OOOOhayooo...

Empecemos con la parrafada...

Agradezco por los reviews a:

Raven: ¿Corriente? Bueno, sí, ¿quién no ha ido a la playa en agosto y, ese mismo día ha surgido un dragón de las aguas? XD Es lo mas normal del mundo, hombre. XD. Aunque.... si quieres que te diga la verdad, yo nunca me he encontrado tales aglomeraciones en la playa... (me he basado en la cantidad de gente que suele haber en el salon del manga –como vacilo...-). Ya hablaremos de tu humor absurdo... :P

Linita Gabriev: ¿El dragón? Baahh... es de esos pequeñitos de 16m de alto y 20 de ancho... (es que están un poco rechonchos) Na... los típicos... :P Me alegra muchísimo que te guste (de verdad... me das una alegría... ^ ^).

Masaki: Garcias... ^ ^ Bueno... es verdad... Zelgadis está un poco más simpatiquillo, tal vez... pero es que con mi desquiciada mente me resulta muy difícil hacer personajes serios... En cuanto a la propuesta... la consideraré, pero eso no significa que la vaya a llevar a cabo... me lo tengo que pensar... ; )

Kanzaka y sus amiguitos del bosque... la la la... y todo eso...

Bueno... os dejo con ello... ^ ^ ¡¡disfrutadlo!!

*************

Miraba el atardecer.

Era bello. Mas que bello. Era precioso. Hermoso. Increíble. Mágico...

A pesar de los años que llevaba en ese mundo, que, sin duda, eran muchos, le seguía sorprendiendo la belleza del firmamento.

Ya estuviera nublado o despejado, azul o gris, claro u oscuro, siempre le emocionaba, y nunca dejaba de sorprenderle su hermosura.

Ese día, el aire en la cima de las montañas de Kaatar soplaba con gran fuerza, y en el cielo, las nubes parecían pintadas con los colores más cálidos y bellos.

El Sol dorado, creaba sobre las nubes un sombreado de color naranja y rojo. El rojo más puro y llamativo, el mas brillante de todos los que había visto en mucho tiempo.

Sin embargo, ese rojo tan puro, se veía ennegrecido por una sombra lila que aumentaba más su belleza.

El dorado del Sol se extendía por una parte de la cúpula celeste, sin llegar a tocar la opuesta, que ya se veía oscura.

Milgazia siempre se había visto relacionado de algún modo con el paisaje. Y mientras más tiempo pasaba, mas creía que el cielo reflejaba la situación en la que el mundo se encontraba. O si no del mundo, sí del suyo propio.

En los amaneceres de su vida, nunca se había fijado en el cielo. Aún así, lo recordaba como claro, soleado y algo basto. Y los atardeceres eran uniformes, de un solo color.

De repente, todo cambió. El cielo se tornó negro y grandes nubes amenazaban con descargar su ira sobre la tierra. Los días eran grises durante la guerra de resurrección por Shabranigudú.

Los atardeceres de ese periodo de su vida... esos, esos sí que nunca los olvidaría. El color rojo que adquiría el Sol era un evidente reflejo de lo que había en la tierra, sangre, matanzas y dolor para los dragones dorados. No obstante, una figura se imponía, aterradora y sonriente, como el mismo Sol rojo que lo inundaba todo con su terrible luz... Zeros Metallium.

Jamás podría olvidarlo. Jamás podría recuperarse de las heridas que una vez le hizo esa guerra, y así lo demostró el firmamento. Componiendo colores rojos en sus atardeceres para recordar esos nefastos días.

Los que siguieron a esos... fueron negros al principio, grises después, hasta que, por fin, fueron adquiriendo un tono parecido al basto azul celeste de antaño.

Pero, definitivamente, no fue hasta hace cinco o seis años, cuando el camino llevó allí a Reena Inverse para acabar con Gaarv, y cuando el viento llevó la noticia de la destrucción de Fibrizzo, que el cielo no recuperó gran parte de su color inicial, y que los atardeceres se volvieron bellos y coloridos, con los colores del orden y el caos mezclados en las nubes.

Aún así... ahora que todo parecía haber pasado, él volvía de nuevo para atormentarle. Haciendo que el color rojo, ése que era mas brillante y nítido que la sangre, se reflejara de nuevo en la cúpula celeste.

Miró hacia abajo. Había una aldea en la falda de esas montañas. Odiaba la visión que le ofrecían los humanos. No era que le molestaran. El problema eran las modificaciones que ejercían en el paisaje. Odiaba los humitos que desprendían las chimeneas, y las horribles construcciones que formaban un pueblo o, peor aún, una ciudad.

Los humanos... Aunque odiara esas cosas, había que considerar que eran seres extraordinarios. Él llevaba toda la vida mirando el firmamento, viendo pasar su vida, dejando que los segundos escaparan por sus dedos y se perdieran en el aire.

Sin embargo, ellos, que no perdían un segundo de sus cortas vidas. Ellos, que las vivían intensamente. Ellos, que querían dominar el tiempo para poder hacer mas cosas de las que podían, lograban plasmar en un lienzo o papel, por escrito, en imagen o con distintos sonidos, la belleza y fealdad del mundo que les rodeaba.

De repente, ésa sensación le sacó de sus pensamientos.

Ya estaba allí.

No se dejaba ver. Estaba jugando, y a Milgazia, eso no le hizo ninguna gracia.

Tubo miedo e impotencia. Y después la rabia le fue consumiendo. Si había alguien que podía reírse de él, precisamente era ése ser.

Intentó mantener el control de sus emociones. Sabía que enfureciéndose sólo lograría seguirle el juego. Intentó concentrarse de nuevo en el paisaje y seguir con sus reflexiones, pero notaba esa horrenda presencia. Ahora aquí. Ahora allí...

La vena de la sien se le empezó a marcar en la frente y notó que el juego se hacía mas rápido. Sabía que se estaba moviendo lo mas rápido posible para desconcertarlo y hacerlo enfadar, y al fin, después de una lucha interna, ese apestoso ser, consiguió sacar a Milgazaia de sus casillas.

- ¡¡¡BASTA YAAAAAAAAAA!!- gritó el dragón.

Entonces, delante suyo apareció, con la más triunfal y despreciable de las sonrisas, el rostro protagonista de todas las pesadillas del dragón. Zeros Metallium.

Milgazia lo miró, jadeando por el grito. Aún estaba demasiado enfadado como para sentirse asustado de lo que el demonio pudiera hacerle a sus conocidos y amigos, residentes todos en las montañas.

Escudriñó el rostro inmutable de Zeros. Nada. Ni un atisbo de sus verdaderas intenciones asomaban en esos ojos cerrados.

El demonio llevaba algo en brazos. Algo muy valioso. Algo que Milgazia creía que nunca mas iba a ver... Un dragón antiguo. Tenía el cabello de un color entre azul y verde, tal vez tirando a éste último, y no aparentaba mas de tres años.

Milgazia se asustó de pronto. El niño tenía los ojos cerrados y su cabeza descansaba en el pecho del demonio. "Está muerto" pensó con horror.

Por suerte, su suposición resultó falsa, pues observó con alivio que la respiración de la criatura era acompasada y suave.

Zeros, viendo este asomo de temor acentuó mas su sonrisa, y le tendió al pequeño para que lo cogiera.

- Tal como hemos acordado.- dijo en tono misterioso. Milgazia lo miró ceñudo, ya con el niño en brazos.

- ¿Qué te propones?- dijo dándose cuenta al cabo de un segundo, de que era una pregunta estúpida.

- Eso es un secreto.- contestó el demonio con su estúpida sonrisa mientras se giraba para marcharse.- ¡Ah!¡Por cierto!- agregó volviéndose de nuevo hacia el dragón.- El niño se llama Val. Val Ul Copt.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

- ¡¡MALDITA SEAAAAAA...!!

Reena estaba desesperada por acabar deprisa su tarea.

Haría cosa de cuatro días que se encontraban en cala-medusa, y, aunque las tareas encomendadas por el dueño (un viejecito llamado Erevest), no eran ni largas ni complicadas, Reena se pasaba todo el día para terminar con su trabajo.

A la hechicera y a Gaudy, les tocaba limpiar la playa si estaba sucia, y el suelo de la casa.

A Zelgadis y a Amelia, les tocaban las tareas de cocinar, limpiar los platos y, en definitiva, cualquier cosa relacionada con la cocina.

Limpiar baños, cristales, polvo, etc, era trabajo de Erevest y Martina.

- ¡¡GAUDY!!¡¡Vaya morro!!¡¡Yo aquí limpiando y tú tumbado sin mover un dedo!!

- Pero Reena...

- ¡No hay pero que valga!¡¡VEN AQUÍ!!

- No vayas, Gaudy- dijo Martina.

-¡¡¡NADIE TE HA DADO VELA EN ESTE ENTIERRO!!!- Gritaba la pelirroja a lo lejos.

- Es verdad, Gaudy. No tienes por que ayudarla- respaldó Amelia.

- ¡¡¿¿EEEEEEEEHHHH!!??¿¿TU TAMBIEN??¡¡OS RECUERDO QUE EL TRABAJO LO HACIAMOS ENTRE LOS DOS!!¡¡ASI QUE VEN YA!!

- ¡¡REENA!!¡¡ESO NO ES JUSTO!!¡¡GAUDY YA HA LIMPIADO LA MITAD!!¡¡NO TIENE PORQUE TRABAJAR MAS!!

Mientras su protegida y Amelia discutían (aún no sabía por qué), Gaudy miró al horizonte.

El atardecer era muy hermoso... Tantos colores juntos... Y tan llamativos... Las nubes le recordaban al pelo de Reena, por que eran del mismo color.

De repente, sin saber cómo, la imagen de una mujer muy hermosa con capa blanca y con cabellos tan dorados como el Sol pasó por su mente... ¿De qué le sonaba esa chica?

Notó que alguien le cogía por el brazo.

- Gaudy, diga lo que diga Reena, no vayas.- recomendó Amelia, a pesar de que el espadachín no entendió el porqué de su actitud.

Martina escuchó sin demasiado interés el desenlace de la discusión entre Amelia y Reena.

Lo cierto es que estaba preocupada por Zangulus. La idea de estar de vacaciones sin saber su paradero le era prácticamente insoportable y sabía que no podría resistir así mucho tiempo mas. Tenía un peso sobre su conciencia.

Aún así no quería irse sola (estaría a merced de los bandidos o incluso de algo peor...), así que tenía que convencer a Reena para terminar con esos días sabáticos.

Supo desde que lo pensó, que la hechicera montaría en cólera, pero no le preocupaba eso, tal vez Amelia se pondría de su parte y, entre las dos conseguirían convencer a la pelirroja.

Se levantó de la arena sacudiéndose la que se le había quedado pegada. Ya estaba oscureciendo, pero el tiempo era muy apacible.

Reena refunfuñaba mientras peinaba la playa con un rastrillo. La reina dudó. Tal vez no era el momento oportuno...

"¡¡Pero bueno!!¿Por qué tengo que depender de lo que diga una simple hechicera?¡¡Soy la reina de Zoana!!" pensó con opulencia.

De pronto, la ambarina luz que ya declinaba en el horizonte, es apagó durante unos escasos segundos, pero los suficientes como para que todos dirigieran la mirada hacia el Sol.

Una sombra amenazadoramente grande, surcaba el cielo en un vuelo frenético y casi descontrolado.

La primera reacción de Reena fue poner las manos en posición para lanzar un Drag Slave, pero pronto cambió de opinión.

El dragón (por que sin duda, eso era) volaba haciendo eses de una manera un tanto temeraria... Tanto, que con sus alas rozaba la arena de la playa.

- ¿Qué hace? – preguntó Martina tan perpleja como la pelirroja hechicera.

El dragón subió alto, y, cuando ya se encontraba a mucha altura, empezó a descender rápidamente ante la atónita mirada de los presentes.

- ¡¡¡ESE CONDENADO BICHO VA A ATERRIZAR!!!- Anunció Reena a grito pelado. - ¡¡¡TODOS A LA CASA!!!.

Pero la orden llegó un poco tarde, por que el dragón, prácticamente se estrelló contra el suelo, y levantó una humareda compuesta por arena y polvo, que enterró a los compañeros hasta las rodillas.

El dragón era de color anaranjado, y poseía unos mechones de pelo rubios. De repente, una luz dorada invadió la cala, y al cabo de un momento, en el lugar del dragón estaba...

- ¡¡FILIA!!

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Martina estaba muy sorprendida. No sabía que los dragones se pudieran transformar en seres humanos. Reena le dijo de mala manera, que no se transformaba en humana, sino que adoptaba esa forma, pero esto no dejó de impresionar a la reina.

Filia había aparecido en una situación algo extraña. Era como si les estuviera buscando, pero no habían podido averiguar nada, porque la dragona había quedado inconsciente después del aparatoso aterrizaje.

Erevest, atraído por el ruido y la polvareda, había salido de su hogar, y ahora examinaba a Filia.

- Mmmmmm...

- ¿Qué le pasa Señor Erevest?- preguntó Amelia, al parecer muy preocupada.

- Mmmmm... – hizo por toda respuesta el anciano.

- Oiga, ¿nos podría decir algo?- añadió Zelgadis.

- Mmmmm...- siguió el hombre.

- ¿Qué ha pasado?- preguntó Gaudy aún cubierto de arena.

- Mmmmm...

- ¡¡¿¿QUIERE HACER EL FAVOR DE DEJAR DE DECIR "MMMMM..." Y EXPLICARNOS QUE LE PASA A FILIA??!!- Tronó Reena.

El hombre miró desafiante a la hechicera, pero respondió a su pregunta.

- Yo diría que lo que tiene es fatiga.- dijo.

- ¿Fatiga?- preguntó Zelgadis sin creer que la causa del mal de Filia fuera tan solo eso.

- Debe haber recorrido un largo viaje para llegar hasta aquí volando.- contestó el hombre.- Deberíamos llevarla adentro y dejar que descansara un rato sobre... – pero el hombre no pudo acabar la frase, porque Filia ya despertaba.

La dragona gimió dolorida por el golpe que había recibido y poco a poco abrió los ojos. Los cinco viajeros se arremolinaron entorno a ella en un pequeño corro.

- ¡¡Filia!!¡¡Filia!!

- Filia ¿Cómo estás?

- ¿Quién es esta, Reena?

- ¡¡Es Filia, pedazo de medusa!!¡¡La dragón dorado que nos llamó para lo de la profecía de Estrella Oscura!!

- ¡¡Ahhh...!!¡¡Hola, Filia!!¿Cómo te va?

Todos cayeron de culo al suelo.

Filia gimió una vez mas para incorporarse y quedarse sentada en el suelo. Sonreía, pero tenía un aspecto horrible. Parecía muy cansada, y algo llenaba sus ojos de dolor. Se puso a llorar acaparando de nuevo la atención que le había robado Gaudy.

- Filia... – murmuró Amelia.

- Filia, ¿Qué te pasa?¿Estás bien?- preguntó dulcemente Reena.

- No... snif... Reena... –dijo entre sollozos la dragón dorado- Cuanto tiempo...

- Sí... – asintió la hechicera.- Pero... ¿Cómo es que estás aquí?¿Nos estabas buscando?.

Filia fue a responder, pero un sollozo ahogó sus palabras.

- Filia ¿Te encuentras bien?- preguntó Zelgadis notablemente preocupado.

En ese momento Erevest entró en escena.

- Vamos, señorita... le vendrá bien una taza de té.

~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Filia tomaba, ahora ya mas relajada, una taza recién hecha y humeante de té.

Erevest, había aconsejado no hacer preguntas hasta que ella decidiera hablar, y así lo hicieron, les había costado mucho calmar el llanto de la dragona, y no querían entristecerla de nuevo y mas de lo que parecía estar.

Filia sorbió un poco mas de la taza y la dejó en la mesa con cuidado.

- Reena – a Filia le temblaba la voz- estoy aquí por diferentes motivos.

Silencio. Todos escuchaban atentamente las palabras de la dragona.

- El primero es para informarte de que va a haber una guerra entre dragones y demonios en breve.

La estupefacción cayó sobre la sala. Filia se llevó la taza de té a los labios con aparente calma, pero las manos le temblaban descontroladamente.

- Q... ¿Qué? – preguntó Amelia con un hilo de voz.

De repente Filia parecía fascinada mirando el té de dentro de su taza, pero lo hacía para no tener que mirar a los demás a la cara.

Reena intentó relajarse.

- ¿Y los otros motivos?- preguntó con evidente tensión en la voz.

Filia levantó la vista de la taza, y posó sobre la hechicera unos sorprendidos y a la vez doloridos ojos que se le empezaron a humedecer.

Después se llevó las manos a la cara y empezó a sollozar sin control de nuevo.

¿Qué demonios estaba pasando?.

Amelia se levantó de su asiento para consolar, si eso era posible, a Filia. Zelgadis miraba a Reena con gesto acusador.

- ¿Qué? – preguntó la hechicera en tono desafiante.

De mientras Filia fue recuperando la compostura, aunque seguía sollozando.

Tomó la taza de té entre sus manos.

- ¿Queda... queda mas té?- preguntó a Erevest.

- Claro que sí, señorita, ahora mismo vengo.- respondió el hombre mientras se dirigía a la cocina.

- Bueno Filia... ¿Qué ha pasado?.- preguntó Reena un poco harta de la situación.

- Ve... Verás... Es que... Zeros... Zeros ha... – y rompió otra vez a llorar sin control.

Para Reena esto ya era el colmo. A saber qué le habría hecho ese a Filia. De repente algo se iluminó en la mente de la hechicera.

Una guerra entre dragones y demonios... y las extrañas acciones recientes de Zeros... Puede que estuvieran relacionados... ¿Puede?¡¡No!!¡¡Seguro que lo estaban!!

La hechicera miró de reojo a Zelgadis, que al parecer había tenido la misma idea. Ahora quedaba saber qué había hecho Zeros esta vez.

Desafortunadamente, Amelia había decidido cambiar de tema. De mientras Erevest, había traído mas té.

- A propósito, Filia.- dijo la princesa- ¿Cómo es que no viniste a la boda de...?

- ¡¡Ah...!!¡Es verdad... snif... no me acordaba...!¡Amelia, Zelgadis, enhorabuena!- felicitó la dragona con la mejor sonrisa que pudo ofrecer.

Tanto Amelia como Zelgadis se pusieron rojos como tomates mientras Reena los miraba de reojo y con una sonrisa burlona.

- N... No... T... Te equivocas, Filia... – empezó Zel

- Sí... eehhh... la boda... era... era de mi padre... no mía... esto... nuestra... quiero decir...

Filia pareció desconcertada, y algo decepcionada, pero aún así siguió sonriendo, aunque de una manera un poco forzada.

- Oh... Vaya... yo creía... je je je... Vaya... me alegro por tu padre, Amelia.

- Gracias, pero... ¿Por qué no viniste?- preguntó curiosa la princesa.

Los ojos de Filia quedaron ocultos bajo su pelo, y una sombra de tristeza le cubrió el rostro. Amelia lamentaba haber hecho esa pregunta.

- Veras... Amelia... – dijo Filia- no fui a la boda, porque... porque... – contuvo un sollozo y levantó la vista con los ojos llenos de lágrimas- porque Zeros... Zeros ha...

- ¿Qué ha hecho Zeros, Filia?- dijo Reena ya impaciente.

- Zeros se ha llevado a Val.- contestó Filia. Y acto seguido, se echó a llorar otra vez.

- ¿QUÉ SE HA LLEVADO A VALGAARV?- dijo Reena levantándose de golpe y sin poder creerlo.

- ¡¡VAL!!¡¡YA NO ES VALGAARV!!¡¡No le llames así...!!- gritó Filia entre sollozos.

- Pero, ¿cómo que se ha llevado a Val?- preguntó Zel sin poder creerse lo que había oído.

-¡¡PUES QUE SE LO HA LLEVADO!!¡¡LO HA SECUESTRADO!!¡¡ME HA QUITADO A MI HIJO!!

Todos se quedaron callados durante unos segundos, mientras Filia sollozaba con desconsuelo.

- ¡¡A mi marido también lo ha secuestrado!!- gritó Martina.

Todos cayeron al suelo.

- ¡¿QUIERES DEJAR DE DECIR BOBADAS POR UNA VEZ EN TU VIDA!?- aulló Reena- ¡¡ESTO ES SERIO!!

- ¡¡LO MIO TAMBIÉN!!- dijo Martina.

- ¡¡LO DE ZANGULUS ES UNA TONTERÍA!!¡¡NO TIENES NINGUNA PRUEBA!!

- ¡¡NO ES UNA TONTERÍA!!¡¡TU SI QUE ERES TONTA!!- Dijo Martina que también se puso a llorar.

- ¿¿ME HA LLAMADO TONTA??- Empezó Reena, pero Filia la detuvo para que no siguiera hablando.

- Reena, ya basta.

Un tenso silencio, solo roto por los sollozos de Martina se apoderó de la sala. Estuvieron un rato callados.

- Así que era por eso... –murmuró Reena para sí.

- ¿Qué pasa, Reena?- dijo Zelgadis.

- Estaba pensando... que la comida que Zeros robó al tabernero, era, posiblemente para Val.

- Tiene sentido.- corroboró Zel.

Filia, que durante ese pequeño rato de silencio había estado muy seria, levantó la vista con la esperanza pintada en los ojos.

- ¿Eso quiere decir que no lo ha matado?- dijo esperanzada.

- Posiblemente no. – dijo Reena aún pensativa.

- Entonces... ¿aún hay alguna posibilidad de que esté vivo?- preguntó la dragona.

- Sí... Filia... ¿Val toma leche?- dijo Reena

- ¿Eh? S... Sí... – contestó la dragona sorprendida por la pregunta.- Mucha... y come como un ejército entero. Cada vez que lo veo comer, me acuerdo de vosotros.- dijo alegremente. Al parecer, la posibilidad de encontrar a su hijo con vida, le había animado bastante.

Pero nadie contestó a esta alegría, y la momentánea felicidad de Filia, fue apagada, como la llama de una vela.

Al cabo de un rato de silencio, Reena habló.

- Bueno... ¿Qué pensáis vosotros?

- Yo que tengo hambre.- dijo Gaudy, por lo que Reena le pegó un coscorrón en la cabeza.

- Que la comida era para Zangulus.-dijo Martina con los ojos aún llorosos.

Reena la miró de mala manera, pero no dijo nada.

- ¿No creéis que lo de la guerra y el secuestro de Val pueden estar relacionados?- dijo Amelia. Entonces Filia abrió la boca para hablar, pero antes de que dijera nada, Zel intervino.

- Sí... ya habíamos llegado a esa conclusión. Pero... Yo creo que además quiere llamar la atención.

- Yo aún diría mas.- dijo Reena pensativa.- diría que quiere atraernos hacia él.

Todos la miraron atónitos.

- Vamos, chicos, pensadlo bien.- dijo la hechicera.- lo del tabernero, pase, porque nos enteramos de casualidad. Pero lo del mensajero es muy sospechoso. Además, podría utilizar a Valgaa... a Val en la lucha si conservara algún poder. Y si no fuera por eso, Zeros sabe que a los primeros a los que Filia va a acudir si pasa algo, va a ser a nosotros... así que... yo creo que lo que quiere es utilizarnos otra vez, para que luchemos en el bando de los demonios.

- Podría ser... –Admitió Zel.

- Por eso, Filia, tienes que contarnos todo lo que sepas ¿De acuerdo?- pidió Reena.

Filia suspiró resignada. Eso era muy duro para ella, pero sabía que podría ayudar mucho y a muchos si lo decía. Además, eso no era solo una riña entre ella y Zeros. Era algo muy importante en que, millones de vidas estaban en juego.

*************

Arf... Arf... Arf... No puedo mas...

¿Qué, Raven...?¿Ya estás contento? :P

Bueno, esto ha sido muy difícil de explicar, y supongo que un poco difícil de entender... Además la cosa se va complicando... ^ ^

Espero reviews... porfa... ^ ^

Besos como cachalotes del ama de las bestias: Zelas Metallium.