Cuento Bohemio
Capítulo II

Fanfic by Kitzune Alexxx

Es de mañana. La ciudad se despierta alegre: la noche levanta sus velos de estrellados pliegues; la bruma fina y ligera rueda sobre los techos; la aguda flecha de las altas iglesias desgarra al pasar, cual si fuesen blancos vellones, las lentas nubecillas; los primeros rayos del sol quiebran sobre las cimas de los monumentos su punta de oro que resalta como relámpago.

En casa del príncipe árabe, van, vienen, se agitan. Las criadas corren por los aposentos, los caballos piafan en el patio, los músicos tocan en la calle. –Se diría que la ciudad entera se casaba. Es que Quatre es muy bello y Wu Fei está muy enamorado, y cada uno se alegra de estas nupcias del amor y de la belleza.

Quatre apareció un poco pálido, como una novia, pero más bello que ninguna. Wu Fei se adelantó a su encuentro.

¿Y tu ramo, amado mío, tu ramo de blancas flores, imagen de tu alma, hermosa y pura? El ramo, mi querido señor, acaso le has olvidado. –dijo en tono de reclamo amable. No, por cierto, yo mismo lo he cogido en el jardín de mi padre, desde la madrugada, míralo.

Y llamó a un escudero ataviado finamente con los colores del Rey, mitad rojo y mitad negro, puso delante de Quatre un cofre de ébano.

Ábrelo –repuso Wu Fei, dándole una llavecita de plata.

El rubio tomó la llave; su mano temblaba un poco; abrió no obstante, pero en lugar del ramo blanco, no encontró sino tres flores en el cofre de ébano: una primavera, una verónica azul y una inmortal. En ese dulce lenguaje de las flores, que no tiene por palabras sino los colores y los perfumes, la primavera es la esperanza, la verónica es la fidelidad y la inmortal es la constancia. Wu Fei pareció sorprendido, sorprendido y enojado. Pero él mismo había guardado la llave de plata, y no pudo acusar a nadie. Solamente tomó el ramo y quiso arrojarlo por la ventana.

No, no, así me agrada. –repuso el príncipe árabe, y puso las tres flores en su cintura.

Una hacanea blanca esperaba al joven rubio al pie de la gradería, enteramente cubierta de oro y de terciopelo, y caparazonada de seda. Dos jóvenes pajes tenían en su mano las flotantes riendas. Se pusieron en marcha. La comitiva se mostró en toda su pompa sobre los bordes del río. Quatre no percibió a Trowa; pero en el momento que la brillante comitiva comenzó a subir la colina sobre la cual está construida la antigua catedral, oyó sonar la tierra y retumbar el lejano galope de un caballo. "Es Trowa"pensó, pero continuo su camino sin atreverse a volver la cabeza. Llegaron muy pronto a las puertas de la iglesia; Quatre, bellamente ataviado con un traje típico chino, de unos matices blancos brillantes, haciendo juego sin opacar la belleza del pálido rostro del joven árabe, y sujetas por sus manos a su cintura las tres flores haciendo juego con el increíble encanto de este joven, este bajó y entró, procediéndole la multitud de nobles. Todos se colocaron en sus lugares en las bancas de la iglesia de los techos de la cual colgaban soberbias telas y había hermosos arreglos florales. Los coros de músicos cantaban sus mas hermosos himnos y el órgano juntaba a estos cantos su gran voz que sucesivamente estallaba como un trueno, o suspiraba como una mujer. El sacerdote bajó del altar y se adelantó para bendecir a los esposos. Quatre por dos veces volteó hacia los invitados.

¿Qué tienes? –le preguntó su madre con una vocecita seca; no es allí donde debes mirar. Madre, ¿Quién es ese hombre vestido de duelo que está puesto de rodillas cerca del tercer pilar? –preguntó Quatre con voz baja para evitar ser escuchado por alguien más. Yo no veo sino la estatua de bronce de San Wenceslao; pero ¡Presta atención, a ti te toca responder! Quatre Raberba Winner, ¿aceptáis como esposo al príncipe Wu Fei Chang? –preguntó el sacerdote. Sí. –respondió Quatre con una voz tan débil que el sacerdote apenas la oyó, acto seguido, el rubio lanzó una mirada hacia el tercer pilar. No vio a nadie.–"Me he engañado"pensó bajando rápidamente los ojos; pero notó que no había más que dos flores en su cintura.

La primavera había desaparecido. – ¡La dulce flor de la esperanza! –...

Continuará

Okis, Q-chan, sé que no es muy largo, pero espero que a ti y a cualquier persona que lo esté leyendo les guste.