- ¿Dónde dice que os hospedéis? Yo sé de un lugar magnífico –comentó el capitán del barco. Shinichi leyó en voz alta la dirección que había escrita en la hoja.

- ¿Has dicho Shivo? ¿La casa de los Shivo? –quiso saber algo nervioso el hombre.

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- Sí, eso pone aquí.

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- ¿Pasa algo? –preguntó Kazuha entrando en la conversación, había notado la inquietud del capitán cuando escuchó ese nombre.

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- Cuenta la leyenda que han pasado cosas muy extrañas con esa familia durante generaciones, yo no sé mucho porque no soy de allí pero algunos dicen que es por culpa del Templo maldito que había en el bosque, tan próximo a la casa de los Shivo que el jardín y los sombríos árboles se mezclaban, y mezclan, en asombrosa agitación en los días de tormenta, haciendo que corra un extraño sonido por toda la isla–aseguró. Por el cuerpo de Kazuha pasó un escalofrío y se agarró fuertemente a Heiji.

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- Eso son tonterías –confesó el detective del Oeste quitándole importancia al tema en cuestión.- Kazuha, pareces idiota creyéndote esas cosas.

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Después de este manifiesto para una discusión entre los dos chicos de Osaka Ran los avisó de que se acercaban a la isla, que ya se divisaba a lo lejos. Todos se asomaron por la barandilla del barco para poder ver mejor, incluso el capitán, que tantas veces había ido ya.

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- Sin embargo –dijo retomando la conversación de antes- No todas las leyendas son malas.

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Una vez dicho esto se fue por donde había aparecido, dejando a los chicos en silencio, recapacitando sobre lo que acababa de decir, intentado darle un significado.

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- Será mejor que si hemos venido aquí de vacaciones lo pasemos bien –concluyó Kazuha mirando hacia el resto de sus amigos, todos ellos asintieron y unieron sus manos en el centro, junto a las del resto. Todos excepto Shiho, que se encaminaba hacia su cuarto para recoger las cosas y desembarcar.

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. CHAPTER 3

CONFUSIONES

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La isla Shikku era preciosa, lo que más abundaba en ella era el color verde; el color del bosque que le daba nombre. Parecía una isla sencilla y pequeña perdida en el océano pero en realidad tenía mucha tradición, especialmente pesquera, pues en esa zona era donde confluían las corrientes marinas mejor dotadas de toda la zona asiática. Pero a pesar de ello la gente había emigrado hacia las ciudades de la isla principal japonesa, Honshu, para mejorar sus niveles de vida y ahora tan solo la habitaban algunas familias. Cuando el barco se amarró al diminuto puerto que en realidad era un embarcadero los cinco amigos descendieron de el con sus respectivos equipajes. Ran y Kazuha pronto olvidaron lo sucedido en el camino de ida y comenzaron a saltar y a ver maravilladas todo lo que había alrededor de ellas.

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- ¿Podemos ir a ver aquello? –rogó Kazuha como una niña pequeña que le pide permiso a sus padres para hacer algo.- Prometemos no tardar –dijo incluyendo a Ran, que estaba a su lado mirándolos con cara de corderito degollado.

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- Creo que será mejor ir primero a dejar las cosas, tendremos tiempo de sobra para ver la isla, ¿no Kudo? –le preguntó Heiji.

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- Sí, le diremos a alguien que nos diga dónde está la casa Shivo y luego podremos volver.

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- Está bien –dijeron Ran y Kazuha a la vez, dejando sus maletas en el suelo algo decepcionadas.

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Minutos más tarde se encaminaban todos juntos en un carro de caballos hacia la casa Shivo, donde se hospedarían durante toda su estancia en Shikku. Un viejo pescador les había ofrecido llevarlos cuando Shiho le había preguntado dónde se encontraba la casa. Agradecidos, ahora observaban absortos el paisaje natural, siempre rodeados de árboles y con el suave murmullo del mar de fondo, mezclado con el dulce canto de los pájaros.

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- Esto es precioso –comentó Ran encantada.- Gracias por invitarnos –le dijo a Shinichi, que se puso colorado, pues no esperaba que ella le dirigiera la palabra después de lo que había visto en su camarote.

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- Sí eso ¡¡Gracias Kudo!! –exclamó Heiji mientras le daba un par de golpes a su amigo en la espalda.

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En ese momento el carro se detuvo y el conductor se asomó por delante.

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- Es aquí, jóvenes –les dijo- Ahora tendrán que seguir caminando. No es mucho trayecto.

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Así que bajaron de su medio de transporte y comenzaron a andar por el camino que el pescador les había indicado para llegar a su destino. No llevaban más de diez minutos cuando vieron un viejo portalón de piedra a ambos lados del camino. Sobre una piedra que sobresalía podía leerse 'Shivo'.

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- Ya llegamos –anunció Heiji alegre, pues a mitad de camino Kazuha le había cargado con la mitad de sus bolsas.

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Como el portalón estaba abierto pasaron. A sus pies se abría un camino de piedra que conducía a una casa de madera antigua que se elevaba sobre un leve montículo. No parecía que allí viviera alguien. Estaba desierto. Llamaron a la puerta de la casa y al poco tiempo abrieron, era un chica joven vestida con un sencillo kimono azul oscuro, un poco más mayor que ellos. Nadie supo qué decir.

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- ¿Miyano? –preguntó alguien desde el fondo del pasillo, detrás de la chica que les había abierto. Ponto apareció frente a ellos otro chico vestido con unos pantalones vaqueros y una camisa amarilla clara bastante roída. El chico, de unos 25 años, se colocó bien las gafas e inspeccionó rápidamente a Shiho, que se había acercado a la puerta.- ¡¡Sí que has cambiado!! Aunque conociendo a tu hermana... eres su viva imagen –comentó sonriente dejándoles pasar. Una vez dentro los condujo a una salita y todos se sentaron en los sillones que allí había.- Perdón por no haber ido a buscaros pero tenía que preparar unas cosas –confesó- Le dije al capitán del barco que os diera una nota para avisaros –dijo mientras se alisaba un poco las faldas de la camisa- ¿Y bien? –prosiguió después- ¿Quién es el famoso Kudo? –quiso saber mirando a los acompañantes de Shiho.

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- Soy yo –dijo Shinichi con una extraña mirada que el resto de personas allí reunidas no supo interpretar salvo Shiho y el hombre aquél.

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- Encantado de conocerte por fin. Después de todo lo que he oído hablar de ti... Miyano siempre... –detuvo lo que iba a decir y cambió bruscamente de tono de voz- Por cierto, yo soy Katsura –se presentó a los demás.

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Ran, Kazuha y Heiji se presentaron también algo contrariados y sin saber cómo actuar.

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- Siento traeros aquí pero mi casa no es demasiado grande, el laboratorio ocupa la mayor parte del sitio libre y como conocía este sitio... Es un lugar fantástico, un poco apartado del resto de la gente, eso sí, pero ideal para descansar y pasarlo en grande. Esperad aquí un momento –dijo levantándose y desapareciendo por la puerta.

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- ¿De qué lo conoces? –quiso saber Kazuha, intrigada. Heiji también tenía interés en saberlo pero había podido reprimir esos sentimientos de curiosidad.

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- Es un viejo amigo –comentó Shiho- Nos conocimos antes de... bueno, es igual –finalizó para no dar explicaciones innecesarias.

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- ¿Es el científico del que había hablado el viejo del barco?

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- Sí. Es uno de los mejores científicos que conozco. Tiene unas teorías muy interesantes.

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- ¿Científicos? –exclamó Kazuha extrañada buscando una respuesta a su pregunta- ¿Cómo es que conoces a un científico de su prestigio?

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El resto de la sala la observaron algo sorprendidos sin entender por un momento las preguntas de la chica de Osaka.

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- Miyano es una de las mejores científicas de este país, sobre todo en ciertos aspectos –le respondió Heiji remarcando el final de su frase para indicar que él tampoco lo tenía demasiado claro- Me entraña que no lo adivinaras ya... tiene pinta de serlo. Siempre tan introvertida y tan... –suspendió su pequeña descripción al darse cuenta de lo que estaba diciendo. Shinichi no pudo sino soltar una carcajada por la situación mientras que el resto no sabía si reír o simplemente quedarse callado. Entonces por la puerta entró Katsura seguido de la chica de antes, que agarraba entre sus manos una bandeja que desprendía un suave aroma a té, y de otro chico.

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- Siento haberos echo esperar. Estos son Oya Shivo –dijo señalando a la joven del kimono, que había dejado la bandeja sobre la mesita que ocupaba el centro de la estancia y se disponía a servir el té en unas bonitas y delicadas tazas de porcelana.- Y este es Kuro Shivo –e hizo lo mismo con el chico, un joven de la misma edad que la chica, alto y fuerte, aunque sin apariencia violenta. Él los saludó algo rudo y seco, como enfadado por su presencia y se fue diciendo que tenía aún cosas que hacer.

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- No os preocupéis, es que está cansado –se disculpó Oya ofreciéndole una taza humeante a Ran- Sentiros como en casa. Al acabar el té os llevaré a vuestras habitaciones –dijo ella sonriente, contenta de tener gente en casa.

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- Muchas gracias –dijo Ran.

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- Después de dejar las cosas podéis bajar al pueblo y visitarlo, no hay mucho que ver pero es bonito, sobre todo en contraste con el gran Tokyo –manifestó Katsura- Bueno, y Osaka –añadió, recordado la procedencia de Heiji y Kazuha.

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- Sí, eso teníamos pensado hacer –comentó Kazuha entusiasmada- Antes vimos unos amuletos preciosos en un puesto junto al desembarcadero, ¿verdad? –dijo dirigiéndose a su amiga de Tokyo, que asintió con la cabeza.

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- Eran del templo que había en esta isla pero por causas desconocidas se derrumbó y quedó sepultado... o eso he oído –dijo dudando- aunque en una isla tan pequeña y con tan pocos habitantes... cada cual tiene su historia. Si algún día os aburrís podéis preguntar qué pasó con el templo y os garantizo una tarde maravillosa. La gente de aquí tiene una imaginación terrible... hay mil y una historias.

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En ese momentos los chicos de Honshu ([NdT: Honshu es la isla más grande del Japón, donde están Tokyo y Osaka... a partir de ahora para acortar y no poner tantos nombres cada vez que diga eso me referiré a Shinichi, Ran, Shiho, Kazuha y Heiji )] recordaron la leyenda que les había contado el capitán del barco sobre el sonido que se escuchaba los días de tormenta.

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- Sí, ya hemos oído alguna –reflexionó Kazuha con cierta voz trémula.

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- No te preocupes, son sólo leyendas –le advirtió Katsura sonriente, notando la preocupación de la chica- La ciencia, además de para otras cosas, sirve para explicar lo inexplicable –con esto le guiñó un ojo amistosamente pero Heiji no lo interpretó así y soltó un pequeño gruñido que nadie percibió.

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- ¿Vamos a ver las habitaciones? –preguntó Kazuha más animada.- ¡Así bajaremos antes al pueblo!

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- Está bien, seguidme.

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Oya Shivo se levantó de donde se había sentado y subió las escaleras centrales de la casa, situadas justo frente a la puerta de entrada principal. El suelo estaba completamente cubierto con una moqueta roja, casi granate, y las ventanas estaban cerradas, dándole a la casa un aire algo sombrío para esa época del año. Sin embargo esa escasez de luz solar hacía de la casa un lugar frasco para descansar. Las paredes estaban empapeladas con una fina capa de papel color marfil, lo que le daba un toque distinguido. Las chicas se iban preguntando quién habría decorado la casa, porque era sencilla pero muy bonita y acogedora. Además de las paredes colgaban algunos cuadros antiguos con unos marcos de madera hechos a mano. Oya dobló el pasillo hacia la derecha y se detuvo frente a tres puertas cerradas.

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- Estas son vuestras habitaciones... –dijo demorando la continuación de su frase- Ehm... vosotros podéis dormir aquí –dijo señalando a Heiji y a Kazuha, que enrojecieron al instante hasta ponerse del color de la grana.

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- Ella y yo... ¿juntos? –tartamudeó el detective del Oeste señalado hacia su amiga de la infancia, que permanecía callada y con la mirada clavada en el suelo. Oya no comprendió.

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- Claro... ¿es que no sois pareja? –quiso saber, pero antes de recibir respuesta añadió- Lo siento, no debería meterme donde no me llaman. Perdón –dijo poniéndose colorada.- Es que como cuando llegasteis tenías su bolsa... yo pensé que... –comentó enrojeciendo aún más.

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Ran y Shinichi rieron por el intento de la chica de enmendar su error pero al darse cuenta cruzaron miradas y se pusieron serios de nuevo.

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- ¿Entonces sólo hay estas tres habitaciones? –preguntó Miyano- ¿Tendremos que compartirlas? Si esos dos van juntos solo quedamos nosotros tres –dijo mirando hacia Shinichi y Ran- y hay dos habitaciones más.

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- Yo puedo dormir sola –interrumpió Ran- Kazuha y Hattori duermen en esta, tú y Shinichi en la siguiente y yo en la última.

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- Siento que pase esto pero sólo tenemos estas tres habitaciones dispuestas para visitantes, si queréis podéis tener una individual cada uno pero hasta mañana no estará lista –dijo Oya algo afligida por no haberlo echo bien.

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- No te preocupes... Kazuha dormirá con Ran... no se atrevería a dormir conmigo –comentó Heiji moviendo la mano para que no pensara más en ello- Es una idiota. Además, no queremos molestar, nos las apañaremos con las tres habitaciones.

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- ¿Idiota? –exclamó Kazuha poniendo los brazos en jarras y dejando que su bolsa cayera intencionadamente sobre los pies de Heiji, que soltó un gritó y se llevó las manos a la zona dolorida- Idiota tú. Eres tú el que no se atrevería a dormir conmigo. Luego presumes de ser valiente pero me tienes miedo. Eres un gallina –finalizó ella cruzando los brazos y girándose para darle la espalda, enfadada.

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- ¿Ah, si? –continuó Heiji, sin darse por vencido- Eso lo veremos. Esta noche dormiremos los dos juntos. A ver quién gana –dijo también enfadado, sin darse cuenta de las consecuencias de lo que acababa de decir, pero cuando su mente se enfrió y lo analizó ya era demasiado tarde para retractarse de sus palabras y su amiga de la infancia y el mismo quedaron en un pesado silencio.- Bueno, ya hablaremos de eso más tarde... lo mejor sería que Mouri y Miyano durmieran juntas y Kudo separado, ¿no? –comentó Heiji para olvidar el tema y así, de paso, ayudar a la reconciliación entre su amigo y rival y la hija del detective más torpe del Japón.- ¿Te importa Miyano? – la científica negó con la cabeza.

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- Pues ahora que ya está todo arreglado dejad las cosas que os acerco hasta el pueblo –dijo Katsura contento comenzando a bajar las escaleras, antes de llegar al último escalón les gritó- ¡Os espero aquí en quince minutos!

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Con esto cada uno entró en su respectiva habitación, en dos de los casos entraron parejas. En la primera puerta, Kazuha y Heiji, la puerta se atrancó y al chico de Osaka le costó un poco abrirla aunque una vez dentro sus preocupaciones fueron otras. Nada más cruzar el umbral los ojos de ambos se dirigieron a la cama, una cama única, matrimonial. Los dos tragaron saliva sonoramente y sus respiraciones se agitaron. Sin decir nada posaron sus maletas en el suelo enmoquetado al igual que el resto del pasillo y observaron el resto del cuarto. La habitación era tan sencilla como la decoración interior de la casa, en una de las paredes, justo la que estaba encima de la cama, colgaba un cuadro paisajístico con unos tonos beiges claros. A los laterales había dos mesillas de madera oscura en las que resaltaba una lamparita sobre cada una de ellas. Había también una puerta que conducía a un pequeño baño, equipado con lo básico; ducha, retrete y lavabo, sobre el cual había un espejo que devolvía la imagen nítidamente.

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- Bueno... voy al baño un momento –dijo Kazuha para tener un poco de tiempo a solas para poder reflexionar. Heiji se sentó en la cama, que encontró muy cómoda, e hizo lo mismo. Cuando ella salió del baño lo encontró meditabundo.- ¿Heiji? Nadie diría que vas a dormir con un bombón como yo –comentó nerviosa para disimular su miedo y pensando que así tal vez él se echaría para atrás.

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- ¿Bombón? –le contestó arqueando una de las cejas- Eso lo dirás por mí... –él utilizó su misma táctica. Luego se levantó y se dirigió hacia la ventana, que tenía las cortinas corridas.- ¿Has visto qué bonito es el paisaje?

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Ran no obtuvo respuesta a su pregunta y dejó caer la cortina por su propio peso, se dio media vuelta y vio que Miyano, con quien compartía habitación, estaba colocando algunas prendas de vestir en el pequeño armario que estaba junto a la puerta de entrada. Ella se acercó para hacer lo mismo. Cogió su maleta más grande y la abrió. Desvió, por curiosidad, la mirada hacia el interior de la bolsa de equipaje de la científica. En ella había otra maleta metálica con un candado cerrado que ocupaba la mayor parte de la superficie de la bolsa, donde prácticamente no había ropa. Al darse cuenta del fisgoneo de Ran Shiho le reprendió con mirada severa como hace una madre a su hijo para decirle que ha hecho algo malo. Ran se enfadó aún más y sin poder aguantar se lo dijo claramente pero Shiho no le contestó y continuó con lo que estaba haciendo, cosa que irritó aún más a Ran, que se acercó a ella y le dio unos toques en el hombro para que le prestara atención. Cuando ella se giró y la miró comenzó su pequeño discurso.

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- No sé qué es lo que te pasa conmigo pero yo no tengo culpa de nada, lo más normal sería que YO estuviera enfadada contigo, no al revés. Es casi la primera vez que nos vemos y no me conoces de nada, así que no me juzgues por lo que el idiota ese de Shinichi te haya podido decir de mí –al pronunciar su nombre sintió una pequeña punzada en el pecho, pues recordó que ahora él, definitivamente, ya no le correspondía y que había elegido en su lugar a la mujer que tenía delante de ella. Luchó por que las lágrimas no volvieran a caer como lo habían echo durante el viaje, después de verlos juntos, pero notó cómo su vista se empañaba y se llevó la mano a la cara para ocultarlo.

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- Él no me ha dicho nada malo de ti. Eres tú la que se empeña en ver cosas que no hay, pero si él lo prefiere así yo no puedo hacer nada por evitarlo.

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Esa respuesta dejó a Ran sorprendida y aún más indecisa que antes. No se la esperaba pero tampoco había entendido lo que Shiho le acababa de decir, así que se quedó igual que antes. No intercambiaron más palabras en los minutos que permanecieron allí antes de bajar para encontrarse con Katsura.

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El coche se detuvo cerca del puerto y de él bajaron Heiji, Kazuha, Shinichi y Ran. Se desperezaron un poco pues aunque el camino hasta allí había sido corto, el ir todos apretados en la parte trasera de un automóvil los había dejado hechos polvo.

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- Nos veremos en la casa de los Shivo más tarde. Quiero ir a ver unas cosas a casa de Katsura –dijo Shiho antes de cerrar la ventanilla del coche y desaparecer entre una pequeña nube de polvo que dejó de rastro el todo-terreno del científico.

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- ¿Qué os han parecido vuestras habitaciones? –quiso saber Shinichi. Se metió las manos en los bolsillos del pantalón y comenzó a caminar sin rumbo fijo, disfrutando del olor del viento marino que llegaba del mar, tan próximo a donde se encontraban. Como no obtuvo respuesta se giró para saber qué había pasado. La cara de Ran no era de muy buenos amigos y la de Heiji y Kazuha estaba colorada. Sin poder reprimirse soltó una carcajada.- Ya veo...

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- ¿Y tú? –le preguntó Heiji irónico. Shinichi simplemente se encogió de hombros.

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- ¿Vamos al puesto de los amuletos? –dijo Kazuha, más como una afirmación que como una pregunta.

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Con eso se pusieron todos de camino al puerto, a donde no tardaron en llegar, pues el pueblo era muy pequeño. Mientras paseaban por las viejas calles, adornadas festivalmente, la poca gente, en su mayoría ancianos, los observaba atentamente, extrañados de encontrar a alguien que no fuera de allí, y más alguien tan joven, pero nadie les dirigió la palabra, ni siquiera excesiva atención, sino que prefirieron continuar con sus monótonos quehaceres sin interrumpir el camino de los extranjeros. Los chicos iban charlando sobre casos que les habían resultado más difíciles de resolver que de costumbre y las chicas a su vez, un poco más adelantadas y agarradas del brazo, comentaban qué les parecía el viaje y la isla en sí.

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- ¿Y qué hay de Miyano? –interrogó Kazuha a su amiga mientras miraba hacia atrás para cerciorarse de que Heiji y Shinichi no podían oírlas- Si ahora dormís juntas podrás descubrir qué se trae entre manos, ¿no? –le comentó nerviosa y agitada.- ¡¡Es una magnífica oportunidad para investigar!! –dijo agitando una mano emocionada.

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- Me da igual lo que le pase a ese –contestó Ran poco animada.

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- ¿Cómo? –Kazuha abrió desmesuradamente los ojos- No te puedes rendir ahora ¡¡Tienes que luchar!! –al decir esto cerró la mano en un puño- ¿Has estado tanto tiempo esperando por él y ahora, porque una tía borde se interponga entre vosotros, vas a dejarlo escapar?

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- No es una cualquiera. Tiene muchas cosas que a mí me faltan, es guapa, muy inteligente, tiene muchas cosas en común con Shinichi y parece llevarse muy bien con él. Además... él la prefiere. Desde que regresó no hace más que estar con ella... –dijo enumerando sus características con los dedos de la mano.

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- Bah, eso son tonterías. Yo creo que Kudo te quiere a ti pero que por alguna causa ahora está con ella. Recuerda que yo siempre te dije antes de que volviera que era frío porque no te llamaba lo suficiente ni nada de eso, pero tú sin embargo mantuviste que no era así y que sentías como si siempre estuviera a tu lado... Eso tiene que significar algo, ¿no?

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- Eso es porque creí que era otra persona [(NdT: Estoy haciendo referencia a lo que hablan Ran y Kazuha en el caso de 'La mansión de la araña' del tomo 23, cuando Ran está segura de que Conan es Shinichi, de todas formas no tiene mayor importancia )]

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- No me creo que digas que ya no sientes nada por él –comentó Kazuha bostezando. Hubo unos instantes de silencio- Sí que le importas, ya lo verás. –Kazuha calló de nuevo, pensativa.- La verdad es que no sé por qué lo defiendo... –rió levemente- El caso es que lo intentes.

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- Está frío y distante conmigo, ya no es como antes –explicó Ran- Algo ha cambiado.

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- ¡Claro! Por eso te lo digo, si dices que no era así, eso es que le ha tenido que pasar algo grave... tal vez sea eso lo que lo une a Miyano, porque según me dijiste nunca antes te había hablado de ella... –Kazuha iba pensando en voz alta, uniendo los puntos según su visión- Seguro que estando donde quiera que estuvo durante tanto tiempo... seguro que Miyano lo ayudó en su caso y ahora se siente en deuda con ella... ¿No podría pasar eso? Y tal vez a ella no le gustas y por eso le dice a Kudo que se aleje de ti... así van concordando las cosas... ¡Pero Kudo pronto se dará cuenta de que no puede traicionar a su verdadero amor y volverá contigo! –finalizó Kazuha con ojos brillantes de emoción.

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- Creo que te acabas de montar una película tú sola... –le dijo Ran riendo.

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- Pero... ¿Me vas a hacer caso? –Ran asintió- Pues entonces ahora todo está bien. ¡¡¡A disfrutar de las vacaciones!!! –gritó la chica de Osaka dando un salto.

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Shinichi y Heiji oyeron el grito de Kazuha y se acercaron corriendo, pues se habían retrasado aún más.

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- Acabamos de decidir que vamos a pasar las mejores vacaciones de nuestra vida –les advirtió Kazuha sin soltar a Ran del brazo. Los chicos asintieron sin entender muy bien.

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- ¡¡Mirar, es el puesto con los amuletos!! –dijo Ran señalando frente a ellos.

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En efecto, a pocos metro de donde se encontraban estaba el pequeño puesto de madera que habían visto al desembarcar del barco horas antes. En él había una mujer mayor, con cabellos canosos y mirada alegre, vestida con una rara indumentaria compuesta por una falda larga y bastante desgastada de color negro y una parte superior en color azul. Al verlos como posibles clientes les dirigió una amplia sonrisa y los invitó a que se acercaran. Las chicas apuraron un poco el paso para llegar antes y poder ver detenidamente los amuletos y todas las cosas que allí había expuestas. La variedad era mucha, encontraron desde colgantes a joyas, anillos, cadenas con objetos que pendían de ellas, pulseras... pero lo que más les gustó fueron los amuletos. Cada una cogió el que más les gustó dentro de una pequeña diversidad. La mujer se fijó primero en el que sostenía Kazuha entre sus manos.

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- Vaya muchacha... has elegido bien. Este colgante simboliza la protección, sirve para ahuyentar los malos espíritus... ¿quieres que te diga más? –Kazuha asintió enérgicamente- Puedo leerte el destino si quieres –aseguró la mujer alargando su mano para coger la de la chica. Cerró los ojos mientras movía los dedos alrededor de la mano de Kazuha, emitiendo a su vez un gorgoteo con su garganta. Mientras, Shinichi y Heiji observaban sin atención los acontecimientos sin creerse lo que la mujer le estaba diciendo a su amiga.- Veo... dos personas... están muy unidas, por lazos muy fuertes... pero algo va a cambiar dentro de poco entre ellas... –Kazuha se tensó, inquieta- ...pero será un cambio para mejor, aunque este cambio será progresivo... y lento... pero seguro. Tendrás un futuro acogedor. –acabó la vieja abriendo los ojos y mirando fijamente a los de su joven clienta.

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- ¿Un futuro acogedor? –preguntó Kazuha soltándose de la mano de la mujer.

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- No te puedo decir más. El futuro es algo incierto y solo se puede saber de él hasta cierto punto... –comentó la vieja encogiéndose de hombros.- ¿Y tu? –preguntó volviéndose a mirar a Ran, que mantenía en sus manos el otro colgante.- Déjame ver –Ran le mostró su elección y la mujer sonrió- Otra afortunada. Este simboliza la unión, ayuda a que dos personas estén juntas –cuando Ran oyó eso instintivamente levantó la cabeza y miró hacia Shinichi, que también estaba mirándola fijamente. Bajó la vista ruborizada y siguió escuchando lo que la mujer le estaba diciendo- ...observo muchas dudas en tu destino muchacha... tendrás que decidirte pronto o podrías perder lo que te hará feliz... ya sabes que un zorro que persigue dos conejos acaba por dejar escapar a los dos... –advirtió la vieja guiñándole un ojo a Ran.- Por lo demás las dos seréis felices. ¿Vosotros también queréis? –preguntó la mujer señalando a los dos detectives, pero éstos negaron con la cabeza, en señal de que para ellos la razón y la lógica tenían mucho más peso que las simples suposiciones de una vieja. Sin embargo Ran y Kazuha salieron contentas del encuentro con la adivina y así lo comentaron una vez se alejaron del puesto con sus respectivos colgantes ceñidos a sus cuellos.

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- ¡¡Eh, muchacha, muchacha!! –gritó la mujer haciendo aspavientos para lograr la atención de sus jóvenes compradores. Todos se volvieron para verla y ella señaló a Ran para que se acercara y así lo hizo. La chica de Tokyo iba algo indecisa.- Joven... –la llamó agachándose un poco para lograr una mayor intimidad- Si quieres conquistar a ese chico y no perderlo –la mujer movió la cabeza en dirección a Shinichi, que esperaba junto con sus amigos de Osaka, a que Ran regresara- vete al Templo que hay tras el espeso bosque, pasando la casa de los Shivo, creo que os hospedáis allí... –Ran la miró asombrada por que supiera eso- Sí, el pueblo es pequeño y las noticias pocas, los rumores corren rápido –le explicó- Haz lo que te digo... –le aconsejó la vieja. Después de eso comenzó a silbar distraídamente como si no hubiera dicho nada.

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- ¿Pero cómo...? –preguntó Ran extrañada.- ¿Cómo sabe lo de...? –la vieja rió, luego aseguró que con la edad se aprenden muchas cosas y que notaba que algo pasaba entre Shinichi y ella.

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Ran se quedó pasmada observando atentamente a la mujer, luego decidió volver con sus compañeros, que daban pequeños saltitos para entrar el calor, pues como comenzaba a anochecer el viento del mar refrescaba el ambiente.

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- ¿Qué quería? –quiso saber Kazuha intrigada por las cosas que decía la mujer aquella.

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- Nada, saber de dónde éramos –mintió sonriendo. Ahora tenía nuevos ánimos para enfrontarse a Shinichi y sobre todo a Shiho a pesar de que no creía demasiado en esas cosas.- ¿Y si volvemos?

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FIN DEL CHAPTER 3

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Weno wenito... esta parte del fic ya la tenía escrita desde hacía tiempo pero no me había acordado de subirla U Jeje. Creo que no hay nada que aclarar o comentar de este chapter así que me despido ya, jeje. Pero antes... R/R!! (y saludos de Daishin =.=)

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PD: Este fic va dedicado a todas las personas que estén estudiando para los últimos exámenes o para la selectividad (mea culpa), mucho ánimo a todo el mundo... y ¡¡SUERTE!! Que muchos la necesitaremos... Pero como dentro de poco viene el veranito, fiestuki!! Jajaja.

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FDO: Taigrin Dido