Disclaimer: Thrax, Osmosis Jones, Frank y demás personajes pertenecientes a
la película son propiedad de WarnerBros. Delora, Cina y Dox son propiedad
mía.
-Rumbo al cerebelo-
Ya preparados y dispuestos, se dirigieron hacia el cerebro, para entrar en el hipotálamo y robar la primera traza de la nueva carrera de la Muerte Roja. Pero lo primero era conseguir un vehículo, luego lo necesitarían para llegar a la garganta y salir volando por la boca.
Delora y Thrax, se acercaron a un coche aparcado en una calle, un deportivo, tendría un buen motor y sería rápido, era perfecto... o casi. Tras infectarlo se metieron dentro, el coche pasó a ser de un color rojo agresivo.
- Espero que no te importe que conduzca yo, nena. – Cubrió sus ojos amarillos con unas gafas negras. Hizo rugir el motor.
- No hay problema, encanto, yo no sé conducir. Normalmente secuestro a alguien para que me lleve. – Dijo con una risita. Thrax negó con la cabeza dejando escapar una sonrisa.
El deportivo pasó rápidamente por delante de un callejón, del que salieron dos grandes coches negros. Aquellos dos coches empezaron a seguirles a bastante distancia, pero después de un rato, era obvio que iban tras ellos y los dos virus no eran tontos.
- ¿Qué hacemos con esos? – Delora señaló hacia el retrovisor que estaba en el cristal delantero.
- Ponte el cinturón, nena. – Respondió Thrax escuetamente, antes de apretar el acelerador hasta el fondo. En un principio iba deprisa, pero no lo suficiente cómo para llamar la atención de las patrullas de tráfico, lo menos quería era que los detuvieran y formar un alboroto, pero sólo había una forma de perder a aquellos coches. El bólido esquivó otros coches que estaban en la carretera. Los dos coches negros lo tuvieron muy difícil para seguirles, pero aún estaban ahí.
- ¿Quiénes serán? – Delora se asomó por la ventanilla. – No se despegan. - No lo sé, pero me están cabreando. – Dio un volantazo, colocándose al lado de una furgoneta de reparto de donuts. Sacó la mano con la garra encendida por la ventana de su izquierda y con una precisión increíble, arañó el lateral de la furgoneta, una vez hecho, aceleró. Un segundo más tarde, el depósito de la furgoneta explotó por la repentina subida de temperatura. Aquello colapsó la carretera tras ellos.
- Cada vez me impresionas más, encanto... - Lo miró con ojos pícaros, realmente aquella forma de improvisar del varón le gustaba... quizá demasiado.
Helicópteros de la policía y de las noticias sobrevolaron la zona, ellos como ya iban a una velocidad más normal, ni se les prestó atención. En pocos momentos llegaron al cerebelo.
Fue bastante fácil entrar sin ser vistos, la mayor parte del cuerpo de seguridad estaba distraído almorzando o viendo por una pequeña televisión, un accidente en una vena.
Delora le siguió hasta unas grandes puertas dobles, que estaban cerradas.
- Tú espera aquí, nena, por si alguien viene. – Y tras esto alargó la mano y quemó el cierre, para entrar.
La virus asintió y se quedó montando guardia, después de aquello, tendrían que salir muy deprisa, Melisa moriría de fiebre en pocos minutos. Pero algo alteraría sus planes...
- Señorita ántrax, volvemos a vernos... - La voz masculina, fría y apagada de Dox la hizo temblar. Aparecieron por el pasillo. Delora encendió la garra y se lanzó a por él, en el mismo momento que Cina le disparaba y le daba en un hombro, derribándola. – Quedas arrestada, cualquier cosa que digas o hagas será usada en tu contra... - Y continuó leyéndole sus derechos.
Thrax se asomó brevemente por las puertas, lo suficiente para poder ver lo que pasaba fuera sin que le vieran a él. Los dos antibióticos habían arrestado a Delora. Cina la hizo levantarse y Dox la esposó, se la llevaron de allí.
El virus miró la sala, había matado a los dos encargados, sólo tenía que romper la barrera que protegía el ADN, robar una traza y largarse de allí... luego volvió a mirar fuera. Delora sería sentenciada a morir, para salvar la vida de Melisa... Tenía que tomar una decisión.
-Rumbo al cerebelo-
Ya preparados y dispuestos, se dirigieron hacia el cerebro, para entrar en el hipotálamo y robar la primera traza de la nueva carrera de la Muerte Roja. Pero lo primero era conseguir un vehículo, luego lo necesitarían para llegar a la garganta y salir volando por la boca.
Delora y Thrax, se acercaron a un coche aparcado en una calle, un deportivo, tendría un buen motor y sería rápido, era perfecto... o casi. Tras infectarlo se metieron dentro, el coche pasó a ser de un color rojo agresivo.
- Espero que no te importe que conduzca yo, nena. – Cubrió sus ojos amarillos con unas gafas negras. Hizo rugir el motor.
- No hay problema, encanto, yo no sé conducir. Normalmente secuestro a alguien para que me lleve. – Dijo con una risita. Thrax negó con la cabeza dejando escapar una sonrisa.
El deportivo pasó rápidamente por delante de un callejón, del que salieron dos grandes coches negros. Aquellos dos coches empezaron a seguirles a bastante distancia, pero después de un rato, era obvio que iban tras ellos y los dos virus no eran tontos.
- ¿Qué hacemos con esos? – Delora señaló hacia el retrovisor que estaba en el cristal delantero.
- Ponte el cinturón, nena. – Respondió Thrax escuetamente, antes de apretar el acelerador hasta el fondo. En un principio iba deprisa, pero no lo suficiente cómo para llamar la atención de las patrullas de tráfico, lo menos quería era que los detuvieran y formar un alboroto, pero sólo había una forma de perder a aquellos coches. El bólido esquivó otros coches que estaban en la carretera. Los dos coches negros lo tuvieron muy difícil para seguirles, pero aún estaban ahí.
- ¿Quiénes serán? – Delora se asomó por la ventanilla. – No se despegan. - No lo sé, pero me están cabreando. – Dio un volantazo, colocándose al lado de una furgoneta de reparto de donuts. Sacó la mano con la garra encendida por la ventana de su izquierda y con una precisión increíble, arañó el lateral de la furgoneta, una vez hecho, aceleró. Un segundo más tarde, el depósito de la furgoneta explotó por la repentina subida de temperatura. Aquello colapsó la carretera tras ellos.
- Cada vez me impresionas más, encanto... - Lo miró con ojos pícaros, realmente aquella forma de improvisar del varón le gustaba... quizá demasiado.
Helicópteros de la policía y de las noticias sobrevolaron la zona, ellos como ya iban a una velocidad más normal, ni se les prestó atención. En pocos momentos llegaron al cerebelo.
Fue bastante fácil entrar sin ser vistos, la mayor parte del cuerpo de seguridad estaba distraído almorzando o viendo por una pequeña televisión, un accidente en una vena.
Delora le siguió hasta unas grandes puertas dobles, que estaban cerradas.
- Tú espera aquí, nena, por si alguien viene. – Y tras esto alargó la mano y quemó el cierre, para entrar.
La virus asintió y se quedó montando guardia, después de aquello, tendrían que salir muy deprisa, Melisa moriría de fiebre en pocos minutos. Pero algo alteraría sus planes...
- Señorita ántrax, volvemos a vernos... - La voz masculina, fría y apagada de Dox la hizo temblar. Aparecieron por el pasillo. Delora encendió la garra y se lanzó a por él, en el mismo momento que Cina le disparaba y le daba en un hombro, derribándola. – Quedas arrestada, cualquier cosa que digas o hagas será usada en tu contra... - Y continuó leyéndole sus derechos.
Thrax se asomó brevemente por las puertas, lo suficiente para poder ver lo que pasaba fuera sin que le vieran a él. Los dos antibióticos habían arrestado a Delora. Cina la hizo levantarse y Dox la esposó, se la llevaron de allí.
El virus miró la sala, había matado a los dos encargados, sólo tenía que romper la barrera que protegía el ADN, robar una traza y largarse de allí... luego volvió a mirar fuera. Delora sería sentenciada a morir, para salvar la vida de Melisa... Tenía que tomar una decisión.
