Dorado y cálido
por Karoru Metallium
V
El arte de mirarte
Nota: Siguiendo con las "excentricidades", este capítulo ya se sitúa justo después del primero, cuando Seto y Joey ya tienen algún tiempo en... esto xDDD. A partir de aquí ya no habrá más saltos en el tiempo, sobre todo porque esta serie de POVs ya se va acabando. Vuelvo al POV de Seto, como corresponde... y puede que este capítulo esté lemon pasadito de R y llegando al NC-17, pero en fin, espero que guste a los que siguen esta pequeña historia.
**************************************
Tres semanas. Tres semanas y tres días siendo... no sé, ¿amantes?
'Amantes'...
Siempre pensé que era una palabra ridícula y absurda para definir a dos personas que tienen una relación sexual; aparentemente no es lo mismo que decir 'enamorados', porque este último término implica sentimientos de por medio, aparte y más allá de la obvia satisfacción física.
Extraña cosa, el lenguaje. Ambas expresiones tienen su origen en la palabra "amor", pero la gente las asume de diferentes formas y les asigna significados distintos.
¿Qué somos, Joey? ¿Amantes, o enamorados?
En tres semanas y tres días has estado seis veces en mi casa, pasando casi toda la noche conmigo. A veces hacemos el amor, a veces nos hemos quedado metidos en la cama; simplemente disfrutando de la mutua cercanía, supongo. Pero casi no hemos hablado.
Hay momentos en los que no hace falta, pero hay otros momentos en los que quisiera poder hablarte libremente. Irónico, ¿verdad? Siento que las palabras que quisiera decirte se me atoran en la garganta, pero no me falta valor para apoderarme de tu cuerpo, para hacerte gritar mi nombre, para gritar el tuyo cuando hacemos el amor.
Ahí está, lo he dicho: no es simplemente sexo. Te siento, y sé que me sientes, incluso cuando estamos simplemente acostados el uno al lado del otro, sin hablar. Tu mano de dedos largos e inquietos a veces toma la mía, o acaricia mi brazo; me miro en tus ojos casi dorados, llenos de sinceridad y de miles de otras cosas que no logro identificar, y la increíble calidez de tu cuerpo y de tu alma se extiende sobre y dentro de mí.
Te quiero. Eso ya lo tengo asumido; no ha sido nada fácil, pero he logrado aceptarlo. No sé si tú me quieres, pero percibo que sientes algo por mí, mucho más que simple deseo.
En tres semanas has cambiado mi vida. Ya no permanezco trabajando hasta la madrugada, tratando de olvidar mi soledad y sabiendo que no podré conciliar el sueño con facilidad cuando me vaya a la cama, aunque esté agotado. Ahora, aunque no estés, me acuesto temprano y duermo casi tranquilo, sin pesadillas, sin inquietudes; aunque no tanto como cuando estás a mi lado.
Es aterrador.
Sí, lo es, es aterrador porque cada día dependo más y más de tu presencia, y no estoy seguro de cuánto durará esto, si es que va a durar. No sé cuándo vas a despertar y a darte cuenta de que has estado acostándote con el que ha sido tu peor enemigo a través de los años y, consecuentemente, me vas a mandar al diablo.
Como siempre que mi hermano me lo pide, esta tarde lo acompaño al parque a reunirse con sus amigos; por supuesto, el saber que tú seguramente estarás allí resulta un aliciente para soportar a Yugi y compañía.
Sé que también son tus amigos, pero me resulta difícil tratar de alternar con ellos de alguna forma: Yugi tiene unos cambios de personalidad que me atacan los nervios, parafernalia del espíritu del rompecabezas o no; con Bakura sucede lo mismo, sólo que alcanza cotas aún más alarmantes, y cuando le da por lo que llamo la "veta mala", con sus comentarios todavía más sarcásticos que los míos, siento deseos de estrangularle.
La tal Tea, la única chica del grupo, me enferma con su charla constante y su obvio babeo por Yugi, babeo que es absolutamente ignorado. Y a Tristán... a él no lo tolero simplemente porque parece más cercano a ti que Yugi.
Hoy llegas un poco tarde, corriendo, jadeante. Como muchas veces desde que comencé a darme cuenta de lo que sentía por ti, me pregunto qué haces para vivir; sé que terminaste la secundaria pero no seguiste estudiando como los demás, me figuro que por cuestiones de dinero. Debes trabajar en alguna parte, me pregunto en dónde... ¿podré preguntártelo alguna vez?
Te disculpas con Yugi por llegar tarde y tus ojos me buscan de una manera casi inconsciente, sabiendo que suelo permanecer un tanto alejado del grupo. Trato de que la expresión de mi rostro no traicione la alegría que siento al verte, pero no puedo evitar que mis ojos te recorran; hace tres días que no nos vemos, desde la última noche en que viniste a mi casa y fuiste tan deliciosamente atrevido.
Me estremezco sin querer al recordar la expresión de tu cara a la tenue luz dorada de la lámpara de mi mesa de noche, la forma en la que me miraste bajo tu flequillo más revuelto que de costumbre, tu cuerpo sobre el mío... siento que pierdo el aliento. Aparto mi mirada cuando me doy cuenta de que hace ya mucho rato que la tengo fija en ti y no me había dado cuenta; tú no lo has notado porque estás charlando con los demás con el mismo entusiasmo de siempre.
Alguien me mira, puedo sentirlo. Me giro, y allí está el desagradable Bakura sonriendo con malicia.
- Vaya, Kaiba... ¿conque te gusta Wheeler? - deja caer con insolencia; yo no me molesto en contestarle, simplemente le lanzo la más fría de mis miradas. Pero claro, él no puede dejar pasar la oportunidad de provocarme - No te culpo... bonita cara, lindo cuerpo... un cerebro de mosquito, pero con esa cara y ese cuerpo, ¿qué más da que no sea un Einstein?
Sin pensarlo dos veces, tomándolo por sorpresa, mi puño se estrella contra la cara de Bakura con fuerza, con tal fuerza que lo lanza al suelo. En un instante, Mokuba y tú están a mi lado, sujetándome por los brazos para que no me lance encima de él, como es mi intención. Tristán y Yugi están ayudándolo a levantarse; tiene un gran marca roja en la mejilla izquierda, donde mi puño hizo contacto, y un hilillo de sangre brota de su nariz.
Sin embargo, la misma sonrisa odiosa y maliciosa sigue presente en su cara.
- ¡Kaiba! ¿Qué ha pasado? ¿Porqué le has pegado? - pregunta Yugi alarmado, volviéndose luego hacia Bakura, que ríe divertido a pesar de estar bastante golpeado. El maldito bastardo debe ser masoquista, a buen seguro - ¡Bakura! Te conozco bien y sé que Kaiba no reacciona así a menos que lo provoquen. ¿Qué le has dicho?
- ¡Es que es tan gracioso! - el maniático continúa riéndose a pesar de las miradas alarmadas de todos - Nos estábamos peleando por los favores de Wheeler, aquí presente... es que ahora que lo pienso, es bastante guapo. Nuestro amigo Kaiba ya se había dado cuenta, claro...
Siento cómo tu cuerpo se tensa al escucharlo. Todos miran a Bakura con incredulidad.
- Oye, Bakura, deja de bromear con esas cosas, ¿vale? - dice Tristán con cara de pocos amigos, zarandeando al chico de pelo blanco.
- ¡Pero si no bromeo! - aúlla Bakura, riendo, y la cara de Tristán se torna morada. Ahora es él quien parece a punto de conectarle un derechazo, pero todo lo que hace es levantarlo como si fuera un saco de papas y trasladarlo al banco más cercano.
Aún en la distancia alcanzamos a escuchar cómo el alto moreno, agarrando a Bakura por el cuello de la camisa, le advierte clara y amenazadoramente:
- Si vuelves a expresarte así de alguno de nosotros, te voy a partir la cara en cuatro, ¿está claro?
El peliblanco al menos deja de reírse; sabe que Tristán habla en serio. Tú me has soltado y miras el suelo como si fuera algo fascinante; Tea te mira a ti con una expresión apenada, y Mokuba y Yugi... me miran a mí, con una expresión muy extraña en sus caras.
Vaya día ha sido éste.
****************************************
Esta noche llegas después de las once, como ya lo has hecho costumbre y como hemos pactado sin palabras; justo una hora y media después de que Mokuba se ha ido a dormir. Me sigues a mi habitación como siempre, pero algo te inquieta y sospecho que se trata de la conversación que has tenido hoy con Yugi después de que Mokuba y yo nos fuimos.
La preocupación se nota en la manera en la que permaneces de pie en medio de la habitación, recargando el peso de tu cuerpo alternativamente en una y otra pierna y sin mirarme. Miras al piso, cubierto por una gruesa alfombra azul marino. Yo me siento en la cama, esperando a que te decidas a hablar; tenemos que hacerlo alguna vez y no hay momento mejor que el presente, sobre todo después de las maliciosas insinuaciones de ese bastardo de Bakura.
- Seto, yo... - mi nombre en tus labios es la cosa más deliciosamente erótica del mundo, y cada vez que lo pronuncias las ondas sonoras van directo a mi entrepierna. Tu poder sobre mí es abrumador, y eso sin siquiera tocarme.
Sin embargo, dejo escapar un suspiro exasperado.
- Deja de tartamudear y habla de una vez - aunque mis palabras son bruscas, mi tono no lo es. Es bajo y sosegado, pero refleja la agitación que siento, porque por una vez no tengo ante mí al cachorro impulsivo de acciones fácilmente predecibles, y no sé lo que vas a decirme.
Puedes haber venido a mandarme al diablo.
Después de todo, lo que piensen tus amigos es más importante que cualquier cosa que yo pueda pensar o decir, y eso no pienso criticarlo o discutirlo; ellos han estado contigo en las buenas y en las malas, confías en ellos, son tu apoyo y lo seguirán siendo. En cambio, tú y yo hemos sido enemigos, me has detestado y te he desdeñado con tanta pasión como la que hemos compartido en las horas que hemos pasado juntos, y no estás seguro de poder confiar en mí.
Yo quiero que confíes, pero no te culparía si tú no quisieras confiar.
Te miro mover nerviosamente el pie contra la alfombra, trazando un círculo; luego levantas la mirada y tus ojos me quitan el aliento al mirarme una vez más, asustados pero decididos.
- Yo... yo quiero saber en dónde estoy parado. En dónde estamos parados. Me refiero a... a... ¡diablos!... a nuestra... a nuestra relación.
Me quedo mirándote con la boca abierta como un pez. De todas las cosas que pasaron por mi mente, ésa fue a la que menos atención le presté... ¿estabas pensando lo mismo que yo esta mañana? ¿Estabas pensando en que no sabes qué somos y que quisieras saberlo?
- Yo también quisiera saberlo - digo al fin, arreglándomelas para que mi tono, aunque algo inseguro, salga teñido con algo de mi usual ironía.
- ¿No lo sabes? - tu incredulidad y asombro me hacen sonreír.
- Claro que no. Eso depende de los dos, y hasta el momento no hemos hablado que yo recuerde. Hemos hecho de todo, menos hablar - añado, y veo cómo tus mejillas se tiñen de rojo. Es delicioso.
Suspiras y te sientas a mi lado en la cama, apoyando los codos en tus rodillas y asumiendo un aire pensativo.
- ¿Qué te dijo Bakura?
- Que sabe que tú me gustas. Y luego, que tienes un lindo cuerpo por el que vale la pena buscarte aunque tengas el cerebro de un mosquito - te sonrojas con violencia.
- Suena asqueroso. ¿Por eso lo golpeaste?
¿Te lo diré? Oh, al diablo con todo, lo haré.
- Lo golpeé porque estaba hablando de ti como si fueras un pedazo de carne. Eso en primer lugar. En segundo, porque estaba ofendiéndote y no lo pude tolerar. Y en tercero, porque eres mío, siento cariño por ti y no soporto que alguien que no sea yo te mire como él lo estaba haciendo - listo, lo dije. Bueno, no dije todo lo que pienso, pero al menos es un comienzo.
Ahora eres tú quien me mira con la boca abierta.
- ¿Soy tuyo? ¿Sientes cariño por mí? Oye, Seto, ¿acaso me ves en serio como tu mascota? Porque eso sonó como si fuera tu perro - pareces ofendido y dolido, y comprendo que mi elección de palabras no ha sido la más adecuada.
Bah. Basta de pensar y analizar las cosas... por una vez sólo quiero sentir.
Te rodeo con mi brazo, me dejo caer en la cama y te atraigo hacia mi cuerpo, hasta que logro sentir tu pecho apretado contra el mío y mirar directamente tus ojos dorados y confundidos.
- ¿Qué sientes por mí? ¿Qué quieres de mí, Seto? - me preguntas, con incertidumbre.
- Todo. Lo siento todo, lo quiero todo - por si no alcanzas a comprenderme, continúo -. Te quiero, quiero tu cuerpo, quiero tu alma, quiero que estés conmigo. Quiero que seas mi pareja.
- ¿De verdad? - me miras como si no pudieras creerlo, y por un momento tengo miedo de que me digas que no quieres, que no puedes - ¿Me quieres? - preguntas, muy serio.
- Con todas mis fuerzas - te digo, y es cierto. En estas pocas semanas he descubierto que puedo amar, y que hay diversos tipos de amor... he logrado separar la adoración y devoción que siento por mi hermano menor, de la pasión y el cariño que siento por ti, que también son una forma de adoración. Soy capaz de amar de otra forma gracias a ti, y eso me llena de una extraña paz.
Tus dedos se curvan alrededor de mi cuello y te acercas a mi rostro; tu boca ansiosa se abre sobre la mía y me hundo en el poder de tu abrazo, quitándote la ropa sin dejar de besarte, mientras tú luchas por despojarme de la mía. Te necesito así esta noche.
Te siento como fuego atrapado, tu boca quemante pero infinitamente gentil, tu lengua un rayo de luz, el calor de tu cuerpo imprimiendo su marca en el mío. Me siento relajado y en paz como nunca en mi vida... cuando al fin, después de varias maniobras imposibles sobre la cama, quedamos desnudos, tú dejas de besarme y simplemente me abrazas, tu mentón puntiagudo clavándose en mi hombro, tu respiración un aleteo palpitante contra mi cuello.
Te beso de nuevo, sintiéndote duro contra mi abdomen, y te separo de mí para mirarte, como nunca me cansaré de hacerlo; siempre es como si te mirara por primera vez, aún mejor que la primera vez. Desnudo eres más hermoso de lo que jamás pude imaginar... largo y esbelto, tu cuerpo tenso y delicadamente musculoso... poderosos muslos, un estómago absurdamente plano y hombros anchos.
Te doy un empujón hasta que caes sobre la cama y ahora estoy encima de ti. Me quedo un buen rato besándote, nuestros besos cada vez más y más profundos y apasionados, casi frenéticos. Beso tu cuello y tus hombros, mordisqueando y succionando hasta dejar vívidas marcas rojas que mañana serán azules, mi marca personal de propiedad; succiono tus pezones hasta que me ruegas que me detenga, y entonces me deslizo hacia abajo y separo tus piernas...
- ¿Qué haces? - preguntas sin aliento, tus largos dedos enredados en mi cabello, tu voz un murmullo ronco. Lo estás disfrutando, y eso me hace tan feliz que siento miedo.
- Shh... - aparto sus muslos y dejo correr mi lengua contra la piel suave.
- Seto, si me muerdes juro que te mataré - puedo escuchar risa en su voz, burbujeando justo debajo de la superficie, como un cachorro juguetón.
Me inclino de nuevo sobre ti y acaricio con mi lengua tu intimidad... no tengo idea de dónde aprendí a hacer esto, supongo que es una respuesta puramente instintiva ante tanta delicia desplegada frente a mí, desde la primera vez que te tuve así, entre mis brazos. Es la primera vez que hago esto, hasta ahora sólo te había acariciado, pero ahora succiono, lamo, beso, muerdo. Hoy quiero darte esto, quiero darte placer.
- Oh, Seto... - jadeas, respirando profundamente.
- ¿Estás bien? - pregunto, preocupado ante su reacción y temiendo haberle hecho daño con mis dientes.
- No pares, por lo que más quieras... sea lo que sea que estás haciendo, no te detengas...
No me hago de rogar y te tomo completamente en mi boca, deslizando mi lengua alrededor, acariciando cada pulsante centímetro de carne dura y suave, sosteniendo tus caderas para evitar que las levantes de la cama. Tus dedos se clavan en mi cabeza y tu cuerpo se arquea mientras gimes mi nombre en una letanía deliciosa.
Siento que estás al borde del placer y entonces me separo de ti y comienzo a prepararte, para luego hundirme en la magia de tu cuerpo, completamente excitado, al tiempo que mi mano continúa estimulándote como lo hice con mi boca momentos antes.
- Seto... ohhh...
Tus gemidos me enloquecen tanto como el intenso calor y la presión de tu cuerpo, pero no quiero estar solo en esto; quiero que estés conmigo, así que me obligo a contener la respuesta natural de mi cuerpo hasta que tú me alcances. Tal y como lo deseo, llegamos al orgasmo simultáneamente, como un solo cuerpo, como una sola alma.
- Yo también te quiero, Seto... - murmuras, casi inconscientemente, mientras estoy aún dentro de tu cuerpo. Me estremezco de alegría.
Minutos después yacemos el uno en brazos del otro, exhaustos pero satisfechos. Me doy cuenta de que estás a punto de quedarte dormido, como siempre, y te zarandeo para que abras los ojos y podamos hablar.
- ... tengo sueño...
- También yo. Pero primero quiero que me digas si esto significa que nuestra relación va a hacerse pública.
Entreabres un ojo dorado y me espías a través de tus largas pestañas, como si aún sintieras temor de lo que puedo decir.
- Yo... por lo menos mis amigos tienen que saberlo. No sé si tú... no sé si a ti te importe que...
- Por supuesto que me importa, si les vas a decir a tus amigos yo tendré que decírselo a Mokuba - miro al techo, como meditando -, y antes de que lo pienses siquiera, te diré que no me avergüenzo de ti ni de lo que somos. Va a ser algo difícil explicárselo a Mokuba, pero él te aprecia y...
- No creo que sea tan difícil - dices, con un bostezo -, me late que tu hermanito, si no está enterado, al menos sospecha. Duras las voy a pasar yo con Tristán... Yugi es posible que comprenda, pero Tristán...
- Sí, lo noté. ¿No estará enamorado de ti, por casualidad? - le digo, y no en tono de broma. De pronto me siento tan posesivo y celoso que siento deseos de encerrarte en esta habitación y no dejarte salir nunca más.
Tú sólo sonríes y te acercas un poco para besarme.
- Bah, vete ya a dormir, bastardo ricachón.
- Tú primero, cachorrito llorón...
- ¡OK! - te acurrucas contra mí, y casi al instante, como quien apaga una luz, te quedas dormido, roncando levemente. Yo sonrío y te miro.
Hay una cualidad artística y sutil en la forma en que el cuerpo trabaja, con piel suave y sedosa estirándose sobre los músculos y la armazón de los huesos. La forma en la que un pecho sube y baja con el ritmo de la respiración, haciéndolo parecer más vulnerable y perfecto en su mortalidad. Pestañas largas y delicadas, oscuras contra la piel pálida; labios apenas separados.
Una mano cerrada en puño y la otra extendida, como buscándome... tu cuerpo volteado hacia mí, con la sábana enredada alrededor de tus caderas estrechas y tus largas y fuertes piernas, un perfecto cuadro dorado en mi cama.
Quizás acabo de descubrir el arte mirándote dormir.
Dejo que la calidez de tu cercanía me envuelva y me arrulle, para caer en ese sueño profundo y reparador que casi había llegado a olvidar en estos años de trabajo incesante.
*********************************
N.A.: Perdonen la tardanza, pero he estado sobrecargada de trabajo y no me ha sido posible actualizar ninguna de las historias que estoy publicando. Anyway, aquí estoy de nuevo... me ha gustado tanto el modo POV que no he podido renunciar a él, aunque tal y como lo prometí he comenzado a mostrar el lado público del asunto.
Ustedes me dirán... ¿quieren que continúe? ¿Quieren ver la reacción de los demás?
Gracias a mis amables reviewers: Cho Chang de Black (gracias por seguirme ^^), Aiko (jajaja, el formato es corto, pero es que así no se cansan tanto los lectores xD), Arthy (gracias, me alegra que te haya gustado), Terry Maxwell (claro que son niños... niños adorables ^_~), Haima (eso es precisamente lo que busco, reflejar la diferencia entre sus personalidades, sus backgrounds y la forma que tienen de ver las cosas... son diferentes, pero estos sentimientos los acercan y los hacen tener algo en común, algo que es mucho más que simplemente sexo).
