Notas:
Cris: Ari-chan está muy motivada! Bienvenidos a otro capítulo!! Esta vez le toca a Taichi y sabrán más de Mimi!
Ari: Sie... Sigue sin gustarme el destino de Mike... Ni modo, para que vean que hasta la persona con una sonrisa más luminosa que el sol puede esconder un pasado tan oscuro como la noche...
Y sobre la duda de Zero en su review: Lo que le dijo Hikari a Koushirou en el oído es referente a la relación entre Taichi y Jun, nada de su sexualidad... o si. O sea, si alguien entiende el término 'sekusu tomo' Sabrá a lo que me refiero ^^U
Capítulo 21: Mi decisión (Primera parte).
¿Qué era lo que estaba mal?
Taichi se revolcó sobre su cama. Estuvo toda la noche despierto...
El día anterior el resto de los habitantes de la casa había desaparecido durante la tarde, dejándolo solo. Por lo general, no le importaba quedar solo en la casa. Se dedicaba a ver televisión o jugar un poco con su pelota esperando no romper nada. Pero ese día, es viernes...
Todos estaban con Yamato. En el bar donde trabajaba Yamato. En el lugar donde Yamato les diría que es... diferente.
Taichi no sabía que pensar al respecto. No había pensado nada de eso desde el cumpleaños de Mimi, en donde sus problemas se volcaron hacia otro rumbo... Su hermana y Koushirou.
Todos sabían salvo él. Todos protegían a la pareja, sin entender que Taichi lo hacía por el bien de los dos...
Ok, no pareciera que fuera así, no por la manera en que trataba a Koushirou, pero era la verdad. Conocía demasiado bien a Hikari... Sabía que ella terminaría destrozando esa relación como la que tuvo con todos sus novios anteriores... Y todo se le escaparía de las manos. Perdería a Hikari... y a sus amigos.
Lo había hecho todo mal, lo sabía. También sabía que no era conocido por pensar las cosas antes de actuar. Si tan solo los demás entendieran...
Y Yamato...
Yamato era otro asunto completamente distinto, ya fuera de su alcance... Por eso estaba tan confundido. No sabía si se sentía mal por Yamato, o si temía que el orden de su pequeño mundo se volviera a romper dependiendo de las reacciones del grupo frente la verdad del rubio...
¿Por qué Yamato decidió ser así? Todo sería tan fácil si no lo fuera... O si al menos lo hubiese callado... Si al menos no le hubiera dicho a él...
Aunque claro, esconder la verdad fue lo que hizo Hikari, y se había molestado con todos por ayudarla a esconderla. Entonces, no podía pedir retroceder en el tiempo y que Ishida le hiciera lo mismo...
A veces desearía ser ignorante. Si no supiera nada... Nada ocurriría, ¿No?
...
Sabía que eso no era cierto. Fue más tarde que temprano que sus padres explotaron tras años de esconder la inestabilidad de su relación. Y si no se hubiera enterado de lo de Hikari, no podría prevenir el desastre que pasará si ella sigue junto a Koushirou... y Yamato...
Se decidió a salir, justo cuando vio un papel a un lado del teléfono. Era la dirección del bar de Yamato. Tomó su chaqueta y partió.
Entró al local con cuidado, tratando de pasar desapercibido entre la gente. Había algo raro en ese lugar. Demasiado extraño... No quiso fijarse en su alrededor salvo para encontrar a los demás.
Detuvo su paso.
¿Y qué haría cuando los encuentre?
¿Acercarse? No. No quería estar ahí cuando Yamato se descubriera...
Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio una pareja de mujer acariciándose en frente suyo. ¿Qué rayos...?
La última canción de la banda de Yamato comenzó a tocarse. No era lenta, pero tampoco movida... Taichi desvió la mirada, escuchando con claridad los sentimientos de quien un día llamó amigo...
Y ahí notó a los demás, escuchándolo con atención. Luego de unos minutos, el rubio se reunió con el grupo, con expresión nerviosa. Taichi estaba lejos para escuchar, pero era obvio lo que les estaba declarando... Aguantó la respiración deseando entender la expresión de los demás.
Y así fue. Vio sus... sonrisas.
¿Por qué?
Se quedó estático, observando como todos, incluido Yamato, sonreían.
¿Por qué?
Y al no poder despegar la mirada del grupo, el rubio lo vio. Ishida volvió al escenario y comenzó a cantar una nueva canción... sobre él.
Yamato se estaba defendiendo por todas aquellas miradas acusadoras, por todos los comentarios esquivos, por todo lo mal que lo había tratado Taichi.
Y entonces se fue.
Se alejó de ese lugar, y caminó sin rumbo por las calles.
Para cuando finalmente volvió a casa, no recordaba nada de lo que había pasado por su mente esa noche, y fue directo a su habitación.
Pero no pudo dormir.
Y ahora se revolcaba en su cama por la falta de sueño y tranquilidad.
¿Qué era lo que estaba mal?
Todo, obviamente.
¿Por qué su relación con los demás se había resquebrajado de esa manera? Ellos eran todo lo que él tenía...
...
Comenzó a escuchar movimiento fuera de su cuarto. Era tarde entonces, si ya todos estaban levantados...
Que tonto, olvidó salir a trotar esa mañana.
Se recostó de lado, quitando la mirada que llevaba rato fija en la ventana del techo. La cortina de metal impedía la entrada de la luz, por eso no sentía el paso del tiempo...
Un golpe a su puerta.
Taichi levantó la cabeza. ¿Quién sería?
-Está abierto. – murmuró.
Fue escuchado y la persona de afuera abrió la puerta. Era Jou.
-Buenos días. – lo saludó, cerrando la puerta tras de si.
Taichi se sentó para mirarlo mejor. Jou se mantenía cerca de la puerta, con una expresión extraña...
-¿Qué pasa?
-Es sólo que... – Jou dudó. Dio unos pasos adelante y se sentó al borde de la cama. – Tienes cara de muerto, Taichi. ¿Dormiste algo anoche?
El castaño se echó para atrás, soltando un respingo. Prefirió no responder.
-¿Qué pasa, Jou? – repitió.
-... Quería ver si estabas bien.
Yagami volvió a levantarse para mirarle la cara a su amigo.
-¿Por qué habría de preocuparte algo así? – preguntó, alzando una ceja, sin entender.
-Pues... – Jou bajó la vista. – Ayer me di cuenta que hemos dejado de lado muchos asuntos pendientes por no querer meter nuestras narices. Has estado tan molesto con el asunto de Hikari-chan y molesto con nosotros por no decirte que no pensé cómo no sólo las peleas con ella te deben estar afectando, sino también nuestra poca intromisión. – subió la vista, encontrando miradas con Taichi. – Somos amigos, y no es sólo nuestro derecho, sino también nuestro deber el entrometernos en los asuntos de los demás.
El hermano de Hikari se sorprendió y no supo que decir. Prefirió dejar que Jou terminara antes de interrumpir. No quería arruinar la conversación.
-Y sobre lo de Yamato... – Jou volvió a dudar, pero en unos segundos su expresión se afirmó. - Tú sabías desde antes, ¿No es así?
-¿Él te lo dijo?
-Me lo confirmó.
Yagami asintió.
-Si, sabía. Me lo dijo la noche de mi cita con Sora. – aclaró el castaño.
-Ya...
Taichi frunció el ceño.
-¿Y no te habrá dicho que me comporté como un idiota con él desde entonces?
Kido negó con la cabeza, semi sonriendo.
-Eso lo saqué por conclusión.
El otro prefirió callar. Si Jou sabía todo... ¿Qué haría ahora?
-Es difícil... – continuó el chico de lentes, ahora serio. – Es difícil cuando creces con ciertas creencias, el dejar pasar una declaración así como algo normal.
El rostro de Taichi se iluminó.
-Entonces, ¿Tú entiendes...?
-No. – Jou volvió a negar con la cabeza. - Entiendo que las tradiciones son muy fuertes en algunas personas. Entiendo que cuando le afectas la normalidad a alguien, no reaccionará siempre como uno quiere. Entiendo eso.
-Pero...
-Pero, - repitió Kido. – No entiendo porque tú te dejas guiar por la cabeza en vez del corazón. Eso no lo hacías antes, Taichi.
El castaño soltó una risa.
-¿El corazón? – alzó una ceja. - ¿No eras tú quien decía de pequeño que el corazón sólo es un gran músculo que bombea sangre?
Jou siguió serio.
-Sabes a lo que me refiero.
-Sé a lo que te refieres. – declaró Taichi, manteniendo su falsa sonrisa. – Pero no le veo el caso. Sabes que soy un testarudo.
-Todos los somos. – replicó Jou, y luego se puso de pie. – Pero siempre hay momentos en que nos toca ceder. Es tu decisión escoger cuando.
El menor de los Kido salió del cuarto. Taichi dejó escapar su sonrisa y su expresión se volvió triste. No había nada que decir... Y de lo que había por hacer aún no estaba seguro si se atrevería, o si siquiera era lo correcto...
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Desde que Mimi tenía memoria, había dependido de los demás. A los tres años no daba ni un paso sin primero ir de la manos de su mamá. A los siete, sólo iba a casa de sus amigas si su papá la llevaba. A los diez, fue transportada a otro mundo y en su desesperación conoció a grandes amigos y una compañera inseparable. Cuando todo eso terminó, sus padres la llevaron a vivir al extranjero, y ahí, en otro nuevo mundo para ella, conoció a Michael.
Mimi apoyó su cabeza hacia un lado, sobre su mano derecha. Su mirada parecía perdida a pesar de estar enfocada en su copa de vino.
No le gustaba el alcohol. Solía tomarlo de vez en cuando, pero le traía malos recuerdos... ¿Por qué la gente caía en vicios tan tontos?
-¿Meems?
Reaccionó al escuchar su apodo. Así la llamaban sus amigos en Estados Unidos, y luego, aquellos en Osaka, a causa de Michael.
Quien estaba enfrente suyo.
-Oh, perdón, Michael, estaba en otro mundo. ¿Decías algo?
-Sólo preguntaba si tu vino sabía bien, no estás tomándolo.
-Ah, no es eso, está muy bien. – Mimi se vio obligada a tomar un sorbo. Sabía extraño, pero lo ignoró. – Es sólo que perdí la costumbre del licor.
-Vaya, entonces si has cambiado mucho desde que nos vimos.
Ella asintió regalándole una sonrisa.
Se sentía orgullosa de haber cambiado. De haber dejado su pasado inmaduro atrás. De estar en control de si misma.
Michael fue su mejor amigo en la época que vivió en Nueva York. Su confidente, su primer amor. Era un amor inocente, del que nunca le habló, hasta que sus padres le dijeron que volverían a Japón. Eso la choqueó. Ella dependía de Michael, como había dependido de tantos otros, y no quería dejarlo ir...
Pero a la vez, al sentirse tan mal, entendió porque era tan necesario irse, que era por su bien. Que dentro del dolor de la separación lograría dejar su infantilidad y ser independiente, crecer como persona.
Y le dijo que lo quería, y se despidió de él.
Osaka era tan distinto al Japón que conocía antes. La tranquila Odaiba, cambiada por la movida Osaka. Era más perecido a Nueva York de lo que nunca fue a Odaiba. Venía dispuesta a comenzar de nuevo, ser una nueva Mimi, madura, decidida.
Pero Michael apareció en su vida nuevamente.
-Es hermoso este hotel. – comentó, volviendo a su acompañante. – Siempre me han dicho que comer en hoteles es carísimo. No me hubiese importado ir a un local de comida rápida...
-Aquí me estoy hospedando. – explicó el rubio. – Saldrá dentro de la misma cuenta, no te preocupes.
-¿Y quién está pagando la cuenta?
-Mi tío.
La sonrisa de Mimi se torció.
El tío de Michael... Ugh. No le gustaba ese hombre. Por culpa de él todo cambió... Alguien de mala vida, como le dicen.
Michael lo dejó todo por seguirla hasta Japón. Él también la quería, demasiado.
Demasiado...
Y se quedó a vivir con su tío, en Osaka. y así Mimi continuó a su lado... Pero... los vicios del tío inundaban la casa, y a Michael, y a los amigos de Michael.
Y a ella.
Terminó su copa de vino en tres sorbos y se sirvió más.
-¿Seguro que no quieres, Mike?
El chico sonrió.
-No, gracias.
-Estaba aquí antes de que yo llegara. – recordó ella.
-Lo pedí para ti.
-Oh.
-Me llamaste 'Mike'. – hizo notar él, apoyando también el rostro sobre su puño. – Eso no lo hacías desde que vivíamos en Nueva York.
-Me gusta es tiempo. – replicó Mimi. – Todo era más simple.
-Cierto... – el norteamericano hizo una pausa. - ¿Por qué desapareciste de esa manera, Meems? ¿Por qué te fuiste sin decir adiós?
Ella no quitó la mirada de su copa.
-Quería independizarme.
-Me dejaste solo. – dijo él.
-No fue mi intención, - dijo ella, en voz baja. - Pero no podía seguir donde mismo, estaba arruinando mi vida.
-Si hubiéramos tratado de arreglar las cosas...
Mimi cerró los ojos y negó con la cabeza.
-Sabes que no iba a ser posible. Estábamos perdidos...
Cuando la "pelirroja" volvió a abrir los ojos sintió que la imagen de Michael se distorsionaba. Pestañeó un par de vencer para aclarar su vista. ¿Es que el licor quería recordarle aquella época en que todo lo veía borroso y confuso?
-Pensé que todo iba bien. – siguió el rubio. – Pensé que...
-Ambos terminamos abandonando nuestras carreras, Michael. Fue de suerte que acabamos la escuela. No sólo nosotros, sino todos los demás... Era un circulo vicioso, las drogas...
-Nos hacían sentir bien para lo mal que lo estábamos pasando. – replicó él, mostrando con su tono de voz su molestia. – Sólo era para eso, no...
-Michael, era adictivo. – Mimi lo cortó en seco. – Y era sólo una ilusión, nunca nos ayudó.
Hubo un silencio incómodo entre los dos. Mimi trató de sacar de su mente todas esas imágenes de ella inyectándose, o inhalando... Agitó su cabeza, tratando de pensar en otra cosa.
Y la imagen de Takeru apareció en su mente.
Takeru, Yamato, Sora, Jou, Hikari, Koushirou, Taichi. Sus amigos.
Sus verdaderos amigos.
Ella quiso mucho a Michael, pero jamás lo perdonaría por meterla en ese mundo, y jamás se perdonaría a ella misma por dejarse llevar.
Cuando se dio cuenta del desastre que era su vida, de que la máscara de felicidad ya pesaba demasiado, se encerró en su cuarto por semanas. Sus padres estuvieron muy preocupados, nunca supieron que le pasó...
Hasta que un día ellos le sugirieron un cambio de aires. Si había algo en su vida que la atemorizaba tanto, no era de cobarde aceptar que tenía miedo y escapar.
Y se reencontró con sus siete amigos de infancia. Aquellos de los cuales dependió tremendamente, pero que sacaron lo mejor de ella. Aquellos que no la dejarían caer nuevamente.
Claro, las cosas no estaban perfectas entre ellos en estos días. No con Taichi molesto, y con Takeru enamorado de ella...
Sabía que el hermano de Yamato aún pensaba en ella. Trataba de ignorarlo, de hacer como si nada pasara, porque no podía ser.
Después que Yamato la rechazó, entendió que lo que buscaba era un hombre que la protegiera, que no la dejara caer como Michael lo hizo. Se sentía segura con Takeru, lo quería mucho... Pero él era demasiado inocente. No la entendería, no entendería por todo lo que ella había pasado. No le reconocería el mérito de escapar del infierno y volver a sonreír de verdad.
Tomó otro trago de su copa, y Michael se le volvió a desenfocar.
Le dolía la cabeza. Estaba cansada de tanto pensar...
-Estoy limpia ahora. – le dijo a él. – Y soy feliz donde estoy y con la decisión que tomé.
-Te extraño. – le respondió el gringo. – Desearía seguir adelante, pero sin ti... Tantos años juntos, Meems...
Michael se le acercó y le acarició el rostro. Ella quería alejar su mano, pero no pudo.
Algo estaba mal... ¿Qué le pasaba a su cuerpo? No reaccionaba...
-No me parece justo que seas sólo tú la que decida sobre nosotros...
-Ya no somos 'nosotros', Michael... – la voz de Mimi salió seca, raspándole la garganta. – Ay...
-¿Pasa algo malo? – interrogó el rubio, aunque su tono no sonaba preocupado. Él sonreía.
El sexto sentido de Mimi la alarmó. Su cuerpo no quería reaccionar como debía...
Miró de Michael a su copa de vino, y luego a la botella, que ya tenía menos de la mitad. Después volvió al rubio.
-Mike... – dijo, con dificultad. - Que... ¿Qué le echaste a la botella?
Él no despegó su mirada de ella, pero no respondió.
-Mike... – los ojos de Mimi se enrojecieron, como queriendo llorar. – Mike... No me hagas esto...
-Meems, te extraño tanto, extraño todas esas noches que pasamos juntos, tu perfume, tu figura, no quiero que nos volvamos a separar...
Dos lágrimas lograron escapar de sus ojos y rodar por sus mejillas, antes que Mimi perdiera por completo el conocimiento...
Continuará...
Notas:
Cris: Maldición!! Dónde está Takeru cuando se le necesita?! Se sorprendieron con la historia de Mimi y Michael??
Ari: Como dije, cualquiera puede tener un pasado complicado. Y eso que aún faltan muchos misterios, en especial en los capítulos que vienen. No por nada esta temporada la titulé 'Crisis'...
