Capítulo VI: Promesas

- ¡Buenos días Shaoran! – saludó efusivamente Yamazaki.

- ¡No chilles! – lo riñó éste malhumorado y tapándose las orejas con las manos.

- ¿Qué te pasa Shaoran? – le preguntó Chiharu.

- Esta noche no he dormido muy bien y me duele todo el cuerpo.

- Pues hoy tenemos clase de educación física – comentó con recelo Chiharu.

- Es más – sonrió Eriol – hoy también tiene entrenamientos de baloncesto.

Con paso lento fueron acercándose a la entrada del instituto.

Al finalizar las clases, Sakura se giró en su pupitre, buscando esa mirada que tanto le gustaba, pero no la encontró, pues descansando sobre sus brazos, Shaoran se había quedado dormido.

- Está muy cansado – dijo Eriol con una enorme sonrisa – no ha dormido en toda la noche.

- No estoy dormido... – murmuró Shaoran entre abriendo uno de sus ojos, levantó la cabeza y miró a Sakura - ¿qué quieres? – le preguntó frío.

- Bueno, yo pensaba que sería mejor que te saltaras los entrenamientos... pareces muy cansado...

- ¡Tú no eres nadie para decirme lo que debo hacer!

Esa distancia ya no podía soportarla más, esa indiferencia, ese odio... ya no sabía que hacer para que la volviera amar.

- ¡Sakura! – la llamó Naoko desde la entrada de la aula.

- Date prisa o llegaremos tarde – le diijo Chiharu, al lado de Naoko.

- ¡Sí! – Sakura se levantó de su silla, recogió sus cosas y se marchó de la clase no sin antes mirar por última vez ese chico que la había olvidado, pero que haría hasta lo imposible para que volviera a recordarla.

Eriol borró la sonrisa que siempre mantenía dibujada en su cara cuando Sakura abandonó la sala, mirando con dureza a Shaoran.

- ¿¡Qué!?

- Ya basta, lo está pasando muy mal por tu culpa – le reprochó.

- ¿Y yo? ¿Qué se supone que debo sentir yo? – enfadado se levantó de su pupitre.

- Quiero que me prometas una cosa...

- ¡No! – negó Shaoran seco.

- Debes luchar contra tus impulsos, olvidar...

- ¡He dicho que no!

- Debes luchar contra tus dudas y vencer tus miedos.

- ¡Cállate!

- Debes decirle a Sakura que no la has olvidado, que sigue en tus pensamientos... que la quieres...

- ¡Vasta!

- ¡Me lo tienes que prometer! – Eriol mantuvo la mirada hasta que Shaoran cedió.

- Está bien... ¡pero sólo cuando encuentre el momento!

- ¡Debes prometerlo!

- ¡Sí, lo prometo! – y con la máxima rapidez salió de la clase.

Eriol lo siguió con la mirada y sonrió con alegría, recogiendo sus cosas y pensando que quizás esperaría a Tomoyo después de sus clases de canto.

El sol ya empezaba a ocultarse por el horizonte, el aire removía los cabellos mojados de Sakura que acariciaban sus mejillas rosadas por el cansancio, ese día el entrenamiento había sido muy duro y Sakura sólo quería llegar a casa para tumbarse en la cama y dormir.

- Sakura... mira – le dijo Chiharu guiñándole un ojo.

Sakura siguió la dirección de la mirada de Chiharu hasta encontrarse al equipo de baloncesto entrenando, muy cerca del final. Entonces sintió como el calor se apoderaba de sus mejillas al ver la figura que amaba. Éste, con mucha agilidad, quitó la pelota a un contrario, con rapidez esquivó a otro y con potencia la encestó. Justo en ese momento el entrenador finalizó el partido.

Todos corrieron a coger una toalla y se dirigieron a los bestiarios, pero Shaoran no, éste se quedó quieto al lado de uno de los banquillos del campo, limpiándose el sudor que le caía por el cuello. Chiharu y Naoko empujaron a Sakura para que se acercara a él, que aún no se había movido, ésta, lentamente, se acercó asustada pensando en cual sería la reacción de Shaoran al verla, pero para su sorpresa se giró y esperó a que se encontrara cerca de él.

- Juegas muy bien al baloncesto – le dijo sin mirarlo a la cara, esperando una de sus contestaciones tan duras.

Éste no dijo nada y Sakura levantó la cabeza hasta encontrarse con su mirada penetrante que la hacía temblar de pies a cabeza. De repente, la dureza de su cara se suavizó mostrando una pequeña sonrisa que encendió por primera vez una llama en sus ojos, quitando la total oscuridad. Levantó la mano que no sostenía la toalla y le acarició los cabellos mojados.

- Deberías dejarte los cabellos así más veces, te quedan muy bien...

Y en pocos segundos Sakura se encontró en una situación que nunca se hubiera imaginado, pues sentía la mano de Shaoran que contenía la toalla en su espalda y la otra posada sobre una de sus mejillas sonrojadas, su corazón iba tan rápido que sentía que éste podía oírlo, la estaba besando.

¿Había sido un sueño? Cuando Shaoran la besó sintió que todo su cuerpo temblaba y como a cada segundo, se quedaba sin respiración. Ahora, mirándose en el espejo del baño, se rozaba los labios con los dedos y transportaba de nuevo su mente en el recuerdo pasado. Sólo se hacía una pregunta: ¿Por qué?

- Por mucho que te mires al espejo no cambiará tu cara de monstruo.

- ¡Touya!

- Sé que es duro... pero debes mirar de superarlo.

Sakura inició una persecución de su hermano por todo el piso, éste, divertido, decidió seguirle el juego, pues después de mucho tiempo Sakura volvía a tener la misma energía de siempre.

- Si que estáis contentos y animados – se alegró Fujitaka al sentarse en la mesa para desayunar.

- Hoy el monstruo ha vuelto – dijo Touya sirviendo el zumo de naranja.

- ¡Touya! Tú si eres un monstruo...

El timbre de la puerta sonó con fuerza, Sakura, rápidamente, se levantó de la mesa y fue corriendo a abrir la puerta, descubriendo tras ella a la sonrisa incomparable de Yukito.

- ¡Buenos días Sakura! – la saludó con esa dulzura de siempre.

- Buenos días Yukito... – sonrió Sakura tiernamente, Yukito la hacía sentirse muy bien cuando con esos ojos almendrados la miraba dulcemente.

- Hola Yuki – saludo Touya con una pequeña sonrisa – llegas justo para desayunar.

Sakura miró el reloj, como siempre era demasiado tarde y si no se daba prisa llegaría tarde al instituto, dijo adiós a todos, se puso los patines y empezó el camino hacia el instituto con velocidad.

Pasando por el camino de los cerezos, recordó los tiempos en que acompañaba a su hermano Touya y se reunían en el cruce con Yukito, cuando creía estar enamorada de él, y sonriendo deseo que volviera la primavera para ver de nuevo los árboles floridos.

Cuando llegó al instituto vio a Tomoyo de lejos que ya estaba por entrar en el recinto, con su peinado tradicional. Muchas cosas habían cambiado con el paso del tiempo, pero le gustaba pensar que aún quedaban vivos pequeños detalles que había vencido al tiempo; como Tomoyo, aunque sus cuerpos habían evolucionado a adolescentes, ésta mantenía aún un pequeño aire a la pequeña Tomoyo de primaria.

- ¡Tomoyo! – la llamó con alegría.

Ésta se giró con delicadeza, encontrándose con unos ojos verdes joviales de alegría que la hicieron sentirse muy bien.

- Vaya... Sakura, hoy estás muy contenta.

- ¿Por qué lo dices? – sonrió a la vez que se quitaba los patines.

- No lo sé... ¿por qué no me lo dices tú?

- Nada... – se levantó – ¡sólo me siento muy bien! – y con una gran sonrisa se dirigió a la clase.

Cuando llegaron, un pequeño grupo de estudiantes estaba reunido alrededor de la mesa de la chica de gafas, Asuka. Tomoyo y Sakura se acercaron a Eriol y Shaoran que parecían ser los únicos que no estaban en el círculo de comentarios.

- ¿Qué ocurre? – preguntó Tomoyo.

- Asuka les está mostrando unos dulces hechos por su abuela – sonrió Eriol, era obvio que ya los había visto y hasta probado.

Sakura no dijo nada, miró la concentración de alumnos que admiraban esos dulces, Tomoyo sonrió y se dirigió al grupo y apartando a sus compañeros con dulzura llegó hasta Asuka.

- Buenos días – saludó como si nada - ¿Qué ocurre?

- Asuka ha traído unos dulces de crema que están muy buenos – dijo Naoko.

- Los ha hecho mi abuela y quería que los probaran... – se sonrojó Asuka.

- Claro, con mucho gusto – cogió uno y antes de que pudiera ponérselo en la boca...

- Una cosa chicos – una gota de sudor se deslizó por la nuca de Chiharu – ahora os hablaré un poco de los dulces de crema – dijo Yamazaki con su habitual dedo índice levantado.

- Yamazaki... – susurró Chiharu en modo de ataque.

- Sabías que... – Chiharu se puso frente él.

- Una sola palabra y te mato aquí mismo...

- Los dulces de crema provienen de un pueblo situado al sur de China... – empezó Eriol.

- Sí – afirmó Yamazaki escapándose de las zarpas de Chiharu – llamado dulce de crema.

- Siempre que visitaban los pueblos vecinos... – continuó Eriol.

- Les ofrecían alguna cosa típica de allí.

- Había un pueblo que siempre les daban uvas rellenas de chocolate...

- ¿Uvas rellenas de chocolate? – preguntó Asuka.

- Sí – afirmó Yamazaki – incluso, había otro pueblo que se llamaba Panda...

- Y les ofrecían cada vez que los visitaban un panda – siguió Eriol.

- Luego se apuntaban el nombre para no repetir el regalo a una misma persona...

- De manera que si volvían a visitarlos, les regalaban bambú.

- El pueblo de los dulces de crema estaban muy tristes así que decidieron crear algo suyo.

- Probaron de todo pero nada se les ocurría – Eriol se puso al lado de Yamazaki y juntos levantaron el dedo índice en complicidad – como era un pueblo con mucho Jazmín, pensaban que podían cocinarlo...

- Pero no tenía muy buen sabor y el olor característico de esa flor desaparecía...

- Hasta que un día, decidieron hacer honor a su nombre...

- Creando los pasteles de crema.

Chiharu, apoyada en Naoko, parecía que sacara espuma por la boca.

- Cuando Yamazaki y Eriol se juntan son peor que un terremoto. – dijo Naoko con una sonrisa.

- A estos dos ya no puedes pararlos – sonrió Rika.

- ¡Eriol! – dijo Yamazaki extendiéndole la mano – formamos un buen equipo.

- Ya puedes decirlo – sonrió Eriol y le estrechó la mano.

- Asuka... – le dijo Sakura - ¿Tu abuela es de ese pueblo?

- No – negó con la cabeza – que yo sepa es de Hokkaido.

- Valla... ¿y como aprendió a cocinar estos dulces? – siguió preguntando con su inocencia de siempre.

- Se lo enseñó su madre, es un postre tradicional. – le mostró la bandeja donde aún quedaban dulces - ¿Te apetece probar uno? – le ofreció con una sonrisa.

- Sí, muchas gracias – y cogió uno de ellos.

Asuka se levanto lentamente y se dirigió hacia Shaoran, que estaba apartado del grupo, apoyado en una de las ventanas, le tendió la bandeja.

- ¿Quieres uno Li? – le ofreció sin mirarlo.

- No, gracias. – negó cruzando sus brazos sobre su pecho.

Asuka se entristeció, pues había insistido a su abuela que los preparara únicamente para él, una buena excusa para poder hablar y quizás... crear en él un nuevo sentimiento.

- Shaoran... – Eriol se acercó a él – coge uno, están muy buenos... y a ti te gusta mucho la crema.

- Me gustan los pasteles de crema... no los dulces.

- Es lo mismo – se apresuró a decir Asuka – son como pasteles pequeños...

Shaoran miró con recelo la bandeja de dulces y finalmente cogió uno de ellos, mordiéndolo. Todos esperaron su respuesta, pero se quedaron con las ganas, pues en ese momento entró el profesor.

Sakura alzó la carta que tenía entre las manos hasta alcanzar su campo de visión. Miraba a su alrededor y no podía creerse como una carta podía haber organizado semejante desastre, con la carta Fuego que acababa de encerar en sus manos, se podía observar el parque de los pingüinos completamente destruido.

Del horizonte oyó una voz que pronunció su nombre, y al apartar la vista de la carta, visualizó dos puntos que venían a mucha velocidad, pudo comprobar que eran Shaoran y Eriol.

Eriol se paró al llegar al parque para contemplar el desastre que se había organizado y Shaoran se acercó hasta Sakura.

- ¿Estás bien? – preguntó con los ojos muy abiertos y respirando con dificultad.

- Sí, estoy bien – sonrió Sakura.

- No vuelvas a cazar una carta sin nosotros – la riñó ahora más sereno y recuperando sus gestos duros en su cara. – Es muy peligroso y no sabemos a que nos estamos enfrentando ¿Me oyes? ¡No vuelvas a cazar una carta tú sola! – y la abrazó.

Sakura sonrió y se aferró fuertemente al cuerpo de Shaoran, no sabía cuanto duraría y estaba segura que en breves instantes la apartaría con un empujón, pero no le importó y decidió saborear los últimos segundos... para su sorpresa, Shaoran la dejó suavemente y la contempló por última vez para ver si no se había hecho daño.

Shaoran se acercó a Eriol, que tocaba el pingüino gigante carbonizado, Sakura alzó la vista hasta encontrarse con Tomoyo que no había dejado de filmar y la sonrió, levantando el pulgar.

- No lo entiendo... – susurró Eriol – el poder que percibimos son Cartas de Clow, pero...

- ¿Crees que alguien está detrás de todo esto? – le preguntó Shaoran.

- Lo más probable...

- ¡Oye! – Kero se acercó hasta Eriol - ¿no será otra de tus bromas?

- No mi querido Cerberus – sonrió – no es ninguna broma...

- ¡Esto es exactamente lo que diría Clow Read! – aulló con rabia.

- El lado negativo de las cartas de Clow... – pensó en voz alta Shaoran – no lo acabo de entender ¿cuando Clow Read creó las cartas también hizo otras con magia negra?

- No – Eriol dejó de sonreír – estas cartas tienen el poder de las cartas de Clow, pero no lo son.

- Quizás... – se aventuró a decir Sakurra – se esconden bajo el poder de las Cartas de Clow...

- Entonces... – Eriol sacó las cuatro cartas que había cazado Shaoran – ¿esto es como un disfraz?

- Lo que sí sabemos es que esto no terminará hasta que no cacemos todas las cartas... – dijo Shaoran cruzando los brazos sobre su pecho.

- O empezará... – susurró Eriol.

Un escalofrío le recorrió toda la espalda a Sakura, esas últimas palabras de Eriol la habían dejado helada ¿qué otro peligro les esperaba? Pero decidió relajarse y seguir esperando, pues teniendo con ella a Eriol y Shaoran se sentía completamente segura.

Notas de la Autora

¡¡¡Buenas!!! como pueden ver he concedido los deseos de algunos de vosotros que me han escrito y he puesto más material SS, pero deben entender que Doble Carta no se trata de una novela rosa, lo que intento es que sea una segunda parte de la original CCS, no se preocupen, intentaré no hacerla tan larga, pero espero que me sean fieles hasta el final.