"¡¡Ohayo!!
A ver... primero los agradecimientos.
Linita Gabriev (Por sus dos Reviews): Gracias por unirte al pequeño homenaje para las víctimas del atentado de Madrid. En cuanto al fic... Si es que... quien lo habría dicho de Milgazia... Mira que manipular a su propio sobrino como un vil demonio... XD
Nadesiko: Por desgracia siempre pagan justos por pecadores. Aún así, alivia pensar que estos días el mundo ha estado mas unido (o al menos una parte de éste). Aunque, también por desgracia, para que la gente se una, ha de ocurrir algún desastre. Muchas gracias por el review.
Masaki: Desde luego... ¿Va a haber una guerra y lo unico que te preocupa el paradero de Zangulus? XD Además... Martina tiene su propia teoría de dónde se encuentra su marido así que... dejémosle hacer... XDD
En fin... Besos para... Bueno, para todos los que me haya escrito antes algún review en otros chapis.
Personajes de Kanzaka y de toda esa peña... (¡¡Increíble!!¡¡Casi me olvido de poner esto!!).
¡¡Historia kawaii!! (¿O no? O.o).
*************
El cielo era gris, y una suave pero muy molesta llovizna mojaba los rubios cabellos de Milgazia.
El cielo estaba tal y como lo recordaba en los días de la guerra por la resurrección de Shabranigudu.
Esperaban en el campo de batalla. Luna les había hecho levantarse antes incluso de que saliera el Sol, para llegar los primeros y tener ventaja sobre el enemigo, además de para estudiar el terreno apresuradamente. Se encontraban en una explanada que lindaba con un bosque de espeso follaje.
Estaban firmes. Permanecían en sus filas sin atreverse siquiera a mover un solo dedo, mientras esperaban la llegada de sus adversarios.
Los dragones tenían un semblante serio y estaban totalmente tensos, mientras que Reena y sus tres compañeros que estaban en la primera fila, seguían haciendo broma y parecía que no eran conscientes del peligro que corrían. No obstante, Milgazia sabía que esa actitud escondía la angustia de la que eran presa.
"Interesante..." pensaba el dragón dorado observando la actitud de los cuatro humanos. "Realmente muy interesante...".
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Martina y Sylpheel ya habían acabado de ordenar las cosas para ejercer su labor de curanderas y ahora esperaban en silencio.
Sylpheel estaba realmente angustiada. A Martina le sabía mal ejercer su plan y dejarla allí sola... Pero tenía que hacerlo. Era la única forma que se le había ocurrido de encontrar a su Zangulus.
- Sylpheel.- dijo.
La sacerdotisa pareció salir de un trance.
- ¿Qué?- preguntó.
- Te tengo que dejar sola.
Sylpheel la miró extrañada.
- Es que tengo un plan.- admitió la reina.
- ¿Un plan?
- Voy a ir a la batalla, y cuando ese Zeros no se de cuenta... ¡¡¡¡LE OBLIGARE A DECIR DONDE ESTA MI ZANGULUS!!!!- la reina se levantó del suelo de un salto.
- Estas dispuesta a hacer lo que sea por él ¿verdad?- dijo Sylpheel sonriendo tiernamente.
- ¡¡Ay, sí!! –dijo Martina poniéndose colorada y juntando las manos. – Pero no me gusta dejarte aquí sola... pobrecita... – dijo frotando su cara contra la cabeza de Sylpheel.
A la sacerdotisa le cayó una gota por la sien.
- Estaré bien, Martina... No me pasará nada, pero prométeme que tendrás mucho cuidado.- dijo Syl preocupada.
Martina la miró durante un corto rato y después puso la mano cerrada con el meñique extendido delante suyo.
- Te lo prometo bien prometido.
Sylpheel hizo lo mismo, y se estrecharon los meñiques.
- Prometido.- dijo la sacerdotisa sonriendo.
De repente una brisa muy fría hizo que un escalofrío recorriera la espalda de la reina y las dos miraron hacia el horizonte, donde una sombra negra aparecía a lo lejos.
- ¿¡Qué es eso?!- preguntó horrorizada Sylpheel, aunque parecía saber la respuesta.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
-¡¡DEMONIOS!!
-¡¡SON DEMONIOS!!- gritaban los dragones.
Luna se acercó a Reena.
- ¿Y qué esperaban? Hadas de los bosques ¿o qué?
Reena, mas que divertida, pareció sorprendida. Luna nunca le había dicho cosas por lo bajo y nunca había hecho chistes fáciles con otro objetivo que no fuera ella. Hacía unos años, Luna parecía odiarla, pero ahora era totalmente distinta y parecía confiar en ella. Al fin y al cabo, eran hermanas, algo de amor tenía que sentir Luna hacia su hermana menor...
Miró hacia delante, y la visión le obligó a abandonar esos pensamientos.
El ejército enemigo no solo estaba compuesto por demonios que se tele- transportaban de aquí a allí, sino que en las primeras filas había una gran abundancia de trolls y otros seres de inteligencia escasa pero gran potencia muscular.
Por encima de todos ellos, Reena pudo divisar dos puntos en el aire moviéndose con rapidez, dando órdenes y observando de lejos al enemigo.
El odio de la hechicera se encendió como una hoguera al reconocer a Zeros, uno de los dos puntos, que lucía sonriente y confiado, como siempre.
El segundo punto era, aparentemente, una mujer con los cabellos azulados recogidos en una larga trenza y que, por su manera de actuar, parecía estar tremendamente histérica.
- ¿Quién es esa?- oyó Reena que Amelia le preguntaba a Zelgadis.
- ¿A quién te refieres?- dijo éste.
- A esa chica que está al lado de Zeros.
- Mmmm... No se... Nunca la había visto antes.- fue la respuesta de la quimera.
- ¿Lo sabes tú, Reena?- dijo la princesa.
- No estoy segura... – admitió la hechicera.
- Pues yo creo que esa chica es... –empezó Gaudy.
- Preparaos para la gran idiotez del siglo.- dijo Reena con los ojos entrecerrados.
- ... la novia de Zeros.- terminó el espadachín.
¡¡¡KATAKROSH!!!
Todos cayeron de culo al suelo (Luna incluida).
- ¡¡ERES UNA MEDUSA!!¿¡COMO QUIERES QUE ZEROS TENGA NOVIA?!¡¡ES UN DEMONIO ¿RECUERDAS?- dijo Reena dándole tal patada a Gaudy que éste salió volando.
- Esa es la generala de Dynast Grauscherra, Sherra.- informó la Caballero Cephied con una gota de sudor en la sien.
- Que nombre tan poco original.- dijo Reena.
- No tienes derecho a quejarte*.- respondió Luna mirándola de reojo.
De mientras, los demonios se habían puesto en sus filas, y miraban con ansias asesinas al pequeño ejército formado por poco más de trescientos dragones. Estos últimos vieron cómo a lo lejos, Zeros empezaba a hablar en un pequeño discurso antes de la batalla.
- Señorita Luna.- dijo Milgazia.- Usted es la que dirige este ejercito, así que... debería decir unas palabras de apoyo antes de la batalla.
Luna lo observó de tal manera por debajo de su flequillo, que si las miradas matasen, Milgazia habría caído fulminado allí mismo.
- Muy bien.- dijo Luna al fin. La Caballero de Cephied se colocó delante de su ejército, en actitud reflexiva. Estuvo un buen rato así hasta que alzó la barbilla con aire decidido.
- Señores.- dijo casi gritando para que todos la escucharan bien.- Quiero que escuchen muy atentamente mis palabras.
Hizo una larga pausa en la cual sólo podían oír el silbido del frío aire en sus oídos, y los gritos eufóricos de los demonios a lo lejos.
- No voy a decirles que ganaremos. Ni que moriremos con honor. Ni que nuestras muertes no serán en vano. Pues considero que esas cosas son degradantes para el ser vivo que las cree, anulan todo pensamiento objetivo y, además, creo que son mentiras que corrompen la verdad y lo evidente. Todo aquel que mata, es un asesino, y no merece ninguna gloria.- dijo.- Así que, por todo discurso, sólo voy a hacerles una única pregunta.
Los dragones escuchaban estupefactos, pues Luna les estaba diciendo que no volverían a sus hogares, que morirían sin honor y, algo aún peor, que se convertirían en asesinos.
- ¿Qué es –dijo Luna- lo mas parecido a un dios?
Muchos, creyendo adivinar la respuesta, empezaron a cuchichear, pero los que realmente la sabían, se quedaron tan pálidos como un papel.
- ¿Sabéis la respuesta?- gritó Luna airada.- ¿La sabéis?
Los gritos de respuesta se alzaron en el aire. Luna levantó una mano para hacerlos callar.
-Señores... ¡¡No se han fijado bien!!¡¡Lo mas parecido a un dios, está delante vuestro!!- dijo Luna señalando a los demonios- ¿Y queréis una pista mas?¡¡VAIS A LUCHAR CONTRA ELLOS!!.
Un silencio aterrador cayó sobre todos. La expresión de Luna reflejaba la ira, y ya no se molestaba en ocultar sus ojos tras el espeso flequillo.
Los ojos de Luna eran exactamente iguales a los de Reena pero, por contra, eran de color negro. El negro mas intenso que puedan tener unos ojos. Eran unos profundos pozos hacia el interior del alma de Luna, que en esos momentos, era un torbellino de furia y rabia.
Reena entendió entonces que su hermana, no es que tuviera algo en contra de los dragones dorados, sino que, si participaba en una guerra, faltaría a sus propios principios.
Si Luna mataba a los demonios, se rebajaría al nivel de Zeros, por ejemplo, y se convertiría en una asesina.
De repente Reena se sintió sucia mientras recordaba las batallas en las que había participado. Ocultó los ojos tras el flequillo, pero una mano se posó en su hombro.
- No te preocupes, Reena- dijo Gaudy, el propietario de la mano.- Todo saldrá bien.
Reena asintió con la cabeza y le dedicó la mas tierna de sus sonrisas.
Luna miraba ahora hacia los demonios con aire reflexivo. Y de repente, se giró hacia Reena.
- Vamos, hermana.- dijo.
Reena se quedó estupefacta. ¿Le llamaba para la última negociación?.
Reena dejó a sus tres compañeros (Filia y Téride estaban en paradero desconocido para ella) y se situó al lado de su hermana mayor.
Se dirigían hacia el lugar donde minutos después, si nada extraño ocurría, habría una gran batalla donde muchos se convertirían en víctimas, y otros tantos en asesinos.
Del otro lado se acercaban Zeros y Sherra. A pesar de que el odio hacia Zeros le hacía fijarse más en el demonio, tubo también ocasión de observar mas de cerca de la generala de Dynast.
Al fin se encontraron los cuatro cara a cara. Reena ardía por dentro y su rabia era tal, que casi gruñía. Luna, por el contrario se mantenía serena.
Zeros fue el primero en hablar, y para desgracia de Reena sus palabras estaban dirigidas a ella.
- Vaya, vaya, Reena ¡cuánto tiempo!- dijo.
- Sí... Zeros... Mucho tiempo... ¡¡PERO SI QUIERES- dijo la pelirroja conjurando una bola de fuego- PUEDO HACER QUE NO NOS VEAMOS MAS!!.
- ¡¡REENA!!- gritó Luna. La hechicera paró en seco.- Habrá tiempo para eso... ¿Verdad que sí, general Zeros?- preguntó la Caballero de Cephied mostrando sus negros ojos, escondidos antes detrás del flequillo.
- Claro que sí, señorita Luna... – respondió el demonio abriendo los suyos.
Reena comprendió entonces, que quien debía luchar contra Zeros, no era ella, sino su hermana. Era lógico. Al fin y al cabo, Luna era la mas poderosa de todo su ejército, y Zeros el mas poderoso del suyo... Sin embargo, Sherra no pareció entender ese intercambio de miradas.
- Cuando termine contigo, te arrancaré la piel a tiras y haré una alfombra con ella. Así te podré pisar siempre que quiera. – dijo a Luna.
La Caballero de Cephied suspiró.
- ¿Y ya te dejará tu "papi" ensuciarte los zapatos?– dijo Luna con sarcasmo.
Automáticamente Sherra se puso de un color escarlata brillante y empezó a gritar como una posesa mientras desenvainaba la espada.
Reena empezó a reír, y Zeros acentuó más su sonrisa.
- ¿Podemos ir a lo que importa?- dijo Luna con impaciencia.
- ¿Para qué?- dijo Zeros.- Está claro que si alguien tiene que rendirse, esos sois vosotros... Y conociendo a Reena, no creo que lo hagáis.
- Pues entonces ya está.- dijo Luna.- No hemos llegado a ningún acuerdo. Lucharemos hasta que todos los del bando contrario perezcan o hasta que uno de los dos decida retirarse, tal como acordasteis con Milgazia ¿De acuerdo?.
- ¡¡Sí!!- afirmó Sherra con aire fiero.
- Bien...- dijo Luna, y acto seguido se dio la vuelta al mismo tiempo que Zeros para encaminarse hacia su propio ejército.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
¡¡Lo había visto!!¡¡Había visto a Zeros!!
Luna y Reena ya se dirigían hacia donde estaban todos los dragones. Para comenzar la batalla.
Martina había descubierto que se podía escurrir entre la multitud de dragones con facilidad, pero había decidido ir hacia los lindes del bosque cercano para observarlo todo sin correr tanto riesgo.
Apretó el escudo de Zomelster contra su pecho y deseó con todas sus fuerzas ver a su Zangulus muy, muy pronto...
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Luna desenvainó la espada. Se había puesto la primera. Sabía que si moría, lo tendría bien merecido, por ir a una guerra, pero el deber era mas fuerte que todo eso.
Miró hacia delante. Pudo ver a los demonios y las otras criaturas a las que mataría o le matarían, y de repente, supo que era el momento.
Emitió un grito fiero y se lanzó corriendo hacia delante con Reena y los amigos de ésta a la zaga.
Después solo sintió el frío aire metiéndose en sus pulmones, la alta hierba rozando sus piernas, a través de sus estrechos pantalones, el tacto delicado pero áspero de su espada, y solo pudo ver... lo único que pudo ver... fue lo que se acercaba hacia ella y entonces, mas por intuición que por calculo, dio un mandoble. De la espada salió una luz de un blanco mas puro que la nieve, que destruyó a gran parte de los demonios que estaban en primera fila.
Se detuvo y pudo ver que, desde el cielo, caían alientos de fuego y otros ataques, que dirigían los dragones dorados. Luna no pudo evitar sonreír.
A continuación, todo fue caos, destrucción... Entre la lluvia de rayos dorados y sangre, los cinco humanos, Reena, Gaudy, Amelia, Zelgadis y Luna, luchaban con todas sus energías contra demonios, trolls, orcos y otros seres.
Cuando creían que iban a morir, algún rayo proyectado por los dragones caía sobre el oponente, o alguno de los otros humanos daba una estocada o lanzaba un conjuro por detrás, y eran salvados por pura suerte.
Y cuando creían que sus oponentes se debilitaban, de la nada, aparecían más y más, hasta el punto en que creían que ese infierno no terminaría nunca.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Hacía rato que Reena se concentraba en atacar a los diferentes seres que aparecían delante y, a pesar de que eran muchos, la debilidad de esos personajes empezaba a aburrirla.
De repente, notó que algo muy grande estaba detrás suyo. Se giró con las manos en posición de lanzar una bola de fuego. Pero justo cuando iba a lanzar el ataque se detuvo.
-¡¡Filia!!- dijo más sorprendida que contenta.
-¿Cómo te va?- dijo la aludida.
Filia estaba en su forma draconiana, seguramente había bajado para ver en qué podía ayudar.
- ¿Dónde has estado durante todo este tiempo? – preguntó Reena.
- Con los otros dragones dorados.- respondió la dragona.
- ¿Con los otros dragones dorados o con Téride?- dijo la hechicera pícaramente. Filia se sonrojó.
- Sí... Bueno... también con Té... – Filia paró de hablar en seco y lanzó un aliento de fuego que rozó el cabello de Reena, pero que dio de pleno a un demonio que iba a atacar por detrás a la hechicera.
Una bombilla se encendió en la mente de la pelirroja.
-¡¡Filia!!¡¡Tengo una idea!!¡Déjame subirme!
La dragón dorado puso cara de disconformidad, pero no se opuso a que Reena se instalara en su lomo.
Filia remontó el vuelo con precaución. La batalla no solo se estaba llevando a cabo en tierra. En realidad, estar en el aire era mucho más peligroso.
- ¿Dónde está Téride?- preguntó Reena.
- No lo se... – contestó con nerviosismo Filia.- Tendría que estar por aquí...
- ¡¡Hola Reena!!- saludó alguien.
- Hola Téride.- dijo Reena sin sorprenderse. A Téride le cayó una gota por la sien mientras reía tontamente.
-¿Cómo es que estás aquí, Reena?¿Vienes a ayudarnos?- dijo Téride aún sonriendo.
- No. – respondió la pelirroja con una sonrisa y con una mirada fiera que estaba dirigida a la multitud de demonios que había en tierra.- Vengo a ayudar a los que estan en tierra.
Filia y Téride se miraron extrañados.
- Oscuro como el crepúsculo...- empezó Reena. Téride escuchaba incrédulo.- Rojo como la sangre que fluye...
- Ese es...- dijo Téride.
- Enterrado en la corriente del tiempo...
- Sí...- asintió Filia sombríamente.
- A la grandeza de tu nombre...
- Ese conjuro...
- Juro aquí servir a la oscuridad...
- ... que estás oyendo es uno...
- Y todos los estúpidos que osen oponérsenos...
- ... de los grandes conjuros...
- Serán destruidos por el poder... que tanto tú como yo poseemos.
- El Drag Slave.
- ¡¡¡¡DRAG SLAVEEEEE!!!- gritó Reena.
Una luz roja muy intensa salió de las manos de la hechicera, y ante la atónita mirada de Téride y el serio semblante de Filia, la bola de energía chocó contra el suelo, haciendo que todo lo que hubiera rozado esa luz, quedara arrasado.
Obviamente, Reena había procurado lanzar el Drag Slave lo mas lejos que había podido de sus amigos y su hermana, pero aún así, logró captar cientos de miradas provinentes de todas partes. Tanto de amigos, como enemigos, de aliados, y de rivales, la mayoría de seres que se encontraban allí, miraron extrañados y curiosos el gran cráter que había dejado el hechizo, para después buscar la fuente de éste.
Filia descendió de las alturas junto a Téride y dejaron a Reena en el suelo. Después se despidieron y se elevaron en el aire.
- ¡¡Reena!!- llamó una voz.
Casi nadie luchaba ahora, la confusión (sobre todo en los demonios) era tal, que muchos aún miraban de un lado a otro.
Reena se giró hacia la voz y descubrió que Gaudy, Amelia y Zelgadis corrían hacia ella.
- Reena... ¿Qué ha pasado?- preguntó Zelgadis
- ¿Acaso no es evidente?- dijo la pelirroja con orgullo.- Le pedí a Filia si me podía subir encima suyo y así podría lanzar un Drag Slave desde el aire para matar a unos cuantos demonios...- Y entonces se echó a reír como el que ha hecho la broma mas graciosa del mundo.
- ¡¡¡No nos hace gracia!!!- chilló Amelia.
Reena paró de reír. En seguida se dio cuenta de que sus amigos parecían enfadados.
- ¡¡No sabes el susto que nos has dado al oír la explosión y darnos cuenta de que no estabas!!- continuó la princesa.
- Reena...- dijo Gaudy, y acto seguido abrazó a su compañera.
- G... Gaudy... ¿Qué... qué haces...?- preguntó Reena casi sin aliento.
El espadachín se separó de ella y le cogió la barbilla con delicadeza.
- Prométeme que no volverás a hacer eso sin decírnoslo.- dijo como si ella fuera una niña pequeña.
Reena se sonrojó más de lo que había estado en un principio.
- V... Vale... – logró articular mientras miraba los azules ojos de Gaudy.
- Bien...- dijo el espadachín sonriendo con ingenuidad.
- ¡¡¡Que enternecedor!!!- dijo una voz fría como el hielo a sus espaldas.
Todos se giraron hacia la propietaria de la voz, que no era otra que Sherra, la generala de Dynast.
- ¡Es increíble lo pequeña que es la frontera entre lo tierno... y lo patéticamente cursi!- dijo la generala con mofa.
Reena se sonrojó tanto que, por un momento, su cara y sus cabellos tuvieron el mismo color.
- ¡¡Para un demonio la justicia y el amor pueden parecer cursi!!¡¡Pero no nos dejaremos vencer!!¡¡Gracias al fuego se la justicia que arde en nuestros corazones, lograremos vencer a los malvados...!!¡¡¡¡Y GRACIAS A LA FURZA DEL AMOR VENCEREMOS CUALQUIER OBSTÁCULO!!!!! – dijo Amelia mientras ponía diferentes poses.
Sherra la miraba como si fuera un marciano, le había entrado un tic en el ojo derecho y una gota de sudor le caía por la sien.
- P-p-p... Por Shabranigudu... ¡Esta no debería estar aquí!¡¡Debería estar en un manicomio!!- dijo.
- ¡¡¿ME ESTAS LLAMANDO LOCA?!! – gritó Amelia al tiempo que lanzaba un conjuro.
Sherra lo esquivó fácilmente y desenvainó la espada.
- Por supuesto que sí – dijo sonriendo maliciosamente.- Hasta ahora no había visto a nadie que se pusiera a decir sandeces sobre el amor y la justicia en medio de una batalla.- Y después de decir esto se giró para irse.
- ¡¡El amor y la justicia no son sandeces!!¡¡Hey!!¿A dónde vas?- dijo Amelia intentando llamar la atención de la Generala de Dynast.
- Voy a buscar a la Caballero Cephied. Ella es mi verdadera contrincante, no una niñata que se las da de "mensajera de la justicia".- dijo Sherra aún de espaldas a ellos.
- Te estás equivocando.- dijo Reena.
- ¿Qué?- preguntó Sherra girándose.
- Te equivocas. Quien realmente ha de luchar contra mi hermana es Zeros.
- ¿Cómo?- dijo Sherra furiosa. Posiblemente, pensó Reena, Zeros le hacía mucha sombra a Sherra, ya que Zeros tenía el poder de un general y un sacerdote, mientras que ella, sólo lo tenía del primero.
- Tú no estás a la altura de la Caballero Cephied.- Dijo Reena.
Sherra se echó a reír.
-¿Y crees que Zeros sí lo está?- inquirió.
- No- respondió Reena calmadamente.- Pero ha quedado claro antes. En cuanto se han visto, han decidido que serían contrincantes. No ha hecho falta hablarlo. Una simple mirada ha bastado para que los dos supieran que su destino era luchar la una contra el otro.
Sherra no dijo nada. Se quedó mirando a Reena con odio contenido y gruñendo ligeramente.
- ¡¡Ya lo entiendo!!- dijo Amelia.-¡¡Estás furiosa porque en vez de a ti, Luna ha elegido a Zeros para luchar!!
- Amelia, cariño... que no se trata de elegir pareja para un baile...- dijo Zelgadis con una gota de sudor en la sien.
La princesa hizo caso omiso de Zel.
- ¡¡Pues para luchar con Luna, primero nos tendrás que vencer a nosotros!!- gritó.
- ¿¿QUEEEEEE??- gritó Reena mirando a Amelia con los ojos como platos. Reena empezó a gritar como una posesa intentando hacer atender a razones a la princesa de Saillune, sin embargo, Sherra no hizo ningún gesto de burla, sino que se quedó mirando a la princesa con sumo interés, hasta que por fin, esbozó una diabólica sonrisa.
*************
* En realidad éste juego de palabras no tiene mucho sentido si a Lina la llamamos Reena. Luna y Lina se parecen, es por eso que no considero al nombre de Lina muy original.
Bueno... ¿Qué os parece? ¿Podrá el fuego de la justicia de Amelia derrotar a Sherra? ¿Vencerán los dragones en esta batalla? ¿Lo harán los demonios? ¿Acabarán Martina y Zeros enzarzados en una encarnizada lucha por Zangulus? XDDD
Respuestas... dentro de poco (o no).
En fin... como siempre espero reviews dándome vuestra opinión. Y si no, enviadme un mail a: labestiamayor_zelas@hotmail.com
Por cierto, Raven, sí. Las sombras eran Sherra y Zeros :P Supongo que dejé las suficientes pistas ¿no?
Besos como cachalotes del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
A ver... primero los agradecimientos.
Linita Gabriev (Por sus dos Reviews): Gracias por unirte al pequeño homenaje para las víctimas del atentado de Madrid. En cuanto al fic... Si es que... quien lo habría dicho de Milgazia... Mira que manipular a su propio sobrino como un vil demonio... XD
Nadesiko: Por desgracia siempre pagan justos por pecadores. Aún así, alivia pensar que estos días el mundo ha estado mas unido (o al menos una parte de éste). Aunque, también por desgracia, para que la gente se una, ha de ocurrir algún desastre. Muchas gracias por el review.
Masaki: Desde luego... ¿Va a haber una guerra y lo unico que te preocupa el paradero de Zangulus? XD Además... Martina tiene su propia teoría de dónde se encuentra su marido así que... dejémosle hacer... XDD
En fin... Besos para... Bueno, para todos los que me haya escrito antes algún review en otros chapis.
Personajes de Kanzaka y de toda esa peña... (¡¡Increíble!!¡¡Casi me olvido de poner esto!!).
¡¡Historia kawaii!! (¿O no? O.o).
*************
El cielo era gris, y una suave pero muy molesta llovizna mojaba los rubios cabellos de Milgazia.
El cielo estaba tal y como lo recordaba en los días de la guerra por la resurrección de Shabranigudu.
Esperaban en el campo de batalla. Luna les había hecho levantarse antes incluso de que saliera el Sol, para llegar los primeros y tener ventaja sobre el enemigo, además de para estudiar el terreno apresuradamente. Se encontraban en una explanada que lindaba con un bosque de espeso follaje.
Estaban firmes. Permanecían en sus filas sin atreverse siquiera a mover un solo dedo, mientras esperaban la llegada de sus adversarios.
Los dragones tenían un semblante serio y estaban totalmente tensos, mientras que Reena y sus tres compañeros que estaban en la primera fila, seguían haciendo broma y parecía que no eran conscientes del peligro que corrían. No obstante, Milgazia sabía que esa actitud escondía la angustia de la que eran presa.
"Interesante..." pensaba el dragón dorado observando la actitud de los cuatro humanos. "Realmente muy interesante...".
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Martina y Sylpheel ya habían acabado de ordenar las cosas para ejercer su labor de curanderas y ahora esperaban en silencio.
Sylpheel estaba realmente angustiada. A Martina le sabía mal ejercer su plan y dejarla allí sola... Pero tenía que hacerlo. Era la única forma que se le había ocurrido de encontrar a su Zangulus.
- Sylpheel.- dijo.
La sacerdotisa pareció salir de un trance.
- ¿Qué?- preguntó.
- Te tengo que dejar sola.
Sylpheel la miró extrañada.
- Es que tengo un plan.- admitió la reina.
- ¿Un plan?
- Voy a ir a la batalla, y cuando ese Zeros no se de cuenta... ¡¡¡¡LE OBLIGARE A DECIR DONDE ESTA MI ZANGULUS!!!!- la reina se levantó del suelo de un salto.
- Estas dispuesta a hacer lo que sea por él ¿verdad?- dijo Sylpheel sonriendo tiernamente.
- ¡¡Ay, sí!! –dijo Martina poniéndose colorada y juntando las manos. – Pero no me gusta dejarte aquí sola... pobrecita... – dijo frotando su cara contra la cabeza de Sylpheel.
A la sacerdotisa le cayó una gota por la sien.
- Estaré bien, Martina... No me pasará nada, pero prométeme que tendrás mucho cuidado.- dijo Syl preocupada.
Martina la miró durante un corto rato y después puso la mano cerrada con el meñique extendido delante suyo.
- Te lo prometo bien prometido.
Sylpheel hizo lo mismo, y se estrecharon los meñiques.
- Prometido.- dijo la sacerdotisa sonriendo.
De repente una brisa muy fría hizo que un escalofrío recorriera la espalda de la reina y las dos miraron hacia el horizonte, donde una sombra negra aparecía a lo lejos.
- ¿¡Qué es eso?!- preguntó horrorizada Sylpheel, aunque parecía saber la respuesta.
~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
-¡¡DEMONIOS!!
-¡¡SON DEMONIOS!!- gritaban los dragones.
Luna se acercó a Reena.
- ¿Y qué esperaban? Hadas de los bosques ¿o qué?
Reena, mas que divertida, pareció sorprendida. Luna nunca le había dicho cosas por lo bajo y nunca había hecho chistes fáciles con otro objetivo que no fuera ella. Hacía unos años, Luna parecía odiarla, pero ahora era totalmente distinta y parecía confiar en ella. Al fin y al cabo, eran hermanas, algo de amor tenía que sentir Luna hacia su hermana menor...
Miró hacia delante, y la visión le obligó a abandonar esos pensamientos.
El ejército enemigo no solo estaba compuesto por demonios que se tele- transportaban de aquí a allí, sino que en las primeras filas había una gran abundancia de trolls y otros seres de inteligencia escasa pero gran potencia muscular.
Por encima de todos ellos, Reena pudo divisar dos puntos en el aire moviéndose con rapidez, dando órdenes y observando de lejos al enemigo.
El odio de la hechicera se encendió como una hoguera al reconocer a Zeros, uno de los dos puntos, que lucía sonriente y confiado, como siempre.
El segundo punto era, aparentemente, una mujer con los cabellos azulados recogidos en una larga trenza y que, por su manera de actuar, parecía estar tremendamente histérica.
- ¿Quién es esa?- oyó Reena que Amelia le preguntaba a Zelgadis.
- ¿A quién te refieres?- dijo éste.
- A esa chica que está al lado de Zeros.
- Mmmm... No se... Nunca la había visto antes.- fue la respuesta de la quimera.
- ¿Lo sabes tú, Reena?- dijo la princesa.
- No estoy segura... – admitió la hechicera.
- Pues yo creo que esa chica es... –empezó Gaudy.
- Preparaos para la gran idiotez del siglo.- dijo Reena con los ojos entrecerrados.
- ... la novia de Zeros.- terminó el espadachín.
¡¡¡KATAKROSH!!!
Todos cayeron de culo al suelo (Luna incluida).
- ¡¡ERES UNA MEDUSA!!¿¡COMO QUIERES QUE ZEROS TENGA NOVIA?!¡¡ES UN DEMONIO ¿RECUERDAS?- dijo Reena dándole tal patada a Gaudy que éste salió volando.
- Esa es la generala de Dynast Grauscherra, Sherra.- informó la Caballero Cephied con una gota de sudor en la sien.
- Que nombre tan poco original.- dijo Reena.
- No tienes derecho a quejarte*.- respondió Luna mirándola de reojo.
De mientras, los demonios se habían puesto en sus filas, y miraban con ansias asesinas al pequeño ejército formado por poco más de trescientos dragones. Estos últimos vieron cómo a lo lejos, Zeros empezaba a hablar en un pequeño discurso antes de la batalla.
- Señorita Luna.- dijo Milgazia.- Usted es la que dirige este ejercito, así que... debería decir unas palabras de apoyo antes de la batalla.
Luna lo observó de tal manera por debajo de su flequillo, que si las miradas matasen, Milgazia habría caído fulminado allí mismo.
- Muy bien.- dijo Luna al fin. La Caballero de Cephied se colocó delante de su ejército, en actitud reflexiva. Estuvo un buen rato así hasta que alzó la barbilla con aire decidido.
- Señores.- dijo casi gritando para que todos la escucharan bien.- Quiero que escuchen muy atentamente mis palabras.
Hizo una larga pausa en la cual sólo podían oír el silbido del frío aire en sus oídos, y los gritos eufóricos de los demonios a lo lejos.
- No voy a decirles que ganaremos. Ni que moriremos con honor. Ni que nuestras muertes no serán en vano. Pues considero que esas cosas son degradantes para el ser vivo que las cree, anulan todo pensamiento objetivo y, además, creo que son mentiras que corrompen la verdad y lo evidente. Todo aquel que mata, es un asesino, y no merece ninguna gloria.- dijo.- Así que, por todo discurso, sólo voy a hacerles una única pregunta.
Los dragones escuchaban estupefactos, pues Luna les estaba diciendo que no volverían a sus hogares, que morirían sin honor y, algo aún peor, que se convertirían en asesinos.
- ¿Qué es –dijo Luna- lo mas parecido a un dios?
Muchos, creyendo adivinar la respuesta, empezaron a cuchichear, pero los que realmente la sabían, se quedaron tan pálidos como un papel.
- ¿Sabéis la respuesta?- gritó Luna airada.- ¿La sabéis?
Los gritos de respuesta se alzaron en el aire. Luna levantó una mano para hacerlos callar.
-Señores... ¡¡No se han fijado bien!!¡¡Lo mas parecido a un dios, está delante vuestro!!- dijo Luna señalando a los demonios- ¿Y queréis una pista mas?¡¡VAIS A LUCHAR CONTRA ELLOS!!.
Un silencio aterrador cayó sobre todos. La expresión de Luna reflejaba la ira, y ya no se molestaba en ocultar sus ojos tras el espeso flequillo.
Los ojos de Luna eran exactamente iguales a los de Reena pero, por contra, eran de color negro. El negro mas intenso que puedan tener unos ojos. Eran unos profundos pozos hacia el interior del alma de Luna, que en esos momentos, era un torbellino de furia y rabia.
Reena entendió entonces que su hermana, no es que tuviera algo en contra de los dragones dorados, sino que, si participaba en una guerra, faltaría a sus propios principios.
Si Luna mataba a los demonios, se rebajaría al nivel de Zeros, por ejemplo, y se convertiría en una asesina.
De repente Reena se sintió sucia mientras recordaba las batallas en las que había participado. Ocultó los ojos tras el flequillo, pero una mano se posó en su hombro.
- No te preocupes, Reena- dijo Gaudy, el propietario de la mano.- Todo saldrá bien.
Reena asintió con la cabeza y le dedicó la mas tierna de sus sonrisas.
Luna miraba ahora hacia los demonios con aire reflexivo. Y de repente, se giró hacia Reena.
- Vamos, hermana.- dijo.
Reena se quedó estupefacta. ¿Le llamaba para la última negociación?.
Reena dejó a sus tres compañeros (Filia y Téride estaban en paradero desconocido para ella) y se situó al lado de su hermana mayor.
Se dirigían hacia el lugar donde minutos después, si nada extraño ocurría, habría una gran batalla donde muchos se convertirían en víctimas, y otros tantos en asesinos.
Del otro lado se acercaban Zeros y Sherra. A pesar de que el odio hacia Zeros le hacía fijarse más en el demonio, tubo también ocasión de observar mas de cerca de la generala de Dynast.
Al fin se encontraron los cuatro cara a cara. Reena ardía por dentro y su rabia era tal, que casi gruñía. Luna, por el contrario se mantenía serena.
Zeros fue el primero en hablar, y para desgracia de Reena sus palabras estaban dirigidas a ella.
- Vaya, vaya, Reena ¡cuánto tiempo!- dijo.
- Sí... Zeros... Mucho tiempo... ¡¡PERO SI QUIERES- dijo la pelirroja conjurando una bola de fuego- PUEDO HACER QUE NO NOS VEAMOS MAS!!.
- ¡¡REENA!!- gritó Luna. La hechicera paró en seco.- Habrá tiempo para eso... ¿Verdad que sí, general Zeros?- preguntó la Caballero de Cephied mostrando sus negros ojos, escondidos antes detrás del flequillo.
- Claro que sí, señorita Luna... – respondió el demonio abriendo los suyos.
Reena comprendió entonces, que quien debía luchar contra Zeros, no era ella, sino su hermana. Era lógico. Al fin y al cabo, Luna era la mas poderosa de todo su ejército, y Zeros el mas poderoso del suyo... Sin embargo, Sherra no pareció entender ese intercambio de miradas.
- Cuando termine contigo, te arrancaré la piel a tiras y haré una alfombra con ella. Así te podré pisar siempre que quiera. – dijo a Luna.
La Caballero de Cephied suspiró.
- ¿Y ya te dejará tu "papi" ensuciarte los zapatos?– dijo Luna con sarcasmo.
Automáticamente Sherra se puso de un color escarlata brillante y empezó a gritar como una posesa mientras desenvainaba la espada.
Reena empezó a reír, y Zeros acentuó más su sonrisa.
- ¿Podemos ir a lo que importa?- dijo Luna con impaciencia.
- ¿Para qué?- dijo Zeros.- Está claro que si alguien tiene que rendirse, esos sois vosotros... Y conociendo a Reena, no creo que lo hagáis.
- Pues entonces ya está.- dijo Luna.- No hemos llegado a ningún acuerdo. Lucharemos hasta que todos los del bando contrario perezcan o hasta que uno de los dos decida retirarse, tal como acordasteis con Milgazia ¿De acuerdo?.
- ¡¡Sí!!- afirmó Sherra con aire fiero.
- Bien...- dijo Luna, y acto seguido se dio la vuelta al mismo tiempo que Zeros para encaminarse hacia su propio ejército.
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¡¡Lo había visto!!¡¡Había visto a Zeros!!
Luna y Reena ya se dirigían hacia donde estaban todos los dragones. Para comenzar la batalla.
Martina había descubierto que se podía escurrir entre la multitud de dragones con facilidad, pero había decidido ir hacia los lindes del bosque cercano para observarlo todo sin correr tanto riesgo.
Apretó el escudo de Zomelster contra su pecho y deseó con todas sus fuerzas ver a su Zangulus muy, muy pronto...
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Luna desenvainó la espada. Se había puesto la primera. Sabía que si moría, lo tendría bien merecido, por ir a una guerra, pero el deber era mas fuerte que todo eso.
Miró hacia delante. Pudo ver a los demonios y las otras criaturas a las que mataría o le matarían, y de repente, supo que era el momento.
Emitió un grito fiero y se lanzó corriendo hacia delante con Reena y los amigos de ésta a la zaga.
Después solo sintió el frío aire metiéndose en sus pulmones, la alta hierba rozando sus piernas, a través de sus estrechos pantalones, el tacto delicado pero áspero de su espada, y solo pudo ver... lo único que pudo ver... fue lo que se acercaba hacia ella y entonces, mas por intuición que por calculo, dio un mandoble. De la espada salió una luz de un blanco mas puro que la nieve, que destruyó a gran parte de los demonios que estaban en primera fila.
Se detuvo y pudo ver que, desde el cielo, caían alientos de fuego y otros ataques, que dirigían los dragones dorados. Luna no pudo evitar sonreír.
A continuación, todo fue caos, destrucción... Entre la lluvia de rayos dorados y sangre, los cinco humanos, Reena, Gaudy, Amelia, Zelgadis y Luna, luchaban con todas sus energías contra demonios, trolls, orcos y otros seres.
Cuando creían que iban a morir, algún rayo proyectado por los dragones caía sobre el oponente, o alguno de los otros humanos daba una estocada o lanzaba un conjuro por detrás, y eran salvados por pura suerte.
Y cuando creían que sus oponentes se debilitaban, de la nada, aparecían más y más, hasta el punto en que creían que ese infierno no terminaría nunca.
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Hacía rato que Reena se concentraba en atacar a los diferentes seres que aparecían delante y, a pesar de que eran muchos, la debilidad de esos personajes empezaba a aburrirla.
De repente, notó que algo muy grande estaba detrás suyo. Se giró con las manos en posición de lanzar una bola de fuego. Pero justo cuando iba a lanzar el ataque se detuvo.
-¡¡Filia!!- dijo más sorprendida que contenta.
-¿Cómo te va?- dijo la aludida.
Filia estaba en su forma draconiana, seguramente había bajado para ver en qué podía ayudar.
- ¿Dónde has estado durante todo este tiempo? – preguntó Reena.
- Con los otros dragones dorados.- respondió la dragona.
- ¿Con los otros dragones dorados o con Téride?- dijo la hechicera pícaramente. Filia se sonrojó.
- Sí... Bueno... también con Té... – Filia paró de hablar en seco y lanzó un aliento de fuego que rozó el cabello de Reena, pero que dio de pleno a un demonio que iba a atacar por detrás a la hechicera.
Una bombilla se encendió en la mente de la pelirroja.
-¡¡Filia!!¡¡Tengo una idea!!¡Déjame subirme!
La dragón dorado puso cara de disconformidad, pero no se opuso a que Reena se instalara en su lomo.
Filia remontó el vuelo con precaución. La batalla no solo se estaba llevando a cabo en tierra. En realidad, estar en el aire era mucho más peligroso.
- ¿Dónde está Téride?- preguntó Reena.
- No lo se... – contestó con nerviosismo Filia.- Tendría que estar por aquí...
- ¡¡Hola Reena!!- saludó alguien.
- Hola Téride.- dijo Reena sin sorprenderse. A Téride le cayó una gota por la sien mientras reía tontamente.
-¿Cómo es que estás aquí, Reena?¿Vienes a ayudarnos?- dijo Téride aún sonriendo.
- No. – respondió la pelirroja con una sonrisa y con una mirada fiera que estaba dirigida a la multitud de demonios que había en tierra.- Vengo a ayudar a los que estan en tierra.
Filia y Téride se miraron extrañados.
- Oscuro como el crepúsculo...- empezó Reena. Téride escuchaba incrédulo.- Rojo como la sangre que fluye...
- Ese es...- dijo Téride.
- Enterrado en la corriente del tiempo...
- Sí...- asintió Filia sombríamente.
- A la grandeza de tu nombre...
- Ese conjuro...
- Juro aquí servir a la oscuridad...
- ... que estás oyendo es uno...
- Y todos los estúpidos que osen oponérsenos...
- ... de los grandes conjuros...
- Serán destruidos por el poder... que tanto tú como yo poseemos.
- El Drag Slave.
- ¡¡¡¡DRAG SLAVEEEEE!!!- gritó Reena.
Una luz roja muy intensa salió de las manos de la hechicera, y ante la atónita mirada de Téride y el serio semblante de Filia, la bola de energía chocó contra el suelo, haciendo que todo lo que hubiera rozado esa luz, quedara arrasado.
Obviamente, Reena había procurado lanzar el Drag Slave lo mas lejos que había podido de sus amigos y su hermana, pero aún así, logró captar cientos de miradas provinentes de todas partes. Tanto de amigos, como enemigos, de aliados, y de rivales, la mayoría de seres que se encontraban allí, miraron extrañados y curiosos el gran cráter que había dejado el hechizo, para después buscar la fuente de éste.
Filia descendió de las alturas junto a Téride y dejaron a Reena en el suelo. Después se despidieron y se elevaron en el aire.
- ¡¡Reena!!- llamó una voz.
Casi nadie luchaba ahora, la confusión (sobre todo en los demonios) era tal, que muchos aún miraban de un lado a otro.
Reena se giró hacia la voz y descubrió que Gaudy, Amelia y Zelgadis corrían hacia ella.
- Reena... ¿Qué ha pasado?- preguntó Zelgadis
- ¿Acaso no es evidente?- dijo la pelirroja con orgullo.- Le pedí a Filia si me podía subir encima suyo y así podría lanzar un Drag Slave desde el aire para matar a unos cuantos demonios...- Y entonces se echó a reír como el que ha hecho la broma mas graciosa del mundo.
- ¡¡¡No nos hace gracia!!!- chilló Amelia.
Reena paró de reír. En seguida se dio cuenta de que sus amigos parecían enfadados.
- ¡¡No sabes el susto que nos has dado al oír la explosión y darnos cuenta de que no estabas!!- continuó la princesa.
- Reena...- dijo Gaudy, y acto seguido abrazó a su compañera.
- G... Gaudy... ¿Qué... qué haces...?- preguntó Reena casi sin aliento.
El espadachín se separó de ella y le cogió la barbilla con delicadeza.
- Prométeme que no volverás a hacer eso sin decírnoslo.- dijo como si ella fuera una niña pequeña.
Reena se sonrojó más de lo que había estado en un principio.
- V... Vale... – logró articular mientras miraba los azules ojos de Gaudy.
- Bien...- dijo el espadachín sonriendo con ingenuidad.
- ¡¡¡Que enternecedor!!!- dijo una voz fría como el hielo a sus espaldas.
Todos se giraron hacia la propietaria de la voz, que no era otra que Sherra, la generala de Dynast.
- ¡Es increíble lo pequeña que es la frontera entre lo tierno... y lo patéticamente cursi!- dijo la generala con mofa.
Reena se sonrojó tanto que, por un momento, su cara y sus cabellos tuvieron el mismo color.
- ¡¡Para un demonio la justicia y el amor pueden parecer cursi!!¡¡Pero no nos dejaremos vencer!!¡¡Gracias al fuego se la justicia que arde en nuestros corazones, lograremos vencer a los malvados...!!¡¡¡¡Y GRACIAS A LA FURZA DEL AMOR VENCEREMOS CUALQUIER OBSTÁCULO!!!!! – dijo Amelia mientras ponía diferentes poses.
Sherra la miraba como si fuera un marciano, le había entrado un tic en el ojo derecho y una gota de sudor le caía por la sien.
- P-p-p... Por Shabranigudu... ¡Esta no debería estar aquí!¡¡Debería estar en un manicomio!!- dijo.
- ¡¡¿ME ESTAS LLAMANDO LOCA?!! – gritó Amelia al tiempo que lanzaba un conjuro.
Sherra lo esquivó fácilmente y desenvainó la espada.
- Por supuesto que sí – dijo sonriendo maliciosamente.- Hasta ahora no había visto a nadie que se pusiera a decir sandeces sobre el amor y la justicia en medio de una batalla.- Y después de decir esto se giró para irse.
- ¡¡El amor y la justicia no son sandeces!!¡¡Hey!!¿A dónde vas?- dijo Amelia intentando llamar la atención de la Generala de Dynast.
- Voy a buscar a la Caballero Cephied. Ella es mi verdadera contrincante, no una niñata que se las da de "mensajera de la justicia".- dijo Sherra aún de espaldas a ellos.
- Te estás equivocando.- dijo Reena.
- ¿Qué?- preguntó Sherra girándose.
- Te equivocas. Quien realmente ha de luchar contra mi hermana es Zeros.
- ¿Cómo?- dijo Sherra furiosa. Posiblemente, pensó Reena, Zeros le hacía mucha sombra a Sherra, ya que Zeros tenía el poder de un general y un sacerdote, mientras que ella, sólo lo tenía del primero.
- Tú no estás a la altura de la Caballero Cephied.- Dijo Reena.
Sherra se echó a reír.
-¿Y crees que Zeros sí lo está?- inquirió.
- No- respondió Reena calmadamente.- Pero ha quedado claro antes. En cuanto se han visto, han decidido que serían contrincantes. No ha hecho falta hablarlo. Una simple mirada ha bastado para que los dos supieran que su destino era luchar la una contra el otro.
Sherra no dijo nada. Se quedó mirando a Reena con odio contenido y gruñendo ligeramente.
- ¡¡Ya lo entiendo!!- dijo Amelia.-¡¡Estás furiosa porque en vez de a ti, Luna ha elegido a Zeros para luchar!!
- Amelia, cariño... que no se trata de elegir pareja para un baile...- dijo Zelgadis con una gota de sudor en la sien.
La princesa hizo caso omiso de Zel.
- ¡¡Pues para luchar con Luna, primero nos tendrás que vencer a nosotros!!- gritó.
- ¿¿QUEEEEEE??- gritó Reena mirando a Amelia con los ojos como platos. Reena empezó a gritar como una posesa intentando hacer atender a razones a la princesa de Saillune, sin embargo, Sherra no hizo ningún gesto de burla, sino que se quedó mirando a la princesa con sumo interés, hasta que por fin, esbozó una diabólica sonrisa.
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* En realidad éste juego de palabras no tiene mucho sentido si a Lina la llamamos Reena. Luna y Lina se parecen, es por eso que no considero al nombre de Lina muy original.
Bueno... ¿Qué os parece? ¿Podrá el fuego de la justicia de Amelia derrotar a Sherra? ¿Vencerán los dragones en esta batalla? ¿Lo harán los demonios? ¿Acabarán Martina y Zeros enzarzados en una encarnizada lucha por Zangulus? XDDD
Respuestas... dentro de poco (o no).
En fin... como siempre espero reviews dándome vuestra opinión. Y si no, enviadme un mail a: labestiamayor_zelas@hotmail.com
Por cierto, Raven, sí. Las sombras eran Sherra y Zeros :P Supongo que dejé las suficientes pistas ¿no?
Besos como cachalotes del ama de las bestias:
Zelas Metallium.
