¡¡¡Ohayo!!!
Bueno... menos mal que esta vez he visto mas reviews, ya me estaba deprimiendo...
Agradecimientos:
Raven: ¡¡No, no, no, no...!!¡¡No quiero algo como "los pecados del padre"!! T.T... No era mi intención que se pareciera... SOOOORRYYYYYYYY (buaaaaaaahhh...). Y, sí, es verdad, las escenas de Zel/Am siempre son muy parecidas... (eso hay que remediarlo... jajajaajja... -risa sádica-).
Linita- Gabriev: Gracias por tu apoyo, pero no te puedo decir dónde está Zangulus... es un secreto ;P
Suissei: ¡¡Hey!!¿Me escribes reviews de dos en dos? XD. De verdad que te agradezco muchísimo que no dijeras tus ideas, porque cuando alguien tiene ideas sobre lo que puede pasar en mis fics... por lo general acierta T.T . Pero bueno, por lo menos sé que estás viva... XD.
Nadesiko: Muchas gracias por lo de la escena de Ame y Zel y... sí, es verdad, el tema cachondeo en el último capítulo de desvía un poco. También hay que pensar que era el momento perfecto. Hacen un alto en el camino, y eso da para pensar. Como en realidad, que tu marido desaparezca es bastante serio, decidí poner todas las reflexiones que podía por aquí, al igual que lo del caballo... aunque eso ya es otra historia.
En fin... estos personajes son propiedad de Kanzaka (como para no acordarse, lo digo siempre...).
Os dejo con la historia.
*************
Reena no podía creer lo que veían sus ojos. Allí, delante de toda esa gente, en la boda del príncipe Filionel, en una de las mesas del banquete... Los colores le subieron a la cara a causa de la vergüenza.
Amelia, intentaba que Sylpheel no se desnudara en público mientras Zel se esforzaba por hacer bajar de encima de la mesa a Martina que cantaba a grito pelado.
- Mi padre me va a mataaaaar... - lloraba Amelia mientras intentaba por todos los medios que Sylpheel no se quitara la camisa.
Reena se hubiera quedado dónde estaba, intentando pasar desapercibida, pero, para su desgracia, Gaudy avanzó hacia Amelia y Sylpheel.
-¿ Qué haces Sylpheel?- preguntó el espadachín con una sonrisa en los labios.
Sylpheel se tapó de inmediato.
- Wola Gaduri... ¡hip! Uy gue hipo bas tonto... ¡hip!- respondió la sacerdotisa.
El guerrero la miró preocupado y para horror de Reena le llamó.
- ¡¡Oye Reena!!¡¡Ven, que creo que Sylpheel no se encuentra bien!!
Todos los presentes miraron hacia el lugar donde el espadachín dirigía la vista, y poco a poco, se fue formando un semicírculo de gente alrededor de Reena, que estaba furiosa, pero, eso sí, como un tomate.
No tuvo más remedio que ir hacia allí.
- ¡¡Idiota!! -le dio un coscorrón a Gaudy en la cabeza- ¿No ves que está borracha?
- ¿Borraxa io? Greena, ezo ez lo beor gue haz podido decir de bi... ¡hip!- contestó Sylpheel.
Eso confirmó cualquier duda: Sylpheel y Martina estaban como cubas.
- Hay que llevarlas a la habitación -afirmó Amelia.
Sylpheel estaba anonadada mirando a Gaudy, así que había abandonado toda intención de desnudarse. Reena la miró malhumorada.
- Está bien, ahora que Syl está más tranquila, llévala a la habitación. Gaudy, acompáñale.
Gaudy asintió con la cabeza, y abrió la marcha hacia el castillo de tal manera que a Sylpheel le serbia de cebo y le seguía sin rechistar. Una ya estaba en el saco, ahora faltaba la otra...
-¡¡¡¡LLORARÉEEEEEEE!!!¡¡¡¡LLORARÉEEEEEEEEE!!!! ¡hip!¡¡¡LLORARÉEEEEE LAS PENAAAAAAAS...!!!
Los gritos de Martina se oían por toda la ciudad, y Zel intentaba bajar por las buenas a Martina. Reena suspiró.
- Esto va a ser más que fácil... - dijo la hechicera poniéndose en posición de lanzar una bola de fuego.
-¡¡¡LLORARÉEEE LAS PEEENAAAS DE ESTEEEEE CORAZÓOOOOON ENAMORAAAAAAADOOOOOOO!!! ¡hip!
- Martina, por favor, deja de gritar -suplicaba Zel
Una pequeña bola roja se formó en las manos de la hechicera.
- ¡¡¡¡SUFRIREEEEEEEE EL LAMENT... ¡hip! LAMENTOOOOOOOOOOOOOO!!!
La bola en las manos de Reena se empezó a hacer más y más grande.
- ¡¡¡DE ESTE CORAZÓOOOOOON!!!¡¡¡ENAMORAD... ¡hip!
De repente, la bola de fuego en las manos de Reena estuvo lista para ser lanzada y la hechicera la envió en dirección a la reina de Zoana.
Sonó un fuerte ¡¡¡BBBBUUUUUUUUUUUMMMM!!! Y todos los invitados, aparecieron con los ojos como platos y el pelo chamuscado.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Se despertó. Había notado que la luz atravesaba sus párpados y le provocaba un insistente dolor de cabeza. Le dolía el estomago y tenía malestar general. Estaba sudando.
Entreabrió un ojo y, después de un segundo de ceguera, pudo ver que estaba en su habitación. Pudo divisar al lado de su cama otra similar, dónde una muchacha con el cabello negro y liso, aún dormía. Era Sylpheel.
No tenía muchas ganas de pensar, pero recordó que la noche anterior, mientras hablaba con la sacerdotisa sobre su marido, habían bebido un par de vasos de una bebida, no muy fuerte, pero lo bastante como para dejarlas un poco aturdidas. Después se habían cebado con el ponche, y a partir de ahí, sus recuerdos se hacían confusos.
Podía recordar cómo le miraba la gente cuando cantaba su maravillosa canción encima de la tarima, y a Sylpheel diciendo cosas, luego recordaba una explosión y entonces... había despertado allí.
Las piernas le flaqueaban al levantarse de la cama y a duras penas se acercó hasta la puerta, pero alguien la abrió de golpe, y le dio en toda la frente, haciendo que Martina cayera para atrás.
-¡¡¡¡BUENOS DIAAAAAAAS!!!
Era Reena, que iba a despertarlas. A Martina le pareció que le iba a explotar la cabeza si la hechicera gritaba otra vez.
- Anda Martina... ¿qué?¿te lo pasaste bien anoche? - dijo la pelirroja con sorna.
- No chilles Reena... - pidió la reina. Su voz sonaba febril.
Reena hizo caso omiso de ella y fue a despertar a Sylpheel, que todavía estaba durmiendo, pero a ésta la trató con más cuidado.
Pronto, Sylpheel se despertó, y confesó que se encontraba igual de mal que Martina, lo cual significaba que las dos tenían resaca.
- Me duele la cabeza.- se quejó Sylpheel
- Y la barriga -añadió Martina.
- Y los ojos -volvió a decir Sylpheel.
- Y los oídos.
- Y la nariz.
- Y la boca
- Y el...
-¿¡Y LA LENGUA NO OS DUELE?! -gritó Reena. Las dos callaron de inmediato.
Entonces Gaudy entró en la habitación.
- ¡¡Buenos días!! -saludó en tono afable.
- Hola... - contestaron ellas con desgana.
- ¿Qué os pasa? - preguntó el rubio preocupado.
- Tenemos resaca... - anunció Martina, que aparte estaba un poco afónica y su voz sonaba ronca.
- ¡¡Ah!!¡¡Claro!!Resaca... Este... ¿y qué es un resaca?
Las tres cayeron de culo.
- ¡¡ESTOY HARTA DE TENER QUE EXPLICÁRTELO TODOOOOOO!!
El grito de Reena fue tan ensordecedor, que el dolor de cabeza de Martina, llegó al grado de insoportable.
- Anda vamos a desayunar y vosotras dos daos una ducha por que... - Reena se cogió la nariz con el dedo índice y el pulgar de la mano derecha, mientras que con la izquierda empujaba a Gaudy fuera de la habitación.
- Pero Reena, yo quiero saber lo que es un resaca- protestó el espadachín.
- Anda venga, que te lo explico por el camino... - la voz de la hechicera se hacía distante en el corredor.
Martina reparó por vez primera en el olor. Olía a sudor, a enfermedad. No le gustaba.
- ¿Nos vamos a los baños? -dijo Sylpheel levantándose pesadamente.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Reena había divisado a lo lejos la tarta de manzana, mientras masticaba la rebanada de pan que tenía en la boca. Aceleró deliberadamente el ritmo de masticación, pero al ver que Gaudy se abalanzaba sobre la tarta, tragó la rebanada entera, y se precipitó hacia donde estaba el rubio, que ya tenía sus ávidas manos encima de la tarta.
Reena le hizo un placaje y le dio en las costillas, así que la codiciada tarta voló por los aires. Los dos la miraron un momento. Acto seguido, saltaron lo mas alto que pudieron, alzando el tenedor en el aire, cuando de repente Reena se dio cuenta de que Gaudy saltaba más. Le cogió de un hombro, e hizo fuerza para abajo y así ella se elevó, pero, el rubio la asió de la muñeca, y los dos cayeron juntos al suelo. La tarta bajaba hacia ellos.
De repente Gaudy se lanzó de nuevo hacia arriba, con la boca muy abierta, pero Reena no iba a aceptar una derrota, y lanzó su tenedor contra la tarta, que se desvió de su rumbo, y cayó al suelo, aunque seguía intacta.
En ese momento entró Zel en la sala, no vio la tarta en el suelo, la pisó y... bueno, la caída fue realmente aparatosa. No por el hecho de que la quimera se hiciera daño, sino porque varias baldosas se quebraron bajo el trasero de esta.
- ¿¿QUÉ HAS HECHO??¡¡¡HAS PISADO MI TARTA!!! - la hechicera se puso completamente histérica.
Zel se frotaba el trasero un poco dolorido.
- Reena, en la cocina hay mas tartas...
- ¡¡¡PERO YO QUERÍA ESA!!!- protestó la hechicera señalando lo que quedaba de la tarta.
Gaudy se acercó con un pastel de fresa.
- Mira, Reena, tengo el último pastel. Si me ruegas un poco, te doy un trocito.
Pero la hechicera le dio un codazo en medio de la nuca y, mientras Gaudy caía, cogió el pastel y se lo comió de un solo bocado. Pero aún estaba un poco enfadada con Zel.
- Ñam... ñam... ñam... anda Felgadiz... ñam... ve a bujcarme otra tarta de madzada...
- No, espera, Reena, antes tenemos que hablar.
La hechicera pareció un poco desconcertada.
- Ñam... ¿Fablar? -tragó- ¿Sobre que?
- Ya sabes que, desde que Rezo me convirtió en... esto, he estado buscando una cura hasta ahora. Pero nunca la he encontrado.
- Sí. ¿Y qué? -Reena pensó que Zelgadis, tal vez quisiera hacer algún tipo de trato.
- Nada, sólo preguntarte cuándo partiréis. Me gustaría ir con vosotros, porque como estáis buscando una espada para Gaudy, tal vez encuentre algo que sea de ayuda a mi problema. -contestó un poco ansioso él.
Reena se quedó perpleja. Zel siempre había sido solitario y seco, incluso un poco rudo, ¿qué impulsaba este cambio de actitud?.
- Emmmm.. pues no se Zel... Aún no lo hemos decidido. - dijo pensativa, entonces, por una vez vio reflejado en el tranquilo rostro de Zelgadis la impaciencia.
- Bueno. Si decidís algo decídmelo. - dijo en su seco tono de voz y se alejó por dónde había venido, aún frotándose el trasero.
Reena se quedó un poco perpleja. Al principio había creído que Zelgadis les iba a pedir que le ayudaran a buscar su cura. Pero no lo había hecho, se limitaba a buscar mientras les acompañaba. Eso, al fin y al cabo, era mas propio de Zel.
Se disponía a avisar al chef, cuando una voz le llamó.
- ¡¡REENA!!
Era Amelia, que venía corriendo. "¿Y ahora qué?" pensó Reena mientras se preguntaba, cuándo podría obtener otra tarta de manzana.
Amelia llegó a su lado con la respiración acelerada. Dejó que tomara aliento.
- Reena... Tenemos que partir... ya... -dijo la princesa aún resoplando.
- ¿Y eso?
- Después del numerito que montaron Sylpheel y Martina, mis padres creen que sería mejor que nos vayamos.
- ¿Fil está enfadado? -Reena no salía de su asombro.
- Un poco
"Hay que ver cómo cambia el matrimonio a algunas personas" se dijo Reena.
- Oye Reena... - dijo Amelia tímidamente.
- ¿Qué?
- El que ha venido antes era Zelgadis ¿no?
-Sí, dice que quiere venir con nosotros... - informó la hechicera, para luego añadir - Estarás contenta ¿eh?
A pesar de la broma, Amelia pareció molesta, y la ignoró.
- ¿A dónde ha ido?
Reena se encogió de hombros.
- Bueno, pues hasta luego.
-Adiós... - dijo Reena mientras sus pensamientos regresaban de nuevo a la tarta de manzana.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Zel estaba apoyado en la barandilla de uno de los múltiples balcones del palacio de Saillune.
Observaba pensativo el horizonte azul celeste, cubierto por algunas nubes que parecían hechas de algodón, y que hacían pensar en lo lejanas que se encontraban.
Zel pensaba que podría estar al lado de Amelia. A ésta no le importaba su apariencia, así que ¿para qué buscar una cura? De ahora en adelante sería una excusa para poder acompañarla a dónde quisiera.
La princesa había pedido a Reena la noche anterior, si podía acompañarla en sus viajes, como en los viejos tiempos. Y la hechicera había aceptado gustosa.
A Zel le empezaba a dar igual que la gente lo mirara con cara rara. Por el castillo se había paseado sin la menor vergüenza durante toda la mañana, y ahora estaba empezando a considerar una idiotez que hubiera estado escondiéndose durante todo aquél tiempo.
Estaba tan absorto que no se dio cuenta de que Amelia se había puesto a mirar el horizonte a su lado.
Se sobresaltó un poco, pero al ver de nuevo esa belleza de la que estaba enamorado, se sintió mucho mas tranquilo.
- Que bonito ¿verdad?. Me encanta venir aquí, pero desde el torreón mas alto se ve mucho mejor. - dijo al fin la princesa.
Zel se limitó a seguir su mirada hacia las montañas lejanas.
- Le has dicho a Reena si puedes ir con ellos ¿verdad? -le asaltó Amelia.
Zel asintió con la cabeza, luego añadió.
- Pero no es por que quiera buscar una cura.
Amelia pareció sorprendida.
- ¿A no?
Zel negó con la cabeza.
- ¿Y entonces por qué es?
Seguía siendo tan inocente como cuando se separaron.
- ¿No lo adivinas? -dijo él con una sonrisa.
Ésta vez fue ella la que negó.
- Por una persona que conozco desde hace mucho tiempo. Al principio creí que el cariño que le tenía era como el que se le tiene a una hermana pequeña, pero poco a poco... - se le hizo un nudo en la garganta - Pensé que era un monstruo. Pensé que jamás la merecería y me alejé de ella durante tres o cuatro años... y lo lamento... lo lamento muchísimo. Lamento no haber entendido antes que yo para ella significaba mucho mas de lo que creía... Amelia... ¿serás algún día capaz de perdonarme?.
Posiblemente fuera una de las cosas más hermosas que le hubieran dicho a Amelia, y no pudo evitar que unas lágrimas cayeran por sus redondas y sonrosadas mejillas.
La emoción del momento en ese cálido balcón con vistas hacia los confines de la tierra, le pareció a la princesa abrumadora, y abrazó con fuerza a Zelgadis, como si los fueran a separar, como si quisiera que sus cuerpos estuvieran unidos en ese abrazo y ya nadie jamás pudiera llevárselos a cada uno por su lado.
Entre sollozos, Amelia dijo.
- Perdóname tú a mí, por dejar que te marcharas.
La felicidad recorrió el cuerpo de la quimera como si de electricidad se tratase.
- No es culpa tuya el que yo haya estado tan ciego.
Al fin Amelia se separó de él, pero sus manos seguían en los hombros de éste, como si temiera que se fuera de nuevo.
- Abandonaré esa búsqueda. Cada intento de encontrar una cura, ha sido vano... ya ahora sólo quiero estar a tu lado.
- ¿Qué?¿Ya no quieres volver a ser humano?¿Vas a renunciar a lo único que has querido solo por mí?.
Zel se quedó perplejo. ¿Qué significaba aquello?. ¿Quería decir Amelia que deseaba que él fuera de nuevo humano?.
- Lo siento, Zel, pero no puedo dejar que eso ocurra.
- Pe... pero...
- No hay pero que valga, iremos los dos en busca de una cura para ti. - A Amelia se le llenaron los ojos de estrellitas- Seremos nómadas y viviremos los dos juntos siempre...
La princesa se había sonrojado y suspiraba. Zel también suspiró, "Al fin y al cabo, es cierto que no ha cambiado nada" Se dijo.
*************
Sí, ya lo se, este capítulo deja mucho que desear, además... NOOOOOO... ¡¡LO HE HECHO OTRA VEZ!!¡¡Otra escena Zel/Amelia!!
Bueno, prometo que pronto estará el siguiente chapi (a ver que os parece...).
Besos como diplodocus del ama de las bestias: Zelas Metallium.
Bueno... menos mal que esta vez he visto mas reviews, ya me estaba deprimiendo...
Agradecimientos:
Raven: ¡¡No, no, no, no...!!¡¡No quiero algo como "los pecados del padre"!! T.T... No era mi intención que se pareciera... SOOOORRYYYYYYYY (buaaaaaaahhh...). Y, sí, es verdad, las escenas de Zel/Am siempre son muy parecidas... (eso hay que remediarlo... jajajaajja... -risa sádica-).
Linita- Gabriev: Gracias por tu apoyo, pero no te puedo decir dónde está Zangulus... es un secreto ;P
Suissei: ¡¡Hey!!¿Me escribes reviews de dos en dos? XD. De verdad que te agradezco muchísimo que no dijeras tus ideas, porque cuando alguien tiene ideas sobre lo que puede pasar en mis fics... por lo general acierta T.T . Pero bueno, por lo menos sé que estás viva... XD.
Nadesiko: Muchas gracias por lo de la escena de Ame y Zel y... sí, es verdad, el tema cachondeo en el último capítulo de desvía un poco. También hay que pensar que era el momento perfecto. Hacen un alto en el camino, y eso da para pensar. Como en realidad, que tu marido desaparezca es bastante serio, decidí poner todas las reflexiones que podía por aquí, al igual que lo del caballo... aunque eso ya es otra historia.
En fin... estos personajes son propiedad de Kanzaka (como para no acordarse, lo digo siempre...).
Os dejo con la historia.
*************
Reena no podía creer lo que veían sus ojos. Allí, delante de toda esa gente, en la boda del príncipe Filionel, en una de las mesas del banquete... Los colores le subieron a la cara a causa de la vergüenza.
Amelia, intentaba que Sylpheel no se desnudara en público mientras Zel se esforzaba por hacer bajar de encima de la mesa a Martina que cantaba a grito pelado.
- Mi padre me va a mataaaaar... - lloraba Amelia mientras intentaba por todos los medios que Sylpheel no se quitara la camisa.
Reena se hubiera quedado dónde estaba, intentando pasar desapercibida, pero, para su desgracia, Gaudy avanzó hacia Amelia y Sylpheel.
-¿ Qué haces Sylpheel?- preguntó el espadachín con una sonrisa en los labios.
Sylpheel se tapó de inmediato.
- Wola Gaduri... ¡hip! Uy gue hipo bas tonto... ¡hip!- respondió la sacerdotisa.
El guerrero la miró preocupado y para horror de Reena le llamó.
- ¡¡Oye Reena!!¡¡Ven, que creo que Sylpheel no se encuentra bien!!
Todos los presentes miraron hacia el lugar donde el espadachín dirigía la vista, y poco a poco, se fue formando un semicírculo de gente alrededor de Reena, que estaba furiosa, pero, eso sí, como un tomate.
No tuvo más remedio que ir hacia allí.
- ¡¡Idiota!! -le dio un coscorrón a Gaudy en la cabeza- ¿No ves que está borracha?
- ¿Borraxa io? Greena, ezo ez lo beor gue haz podido decir de bi... ¡hip!- contestó Sylpheel.
Eso confirmó cualquier duda: Sylpheel y Martina estaban como cubas.
- Hay que llevarlas a la habitación -afirmó Amelia.
Sylpheel estaba anonadada mirando a Gaudy, así que había abandonado toda intención de desnudarse. Reena la miró malhumorada.
- Está bien, ahora que Syl está más tranquila, llévala a la habitación. Gaudy, acompáñale.
Gaudy asintió con la cabeza, y abrió la marcha hacia el castillo de tal manera que a Sylpheel le serbia de cebo y le seguía sin rechistar. Una ya estaba en el saco, ahora faltaba la otra...
-¡¡¡¡LLORARÉEEEEEEE!!!¡¡¡¡LLORARÉEEEEEEEEE!!!! ¡hip!¡¡¡LLORARÉEEEEE LAS PENAAAAAAAS...!!!
Los gritos de Martina se oían por toda la ciudad, y Zel intentaba bajar por las buenas a Martina. Reena suspiró.
- Esto va a ser más que fácil... - dijo la hechicera poniéndose en posición de lanzar una bola de fuego.
-¡¡¡LLORARÉEEE LAS PEEENAAAS DE ESTEEEEE CORAZÓOOOOON ENAMORAAAAAAADOOOOOOO!!! ¡hip!
- Martina, por favor, deja de gritar -suplicaba Zel
Una pequeña bola roja se formó en las manos de la hechicera.
- ¡¡¡¡SUFRIREEEEEEEE EL LAMENT... ¡hip! LAMENTOOOOOOOOOOOOOO!!!
La bola en las manos de Reena se empezó a hacer más y más grande.
- ¡¡¡DE ESTE CORAZÓOOOOOON!!!¡¡¡ENAMORAD... ¡hip!
De repente, la bola de fuego en las manos de Reena estuvo lista para ser lanzada y la hechicera la envió en dirección a la reina de Zoana.
Sonó un fuerte ¡¡¡BBBBUUUUUUUUUUUMMMM!!! Y todos los invitados, aparecieron con los ojos como platos y el pelo chamuscado.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Se despertó. Había notado que la luz atravesaba sus párpados y le provocaba un insistente dolor de cabeza. Le dolía el estomago y tenía malestar general. Estaba sudando.
Entreabrió un ojo y, después de un segundo de ceguera, pudo ver que estaba en su habitación. Pudo divisar al lado de su cama otra similar, dónde una muchacha con el cabello negro y liso, aún dormía. Era Sylpheel.
No tenía muchas ganas de pensar, pero recordó que la noche anterior, mientras hablaba con la sacerdotisa sobre su marido, habían bebido un par de vasos de una bebida, no muy fuerte, pero lo bastante como para dejarlas un poco aturdidas. Después se habían cebado con el ponche, y a partir de ahí, sus recuerdos se hacían confusos.
Podía recordar cómo le miraba la gente cuando cantaba su maravillosa canción encima de la tarima, y a Sylpheel diciendo cosas, luego recordaba una explosión y entonces... había despertado allí.
Las piernas le flaqueaban al levantarse de la cama y a duras penas se acercó hasta la puerta, pero alguien la abrió de golpe, y le dio en toda la frente, haciendo que Martina cayera para atrás.
-¡¡¡¡BUENOS DIAAAAAAAS!!!
Era Reena, que iba a despertarlas. A Martina le pareció que le iba a explotar la cabeza si la hechicera gritaba otra vez.
- Anda Martina... ¿qué?¿te lo pasaste bien anoche? - dijo la pelirroja con sorna.
- No chilles Reena... - pidió la reina. Su voz sonaba febril.
Reena hizo caso omiso de ella y fue a despertar a Sylpheel, que todavía estaba durmiendo, pero a ésta la trató con más cuidado.
Pronto, Sylpheel se despertó, y confesó que se encontraba igual de mal que Martina, lo cual significaba que las dos tenían resaca.
- Me duele la cabeza.- se quejó Sylpheel
- Y la barriga -añadió Martina.
- Y los ojos -volvió a decir Sylpheel.
- Y los oídos.
- Y la nariz.
- Y la boca
- Y el...
-¿¡Y LA LENGUA NO OS DUELE?! -gritó Reena. Las dos callaron de inmediato.
Entonces Gaudy entró en la habitación.
- ¡¡Buenos días!! -saludó en tono afable.
- Hola... - contestaron ellas con desgana.
- ¿Qué os pasa? - preguntó el rubio preocupado.
- Tenemos resaca... - anunció Martina, que aparte estaba un poco afónica y su voz sonaba ronca.
- ¡¡Ah!!¡¡Claro!!Resaca... Este... ¿y qué es un resaca?
Las tres cayeron de culo.
- ¡¡ESTOY HARTA DE TENER QUE EXPLICÁRTELO TODOOOOOO!!
El grito de Reena fue tan ensordecedor, que el dolor de cabeza de Martina, llegó al grado de insoportable.
- Anda vamos a desayunar y vosotras dos daos una ducha por que... - Reena se cogió la nariz con el dedo índice y el pulgar de la mano derecha, mientras que con la izquierda empujaba a Gaudy fuera de la habitación.
- Pero Reena, yo quiero saber lo que es un resaca- protestó el espadachín.
- Anda venga, que te lo explico por el camino... - la voz de la hechicera se hacía distante en el corredor.
Martina reparó por vez primera en el olor. Olía a sudor, a enfermedad. No le gustaba.
- ¿Nos vamos a los baños? -dijo Sylpheel levantándose pesadamente.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Reena había divisado a lo lejos la tarta de manzana, mientras masticaba la rebanada de pan que tenía en la boca. Aceleró deliberadamente el ritmo de masticación, pero al ver que Gaudy se abalanzaba sobre la tarta, tragó la rebanada entera, y se precipitó hacia donde estaba el rubio, que ya tenía sus ávidas manos encima de la tarta.
Reena le hizo un placaje y le dio en las costillas, así que la codiciada tarta voló por los aires. Los dos la miraron un momento. Acto seguido, saltaron lo mas alto que pudieron, alzando el tenedor en el aire, cuando de repente Reena se dio cuenta de que Gaudy saltaba más. Le cogió de un hombro, e hizo fuerza para abajo y así ella se elevó, pero, el rubio la asió de la muñeca, y los dos cayeron juntos al suelo. La tarta bajaba hacia ellos.
De repente Gaudy se lanzó de nuevo hacia arriba, con la boca muy abierta, pero Reena no iba a aceptar una derrota, y lanzó su tenedor contra la tarta, que se desvió de su rumbo, y cayó al suelo, aunque seguía intacta.
En ese momento entró Zel en la sala, no vio la tarta en el suelo, la pisó y... bueno, la caída fue realmente aparatosa. No por el hecho de que la quimera se hiciera daño, sino porque varias baldosas se quebraron bajo el trasero de esta.
- ¿¿QUÉ HAS HECHO??¡¡¡HAS PISADO MI TARTA!!! - la hechicera se puso completamente histérica.
Zel se frotaba el trasero un poco dolorido.
- Reena, en la cocina hay mas tartas...
- ¡¡¡PERO YO QUERÍA ESA!!!- protestó la hechicera señalando lo que quedaba de la tarta.
Gaudy se acercó con un pastel de fresa.
- Mira, Reena, tengo el último pastel. Si me ruegas un poco, te doy un trocito.
Pero la hechicera le dio un codazo en medio de la nuca y, mientras Gaudy caía, cogió el pastel y se lo comió de un solo bocado. Pero aún estaba un poco enfadada con Zel.
- Ñam... ñam... ñam... anda Felgadiz... ñam... ve a bujcarme otra tarta de madzada...
- No, espera, Reena, antes tenemos que hablar.
La hechicera pareció un poco desconcertada.
- Ñam... ¿Fablar? -tragó- ¿Sobre que?
- Ya sabes que, desde que Rezo me convirtió en... esto, he estado buscando una cura hasta ahora. Pero nunca la he encontrado.
- Sí. ¿Y qué? -Reena pensó que Zelgadis, tal vez quisiera hacer algún tipo de trato.
- Nada, sólo preguntarte cuándo partiréis. Me gustaría ir con vosotros, porque como estáis buscando una espada para Gaudy, tal vez encuentre algo que sea de ayuda a mi problema. -contestó un poco ansioso él.
Reena se quedó perpleja. Zel siempre había sido solitario y seco, incluso un poco rudo, ¿qué impulsaba este cambio de actitud?.
- Emmmm.. pues no se Zel... Aún no lo hemos decidido. - dijo pensativa, entonces, por una vez vio reflejado en el tranquilo rostro de Zelgadis la impaciencia.
- Bueno. Si decidís algo decídmelo. - dijo en su seco tono de voz y se alejó por dónde había venido, aún frotándose el trasero.
Reena se quedó un poco perpleja. Al principio había creído que Zelgadis les iba a pedir que le ayudaran a buscar su cura. Pero no lo había hecho, se limitaba a buscar mientras les acompañaba. Eso, al fin y al cabo, era mas propio de Zel.
Se disponía a avisar al chef, cuando una voz le llamó.
- ¡¡REENA!!
Era Amelia, que venía corriendo. "¿Y ahora qué?" pensó Reena mientras se preguntaba, cuándo podría obtener otra tarta de manzana.
Amelia llegó a su lado con la respiración acelerada. Dejó que tomara aliento.
- Reena... Tenemos que partir... ya... -dijo la princesa aún resoplando.
- ¿Y eso?
- Después del numerito que montaron Sylpheel y Martina, mis padres creen que sería mejor que nos vayamos.
- ¿Fil está enfadado? -Reena no salía de su asombro.
- Un poco
"Hay que ver cómo cambia el matrimonio a algunas personas" se dijo Reena.
- Oye Reena... - dijo Amelia tímidamente.
- ¿Qué?
- El que ha venido antes era Zelgadis ¿no?
-Sí, dice que quiere venir con nosotros... - informó la hechicera, para luego añadir - Estarás contenta ¿eh?
A pesar de la broma, Amelia pareció molesta, y la ignoró.
- ¿A dónde ha ido?
Reena se encogió de hombros.
- Bueno, pues hasta luego.
-Adiós... - dijo Reena mientras sus pensamientos regresaban de nuevo a la tarta de manzana.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Zel estaba apoyado en la barandilla de uno de los múltiples balcones del palacio de Saillune.
Observaba pensativo el horizonte azul celeste, cubierto por algunas nubes que parecían hechas de algodón, y que hacían pensar en lo lejanas que se encontraban.
Zel pensaba que podría estar al lado de Amelia. A ésta no le importaba su apariencia, así que ¿para qué buscar una cura? De ahora en adelante sería una excusa para poder acompañarla a dónde quisiera.
La princesa había pedido a Reena la noche anterior, si podía acompañarla en sus viajes, como en los viejos tiempos. Y la hechicera había aceptado gustosa.
A Zel le empezaba a dar igual que la gente lo mirara con cara rara. Por el castillo se había paseado sin la menor vergüenza durante toda la mañana, y ahora estaba empezando a considerar una idiotez que hubiera estado escondiéndose durante todo aquél tiempo.
Estaba tan absorto que no se dio cuenta de que Amelia se había puesto a mirar el horizonte a su lado.
Se sobresaltó un poco, pero al ver de nuevo esa belleza de la que estaba enamorado, se sintió mucho mas tranquilo.
- Que bonito ¿verdad?. Me encanta venir aquí, pero desde el torreón mas alto se ve mucho mejor. - dijo al fin la princesa.
Zel se limitó a seguir su mirada hacia las montañas lejanas.
- Le has dicho a Reena si puedes ir con ellos ¿verdad? -le asaltó Amelia.
Zel asintió con la cabeza, luego añadió.
- Pero no es por que quiera buscar una cura.
Amelia pareció sorprendida.
- ¿A no?
Zel negó con la cabeza.
- ¿Y entonces por qué es?
Seguía siendo tan inocente como cuando se separaron.
- ¿No lo adivinas? -dijo él con una sonrisa.
Ésta vez fue ella la que negó.
- Por una persona que conozco desde hace mucho tiempo. Al principio creí que el cariño que le tenía era como el que se le tiene a una hermana pequeña, pero poco a poco... - se le hizo un nudo en la garganta - Pensé que era un monstruo. Pensé que jamás la merecería y me alejé de ella durante tres o cuatro años... y lo lamento... lo lamento muchísimo. Lamento no haber entendido antes que yo para ella significaba mucho mas de lo que creía... Amelia... ¿serás algún día capaz de perdonarme?.
Posiblemente fuera una de las cosas más hermosas que le hubieran dicho a Amelia, y no pudo evitar que unas lágrimas cayeran por sus redondas y sonrosadas mejillas.
La emoción del momento en ese cálido balcón con vistas hacia los confines de la tierra, le pareció a la princesa abrumadora, y abrazó con fuerza a Zelgadis, como si los fueran a separar, como si quisiera que sus cuerpos estuvieran unidos en ese abrazo y ya nadie jamás pudiera llevárselos a cada uno por su lado.
Entre sollozos, Amelia dijo.
- Perdóname tú a mí, por dejar que te marcharas.
La felicidad recorrió el cuerpo de la quimera como si de electricidad se tratase.
- No es culpa tuya el que yo haya estado tan ciego.
Al fin Amelia se separó de él, pero sus manos seguían en los hombros de éste, como si temiera que se fuera de nuevo.
- Abandonaré esa búsqueda. Cada intento de encontrar una cura, ha sido vano... ya ahora sólo quiero estar a tu lado.
- ¿Qué?¿Ya no quieres volver a ser humano?¿Vas a renunciar a lo único que has querido solo por mí?.
Zel se quedó perplejo. ¿Qué significaba aquello?. ¿Quería decir Amelia que deseaba que él fuera de nuevo humano?.
- Lo siento, Zel, pero no puedo dejar que eso ocurra.
- Pe... pero...
- No hay pero que valga, iremos los dos en busca de una cura para ti. - A Amelia se le llenaron los ojos de estrellitas- Seremos nómadas y viviremos los dos juntos siempre...
La princesa se había sonrojado y suspiraba. Zel también suspiró, "Al fin y al cabo, es cierto que no ha cambiado nada" Se dijo.
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Sí, ya lo se, este capítulo deja mucho que desear, además... NOOOOOO... ¡¡LO HE HECHO OTRA VEZ!!¡¡Otra escena Zel/Amelia!!
Bueno, prometo que pronto estará el siguiente chapi (a ver que os parece...).
Besos como diplodocus del ama de las bestias: Zelas Metallium.
