CASA PARA OCHO

Notas:

Ari: No puedo dejar de mencionar el hecho que mi computador se fue a estado de coma el día que tenía pensado terminar y pasarle este capítulo a Cris para que lo leyera… De igual manera, no lo considero suficiente disculpa por la demora. El cap 28 ya está en proceso, así que con suerte me demoraré mucho menos de ahora en adelante.

Cris: Gracias a todos por esperar. Por favor disculpen a Ariadna y bueno, ¡Ya es un capítulo más!

Ari: Ah!, Quisiera agradecer los reviews del último capítulo y los comentarios sobre la página. No entiendo muy bien, eso sí, como es que todos asumen que seremos unas malvadas de primera cuando si así fuera no hubiese pedido que no me mataran para poder escribir este capítulo. Es obvio que de haber matado a Sora, estaría en estos momentos escondiéndome bajo una piedra o algo. De todas maneras, Lara dio en el blanco, esto es "casa para OCHO"… Aunque, ahora que lo pienso, eso puede cambiar de todas formas en el futuro... risa malévola

Cris: Sí, también yo estoy agradecida por los reviews, y pido disculpas por lo poco que duró la página, pero el servidor se cayó. Ahora estamos buscando un nuevo hogar, así que paciencia por favor.

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Capítulo 27: Blanco y negro.

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El escenario es siniestro. Están todos totalmente rodeados de blanco. Blancas paredes en cada costado, blancas ventanas y puertas. Todo demasiado blanco.

Taichi detesta el color blanco. Lo ha detestado desde siempre. Él disfruta de los colores vivos, y las manchas, huellas de algún juego que llevara a cabo. El blanco es un color pálido, sin vida. Peor aún que el negro, que al menos muestra el paso del tiempo. El blanco es relacionado con los hospitales, y si hay algo que Taichi deteste más que el color blanco, esos son los hospitales.

Siempre con rincones tan llenos de gente, de gritos, de sangre, tan faltos de aire. Y rincones en donde el silencio y la espera pueden comer por dentro a una persona. Como ahora, como el grupo de personas que son, en aquella habitación blanca… Esperando, esperando.

Al mirar a su derecha, al fondo de la habitación, están Yamato, Mimi y Takeru. Ambos rubios sostenían cada mano de la castaña, dejando que ella las presionara con fuerza cada vez que tuviera deseos de desahogarse. Mimi no soltó ni una sola lágrima, ni antes de llegar la ambulancia ni después, pero sus nervios están de punta, y sus ánimos claramente también. Los hermanos, en cambio, parecen los únicos en verdadera calma de los presentes; Necesitan saber que fue lo que pasó y qué pasará antes de dejar escapar cualquier sentimiento.

A la izquierda de Taichi, sentada a su lado, estaba Hikari, ensimismada, envuelta en sus recuerdos. Recuerdos de las penurias en el hospital durante su infancia, o tal vez algo más. Sólo sale de sí misma de tanto en tanto para mirar de reojo a Koushirou, sentado apartado de ella por tres sillas, en una posición en que Taichi no puede verle bien el rostro para intentar entender qué pasa por la cabeza del pelirrojo.

En el otro extremo del cuarto, cerca de una de las enormes puertas blancas, está la novia de Jou, Umi. Ella se mantiene silenciosa hasta en su respiración, mirando constantemente hacia la puerta. Esperando y deseando que se abra, como todos los demás…

Jou está del otro lado de esa puerta, conversando con el médico encargado.

Ya iban dos horas desde que el único sonido que traspasara la puerta fuera un leve murmullo que se desvanecía con el peso del silencio.

Y eso, obviamente, estaba sacando a Taichi de quicio.

Hasta que tras otros minutos más de espera, por suerte, Jou hizo aparición.

Y todos se pusieron de pie de un salto. Sus miradas expectantes, esperando que fuera el azulado quien rompiera el silencio con buenas noticias.

Jou respiró profundo antes de responder.

-Sora está bien. – Dijo al fin.

Y suspiros de alivio inundaron la sala.

-Sigue inconsciente, pero está estable. – Agregó. – El golpe en la nuca sólo la aturdió y la pérdida de sangre fue mínima. – Tomó una pausa. – Ahora mientras duerme le están drenando el alcohol de la sangre.

-¿Alcohol? – Repitió Hikari.

Taichi vio claramente como el rostro de Jou se endureció.

-Sora estaba completamente ebria anoche. Tenía 1.6 grados de alcohol en su sangre.

-¿Por eso resbaló y cayó a la piscina? – Preguntó Yamato.

Kido desvió la mirada.

-La lluvia de la semana pasada hizo que el agua de la piscina se desbordara, y el frío dejó resbaloso el piso. Fue culpa de todos por no haber limpiado el jardín una vez que la lluvia terminó.

Aquel comentario fue un golpe bajo para todos, en especial para Taichi. Tenía muy claro que su comportamiento hasta el día de ayer les había quitado a sus amigos cualquier estímulo para quedarse en casa en cuanto la lluvia acabó, y eso llevó, en parte, al no cumplimiento de los quehaceres de la casa. La otra parte no tenía excusa alguna, y es que todos eran unos flojos de primera cuando se trataba del aseo.

De cualquier manera, Taichi se molestó. Estar en un hospital lo tenía irritado, y asumir la culpa por el accidente dejaba lo que quedaba de su humor por el suelo.

-¿Por qué es que Sora estaba ebria? – Interrogó, con brusquedad. Posó su mirada sobre Jou y luego sobre Umi.

Aquella acción hizo a la chica retroceder.

Antes que Jou pudiera decir nada, Takeru habló.

-¿Es para eso que nos reuniste anoche, cuando Sora-san desapareció?

-Sí. – Replicó el azulado, pero su mirada no estaba en Takeru, sino en Taichi.

El castaño no supo si esa mirada era un desafío, pues no podía imaginar a qué lo estaba desafiando Jou. Kido finalmente se lo dijo, cuando después miró a su novia. Le estaba indicando que dejara a su novia fuera del asunto. Y aunque Taichi estaba sumamente molesto, lo entendió e hizo caso.

-No lo entiendo. – Interrumpió Yamato. - ¿Por qué es que Sora salió tan tarde de la casa y volvió así? ¿Qué fue lo que pasó?

Jou suspiró, y miró a Taichi de nuevo, esta vez en busca de apoyo. No lo encontró, Taichi no sabía qué defender.

-Esto quería que lo habláramos anoche, pero no estaba seguro de cómo abordar el tema…

Nadie dijo nada, pero en sus miradas la pregunta era: "¿A qué te refieres?".

-¿Ninguno de ustedes tiene una mínima idea de lo que estoy hablando? – Cuestionó Jou, conteniendo gran rabia en su voz.

-No te pongas así, Jou-san. – Pidió Mimi. – Si no nos explicas no entenderemos.

-Sora tiene problemas con el alcohol. – Soltó Jou, en un suspiro, ahogando así la respiración de los demás.

Taichi rió.

-No bromees. – Replicó, sonriendo. – Sora no puede tener problemas con el alcohol.

-¿Y por qué no?

El castaño, por inercia, echó su cuerpo hacia atrás.

-Porque… Porque es Sora. – Taichi miró a los demás, esperando que lo apoyaran… Pero no lo hicieron, nadie devolvió la mirada. – Vamos, es Sora. - Repitió. – Sora no haría tonterías sin un buen motivo.

-Cada vez que uno de nosotros hace una tontería cree tener un buen motivo. – Aclaró Hikari, con voz queda.

-Sora tiene sus motivos. – Aseguró Jou. – Pero eso no quita que tenga un problema… Y que sea grave.

-¿Cómo es que tú sabes tanto? – Insistió el castaño. - ¿Desde cuando Sora está metida en esto?

Kido tragó saliva, y desvió la vista. A Taichi le hirvió la sangre.

-¿¿No vas a responder??

-No lo sé. – Respondió Jou, incómodo. – No sé desde cuando Sora está así. No puedo hablar de eso.

-¿Cómo que no puedes hablar de eso? – Esta vez fue Mimi quien cuestionó a Jou.

-Porque son temas personales de Sora. Si ella quiere hablar, se los contará.

-Te lo dijo a ti, ¿No? – Dijo Takeru, presionando su mano contra la de Mimi para calmarla. - ¿Por qué no nos hablaste de esto antes?

Ante esa pregunta, Jou soltó un respingo.

-Y dime, Takeru-kun, ¿Cuándo lo hubiéramos hablado? – Le preguntó con un leve tono burlón. Jou tomó una pausa, y volvió a su seriedad. – Al principio no me di cuenta, y para cuando lo hice Sora no quiso hablarlo conmigo, y todos ustedes estaban preocupados por otras cosas.

-Al igual que tú. – Agregó Hikari, mirando como había hecho Taichi momentos atrás a Umi. – Aún as

-Aún así, Sora-san está del otro lado de esa puerta, inconsciente, y claramente aproblemada, y nosotros lo único que hacemos es negarlo y discutir. – Resumió Koushirou ante todos, y sin siquiera alzar la voz, los hizo callar.

Nadie supo qué decir a eso, y Koushirou no parecía dispuesto a esperar una respuesta. Pasó una dura mirada sobre todos y después caminó hacia la puerta de salida. Taichi supuso que Hikari lo seguiría, pero ella no se movió. Se quedó al lado de su hermano con la cabeza gacha.

-Yo iré por él. – Se ofreció Yamato, soltando con suavidad a Mimi, y desapareciendo tras Koushirou por la misma puerta.

Taichi perdió todo interés en seguir peleando con Jou, o con cualquiera, y volvió a su asiento seguido por Hikari.

¿Por qué su hermana no quería separarse de él? ¿No debería estar con su novio como lo ha estado siempre por los últimos meses?

¿O qué? ¿Hikari seguía tan inmadura que a la primera situación difícil se separa de su novio al no saber qué hacer?

El castaño lo había visto muchas veces. Uno de sus antiguos amigos, quien después fue novio de Hikari, tuvo a su madre muy enferma… Y Hikari fue a verlo al hospital simplemente para terminar su relación con él.

Pero la cara de su hermana menor ahora no mostraba esa fría indiferencia de antes. Ella estaba claramente consternada por Sora. Y también por Koushirou, y eso se notó cuando, de centrar su mirada en la puerta que llevaba a donde su amiga inconsciente estaba, Hikari la centró en la puerta por donde había desaparecido su novio momentos atrás.

-Hikari, ¿Estás bien?

Los ojos de ella perdieron atención en la puerta y se enfocaron en su hermano.

-Ah, sí, estoy bien. – Suspiró. – Sólo… Ya sabes, preocupada.

-Koushirou volverá dentro de un rato.

Ella asintió y trató de sonreír.

-Lo sé, pero… Me gustaría poder ayudarlo a sentirse mejor.

-Entonces anda a buscarlo. – Sugirió el castaño.

-No es tan simple. – La menor negó con la cabeza. – En una situación así sé que él terminará consolándome a mí, tratando de ser fuerte…

-Es la única opción que tenemos. – Reconoció Taichi. – O te haces fuerte o lloras a mares.

La chica desvió nuevamente su atención en la puerta de salida.

-Kou-chan tal vez debiera llorar a mares…

Taichi se estiró en su asiento y giró su cabeza hacia el techo.

-¿Por qué?

-Porque ha pasado por esto muchas veces sin llorar.

-Dile eso, entonces. – Dijo Taichi, con su mirada en el techo blanco… Blanco, blanco. – Hazle saber que no necesita ser fuerte si está contigo, que puede desahogarse contigo.

-No sé si realmente pueda…

-¿No lo intentarás al menos?

Hikari no tuvo respuesta. Apretó los puños para armarse de valor, y caminó hacia la puerta de salida en busca de su novio.

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-¿Cómo murieron mis padres?

-Cariño, hemos hablado de esto…

-Sí, pero ¿Cómo? Los accidentes no ocurren solos…

-Estaban manejando bajo la lluvia, en carretera. Tú… Eras sólo un bebé, e ibas con ellos, pero estabas mejor asegurado.

-¿Quiere decir que estuve ahí?… ¿Estuve con ellos cuando murieron…?

-No, cariño. Perdieron el control del vehículo y chocaron con otro auto. Todos llegaron al hospital con vida, pero no fue más que por una hora o dos... Al momento en que nosotros llegamos al hospital, ellos… ambos…

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-Vamos, Kou-chan. Tienes que venir a la ciudad con nosotros.

-Primero, no me llames así. Me basta con haberme acostumbrado a que Hikari me llame de esa manera. Y segundo, tengo que estudiar, no puedo salir ahora.

-Oh, por favor. Will y Mina-chan nos dieron la misma excusa. ¡Es nuestro día libre!

-Y pasado mañana hay exámenes. No todos son tan inteligentes como tú, Osamu.

-Tú lo eres.

-No sin estudiar.

-Está bien, tú te lo pierdes. Yuri-chan y yo nos iremos a divertir a la ciudad. No me esperes despierto, jaja.

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-No puedo creer que yo esté aquí, que Osamu…

-Yuri-san, no fue tu culpa...

-Sé que no fue mi culpa, tampoco fue de Osamu. No es justo.

-¿Estarás bien?

-Estoy en la cama de un hospital, con un pie y un brazo quebrados, y una contusión que me está causando un espantoso dolor de cabeza. No, claro que no estoy bien.

-Lo siento…

-Pero lo estaré. Es lo que Osamu querría…

-Puedes llorar si quieres.

-Lo sé, 'Shiro, y lo haré. No soy tan fuerte como tú...

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Koushirou caminó hasta la sala de espera común, donde aguardan los casos menos graves. Escapó de esa espantosa habitación blanca. En la sala común había tanta gente que el blanco de las paredes se desvanecía.

Desde pequeño Koushirou ha visitado hospitales. Siempre supuso que como cualquier persona, nada más, pero ya parecía un exceso. Para cuando Takeru tuvo que venir por su caída, el pelirrojo estaba acostumbrado… Pero no a gusto.

Nunca estaría a gusto en un maldito hospital.

Sus ojos comenzaron a nublarse, su entorno se volvía negro…

Necesitaba aire, necesitaba salir…

-¡Koushirou!

Yamato lo tomó por el brazo para detenerlo.

El pelirrojo se vio obligado a reanimarse. Respirar profundo, volver a la calma…

No podía perder el control frente a sus amigos. No podía ser un inútil, un problema más.

-Koushirou, ¿Estás bien? – Le preguntó el rubio. – Te ves muy pálido.

-No me gustan los hospitales. – Aclaró el menor, con la cabeza gacha.

El rubio asintió.

-A mi tampoco. No creo que ninguno de nosotros pueda disfrutar venir aquí en ninguna clase de circunstancia. – Yamato lo pensó mejor. – Salvo Jou, tal vez. Si quiere ser doctor… Y Sora…

Al pensar en Sora, el mundo volvió a oscurecerse para Izumi.

-Será mejor que vuelvas con los demás, Yamato-san, te necesitan…

-¿Y tú no?

Yamato no le soltaba el brazo, y Koushirou estaba perdiendo el aire. Miró el suelo, tratando de enfocar sus ojos y esperando que el piso dejara de moverse.

-… Estoy bien. – Dijo, en un murmullo, aunque fuera obvio para su amigo que estaba mintiendo.

-No lo estás, Koushirou. – Le replicó, su preocupación aumentando a medida que el menor perdía los colores de su rostro. – Está bien si te descontrolas un poco. No trates de aguantarte, te está haciendo mal. Cualquier cosa es mejor que la farsa de calma que tenemos allá dentro.

El pelirrojo finalmente concentra su fuerza en soltarse de Yamato. Se tambaleó, pero se negó a caer. No caería enfrente de su amigo.

-Descontrolarse nunca sirve de nada. – Respondió. – No me hará sentir mejor.

-Koushirou…

Y aunque el menor lo intentó, perdió la calma. Perdió la calma y no la pudo reencontrar para mantenerse coherente, para no hablar de más.

-Mis padres biológicos murieron a poco de haber ingresado a un hospital. Mi mejor amigo ni siquiera alcanzó a llegar antes de terminar igual. Otro amigo casi sufre la misma suerte… Y ahora Sora-san…

El aire no quería entrar a sus pulmones, pero las lágrimas sí tenían intenciones de salir. Koushirou no podía dejarlas escapar. Si las dejaba ir, perdería por completo su control…

Deberían estar todos en casa, durmiendo, o tal vez ya desayunando. No en un hospital, no como sus padres biológicos, como Osamu y Yuri, no como ellos…

Yamato se le acercó y lo tomó por los hombros, pero no logró nada. Koushirou estaba cerrando toda vía de escape de sus sentimientos dentro de él mismo.

Y el pelirrojo pensó que una vez recuperada su respiración, y el enfoque de su vista, sería fuerte. Volvería a la habitación blanca y silenciosa y sería fuerte, por el bien de todos… O…

-¡Kou-chan!

La figura de Hikari apareció a unos cuantos metros, también con la respiración contenida. Al encontrarse sus miradas, la respiración volvió, y ella corrió hacia él para abrazarlo.

Y él se dejó caer en ella.

Quedaron ambos arrodillados en el suelo, con ella abrazándolo y Yamato a su lado.

-Kou-chan, - Murmuró Hikari, tratando de sonar confiable. – Sora-chan estará bien. No es como Osamu, ella estará bien. Lo dijo Jou-san, y vamos a ayudarla lo más posible, y esto no volverá a repetirse.

Koushirou absorbió la información, y bajando su guardia unas cuantas lágrimas recorrieron su rostro.

Sabía que Hikari mentía. Situaciones como la de la noche anterior eran evitables, sí, pero volverían a repetirse, por distintas razones y en distintas circunstancias. Así era el destino que jugaba con ellos… Pero aún así, quería creer en las palabras de su novia. Quería creer en lo que ella le decía, lo que le transmitía…

Sintió vergüenza de pronto, de verse tan desamparado frente a Yamato. No quería ser una carga para sus amigos. Sabía que tenía que ser fuerte, siempre lo había sido antes, pero ahora…

Hikari pareció captar su incomodidad, porque elevó la cabeza y miró al rubio, sonrojada.

-¿Puedes… er, dejarnos solos? Esto es un poco embarazoso…

Yamato sonrió.

-No hay problema, tómense su tiempo. Iré a la cafetería por algo para comer.

Y así, Hikari y Koushirou quedaron abrazados en el suelo, a solas… O lo más a solas que se quede estar en un gran cuarto lleno de gente… Pero siendo ese lugar un hospital, nadie estaba viendo nada fuera de lo común.

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Fue poco después que Hikari fuera tras su novio que la hermana menor de Sora, Kenia, y su novio llegaran a preguntar por la pelirroja.

Kenia no demoró en dirigirse a Jou, que en ese momento parecía tratar de entablar conversación con una muy incómoda y fuera de lugar Umi. Daisuke, por otro lado, se acomodó al lado de Taichi y comenzaron un dialogo tranquilo.

Poco después, Jou abandonó su asiento y llevó a Kenia a la otra habitación donde estaba el doctor encargado de Sora. Así, Mimi se separó de Takeru para hacerle compañía a Umi. Al rato, Taichi anunció que necesitaba tomar aire.

Takeru no quería quedarse sólo. Simplemente no lo soportaría. Mirando a su alrededor, se dijo "¿Por qué no?".

Y se fue a sentar junto a Daisuke.

-Hola.

-Hola.

Silencio.

¿Qué podría decirle Takeru al compañero de escuela de Hikari y novio de la hermana de Sora? Hacía meses que lo conocía, pero en sí no sabía nada de él…

Además, ¿Por qué le importaba conocer a un amigo de sus amigos justo ahora, cuando todos estaban preocupados por Sora?

Tal vez por eso, porque Takeru no quiere pensar demasiado. Los problemas inundan en casa. Cualquier cosa es mejor que pensar en todo eso.

-Pues… - Comenzó el rubio, sin saber qué decir. – Es muy generoso de tu parte venir a apoyar a Kenia-san en todo esto…

Daisuke asintió, pero se veía incómodo. Claro, tampoco él sabía de qué podrían hablar ellos en una situación as

-Y… Ummm… - Por suerte, Takeru recordó algo que valía la pena mencionar. – El otro día conocí a tu hermana.

Esto llamó la atención del moreno de inmediato.

-¿Jun? ¿Fue a visitarlos a su casa?

-No, nos topamos con ella en el bar donde trabaja mi hermano. Resulta que ellos también se conocían de antes.

-¿Sí? – Daisuke se acomodó en su asiento. – El mundo es muy pequeño… ¿Y cómo está ella?

Takeru parpadeó.

-¿No lo sabes?

Motomiya se encogió de hombros.

-No vivimos juntos. Ella tiene un departamento en Shibuya, yo vivo en una pensión cerca de mi universidad. No nos vemos muy seguido.

Takeru asintió, como si entendiera, aunque claramente no la hacía. Si todos esos años que pasó separado de Yamato los hubiesen vivido en la misma ciudad, Takeru no habría demorado nada en ir a ver a su hermano cuantas veces pudiera.

Aunque claro, ya sabía de antemano, con los Yagami como ejemplo, que mantener una relación cercana entre hermanos era más que un martirio a veces.

-Se veía bien, es muy alegre.

-Sí, así es ella.

Y el silencio gobernó nuevamente.

Takeru trató de controlar el nerviosismo de sus piernas. Toda la situación lo tenía inquieto, lógicamente, más aún sintiéndose así de ridículo buscando una clara distracción con quien no parecía tener nada en común.

Finalmente, el rubio puso ambas manos con fuerza sobre las rodillas, para controlar su movimiento.

Y ahí se dio cuenta que las piernas de Daisuke se movían de igual manera hiperkinética.

-No te agradan los hospitales, ¿Eh? – Le preguntó, emitiendo una sonrisa.

Daisuke soltó un bufido, pero después también sonrió.

-Cualquiera al que le guste venir a un hospital tiene que estar mal de la cabeza. Los estudiantes de medicina están todos locos.

Takeru asintió energéticamente, intentando ignorar que aquel comentario ofendía directamente a dos de sus amigos.

-Yo estuve aquí hace dos semanas por un esguince. No fue para nada agradable.

-Lo recuerdo. – Dijo Daisuke. – Tenías yeso para el cumpleaños de Mimi-san, ¿Qué te pasó?

-Fue una herida de batalla. – replicó Takeru con solemnidad.

De inmediato los ojos del moreno parecieron brillar con mayor intensidad.

-¿Juegas fútbol como Taichi-san?

Y Takeru rió.

-Para nada, tropezaría de seguro con la pelota entre las piernas. – Dijo él, negando con la cabeza. – Mi deporte es el baloncesto.

Y Daisuke soltó otro bufido, moviendo su mano de arriba abajo, de manera despectiva.

-¿Baloncesto? Oh, vamos…

El rubio frunció el ceño.

-¿Qué tienes contra el baloncesto? – Interrogó, sintiendo una herida en su orgullo. – De seguro ni sabes sus reglas…

-¿Me lo dices tú, que tropiezas con tus propios pies? – Respondió Motomiya, con una sonrisa burlona que Takeru no se esperó.

-Uno no puede ser bueno en todos los deportes… - Replicó, un poco avergonzado.

Esa excusa pareció no servirle a Daisuke, quien giró los ojos.

-El baloncesto no tiene futuro en Japón, la gente no es lo suficientemente alta.

-Pues no son lo suficiente ágiles para el fútbol tampoco, - Fue el contraataque del rubio, que más que molesto, se sentía sorprendido. - No hay fuerza en los pies.

-Uno puede trabajar en eso con el tiempo… - Trató de contraatacar el moreno. – De todas maneras, el fútbol es más popular que el baloncesto.

Takeru negó con la cabeza.

-Si es por eso, el deporte favorito en todo Japón es el baseball.

-Y no me puedes negar que eso es una muestra excesiva de mal gusto.

El rubio tuvo que reír. Daisuke tenía toda la razón. Por mucho que el baseball fuera el deporte preferido de masas, él en lo personal no le encontraba ningún chiste.

-¿Cuál es la gracia si tienes más contacto físico con el suelo que con tus compañeros o rivales en el juego? – Comentó Takeru, mostrando su acuerdo, mientras imaginaba en su cabeza las comparaciones entre los distintos deportes. – La pelota hay que pelearla cuerpo a cuerpo.

-Pie a pie… - Agregó Daisuke, imaginando por su parte lo mismo.

-Mano a mano…

-Sí, claro.

-¿Empezamos de nuevo?

-El fútbol es mejor, no hay nada que discutir.

-Con alguien tan cabeza dura como tú, claro que no se puede discutir nada.

-Hey, ¿A quién le dices cabeza dura?

-¿¿Realmente necesitas que responda??

Y Takeru, sin darse cuenta, no sólo inició una discusión que se mantuvo por la siguiente hora y media (Más de lo que duró su disputa con Taichi por el mismo tema muchísimos meses atrás), sino también dio paso al comienzo de una peculiar y muy extraña amistad…

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Yamato se sentía drenado de energía. Después de una productiva tarde noche de práctica con la banda del bar, llegó a casa y sintió como si un tornado hubiese pasado por sobre todo y todos y destrozado sus estados de ánimo. ¿Y la guinda de la torta? El accidente de Sora, pasar toda la noche en el hospital y enterarse después que su amiga, la misma que lo había criticado por no confiar en ella al no decirle antes de su homosexualidad, era una alcohólica y vaya a saber alguien porque.

No se sorprendió demasiado, de todas formas. Era lo que se esperaba tras esas últimas dos semanas. Takeru se daña el tobillo, los Yagami se declaran la guerra involucrando inevitablemente a Koushirou, Mimi es drogada y casi violada, y ahora…

Necesitabas todos un largo, largo descanso… De ellos mismos.

Yamato tenía claro que al menos, él sí necesitaba unas vacaciones de Taichi… Si el castaño seguía con la estúpida idea de ignorarlo…

Aunque, puede que aún haya esperanzas… Si aceptó la relación de Hikari y Koushirou, tal vez…

Por supuesto. Y el cielo caerá sobre su cabeza.

Con alguien tan testarudo como Taichi…

Sin embargo…

El rubio suspiró, y prefirió no seguir ese rumbo de pensamientos. Le dolía la cabeza y tenía sueño.

Llegó sin problemas a la cafetería del hospital, pero no se decidió por comprar algo. Ya conocía de antemano la fama de la comida en esa clase de lugares. Y que alguien termine con dolor de estómago es otra de tantas perfectas excusas para iniciar una nueva discusión entre sus amigos.

-Si hay un lugar en donde no esperé encontrarte jamás es aquí… Matt.

Aquel comentario fue como una punzada por la espalda.

Yamato conocía esa voz, demasiado bien para su propio gusto…

-Curioso, ¿Verdad? – Continuó la voz. – Fue en un lugar así que nos conocimos…

La voz provenía de su espalda, y Yamato no demoró en imaginar una sonrisa de satisfacción en el rostro que le correspondía. Ese rostro que estuvo tanto tiempo cerca del propio, en tantas noches en que la sonrisa se deshacía para moldear un beso…

Yamato suspiró nuevamente. Al parecer, los días de desastres aún no acababan.

-No sé si "curioso" es el término a aplicarse en este encuentro. - Replicó Ishida al fin.

Se giró, y quedó frente a frente con un chico más rubio que él mismo, y más alto, pero también un poco más joven. Y la sonrisa victoriosa que se había imaginado efectivamente estaba formada en sus labios.

-¿Cómo lo llamaría tú, entonces? – Preguntó el extraño que no era extraño realmente.

-Una mala jugada del destino, tal vez.

-Vamos, - El otro le guiñó un ojo. – No puedes decir que no me has extrañado.

Y Yamato tuvo que contenerse de soltar un improperio, tentado a borrar con un golpe esa sonrisa odiosa que siempre le erizó cada cabello de la piel. Pero no hizo nada, sólo giró sus ojos.

-Siempre un ególatra, Wallace. No has cambiado nada.

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Continuará...

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Notas:

Cris: ¡Apareció otro personaje de la serie! o

Ari: Ahora que lo pienso, en esta última temporada, cada vez que introducimos un personaje, causamos algún desastre…

Cris: Cuando apareció Iori él no causó problemas…

Ari: Iori ni siquiera habló en ese entonces, y aún así el capítulo acabó mal. Además, sabemos lo que causará Iori después

Cris: Oh, ¡Es verdad! Pero, ¿Y Jun?... Ah, cierto, el capítulo anterior…

Ari: ¡Pero no será siempre así! No somos TAN malévolas, hay personajes que no traen tragedia consigo, ¡Lo prometo!

Cris: No hay que prometer en vano ¬¬ Y de todas formas, ¿Qué historia cuenta Wallace?

Ari: ¿Y preguntas tú? ¡Fue tu idea! Y no contaré nada, ya se enterarán todos en el capítulo que viene.

Cris: ¡Hasta entonces!