Después de esa "pedida de mano" tan llena de romanticismo, amorcito del bueno y música de violines (Por cierto Clarisa, ¿te has fijado en que Tohma NO le pidió que se casara con él? XDDDDDDDD), ¿qué os parecería echar un vistazo a la vida en común de este matrimonio tan atípico?

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CAPÍTULO 5: El día a día

Tohma entró en su casa arrastrando los pies. No había tenido un día muy bueno, que digamos.

Llegó al salón y se encontró a Mika, con su ropa holgada de andar por casa y el pelo recogido, agazapada en el sofá, como una pantera a punto de saltar sobre su presa. . . con una mirada asesina. Sin ninguna duda, le estaba esperando para echarle la bronca. "Perfecto. Hoy nos toca sesión de pataleta. Fantástico."

Normalmente, Mika llevaba con bastante dignidad el vacío que le hacía su marido. Al fin y al cabo, era parte del trato. . . Pero aún así, había ocasiones en las que los celos, la ansiedad y la depresión llegaban a acumularse hasta tal punto que no podía evitar estallar. Aquellos estallidos derivaban en dos posibles vertientes.

La primera era que se pusiera a llorar como una magdalena y le suplicara que estuviera un poco más con ella, que le quería mucho, que le preguntara qué había hecho para que la tratara de aquella manera. Seguchi no la soportaba cuando se ponía así. En vez de darle lástima, una ola de repulsión recorría su cuerpo y le estimulaba las glándulas de la crueldad. Sabía perfectamente que con cuatro palabras amables y unas caricias a Mika se le hubiera pasado el disgusto, pero en vez de eso se ponía todavía más desagradable y usaba las frases más hirientes que encontraba.

- ¿Qué soy yo para ti, eh, Tohma? – Preguntaba, hecha un mar de lágrimas.

- Eres mi mujer, Mika – Respondía él, sin mirarla siquiera.

- ¡No es verdad! Para ti no soy más que una inversión BUAAAAAAA

- Vale, pues eres una inversión. ¿Era eso lo que querías oír? No sé para qué preguntas nada si tú ya has sacado tus propias conclusiones.

Entonces cogía el plato y se iba a acabar de cenar al estudio, insensible a los ruegos y súplicas de su mujer. Luego se quedaba allí, tocando el piano hasta las tantas, sintiendo un odio irracional hacia Mika y, al mismo tiempo, sintiéndose como una basura por ello.

La segunda opción era que Mika se enfrentara a él hecha una auténtica furia. Tohma prefería mucho más aquel tipo de discusiones, en las que los dos se insultaban a gritos haciendo uso de las peores existencias de su vocabulario. Al menos servían para descargar adrenalina. En aquellas ocasiones, era Mika la que cerraba con llave la puerta del dormitorio, así que no le quedaba otra que irse a dormir al estudio pero, al menos, sin sentirse culpable.

Resopló con exasperación, preparándose para la tempestad.

*** FLASH BACK ***

Yuki se había encontrado un poco mal últimamente. Shuichi le había pedido unos cuantos días libres para cuidarle. No se había podido negar, encima hubiera quedado él como un cerdo.

Shuichi y Yuki estaban tumbados en el sofá, Shu acurrucadito sobre el pecho de su amante. Yuki llevaba cuatro días viviendo en la gloria, aunque ni muerto lo hubiera reconocido, claro. Los medicamentos le mantenían en un estado de placentera modorra. Hacía el vago todo el día, sin preocuparse por las fechas de entrega de la editorial, y se dejaba mimar. Para su sorpresa, Shu había resultado ser bastante buen enfermero, incluso había desarrollado la suficiente autoridad como para prohibirle beber cerveza hasta que se hubiera recuperado. Y Yuki, enternecido de ver a su niño con aquella cara severa y los brazos en jarras, no se había podido negar. Estaban mirando una película de esas de sobremesa, aunque en realidad estaban los dos medio dormidos.

DING DONG

El sonido del timbre sobresaltó a Shu.

- ¿Han llamado a la puerta? – Aún no había vuelto del todo al mundo de los vivos.

- Mmmmm, sí. . . ñm ñm ñm – Yuki se desperezaba – Debe de ser Seguchi.

- ¿A estas horas? ¿Y sin avisar?

- Sí, es propio de él.

De muy mala gana, Shuichi fue a abrir. Efectivamente, se encontró con la cara sonriente de su jefe, que llevaba un paquete en la mano.

- Buenas tardes, Shindou-kun ^_^ – Y sin esperar a ninguna invitación, entró en la casa, los pelos del cuello de su abrigo rozando la cara de Shu al pasar.

Tohma llegó a la sala de estar, contento como unas castañuelas. Se quitó el abrigo y los guantes y los dejó sobre la butaca. (Él, como si estuviera en su casa)

– Hola, ¿cómo te encuentras Eiri-san? Te he traído unos pasteles ^_^ - Se sentó al lado de Yuki, en "el sitio de Shu".

- Hm. . . mejor.

- Sí, no debes de encontrarte muy mal, si ya estás fumando otra vez – Mirada de reojo a Shuichi. "Se te va a acabar el chollo"

- ¿A qué debemos el honor de esta visita? – A Tohma se le revolvió el estómago al escuchar aquello de "debemos", pero decidió que aquel detalle no debía minar su buen humor.

– Pues a que he salido pronto del trabajo y he decidido venir a ver cómo estabas. Te prepararé un poco de té - La invitación no incluía a Shu.

- Ya hemos tomado té, Seguchi.

- Ah¡¡ Pero yo no ^_^ - Y sin más preámbulos, se metió en la cocina (Igualito, igualito que si estuviera en su casa, vamos). Shuichi no pudo evitar fijarse en la soltura con la que se movía su jefe por la casa. . . ¬¬

El pobre Yuki suspiró con resignación. Nada podía detener a Seguchi cuando venía decidido a hacer de ama de casa. Alzó la cabeza y dio un pequeño respingo al encontrarse con la cara de Shu, que tenía las mejillas hinchadas y una mirada que decía "¿Qué hace este aquí, y por qué te trae pasteles?" Sería mejor hacer algo.

Perezosamente, se puso en pie y fue a la cocina. Ahí estaba Seguchi, abriendo y cerrando armarios, canturreando con la tetera en la mano. Yuki le observaba apoyado en el marco de la puerta. "Menos mal que no se ha puesto el delantal"

- Oye Seguchi, de verdad que no hace falta que te molestes – Mejor ir de buenas.

- Pero si no es molestia, Eiri-san. ¿De verdad que te encuentras bien? ¿No estarás viviendo a base de comida de encargo, verdad? ¿Té verde o rojo? ^_^

- No, la verdad es que Shuichi me cuida bastante bien. Incluso cocina (Mentira). Mira, ¿por qué no aprovechas que tienes la tarde libre y. . . vas a hacerle un poco de caso a tu mujer?

La tetera tembló imperceptiblemente en la mano de Tohma, mientras Yuki notaba como el aire de la cocina se convertía en veneno. Su cuñado no había dejado de sonreír, pero la sonrisa parecía haberse quedado petrificada, como si los músculos de su cara, por el hábito, ya no pudieran cambiar esa expresión.

Tohma dejó la tetera sobre la encimera con tanta fuerza que casi se la carga. Sin decir una palabra más, pasó al lado de Yuki, cogió sus cosas y se dirigió hacia la puerta a grandes zancadas, ignorando a Shuichi como si éste fuera un mueble más de la habitación. Ignoró también el intento de despedida del chico.

- A-adiós, Seg. . .

BLAM¡¡¡¡

Tohma estaba más que acostumbrado a las impertinencias de Yuki y a que no le agradeciera nada de lo que hacía por él. Pero nunca, NUNCA, había llegado al extremo de echarle de su casa. Jamás se había sentido tan humillado, casi se le saltaban las lágrimas de pura indignación. Y todo por culpa de. . .

Por descontado, no hizo ningún caso de la sugerencia de Yuki. En vez de eso, se fue a dar un largo paseo en coche, con la música tan alta que temblaban los cristales de las ventanas.

*** FIN FLASH BACK ***

De mala leche, se quitó el abrigo y lo tiró sobre una silla. Se encaró con la mirada iracunda de su mujer.

- ¿Y bien?

- ¿Dónde has estado toda la tarde? – Parecía una voz de ultratumba.

No pensaba tomarse ni siquiera la molestia de mentir.

- He ido a ver a Eiri-san.

- Vaaaaaaaaya, qué sorpresa.

- Tu hermano está enfermo, Mika. No sé por qué tendría que sorprenderte que vaya a visitarle.

Mika se puso en pie, los puños apretados.

- ¡Mi hermano está perfectamente! No le pasará nada mientras siga tomándose la medicación. Y puedes estar seguro de que se la tomará, porque es un borrachuzo traga pastillas – En aquel momento, Mika odiaba a todo y a todos – Además, si se encuentra mal ya tiene a Shuichi para que se ocupe de él.

"Serás zorra. . ."

- ¡Eso! Deja a tu hermano en manos de ese descerebrado. A lo mejor tienes suerte y se muere.

- ¡¡Eres un. . . un. . .!! – A falta de la palabra apropiada, Mika cogió lo primero que encontró, que resultó ser un libro gordísimo, y se lo tiró a su marido por la cabeza. Cuando Tohma quiso darse cuenta, el libro estaba a escasos centímetros de su cara y, sin poder evitarlo, se encontró tirado en el suelo cuan largo era, de una forma bastante poco digna, por cierto.

- ¡Tohma, Tohma! – Mika corrió a arrodillarse a su lado – ¡Dios mío! Tohma, ¿te he hecho daño? – Le ayudó a sentarse.

- Ouch... Sí - ¡Joder si le había hecho daño! El golpe le había alcanzado justo entre los ojos.

- ¿Ah, sí? – La preocupación desapareció de golpe - ¡Pues me alegro, porque te lo mereces! PLAF!! – Le arreó tal bofetada que volvió a dejarlo estirado en el suelo.

Tohma no pudo contenerse. Le dio un ataque de risa. Era tan surrealista aquella situación. . . Se reía a carcajadas sin parar.

- ¿Se puede saber de qué coño te ríes?. . . ¡Oye imbécil, respóndeme!

Muy a su pesar, el enfado de Mika se iba evaporando poco a poco. La explosión de absurda hilaridad de su marido la iba contagiando. Tohma se reía muy pocas veces, y estaba tan guapo cuando lo hacía. . . Simplemente, no podía con él, la desarmaba. Al poco tiempo, estaban los dos en el suelo, riéndose a carcajadas. Tohma volvió a incorporarse. La abrazó y a la colocó en su regazo. Empezaron a darse besitos.

- Eres un cerdo.

- Sí ^_^ - Muac.

- Y un cabrón.

- Sí ^_^ - Muac.

- Y te odio.

- Y yo a ti ^_^ – No se podía odiar a nadie con más cariño.

Hicieron el amor allí mismo, en el suelo del salón. Mika empezó con su juego favorito, lamiéndole los pezones con la punta de la lengua, rozándolos apenas. Era un juego que lo volvía loco, desesperado por más. Oh, Mika era fantástica cuando estaba inspirada.

Con su marido todavía jadeando en el suelo, Mika se levantó. Seguchi se preguntó con que deliciosa extravagancia pensaba sorprenderle ahora. A parte de ser incansable, su mujer tenía una mente asombrosamente imaginativa ^^ (Y de qué te extrañas??? Es la hermana de Yuki, no? XD)

La vio acercarse con su abrigo en los brazos. Lo extendió en el suelo y le indicó que se tumbara encima. Ajá, el sueño de todo hedonista: Hacer el amor sobre un abrigo de pieles. Arrastrándose a duras penas, la obedeció. Se quedó allí tumbado, todavía recuperándose del anterior, y se dejó hacer. No lo podía negar, le encantaba ser un juguete en manos de Mika. Por una vez, ni era necesario ni quería ser el que mandaba, no hacía falta imponer su autoridad, ni convencer sibilinamente a nadie para que hiciera lo que quería, ni mantener la compostura. Hasta podía permitirse suplicar cuando ya no podía soportar más la provocativa espera a la que le sometía Mika. La educación puritana que le había dado su padre no había hecho otra cosa que estimular las ganas de obtener placer y de experimentar de su mujer, y él se dejaba hacer todo lo que ella quisiera, disfrutando del recorrido que trazaban sus labios bajando por su vientre, de que alguien se esforzara tanto en complacerle sin tener que ordenárselo.

- Mika. . . Por favor. . .

La siguiente idea fue de Tohma. Cogió una botella de un licor de moras, muy fuerte y bastante pringoso, y lo derramó generosamente sobre el estómago de su mujer. Dedicó un buen rato a limpiarla, lamiéndola de arriba abajo, usando su ombligo como si de una copita se tratara. Mika se reía con las cosquillas que le hacía con la lengua. Iban jugando y bebiéndose el licor directamente de la botella. El que se rió como un loco fue Tohma, algo borracho ya, cuando Mika vació una buena porción del contenido de la botella sobre su cabeza, haciendo que el pelo le quedara todo pegajoso, goteando encima de ella.

- Jajajaja, eres muy mala Mika.

- Vaya, debo de ser una auténtica arpía si eso lo dices tú.

- JAAAAAAAAAJAJAJA

Después siguieron jugando con comida. Con nata, helado, mermelada, salsa de chocolate. . . Todo lo que encontraron en la nevera. Siguieron así toda la noche, riéndose como dos críos.

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Estaba de un humor excelente, con esa alegría que sólo un orgasmo maravilloso tras otro puede proporcionar ^^ Incluso llevaba casi doce horas seguidas sin ni siquiera pensar en Eiri-san, bebiendo de los recuerdos de la noche anterior. Todo un triunfo.

Aquella mañana había hecho llamar a los miembros de Bad Luck en la sala de reuniones, junto con K y Sakano, ocasión que Shuichi (Dejó encargado que le avisaran de que se le habían acabado los días de permiso) aprovechó para batir su propio récord de retrasos. Apareció en la puerta resoplando y murmurando algo que debía de ser una disculpa.

- Cincuenta minutos tarde, Shuichi. Esta vez te has superado a ti mismo – Suguru, como siempre, poniendo las cosas en su sitio "¿Por qué yo tengo que levantarme a las 6:30 para llegar a tiempo si luego este aparece cuando le da la gana?"- ¿Has probado a ponerte el despertador un poco más temprano? No es tan difícil.

- No, si despertarme, me he despertado pronto. . .

- Entonces, ¿cómo es posible que llegues tan tarde? ¡Yo es que no lo entiendo!

En vez de contestar, Shuichi se puso rojo hasta las orejas y empezó a reír de forma estúpida, con un hilillo de baba cayéndole por la comisura de la boca. . . hasta que Hiro le dio un coscorrón.

Todo el buen humor de Tohma se esfumó de un plumazo. Notó que se mareaba, incluso se le nubló la vista durante un segundo. Repugnantes imágenes mentales de Shuichi con Yuki haciendo todo tipo de guarrerías inundaban su cabeza, haciendo que le costara un esfuerzo sobrehumano guardar las formas durante el resto de la reunión. De repente le habían entrado ganas de arrancarle la Magnum de las manos a K y organizar una masacre. . .

Al acabar la maldita reunión, le dijo a su secretaria que no le pasara llamadas ni concediera visitas y se encerró en su despacho. Una vez allí, a salvo en su guarida (ya había comprobado que Ryuichi no estuviera escondido en algún rincón), se dejó caer pesadamente en el sillón.

Después de escribir unas trescientas veces "ODIO A SHUICHI" en el ordenador, aporreando las teclas como si las pobres tuvieran la culpa de algo, se desparramó sobre la mesa, con los brazos estirados y la frente encima de la pequeña pila de informes que tenía por leer. "Maldita sea. . ." Levantó un poco la cabeza, la primera hoja se le había quedado pegada a la frente. La dejó caer de nuevo, a peso muerto. CLONK, CLONK, CLONK. Tohma se daba cabezazos contra la mesa mientras murmuraba "Maldita sea, maldita sea, maldita sea. . . Soy un desgraciado."

Esa noche, con su hermético marido tocando el piano en el estudio, Mika llegó a la misma conclusión sobre sí misma.