LA GUARDAVÍAS.
En el capítulo anterior...
-¿Estaba el espectro ayer, cuando saliste?
-¡Ahí estaba!
-¿Te gustaría venir conmigo hasta la puerta y que nos asomáramos hacia la luz roja para ver si está?
Se puso muy nerviosa, dudó un instante y después se levantó.
-¿Está ahí?
-No, no está.
-Bien, entonces estamos de acuerdo.
Regresamos nuevamente a la cabaña y ocupamos nuestros asientos. La chica me miraba con angustia...
Capítulo 3. ¿Estará loca tanta belleza?
-Lo que más me turba de todo esto Ranma, es no saber cuál será la función del espectro. ¿Qué es lo que me está advirtiendo? ¿Cuál es ese peligro? Ahora sé que hay peligro en algún lugar de la vía, que una nueva calamidad va a suceder. Ya no puedo dudar de ello por tercera ocasión. Aunque creo que está vez es un terrible aviso dirigido contra mí. ¡En nombre de Dios! ¿Qué puedo hacer?.
Mientras me explicaba su sitación, sacó un pañuelo y se limpió el sudor de la frente.
-Si telegrafío tratando de advertir sobre el peligro sin poder explicar el motivo- siguió diciendo mientras se limpiaba las palmas de las manos-, creerían que estoy loca, no me harían caso y me despedirían... ¡Es terrible! Y no tengo a nadie en el mundo que espere por mí...
La tortura mental de esta mujer me hizo sentir pena, compasión. No me hubiese gustado estar en sus zapatos, la ansiedad y angustia que reflejaba eran demasiado fuertes.
-Por eso... cuando apareció por primera vez a la luz de aquella infernal luz roja, ¿por qué no me dijo nada sobre el accidente?- decía, mientras se frotaba las sienes con las manos y se sujetaba sus negros y largos cabellos con desesperación- ¿Por qué no me dijo como evitarlo? ¡Oh, cruel Dios, por qué te burlas de mí! ¡Dos ocasiones! ¡Dos! Para demostrarme que sus advertencias eran ciertas, para que estuviese lista para esta tercera, ¡pero no lo dice claramente! ¿Por qué yo? ¡El señor se apiade de mí, soy sólo una guardavías!
La chica estaba completamente fuera de sí. Nunca había visto a nadie sufrir de aquel modo, me sentía obligado a consolarla y comencé a tranquilizarla. Le dejé ver que cualquier persona que cumpliese con su deber como ella lo hacia estaba haciendo lo correcto y, aunque no entendiese el sentido de las apariciones, ella no era la responsable de las muertes. Se calmó un poco. Las obligaciones de su trabajo comenzaron a requerir de su esfuerzo conforme avanzaba la noche.
Iba y venia, se sentaba y respiraba profundamente. En ese momento me preguntaba si esa chica tenia una vida sentimental, ahí tan solitaria me imagino que no. Eran como las once de la noche, pensaba retirarme a la pequeña cabaña que había alquilado en ese lugar, pero algo me incitó a quedarme.
La mire fijamente, ¿dije antes que era muy hermosa?, mi corazón se aceleró un poco al verla avanzar hacia mí, presiono fraternamente mi hombro y me dirigió una sonrisa que congelo mi ser.
-Creo que finalmente he visto un pequeño rayo de luz- su voz sonó cansada- es la primera vez que alguien viene a verme para conversar conmigo, y los que vienen, solo vienen a fastidiar... gracias por estar conmigo Ranma.
Soltó mi hombro y se dirigió al ventanal. Los rayos plateados de la luna llena la hacían parecer un ángel...
Como por impulso me acerque a ella, la tome por los hombros y le susurre al oído que yo también había visto un poco de luz en esa terrible oscuridad.
Volteo hacia a mí y quedamos a la par, pude sentir su respiración entrecortada y un leve tono sonrosado floreció en sus mejillas suaves. Lentamente acerque mi rostro al suyo hasta que quedamos frente contra frente y le dije que viniese conmigo, que a mi lado ya no estaría sola y no tendría que sufrir más con esas apariciones.
Cabizbaja, sollozaba. Levante su rostro tomándola del mentón, lentamente acerque mis labios a los suyos, ella vio esto y se puso nerviosa, pero no hizo nada para librarse de mi abrazo. Vi claramente como cerraba los ojos y fue que me decidí a besarla.
Al comienzo fue solo un roce de labios, sentí como una descarga eléctrica recorriendo todo mi cuerpo. Por unos segundos nos dedicamos a sentir los labios del otro, con suaves caricias. Pronto concebí la necesidad de profundizar los besos, lo hice y ella se sobresaltó.
Lentamente mis manos se deslizaban por su espalda y las manos de ella también lo hacían en la mía. Las caricias dieron paso a algo más... algo que nunca olvidaré...
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Si despierta era hermosa, dormida no tenia palabra para describirla. Comencé a besarla finamente en la espalda y en sus hombros, tenia una piel muy suave; lentamente fue despertando y me dedico una sonrisa que no tenia comparación ¿cómo una desconocida logró hacerme sentir así? ¿Tan indefenso estaba ante sus encantos?
Nos volvimos a besar. Le había ofrecido quedarme con ella la noche entera, pero me mando a mi casa pidiéndome que volviera al otro día. Se despidió de mí con un profundo y apasionado beso, me besaba como si su vida dependiese de ello y me sonrió. Como si esa fuese la ultima vez que me sonreía.
En más de una ocasión giré la cabeza para ver esa mortecina luz roja, mientras subía por esas retorcidas escaleras de piedra. Pensaba en las consecuencias del accidente, en la joven muerta. Tenia miedo y me preguntaba como hubiese reaccionado yo ante tales revelaciones.
La guardavías era una chica inteligente, trabajadora, capaz, pero ¿por cuánto tiempo más seguiría siéndolo en ese estado mental? Tenía una responsabilidad muy grande, que significaba la vida o la muerte de los pasajeros de los trenes que por ahí pasaban. ¿Acaso me gustaría a mí que mi vida, o la de mis conocidos, dependieran de una chica en aquel estado?
Pero sería una traición comunicarle a sus superiores su lamentable estado sin habérselo planteado a ella primero. Pensé en llevarla al médico y solucionar la situación...
FIN DEL CAPITULO 3.
