LA GUARDAVÍAS.

En el capítulo anterior...

-Casi pienso que por fin he encontrado a una chica feliz, - le dije mientras caminaba despidiéndome de ella...

-Solía serlo- me respondió.

-¿Por qué, cuál es el problema?- le pregunté interesado.

-Es largo de explicar, pero si vuelve mañana, prometo contárselo todo.

En su rostro ni en su tono de voz se apreciaba ninguna pizca de sensualidad o interés malsano.

-Muy bien, mañana estaré aquí a las once de la noche, si le parece bien.

-Está muy bien, nos vemos mañana, señor,- su cara no manifestó maravilla ni desconfianza...

Y sin decir más, me deseó buenas noches y caminé alumbrado por su linterna hasta encontrar el camino. Subí fácilmente y regresé a mi morada...


Capítulo 2. La segunda noche.

Al otro día estaba puntual a mi cita con la chica extraña; lo sé porque unos relojes distantes tocaban las once de la noche. Bajé por ese infernal camino y ella, puntual, ya me estaba esperando abajo.

-Como ves- agregue con más confianza- no he gritado. ¿Puedo hablar ahora?- le hice notar sarcásticamente.

-Por supuesto, señor, reciba mi saludo, por favor, mi nombre es Akane Tendo.

-Buenas noches, señorita, aquí está mi mano a cambio, mi nombre es Ranma, Saotome Ranma.

Caminamos juntos hasta su caseta, entramos, cerramos la puerta y acomodándonos junto al fuego comenzó la conversación:

-Señor...

-Solo dime Ranma, ¿de acuerdo?

-Sí seño... si Ranma...tembló un poco mientras me ofrecía una humeante taza de té- he decidido contarte todo sin que tengas que volver a preguntármelo. Ayer por la noche te confundí con otra persona o cosa, por eso estaba tan turbada.- miraba fijamente el fondo de su vaso.

-¿Y se puede saber de quién o de qué se trata?

-No lo sé.

-¿Tiene algo de parecido conmigo?

-Eso tampoco lo sé, nunca le he visto la cara. Se cubre el rostro con el brazo izquierdo y mueve el derecho así...

Atendí muy bien sus movimientos, los ademanes significaban este gesto: ¡En el nombre de Dios, despejen el camino!

-Una noche estaba sentada a la luz de la luna- comenzó a explicar- cuando escuché que una voz me gritaba: "¡Hola, ahí abajo!" Me levanté y vi desde la puerta a ese hombre, de pie junto a la luz roja que hay cerca del túnel, moviendo el brazo de la manera en que te acabo de explicar, mientras exclamaba: "¡Cuidado, cuidado!" Corrí hacia el hombre para preguntarle qué pasaba. Estuve tan cerca de él que casi logro tocarlo, pero desapareció.

-¿Se metió al túnel?- le pregunté, intrigado.

-No. Fui yo la que entró corriendo al túnel casi medio kilómetro, busqué a mí alrededor con la lámpara, pero sólo había manchas de humedad. Salí corriendo aun más rápido de lo que había entrado mirando hacia todos lados. Llegué hasta mi cabaña y mandé un telegrama: "¡He recibido una alarma! ¿Hay algún problema?" "Todo está bien", me respondieron.

Venciendo la helada sensación de miedo que recorría mi espalda, traté de explicarle que aquella figura seguramente había sido producto de su imaginación o algún mal funcionamiento de la vista, que todo lo que le había sucedido podía ser explicado racional y científicamente.

-En cuanto al grito que creíste oír- continué diciéndole-, escucha con atención el viento de este valle unido al sonido que hacen los cables del telégrafo, son verdaderamente terroríficos para una mente que siempre esta sola.

Estuvimos sentados un largo rato sin hablar, escuchando en silencio, hasta que me dijo que el experimento estaba muy bien, pero que ella debía saber algo de esos sonidos después de tantos años ahí abajo; además, ése era sólo el comienzo de la historia.

-Seis horas pasaron desde que hubiera visto al fantasma- continu-. El terrible y conocido accidente de esta vía sucedió entonces. Diez horas más tarde, muertos y heridos eran sacados por la entrada del túnel donde había visto la aparición.

Me estremecí con horror, pero me sobrepuse rápidamente, no debía mostrar nerviosismo ante aquella mujer. Le dije que era una coincidencia y nada más, que éstas cosas siempre están presentes entre los hombres y que deben tomarse en consideración cuando se habla de estas cosas.

-No he acabado- dijo con tono lúgubre.

Le pedí una disculpa y le rogué que terminara de contarme la historia.

-Estos acontecimientos pasaron exactamente hace un año- explicó en voz baja mientras ponía su mano sobre mi brazo y miraba a su alrededor-. Ya me estaba recuperando del trauma que el incidente me ocasionara y una mañana, en que estaba de pie mirando hacia la luz roja, nuevamente apareció el espectro mirándome fijamente.

-¿Gritó algo?- interrogué con temor.

-No, permanecía en silencio.

-¿Movió su brazo como antes?

-No. tenía las dos manos apoyadas en el rostro, así...

Hizo los ademanes de un sentimiento de dolor, como las esculturas de las tumbas que juntan sus manos para llorar una desgracia.

-Entré a mi caseta y me senté para reflexionar sobre lo que había visto- siguió contando-. Cuando salí, la luz iluminaba todo y el fantasma había desaparecido.

Después de decir estas palabras, asintió fúnebremente:

-Ese mismo día, cuando un tren salía del túnel deteniendo su marcha, miré hacia una ventanilla de la máquina y vi una confusión de brazos y cabezas. Corrí para ver qué era lo que sucedía. Al llegar a la máquina, los terribles lamentos de la gente llenaban el ambiente. Una bella y joven mujer había muerto en uno de los compartimentos y fue colocada justo aquí, donde ahora estamos hablando nosotros.

Sin pensarlo eché mi silla hacia atrás y miré las tablas del piso que me señalaba.

-Eso fue lo que pasó Ranma, tal y como lo estoy contando.

No tenía nada que decirle, mi boca estaba seca por el miedo. El viento y los cables seguían gimiendo en el aire.

-Así es, Ranma, te pido que medites lo que acabo de contarte y que juzgues hasta qué punto me consideras una loca. El espectro regresó hace una semana. Desde ese día, ha aparecido sin parar junto a la luz roja que indica peligro.

-¿Y qué es lo que hace?

-Pues repite esos gestos con el brazo, como pidiendo que despejen el camino. Además, durante muchos minutos seguidos grita: "¡Cuidado, ahí abajo!" Me hace señas y logra que suene la campanilla... no tengo paz ni descanso.

-¿Sonó la campanilla ayer por la noche, cuando yo estaba aquí y saliste dos veces?- le pregunté, sospechando que sufría alucinaciones.

-Dos veces, joven.

-Bien, veo que tu imaginación te está desorientando. Yo veía ayer esa campanilla y tenía los oídos listos para escuchar cualquier sonido, y estoy tan seguro, como de que estoy vivo, de que NO sonó en esas ocasiones en que saliste.

-¡Nunca he cometido un error, Ranma! Yo no confundo la llamada del espectro con la del hombre. La que hace el fantasma es una extraña vibración en la campana que no proviene de ninguna parte; yo nunca dije que la campana se moviera delante de los ojos. No es raro que tu no la oyeras, pero yo la escuché.

-¿Estaba el espectro ayer, cuando saliste?

-¡Ahí estaba!

-¿Las dos veces?

-Las dos- repitió con seguridad.

-¿Te gustaría venir conmigo hasta la puerta y que nos asomáramos hacia la luz roja para ver si está?

Se puso muy nerviosa, dudó un instante y después se levantó. Abrí la puerta y salí hasta el primer escalón, mientras ella permanecía detrás de mí. La luz roja era realmente aterradora en conjunción con la boca tenebrosa del túnel y el clima de llovizna eterna. Los altos muros de piedra de la zanja nos cobijaban del mundo de los hombres.

-¿Está ahí?- pregunté, fijándome en la expresión de su frágil rostro.

Tenía los ojos tensos, pero no creo que mucho más de lo que debían estar los míos.

-No, no está.

-Bien, entonces estamos de acuerdo.

Regresamos nuevamente a la cabaña y ocupamos nuestros asientos. La chica me miraba con angustia...

FIN DEL CAPÍTULO 2.