Dorado y cálido

por Karoru Metallium

IX

Posesión

Como sé que algunos querían saber lo que Seto sintió cuando supo lo de Tristán, el comienzo de este cap es ligeramente distinto, puesto que no parte exactamente del punto en el que quedó el anterior, sino un poco antes, en las reflexiones de Seto. Advertencia: lemon desde la mitad en adelante...

__________________________________________

No puedo recordar el momento exacto en el que te convertiste en la segunda persona más importante en mi vida... y mucho menos puedo comprender cómo es posible que tu bienestar importe más que el mío dentro de mi cabeza. Como con Mokuba, pero no exactamente igual, porque no eres mi hermano, eres mi amante, mi pareja.

Mi armadura, la que cuidadosamente construí durante años de infelicidad y tortura, se resquebraja y cae ante a ti. Anoche me recordaste que tengo un corazón, y que ese corazón es capaz de amar, de apasionarse, de... romperse. Porque sentí que se rompía cuando me dijiste lo de el tal Tristán, justo después de hacer el amor, cuando estaba más vulnerable que nunca.

Sin embargo, no fui capaz de sentir rabia, ni odio, ni rencor. Me bastó mirarme en esos enormes ojos castaños que no saben mentir, que están llenos de honestidad y sinceridad, para saber que aunque te afecta lo que él siente por ti, eso no cambia lo que sientes por mí. Y aunque quisiera, no puedo pedirte que te apartes de él, ni del resto de tus amigos, porque sé que eso te haría daño... y es lo que menos deseo en este mundo. ¿Ves cómo tu bienestar está antes que el mío?

Nunca pensé que tú serías mi redención, que volvería a sentir gracias a ti; por eso, a pesar de lo que soy, no quiero cambiarte. Te quiero a mi lado, pero no podría soportar que fueras infeliz, y lo serías si te apartara de tus amigos.

Sabía que ibas a reunirte con ellos en el parque porque antes de irte me dijiste que lo harías, que les hablarías acerca de lo nuestro. No tenía la idea de reunirme contigo, pero terminé la segunda junta del día más temprano de lo previsto y le ordené a mi chofer que me llevara al parque, con la intención de apoyarte aunque fuera sólo con mi presencia, sin hablar.

Llegué justo en el momento en el que tu amigo vociferaba que nadie pensaba en sus sentimientos, y me detuve a unos metros, observando la escena. Todos estaban tan sorprendidos que no notaron mi llegada, y aunque no era mi intención quedarme allí, parado, no podía interrumpir.

No sentí nada cuando me insultó. Sentí un delicioso calor dentro de mí cuando saltaste en mi defensa. Pero cuando te gritó y se te acercó, sentí que caía en una especie de trance. No podía moverme, no podía hablar, sólo podía observar cómo sus manos descendían sobre ti, cómo te tocaba, cómo apretaba, y tú le mirabas incrédulo y tan paralizado como yo.

No fue tu culpa, lo sé bien. Pero mi respiración se aceleró, mi corazón comenzó a latir con tanta fuerza que lo sentía retumbar en mis oídos, y algo dentro de mí estalló. ¡Atreverse a tocarte, sabiendo que estás conmigo! ¡Sabiendo que eres mío en cuerpo y alma!

Salté hacia él como un animal salvaje.

************************************

Me duelen los nudillos. Eso, y una extraña y maligna satisfacción, parecida a la que me invadía cuando la oscuridad amenazaba con apoderarse de mí, es lo único que siento mientras descargo toda mi cólera a través de mis puños. Ya no veo su cara, sólo la sangre, y eso me complace. No va a tocarte nunca más, nunca...

- Seto, ¡no! - siento que unos brazos me sujetan, tratando de apartarme de él, y no quiero, no quiero hacerlo hasta que me asegure de que al maldito no le queden ganas de ponerte las manos encima.

Pero son tus brazos los que me sujetan, es el calor de tu cuerpo el que siento pegado a mi espalda, es tu agitación la que percibo, y al final me dejo llevar, apartándome de él casi sin darme cuenta. Comienzo a respirar hondo tratando de tranquilizarme y recuperar la perspectiva, mi corazón vuelve a latir casi con normalidad, y sólo entonces soy capaz de enfocar la mirada y ver cómo frente a mí Yugi, Tea y Mai rodean a Tristán en el suelo, tratando de auxiliarle.

- Tranquilízate, ¿vale? - respiras casi tan agitadamente como yo y tu voz suena alterada, estremecida. Estás detrás de mí, aún sujetándome, tu cuerpo pegado al mío. Supongo que perdí la cabeza, y aunque no me arrepiento de haberle golpeado me siento un poco culpable al ver cómo tus amigos chequean su estado; no he medido mis fuerzas y creo que puedo haberlo lastimado seriamente. Tea ha sacado un inmaculado pañuelito de su bolso y está intentando limpiarle la sangre de la cara, con poco éxito hasta el momento - Yugi, ¿cómo está? ¿Está bien?

- Creo que sí, al menos está consciente, aunque bastante aturdido - responde Yugi luego de unos instantes -, me parece que le has roto la nariz, Kaiba - suspira brevemente y al mirarme sus ojos tienen una sombra de reproche, aunque no es una mirada acusadora. Supongo que su fastidioso concepto de nobleza le impide culparme por un acto nacido de una emoción tan incontrolable como los celos, y eso lo hace dividirse entre su comprensión hacia todo y todos y la natural lealtad que siente hacia sus amigos.

También es posible que tu apasionada defensa de mi persona influya en el hecho de que hasta el momento no ha hecho nada para vengarse de lo que le he hecho a su amigo. Es un alivio, ahora que lo pienso, porque sé muy bien de lo que Yugi es capaz... una vez perdí meses de mi vida gracias a un coma inducido por él.

- Tiene una cortada grande en la sien y otra en el mentón - informa Tea, mirando con pena el pañuelito, que ahora se ha puesto todo perdido de sangre sin que haya habido grandes avances en la limpieza de la cara de Tristán -. Y creo que también le has fracturado el hombro...

- Suéltame, Joey - te pido, con mi tono seco y mesurado de hombre de negocios. Tú vacilas por un momento y luego me sueltas muy lentamente, permitiéndome sacar el móvil del bolsillo de la chaqueta para llamar una ambulancia y luego a mi chofer, que está al otro lado del parque.

Mai, sosteniendo la cabeza del confundido herido en su regazo, me mira con aprobación; Yugi me dedica una mirada severa, pero asiente. Me giro para mirarte y veo la expresión avergonzada, molesta y preocupada en tu rostro.

- Oye, Seto, se supone que el bruto ignorante que no puede controlar la bocota ni los puños soy yo, no tú - me dices con reproche, enrojeciendo.

- Puedes ser bocón e impulsivo, pero no eres bruto ni ignorante. Y te dije lo que podía pasar si él llegaba a ponerte la mano encima, ¿o no?

- Hombre, sí, pero te has pasado - te muerdes el labio inferior en un gesto preocupado que me hace querer besarte, y logro controlarme a duras penas.

- Te dije lo que podía pasar, pero no sabía hasta dónde podía llegar. Perdí la cabeza, ¿ves lo que me haces, cachorro? - las palabras terriblemente reveladoras salen en un susurro que no es propio de mí en lo absoluto, pero no he podido detenerlas. Tú me miras con los ojos muy abiertos y luminosos, llenos de confusión y deleite.

Casi no me doy cuenta de que Yugi está parado junto a mí hasta que se aclara la garganta para atraer mi atención, y no imagino cuánto de nuestra breve conversación puede haber escuchado. Lo suficiente, a juzgar por su expresión pensativa.

Puede parecer extraño, pero respeto a Yugi, y no sólo porque en años pasados me derrotó, venció mi orgullo y me salvó la vida, alternadamente, en más de una ocasión. Creo que siento respeto por esa peculiar forma de ser que tiene, toda llena de honestidad, nobleza, comprensión y compasión, con un lado oscuro que en vez de desvirtuar todas esas cualidades las resalta.

¿Qué acabo de pensar? El contacto contigo debe estar reblandeciéndome del todo el cerebro, porque juraría que acabo de hacerle un cumplido a Yugi. Es casi como si lo admirara.... esto luce más y más bizarro con cada día que pasa.

- Joey tiene razón, te has pasado. Pero puedo entender la lógica de tus motivos... eso creo - ladea la cabeza en un gesto que le es característico, y sus ojos enormes y extraños me miran fijamente, con algo parecido a la agresividad brillando en ellos -. No estoy precisamente feliz de que le hayas hecho daño a Tristán, pero me agrada darme cuenta de que tomas en serio a Joey. Porque lo tomas en serio, ¿verdad?

- Por supuesto - logro articular, frunciendo el ceño ante su expresión fiera, que inmediatamente se disipa para dejar paso a su sonrisa bondadosa de siempre.

- Perfecto. Así no tendré que verme obligado a patearte el trasero - el "otra vez", queda implícito en sus palabras, dichas con tanta tranquilidad que todo el mundo, menos el herido, se lo ha quedado mirando con pasmo -. La ambulancia ha llegado - anuncia, mirando hacia la carretera que circunda el parque.

En efecto, ha llegado, y también mi chofer con la limosina. Doy instrucciones al personal para que Tristán reciba la mejor atención disponible, añadiendo, por supuesto, que todos los gastos corren por mi cuenta. De inmediato lo suben a la ambulancia y noto, con malestar, que antes de partir te acercas a la camilla y sostienes una breve conversación con él.

Es tu amigo, pero tú me quieres a mí. Eres mío, yo soy tuyo, y sólo tengo que mirarte para recordar el sabor de tu boca y lo suave que es la piel de tu cuello. Lo que se siente tocarte, buscando amor con mis dedos, sabiendo lo correcto y bueno que es todo dentro de esa precisa configuración, ese frágil conjunto de carne y huesos que se ha convertido en la definición de lo que es la belleza para mí.

Respiro hondo tratando de calmarme y me repito una y otra vez que no debo molestarme. Estoy a punto de creérmelo cuando la voz de Yugi, que se ha quedado junto a mí, suena y me sobresalta. No me mira, pero es a mí a quien se dirige.

- Supongo que entiendes que Tristán es su amigo y que Joey no va abandonarlo por lo que sucedió hoy, ¿verdad? - cuando no respondo, continúa - También imagino que sabes lo leal que es con todos nosotros, y entiendes que es igual contigo. Incluso mucho más, porque sólo hay que escucharlo hablando de ti para darse cuenta de que te quiere de veras, mucho más de lo que cualquiera puede pensar... solía pensar que sólo yo podía ver en ti el dolor, la tristeza, la frustración, la sensibilidad que ocultas con tu actitud ante todos. Pero él también ha sido capaz de ver dentro de ti... y de amarte por lo que eres. No es poco eso - termina, pensativo.

Estoy anonadado, aunque trato de no demostrarlo. ¿Eso es lo que piensa en verdad? ¡No rechaza la idea de que estés conmigo! Pensé que podía aceptar tu relación conmigo sólo para no entristecerte, pero lo que en realidad está diciéndome es que acepta y comprende todo lo que somos, sin prejuicios y dejando de lado las diferencias que nos separan. Que me acepta a a tu lado. Es mucho más de lo que jamás hubiera esperado de él.

En verdad es una persona especial. Puedo admitirlo ahora ante mí mismo, aunque no sea capaz de decírselo.

Siendo la persona que es, de seguro lo sabe, o al menos lo intuye.

- Espero que sepas apreciar lo que siente por ti, y que tu posesividad no nazca de un sentido de la propiedad - dice, volviendo hacia mí esos grandes ojos -, Joey no es un objeto, necesita ser amado y confortado tanto como tú, Kaiba. Ambos se necesitan.

- Lo sé - digo, simplemente -, y a buen seguro comprendes que no es el sentido de la propiedad lo que me hizo hacer esto... es más profundo de lo que los demás imaginan.

- Esa tiene que ser la frase más larga que te he oído decir - sonríe, divertido - ¡y sin sarcasmo ni agresividad, además! Esto es un récord. Cuidarás de mi amigo, ¿verdad?

- Lo haré. Y tú procurarás que el chico éste entienda que debe respetar lo nuestro, ¿cierto? - le pregunto, entrecerrando los ojos y sonando amenazante casi sin querer. Es la fuerza de la costumbre, supongo.

- Claro. Creo que le va a tomar algo de tiempo, pero lo va a entender. Tristán no es una mala persona, Kaiba... es sólo que está preocupado por Joey, y bueno... me parece que ha confundido del todo sus sentimientos.

- Espero que la sacudida que le acabo de dar se los haya aclarado un poco - gruño, y Yugi sólo ríe. Por alguna extraña razón, el hecho de que se esté riendo de mí no me molesta.

Tea y Mai se han subido a la ambulancia con Tristán y están llamando a Yugi; éste me hace un gesto de despedida y se va con ellos, dejándome solo contigo a cierta distancia. Me estás mirando de una manera extraña, pero no me detengo a pensar en ello; me limito a avanzar hacia la limosina.

- ¿Vienes conmigo, cachorro? - pregunto por encima del hombro, tratando de no mostrar demasiado interés, mientras abordo la limosina.

- ¡Hombre, pues claro! - exclamas, avanzando hacia mí con grandes zancadas.

En el momento en el que subes a la limosina y ocupas el asiento frente a mí, ordeno al chofer que nos lleve a casa y pulso el botón para que suba el grueso cristal oscuro que separa al conductor de los pasajeros. Estás mirándome como si no hubiera nadie más en el mundo aparte de nosotros dos, y el claro y puro deseo en tus dilatados ojos castaños me hace casi imposible respirar. Estoy ahogándome en tu mirada intensa, incapaz de resistir, y como en sueño, me veo y me siento extendiendo las manos para tocarte. Carne firme, tibia, fina musculatura bajo mis dedos - tu brazo - y te atraigo hacia mí, fundiendo nuestras bocas.

El tiempo parece detenerse y me encuentro perdido en el placer que creas en mí con sólo tocarte, tu sabor adictivo en mi lengua cuando beso la larga línea de tu cuello, el sonido del tejido de tu camiseta al romperse bajo mis dedos que tiran de ella para darme acceso a la piel satinada de tu pecho.

Vacilo por un momento, sintiendo que hay violencia en mis movimientos, violencia reprimida que no quiero descargar en ti; pero tu boca reclama la mía otra vez, agresiva, chupando, mordiendo, y tus caderas se presionan contra las mías, frotando nuestras erecciones una contra la otra a través de las capas de ropa. Hay una súbita ansiedad en ti que no puedo descifrar, y contra la que no puedo luchar. Tus manos tiran de mi camisa bajo la chaqueta, sacándola de mis pantalones y levantándola para que tu boca bese y acaricie mi piel desnuda.

Tus labios se cierran alrededor de uno de mis pezones, haciéndome gemir mientras sujeto tu cadera con una mano, la otra perdida en la masa sedosa y siempre desordenada de tu cabello dorado. Una de tus manos se desliza por mi abdomen, soltando el botón y bajando el cierre de mis pantalones. Contengo el aliento, deseando, esperando, y entonces... ohh, sí, justo allí.

Mi mente nublada apenas recuerda que estamos en el auto camino a casa, y que tu forma repentina de tomar la iniciativa me confunde, pero me llena de un placer indescriptible... me recuesto en el asiento, contigo encima de mí. Vuelves a besarme y te rodeo con mis brazos, mis manos bajo tu camiseta, acariciando la línea de tu columna, descendiendo hasta la barrera de tus jeans y luego deslizándose entre ellos y tu piel para acunar tus nalgas firmes y perfectas, haciéndote emitir un sonido exquisitamente excitante.

Te mueves, apoyando una rodilla entre mis muslos, tus manos apartando mis boxers para liberar mi erección adolorida, haciéndome gemir de nuevo. Me miras como si no hubieras tenido una comida decente en meses y yo fuera un banquete... sinceramente deseoso.

- Joey...

- Tú también eres mío, Seto, ¿sabes? Eres tan hermoso. Hermoso por todos lados, hermosa mente, y ojos, y boca, y todo tu cuerpo. Hermoso - tus palabras, dichas en ese murmullo atropellado y lleno de necesidad, van directo a mi entrepierna. Tus dedos se enroscan alrededor de mi pene, gentiles pero firmes, me acarician, y me arqueo contra tu toque con un gruñido inarticulado de placer.

Los dioses deben haber olvidado que merezco ser castigado, que no merezco la felicidad.

Es maravilloso, increíble, y cuando te lanzas sobre mí como un ave de presa y esa boca provocativa me rodea, envolviéndome en una poderosa sensación de calor, humedad y succión, mis labios forman un grito silencioso y mis manos tiran de tus cabellos. Y no te detienes, me haces cosas deliciosas, tu mano frotando la parte de mí que no está encerrada en ese húmedo y caliente paraíso de placer que es tu boca. Has aprendido rápido, muy rápido...

Luchas por mantener mis caderas pegadas al asiento para que no me arquee contra ti; no puedes contenerme por mucho tiempo, no pesas lo suficiente como para mantenerme quieto con sólo eso, pero la fuerza de tu cuerpo esbelto casi compensa esa falla. Enloquecido, encuentro que sólo puedo arquearme un poco y tengo que dejar que tú establezcas el ritmo, lo cual haces con una perfección que me asusta: Mano, boca, y lengua, actuando en sincronización perfecta, rápido y tan fuerte que podría doler si no se sintiera tan... condenadamente bueno.

Abro los ojos por un momento y te veo allí, el pelo más revuelto que de costumbre, tomándome, absorbiéndome, mientras tu otra mano, perdida en tus jeans, se mueve contra tu cuerpo con la misma despiadada intensidad que aplicas al mío. El calor parece desbordarse dentro de mí, haciendo que mis dedos se entierren en tu cabello con fuerza y me rinda a mi necesidad con un gruñido entrecortado. Cada pulsación de mi orgasmo me hace temblar mientras succionas una y otra vez hasta que me siento drenado en todas las formas imaginables.

Apenas tengo fuerzas para abrir los ojos y mirar por la ventana; me doy cuenta de que ya estamos llegando a la casa y con lentitud logro recomponer a medias mi aspecto. Tú sigues echado en el piso del auto, recostado contra el asiento, claramente exhausto, y rebusco en el pequeño arcón entre los asientos hasta dar con una caja de toallitas que te paso para que puedas asearte.

No dejo de observarte mientras lo haces, aunque trato de concentrarme en arreglar mi ropa para que no se vea tan arrugada. La tuya casi siempre está arrugada, así que no resulta demasiado sospechosa, a pesar del cuello roto, y cuando la limosina se detiene frente a la puerta y nos apeamos, nuestro aspecto es casi normal... creo. Me preocupa un poco, porque sé que Mokuba ya debe estar en casa y no quiero que se dé cuenta de que estábamos haciendo... eso... en el auto.

Cuando entro, el huracán de mi hermano se lanza a mis brazos como si hubiera estado justo detrás de la puerta esperándome. No puedo evitar el rubor que sé que sube a mis mejillas, porque mi cuerpo está hipersensible por lo que acaba de suceder y mucho me temo que huelo a... sexo.

- ¡Seto! ¡No sabía que ibas a venir tan temprano! - mira más allá y te descubre, tu rostro sonrojado más allá de lo humanamente posible y haciendo un hueco en la alfombra con el pie. Supongo que tienes algo de temor porque es la primera vez que te enfrentas a Mokuba sabiendo que él sabe lo que hay entre nosotros - ¡Joey! ¡Vaya, entonces esto sí que es oficial! - sin la menor señal de incomodidad, corre hacia ti y te arrastra materialmente por un brazo hacia la sala - ¡Genial! Venga, te reto a un par de juegos, ¿quieres?

Me miras, sorprendido, pero luego sonríes alegremente y te dejas arrastrar, mientras yo los sigo.

- Puedes apostar a que voy a patear tu flaco trasero, Mokuba...

- ¡Ja! ¡Ya quisieras! Oye, ¿estabas peleando con alguien? Tienes la camisa rota...

- Estooo... eso fue un pequeño accidente - yo resoplo, y como voy detrás de ustedes puedo ver que tu nuca se tiñe de rojo, lo que significa que estás como un tomate -. Quien peleó fue tu hermano - añades, maliciosamente. Por lo visto te ha dado por la venganza...

- ¿Ah, sí? ¡Cuéntame!

Los observo entrar a la sala de juegos y ponerse en acción de inmediato. Estás tan contento que luces prácticamente radiante: tu piel es más luminosa, tu cabello lanza destellos de oro, tus ojos brillan de puro regocijo. Me gusta verte así, me gusta verte feliz.

Estoy mirando a las dos personas a las que más quiero en este mundo y en cualquier otro, y verlos juntos me produce una felicidad indescriptible.

Es tan poderoso este sentimiento, tan enorme, tan tremendo, tan increíble. Que merezca la felicidad después de todo el sufrimiento que me han causado y que he causado... que esa felicidad seas tú.

Allá en la limosina pude sentir que me derretía, que cambiaba de forma respondiendo a tu toque, transformándome en alguien que es - que quizás puede ser - amado. Es un sentimiento tan abrumador que quiero pedirte que nunca te vayas, que nunca me dejes ir; pero eso sería demasiado. Estás conmigo ahora, y es lo único que cuenta...

******************************************


N.A.: Perdonen de nuevo la tardanza, pero es que entre el trabajo y todo lo que leo me queda poco tiempo para continuar mis fics con la rapidez que debiera ^^.

Gracias a mis reviewers: Ryo-Asakura, Hikaru love, Queen Latifa (cómo me he reído con tu rev xDD), Cho Chang de Black (eso, que respete xDD), Azukaradita (el beta es la primera persona que lee tu trabajo, y se lo entregas con el fin de que te apunte los errores en continuidad, redacción, ortografía e ilación que puedas tener, y te ayude a corregirlos. Generalmente el beta es una persona que tiene amplios conocimientos o habilidades en dichas áreas y que puede ayudar al escritor. Yo tengo la suerte de tener pocos problemas en cuanto a eso se refiere, pero por si acaso cuento con un beta que es mucho mejor que yo ^^), Ken Ohki (le rajó la cara, literalmente xD), Aiko5, Kendra Duvoa, Kitten-chan (claro que puedes... yo siempre he dicho que cualquier idea puede inspirar otra, lo importante es la manera cómo se hace, que debe ser diferente ^^. Y muchísimas gracias por la bella selección de fanart que me enviaste *_*), Reiko Miyuki (pues sí, Seto es una persona sensible... su exterior congelado es producto de sus vivencias, pero yo lo imagino, sobre todo al crecer, como una persona culta, sensitiva, incluso poética. Gracias, Reiko), Ashura (jejeje, ^^), Yamiyugi123, Innocence Taken (te seré sincera, nunca he visto BeyBlade #^_^#), Capitan(a) Muchiko S. (a los venezolanos siempre se nos sale el gentilicio en alguna parte, ahora a ti se te ha salido con los golpes xD. Que viva!!!), Janendra, RavenTears is dead (tus revs nunca tienen desperdicio xD. Por cierto que he leído tu Don de Ra y procuraré seguirlo, me encanta; además estoy escribiendo un Seto/Yami y leerte me inspira, aunque el mío no se ubica en el Antiguo Egipto. Ah, y fui yo quien te pidió permiso para publicar tus fics en mi page de WK ^^. Respecto a Seto como uke, a mí tampoco me gusta mucho la idea... pero en el fandom japo es más corriente verlo como uke que como seme, así que no es tan raro xDD. Tea no me agrada, pero trato de no fregarla mucho xDDDD), Escila, Caila-c, Noriko Sakuma Pointe du Lac (qué extremista... ¿es que todos la odian? xD), Tyci (ojalá pudiera leerme yo también los fics que me gustan en un zine... leerlos aki me da dolor de cabeza. Gracias ^^), Águila Fanel (sí... Yugi para su Yami xDDDD), Nishi (gracias por aparecer, mana, ando pendiente de lo que saques por ahí. Y bueno, yo siempre le doy una oportunidad a las historias, por eso he encontrado verdaderas joyas ocultas), Morgan-chan (Jou-Inu, Seto-Neko... ¡qué dulzura! *_*), Tsukayama, Amber-san, Xin Tamao (el hecho de que son tan opuestos hace a la pareja H/T aún más singular... y apropiada para algo de BDSM xDDDD).