Capítulo 6: Te invito a salir.
Mayo 14, Jueves.
07:19 Hrs.
Amaneció un nuevo sol en la casa que los ocho amigos comparten desde poco menos de dos meses. Lo particular de aquella mañana resultó ser que eran exactamente los ocho los que desayunaban, Mimi incluida. Ella, aún "rubia", parecía totalmente desacostumbrada al sol de la mañana, y Takeru no pudo más que reír al notarlo.
-¿Por qué estás despierta tan temprano, Mimi-san? – Le preguntó, sonriendo.
La chica murmuró algo entre dientes, bostezó y luego siguió tomando su segunda taza de café. Ante el gesto, Yamato rió también. Así, su hermano menor se giró hacia él, buscando respuesta.
-Mimi-chan comienza a trabajar hoy en una tienda cerca de donde yo estudio. – Explicó el rubio mayor.
-¿Ah, sí? ¡Que bien!
-Felicidades, Mimi-chan. – Agregó Sora.
La susodicha asintió con la cabeza sin decir palabra y continuó con su desayuno. Takeru se aguantó de soltar uno que otro comentario respecto a la flojera de su amiga. Tenía que reconocer que le hacía gracia ver a Mimi, quien llevaba casi dos meses acostumbrada a dormir hasta el mediodía, obligada a estar levantada como los demás… Todo apuntaba a que su cabeza caería sobre su café en cualquier momento.
No alcanzó a enterarse si así sería, pues todos comenzaron a levantarse de la mesa a arreglarse para salir a sus respectivos quehaceres y él tuvo que hacerlo también, cuando vio a la menor Yagami dirigirse a la escalera.
-¡Hey, Hikari-chan! – Takeru la alcanzó antes que ella subiera a su habitación.
-¿Sí?
-Eh, me preguntaba… - El deportista tragó saliva, un poco avergonzado. - ¿Te gustaría salir conmigo… esta tarde?
-¿Salir? - Ella dudó. - ¿Te refieres a…?
-¿Qué? NO, nonono. – Takeru negó varias veces con la cabeza. – Como amigos. De pequeños éramos muy amigos y creo que aunque nos reencontramos ahora necesitamos un tiempo a solas para recuperar el tiempo perdido.
Los ojos angelicales a Hikari la derretían, y él lo sabía bien. Aún así, se notó por la expresión de la chica que se encontraba en una disyuntiva.
-Takeru-chan… Realmente me gustaría salir contigo hoy, - Comenzó, sufriendo por resistirse a esos ojos. - Pero no puedo. Quedé de terminar un trabajo hoy mismo con un compañero de clases. Lo siento.
-Oh, ok, era sólo una idea… - Él se mostró claramente decepcionado.
-Pero puede ser otro día, ¿No? – Ella le sonrió.
-¡Claro!
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07:26 Hrs.
Jou miró su reloj de muñeca y se percató de lo atrasado que estaba. Fue rápidamente por su compañera de estudios a la habitación que compartía con la hermana de Taichi. Esperaba encontrarla lista ya para irse, pero en cambio la halló en cuclillas buscando algo bajo su cama.
Soltó un suspiro, notablemente molesto. No era la primera vez que algo se perdía dentro de ese cuarto, y con tan pocas horas de sueño por los estudios, no estaba de ánimos para recomendarles algún orden a las chicas que dormían ahí.
-Nos tenemos que ir, Sora.
-En cuanto encuentre mi cuaderno de Biología. – Aseguró ella, poco antes de ponerse de pie y dirigirse a la cómoda a su izquierda, continuando su búsqueda. - Tengo un examen mañana y no he estudiado nada aún.
-Me adelanto entonces. - Avisó él.
-No, espera, se me olvidó contarte, - Sora se detuvo para mirarlo a los ojos. – Ayer me encontré con un compañero tuyo, me dijo que habrá una fiesta este sábado, ¿Qué tal si vamos?
-No, gracias.
-Por favor, Jou, ¡No quiero ir sin conocer a nadie ahí!
Kido suspiró de nuevo. Hoy simplemente había amanecido con ganas de quedarse en cama y no interactuar con nadie.
-En serio no, Sora. – Reafirmó, tratando de sonar educado. – Invita a Taichi o Yamato, pero no cuentes conmigo. Ésta sería la tercera fiesta en el mes, es demasiado para mí.
-Oh, vamos, ya te acostumbrarás… - Insistió ella.
-No quiero acostumbrarme, Sora. Y en realidad, tampoco sé qué le ves tú a la idea de acostumbrarte. - Jou dio por terminada la conversación. – Te espero afuera, ¿Ok?
-Sí, ya voy.
El azulado se retiró rápidamente, una parte de él sintiendo que tal vez fue muy duro con su amiga, y otra parte ignorando cualquier sentimiento salvo la idea de llamar a Nagoya en la noche. Tal vez su falta de ánimo tenía relación con ello. No lo tenía claro, y eso le molestaba aún más…
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07:28 Hrs.
Dentro del baño del primer piso Koushirou se paseaba de un lado a otro. Claro estaba que no era el uso del lugar lo que lo incomodaba, sino más bien la espera de algo…
A los pocos segundos escuchó un golpeteo familiar y él abrió la puerta para dejar entrar a Hikari, quien la cerró inmediatamente después, quedando los dos encerrados entre el lavamanos y la ducha.
-Es bueno saber que tu habilidad para reconocer la forma que tiene la gente de golpear las puertas volvió. – Comentó la muchacha, riendo. – Es una habilidad muy extraña, muy útil en nuestro caso, además.
-Nunca desapareció. – Replicó él, sonriendo ante un buen recuerdo. - Si no te reconocí la primera noche que fuiste a verme a mi cuarto fue porque mi cabeza estaba en otro mundo.
-Puede ser… Pero tú casi siempre tienes la cabeza en otro mundo, ¿No?
Ante eso, Koushirou prefirió no replicar, sonrojándose.
-Aún está en pie lo de hoy, ¿No es así? – Consultó ella, cambiando de tema.
Él asintió.
-Nos encontraremos en el centro comercial a las cinco y media.
-Bien. Pasaré acá antes para arreglarme un poco. – Agregó la muchacha, también sonriendo.
-No necesitas hacer eso, Kari-chan, estás hermosa así como estás.
Hikari se ruborizó, y le dio un tierno beso en la mejilla. Koushirou se separó de ella para verificar que no hubiera moros en la costa fuera del baño, y pudieran salir sin ser descubiertos.
Dos semanas llevaban así, dos semanas desde que su romance recomenzó, y dos semanas sin decirle a nadie, escondiéndose de sus amigos.
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07:33 Hrs.
-Sora, ¿Es esto lo que estabas buscando? – Yamato bajó las escaleras cargando un cuaderno en la mano.
La susodicha se detuvo de revolver los cojines del sofá del living y se giró hacia su amigo.
-¡Ah! ¡Gracias, Yama!
Espontáneamente Sora se lanzó sobre Yamato para darle un abrazo y un beso en la mejilla en agradecimiento, casi logrando que su amigo creyera que acababa de salvar el mundo. Pero claro, Yamato no era tonto. Ya en conversaciones anteriores Sora le había contado lo desagradable que encontraba la materia de ese cuaderno, y supuso que debía estar sufriendo con el estudio de la misma manera en que él sufría en sus clases no relacionadas con la música, como Cálculo.
Y es que no conocía a nadie que disfrutara de Cálculo. Argh.
-Estaba en el baño. – Dijo él. - ¿Cómo diablos llegó ahí?
Ella se sonrojó y tomó el cuaderno sin responder.
-Mejor me voy, estoy atrasada.
-Jou ya está perdiendo la paciencia. – Comentó el chico rubio, riendo.
-Ya sé, ya sé.
-¡Espera un poco, Sora! – Interrumpió Taichi, acercándose rápidamente. – Te quería decir algo.
-Dime.
-Vengo a cobrar la invitación a salir. – Explicó, con una sonrisa. – Con las dos semanas de trabajo ya tengo dinero para una película y una cena decente, ¿Qué dices?
-¿Es una cita, Yagami? – Desafió ella.
-Por supuesto, Takenouchi. ¿Te atreves?
-Claro. ¿Qué te parece este sábado? Tenía pensado ir a una fiesta, pero es mucho mejor salir contigo.
-Este sábado está bien.
La muchacha colorina asintió y se despidió rápidamente de su amigo y de Yamato, que aún estaba ahí. Éste notó que la sonrisa de Taichi parecía pegada a su rostro.
-¿Por qué realmente la invitaste a salir? – Interrogó el rubio.
-¿A qué te refieres?
-Se me hace extraño…
-¿Qué hay de extraño en que una chica sea invitada por un chico a salir?
-En que no son cualquier chica y chico, son Sora y tú.
-¿Y qué con eso? – Taichi no entendió.
-Nada. – Ishida se encogió de hombros. – Olvídalo.
-No estás celoso, ¿O sí? – Preguntó el castaño, burlón. – Tal vez sea que no has salido con ninguna chica desde que llegaste aquí, mi amigo.
-No es eso, Taichi. - Yamato no encontró cómo hacerle entender su intuición. – Es sólo que no me imagino verlos a los dos juntos, eso es todo.
-Piensas demasiado, Yama.
El rubio prefirió no replicar, pero su semblante serio no cambió.
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16:16 Hrs.
No había nadie en casa cuando Hikari regresó esa tarde. Estando Takeru y ella en primer año tenían menos clases que el resto de los chicos y más tiempo libre, pero el rubio estaba inscrito en el club de baloncesto de su universidad, y eso lo obligaba a pasar algunas tardes entrenando cerca de su facultad. Eso dejaba a la menor Yagami como quien pasaba más tiempo en casa… Después de Mimi, claro.
Hikari no lograba aún acostumbrarse al espacio enorme que le brindaba su nueva casa. Las últimas dos semanas había disfrutado sobremanera pasar tiempo en el cuarto de Koushirou, un lugar pequeño, sólo para los dos. El resto de la casa no lo consideraba tan entretenido, pero eso ese día no importaba, porque ese día tendría si cita con Koushirou, y aprovecharía todo el espacio necesario para arreglarse como debiera ser.
Aún con sensaciones y sentimientos que interpretar y resolver, la pareja no estaba segura de lo que eran ni hacia donde iban. Lo que sí tenían claro es que aunque agradable, la habitación ya no era suficiente, y necesitaban de aire fresco para renovar su relación. Por eso tendrían esa cita, ese día en que nadie espera que pasara nada importante.
La hermana de Taichi sabía que sus miedos aún estaban presentes. Pero por ese día, aquella tarde, dejaría esos miedos en casa y disfrutaría del momento.
El teléfono sonó por largo rato antes de que ella lo escuchara para atender, distraída en sus pensamientos.
-Habla Yagami Hikari.
-¡Que bueno que te encontré!
-¿Kou-chan? – Hikari reconoció el tono serio del chico y se asustó. - ¿Pasó algo?
-No, bueno… Sí. – Koushirou parecía muy molesto por algo. – Tendré que cancelar lo de hoy.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Tengo que quedarme toda la tarde en la biblioteca. ¿Recuerdas el examen sorpresa que tuve que hacer ayer en Filosofía? Pues resulta que a todos nos fue mal (¡Cosa que no me extraña pues estoy seguro que esa materia no fue vista en clase!) Y el profesor nos dejó un trabajo recuperativo de proporciones enormes para entregar mañana a primera hora. Lo siento. – La voz de Koushirou fue de enojo a desanimo. – Kari-chan, sabes que estamos en los primeros exámenes y…
-Lo sé, Kou-chan, te entiendo. – Se sentía decepcionada, pero conocía bien la fama del profesor de Koushirou y realmente no lo podía culpar… Pero… - ¿Dijiste la biblioteca? ¿Te quedarás con Miyako-san toda la tarde?
-¿Eh? No… Estoy con unos compañeros, el trabajo es grupal. Aunque supongo que Miyako-san andará por aquí, es donde trabaja ¿No?
-Hum, ok… Ya hablaremos cuando llegues a casa.
-Sí, y en serio lo siento, Kari…
-Yo también. – La chica suspiró desanimada. – Adiós.
-Te quiero.
Ella sonrió.
-Yo también te quiero.
-Adiós.
Finalmente colgó. Suspiró de nuevo. Sabía que no era justo enojarse con el chico, pero… ¡Qué rabia! De saber que eso iba a pasar no habría tenido la necesidad de mentirle a Takeru y habría salido con él… Más que mal, el rubio deportista tenía razón. Desde que se reunieron ella no había hecho más que pensar en Koushirou. No tenía idea de lo que estaba pasando con el resto de los habitantes de la casa, ¿Qué clase de amiga era así?
Lo único que tenía claro era que ahora pasaría un buen rato a solas sin nada que hacer…
Sonó el timbre.
-¿Quién será? – Se preguntó en voz alta.
En la entrada de la casa la joven Yagami encontró a una chica un par de años menor que ella, de estatura media, cabellera negra y ojos notoriamente rojizos, no sólo porque ese era el color natural de sus pupilas, sino porque parecía haber estado llorando por largo rato…
A Hikari esa chica se le hacía familiar… ¿Dónde la había visto antes?
-Bu… buenas tardes, - Saludó la muchacha extraña, con un gesto nervioso. - ¿Está Sora?
-¿Sora-san? – Hikari finalmente juntó su cara familiar con un recuerdo. – Tú eres la hermana menor de Sora-san, ¿No?
-Sí… Soy Kenia.
-Ay, siento no haberte reconocido de inmediato, Kenia-san. Sora-san no está, no llega hasta más tarde.
-Oh… Er, entonces ¿Puedes decirle que la vine a ver…?
-¿Por qué no pasas y la esperas, mejor? – La hermana de Taichi notó la tristeza de los ojos de la niña y no quiso dejarla ir. – Yo te acompañaré.
-Um… Está bien.
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16:24 Hrs.
A pesar de no estar completamente ubicada, y que los nervios querían jugar sucio con sus rodillas, Mimi se mostró en apariencia tranquila y decidida. Había caminado desde su trabajo a la escuela de música donde estudiaba Yamato con un plan, una meta en mente, una que cumpliría sin problemas, se aseguró, respirando profundo.
-¿Mimi-chan? – Yamato la vio a lo lejos y dejó a sus compañeros para caminar hacia ella. - ¿Qué haces aquí?
-Te vine a buscar. – Aclaró ella, con una sonrisa. – Como ahora trabajo cerca de aquí pensé en venirte a ver.
-Ah, que bien. ¿Nos vamos juntos a casa entonces?
-En realidad… Tenía pensado pedirte que me invitaras a salir… - Miró la cara sorprendida de su amigo. – Digo, falta celebrar mi nuevo trabajo. Hoy estuvo agotador y me lo merezco, ¿No crees?
-Sí, claro. - Yamato por alguna razón dudó. – Mimi… Esto no es una cita, ¿Verdad?
-Ah… - La muchacha se ruborizó. – Bueno, siendo sincera… Esperaba que… Más o menos…
El músico suspiró profundo. Abrió la boca para replicar, pero Mimi continuó hablando…
-Este… Yama-kun… Tal vez ya te has dado cuenta de que tú… Me gustas… - La "rubia" no dejó que el chico la interrumpiera. – Realmente me gustas… Y me preguntaba si…
Mimi intentaba mostrar determinación en sus palabras, pero se le notó a leguas que era la primera vez que ella daba el paso de declarársele a un chico… Se sintió enrojecer. Su lengua no le dejaba terminar sus oraciones.
-Lo siento, Mimi-chan, pero no puede ser.
Y el mundo se vino abajo. Esa respuesta no era parte del plan.
-Oh, vamos ¿Por qué no? – Trató de parecer calmada. No se había preparado para una dura negativa. - No es que yo no te guste, ¿No?
-Mimi, yo te quiero mucho, pero como amiga…
-Podríamos intentar…
-¡NO!
Mimi dio un paso atrás. No… ¡No tenía porque ser tan duro tampoco! Frunció el seño, y pensó en una respuesta doliente cuando él la tomó por los hombros y la miró a los ojos.
-Es en serio, Mimi. No puedo ser tu novio, no puedo…
Continuará...