Ryo apretó sus ojos, y abriéndolos, se dio cuenta que estaba dentro de un calabozo. Intentó ponerse de pie, pero las fuertes cadenas le impidieron dicha acción. Sus ojos buscaron por una salida, pero la única era la puerta de la misma habitación. No había ventanas, en donde la luz pudiera pasar. Miró hacía la puerta que fue abierta recientemente, y el sacerdote junto con dos soldados, entraron.
Sin sacarle las esclavas de los brazos, lo sacaron del calabozo.
-Será mejor que lo bañen un poco. No me gustaría que el faraón lo viera de esta manera.-dijo levantando la barbilla del chico.
Los soldados empujaron al joven dios fuera del calabozo, y fueron directo con las doncella del sacerdote, para que lo asearan.
~*~
Bakura y su caballo descendían por las dunas de arenas del desierto, hasta la ciudad. Entró en lo que parecía una especie de pequeño templo, dónde sobre un altar yacían varios objetos. Dejó su sortija sobre los demás, antes de quitarse todas sus ropas, tirandolas al suelo. Lo único que estaba sobre su cuerpo desnudo, era un pequeño collar con un dije en forma circular hecho con un diamante, que brillaba de un azul muy pálido en la oscuridad.
-No te preocupes, Ryo, yo te sacaré de allí, pase lo que pase, te quedarás a mi lado por siempre...
~*~
Ryo esperaba recostado boca arriba sobre la cama del faraón, con su tapado azul, y sus largas piernas al descubierto, con sus brazos detrás de su espalda. La luz lunar entraba por una de las ventanas de la habitación, en la cual se posó un hermoso halcón.
-Hola Horus.-dijo sonriente Ryo.
El halcón dio un graznido, y voló hasta posarse sobre la cama, al lado del dios lunar. Se frotó contra la mejilla de este, dando otros silbidos alegres de poder ver a su amigo de la luna.
-¡Oh Jue! ¡No sabes cuanto te extraño! ¿Por qué ya no estás en nuestro templo?
-Porque, aquí en este mundo humano hay alguien a quien amo.
-¡Oh! ¿Quién es, mi amigo?-dijo el halcón, acercando más su pequeña cabeza.
-El Rey de los Ladrones.-dijo Ryo, moviendo su cabellera.
-¿Quién ese rey?
-Es alguien, muy parecido a mi, con su piel morena, su cabello plateado y corto.
-¿De verdad es un rey?
-Si, el Rey de los Ladrones....
~*~
El faraón, acompañando del sacerdote Seth, subieron varias escaleras, antes de llegar a su habitación. Al entrar, se llevaron una gran sorpresa.
Ryo estaba a punto de saltar de la ventana, a su lado Horus, miraba a ambos, con sus alas listas para volar. El dios lunar, aterrado, saltó, y el halcón, con confusión, le siguió.
El sacerdote y el faraón, corrieron hasta la ventana, para poder divisar algo, pero no vieron nada.
~*~
Bakura vio cómo Ryo y un halcón caían de la ventana del palacio, y en una gran luz, desaparecían. El ladrón sonrió abiertamente, sabiendo que ya no estaba en peligro su compañero.
Regresó a su guarida, dónde sabía perfectamente que su compañero estaría allí, esperándolo.
~*~
-Si que se libró de una buena.-comentó Malik, mirando el espejo ovalado de Mariku.
-Si, lo sé. Pero aún sigo diciendo que es muy joven.
-No lo es. Tiene la misma edad que yo, y puedo hacer lo que yo quiera.
-Pero tu eres un dios de otras tierras, que tienen diferentes reglas. No es lo mismo en Egipto, que en la Mesopotamia.
-Pobre de Jue. Soporta reglas que nosotros no tenemos.-suspiró el joven dios solar.
~*~
-¿Bakura?-susurró Ryo, al entrar al oscuro escondrijo.
Apartó de su camino algunas cosas, y se acercó a la cama del ladrón, el cual yacía boca arriba, durmiendo. Horus entró volando, y se posó sobre el hombro de Ryo, mirando al humano moreno.
-¿Ese es el Rey de los Ladrones?
-Si, Horus. Él es Bakura. La persona a quién amo.-contestó, arrodillándose ante la cama, recostando su parte superior de su cuerpo sobre el pecho del moreno, sonriendo felizmente.
-Bueno. Creo que los dejaré solos. Vendré a visitarte mañana.-dijo el ave, saliendo del escondrijo.
El dios lunar se trepó sobre el cuerpo de su compañero, quedando recostado sobre este, con su cabeza en el pecho de Bakura.
-Al fin juntos....No te dejaré nunca....
~*~
Ryo despertó con los rayos del sol naciente, sobre su cara. Se desperezó, moviendo un poco el cuerpo de su compañero, para que hiciera lo mismo. Bakura despertó dando un gruñido. Aclaró su vista, y miró fijamente a Ryo, que le sonreía punta a punta.
-Ryo, buenos días. ¿Cómo estás?
-Bien, ¿Y tu?
-Lo mismo.-contestó besándolo.-Pensé que te había perdido ayer...¿Por qué lo hiciste?
-Quería divertirme.
-Pero no tuviste en cuenta mis sentimientos. Eso fue muy egoísta de tu parte hacer eso. Yo pensando que te había perdido.
-Pensé que lo sabías.
-¿Qué cosa?
-Que era un juego.-Bakura negó con la cabeza.-Lo siento....
~*~
Ryo comenzó a desvestirse, al igual que Bakura, para así, entrar en las aguas del oasis, y refrescarse momentáneamente. El ladrón colocó a su compañero entre sus piernas, masajeando suavemente los hombros del chico, que dulcemente gimió bajo su aliento.
-Eres bueno.-dijo el dios, deslizando las manos del moreno, por su pecho, gimiendo, al igual que Bakura.
Los pezones de Ryo se pusieron duros al sentir el tacto de las manos en su piel sensible. Frotando sus piernas con las del joven dios, el ladrón siguió su trayecto por el torso del chico, hasta llegar a su ombligo, donde suavemente deslizó sus dedos dentro, masajeando suavemente.
El dios se sonrojó fuertemente, a la vez que gemía, mientras que apretaba los muslos de Bakura con sus manos. Tiró su cabeza hacía atrás, y dejó su cuello al descubierto, oportunidad en la que Bakura comenzó a besarlo todo, mientras que seguía bajando con sus manos.
Ryo instintivamente cerró sus piernas, pero dejó un pequeño espacio para que una de ellas pasara para alojarse entre ellas.
-¡¡Bakura!!-gimió fuertemente el dios.
Se dio media vuelta, y enfrentó a su ladrón, que se encontraba tan rojo cómo él. Besándolo con fuerza, comenzaron a deslizarse dentro del agua, hasta que sólo sus hombros, brazos y cabezas estaban fuera del agua. Frotando sus sexos, gimiendo el nombre del otro, con éxtasis.
-Bakuraaaahhh.....
-Ryooohh....¿Q-Que...ocurre....?
-T-Te amo....-dijo dando un fuerte gemido.
-Yo tam-también te amo...
~*~
-¡OH MARIKU!-gritó en placer el joven dios de la Mesopotamia.
-Malik....-gimió Ra, suavemente.
Ambos gemían fuertemente, mientras se movían con fuerza, hasta que alcanzaron su clímax, gritando el nombre de su amante. Jadeando, se recostaron sobre la gran cama, mirándose fijamente, sonriéndose.
~*~
El dios lunar se recostó suavemente sobre la cama del ladrón, que entró en la guarida, pocos minutos después. Bakura se sentó al lado de su compañero, mientras que este lo abrazaba por su cintura, recargando su cabeza en el regazo del ladrón.
El moreno acarició suavemente el cabello del dios, suspirando felizmente.
Ryo comenzó a darle pequeños besos en su estómago, yendo lentamente hacía arriba, haciendo que el ladrón gimiera y empezara a sudar. Le agregó pequeños mordiscos y lamidas, provocando que la respiración de su compañero comenzara a ir más rápido. El rostro de Bakura se puso sonrojado, al sentir los labios de Ryo sobre su pezón derecho, que inmediatamente se puso duro. Dando un quejido, al sentir la lengua del joven dios, lamerlo sutilmente.
-Ryooohhh.....
Recostó a su compañero sobre la cama, sin cambiar de posición. Siguió subiendo hasta el cuello, y luego los labios de Bakura, dónde lo besó fieramente, pero con gentileza. Se apartaron, mirándose fijamente.
-Bakura, te deseo.....
