Dorado y cálido

por Karoru Metallium

X

Juntos

Bien, chicos, ésta es la recta final. ¡Pensar que esto comenzó como un simple one-shot, una dedicatoria para Suisei! Y miren dónde ha llegado ^__^. Como corresponde, en este capítulo los POV de Seto y Joey están juntos... no se preocupen, creo que no hará falta indicarlo claramente para que sepan quién es quién xDDD

__________________________________________

Me siento tan contento que podría volar. Estoy jugando con Mokuba y comiendo pastel de chocolate, mientras Seto nos mira con una expresión que no puedo definir pero que presiento que también está llena de contento, porque está devorando con entusiasmo su ración de pastel. Claro que devorando es un decir, porque él no se ha llenado de migas como yo.

Afuera ya es de noche, y no pasa mucho tiempo antes de que Mokuba empiece a bostezar exageradamente y a hacer gestos de cansancio. ¿Qué estará tramando el pequeñajo?

- Oye, Joey, estoy muy cansado. Ya seguiremos con esto otro día, ¿vale? - dice, dejando el control del videojuego sobre una mesita y poniéndose de pie; yo hago lo mismo. Se acerca a Seto y lo abraza; él le revuelve el pelo cariñosamente como si tuviera cinco años y le da un beso en la frente, y yo me quedo mirándolos como embobado. Nunca había visto a los dos hermanos así, en intimidad; es obvio para todos y en todo momento que se adoran, pero en público ni siquiera Mokuba es tan demostrativo.

Es otra señal de confianza, como si yo no fuera ya un intruso, sino parte de la familia.

¿Lo soy?

- Buenas noches, Joey - me dice el chico, abrazándome al igual que lo ha hecho con Seto. Yo estoy tan asombrado que casi se me cae la mandíbula al suelo; pero el chico tiene una sonrisa de oreja a oreja y me guiña un ojo.

¡Coño! ¿Lo ven? Ya me puse rojo otra vez. El pequeñajo sabe que no voy a irme a casa, lo sabe muy bien, y el sólo pensar que puede siquiera imaginarse lo que su hermano y yo hacemos cuando él se va a dormir me pone como un tomate. Que me da vergüenza, vaya.

- Buenas noches, Mokuba - claro, por los nervios sueno como rana, y el mocoso tiene los santos riñones de reírse con toda su bocaza en mi cara antes de irse.

Seto sigue sentado en el sofá y veo que ni él ha podido evitar sonreír ante el papelón que estoy haciendo. Termina su trozo de pastel con lentitud, recogiendo con la punta del dedo un resto de crema de chocolate que ha quedado en el plato, llevándoselo a la boca y lamiéndolo perezosamente. Es todo un espectáculo, con los ojos cerrados, lamiendo su dedo... creo que me va a dar un ataque aquí mismo. El muy idiota no sabe lo condenadamente sexy que es cada uno de sus movimientos, hasta el más inocente de ellos.

O lo sabe perfectamente, y sabe cómo utilizarlos con ventaja. Eso es más probable; hombre, que estamos hablando de Seto Kaiba, nada menos.

Yo estoy nervioso y no sé porqué. Él, sin embargo, parece estar calmadísimo y con toda su sangre espesa recoge las tazas y platitos que usamos y los acomoda prolijamente sobre la mesita, para que quien venga a recogerlos no tenga que levantarlos del piso. Esas pequeñas cosas, esos gestos que casi ni se notan son las que me hacen entender que Seto no es el déspota que todos creen que es. Es considerado a su manera, aunque no lo demuestre a menudo.

Lo sigo arriba, hasta su habitación, pensando que es fantástico saber que puedo hablar con él de lo que siento porque va a comprenderme. Y esa confianza que siento me dice que tengo que lograr que él también confíe en mí. Tengo que lograr que entienda que lo quiero y que no voy a defraudarlo, ni a traicionarlo, ni a abandonarlo... no va a ser fácil, pero no me voy a dar por vencido porque vale la pena luchar.

La primera vez que estuvimos juntos temí que me usara y me descartara, sacándome de su casa y de su vida; pero yo hablé, protesté, y me quedé. Ahora también lo lograré, de algo me tiene que servir ser tan terco: voy a quedarme para siempre en la vida de Seto. He entrado, y ya no saldré nunca a menos que él me pida que me vaya.

De sólo pensarlo siento como si alguien me clavara un cuchillo en la barriga.

Siempre tan quisquilloso, se quita los zapatos y las medias antes de sentarse en la cama, y yo me arrodillo en la alfombra a sus pies, como un perro esperando una orden de su amo. No me molesta ya darme cuenta que tengo rasgos caninos, ¡qué carajo me importa! He encontrado a mi amo y eso es lo que vale, ¿no? Guau, guau. ¿Le importa a alguien?

Él lo nota y se sonríe un poco mientras se quita la chaqueta y se desabotona la camisa; entonces puedo ver las marcas rojas en sus nudillos, la piel levantada en algunos puntos. Sin saber lo que hago, y sin que me importe un bledo saberlo o no, tomo una de sus manos y beso los nudillos enrojecidos y lastimados.

- Te lastimaste - mi voz suena enfadada, aunque no quiera.

- Tenía que darle su merecido al tal Tristán, cachorro. No debió gritarte, y mucho menos tocarte sabiendo que estás conmigo - me mira con esos ojos intensos y noto que le cuesta hablar -. No sabía lo que sentiría al verte con otra persona, y ahora lo sé: no pienso. Me convierto en un salvaje. Y eso no me gusta; no me gusta perder el control.

Me hace tan feliz escucharlo confesarme esas cosas que no le diría a nadie más, las cosas que nacen de sus sentimientos por mí. Me falta mucho camino, pero este es un paso más para que confíe en mí: que no tenga problemas en hablarme de lo que siente.

- Lo sé, Seto. Pero no tienes que hacerlo, no tienes nada que temer de mí; quiero a Tristán como el amigo que es y siempre ha sido para mí, pero no iba a permitir que las cosas se pasaran de la raya, ¿entiendes? Yo estoy contigo, y sé que él con un poco de tiempo y paciencia lo va a entender. Y no creas que no me siento celoso hasta de la gente que te mira... hoy mismo, cuando Mai dijo que estabas fantásticamente bueno - veo que se sonroja un poco y me dan ganas de reír - me sentí incómodo y celoso, pero... no puedo enfadarme por eso, en primera porque es cierto y en segunda porque estás conmigo. Y claro, yo sé que si estás conmigo no vas a estar con otra persona, aunque sea sólo porque eres un apretado y un arrogante...

Sonríes un poco, sólo un poquito, y con la mano que te queda libre acaricias mi pelo, mientras apoyo mi cabeza en tus rodillas.

Si hubiera una manera definitiva de hacerte entender que te adoro, bastardo ricachón, si la hubiera...

- No tienes que devanarte los sesos buscando una, cachorro - dice de pronto, y me doy cuenta de que lo dije en voz alta. Otra vez me pongo como un tomate, ¡yo y mi bocota! -, pero podrías considerar lo que voy a pedirte...

- ¿Qué cosa?

- Ven a vivir conmigo, Joey.

Siento que los ojos se me salen de las órbitas. ¡Quiere que viva con él! Hombre, esto es serio, esto es increíble, ¡esto es jodidamente GRANDIOSO! ¡Fantástico! Pero...

- ¿Estás seguro de lo que me pides, Seto? Mira que yo soy un fastidio...

- Eso ya lo sé. Y sí, estoy seguro - un ramalazo de emoción cruza su cara, su hermosa cara -. No estoy tomando esta decisión a la ligera, Joey. Desde que era niño, Mokuba ha sido la persona más importante de mi vida y su opinión es la que más valoro; pero ahora tú ocupas un lugar en mi vida también, de una forma diferente pero igual de importante. Sabes lo que quiero. ¿Qué es lo que tú quieres?

- Puedes tener lo que quieras de mí - digo, y me da vergüenza que mi voz tiemble. Él sólo mueve la cabeza en señal negativa y el corazón se me va a los pies.

- Entiendo eso, y lo aprecio. Pero estoy interesado en tus deseos, no en tu generosidad. ¿Qué es lo que t deseas?

Por toda respuesta me levanto y beso su boca con suavidad, empujándolo hasta que cae sobre la cama conmigo encima. Él acepta el beso con pasividad al principio, pero luego sus brazos me rodean y el beso se profundiza, aunque sigue siendo cuidadoso. Nuestras bocas se separan y respiro el aliento de Seto, temblando ante esta dulzura y ante el tronar de mi propio corazón, que parece que quisiera salírseme del pecho.

- El amor no lo resuelve todo, Joey - murmura, con los ojos cerrados, y de pronto siento unas ganas absurdas de reír. Pobre Seto. Tiene el derecho de sentirse así y de expresarlo. La única cosa permanente y estable en su vida ha sido Mokuba, y ha tenido que luchar con todas sus fuerzas por él, como lo ha hecho por todo; por supuesto que tiene derecho a pensar que el amor no lo resuelve todo, es lógico que dude de la firmeza de mis sentimientos hacia él.

Pero tengo que demostrarle que la vida no es así, que puede ser diferente, que yo soy diferente. Y de paso demostrarlo ante mí mismo, porque mi vida tampoco ha sido fácil, aunque no he tenido que soportar lo que él ha soportado.

Tiene que saber que soy capaz de enfrentar a todo y a todos por lo que siento por él, por lo que tenemos, por esta cosa todavía frágil como una burbuja, pero igual de brillante y hermosa.

- Puede que no, pero nosotros sí podemos resolver. Juntos. A menos de que me pidas que me vaya, nunca te dejaré, Seto. Lo prometo. Lo juro.

- Vas a estar en la mira de los medios; dirán e inventarán historias sobre ti y te perseguirán por todas partes. ¿Crees que podrás soportarlo?

- ¡Qué coño me importa lo que digan los demás! Y si quieren perseguirme pueden hacerlo con toda tranquilidad, que no les voy a prestar atención...

- Tu hermana. Tus padres. ¿Qué piensas de eso? ¿Qué crees que pensarán? - siempre el lógico, siempre pensando en todos los aspectos de un problema. Yo también lo he pensado, y he descubierto que no me preocupa tanto como temí que lo haría. Conozco a mi hermana y a mi padre bastante bien.

- Serenity me quiere y sabrá entenderlo si soy feliz, tanto como Yugi y Mokuba lo han hecho. Mi madre, aunque la aprecio, no pinta nada en mis asuntos y ella lo sabe perfectamente. Mi padre... bueno, no creo que vaya a tomar muy bien el hecho de que esté con alguien de mi propio sexo y de que todos se enteren, pero la verdad no me importa demasiado. Todo va a salir bien.

- Esa no es una respuesta, Joey - dice, abrazándome con más fuerza.

- Ya sé, hombre, ya sé - respiro profundo y me armo de valor. Nunca hemos hablado de esto, pero siento que no deben quedar cosas sin decir entre nosotros -. Mira, Seto, yo soy mayor de edad desde hace rato, y si no me he ido de la casa ha sido porque pensaba que era la única barrera entre mi padre y el alcoholismo absoluto - veo que me mira con sorpresa -. Sí, durante la semana va a trabajar y logra mantenerse sobrio, pero los fines de semana no lo soporta y se va a la calle para regresar cayéndose de borracho; es así desde que mi madre se fue y se llevó a Serenity.

- ¿Te ha hecho daño físicamente? - hay enojo y preocupación en tu cara. Te preocupas por mí. Me quieres, y eso me hace tan feliz que no voy a dejar que nada se interponga entre los dos. Tenemos derecho a estar juntos y a ser felices, y al que no le guste que se vaya al diablo; al que intente meterse en el medio le voy a partir la cara.

- No; más bien me ignora, aunque igual tengo que arrastrarlo hasta su cama cuando llega en ese estado. Pero estoy hasta el gorro, Seto, ya no aguanto más; lo quiero, pero no puedo dejar que mi vida se vaya a la mierda sólo porque el no puede soportar como un hombre hecho y derecho las consecuencias de sus actos. Mañana, cuando esté sobrio, le voy a decir lo que hay entre nosotros y que me vengo a vivir contigo, y si no le gusta que no se lo coma; tiene que aprender a vivir con sus problemas como lo hacemos todos. No voy a retirarle mi ayuda, y en cuanto consiga un trabajo mejor veré de hacer que se rehabilite; pero no voy a condenarme a su lado. ¡Yo quiero vivir! Y quiero vivir contigo.

Él deja escapar el aire ruidosamente, como si hubiera estado conteniendo la respiración mientras yo hablaba. Claro. Tenía miedo de que yo fuera a decirle alguna barbaridad y a dejarle. Tengo que quitarle ese miedo... tremenda tarea la que me espera.

- Eso ha sido todo un discurso, cachorro. Le diré a mi ama de llaves que te prepare la habitación de al lado para que tengas tu propio espacio.

- Pero dormiré aquí contigo, ¿verdad? - pregunto con recelo.

- Creí que eso era tácito, cachorro - alza una ceja en esa expresión irritante que tanto adoro -, esta habitación también es tuya para hacer lo que quieras, menos redecorarla porque me gusta tal como está...

- Entonces mañana mismo traigo mis cosas, y conste que tú lo has pedido... no quiero que te quejes después, no hay derecho a pataleo, ¿ok?

Seto me mira con exasperación, y es irresistible. Hombre, que no soy de piedra... y estoy tan contento de que todo haya quedado claro entre nosotros. Me inclino y vuelvo a besarlo con suavidad, levantando mi mano para apartar ese flequillo ridículamente largo pero adorable que cae sobre sus ojos, para acariciar su rostro. Sus ojos son muy oscuros en este momento, como si el negro de sus pupilas se tragara el azul intenso de sus iris, y puedo recordar la primera vez que lo toqué y vi su rostro expresando sorpresa, como si nunca hubiera pensado que alguien podía tocarlo sin rabia, sin odio.

Él es tan fuerte, tan dominante, tan jodidamente perfecto... pero soy yo quien puede ver ese lado de él que los demás no han visto nunca, en esos ojos azules de mirada salvaje, en sus cabellos despeinados por mis caricias, en el rojo que tiñe sus mejillas pálidas. Pruebo sus labios, su lengua, recorro con mis dedos su cabello de canela y chocolate.

Mío. Mi Seto. Mi amor.

***************************************************

Utilizando la fuerza bruta hago que rodemos sobre la cama para quedar encima de ti, enloquecido por tus palabras y tus gestos. Me amas, vas a quedarte conmigo, estás dispuesto a dejar tu antigua vida atrás para empezar una nueva conmigo...

Aún estamos vestidos, tú más que yo, y eso no puedo tolerarlo. Casi te arranco el suéter y los pantalones, excitándome aún más cuando te veo reír con deleite y colaborar tirando de mi camisa abierta y de mis propios pantalones.

Cuando al fin estamos desnudos, me quedo erguido entre tus piernas separadas, admirando el suave brillo dorado del vello guía desde tu ombligo hasta tu entrepierna, y tu erección, ya húmeda y brillante, esperando sólo por mi toque. Es larga y esbelta como el resto de ti, y mis dedos la acarician, recorriendo la piel caliente, suave, increíblemente sedosa, haciéndote gemir.

Tus ojos se abren de repente cuando deslizo mis manos por tu abdomen hasta tu pecho, acariciando suavemente tus pezones con mis dedos hasta que los siento endurecerse. Siento que una sonrisa casi maligna curva mi boca ante la respuesta de tu cuerpo, y juego con ellos, tiro de ellos, hasta que te tengo jadeando, tus ojos clavados en los míos, ternura y fuego combinados en esas profundidades de miel.

¿Cómo puedo resistirme? Te tomo en mi boca, deleitándome en el sabor y la sensación de seda sobre acero caliente presionándose contra mi lengua, y escucho un sonido muy parecido a un sollozo que escapa de tu garganta. Muevo mi boca arriba y abajo, lamiendo, succionando con fuerza, con pasión, con hambre de ti. Quiero escucharte gritar mi nombre perdido en esta pasión, quiero llevarte al clímax, quiero probarte, saborearte...

Pero tú tiras de mis cabellos, apartándome de ti, y me levanto, mirándote sin comprender lo que pasa por momentos, hasta que te mueves para buscar en la mesilla junto a la cama. Ahora lo entiendo, y entiendo que simplemente no eres capaz de ocultarlo.

- Seto - respiras con fuerza y tus ojos honrados me miran -, ahora que todo está aclarado, no quiero ocultar nada. Te quiero dentro de mí, quiero poder mirarte y ver que lo sientes, que se siente bien para ti, que te gusta, que no puedes parar - ahora tus dedos húmedos me tocan, me acarician, dejando mi piel resbaladiza por el lubricante y provocando una serie de temblores que recorren todo mi cuerpo. Una caricia más y no voy a estar en condiciones de protestar.

Así que simplemente me limito a asentir y me levanto, tomando el resto de las almohadas para elevar tus caderas justo al nivel necesario. Tomo el tubo de lubricante de tus manos y pongo un poco del cristalino gel en las mías para aplicarlo con toda la gentileza de la que soy capaz, de la que no sabía que poseía antes de estar contigo, deslizando primero un dedo dentro de tu cuerpo, luego otro. Tú suspiras profundamente y el estrecho anillo de músculos comienza a relajarse, pero continúo moviendo mis dedos hasta que estoy completamente seguro de que estás listo; hasta que comienzas a moverte contra mí con deseo renovado.

Sólo entonces sujeto tus caderas firmemente con una mano y me guío con la otra, presionando dentro del calor, la resbaladiza estrechez, y más que todo, la conciencia de con quién estoy. Me quedo muy quieto por un momento, saboreando esa conciencia, ese conocimiento, sintiéndome latir dentro de ti, tu cuerpo latiendo alrededor de mí.

- Te quiero - murmuro, mirando tus ojos y encontrando allí la conexión, tan caliente y eléctrica como la forma en que nuestros cuerpos están unidos -, te quiero tanto - estoy moviéndome ahora, hacia adelante y hacia atrás, en el más lento de los ritmos posibles -, y eso me asusta. Pero no puedo evitarlo, no puedo detenerme, no creo que alguna vez sea capaz de detenerme.

Tan suave y firme bajo mis manos, toda esa hermosa piel dorada por la luz de la lámpara. Sentirla no es suficiente, tengo que estar cerca, más cerca. Recorro con mi lengua tu cuello, saboreando tu piel, sintiendo alternadamente dulce y salado, y succiono la piel con la suficiente fuerza como para dejar marcas.

Quiero hacer un reclamo, marcar mi territorio. Decirle al mundo que mire cómo me permites hacer esto, decirle al mundo que que no estás avergonzado de que todos lo vean, de que todos vean que te he amado, que te he tocado, que he estado tan cerca de ti, tan dentro de ti que podría perderme.

Tus manos me están tocando también, acariciando mis hombros, danzando hacia abajo en la pendiente de mi espalda. ¿Siempre has sabido cómo hacer eso, cómo hacerme temblar? ¿O yo te lo enseñé, pudiste leerlo en mi cuerpo, la manera en la que vuelvo a la vida cuando me tocas... cada vez?

Ámame.

Es tan increíble sentirte que no quiero apresurarme, quiero que dure para siempre, quiero como ahora dejar que mi lengua vague por tu pecho, trazando los contornos de tus músculos; sentir que arqueas tu espalda, escuchar y sentir tu respiración acelerarse. Pero tienes que ser paciente, porque quiero tocar cada parte de ti, hasta llegar a conocerte mejor de lo que te conoces a ti mismo.

Sabes a miel. Lo juro.

- Eres mío. Todo mío - susurro roncamente, reclamando de nuevo tu boca, moviéndome con más fuerza y rapidez dentro de ti.

- Sí... tuyo. Y tú... eres mío, Seto.

Nuestros movimientos se hacen más urgentes, más frenéticos; siento ganas de gritar cuando tus músculos se flexionan apretándome, pero no me detengo, sólo sigo hundiéndome en tu calor y mordiendo tu cuello, haciéndote gemir. Te vengas flexionando de nuevo los músculos y yo decido acabar de una vez con el juego; cambio el ángulo de la penetración, presionándome contra ese punto dentro de ti que sé que te enloquece.

Funciona. Funciona de maravilla, porque hundes tu rostro en mi cuello y gritas roncamente, estremeciéndote, temblando, cada movimiento tuyo haciendo eco en mi cuerpo. Es una especie de batalla, en la que cada uno de los dos trata de dominar a su manera, aunque estemos en el mismo equipo. Mi mano busca tu miembro erecto y ardiente y lo acaricia con fuerza, imitando y ajustándose al ritmo frenético que siguen nuestros cuerpos.

De pronto te estremeces convulsivamente, tu cuerpo tensándose al tiempo que tu pasión se descarga entre nosotros, haciéndome embestir con fuerza una última vez antes de quedarme quieto por un momento, saboreando la tensión alrededor de mí, la presión de tus músculos contrayéndose y flexionándose, obligándome a estallar una y otra vez.

Todo termina en un momento y nos quedamos así, tendidos, yo encima de ti y aún dentro de ti, ambos jadeando y temblando por la intensidad de las sensaciones... y las emociones.

Me muevo para caer sobre la cama y te abrazo, tu cabeza despeinada sobre mi pecho y el ritmo aún agitado de tu respiración enviando aire caliente y húmedo sobre mi piel hipersensible, haciéndome arquear levemente. Mi mano se eleva para enredarse en tu cabello dorado y brillante

No tengo pesadillas cuando estás a mi lado, tu luz dorada las ahuyenta. Sé que mi reserva crónica y mi naturaleza poco... comunicativa, te inquietan y a veces te molestan, y me doy cuenta de que es injusto seguir siendo así contigo cuando me ofreces tanto de ti mismo. Construí una armadura para impedir que me hirieran, que también impidió que alguien me quisiera y que pudiera querer... pero tú la has hecho pedazos.

Tú no llevas armadura; te lanzas desnudo al combate, como los antiguos celtas, tan sólo armado con tu fuerza y tu fiero espíritu.

Eres un rompecabezas, uno que espero pasarme el resto de la vida resolviendo: el Joey duro, lleno de ruda confianza, el matoncito de barrio; luego el Joey tímido, propenso a sonrojarse, que ríe nerviosamente y trata de evitar mirarme con sus ojos melados; el Joey que me mira con ojos llenos de deseo, mordiéndose los labios; el Joey sereno y calmado que duerme en mi cama, tu pecho subiendo y bajando con cada respiración y el sonido regular de tus latidos haciendo eco dentro de mí.

Todas esas personas en una sola. Mi Joey. Mi cachorro. Mi amante. Mi amor.

****************************************

N.A.: No ha sido demasiado pasteloso, ¿verdad que no? He llegado a querer muchísimo a Seto y a Joey, son personajes francamente entrañables, y al leer el manga me he dado cuenta de la profundidad de sus personalidades, que en el anime no se refleja de una manera fidedigna. Quiero darles las gracias a todos aquellos que leyeron mi pequeña historia, en especial a los que emplearon un poco de su tiempo en dejarme algún comentario o crítica: sus palabras me dieron aliento para seguir, y lo siguen haciendo. Mil gracias a todos!! Espero verles en mi próxima historia, Más allá de las Sombras, que aunque es un Yami/Yugi en esencia tiene su sana dosis de Seto/Joey y alguna otra parejita por ahí, no es tan céntrica... ^_^. Los que dejen el rastro en este cap no se preocupen, que contestaré sus dudas en Más allá de las sombras o bien en un epílogo... ¿qué les parece la idea de un epílogo? Me cuesta desprenderme de Dorado y Cálido, ¿se me nota? ;____;

También quiero agradecer a mi beta Dryden (Christian), por lidiar tan bien con el yaoi aunque no le agrade (I dig you, Chris, I do ^^); y al quinteto de chicos y chicas de la Mountie's Testosterone Squad por brindarme sus ideas y apoyo técnico en esos maravillosos brainstormings.

Gracias a mis reviewers: Gloria (gracias. Y los fics son para ejercitar nuestra imaginación xD), Setostar, RavenTears is dead (pues ya los publiqué xD. Respecto al largo, yo escribo hasta el momento en que me parece que el cap ha quedado redondo y hasta ahí lo dejo, pero generalmente todos son de un mismo largo aproximadamente. Y bueno, yo veo a Yugi como una persona de gran valor humano y sinceridad, realmente no lo detesto como otras personas... Tea sí me cae mal, eso para qué negarlo xDDD), Merle Kanasuki, Cho Chang de Black (en el manga, Cho ^^, y a Yugi no lo veo como tú piensas, no por ser enano y tener ese terrible sentido de la lealtad y el honor es ñoño xDDD), Águila Fanel (tu deseo se va a cumplir ^^), Ken Ohki (¿y quién no? xDDD), Ashura (así es, la inseguridad de Seto se explica por su pasado... pero Joey está allí para él), Kitten-chan (cuando tú quieras, Kit ^_~), Leaven (gracias ^^), María (tú siempre tan folklórica xDDD), Kendra Duvoa, Queen Latifa (pues claro que puedes, yo siempre estoy tratando de mejorar), Nishi (¿quién no quiere un Seto propio? Y claro, Mokuba cuando crezca también ha de estar de un bueno supremo xDD), Tyci (como ves, la he dejado hasta aquí, no quise abusar; además, pienso explorar otras profundidades de esta misma relación en otro fic ^^), Hikaremi, Sonomi (ya ves que has tenido toda la razón ^^).