Disclaimer: Thrax, Osmosis Jones, Frank y demás personajes pertenecientes a la película son propiedad de WarnerBros. Delora, Cina y Dox son propiedad mía. Nota: Quiero agradecer a todos los lectores que he tenido a lo largo de este corto fanfic, mi primero en ser traducido del español. ¡Gracias, les quiero!

-Conclusión-

Maldito sea él por dejarles llevársela, y maldita ella por haber confiado en él. Le había salvado la vida, le había conseguido la cadena, incluso le había ayudado a llegar al hipotálamo... Y él se lo devolvía así... Bueno, mirándolo por el lado bueno... esta sería la última vez que dejase que alguien le engañase.

- Fue muy estúpido provocar el accidente tan cerca del cerebelo, estábamos lo bastante cerca para pillarte. Por pura rutina, te leeré los cargos. – Dox la miraba, esposada en una silla, una peligrosa virus del ántrax, completamente indefensa, ante dos agentes de inmunidad. – Entrada ilegal en un organismo privado, asalto, infección, daños a la propiedad pública...

- Ya sé que es lo que he hecho, poli, máteme o déjeme terminar mi labor, pero no me coma la oreja. – Le interrumpió Delora.

- Insolente... - Estuvo a punto de pegarle, pero Cina le paró.

- Dox, nos llama el comisario. – Le dijo soltándole la mano y mirando de reojo, y con cara de asco, a la virus.

Los dos policías salieron de la sala de interrogatorios donde retenían a Delora, custodiada por varios agentes.

Mientras tanto, en otra parte de Melisa, la mafia Estafilococos se reúne tras la maniobra de despiste de la vena, una hora antes...

- Perdimos a ese par de virus pero he oído que han arrestado a uno de ellos así que... - Dice el jefe. Un portazo le interrumpe. La estilizada figura de Thrax se dibuja en la puerta abierta. - ¡Es uno de ellos! – Pero tan pronto estaba acabando la frase, una larga garra de color rojizo le atravesaba el pecho de parte a parte. El virus sacó la mano y el cuerpo se desplomó, sin vida.

- Bien nenes, este es el plan. – El virus no perdió tiempo en tomar el control de aquella panda de bacterias, demasiado asustadas con su presencia y con haber visto la facilidad con la que había matado al segundo de sus jefes en menos de dos días, como para poner objeciones. – Entraremos en la sala de ejecuciones, mientras ustedes se encargan de los policías yo me encargaré de los antibióticos. ¿Está todo claro? – Les miró, todos asintieron. – Pues andando.

En la sala de juicio ya se había dictado sentencia mucho antes de se supieran todos los cargos. Era un virus y sólo había una manera posible de librar a Melisa de una muerte segura por su parte... la ejecución. La hora que duró el juicio fue interminable y Delora lo encontró irritante. Si la iban a matar, ¿por qué la hacían pasar por todo aquello?

La condujeron a un recinto cerrado, Dox y Cina la seguían de cerca, para que no escapase. Cina le dispararía con una carga especial de su cañón, una que le haría morir sin remedio, no había ántrax que se resistiese. Llegaron hasta el fondo de una sala vacía y la dejaron de pie delante de una pared.

- ¿Quieres que te venden los ojos? – Le preguntó uno de sus custodios.

- No. Acabemos con esto. – Si la muerte la reclamaba, quería verla venir... Y quería que sus ojos rojos fueran lo último que vieran aquellos dos cada vez que se iban a dormir.

Cina cargó su cañón y le apuntó, no había temblor en su pulso, no había vacilación ni duda en su fría mirada. Delora respiró hondo, esperando el disparo, pero este sonó más atrás y le siguieron otros.

Cuando los agentes se giraron, vieron una alta figura tras ellos, cubierta por una larga gabardina negra, y les sonreía. Aquella sonrisa despiadada y socarrona les paralizó. Cina iba a gastar el tiro con el virus recién aparecido, pero no tuvo tiempo, una patada en el estómago la lanzó hacia la pared donde estaba Delora.

Dox golpeó a Thrax cuando este atacó a Cina. No lo derribó, pero sí le dio lo bastante fuerte como para que el alto virus lo notara más de lo que hubiera querido. Thrax encendió la garra, para terminar pronto con él, pero este se volvió líquido antes de que el virus le tocase. Cina se frotó la cabeza, dolorida por el golpe contra la pared.

- Entonces.... Me ibas a disparar, ¿no? Iba a ser el primer ántrax pulmonar en ser curado... Encanto... No vendas la piel del virus antes de matarlo... - La virus, suelta, tras haber derretido las esposas con su mortal garra, estaba de cuclillas ante el derribado cuerpo de la cápsula, que le apuntó, temblando. - Otras veces, está tu colega para evitar que te mate. Pero... - Miró hacia donde Thrax y Dox peleaban, levantándose, Cina también miró. – Creo que está un poco ocupadillo. – Con un corto salto se paró sobre el arma de la despistada agente, haciendo que esta chocase contra el suelo y se disparase, sin llegar a darle a la virus. Cina se quejó por el dolor. – Oooh, qué pena... has perdido el tiro... ¿No sería el único, no? - Se bajó despacio y con aire pícaro, poniendo ambas manos en la espalda. - ¿Y ahora qué?- Ladeó la cabeza y sonrió enseñando todos aquellos afilados dientes.

Los Estafilococos se encargaban de los polis mientras los virus peleaban contra los antibióticos.

Thrax se estaba dando cuenta de porqué Delora temía a aquellos tipos, el tal Dox era resbaladizo, listo y pegaba fuerte. Pero él era la Muerte Roja, no el ántrax, no podía estar inmunizado contra él, y cada vez que podía, intentaba rozarle, aunque fuera un poco, con su garra ardiente. Lo malo es, que cuando lo intentaba, aquel se volvía líquido y no había manera de pillarlo. Debía haber un modo de que dejara de hacer eso. Entonces recordó que Drix, el compañero de Jones disparaba algo que congelaba, aquello lo pararía, seguro. Miró hacia donde la otra virus martirizaba a la pastilla. No podían ser demasiado diferentes, ya que algunos de los síntomas del ántrax eran como de la gripe. Como pudo, se acercó a Delora, siendo seguido por Dox. Tuvo el tiempo justo de decirle lo que planeaba. La chica asintió bastante contenta.

Dox le lanzó otro golpe y Thrax usó la cadena como arma y le agarró la mano con ella, en un movimiento fluido. Tendría el tiempo justo entre la captura, la licuación del agente, y la posterior reconstrucción de la forma para que le disparase. Dox, como cabía esperar, se volvió un charco para librarse de la presa.

- ¡Ahora! – Gritó Thrax.

- ¡Aparta! – Y tras la llamada de atención y el consiguiente movimiento del virus, Delora obligó a Cina a disparar con el arma congelante hacia su compañero, dejándolo, ya con su forma normal, convertido en un cubito de hielo. – Gracias, encanto. – Le dio un beso en la cabeza a la pastilla, que miraba aterrada como el otro virus se acercaba a Dox, que no podía seguir huyéndole.

- Bueno... Esto ya es otra cosa... Di adiós, tío. – Y con un solo movimiento cortó la capa de hielo y la sustancia de la que estaba hecho el agente, que se derritió, pero sin volver de nuevo a formarse. Luego, con toda su parsimonia, movió la cabeza hacia un lado, haciendo crujir su cuello. Se acercó de nuevo a las féminas.

- Viniste... Realmente eres una caja de sorpresas, encanto. – Delora le sonrió.

- Teníamos un trato, nena. Tú me conseguías esto... - Levantó la cadena. – Y yo te libraba de ellos... Yo siempre cumplo con lo que pacto. – Le tendió la mano para ayudarla a levantarse del suelo, donde mantenía agarrada a la cápsula. – Y aún me queda terminar lo que empecé... - Ambos virus miraron a la agente, que se cubrió la cabeza para no ver cómo la incandescente garra del virus masculino la quemaba.

- Y ahora salgamos de aquí, estoy harto de esta ciudad.

- ¿Qué hay de ellos? – Delora señaló a los gérmenes, que seguían cargándose a los policías que se acercaban.

- Qué se la queden y hagan lo que quieran... - Thrax hizo un gesto con una mano, mientras apoyaba la otra sobre los hombros de la chica.

Y tras escapar del cerco policial, los dos virus llegaron a la campanilla.

- Es hora de que nos separemos... - El ántrax miró a la Muerte Roja.

- Ya nos veremos, nena. Pero mejor que no tengamos por competir quién mata la ciudad donde nos encontremos. – Le sonrió.

La campanilla se movió, Melisa estaba cogiendo aire por la boca, o tosería o estornudaría, cualquiera de las dos cosas les serviría a ambos para salir de allí.

Y justo cuando el aire empezó a ser expulsado, Delora se lanzó atravesando la membrana del mirador. Thrax la siguió y pronto estuvieron fuera del cuerpo. Delora, cayendo sobre una nueva superficie, vio a Thrax alejarse planeando.

- Gracias.

-FIN-