Parte segunda: CRISIS.
Capítulo 16: Fin de las vacaciones.
La brisa liviana recorría el templo a esa hora… Takeru estaba sentado a un lado de la escalera de entrada, pensando…
Hace dos horas había llegado ahí acompañado de Mimi… pero ahora estaba solo.
Se preguntó porque diablos estaba tan deprimido… si sabía que eso pasaría, realmente lo sabía… y a pesar de todo, no tuvo miedo, nunca… y se lo dijo… sólo para terminar solo.
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-¡Wow! ¡Este lugar es magnifico, Takeru-kun! ¿Cómo es que no habíamos venido antes?
-Quería dejar algo especial para visitar antes de regresar a casa. Sabía que te gustaría Mi-chan.
Ella le sonrió, sus cabellos jugando con el viento…
-¡Claro que me gustó! Kyoto es un lugar mágico… Osaka es demasiado parecido a Tokyo. Me gustan las grandes ciudades, pero esto… ¡Es hermoso! – exclamó con felicidad, tratando a la vez de volver a peinarse combatiendo la brisa. - Ojalá nos hubiésemos venido a vivir todos a Kyoto en vez de Shibaura.
-Yo creo que estamos bien en Tokio. Luego de un tiempo una chica como tú se aburre de la tranquilidad de Kyoto, ¿No es así?
Su rostro cambió. Mimi dejó su pelo fluir para cubrirle una cara llena de nostalgia…-Tú no puedes saber lo que una mujer piensa, Takeru-chan…
Él se ruborizó de inmediato.
-No me digas así…
-Jaja, ¿Y por qué no? Hikari-chan te dice así…
Takeru giró la vista hacia otro lado.
-Eso es diferente.
Tachikawa se le acercó.
-¿Y eso por qué? – insistió. - ¿Qué acaso sólo la chica que te gusta te puede decir así?
El rubio se puso aún más rojo, y se volvió con el ceño fruncido.
-¡No me gusta Hikari! ¡Estoy harto que me digan eso! ¡¡No me gusta de esa manera!!
Ella se echó para atrás, apenada.
-Lo… lo siento, es que pensé que…
-Hikari-chan es mi amiga y si, me gustó por un tiempo, pero… - Takaishi tuvo que morderse la lengua para no mencionar lo de Koushirou. – Pero…
-¿Pero…?
-Nada. – él se giró y comenzó a alejarse.
-¡Takeru! – le gritó ella, tomándolo del brazo. – No te pongas así conmigo, por favor.
El hermano de Yamato la miró, muy detenidamente. Se veía hermosa… tan, tan hermosa…
-… Quien me gusta eres tú.
Ella retrocedió. Se formó una sonrisa nerviosa en su rostro.
-Claro, tú también me gustas, Take…
-Realmente me gustas, Mimi. – replicó él, de manera demasiado seria. – Cuando era pequeño me gustabas porque tratabas de evitar que los problemas que nos rodeaban afectaran tu humor, e incluso cuando estabas enojada, nunca te desquitaste conmigo. Siempre fuiste empática a los sentimientos ajenos, Mimi, incluso si no te dabas cuenta al principio… Y ahora, ahora sigues igual, con ese aire infantil que te hace disfrutar cada momento, hasta el rechazo de Yamato te lo tomaste con humor… Yo…
Mimi bajó la vista. No la reacción que esperaba de ella… pero siguió, tenía que dejarle claro todo.
-Te quiero.
La chica volvió a subir el rostro, pero le fue imposible mirarlo a los ojos. Simplemente… no podía.
-Lo siento, Takeru… pero yo no siento lo mismo por ti. Lo siento…
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Takeru se maldijo por lo bajo. La hizo llorar… la vio llorar mientras ella se iba. Y no la detuvo… Se preguntó como podría hacer que todo volviera a la normalidad… necesitaba esa normalidad de vuelta, donde Yamato, Mimi y él eran los mejores amigos. En donde Mimi descargaba sus penas en él, y no por él…
Sabía lo que Mimi le iba a responder, pero esa maldita esperanza que siempre cargaba… lo impulsó, lo obligó a seguir queriéndola cuando ella obviamente no lo iba a corresponder…
Y ahora debía luchar contra sus sentimientos para mantener la débil amistad que tenían… Al menos con eso quería quedarse, con su amistad… Tal vez el final del verano quería indicar un nuevo comienzo, tendría que intentarlo…
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Ella trató de parecer calmada cuando regresó a la casa. Avanzó con paso rápido hasta el cuarto de huésped en el que llevaba casi un mes instalada… No esperaba encontrarse a Yamato ahí.
-Hey, Mi-chan. ¿Tan temprano de vuelta?
Ella se dejó caer sobre el suelo, de mala gana.
-Hum…
-¿Y dónde está Takeru?
Frunció el entrecejo. No quería hablar del tema, quería estar sola…
-¿Pasó algo malo?
-No…
-¿Entonces...?
Lo miró enojada.
-¡¿"Entonces" qué?!
Él alzó las cejas.
-¿Entonces por qué no estás con Takeru y en vez tienes los ojos rojos del llanto y no quieres hablar conmigo?
Mimi trató de contar hasta diez… veinte, treinta… no pudo. Seguía enojada.
-¡¡¡¡¡¡RAYOS!!!!!!
Yamato apenas pudo advertir el estallido del volcán. Cayó detrás de la cama tras recibir la lámpara de noche en la cara, y el resto de los artefactos de la pieza volaron por el aire… Menos mal que la madre de los rubios no estaba en casa en esos momentos, porque ver el resultado de la explosión de Mimi le hubiese causado un desmayo…
-Mimi… calma, Mi…
-¡Todo es tu maldita culpa, Ishida Yamato!
El susodicho asomó levemente la cabeza al escuchar eso.
-¿¿Mi culpa?? ¿¿Y QUÉ es mi culpa??
-¡Que Takeru me haya dicho que me quería! – exclamó ella, sosteniendo unos cuantos libros en manos, listos para practicar tiro al blanco con la cabeza de su amigo. - ¡¡Si no me hubieses rechazado nada de esto hubiese pasado!!
Yamato no pudo más y se puso de pie nuevamente. Cubrió su cara cuando ella le tiró los libros encima, y luego pudo mirarla de nuevo.
-Quizá es mi culpa no haberte correspondido en ese entonces, pero no sé que tiene que ver eso con que Takeru se te haya declarado… - trató de sonar neutro, aunque la verdad, estuvo esperando todas las vacaciones el momento en que su hermanito diera ese paso…
-¡Claro que sí! ¡¡Nos hicimos más amigos en primer lugar porque él fue a consolarme por TU rechazo!! ¡Y fueron TUS problemas con Taichi-san los que nos unieron más a nosotros tres! Y claro, como él sabía que nada podía pasar entre tú y yo…
La mirada de Yamato se volvió dura. Se acercó a Mimi y la agarró por los hombros. Ella había comenzado a balbucear por lo bajo, y parecía a punto de llorar nuevamente…
-¿Te das cuenta de lo que estás diciendo Mimi? ¡No tiene ningún sentido! YO no le ordené a Takeru enamorarse de ti, y no es algo tan terrible tampoco como para que te pongas así…
Finalmente ella dejó que el llanto saliera, volviendo a caer al piso.
-Claro que es terrible… No puedo estar con Takeru, él no es lo que busco…
Su amigo suavizó su mirada, y trató de hablar con más ternura.
-Mi-chan… si no está en él lo que buscas, ¿En quien está?
-¡En ti, para empezar! – replicó ella con fuerza, haciendo que él la soltara. - ¡Necesito a alguien que me proteja! No que sea mi hombro donde llorar, necesito sentirme protegida…
-¿Y quién te dice que quien te consuela no te está protegiendo?
-No es lo mismo. Necesito a alguien que evite que yo llore, no que me cuide después. Tú jamás hubieses dejado que alguien me hiciera daño…
Una risa sarcástica salió de los labios de Ishida.
-¿Qué acaso no recuerdas como quedé hace un mes cuando ese grupo de imbéciles me agarró a golpes? No soy invencible, ¿Sabes?
-Pero aún así… - Mimi insistió.
-Takeru es bastante fuerte, si eso es lo que buscas, no lo subestimes…
-Él es un niño todavía, siempre lo será para mi…
Yamato se pasó la mano por el cabello, suspirando.
-Entonces quien tiene la culpa eres tú, Mi-chan.
Ella dejó caer una última lágrima rodando por su rostro… ¿Era en verdad su culpa? ¿Qué podía hacer ella si era su culpa? Nada… sólo esperar a que Takeru la perdonara…
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Lejos de esa pequeña tempestad, a la entrada de la gran casa estaban nuevamente los hermanos Yagami, observándola con sentimientos mezclados. Por un lado, Taichi parecía haber pasado unas vacaciones muy aburridas… Ya no podía ver a sus amigos de Yokohama de la misma manera… aunque se alegró de enterarse que su hermana no entabló citas con ninguno de los chicos con los que solía salir… al menos a ella si le había hecho bien volver a sus amigos de infancia.
Hikari, por otro lado, estaba desesperantemente ansiosa. ¡UN MES! Treinta largos día lejos de esa casa, lejos del cuarto de Koushirou, lejos del calor de su cama, del calor de sus besos…
Ella quería verlo YA.
Entraron algo apresurados y para felicidad de la menor, Izumi había llegado unos minutos antes. Sora estaba con él, en la cocina, y les dieron la bienvenida a sus amigos.
-¡Estoy muerto de hambre! – hizo notar Taichi una vez más relajado, y dejando que su estómago sonara con demasiada fuerza. - ¿Hay algo de comida preparada?
La colorina negó con la cabeza, con algo de culpabilidad.
-Nada de nada, lo siento. Hace dos días que vacié la despensa, y ayer comí afuera. – explicó.
Él hizo un gesto de disgusto, pero no se desanimó.
-Habrá que ir a comprar entonces. ¿Me acompañas, Koushirou?
El muchacho intercambió una mirada con Hikari y luego con Sora, ésta entendió de inmediato.
-Yo voy. Fui yo quien acabó con todo, así que te ayudaré, ¿Vale?
-Ok, - Taichi se giró a su hermana. – Volveremos al rato…
La pareja se mantuvo en silencio dentro de la cocina mientras escuchaban marcharse a los otros dos.
Luego que la puerta se cerrara, estaban solos.
-Um…
-…
El silencio se mantuvo. Hikari comenzó a mirar el espacio a su alrededor. Había muchas botellas de alcohol en el basurero… Con razón no quedaba comida, de seguro que Sora tuvo una fiesta personal durante las vacaciones…
Sus pensamientos fueron interrumpidos al sentir el aliento del pelirrojo en su cuello. ¡Se le había acercado sin notarlo!
-Te extrañé… - le murmuró al oído.
Ella se sonrojó, ¡De gusto!
-Y yo a ti…
Y se besaron, ahí, en la cocina. Un beso tras otro. Forzaban sus labios uno sobre el otro reconociendo su terreno, no habían estado ahí desde hace tanto…
Sin apenas separarse corrieron a la habitación. Al menos algo de sentido común les quedaba, pues sabían que sería más difícil ser descubiertos estando encerrados…
Cayeron sobre la cama, la familiar cama, y los besos no se detuvieron.
Él sobre ella, tras un largo rato de acaloramiento, se miraron a los ojos. Estaban agitados, y sus ojos mostraban su mayor deseo…
-Quiero… quiero ser tuya… - dijo ella, sosteniendo una enorme sonrisa. Ni siquiera la primera vez hace tres años había estado tan dispuesta… - Hazme tuya, Kou-chan…
Él se erizó al escuchar su apodo, y la sugerencia… estaba pensando en lo mismo, quería lo mismo…
Trataron de buscar una posición más cómoda para lo que estaban por hacer. Hikari, jugando, le mordió el cuello. Él se quejó diciendo que tendría que usar bufanda cuando el otoño aún no llegaba, pero ella lo ignoró, besándolo nuevamente en los labios para callarlo… Entendiendo el mensaje, y las ganas de divertirse de su novia, Koushirou se sacó lentamente la camisa que traía, causando una risa leve en Hikari.
Ella se le lanzó encima para acariciar su pecho. Una vez sobre él, se desabrochó su blusa, y se dejó abrazar, conectando un cuerpo con el otro…
Él besó sus hombros, recorrió su espalda, comenzó a bajar… La mano del pelirrojo se detuvo en la parte baja de la espalda, no por querer detenerse, sino porque Hikari se adelantó, y su juego de manos lo tenía atrapado… Ella no tenía intenciones de soltar su sexo, a no ser que obtuviera lo que quería…
-… Kari… chan…
La chica comenzó a masajearlo, usando sus dedos como armas, haciendo que Koushirou sintiera mil cosas a la vez, todas placenteras…
Pero finalmente él la obligó a soltarlo… Quería hacerla suya, quería estar en ella… Tomó sus manos con las suyas, y le susurró leves fantasías al oído. Ella quería que fueran ciertas…
-Si, Kou… por favor…
-Kari…
Otro beso más fue compartido, y él trató de salir de la cama en busca de protección en su cajón…
Pero…
-Hey, ¿Hay alguien aquí adentro? Escuché ruidos…
La puerta de abrió.
Jou.
El par quedó inmóvil.
Habían sido atrapados de nuevo.
Y no como con Takeru, no simplemente jugueteando…
Jou los vio. Él estaba tieso también… se le subieron los colores a las mejillas.
-Er… um, ah… - no logró sacar palabras.
Luego de un minuto de desesperación por parte de los tres, la chica, semi desnuda y ya con un aire de completo disgusto por haber sido interrumpida, se giró a su novio.
-¡¿No dijiste que ibas a arreglar el cerrojo antes de salir de vacaciones, Koushirou?!
Continuará…