Ohayo de nuevo.
Mmmmmm... críticas, críticas... no me puedo quejar, ha habido de todo.
Agradezco a Linita-Gabriev, a Suisei Lady Dragon, a Raven y a Zelda. M, que pusieran reviews.
Linita, es cierto que no hay muchas historias (por no decir ninguna que yo haya visto) que tienen a Martina como "protagonista". Aunque, Suisei, creo que me voy a tener que ir por otros puntos de vista para lo que tengo en mente (ya empieza a tomar forma este fic), de todos modos, procuraré que Martina siempre esté presente, lo prometo. Raven, como te dije, es muy difícil que supere Imposible, creo que fue una de esas rachas de inspiración que se acaban en un suspiro T.T , además, en el género de aventuras, todo tiene que ir considerablemente rápido (o si no se hace aburrido), y no me puedo detener en describir los sentimientos de los personajes (a mi al menos me pasa eso).
Zelda, a mi también me ha pasado alguna vez eso de que no se ha subido un review... creía que estas cosas sólo me pasaban a mí (ya veo que no...) ^ ^U.
Grácias a todos por vuestro apoyo. ^ ^
En fin... sigo con la historia.
Los personajes, etc, no son de mi invención, sino que provienen de la astuta y "desquiciada" mente de Kanzaka, nombrado por todo bicho viviente que escribe fics, etc, etc, etc. Excepto Ezequiel y Reinaldo, que, el primero es invención del Ama del Infierno (me lo ha prestado) y el segundo, invención mía ^ ^U.
********************
El sol de la mañana y unos fuertes gritos en el oído provocados por Reena, que le instaba a levantarse, despertaron bruscamente a la reina de Zoana.
Por un momento se preguntó qué hacía en ese lugar, y porqué no estaba en su ancha cama de matrimonio al lado de su fiel esposo Zangulus.
De repente, una fuerza mayor (que era Reena que la había cogido por el cuello del pijama), la tiró al suelo dónde acabó de despertarse.
- Eres una bruta. - Objetó la reina.
-¡¡Escucha, monada, llevo más de media hora intentando que te levantes, ASÍ QUE NO RESPONDO DE MIS ACTOS SI NO ME HACES CASO!!
Martina se frotaba la barbilla aún sentada en el suelo. ¿Quién se había creído que era esa "hechicera de pacotilla"?
- ¡¡Pero bueno!!¡¿A qué esperas para vestirte!?¡¡Vamos levántate del suelo!! -Acto seguido Reena se giró para seguir renegando mientras se hacía la cama. El día anterior habían llegado a una posada, y después de comer como animales, se habían ido exhaustos a dormir.
Martina, a pesar de los gritos de Reena, se tomó su tiempo para vestirse, y ni siquiera hizo su cama, pues, acostumbrada a las comodidades de palacio, se había olvidado de lo duros que podían resultar los viajes.
La monarca no había terminado de abrocharse la capa cuando Reena anunció que se marchaban.
- ¿¿¿QUEEEE???¡¡Pero si ni siquiera hemos desayunado!!
La hechicera rió.
- Si te hubieras levantado más pronto, habrías desayunado con nosotros. Pero como duermes más que una marmota...
- Reena ¿nos vamos?- Gaudy apareció en el marco de la puerta.
- Sí, vamos. -contestó plácidamente la pelirroja. Se giró hacia Martina -¿Vienes o te vas a quedar ahí?
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Acababan de salir de la posada, y a Martina ya le sonaban las tripas en señal de que necesitaba alimento para comenzar la mañana.
El sol no estaba muy alto todavía, y caminar por el sendero cuesta arriba no se hacía difícil. Si hubieran salido más tarde, el calor del sol les habría hecho coger una insolación. El próximo pueblo, además, no estaba muy lejos y, seguramente, llegarían en cosa de tres o cuatro horas de caminata.
Todo habría sido perfecto para Reena y Gaudy, si Martina no hubiese estado por allí.
- Tengo hambre.
- Haberte levantado antes.
-¿Cuándo encontraremos a mi Zangulus?
-¿Y yo que se, Martina?
- Pero, Reena, ya hace tres días que salimos de Zoana, y aún no le hemos encontrado. Sólo hemos ido a aburridos templos y sitios raros buscando una espada para Gaudy.
-¿Me llama alguien?- Gaudy
-Grrrrrr... Mira Martina, - Reena se giró para hablarle, parándose en medio del camino- Sólo tienes dos opciones, quedarte sola y que te atraquen los bandidos -Matrina tragó saliva y miró nerviosa alrededor.- O quedarte con nosotros. Pero si vienes tienes que estarte calladita todo el camino.
- ¿Y si no? - Preguntó la reina con temor.
- Te dejaremos aquí - La voz de Reena había sonado terriblemente fantasmal, y parecía como si unos rayos acompañaran su voz.
- De acuerdo, me callaré. -dijo Martina con miedo (casi parecía que después tuviera que decir "pero no me pegues").
Y así continuaron su camino sin mediar una palabra. Mientras Martina sufría hambre en silencio.
- Reena -Llamó suavemente la reina.
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? -Preguntó la aludida con claras muestras de impaciencia en la voz, mientras se le marcaba la vena de la sien.
- Creo que por aquí hay bandidos.
- ¿Y qué te hace pensar eso? - dijo Reena al tiempo que se giraba.
No le hizo falta respuesta alguna. Martina estaba boca abajo, colgada como un jamón por un pié. Sin duda había caído en una trampa y como consecuencia, muy pronto estuvieron rodeados de bandidos... A los que Reena les lanzó una bola de fuego, y les robó todas sus pertinencias (así de fácil).
- Bien, ya podemos irnos. -concluyó satisfecha la hechicera.
-Espera Reena -la voz chillona de Martina deshizo su satisfacción.
- ¿Qué quieres ahora?
- ¡¡¡Bájame de aquí!!!
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
El sol se ocultaba cuando llegaron al pueblo dónde ésa mañana se dirigían. Estaban cansados, sus ropas estaban mojadas, llenas de barro y polvo del camino, y lo peor de todo era su olor.
La posadera los miró con evidente asco (casi se tubo que poner una pinza en la nariz) y les hizo pasar directamente a los baños, sin permitirles siquiera dejar sus cosas en la habitación.
Martina y Reena llegaron a la fuente termal reventadas. Y, prácticamente se dejaron caer con un estrepitoso CHOFFF.
- Estoy muerta -declaró Martina.
- ¡¡SI NO TE HUBIERAS ENTRETENIDO MIRANDO LAS CONDENADAS FLORES, NO TE HABRÍAS PERDIDO, Y NO HABRÍAMOS TENIDO QUE BUSCARTE!!
- Bueno, y tú ¿qué?
-¿Cómo que yo qué?
- Si no te hubieras empeñado en recuperar la moneda que se te ha caído en el fondo del lago, no hubiéramos tenido que atravesarlo.
-¡¡Yo no tengo la culpa de que esa medusa de Gaudy cortara las cuerdas que sujetaban los troncos de la balsa, cuando estábamos encima, por que creía que molestaban!! -Reena había levantado el tono de voz para que Gaudy, que supuestamente estaba en el baño contiguo, lo escuchara (aunque en realidad, éste no se dio ni cuenta).
Las dos muchachas suspiraron y quedaron en silencio.
En el baño de los hombres había entrado alguien, ya que se pudo oír el chapoteo que provocaban los pasos de dos personas.
- ¿Entonces es cierto lo que dicen de que hay un tesoro escondido?- preguntó uno de ellos en voz considerablemente alta.
- Shhhhh... - chistó el otro -No chilles, Reinaldo.- El segundo casi hablaba en un susurro, así que Reena, que estaba al tanto desde el momento en que había escuchado la palabra "tesoro", tuvo que prestar toda su atención. - Según he oído, en uno de los templos sagrados de ésta ciudad, se encuentra un tesoro inmenso, con las joyas más bellas que jamás se hayan visto. Dicen también que quién allí va, encuentra una espada con la que se pueden matar cien demonios de un solo golpe. Y también un libro con todos los conocimientos de la magia.
- ¿Te refieres una copia de la Biblia Claire? - preguntó el tipo que tenía por nombre Reinaldo. - Ezequiel, por favor... eso sólo son leyendas. ¿Tienes alguna prueba de que...?
- Estaba hablando, gracias por dejarme acabar.-Protestó irónicamente Ezequiel. Su voz denotaba enfado.
Reinaldo gruñó audiblemente, y luego contestó - Muy bien, termina.
- Bien pues, lo que quería decir es... -y bajó más la voz, hasta que sólo fue un susurro, por lo que Reena y Martina, que también había estado escuchando desde el principio, tuvieron que hacer un tremendo esfuerzo por escuchar las palabras de Ezequiel. -Que ese templo, según he oído, estaba ocupado por dragones dorados que adoraban al dios dragón del agua. Acogían a todos los viajeros perdidos y cansados, tenían grandes riquezas y la espada, supuestamente, les protegía de cualquier demonio.
"Pero cuando se inició la famosa guerra por la resurrección de Shabranigudu, no pudieron protegerse, pues las tropas de los demonios eran interminables. Cuenta la leyenda, que ocupaban un reino entero. Aún así, los dragones protegieron el templo con todas sus escasas fuerzas, y murieron todos. Ni uno quedó con vida. Desde entonces, se dice que una horrible maldición recae sobre todos aquellos que osan poner sus manos en el tesoro, en la espada, o el libro de hechizos."
Ezequiel parecía tener un don extraordinario para narrar historias inverosímiles, y Reena no pudo evitar que la imagen de Zeros pasara fugazmente por su cerebro.
Reinaldo, un ser de vete tú a saber qué mundo, que no le llegaba a Reena por la cintura, que era de un color verde, asquerosamente amarronado y tenía unas largas y afiladas uñas que hacían a su vez de dedos, puso en blanco sus amarillentos ojos denotando incredulidad. En el derecho habían unas extrañas cicatrices que parecían hechas con un ancho tenedor de tres púas, aunque, claro está, ni Reena ni la reina de Zoana podían ver nada de eso, sólo podían escuchar una voz ronca que decía...
- ¿Y esperas que me crea eso?¿Por quién me tomas?¡¡¡Los cuentos de hadas se los cuentas a tu prima, a mi no me interesan esas cosas!!! -E hizo ademán de irse.
- No seas idiota, espera.
Ezequiel, al contrario de su acompañante, era enteramente humano. Su grasiento pelo no llegaba a los hombros y era negro azabache. Tenía parcialmente quemada la cara. Quemadura que le alcanzaba todo el ojo izquierdo antes de color avellana.
- ¿Tienes alguna prueba?- preguntó Reinaldo con rudeza. Ezequiel sonrió confiado.
- Tendrías que ir a echarle un vistazo al templo. Realmente parece que esté bajo el peso de una maldición. Me adentré un poco, sólo hasta donde alcanzaba la luz y encontré esto.
Chapoteos hasta los cambiadores, y más chapoteos de vuelta, después... silencio.
Reena y Martina se morían de curiosidad. Se miraron a los ojos en un gesto de complicidad, y Martina aupó a Reena para poder ver por encima del muro.
La hechicera, lo primero que vio fue la rubia cabellera de Gaudy, a lo que siguió su cuerpo al completo. Al parecer, se había quedado dormido en el agua caliente.
Reena se puso roja, más que si le hubieran pegado doscientas bofetadas en cada mejilla y se obligó a apartar la mirada del joven espadachín.
Lo siguiente que observó, fue el repulsivo aspecto de Reinaldo sosteniendo lo que parecía ser... ¡¡ UN ESCUDO DE ORO CON EL SÍMBOLO DEL DIOS DRAGÓN DEL AGUA!!
El extraño ser lo miraba con avaricia mientras lo sujetaba entre sus afiladas y amarillas garras.
- ¿Qué precio debe tener esta cosa, Ezequiel?¿Ezequiel?
Reena dirigió por primera vez la mirada hacia el humano... que le devolvía la mirada con perplejidad. De repente, tanto Ezequiel como el otro la miraron con los ojos muy abiertos...
-¡¡¡¡¡WWWWWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Comían desesperadamente todo lo que había encima de la mesa (casi platos incluidos). Después de disculparse de Ezequiel y Reinaldo, éstos se fueron y ellos habían decidido quedarse a pasar la noche en la posada.
- Hay gue ver... gronf,... Greena. Nufga gubiega pensago... glub... exo de di... ñam. (Traducción: Hay que ver, Reena. Nunca hubiera pensado eso de ti.)
Reena dejó de comer al momento.
- No seas idiota, Gaudy. Lo hice porque quería ver la prueba de que en ese templo hay algo de valor. ¡¡¡Además Martina también tiene culpa!!!
-¿Yoooooo?¿¡Cómo te atreves a acusar a una mujer con marido?!
Reena, abrió la boca para contestar, pero Gaudy la interrumpió.
- Y... ¿Qué dicen que hay en ese templo, Reena?
-¡¡Eres un estúpido con cabeza de medusa!!¡¡Te lo he repetido como seis veces!!¡¡Esta es la última vez que te lo explico!! - Reena relató de nuevo la historia antes contada por Ezequiel, y enumeró, con estrellas en los ojos, los tres objetos que, supuestamente se encontraban en su interior.
- Imagínate, Gaudy... Una espada para ti solito.
- ¿¿¿¿EEEEEEEEHHHHH????¡¡¡AH, NO!!!¡¡¡ESA ESPADA SERÁ PARA MI ZANGULUS!!! Así se la podré regalar cuando le encuentre. ¡Eso es! Derrotaré a ese Zeros con la espada y luego se la entregaré en señal de mi amor... ¡¡Y entonces nos casaremos!!
- ¡¡¡PERO SI YA ESTAIS CASADOS!!!
- Da igual, nos casaremos otra vez. Y todo el tesoro formará parte de las arcas reales de Zoana.
- ¿Y qué se supone que vas a hacer con el libro? -preguntó ya aburrida Reena.
- El libro... el libro... ¡Quedará precioso en la biblioteca!
Reena cayó estrepitosamente al suelo.
-¿Alguna fantasía más? -dijo pesadamente al tiempo que se levantaba con esfuerzo del suelo y miraba cómo a Martina le rodeaba un aura de felicidad y estrellitas.
La hechicera suspiró.
- Bueno... ¡¡Está decidido!!¡¡¡Mañana iremos a ese templo!!!
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
El cielo apareció claro, y un sol radiante lo iluminaba. Reena había obligado a la reina de Zoana a levantarse muy temprano, y, después de pedir indicaciones, llegaron al misterioso templo.
Era cierto lo que había dicho Ezequiel. A pesar de que el cielo estaba claro, el templo irradiaba maldad. Parecía que estaba bajo el peso de una maldición, pero Martina, a quien se le podría llamar una experta en estos temas, no recordaba ninguna en la que la energía negativa fuera tan poderosa.
- Creo que solo se podría hacer por un hechicero muy poderoso.
- Tan poderoso... ¿cómo un demonio de grado alto? -sugirió Reena.
Martina la miró extrañada.
- No importa... -concluyó la hechicera.
Cogieron la última bocanada de aire fresco de la mañana, para sumergirse en las profundas tinieblas del deshabitado templo. La luz, no penetraba mucho en la oscuridad, pero ya se podían divisar cascos y armaduras hechas de oro puro... pero que aún contenían esqueletos en su interior. A Reena y a Martina no les importó ese último hecho pues cogieron todo lo que podían, se lo cargaron a la espalda y se alejaron de los cálidos rayos de luz de la entrada, discutiendo sobre quién había cogido más.
Pasaron mucho tiempo perdidos en la gran oscuridad. En silencio. Escuchando nada mas que el eco de sus propios pasos retumbando en las paredes. La bola de luz conjurada por Reena, no era suficiente como para ver, siquiera, dónde ponían los pies.
Se oyeron ruidos de pisadas. Muchas pisadas que avanzaban en la oscuridad, y que pronto se convirtió en un estruendo.
-¿Habéis escuchado? - preguntó Gaudy.
- Sí... que raro... - de repente Reena, que era la que había hablado, se chocó con algo... - Martina ¿cuántas veces te he dicho que no te pongas en medio?
- Pero, Reena, si yo estoy detrás de ti.
- Pues entonces que... eh... eh... ¡¡WAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!
Reena salió corriendo, perdiéndose en la gran oscuridad.
- ¿Eh?¿Por qué se irá? -preguntó tontamente Gaudy.
No hubo una respuesta, sino que algo pegajoso les rozó a Martina y a él el cabello. Se giraron para encontrar, no una, sino un ejército entero de babosas que les miraban con ansias...
Para cuando las hambrientas babosas se dieron cuenta, Martina y Gaudy, ya se habían ido pasillo abajo corriendo asustados como si el mismísimo Shabranigudu les quisiera dar un beso en los labios. Detrás de ellos, se extendía una gran humareda.
Cuando por fin, la pareja formada por espadachín y reina, se detuvieron, considerando que ya estaban bastante lejos de las babosas, estaban sin aliento.
- Uf, uf, uf, uf... Dónde. ¿dónde está Reena?- se preocupó Gaudy.
- Habrá huido muerta de miedo - Respondió resuelta Martina como si fuera lo mas evidente del mundo.- Y creo que debemos seguir su ejemplo ¡Vámonos!
Gaudy la detuvo.
- No hasta que encontremos a Reena.- Dijo firmemente.
- Pero ya estará afuera...
- ¡No!¡Sal tú si quieres!¡Yo me quedo a buscar a Reena!
A Martina le caían dos ríos de lágrimas por los ojos.
- ¿Eh?¿Por qué lloras?- preguntó asustado Gaudy.
- ¡¡Qué bonito!!¡¡Arriesgas tu vida para buscar a tu amada en un laberinto sin fin...!!¡¡Qué romántico!!
Gaudy, mientras le caía una gota de sudor por la sien, se retiró del lado de Martina asustado de su actitud. La reina, aparte de llorar, tenía estrellitas en los ojos, y corazoncitos por alrededor de su cabeza.
Un gruñido que puso alerta a Gaudy, se oyó a sus espaldas. No se veía nada al principio, pues la densa oscuridad, representaba un obstáculo. Pero, poco a poco, una sombra, fue acercándose hacia el atento espadachín y la, aún ensimismada, reina.
Unos ojos rojos, triangulares y brillantes se dibujaron en la negrura del corredor, mientras que la respiración de un ser que se alimentaba de la maldad y el temor, que no conocía la verdad, el honor, el amor, la pureza... retumbaba por toda la sala, y se colaba por los oídos para llegar al cerebro y al corazón, haciendo que se nublaran los sentidos como si de un veneno se tratase. El veneno que no provocaba la muerte, sino el miedo.
Una ola de frío inmenso, congeló las ensoñaciones de Martina que posó la mirada en los ojos de esa criatura. De repente, no pudo oír nada más que no fuera esa respiración, no pudo ver nada más que esos siniestros ojos, no pudo oler otra cosa que un leve pero pútrido aroma que se desprendía de la criatura, no pudo volver a mojar su lengua con saliva, no pudo sentir otra cosa que frío en sus dedos... no pudo centrarse en otra cosa que el ser que se encontraba delante de ella.
Tuvo miedo. No. Miedo es poco decir. Terror. Más que terror, mis palabras, no son suficientes para describir el horror en el pecho y el corazón de Martina.
No podía moverse. Ningún músculo voluntario de su cuerpo reaccionaba a las ordenes de huída que le transmitía su cerebro.
El ser, saciándose de su hambre al consumir todo ese horror, se levantó sobre sus dos patas traseras, y entonces, Martina cayó al suelo de rodillas, con los ojos desorbitados, sin fuerzas para sostenerse en pié.
El ser, resultó un lobo gris. Enorme. Haría cosa de tres metros. De su boca, sobresalían irregulares colmillos de un color asquerosamente amarillento, que seguro que había devorado a muchos grandes y fieros guerreros.
Aunque esa fuera la forma que había adoptado, no hizo falta que se lo dijeran para que Gaudy comprendiera de inmediato que se trataba de un demonio.
Él tampoco podía apenas mantenerse en pie, pero sacando fuerzas de flaqueza, sacó de la vaina su ahora mediocre espada y se puso torpemente en pose de defensa.
El lobo, gruñó, posiblemente a modo de risa, y de un zarpazo, partió la espada en dos, quedando esta inutilizable.
La mente de Gaudy se bloqueó por completo. Puede que le pasara a menudo, pero nunca a causa de un terror como éste. Simplemente se quedó con los ojos muy abiertos, como en trance, mientras Martina lanzaba alternativamente miradas a la espada rota y a su antiguo dueño, pasando por la horrible bestia que ahora les amenazaba.
Sin previo aviso, la bestia abrió sus fauces y se dirigió hacia ella. Desde aquel momento en adelante, Martina no pudo recordar nada más.
********************
Jejejejejeje... Bueno, ¿que os ha parecido? Escribir aventuras no se me da muy bien, la verdad.
En fin... críticas negativas, preguntas, aclaraciones... también se admiten elogios (si es que merezco alguno).
Éste capitulo lo he dejado en el aire, por que me gusta dejar a los lectores con las ganas de que continúe (no soy la única ¿eh Suisei?). Si alguien tiene propuestas sobre lo que podría pasar, las leeré encantada y ¿quién sabe? A lo mejor coincide... (hay que ver la de cosas que puedes pensar en tres o cuatro días de vacaciones... jejeje...).
Bueno, me marcho. Ya sabéis, poned reviews o mandadme un mail a labestiamayor_zelas@hotmail.com.
PD: ¿Os han gustado Reinaldo y Ezequiel? XD.
Besos como diplodocus para todos del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
Mmmmmm... críticas, críticas... no me puedo quejar, ha habido de todo.
Agradezco a Linita-Gabriev, a Suisei Lady Dragon, a Raven y a Zelda. M, que pusieran reviews.
Linita, es cierto que no hay muchas historias (por no decir ninguna que yo haya visto) que tienen a Martina como "protagonista". Aunque, Suisei, creo que me voy a tener que ir por otros puntos de vista para lo que tengo en mente (ya empieza a tomar forma este fic), de todos modos, procuraré que Martina siempre esté presente, lo prometo. Raven, como te dije, es muy difícil que supere Imposible, creo que fue una de esas rachas de inspiración que se acaban en un suspiro T.T , además, en el género de aventuras, todo tiene que ir considerablemente rápido (o si no se hace aburrido), y no me puedo detener en describir los sentimientos de los personajes (a mi al menos me pasa eso).
Zelda, a mi también me ha pasado alguna vez eso de que no se ha subido un review... creía que estas cosas sólo me pasaban a mí (ya veo que no...) ^ ^U.
Grácias a todos por vuestro apoyo. ^ ^
En fin... sigo con la historia.
Los personajes, etc, no son de mi invención, sino que provienen de la astuta y "desquiciada" mente de Kanzaka, nombrado por todo bicho viviente que escribe fics, etc, etc, etc. Excepto Ezequiel y Reinaldo, que, el primero es invención del Ama del Infierno (me lo ha prestado) y el segundo, invención mía ^ ^U.
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El sol de la mañana y unos fuertes gritos en el oído provocados por Reena, que le instaba a levantarse, despertaron bruscamente a la reina de Zoana.
Por un momento se preguntó qué hacía en ese lugar, y porqué no estaba en su ancha cama de matrimonio al lado de su fiel esposo Zangulus.
De repente, una fuerza mayor (que era Reena que la había cogido por el cuello del pijama), la tiró al suelo dónde acabó de despertarse.
- Eres una bruta. - Objetó la reina.
-¡¡Escucha, monada, llevo más de media hora intentando que te levantes, ASÍ QUE NO RESPONDO DE MIS ACTOS SI NO ME HACES CASO!!
Martina se frotaba la barbilla aún sentada en el suelo. ¿Quién se había creído que era esa "hechicera de pacotilla"?
- ¡¡Pero bueno!!¡¿A qué esperas para vestirte!?¡¡Vamos levántate del suelo!! -Acto seguido Reena se giró para seguir renegando mientras se hacía la cama. El día anterior habían llegado a una posada, y después de comer como animales, se habían ido exhaustos a dormir.
Martina, a pesar de los gritos de Reena, se tomó su tiempo para vestirse, y ni siquiera hizo su cama, pues, acostumbrada a las comodidades de palacio, se había olvidado de lo duros que podían resultar los viajes.
La monarca no había terminado de abrocharse la capa cuando Reena anunció que se marchaban.
- ¿¿¿QUEEEE???¡¡Pero si ni siquiera hemos desayunado!!
La hechicera rió.
- Si te hubieras levantado más pronto, habrías desayunado con nosotros. Pero como duermes más que una marmota...
- Reena ¿nos vamos?- Gaudy apareció en el marco de la puerta.
- Sí, vamos. -contestó plácidamente la pelirroja. Se giró hacia Martina -¿Vienes o te vas a quedar ahí?
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Acababan de salir de la posada, y a Martina ya le sonaban las tripas en señal de que necesitaba alimento para comenzar la mañana.
El sol no estaba muy alto todavía, y caminar por el sendero cuesta arriba no se hacía difícil. Si hubieran salido más tarde, el calor del sol les habría hecho coger una insolación. El próximo pueblo, además, no estaba muy lejos y, seguramente, llegarían en cosa de tres o cuatro horas de caminata.
Todo habría sido perfecto para Reena y Gaudy, si Martina no hubiese estado por allí.
- Tengo hambre.
- Haberte levantado antes.
-¿Cuándo encontraremos a mi Zangulus?
-¿Y yo que se, Martina?
- Pero, Reena, ya hace tres días que salimos de Zoana, y aún no le hemos encontrado. Sólo hemos ido a aburridos templos y sitios raros buscando una espada para Gaudy.
-¿Me llama alguien?- Gaudy
-Grrrrrr... Mira Martina, - Reena se giró para hablarle, parándose en medio del camino- Sólo tienes dos opciones, quedarte sola y que te atraquen los bandidos -Matrina tragó saliva y miró nerviosa alrededor.- O quedarte con nosotros. Pero si vienes tienes que estarte calladita todo el camino.
- ¿Y si no? - Preguntó la reina con temor.
- Te dejaremos aquí - La voz de Reena había sonado terriblemente fantasmal, y parecía como si unos rayos acompañaran su voz.
- De acuerdo, me callaré. -dijo Martina con miedo (casi parecía que después tuviera que decir "pero no me pegues").
Y así continuaron su camino sin mediar una palabra. Mientras Martina sufría hambre en silencio.
- Reena -Llamó suavemente la reina.
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee? -Preguntó la aludida con claras muestras de impaciencia en la voz, mientras se le marcaba la vena de la sien.
- Creo que por aquí hay bandidos.
- ¿Y qué te hace pensar eso? - dijo Reena al tiempo que se giraba.
No le hizo falta respuesta alguna. Martina estaba boca abajo, colgada como un jamón por un pié. Sin duda había caído en una trampa y como consecuencia, muy pronto estuvieron rodeados de bandidos... A los que Reena les lanzó una bola de fuego, y les robó todas sus pertinencias (así de fácil).
- Bien, ya podemos irnos. -concluyó satisfecha la hechicera.
-Espera Reena -la voz chillona de Martina deshizo su satisfacción.
- ¿Qué quieres ahora?
- ¡¡¡Bájame de aquí!!!
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
El sol se ocultaba cuando llegaron al pueblo dónde ésa mañana se dirigían. Estaban cansados, sus ropas estaban mojadas, llenas de barro y polvo del camino, y lo peor de todo era su olor.
La posadera los miró con evidente asco (casi se tubo que poner una pinza en la nariz) y les hizo pasar directamente a los baños, sin permitirles siquiera dejar sus cosas en la habitación.
Martina y Reena llegaron a la fuente termal reventadas. Y, prácticamente se dejaron caer con un estrepitoso CHOFFF.
- Estoy muerta -declaró Martina.
- ¡¡SI NO TE HUBIERAS ENTRETENIDO MIRANDO LAS CONDENADAS FLORES, NO TE HABRÍAS PERDIDO, Y NO HABRÍAMOS TENIDO QUE BUSCARTE!!
- Bueno, y tú ¿qué?
-¿Cómo que yo qué?
- Si no te hubieras empeñado en recuperar la moneda que se te ha caído en el fondo del lago, no hubiéramos tenido que atravesarlo.
-¡¡Yo no tengo la culpa de que esa medusa de Gaudy cortara las cuerdas que sujetaban los troncos de la balsa, cuando estábamos encima, por que creía que molestaban!! -Reena había levantado el tono de voz para que Gaudy, que supuestamente estaba en el baño contiguo, lo escuchara (aunque en realidad, éste no se dio ni cuenta).
Las dos muchachas suspiraron y quedaron en silencio.
En el baño de los hombres había entrado alguien, ya que se pudo oír el chapoteo que provocaban los pasos de dos personas.
- ¿Entonces es cierto lo que dicen de que hay un tesoro escondido?- preguntó uno de ellos en voz considerablemente alta.
- Shhhhh... - chistó el otro -No chilles, Reinaldo.- El segundo casi hablaba en un susurro, así que Reena, que estaba al tanto desde el momento en que había escuchado la palabra "tesoro", tuvo que prestar toda su atención. - Según he oído, en uno de los templos sagrados de ésta ciudad, se encuentra un tesoro inmenso, con las joyas más bellas que jamás se hayan visto. Dicen también que quién allí va, encuentra una espada con la que se pueden matar cien demonios de un solo golpe. Y también un libro con todos los conocimientos de la magia.
- ¿Te refieres una copia de la Biblia Claire? - preguntó el tipo que tenía por nombre Reinaldo. - Ezequiel, por favor... eso sólo son leyendas. ¿Tienes alguna prueba de que...?
- Estaba hablando, gracias por dejarme acabar.-Protestó irónicamente Ezequiel. Su voz denotaba enfado.
Reinaldo gruñó audiblemente, y luego contestó - Muy bien, termina.
- Bien pues, lo que quería decir es... -y bajó más la voz, hasta que sólo fue un susurro, por lo que Reena y Martina, que también había estado escuchando desde el principio, tuvieron que hacer un tremendo esfuerzo por escuchar las palabras de Ezequiel. -Que ese templo, según he oído, estaba ocupado por dragones dorados que adoraban al dios dragón del agua. Acogían a todos los viajeros perdidos y cansados, tenían grandes riquezas y la espada, supuestamente, les protegía de cualquier demonio.
"Pero cuando se inició la famosa guerra por la resurrección de Shabranigudu, no pudieron protegerse, pues las tropas de los demonios eran interminables. Cuenta la leyenda, que ocupaban un reino entero. Aún así, los dragones protegieron el templo con todas sus escasas fuerzas, y murieron todos. Ni uno quedó con vida. Desde entonces, se dice que una horrible maldición recae sobre todos aquellos que osan poner sus manos en el tesoro, en la espada, o el libro de hechizos."
Ezequiel parecía tener un don extraordinario para narrar historias inverosímiles, y Reena no pudo evitar que la imagen de Zeros pasara fugazmente por su cerebro.
Reinaldo, un ser de vete tú a saber qué mundo, que no le llegaba a Reena por la cintura, que era de un color verde, asquerosamente amarronado y tenía unas largas y afiladas uñas que hacían a su vez de dedos, puso en blanco sus amarillentos ojos denotando incredulidad. En el derecho habían unas extrañas cicatrices que parecían hechas con un ancho tenedor de tres púas, aunque, claro está, ni Reena ni la reina de Zoana podían ver nada de eso, sólo podían escuchar una voz ronca que decía...
- ¿Y esperas que me crea eso?¿Por quién me tomas?¡¡¡Los cuentos de hadas se los cuentas a tu prima, a mi no me interesan esas cosas!!! -E hizo ademán de irse.
- No seas idiota, espera.
Ezequiel, al contrario de su acompañante, era enteramente humano. Su grasiento pelo no llegaba a los hombros y era negro azabache. Tenía parcialmente quemada la cara. Quemadura que le alcanzaba todo el ojo izquierdo antes de color avellana.
- ¿Tienes alguna prueba?- preguntó Reinaldo con rudeza. Ezequiel sonrió confiado.
- Tendrías que ir a echarle un vistazo al templo. Realmente parece que esté bajo el peso de una maldición. Me adentré un poco, sólo hasta donde alcanzaba la luz y encontré esto.
Chapoteos hasta los cambiadores, y más chapoteos de vuelta, después... silencio.
Reena y Martina se morían de curiosidad. Se miraron a los ojos en un gesto de complicidad, y Martina aupó a Reena para poder ver por encima del muro.
La hechicera, lo primero que vio fue la rubia cabellera de Gaudy, a lo que siguió su cuerpo al completo. Al parecer, se había quedado dormido en el agua caliente.
Reena se puso roja, más que si le hubieran pegado doscientas bofetadas en cada mejilla y se obligó a apartar la mirada del joven espadachín.
Lo siguiente que observó, fue el repulsivo aspecto de Reinaldo sosteniendo lo que parecía ser... ¡¡ UN ESCUDO DE ORO CON EL SÍMBOLO DEL DIOS DRAGÓN DEL AGUA!!
El extraño ser lo miraba con avaricia mientras lo sujetaba entre sus afiladas y amarillas garras.
- ¿Qué precio debe tener esta cosa, Ezequiel?¿Ezequiel?
Reena dirigió por primera vez la mirada hacia el humano... que le devolvía la mirada con perplejidad. De repente, tanto Ezequiel como el otro la miraron con los ojos muy abiertos...
-¡¡¡¡¡WWWWWAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!!!
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Comían desesperadamente todo lo que había encima de la mesa (casi platos incluidos). Después de disculparse de Ezequiel y Reinaldo, éstos se fueron y ellos habían decidido quedarse a pasar la noche en la posada.
- Hay gue ver... gronf,... Greena. Nufga gubiega pensago... glub... exo de di... ñam. (Traducción: Hay que ver, Reena. Nunca hubiera pensado eso de ti.)
Reena dejó de comer al momento.
- No seas idiota, Gaudy. Lo hice porque quería ver la prueba de que en ese templo hay algo de valor. ¡¡¡Además Martina también tiene culpa!!!
-¿Yoooooo?¿¡Cómo te atreves a acusar a una mujer con marido?!
Reena, abrió la boca para contestar, pero Gaudy la interrumpió.
- Y... ¿Qué dicen que hay en ese templo, Reena?
-¡¡Eres un estúpido con cabeza de medusa!!¡¡Te lo he repetido como seis veces!!¡¡Esta es la última vez que te lo explico!! - Reena relató de nuevo la historia antes contada por Ezequiel, y enumeró, con estrellas en los ojos, los tres objetos que, supuestamente se encontraban en su interior.
- Imagínate, Gaudy... Una espada para ti solito.
- ¿¿¿¿EEEEEEEEHHHHH????¡¡¡AH, NO!!!¡¡¡ESA ESPADA SERÁ PARA MI ZANGULUS!!! Así se la podré regalar cuando le encuentre. ¡Eso es! Derrotaré a ese Zeros con la espada y luego se la entregaré en señal de mi amor... ¡¡Y entonces nos casaremos!!
- ¡¡¡PERO SI YA ESTAIS CASADOS!!!
- Da igual, nos casaremos otra vez. Y todo el tesoro formará parte de las arcas reales de Zoana.
- ¿Y qué se supone que vas a hacer con el libro? -preguntó ya aburrida Reena.
- El libro... el libro... ¡Quedará precioso en la biblioteca!
Reena cayó estrepitosamente al suelo.
-¿Alguna fantasía más? -dijo pesadamente al tiempo que se levantaba con esfuerzo del suelo y miraba cómo a Martina le rodeaba un aura de felicidad y estrellitas.
La hechicera suspiró.
- Bueno... ¡¡Está decidido!!¡¡¡Mañana iremos a ese templo!!!
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El cielo apareció claro, y un sol radiante lo iluminaba. Reena había obligado a la reina de Zoana a levantarse muy temprano, y, después de pedir indicaciones, llegaron al misterioso templo.
Era cierto lo que había dicho Ezequiel. A pesar de que el cielo estaba claro, el templo irradiaba maldad. Parecía que estaba bajo el peso de una maldición, pero Martina, a quien se le podría llamar una experta en estos temas, no recordaba ninguna en la que la energía negativa fuera tan poderosa.
- Creo que solo se podría hacer por un hechicero muy poderoso.
- Tan poderoso... ¿cómo un demonio de grado alto? -sugirió Reena.
Martina la miró extrañada.
- No importa... -concluyó la hechicera.
Cogieron la última bocanada de aire fresco de la mañana, para sumergirse en las profundas tinieblas del deshabitado templo. La luz, no penetraba mucho en la oscuridad, pero ya se podían divisar cascos y armaduras hechas de oro puro... pero que aún contenían esqueletos en su interior. A Reena y a Martina no les importó ese último hecho pues cogieron todo lo que podían, se lo cargaron a la espalda y se alejaron de los cálidos rayos de luz de la entrada, discutiendo sobre quién había cogido más.
Pasaron mucho tiempo perdidos en la gran oscuridad. En silencio. Escuchando nada mas que el eco de sus propios pasos retumbando en las paredes. La bola de luz conjurada por Reena, no era suficiente como para ver, siquiera, dónde ponían los pies.
Se oyeron ruidos de pisadas. Muchas pisadas que avanzaban en la oscuridad, y que pronto se convirtió en un estruendo.
-¿Habéis escuchado? - preguntó Gaudy.
- Sí... que raro... - de repente Reena, que era la que había hablado, se chocó con algo... - Martina ¿cuántas veces te he dicho que no te pongas en medio?
- Pero, Reena, si yo estoy detrás de ti.
- Pues entonces que... eh... eh... ¡¡WAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHH!!
Reena salió corriendo, perdiéndose en la gran oscuridad.
- ¿Eh?¿Por qué se irá? -preguntó tontamente Gaudy.
No hubo una respuesta, sino que algo pegajoso les rozó a Martina y a él el cabello. Se giraron para encontrar, no una, sino un ejército entero de babosas que les miraban con ansias...
Para cuando las hambrientas babosas se dieron cuenta, Martina y Gaudy, ya se habían ido pasillo abajo corriendo asustados como si el mismísimo Shabranigudu les quisiera dar un beso en los labios. Detrás de ellos, se extendía una gran humareda.
Cuando por fin, la pareja formada por espadachín y reina, se detuvieron, considerando que ya estaban bastante lejos de las babosas, estaban sin aliento.
- Uf, uf, uf, uf... Dónde. ¿dónde está Reena?- se preocupó Gaudy.
- Habrá huido muerta de miedo - Respondió resuelta Martina como si fuera lo mas evidente del mundo.- Y creo que debemos seguir su ejemplo ¡Vámonos!
Gaudy la detuvo.
- No hasta que encontremos a Reena.- Dijo firmemente.
- Pero ya estará afuera...
- ¡No!¡Sal tú si quieres!¡Yo me quedo a buscar a Reena!
A Martina le caían dos ríos de lágrimas por los ojos.
- ¿Eh?¿Por qué lloras?- preguntó asustado Gaudy.
- ¡¡Qué bonito!!¡¡Arriesgas tu vida para buscar a tu amada en un laberinto sin fin...!!¡¡Qué romántico!!
Gaudy, mientras le caía una gota de sudor por la sien, se retiró del lado de Martina asustado de su actitud. La reina, aparte de llorar, tenía estrellitas en los ojos, y corazoncitos por alrededor de su cabeza.
Un gruñido que puso alerta a Gaudy, se oyó a sus espaldas. No se veía nada al principio, pues la densa oscuridad, representaba un obstáculo. Pero, poco a poco, una sombra, fue acercándose hacia el atento espadachín y la, aún ensimismada, reina.
Unos ojos rojos, triangulares y brillantes se dibujaron en la negrura del corredor, mientras que la respiración de un ser que se alimentaba de la maldad y el temor, que no conocía la verdad, el honor, el amor, la pureza... retumbaba por toda la sala, y se colaba por los oídos para llegar al cerebro y al corazón, haciendo que se nublaran los sentidos como si de un veneno se tratase. El veneno que no provocaba la muerte, sino el miedo.
Una ola de frío inmenso, congeló las ensoñaciones de Martina que posó la mirada en los ojos de esa criatura. De repente, no pudo oír nada más que no fuera esa respiración, no pudo ver nada más que esos siniestros ojos, no pudo oler otra cosa que un leve pero pútrido aroma que se desprendía de la criatura, no pudo volver a mojar su lengua con saliva, no pudo sentir otra cosa que frío en sus dedos... no pudo centrarse en otra cosa que el ser que se encontraba delante de ella.
Tuvo miedo. No. Miedo es poco decir. Terror. Más que terror, mis palabras, no son suficientes para describir el horror en el pecho y el corazón de Martina.
No podía moverse. Ningún músculo voluntario de su cuerpo reaccionaba a las ordenes de huída que le transmitía su cerebro.
El ser, saciándose de su hambre al consumir todo ese horror, se levantó sobre sus dos patas traseras, y entonces, Martina cayó al suelo de rodillas, con los ojos desorbitados, sin fuerzas para sostenerse en pié.
El ser, resultó un lobo gris. Enorme. Haría cosa de tres metros. De su boca, sobresalían irregulares colmillos de un color asquerosamente amarillento, que seguro que había devorado a muchos grandes y fieros guerreros.
Aunque esa fuera la forma que había adoptado, no hizo falta que se lo dijeran para que Gaudy comprendiera de inmediato que se trataba de un demonio.
Él tampoco podía apenas mantenerse en pie, pero sacando fuerzas de flaqueza, sacó de la vaina su ahora mediocre espada y se puso torpemente en pose de defensa.
El lobo, gruñó, posiblemente a modo de risa, y de un zarpazo, partió la espada en dos, quedando esta inutilizable.
La mente de Gaudy se bloqueó por completo. Puede que le pasara a menudo, pero nunca a causa de un terror como éste. Simplemente se quedó con los ojos muy abiertos, como en trance, mientras Martina lanzaba alternativamente miradas a la espada rota y a su antiguo dueño, pasando por la horrible bestia que ahora les amenazaba.
Sin previo aviso, la bestia abrió sus fauces y se dirigió hacia ella. Desde aquel momento en adelante, Martina no pudo recordar nada más.
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Jejejejejeje... Bueno, ¿que os ha parecido? Escribir aventuras no se me da muy bien, la verdad.
En fin... críticas negativas, preguntas, aclaraciones... también se admiten elogios (si es que merezco alguno).
Éste capitulo lo he dejado en el aire, por que me gusta dejar a los lectores con las ganas de que continúe (no soy la única ¿eh Suisei?). Si alguien tiene propuestas sobre lo que podría pasar, las leeré encantada y ¿quién sabe? A lo mejor coincide... (hay que ver la de cosas que puedes pensar en tres o cuatro días de vacaciones... jejeje...).
Bueno, me marcho. Ya sabéis, poned reviews o mandadme un mail a labestiamayor_zelas@hotmail.com.
PD: ¿Os han gustado Reinaldo y Ezequiel? XD.
Besos como diplodocus para todos del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
