobre el pecho… Ella se le acercó pidiendo ser abrazada, él no pudo negarse… Y teniéndola entre sus brazos...

-No sé lo que estoy haciendo… - Suspiró. - Pero yo también te quiero, Kari-chan…

Ella rió entre lágrimas, sintiendo el calor que le trasmitía el chico. Parecía haber pasado noches tan frías sin él, tanto como él sin ella…

-Kou-chan…

Y se quedaron así, abrazados, dejando que el cariño los llenara de calor. Sin importar lo que pasara el día siguiente, o los que vinieran después. Manteniéndose unidos, sin moverse. Ella llorando, él aguantándose las lágrimas…

Aún así, había felicidad entre todo lo que sentían, entre la confusión, el dolor y el temor. Haber desahogado sus corazones después de tanto tiempo… Ya aclararían su situación después. Por ahora, sólo importaba ese simple abrazo…

Continuará...