Ohayo... ^ ^
Agradecimientos:
Nadesiko: Gracias por el apoyo. Y es verdad, ese capítulo es sólo un nexo, para unir la boda con lo que viene ahora, así que no se puede decir mucho.
Linita-Gabriev: ^ ^U Puede que me salgan bien las escenas de Zel/Amelia, pero no me gustaría tener que dirigirme hacia el tortuoso camino del amor... Me alegra que guste tanto esta historia (tampoco es nada del otro mundo...).
Suisei Lady Dragon: XD Es que les dolían muchas cosas... :P ¿Lo del pastel de manzanas estuvo fenomenal? No sabes lo difícil que se me hizo imaginarme el proceso de "elevación y caída" de la tarta a cámara lenta... XD.
Raven: Sí... el capítulo anterior no fue de los mejores, la verdad, pero a ver qué te parece este. (¿Has visto? Ya te dije que me hacían gracia los borrachos).
¡¡Que alegría!! Vaya críticas mas buenas, vais a hacer que me ponga colorada... :P (Por cierto, nadie ha parecido notar que la canción de Martina era una de David Bisbal... ^ ^U)
En fin, personajes de Kanzaka, etc, etc. (no me cansaré nunca de repetirlo)
Os dejo... ^ ^
*************
Se despidieron de Sylpheel en el mismo lugar dónde se habían encontrado.
Amelia se había añadido al grupo, solía viajar al lado izquierdo de Zelgadis con cara de emoción. Ella había estado mucho tiempo tras los muros del incómodo castillo de Saillune, y se notaba que echaba de menos las aventuras.
Martina lamentaba que Sylpheel se marchara. Se habían compenetrado muy bien, y habían pasado la mayor parte del tiempo de su corta estancia en palacio juntas.
- ¿Y por qué no te puedes venir?
- Ya te lo he dicho, Martina, tengo que regresar para reanudar la construcción de la nueva Sairaag
- Pues prométeme que vendrás a visitarme algún día.
- No puedo prometerte eso... Estaré muy ocupada.
- Pues entonces, cuando rescate a mi Zangulus de las garras de ese Zeros, te iré a visitar yo.
Sylpheel suspiró resignada, y asintió con la cabeza.
- ¿Habéis acabado ya, tortolitas?- Reena en tono sarcástico.
Sylpheel y Martinala miraron de reojo mientras una gota les caía por la sien. De pronto la sacerdotisa se volvió hacia Gaudy y para fastidio de Reena, lo abrazó con fuerza.
- Gaudy, te voy a echar de menos.- confesó mientras una lágrima empezaba a brotar de uno de sus ojos esmeralda.
- ¿¿Eh??¿¿Qué??¡¡Ah!!¡¡Yo también Sylpheel!!. - dijo el espadachín con un tono de voz que se acercaba mas a la alegría que a la tristeza. No obstante, Sylpheel se dio por satisfecha.
Se alejó del grupo unos metros mientras todos la observaban. Martina lloraba a moco tendido, ahí iba una de las mejores amigas que había tenido. De pronto, la sacerdotisa de Sairaag, se giró en su dirección y se despidió con la mano, por última vez.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
La estación del buen tiempo se acercaba. En realidad, podía decirse que ya estaba encima. El verano parecía venir por adelantado y el calor era realmente insoportable en el camino.
Una semana atrás, cuando Syl se había separado del grupo, habían decidido ir hacia el sur y ahora lo estaban lamentando... pero no era precisamente por el calor.
- GGGGGRRRR... ¡¡¡Y TODO POR IR A BUSCAR A ESE LERDO DE ZANGULUS!!!- Reena estaba, de un tiempo a esta parte, de muy mal humor.
- REENA INVERSE, NO TE ATREVAS A INSULTAR A MI ZANGULUS. EL POBRECITO ESTARÁ ENCERRADO EN UNA MAZMORRA- Y para postres, Martina solía encararse con ella, pero el mal carácter de Reena siempre ganaba, especialmente en esos días, en los que ni siquiera la "caza de bandidos" lograba calmarla.
- ¡¡¡TE EMPEÑAS EN QUE ZANGULUS ESTÁ SECUESTRADO POR ZEROS, PERO SABES QUE NO ES VERDAAAAAAAAAAAAAD!!!- Reena le gritó tan fuerte que casi la deja sorda.
- ¡¡Sí que es verdad!!
- No, no lo es.
- Sí lo es.
- Ya, bueno ¿y tú como lo sabes?¿Acaso oíste a Zeros decir: "Jajajajaja... he secuestrado al marido de Martina porque es una reina pija y me cae fatal?
- No. - dijo Martina cruzándose de brazos como una niña pequeña.- Intuición femenina.
Todos cayeron al suelo de culo.
- De acuerdo- dijo Reena.- Si estás tan segura, sabrás entonces que Zangulus está en Wolf Pack Island ¿verdad?
- ¿Wolf Pack Island? ¿Qué es eso? - preguntó Martina desconcertada.
- ¿No lo sabes?- dijo Reena fingiendo estar sorprendida. Acto seguido añadió con voz fantasmal - Wolf Pack Island es el lugar dónde vive el ama de las bestias.
- ¿Y a mi que me importa quien sea la bestia esa?- dijo Martina intentando no parecer asustada.
- Ella es un demonio, de los mas poderosos... creada por Shabranigudú... Es el ama de Zeros...
- Pero eso no quiere decir que esté allí -decía Martina asustada.
- ¿Estás segura? ¿Sabes de dónde venía el mensajero de Saillune?- Reena dio en el clavo. Martina empezó a temblar.
- Reena, ya basta. - intervino Zelgadis. Martina pudo ver detrás de él a Amelia, quien estaba blanca cual papel. Gaudy también parecía molesto.
Reena miró a la quimera con mala cara, pero, al percibir la incomodidad del espadachín, dijo.
- Sólo quería asustarla. Y... vamos, no creeréis que Zeros ha secuestrado a Zangulus ¿verdad?
- Te repito que sí que lo ha secuestrado -insistió Martina- Pero no está en ese lugar.
- Ya... - murmuró Reena. Y siguió caminando.
Por suerte, no faltaba mas de un día para llegar a su destino. Las cálidas playas de los Estados Costeros, reino que lindaba con Saillune.
El sol estaba todo lo alto que podía estar en el cielo. Lo cual significaba que era medio día, y eso era proporcional a...
- Brrrrrr... que hambre... - dijo Reena al sonarle las tripas.
- Sí, y que lo digas.- respaldó Gaudy.
- Debemos aguantar un poco mas para llegar al próximo pueblo donde los justos obtendrán su recompensa.- animó Amelia, lo cual siguió a miradas de reojo y gotas de sudor por parte de los presentes.
Giraron por la curva del serpenteante camino de montaña, y allí, a sus pies se extendía un pequeño pueblo en un valle. Un poco mas lejos, se podía divisar sin esfuerzo el mar azul y dorado, que parecía no tener fronteras con el cielo.
Martina, se quedó ensimismada con el paisaje. Nunca se había parado a admirar esas composiciones de color, formas y texturas que componían un paisaje. Claro que no había viajado mucho, pero desde su castillo, seguro que algo se podría ver.
La mezcla de lo que hacía la mano del hombre con lo que aportaba la naturaleza, se le antojó exquisita, y de pronto, se apoderó de ella una nostalgia sobrenatural que hizo que se le erizara el bello.
- ¿Vamos? - la voz de Zelgadis sonaba distante.
Martina salió de su ensimismamiento, y comprobó que Reena, Gaudy y Amelia habían desaparecido. Aunque le pareció sospechoso un rastro de humo que se dirigía hacia el pueblo.
Asintió un poco molesta por ser interrumpida. Le costaba adaptarse a la vida de plebeya.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
El local era bullicioso pero limpio, se respiraba buen ambiente y, lo mas importante de todo, la comida estaba para chuparse los dedos.
Esto había calmado un poco el mal humor de Reena, pero no lo suficiente, pues de vez en cuando hacía que Gaudy cayera al suelo inconsciente a causa de un puñetazo, una patada o cualquier otra agresión física contra su persona.
- Gronf... Ñamm... ñam. Oye Graudy. ñam ¿gue te paza?- preguntaba en tono despreocupado.
Amelia, había estado comiendo con la misma "educación" que la hechicera y el espadachín, pero en cuanto vio entrar por la puerta a Zelgadis y a Martina, había adoptado una actitud mucho mas tranquila y, al menos, se había dignado a masticar antes de tragar.
Zel, se estaba bebiendo un te, y la comida empezaba a escasear, cuando Martina decidió que era la hora de infiltrarse en los "bajos fondos" y se dirigió hacia la barra.
El "barman" era un hombre gordo, tenía un bigote poblado y completamente negro y, aunque su expresión era la de una persona alegre y optimista, parecía ajetreado, casi estresado.
- ¿Qué desea, señorita?- le dijo a Martina con voz cordial. Todos sus compañeros de grupo la miraban sorprendidos desde la mesa. Martina se sintió enrojecer.
- Quisiera preguntar... si ha visto... a un hombre... alto... con el pelo... negro... y ondulado... y que... nunca... se quita... un sombrero... de la cabeza....
- Bueno, señorita, pasa mucha gente por aquí, y hombres con el pelo ondulado y negro hay muchos. - dijo en tono afable el hombre.
- Ya... Gra... gracias... - dijo Martina torpemente. Sentía la mirada de sus compañeros en la nuca, y eso siempre le ponía muy nerviosa.
De repente se acordó de algo. Olvidó por completo todo lo que la rodeaba y se dio la vuelta emocionada. Aún tenía otra oportunidad.
- ¿Y un hombre con el pelo lila?- preguntó casi a gritos. Algunas personas se giraron, pero no prestaron mucho interés.
- ¿Eh? - el hombre pareció desconcertado por un momento.
- ¿Ha visto un hombre con el pelo lila? Le llega mas o menos por aquí - Martina puso la mano un poco mas arriba del hombro. - y siempre está sonriendo- hizo una gran sonrisa- y tiene los ojos cerrados -cerró los ojos. Cualquiera que la hubiese visto, en otras circunstancias, se hubiera muerto de la risa.
- Ehh... - el hombre pareció dubitativo. Miró a su alrededor, como si temiera que alguien pudiera oírle, y se acercó a Martina.- Sí, lo he visto.
A Martina le dio un vuelco el corazón.
-Vino aquí hará cosa de una o dos semanas. - dijo con prudencia el hombre.- A mí me pareció muy raro ver a un sacerdote nuevo, porque hay aquí cerca un templo, y de vez en cuando vienen a saludar o a dar sermones, pero no le di demasiada importancia. Pensé que a lo mejor le habían trasladado o algo así, como los sacerdotes son tan raros...
Martina devoraba la información, después de tanto tiempo sin noticias de Zangulus, cualquier historia le valía, aunque fuera de su presunto raptor.
- Pero- prosiguió el hombre- no dio ningún sermón, ni se acercó a saludar, ni nada por el estilo, sólo se fue al fondo del local, a una mesa apartada, y... Oigan, esta es una conversación privada. - dijo el hombre molesto.
Reena, Gaudy, Zel y Amelia, escuchaban con atención detrás de Martina. Claro está que, por algún motivo, el hombre conservaba esa información como algo confidencial y se negaba a continuar.
- SIGA O LE DEJO SECO- Tronó Reena.
- Por favor, buen hombre, continúe la historia. Somos acompañantes de la señorita y estamos muy interesados en saber dónde se encuentra el sacerdote de quien nos estaba hablando.- Amelia hacía gala de sus modales, necesarios en toda princesa.
- Hablaré si la pelirroja se va.
- ¿¿¿¿QUEEEEEE????
- Oh... Perdone a nuestra compañera, ella es... emm... como decirlo... - Zelgadis miraba con angustia a Reena.
- Zel... será mucho mejor para ti si mantienes cerrada la boca- dijo Reena con la vena de la sien marcada.
- Por favor, buen hombre. Necesito todo lo que pueda decirme. - rogó Martina con los ojos redondos y llenos de brillos.
- Está bien... - accedió al fin el hombre.- pero no aquí. Síganme, por favor.
El hombre salió de detrás de la barra, y los guió hacia una habitación pequeña, pero bien amueblada. Se sentaron en los confortables sillones sin mediar palabra.
- ¿Quieren algo de beber?
- No, muchas gracias. Acabamos de comer.- contestó cortés Amelia, haciendo que Gaudy, que había abierto la boca para decir algo, la cerrara de golpe.
- Está bien. Mi nombre es Hermon, antes de todo, me gustaría saber con quién hablo y por qué les interesa saber lo que les tengo que decir.
- Mi nombre es Amelia Wil Tesla Saillune, soy la princesa de la capital de la magia blanca, Saillune. Éste hombre es Zelgadis Graywords. La pelirroja es Reena Inverse. El hombre rubio se llama Gaudy Gabriev y la señorita que le ha preguntado es la reina de Zoana, Martina Zoana Mel Navratilova. Estamos viajando juntos por diferentes motivos. "La reina Martina, está intentando encontrar a su marido, el rey Zangulus, y cree que ha sido secuestrado por ese sacerdote. Reena y Gaudy intentan encontrar una espada mágica para combatir a los bandidos - Reena la miró atónita - y Zelgadis y yo estamos buscando algo que le devuelva a su estado de humano. Por otro lado, queremos encontrar a ese hombre para detenerlo por un crimen que ha cometido, así que, si está en su mano ayudarnos, se lo agradeceremos de todo corazón."
Amelia concluyó. "Ha nacido para esto" se dijo Zel. Aunque, en el discurso de Amelia, había quitado importancia a Reena y a Gaudy (incluso a Zelgadis), era justificado. Para una persona como aquél hombre, un grupo formado por un guerrero y dos hechiceros poderosos, hubiese representado una amenaza, mas que otra cosa. Pero el hecho de que Amelia anunciara que era la princesa de la capital de la magia blanca daba un consuelo. Además, en presencia de dos miembros de la realeza, se evitaban faltas de respeto, recibir falsa información u ocultación de la misma.
El hombre frunció un poco el entrecejo y miró gravemente a Amelia y a Martina.
- Bueno, Altezas- empezó- no sé si lo que yo pueda decirles les servirá de algo.
- No importa, queremos oírlo.- se abalanzó Martina.
- Entonces os lo explicaré gustoso.
_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?
Hacía varias horas que el sacerdote había entrado. Como todo sacerdote que entra en este lugar, me había llamado la atención, pero la actitud de éste me había sorprendido.
No se había detenido a bendecir ni a hablar con ninguno de los fieles, es mas, yo diría que quería pasar desapercibido, porque enseguida se fue al fondo del local, y se sentó en la mesa mas alejada.
Bueno, el caso, es que esa noche nos quedamos los dos solos. Yo limpiaba los últimos vasos y me despedí de Letizia, la última de las camareras que quedaban ese día.
No me gusta que las chicas se vayan tarde, porque yo no soy uno de esos jefes que esclavizan al personal, así que siempre soy yo el que echa a los clientes rebeldes o a los borrachos.
Coloqué el último baso en la estantería. Al darme la vuelta vi que el sacerdote no se había ido, lo cual me pareció muy raro y muy sospechoso... Bueno, ya sabéis a lo que me refiero. A muchos los echan por no mantenerse castos, o por ser tremendamente desobedientes.
En fin... me dirigí hacia allí, él tenía toda la espalda apoyada en el respaldo de la silla, y los brazos estirados encima de la mesa aguantando un baso con el culo lleno de vino y una botella, que seguramente le habían servido mis camareras.
"Oiga padre, es hora de cerrar ¿no cree?" dije yo.
Entonces él de giró y dijo "Este vino es muy bueno, ¿lo hacen aquí, en el pueblo?"
A mí me gustó esa pregunta, la mayoría de gente que viene aquí, solo está de paso y no es experta en vino, así que le empecé a explicar la historia del vino de este pueblo. Hasta que me di cuenta de que ya era muy tarde.
"Bueno, padre. ¿No cree que es hora de que Cephied vele nuestros sueños?"
Yo dije esto con la mejor intención, pero entonces...
_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?
El hombre se había puesto pálido.
- ¿Qué pasó? - apremió Amelia.
El hombre negaba lentamente con la cabeza.
- ¡¡MALDITO DEMONIO, COMO LE HAYA HECHO DAÑO A ALGUIEN MAS...!!!- empezó a decir Reena.
El hombre pareció sorprendido.
- ¿Sabían ustedes que era un demonio...?
Amelia asintió tristemente con la cabeza.
- Por desgracia le conocemos desde hace tiempo.
- Entonces puedo respirar tranquilo.- dijo el hombre recuperando el color de la cara.
_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?
Posiblemente le ofendí con ese comentario. Ni siquiera me había imaginado que pudiera ser un demonio. Nunca había visto ninguno. Siempre había creído que eran monstruos horribles y feos, pero este parecía un humano.
En fin... solo me hizo falta mirarle a los ojos para saber que no era ningún sacerdote sagrado ni nada por el estilo. Se levantó de la silla, y con un solo movimiento de su bastón, me tiró por los aires.
Entonces me dijo que era un demonio. También me dijo otras cosas, pero estaba muy asustado, y no podía escuchar.
Entonces, cuando empezaba a creer que no viviría para contarlo, me pidió que le diese toda la comida, la leche y el vino que tenía en el almacén.
Yo me quedé un poco sorprendido, pero como estaba tan asustado, le di la llave sin rechistar, y me obligó a guardar silencio diciéndome que si hablaba de eso con alguien mataría a mi nieta y a mi hija.
_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?_?
Todos estaban horrorizados con la historia del hombre.
Tal vez fuera el contraste del Zeros que ellos habían conocido con el que se había encontrado el tabernero.
Poco a poco, la rabia les fue consumiendo, pues los intereses del demonio eran lo que le había llevado a éste a comportarse "decentemente" mientras viajaban juntos.
- Vino progresivamente a llevarse toda la comida, la leche y el vino que quiso, hasta que hoy por la mañana, muy temprano, se ha llevado el último cargamento.
- ¿¿¿¿QUEEEEEEE????- gritó Reena - ¿¿¿ESO SIGNIFICA QUE NOS HA CONTADO TODA ESA HISTORIA MIENTRAS ZEROS ESTABA POR AHÍ PASEÁNDOSE TAN PANCHO???
Reena tenía al hombre cogido por el cuello de la camisa con fuerza y mirándole fieramente, a pesar de que no era mucho mas alta que el hombre.
- Lo... lo siento... yo...
- Gracias por la información, buen hombre. - dijo Amelia cuando Reena lo liberó y se disponían a salir por la puerta.
- Ha sido un placer, aunque no ha servido de mucho...
- Lo suficiente como para atraparle, y ahora podéis retiraros, os agradecemos vuestra ayuda de todo corazón.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
No quedaba mas de un día para alcanzar su destino, pero en lugar de las paradisíacas playas o de las palmeras y cangrejos, sus pensamientos estaban ocupados por las recientes atrocidades de Zeros.
- Repasemos- pidió Reena. - Primero, desaparece completamente del mapa durante cuatro años, y no tenemos noticias hasta ahora.
- Segundo, muere un hombre por ir a llevarle una simple carta y le procura una muerte espantosa. - dijo Amelia con voz culpable.
- Sí, asintió Reena. -y después nos enteramos de que ha estado pidiendo comida, leche y vino. Pero no sabemos para qué los quiere.
- ¿No es curioso? - dijo de repente Gaudy.
- ¿El qué?- Preguntó Reena con fastidio.
- Pues que Zeros pidiera leche. ¿Para qué quiere leche, si tiene vino para beber?- dijo Gaudy con una sonrisa en los labios.
Reena le pegó un collejón, que el pobre espadachín casi se cae al suelo.
- Idiota... -murmuró Reena.
- Reena... no es una idea tan chiflada... - empezó Zel.- En realidad Gaudy tiene razón. ¿Para qué quiere Zeros comida?¿Y leche? Sabemos que el vino sería mas bien como una golosina para los demonios, algo que, como a ellos no les afecta, les da refinamiento.
Reena hizo una sonrisa escéptica.
- Además se oyen rumores sobre que el ama de las bestias bebe bastante- dijo.
- ¡Exacto!-exclamó Zel- lo que podría decir que todo lo que ha cogido es para su ama, pero aún me extraña lo de la leche y la comida.
- ¡¡Pues está claro!! - intervino Martina por primera vez.- La ha cogido, porque quiere mantener a mi Zangulus vivo, hasta que yo, Martina, con la fuerza del poderoso Zomelster, vaya a rescatarlo. - Martina acompañándose de sus típicas poses melodramáticas.
- Otra vez noooooooo... - dijo Reena pasándose la palma de las manos por las mejillas en un gesto de desesperación.
Y, con una nueva discusión por parte de Reena y Martina, sobre el paradero de Zangulus, se encaminaron hacia las cálidas playas de los Estados Costeros.
*************
Bueno... no he hecho este chapi tan pronto como esperaba... pero ¿os ha gustado?
En fin... os he dado mas pistas sobre Zeros, que está por ahí perdido (lo siento Raven, espera un poco mas... :P).
Bueno, quiero reviews, como siempre, buenos, malos, regulares, etc... (Sorry, tengo un sueño que no veo...). También se aceptan mails a: labestiamayor_zelas@hotmail.com.
Besos como rinocerontes, mastodontes, elefantes... del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
Agradecimientos:
Nadesiko: Gracias por el apoyo. Y es verdad, ese capítulo es sólo un nexo, para unir la boda con lo que viene ahora, así que no se puede decir mucho.
Linita-Gabriev: ^ ^U Puede que me salgan bien las escenas de Zel/Amelia, pero no me gustaría tener que dirigirme hacia el tortuoso camino del amor... Me alegra que guste tanto esta historia (tampoco es nada del otro mundo...).
Suisei Lady Dragon: XD Es que les dolían muchas cosas... :P ¿Lo del pastel de manzanas estuvo fenomenal? No sabes lo difícil que se me hizo imaginarme el proceso de "elevación y caída" de la tarta a cámara lenta... XD.
Raven: Sí... el capítulo anterior no fue de los mejores, la verdad, pero a ver qué te parece este. (¿Has visto? Ya te dije que me hacían gracia los borrachos).
¡¡Que alegría!! Vaya críticas mas buenas, vais a hacer que me ponga colorada... :P (Por cierto, nadie ha parecido notar que la canción de Martina era una de David Bisbal... ^ ^U)
En fin, personajes de Kanzaka, etc, etc. (no me cansaré nunca de repetirlo)
Os dejo... ^ ^
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Se despidieron de Sylpheel en el mismo lugar dónde se habían encontrado.
Amelia se había añadido al grupo, solía viajar al lado izquierdo de Zelgadis con cara de emoción. Ella había estado mucho tiempo tras los muros del incómodo castillo de Saillune, y se notaba que echaba de menos las aventuras.
Martina lamentaba que Sylpheel se marchara. Se habían compenetrado muy bien, y habían pasado la mayor parte del tiempo de su corta estancia en palacio juntas.
- ¿Y por qué no te puedes venir?
- Ya te lo he dicho, Martina, tengo que regresar para reanudar la construcción de la nueva Sairaag
- Pues prométeme que vendrás a visitarme algún día.
- No puedo prometerte eso... Estaré muy ocupada.
- Pues entonces, cuando rescate a mi Zangulus de las garras de ese Zeros, te iré a visitar yo.
Sylpheel suspiró resignada, y asintió con la cabeza.
- ¿Habéis acabado ya, tortolitas?- Reena en tono sarcástico.
Sylpheel y Martinala miraron de reojo mientras una gota les caía por la sien. De pronto la sacerdotisa se volvió hacia Gaudy y para fastidio de Reena, lo abrazó con fuerza.
- Gaudy, te voy a echar de menos.- confesó mientras una lágrima empezaba a brotar de uno de sus ojos esmeralda.
- ¿¿Eh??¿¿Qué??¡¡Ah!!¡¡Yo también Sylpheel!!. - dijo el espadachín con un tono de voz que se acercaba mas a la alegría que a la tristeza. No obstante, Sylpheel se dio por satisfecha.
Se alejó del grupo unos metros mientras todos la observaban. Martina lloraba a moco tendido, ahí iba una de las mejores amigas que había tenido. De pronto, la sacerdotisa de Sairaag, se giró en su dirección y se despidió con la mano, por última vez.
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La estación del buen tiempo se acercaba. En realidad, podía decirse que ya estaba encima. El verano parecía venir por adelantado y el calor era realmente insoportable en el camino.
Una semana atrás, cuando Syl se había separado del grupo, habían decidido ir hacia el sur y ahora lo estaban lamentando... pero no era precisamente por el calor.
- GGGGGRRRR... ¡¡¡Y TODO POR IR A BUSCAR A ESE LERDO DE ZANGULUS!!!- Reena estaba, de un tiempo a esta parte, de muy mal humor.
- REENA INVERSE, NO TE ATREVAS A INSULTAR A MI ZANGULUS. EL POBRECITO ESTARÁ ENCERRADO EN UNA MAZMORRA- Y para postres, Martina solía encararse con ella, pero el mal carácter de Reena siempre ganaba, especialmente en esos días, en los que ni siquiera la "caza de bandidos" lograba calmarla.
- ¡¡¡TE EMPEÑAS EN QUE ZANGULUS ESTÁ SECUESTRADO POR ZEROS, PERO SABES QUE NO ES VERDAAAAAAAAAAAAAD!!!- Reena le gritó tan fuerte que casi la deja sorda.
- ¡¡Sí que es verdad!!
- No, no lo es.
- Sí lo es.
- Ya, bueno ¿y tú como lo sabes?¿Acaso oíste a Zeros decir: "Jajajajaja... he secuestrado al marido de Martina porque es una reina pija y me cae fatal?
- No. - dijo Martina cruzándose de brazos como una niña pequeña.- Intuición femenina.
Todos cayeron al suelo de culo.
- De acuerdo- dijo Reena.- Si estás tan segura, sabrás entonces que Zangulus está en Wolf Pack Island ¿verdad?
- ¿Wolf Pack Island? ¿Qué es eso? - preguntó Martina desconcertada.
- ¿No lo sabes?- dijo Reena fingiendo estar sorprendida. Acto seguido añadió con voz fantasmal - Wolf Pack Island es el lugar dónde vive el ama de las bestias.
- ¿Y a mi que me importa quien sea la bestia esa?- dijo Martina intentando no parecer asustada.
- Ella es un demonio, de los mas poderosos... creada por Shabranigudú... Es el ama de Zeros...
- Pero eso no quiere decir que esté allí -decía Martina asustada.
- ¿Estás segura? ¿Sabes de dónde venía el mensajero de Saillune?- Reena dio en el clavo. Martina empezó a temblar.
- Reena, ya basta. - intervino Zelgadis. Martina pudo ver detrás de él a Amelia, quien estaba blanca cual papel. Gaudy también parecía molesto.
Reena miró a la quimera con mala cara, pero, al percibir la incomodidad del espadachín, dijo.
- Sólo quería asustarla. Y... vamos, no creeréis que Zeros ha secuestrado a Zangulus ¿verdad?
- Te repito que sí que lo ha secuestrado -insistió Martina- Pero no está en ese lugar.
- Ya... - murmuró Reena. Y siguió caminando.
Por suerte, no faltaba mas de un día para llegar a su destino. Las cálidas playas de los Estados Costeros, reino que lindaba con Saillune.
El sol estaba todo lo alto que podía estar en el cielo. Lo cual significaba que era medio día, y eso era proporcional a...
- Brrrrrr... que hambre... - dijo Reena al sonarle las tripas.
- Sí, y que lo digas.- respaldó Gaudy.
- Debemos aguantar un poco mas para llegar al próximo pueblo donde los justos obtendrán su recompensa.- animó Amelia, lo cual siguió a miradas de reojo y gotas de sudor por parte de los presentes.
Giraron por la curva del serpenteante camino de montaña, y allí, a sus pies se extendía un pequeño pueblo en un valle. Un poco mas lejos, se podía divisar sin esfuerzo el mar azul y dorado, que parecía no tener fronteras con el cielo.
Martina, se quedó ensimismada con el paisaje. Nunca se había parado a admirar esas composiciones de color, formas y texturas que componían un paisaje. Claro que no había viajado mucho, pero desde su castillo, seguro que algo se podría ver.
La mezcla de lo que hacía la mano del hombre con lo que aportaba la naturaleza, se le antojó exquisita, y de pronto, se apoderó de ella una nostalgia sobrenatural que hizo que se le erizara el bello.
- ¿Vamos? - la voz de Zelgadis sonaba distante.
Martina salió de su ensimismamiento, y comprobó que Reena, Gaudy y Amelia habían desaparecido. Aunque le pareció sospechoso un rastro de humo que se dirigía hacia el pueblo.
Asintió un poco molesta por ser interrumpida. Le costaba adaptarse a la vida de plebeya.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
El local era bullicioso pero limpio, se respiraba buen ambiente y, lo mas importante de todo, la comida estaba para chuparse los dedos.
Esto había calmado un poco el mal humor de Reena, pero no lo suficiente, pues de vez en cuando hacía que Gaudy cayera al suelo inconsciente a causa de un puñetazo, una patada o cualquier otra agresión física contra su persona.
- Gronf... Ñamm... ñam. Oye Graudy. ñam ¿gue te paza?- preguntaba en tono despreocupado.
Amelia, había estado comiendo con la misma "educación" que la hechicera y el espadachín, pero en cuanto vio entrar por la puerta a Zelgadis y a Martina, había adoptado una actitud mucho mas tranquila y, al menos, se había dignado a masticar antes de tragar.
Zel, se estaba bebiendo un te, y la comida empezaba a escasear, cuando Martina decidió que era la hora de infiltrarse en los "bajos fondos" y se dirigió hacia la barra.
El "barman" era un hombre gordo, tenía un bigote poblado y completamente negro y, aunque su expresión era la de una persona alegre y optimista, parecía ajetreado, casi estresado.
- ¿Qué desea, señorita?- le dijo a Martina con voz cordial. Todos sus compañeros de grupo la miraban sorprendidos desde la mesa. Martina se sintió enrojecer.
- Quisiera preguntar... si ha visto... a un hombre... alto... con el pelo... negro... y ondulado... y que... nunca... se quita... un sombrero... de la cabeza....
- Bueno, señorita, pasa mucha gente por aquí, y hombres con el pelo ondulado y negro hay muchos. - dijo en tono afable el hombre.
- Ya... Gra... gracias... - dijo Martina torpemente. Sentía la mirada de sus compañeros en la nuca, y eso siempre le ponía muy nerviosa.
De repente se acordó de algo. Olvidó por completo todo lo que la rodeaba y se dio la vuelta emocionada. Aún tenía otra oportunidad.
- ¿Y un hombre con el pelo lila?- preguntó casi a gritos. Algunas personas se giraron, pero no prestaron mucho interés.
- ¿Eh? - el hombre pareció desconcertado por un momento.
- ¿Ha visto un hombre con el pelo lila? Le llega mas o menos por aquí - Martina puso la mano un poco mas arriba del hombro. - y siempre está sonriendo- hizo una gran sonrisa- y tiene los ojos cerrados -cerró los ojos. Cualquiera que la hubiese visto, en otras circunstancias, se hubiera muerto de la risa.
- Ehh... - el hombre pareció dubitativo. Miró a su alrededor, como si temiera que alguien pudiera oírle, y se acercó a Martina.- Sí, lo he visto.
A Martina le dio un vuelco el corazón.
-Vino aquí hará cosa de una o dos semanas. - dijo con prudencia el hombre.- A mí me pareció muy raro ver a un sacerdote nuevo, porque hay aquí cerca un templo, y de vez en cuando vienen a saludar o a dar sermones, pero no le di demasiada importancia. Pensé que a lo mejor le habían trasladado o algo así, como los sacerdotes son tan raros...
Martina devoraba la información, después de tanto tiempo sin noticias de Zangulus, cualquier historia le valía, aunque fuera de su presunto raptor.
- Pero- prosiguió el hombre- no dio ningún sermón, ni se acercó a saludar, ni nada por el estilo, sólo se fue al fondo del local, a una mesa apartada, y... Oigan, esta es una conversación privada. - dijo el hombre molesto.
Reena, Gaudy, Zel y Amelia, escuchaban con atención detrás de Martina. Claro está que, por algún motivo, el hombre conservaba esa información como algo confidencial y se negaba a continuar.
- SIGA O LE DEJO SECO- Tronó Reena.
- Por favor, buen hombre, continúe la historia. Somos acompañantes de la señorita y estamos muy interesados en saber dónde se encuentra el sacerdote de quien nos estaba hablando.- Amelia hacía gala de sus modales, necesarios en toda princesa.
- Hablaré si la pelirroja se va.
- ¿¿¿¿QUEEEEEE????
- Oh... Perdone a nuestra compañera, ella es... emm... como decirlo... - Zelgadis miraba con angustia a Reena.
- Zel... será mucho mejor para ti si mantienes cerrada la boca- dijo Reena con la vena de la sien marcada.
- Por favor, buen hombre. Necesito todo lo que pueda decirme. - rogó Martina con los ojos redondos y llenos de brillos.
- Está bien... - accedió al fin el hombre.- pero no aquí. Síganme, por favor.
El hombre salió de detrás de la barra, y los guió hacia una habitación pequeña, pero bien amueblada. Se sentaron en los confortables sillones sin mediar palabra.
- ¿Quieren algo de beber?
- No, muchas gracias. Acabamos de comer.- contestó cortés Amelia, haciendo que Gaudy, que había abierto la boca para decir algo, la cerrara de golpe.
- Está bien. Mi nombre es Hermon, antes de todo, me gustaría saber con quién hablo y por qué les interesa saber lo que les tengo que decir.
- Mi nombre es Amelia Wil Tesla Saillune, soy la princesa de la capital de la magia blanca, Saillune. Éste hombre es Zelgadis Graywords. La pelirroja es Reena Inverse. El hombre rubio se llama Gaudy Gabriev y la señorita que le ha preguntado es la reina de Zoana, Martina Zoana Mel Navratilova. Estamos viajando juntos por diferentes motivos. "La reina Martina, está intentando encontrar a su marido, el rey Zangulus, y cree que ha sido secuestrado por ese sacerdote. Reena y Gaudy intentan encontrar una espada mágica para combatir a los bandidos - Reena la miró atónita - y Zelgadis y yo estamos buscando algo que le devuelva a su estado de humano. Por otro lado, queremos encontrar a ese hombre para detenerlo por un crimen que ha cometido, así que, si está en su mano ayudarnos, se lo agradeceremos de todo corazón."
Amelia concluyó. "Ha nacido para esto" se dijo Zel. Aunque, en el discurso de Amelia, había quitado importancia a Reena y a Gaudy (incluso a Zelgadis), era justificado. Para una persona como aquél hombre, un grupo formado por un guerrero y dos hechiceros poderosos, hubiese representado una amenaza, mas que otra cosa. Pero el hecho de que Amelia anunciara que era la princesa de la capital de la magia blanca daba un consuelo. Además, en presencia de dos miembros de la realeza, se evitaban faltas de respeto, recibir falsa información u ocultación de la misma.
El hombre frunció un poco el entrecejo y miró gravemente a Amelia y a Martina.
- Bueno, Altezas- empezó- no sé si lo que yo pueda decirles les servirá de algo.
- No importa, queremos oírlo.- se abalanzó Martina.
- Entonces os lo explicaré gustoso.
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Hacía varias horas que el sacerdote había entrado. Como todo sacerdote que entra en este lugar, me había llamado la atención, pero la actitud de éste me había sorprendido.
No se había detenido a bendecir ni a hablar con ninguno de los fieles, es mas, yo diría que quería pasar desapercibido, porque enseguida se fue al fondo del local, y se sentó en la mesa mas alejada.
Bueno, el caso, es que esa noche nos quedamos los dos solos. Yo limpiaba los últimos vasos y me despedí de Letizia, la última de las camareras que quedaban ese día.
No me gusta que las chicas se vayan tarde, porque yo no soy uno de esos jefes que esclavizan al personal, así que siempre soy yo el que echa a los clientes rebeldes o a los borrachos.
Coloqué el último baso en la estantería. Al darme la vuelta vi que el sacerdote no se había ido, lo cual me pareció muy raro y muy sospechoso... Bueno, ya sabéis a lo que me refiero. A muchos los echan por no mantenerse castos, o por ser tremendamente desobedientes.
En fin... me dirigí hacia allí, él tenía toda la espalda apoyada en el respaldo de la silla, y los brazos estirados encima de la mesa aguantando un baso con el culo lleno de vino y una botella, que seguramente le habían servido mis camareras.
"Oiga padre, es hora de cerrar ¿no cree?" dije yo.
Entonces él de giró y dijo "Este vino es muy bueno, ¿lo hacen aquí, en el pueblo?"
A mí me gustó esa pregunta, la mayoría de gente que viene aquí, solo está de paso y no es experta en vino, así que le empecé a explicar la historia del vino de este pueblo. Hasta que me di cuenta de que ya era muy tarde.
"Bueno, padre. ¿No cree que es hora de que Cephied vele nuestros sueños?"
Yo dije esto con la mejor intención, pero entonces...
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El hombre se había puesto pálido.
- ¿Qué pasó? - apremió Amelia.
El hombre negaba lentamente con la cabeza.
- ¡¡MALDITO DEMONIO, COMO LE HAYA HECHO DAÑO A ALGUIEN MAS...!!!- empezó a decir Reena.
El hombre pareció sorprendido.
- ¿Sabían ustedes que era un demonio...?
Amelia asintió tristemente con la cabeza.
- Por desgracia le conocemos desde hace tiempo.
- Entonces puedo respirar tranquilo.- dijo el hombre recuperando el color de la cara.
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Posiblemente le ofendí con ese comentario. Ni siquiera me había imaginado que pudiera ser un demonio. Nunca había visto ninguno. Siempre había creído que eran monstruos horribles y feos, pero este parecía un humano.
En fin... solo me hizo falta mirarle a los ojos para saber que no era ningún sacerdote sagrado ni nada por el estilo. Se levantó de la silla, y con un solo movimiento de su bastón, me tiró por los aires.
Entonces me dijo que era un demonio. También me dijo otras cosas, pero estaba muy asustado, y no podía escuchar.
Entonces, cuando empezaba a creer que no viviría para contarlo, me pidió que le diese toda la comida, la leche y el vino que tenía en el almacén.
Yo me quedé un poco sorprendido, pero como estaba tan asustado, le di la llave sin rechistar, y me obligó a guardar silencio diciéndome que si hablaba de eso con alguien mataría a mi nieta y a mi hija.
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Todos estaban horrorizados con la historia del hombre.
Tal vez fuera el contraste del Zeros que ellos habían conocido con el que se había encontrado el tabernero.
Poco a poco, la rabia les fue consumiendo, pues los intereses del demonio eran lo que le había llevado a éste a comportarse "decentemente" mientras viajaban juntos.
- Vino progresivamente a llevarse toda la comida, la leche y el vino que quiso, hasta que hoy por la mañana, muy temprano, se ha llevado el último cargamento.
- ¿¿¿¿QUEEEEEEE????- gritó Reena - ¿¿¿ESO SIGNIFICA QUE NOS HA CONTADO TODA ESA HISTORIA MIENTRAS ZEROS ESTABA POR AHÍ PASEÁNDOSE TAN PANCHO???
Reena tenía al hombre cogido por el cuello de la camisa con fuerza y mirándole fieramente, a pesar de que no era mucho mas alta que el hombre.
- Lo... lo siento... yo...
- Gracias por la información, buen hombre. - dijo Amelia cuando Reena lo liberó y se disponían a salir por la puerta.
- Ha sido un placer, aunque no ha servido de mucho...
- Lo suficiente como para atraparle, y ahora podéis retiraros, os agradecemos vuestra ayuda de todo corazón.
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No quedaba mas de un día para alcanzar su destino, pero en lugar de las paradisíacas playas o de las palmeras y cangrejos, sus pensamientos estaban ocupados por las recientes atrocidades de Zeros.
- Repasemos- pidió Reena. - Primero, desaparece completamente del mapa durante cuatro años, y no tenemos noticias hasta ahora.
- Segundo, muere un hombre por ir a llevarle una simple carta y le procura una muerte espantosa. - dijo Amelia con voz culpable.
- Sí, asintió Reena. -y después nos enteramos de que ha estado pidiendo comida, leche y vino. Pero no sabemos para qué los quiere.
- ¿No es curioso? - dijo de repente Gaudy.
- ¿El qué?- Preguntó Reena con fastidio.
- Pues que Zeros pidiera leche. ¿Para qué quiere leche, si tiene vino para beber?- dijo Gaudy con una sonrisa en los labios.
Reena le pegó un collejón, que el pobre espadachín casi se cae al suelo.
- Idiota... -murmuró Reena.
- Reena... no es una idea tan chiflada... - empezó Zel.- En realidad Gaudy tiene razón. ¿Para qué quiere Zeros comida?¿Y leche? Sabemos que el vino sería mas bien como una golosina para los demonios, algo que, como a ellos no les afecta, les da refinamiento.
Reena hizo una sonrisa escéptica.
- Además se oyen rumores sobre que el ama de las bestias bebe bastante- dijo.
- ¡Exacto!-exclamó Zel- lo que podría decir que todo lo que ha cogido es para su ama, pero aún me extraña lo de la leche y la comida.
- ¡¡Pues está claro!! - intervino Martina por primera vez.- La ha cogido, porque quiere mantener a mi Zangulus vivo, hasta que yo, Martina, con la fuerza del poderoso Zomelster, vaya a rescatarlo. - Martina acompañándose de sus típicas poses melodramáticas.
- Otra vez noooooooo... - dijo Reena pasándose la palma de las manos por las mejillas en un gesto de desesperación.
Y, con una nueva discusión por parte de Reena y Martina, sobre el paradero de Zangulus, se encaminaron hacia las cálidas playas de los Estados Costeros.
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Bueno... no he hecho este chapi tan pronto como esperaba... pero ¿os ha gustado?
En fin... os he dado mas pistas sobre Zeros, que está por ahí perdido (lo siento Raven, espera un poco mas... :P).
Bueno, quiero reviews, como siempre, buenos, malos, regulares, etc... (Sorry, tengo un sueño que no veo...). También se aceptan mails a: labestiamayor_zelas@hotmail.com.
Besos como rinocerontes, mastodontes, elefantes... del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
