Capítulo VIII: La muerte dormida

La nieve caía lentamente hasta pararse en el suelo que se fundía y creaba un largo y grande manto blanco. Shaoran apoyó la frente sobre el frío cristal de una ventana y se estremeció al contacto, suspiró y miró el horizonte.

- ¡Que contenta estoy! – dijo Sakura sentándose en uno de los sofás de la sala de Tomoyo.

- Las vacaciones de invierno son tus favoritas ¿verdad? – le preguntó Tomoyo sirviendo té.

- ¿Por qué? – sonrió Eriol, sentado frente a ella.

- Pues porque todo el mundo está contento y se hacen regalos… - cogió la taza que le ofrecía Tomoyo – y es tan caliente como el verano…

- Pues a mi no me gusta – se quejó Kero – cuando pienso en el invierno, no puedo evitar sentir sueño.

- No sabía que los osos de peluche hibernaran – ironizó Nees cogiendo una galleta.

- ¡Tú calla gusano con alas! – aulló Kero con el puño levantado.

- ¡¿Qué me has dicho?! – Nees se acercó a él, dispuesta a atacarlo.

- Bueno… ustedes dos, cálmense – ordenó Sakura.

- Que infantiles… - susurró Spinel a la vez que bebía té.

- ¡Y tú no te metas! – lo amenazó Kero.

Tomoyo se levantó del suelo y le sirvió una taza de té a Shaoran, que seguía en la ventana. Éste la aceptó con mucho gusto y le ofreció una pequeña sonrisa como agradecimiento.

- Podríamos organizar una pequeña salida los cuatro – dijo Eriol – por ejemplo, ir a un balneario, o tal vez unas visitas a museos…

- ¡Buena idea! – exclamó Sakura – se lo podríamos decir también a Touya y a Yukito, para que…

- Aún sigues con el mismo tema… - aulló Kero flotando con una gran galleta en la boca – mira que eres pesada.

- Bueno, tal vez podríamos… - Sakura bajó la cabeza.

- Encuentro que es una idea estupenda. – la apoyó Tomoyo – mi madre dice que aún soy muy joven para viajar sola y con Touya y Yukito no creo que se niegue. – sonrió.

- Perfecto… - Eriol miró de reojo a Shaoran - ¿Qué te parece, balneario o museos?

- Me da igual – susurró.

- Yo preferiría un balneario… - dijo Kero cogiendo un trozo de pastel.

- No importa lo que tú prefieras – Sakura lo cogió – no vas a venir.

- ¡Que! No podéis hacerme esto – se lamentó Kero.

- Pues claro, lo único que vas hacer es estorbar. – se mofó Nees.

- Ninguno de los guardianes irá – dijo Neko lentamente, medio dormido en el sofá.

- ¡No! ¿Por qué? – gritó Nees.

- Podemos hacer las dos cosas, ir a un balneario y visitar museos. – dijo Tomoyo.

- Sería muy cansado – Sakura dejó a Kero, que se lanzó a un plato de galletas. – yo prefiero el balneario. – sonrió. – Shaoran ¿Tú que opinas?

- Ya he dicho que me da igual – dijo bruscamente y todos los de la sala se callaron, se giró para observarlos – además, yo no voy a ir con vosotros – volvió a mirar por la ventana – las vacaciones de Navidad las pasaré en casa… - susurró.

- Entonces… nosotros vendremos contigo – dijo Eriol con una enorme sonrisa.

- ¡No! – ordenó Shaoran – iré sólo, no quiero que dejéis Japón, no sabemos que podrían hacer las cartas en nuestra ausencia…

- ¡Las cartas sólo nos atacan a nosotros! – se apresuró a decir Sakura. – lo más probable es que nos sigan hasta Hong Kong y no quiero dejarte sólo. – miró a Eriol para que la apoyara.

- No lo sabemos del todo cierto – dijo Shaoran – vosotros os quedaréis aquí.

- ¡No! – Sakura se levantó – iré contigo.

Shaoran no dijo nada, la miró sorprendido. Eriol se levantó y se acercó a Shaoran apoyando su mano derecha sobre uno de sus hombros.

- Lo encuentro perfecto, Sakura te acompañará a Hong Kong y Tomoyo y yo, nos quedaremos aquí, a la expectativa. – y le guiñó un ojo a Tomoyo, ésta sonrió.

- ¿Sólo? – le preguntó Shaoran.

- ¡Eh! ¿es que no crees en mi capacidad?

- Sí, por supuesto…

- Pues entonces – Eriol profundizó su sonrisa – si no aceptas me lo tomaré como una falta de confianza.

Shaoran miró a Sakura y esbozó una pequeña sonrisa, ésta se relajó y le devolvió la sonrisa.

- Espero que tu hermano no pongas pegas…

- No creo, y si lo hace, peor para él. – sonrió Sakura.

- ¡Bien! – sonrió Kero – iremos a…

- Kero… - lo interrumpió Sakura – tú no irás a ninguna parte.

- ¡No pienso permitir que viajes sola con ese mocoso! – sollozó Kero.

- ¡Y yo tampoco! – dijo Nees mirando a Shaoran.

- Está bien… - suspiró Sakura.

- ¿A Hong Kong? ¿Con Li? – Touya la miró sorprendido ¿Hasta donde llegaba su relación con ese muchacho?

- Sí. – sonrió Sakura mirando a su padre.

- Vaya… - murmuró Fujitaka – pero es Navidad… ¿vas a quedarte todos los días?

- Bueno, sí, pero si no quieres… - lo pensó antes de decir – puedo decirle a Shaoran que… bueno, ir sólo una par de días, tres, cuatro… ¡una semana!

- Sakura, no se trata del tiempo, sino que es Navidad y yo tengo fiesta.

- Sí, la Navidad es para pasarla en familia, no con el novio… - gruñó Touya.

- Bien, si no me dejas papá, no importa, yo se lo digo a Shaoran y… - empezó Sakura bajando la cabeza.

- ¿Por qué no invitas a Shaoran a comer y lo decidimos luego? – sonrió Fujitaka.

- ¡Sí! Es una idea estupenda, también invitaré a Yukito.

- ¿Qué? – Touya levantó la mirada del libro que leía para mirar a Sakura.

- Que también invitaré a Yukito – sonrió Sakura y Touya se sonrojó volviendo a mirar el libro que tenía entre las manos.

- Buenas tardes, gracias por invitarme a comer – Yukito esbozó una gran sonrisa a Fujitaka.

- Es un placer Yukito – sonrió el papá de Sakura. - ¿Qué es? – preguntó recibiendo una bolsa que le ofrecía Yukito.

- Unos pastelitos calientes, para el postre.

- No tendrías que haberte molestado Yukito – le dijo Sakura cogiendo el paquete de entre las manos de su padre.

- Hola Touya – saludó Yukito cuando éste se asomó a la cocina.

- Hola… - murmuró Touya desviando la mirada y desapareciendo por el pasillo.

Sonó el timbre de la puerta y Sakura salió corriendo para recibir a Shaoran.

- Hola Shaoran.

- Hola.

- Dame el abrigo que te lo guardaré – y esperó a que éste se sacara el abrigo y se lo diera, se quitó los zapatos, se puso las zapatillas que le ofrecía Sakura y la siguió hasta la cocina.

- Hola Shaoran – saludó Fujitaka.

- Gracias por haberme invitado – Shaoran hizo una reverencia frente al padre de Sakura. Le tendió una caja que contenía un pastel de chocolate.

- Hoy vamos a tener postre de sobras – sonrió Yukito.

- ¿Dónde está tu hermano? – le susurró Shaoran a Sakura.

- No lo sé.

- Espero que te gusten los fideos – le dijo Fujitaka a Shaoran sirviendo la mesa.

- Por supuesto.

Pronto estuvieron los cinco sentados en la mesa y saboreando los deliciosos fideos de Fujitaka que preparaba exquisitamente.

- Debes comprender que tanto Sakura como tú, joven Li, no contienen una edad muy avanzada como para ir viajando solos. – le empezó a comentar el señor Kinomoto a Shaoran.

- Y no sólo eso, estamos en Navidad y estás fiestas son para pasarlas en familia, si Sakura se va de marcha por ahí, no sé que pinta la familia Kinomoto.

- Touya, tampoco lleguemos a esos extremos – le sonrió Fujitaka con reproche por su tonta actitud – No sólo por la edad, sino por las fiestas, debes comprender…

- Con todo el respeto señor Kinomoto – lo interrumpió Shaoran – estoy totalmente de acuerdo, al fin y al cabo si yo viajo a Hong Kong es para estar con la familia. Si Sakura no me acompaña, lo entenderé perfectamente.

- ¡Pero yo quiero ir! – aulló Sakura y miró a su padre – le prometí que lo acompañaría y si no nos dejas viajar solos…

- Sakura – suspiró Fujitaka – no quiero que te lo tomes como una prohibición, simplemente no encuentro cauto que…

- ¡Papá! – lo miró intensamente – por favor, tengo que ir, quiero ir… no me lo niegues.

- ¡¿Pero que hay en Hong Kong que tanto deseas?! – gritó Touya desesperado.

Sakura y Shaoran se miraron y éste último posó los ojos en Fujitaka que se mostraba un poco alarmado por la actitud tan tozuda de su hija.

- Eso es algo que le tendría que haber dicho desde un principio. – Shaoran suspiró para iniciar ese relato tan doloroso y sin embargo tan necesario – mi familia, es decir, mi madre y mis hermanas sufrieron un accidente en el que perdieron la vida, salvo mi madre, que está en coma… - sonrió brevemente para agraviar su dolor – lo cierto es que Sakura se ha emperrado en acompañarme y para mi no es necesario que ella…

- ¿Lo entiendes papá? – Sakura se levantó de la silla para arrodillarse al lado de su padre y apoyar sus manos en las rodillas de éste – quiero que sepas, y espero que no te cause dolor, que Shaoran y yo nos queremos y aunque somos jóvenes, nuestro amor es sincero y mantenemos una relación – suspiró – es por eso que tengo que acompañarlo, porque me lo dice mi corazón.

- Sakura – Fujitaka le mostró una cara un poco triste y sorprendida, su pequeña se estaba haciendo mayor – hija, yo quisiera… - la miró a los ojos y leyó una súplica – está bien – suspiró – puedes acompañar a Li en su viaje – terminó con una pequeña sonrisa y Sakura lo abrazó.

- ¡Pero papá! ¿no irás a dejarlos ir así, sin más? No son más que unos críos ¿mantienen una relación pura y sincera? ¡Ja! Eso es mentira, son unos mocosos que acaban de cruzar la puerta para conocer la realidad y…

- Touya…

- Me niego en rotundo a que Sakura viaje sola con ese… ese… ¡con Ese!

- Touya… por favor…

- ¿Les afectaría mucho celebrar la Navidad en algún lugar que no fuera Japón? – soltó de pronto Shaoran.

- ¿Cómo? – Fujitaka lo miró.

- El problema reside en nuestra edad y en las fiestas… pues podrían venir a Hong Kong, el clima es distinto, pero las fiestas son bonitas… la familia Li está de luto, pero seguro que se lo pasarán bien.

- ¡Claro! – exclamó Sakura ilusionada por la idea de Shaoran.

- No sé, suena un tanto precipitado, aunque no es ninguna mala idea. – murmuró Fujitaka. – Yo no tengo fiesta hasta finales de diciembre… tendríamos que ir más tarde

- No importa – comentó Shaoran – pueden venir cuando quieran, yo les recogeré en el aeropuerto.

- Bueno, por mi no hay inconveniente – miró a su hijo mayor - ¿Qué dices Touya?

- ¿Sakura viajaría con nosotros? – murmuró éste.

- ¡Por supuesto! – se apresuró a contestar ésta para que no se negara.

- Entonces…

- Yukito – interrumpió Shaoran a Touya mirando a Yukito – tú también estás invitado, me gustaría que vinieras.

- ¡¿Qué?! – exclamó Touya.

- ¿De verdad? – dijo Yukito por primera vez, pues se había mantenido cayado durante toda la cena – Muchas gracias – sonrió complacido.

Dio un repaso a su habitación, en cuatro años no había cambiado absolutamente nada y no sabía decir si eso era para bien o para mal. Algo le llamó la atención en la estantería situada encima de la cama, al lado del despertador reposaba su oso de peluche y eso le provocó una sonrisa.

- Me ha gustado mucho la idea que has tenido pidiendo a Yukito que viniera con nosotros – sonrió Sakura cerrado la puerta de la habitación.

- Sabía que te agradaría.

- ¿La familia Li está de luto?

- Más o menos, la Navidad siempre la organizaba mi madre, nos reuníamos todos y contábamos leyendas, ahora cada cual lo celebra por su lado – Sakura no dijo nada, se sentó en la cama frente a Shaoran, que estaba sentado en la silla de su escritorio. – Sakura – dijo de pronto Shaoran - ¿Qué clase de relación tenemos tú y yo? – ésta se sonrojó.

- Bueno, en ese momento no sabía que decir…

- Es que tan siquiera sabía que tuviéramos una relación.

- ¡¿Cómo que no?! ¡Me besaste! Y me has cogido de la mano y…

- Sí, sí, todo los que tú quieras, pero para que exista una relación entre los dos, tendríamos que sentir algo el uno por el otro.

- ¿Qué quieres decir con eso? – se alarmó pensando lo peor.

- Pues que está claro que aquí él único que se ha declarado he sido yo, todavía estoy esperando una respuesta – por un momento Sakura ya se veía con miles de cajas de clínex gastadas por no haber dejado de llorar en semanas, el viaje a Hong Kong anulado y celebrando en Tomoeda su peor Navidad, sonrió aliviada – oye, que me voy.

- ¿Ya?

- Sí – Shaoran se levantó apresuradamente y salió de esa habitación que por un momento se había convertido en cuatro paredes cargadas de tensión.

Sakura entendió perfectamente su reacción así que decidió dejarlo ir para no desesperarlo más, ya era la segunda vez que se le declaraba y ahora, más que nunca, estaba segura que Shaoran la correspondía absolutamente.

- ¡Kero! – abrió el cajón de su escritorio apresuradamente, cosa que hizo tirar al pequeño oso volador de su cama – ¡Nos vamos a Hong Kong! – lo cogió por sus bracitos y empezó a dar vueltas - ¿Y sabes que es lo mejor de todo? ¡Que nos vendrán a recoger al aeropuerto!

- ¿Y que tiene eso de bueno? – gruñó Keero ya muy mareado.

- ¡Que vendrá a buscarnos mi novio!

Desde el comedor de la familia Kinomoto se oían los saltos de Sakura voltear por toda su habitación.

- Sakura está muy contenta – le sonrió Yukito a Touya, éste último se sonrojó apartando la vista apresuradamente – Touya no pareces muy contento de que vaya a ir con vosotros.

- Mira, toda esta farsa la ha organizado ese mocoso y yo estoy en total desacuerdo.

- Sin embargó irás. – le sonrió con calma.

- Eso es lo que más odio de ti – susurró levantándose - ¡Te crees que me conoces y no tienes ni idea!

- Te equivocas Touya…

- Touya ¿Qué ocurre? ¿Qué son estos gritos? – Fujitaka apareció de golpe algo alarmado.

- Yukito ya se va.

- ¿A sí? Pensé que te quedabas a dormir.

- ¡No! – se apresuró a contestar Touya..

- No, muchas gracias señor Kinomoto, pero mis abuelos me esperan.

- Bien Yukito, ya sabes que esta es tu casa.

- Gracias.

- Touya ¿no acompañarás a Yukito un trozo como haces siempre? – sonrió Fujitaka – así podrías ir a la farmacia de guardia que necesito algunos medicamentos de reserva.

- Está bien.

Salieron de la casa en silencio, Touya suspiró y guardó sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Yukito lo miró de reojo.

- Siento mucho que tengas que acompañarme.

- No te estoy acompañando, simplemente la farmacia queda cerca de tu casa.

- Ya… - se paró en medio del camino – Touya ¿vamos a seguir así?

- ¿Así como?

- Touya…

- Mira Yukito, a mi no me gusta que me controlen la vida.

- Nadie te la está controlando.

- Me pides que me ate…

- No, Touya, no, yo no te pido nada, sólo quiero que me perdones por los disparates que te dije aquel día, es lo que sentía y si te produjo dolor, me arrepiento de habértelo dicho.

- Para mi no fueron disparates… - suspiró Touya, Yukito se estremeció al ver tanto miedo en su mirada. – Yuki…

- ¡Touya! – gritó alguien detrás de ellos y se colgó al cuello de éste.

- ¡Akizuki! – se sorprendió Touya al verla.

- ¿Me has echado de menos? ¡Yo sí! – aulló con fuerza y lo zarandeó, miró de reojo a Yukito – hola – le susurró, éste sonrió brevemente.

- Pero Akizuki… ¿Cuándo volviste? – le preguntó separándose de ella.

- ¡Oh Touya! – dijo cerrando los ojos –– llámame Nakuru ¡Nakuru!

- ¿Qué haces a estas horas por aquí? Es muy tarde. – le reprochó Touya, ésta puso una mano en su cintura y con la otra lo señaló con el dedo índice.

- ¡Descuida, se cuidarme yo sola! Por cierto… pero vosotros… ¿De que vais?

- ¿Cómo? – se alarmó Touya pensando que había oído algo.

- Hace cuatro años estabais que no cagabais el uno con el otro y ahora se rumorea que ya ni os habláis – se acercó a Yukito - ¿Para eso me di por vencida? ¿Para que terminarais en nada? ¡Ah! ¡No podéis hacerme esto! – Yukito sonrió.

- ¡Pero que dices! – aulló Touya enrojecido – nosotros solo somos amigos.

- Sí claro y yo soy Buda… - susurró con el ceño fruncido miró de nuevo a Yukito – ¡pues si no te das prisa te lo quitaré! ¡Touya! – se volvió a colgar a su cuello - ¿Sabías que nuestras dos facultades están muy cerca la una de la otra?

- Como que están en el mismo campus… - susurró Touya algo arto de volver a tener que cargar con ella.

- Bueno, yo ya me voy – dijo Yukito aguantando su sonrisa forzada por primera vez – encantado de que estés de nuevo en Tomoeda – le dijo a Nakuru – hasta pronto Touya – y se marchó mientras Nakuru lo despedía con una mano colgada del cuello de Touya, éste se soltó.

- ¡Yuki! – pero ya estaba muy lejos parra que lo oyera.

- ¿Si te gusta tanto por que no se lo dices?

- ¡Que no me gusta! – aulló éste – bueno, no de la forma que tú crees…

- Bueno, lo que tú digas, pero luego te arrepentirás… - dio media vuelta – ya lo verás, te arrepentirás y entonces será demasiado tarde – se alejó de él.

Touya miró de nuevo el camino por donde se había alejado Yukito, pero ya no se le veía, demasiado tarde… tal vez, pero tenía tanto miedo…

- Espero que os lo paséis muy bien – sonrió Tomoyo.

- Y tómatelo con calma – dijo Eriol – cuando Shaoran vuelve a Hong Kong, el humor se le vuelve más agrio.

- Sí… - susurró Sakura, pero entonces recordó la noche en que se le declaró por segunda vez y recuperó su entusiasmo de nuevo - ¡intentaré hacer lo que pueda!

- ¡Touya! – Nakuru se le enganchó en el cuello – no me gusta nada la idea de que tú y Yukito viajéis solos.

- ¡Que insinúas! – aulló muerto de vergüenza Touya.

- ¡Chicos! – los llamó Fujitaka junto con Yukito – es hora de embarcar – y se despidieron de sus amigos.

El viaje no era tan largo como le había parecido a Sakura: una eternidad. Una vez en el aeropuerto de Hong Kong y recuperado su equipaje, la familia Kinomoto y Yukito se disponían a buscar a Shaoran entre la multitud cuando los interrumpió unos gritos.

- ¡Sakura! – una muchacha china, seguida de un chico, también chino, se acercaban a ellos con gran velocidad, cuando la muchacha llegó frente a Sakura, cogió aire y la miró con una gran sonrisa, esos ojos rojizos, Sakura estaba segura de haberlos visto en alguna parte. – Sakura cuanto tiempo, cuando Shaoran me dijo que venías a pasar las Navidades con nosotros me puse tan contenta, lástima que no haya podido venir Tomoyo, pero os prometo que algún día os haré una invitación formal para que vengáis a casa y…

- ¡Meiling! – se sorprendió Sakura a reconocerla por fin.

- Sakura… ¿es que no me habías reconocido hasta ahora?

- No – se sonrojó Sakura.

- Tampoco estoy tan distinta… - le reprochó Meiling con cariño. – sólo me he cortado el pelo – Meiling se había cortado el pelo por debajo de las orejas y lo llevaba decorado con una cinta granate.

- ¡Meiling, que contenta estoy de volverte a ver! – Sakura la abrazó entusiasmada, Meiling se dejó sonrojada.

- Bueno… ya está bien… - miró a Fujitakka y le hizo una reverencia – bienvenidos a Hong Kong.

- Muchas gracias – Fujitaka y Yukito hicieron la misma reverencia.

- Os presento a Moose – presentó Meilinng al chico situado detrás de ella, un muchacho joven con el pelo muy oscuro que le caía hasta los hombros, de ojos risueños y sonrisa burlona.

- Es un placer – saludó el muchacho con gracia y un divertido acento. – deben disculparme, mi japonés no es muy bueno.

- No importa – sonrió el señor Fujitakaa.

- ¿Dónde está Shaoran? – le susurró Sakura a Meiling, ésta última sonrió levemente.

- En su casa, os está esperando – miró al resto del grupo – Shaoran me ha encargado que os recoja y os lleve sanos y salvos a la residencia Li, así que cojan sus maletas que les llevaré hasta el coche.

Wei acompañó al señor Kinomoto, a Touya y a Yukito a sus respectivas habitaciones para que pudieran descansar del viaje, Sakura se quedó en esa sala que le era familiar, donde cinco ¿o tal vez seis? años atrás había conocido a la divertida familia Li, familia que ya no existía.

- Sakura… ¿seguro que no estás cansada?? – le preguntó Meiling, ésta negó con la cabeza.

- No, estoy bien, prefiero esperar a Shaoran.

- Está bien, entonces iré a buscarlo – y con silencio se levantó para dejar a Sakura a solas con ese muchacho, Moose.

- ¿Así que tú eres la famosa Sakura Kinomoto? – su acento no impedía que su voz sonara irónica mientras sonreía burlón.

- Sí – susurró Sakura algo tímida.

- Shaoran me ha hablado mucho de ti… bueno, lo hacía antes de que murieran sus hermanas – Sakura se sorprendió por la tranquilidad con la que había mencionado la gran desgracia de su chico, Moose pareció leerle el pensamiento – no es que quiera hacer ver que no me importan sus muertes, al contrario, las consideraba como mis hermanas, pero ya han pasado dos años y no es necesario seguir llorando por ello. – la muchacha se estremeció ante sus palabras – no creo que Shaoran te haya contado mucho respecto al accidente de sus hermanas y su madre… ya me lo imagino con su cara de pena y mal humor, pues no te lo creas, ha Shaoran no le afecta en absoluto sus muertes, es una buena excusas para hacerse el mártir, te lo digo yo, que lo conozco de toda la vida. – Sakura no dijo nada, no dejaba de sorprenderse por la dureza de ese muchacho que, según sus propias teorías, debía ser el novio de Meiling – me miras con una cara… no te asustes, no estoy criticando a Shaoran, sólo sé una cuantas verdades que te dejarían de piedra…

- Verdades que me gustaría escuchar – lo interrumpió Shaoran entrando en la sala seguido de su prima.

- ¡Shaoran! – se sonrojó Sakura emocionada.

- ¿Cómo os ha ido el viaje? – preguntó por puro convencionalismo.

- Muy largo, a mi parecer.

- Ya tenías ganas de volver a ver a Shaaoran ¿verdad? – sonrió Meiling – a mi me pasaba lo mismo. – la sala quedó en un silencio muy incómodo.

- ¿Cómo está tu madre? – preguntó Sakurra para romper el hielo.

- Muerta – esa contestación la dejó helada.

- ¿Lo ves? – sonrió Moose – no para de hacerse el mártir – miró a Shaoran de reojo – eres un exagerado – y apoyó una mano en el hombro derecho de Sakura – su madre está en coma, pero aún le funcionan los cinco sentidos, es un hecho comprobado.

- Salvo que no habla, no come…

- ¡Está bien! – Moose levantó las dos manos al aire para que Shaoran dejara de lamentarse.

- Shaoran… llevas muchas horas ahí metido ¿Por qué no descansas un poco y atiendes a tus invitados? – éste arrugó la nariz y le tendió la mano a Sakura, ésta la aceptó y se la llevó fuera del alcance de las garras y comentarios de Moose.

- Lo siento – le dijo cuando llegaron a los jardines de las entrada de la residencia Li. – pero Moose me saca de mis casillas.

- Parece un chico un poco… no s

- ¿Imbécil?

- ¡No! – se apresuró a contestar Sakura – algo irónico…

- Lo es. Tiene la capacidad de observar todo lo que hay a su alrededor y sacar conclusiones con el mayor acierto.

- ¿Está enfadado contigo?

- Sí – Shaoran se paró en una de los bancos que bordeaban un caminito que llevaba hasta un pequeño lago – está enfadado porque me fui de Hong Kong en vez de dar la cara a mi dolor y por dejar de ser mi mejor amigo.

- ¿No lo entiendo?

- Se siente perdido sin mi y él cree que yo también – la miró profundamente – en realidad Moose siempre fue mi mejor amigo, auque seamos tan distintos.

- Como Tomoyo y yo.

- Sí… Moose y yo somos como la noche y el día, completamente distintos.

- Pero Meiling sale con él.

- Claro, porque él es magnífico.

- Ahora si que no entiendo nada – esa inocencia tan característica de Sakura le robó una leve sonrisa y volvió la vista al frente.

- Está enfadado conmigo porque he dejado de ser el de antes.

- Eso es cierto – afirmó Sakura – aunque así tampoco estás tan mal – sonrió.

- Supongo que su sinceridad me fastidia mucho y eso hace que nos irritemos los dos – la miró de nuevo – aunque en realidad tiene toda la razón.

- ¿Qué razón?

- Fui muy cobarde al dejar todo esto e intentar huir… ¿Sabes? Me alegro de haber vuelto y darme cuenta que tanto Moose como Meiling forman una parte muy importante de mi vida – Sakura sonrió ante la sinceridad de éste y le cogió la mano en modo de agradecimiento - ¿paseamos por la casa?

- Me encantaría.

La llevó por un estrecho camino rodeado de flores silvestres, muy bien cuidado, aroma de las cuales se mezclaba con el de Shaoran, y eso la hacía sentir bien.

Le mostró la planta baja, entrando de nuevo en el salón, donde ya no se encontraban ni Meiling ni Moose. Por un pasillo muy amplio y luminoso, pasaron frete a una puerta de madera decorada con coronas de flores, Sakura se paró para examinarla y maravillarse de su belleza.

- ¿Te gusta? – le susurró Shaoran detrás de ella.

- Es preciosa – se fijó en los gravados que cubrían toda la puerta, símbolos chinos de los cuales no conocía ninguno entonces recordó algo, Shaoran había intentado pasar de largo – lo siento.

- ¿Por qué? – preguntó ausente, como pensando en otra cosa ¿tal vez su madre?

- Pues que no querías que me parara en esta puerta, lo siento.

- No importa, esta puerta no es nada del otro mundo, simplemente es la que da a las habitaciones de la familia y las flores son por la muerte.

- Pero entonces tu habitación está aquí ¡tú no estás muerto!

- Lo poco que vengo a casa, no duermo en mi habitación – y ya no dijo nada más, el factor de que Shaoran se abriera completamente como lo había hecho cuatro años atrás, aún no había sido superado, si al menos su cara expresara algún tipo de sentimiento, no sería tan difícil de saber como se siente y en este caso, ayudarlo a superar su dolor.- ¿quieres ver a mi madre? – sabía perfectamente que esa pregunta era como una declaración de amor y confianza, eso la hacía la chica más feliz, pero a la vez tenía miedo de lo que se escondía detrás de esa preciosa puerta: la muerte.

- Sí – susurró Sakura.

Con mucho cuidado, para que las coronas no se descolgaran, abrió la puerta y lo que en un principio daba la sensación de que se iban a encontrar con un pasillo oscuro y tétrico, se encontraron de frente con un precioso jardín interior rodeado de un pasillo.

La luz se filtraba por el cuadrado descubierto que formaba el jardín y se oía el fluir del agua de la fuente. Siguió a Shaoran que se fue por el pasillo de la derecha y rodeando el jardín, llegaron a una puerta que estaba justo en frente de la entrada, éste señaló otra puerta más pequeña a su izquierda.

- Esa era mi habitación – susurró y al instante abrió la puerta que tenía frente a ellos.

La habitación era amplia y poco amueblada; en el centro se encontraba una cama de matrimonio cubierta por un velo rosado de un tono más claro que las sábanas. Con miedo se acercó, detrás de Shaoran, a uno de los bordes de la cama y allí estaba, con la piel blanca y los labios pálidos, tan hermosa como la recordaba, parecía que estuviera profundamente dormida, Sakura tenía la sensación que si la zarandeaba, lograría despertarla y darle la alegría más grande a Shaoran, entonces recordó las palabras de éste, muerta… y se sintió aún peor; profundamente dormida.

Notas de la autora

¡Grrrrrrrrrrrrrrrr! El octavo capítulo terminado… ya era hora, mira que soy plasta con la tardanza, pero es que es tan difícil compaginar una página web, con dos fics, entre otras publicaciones y una carrera como la mía… pero bueno, dejaré de lamentarme y me alegraré por el motón de fans que tiene Doble Carta, muchas gracias por su apoyo o