CAPÍTULO 15: Todo un espectáculo
***
- Mmm, Yuki. . .
El teléfono no pudo haber sonado en peor momento. En circunstancias habituales, hubiera dejado que saltara el contestador pero, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos y que no era muy normal recibir una llamada a aquellas horas, decidió contestar.
- ¿Sí?. . . ¿Quién lo pregunta?. . . ¿Quién?. . . Ah, entiendo. Sí, soy yo, ¿qué pasa?. . . ¡¿Qué, qué, qué?!. . . ¿Está seguro de que es él? ¡Vale, vale!. . . Dios, no me lo puedo creer. . . ¿Mi hermana le ha dicho eso? La muy. . . Sí, de acuerdo, ahora salgo para allá – Colgó el teléfono – No me lo puedo creer, es que no me lo puedo creer. . .
Volvió a la habitación y abrió el armario.
- ¿Qué pasa, Yuki?
- Tengo que salir. Volveré dentro de una hora. Vístete, Shuichi.
***//~~~
En las dos horas y algo más que Tohma llevaba en el local, había organizado el espectáculo más increíble y deplorable de toda su carrera.
Al principio todo fue maravilloso, y el barman no se podía creer la suerte que tenía. Tohma tocaba deliciosamente, llenando la sala de sonidos impecables. El público estaba encantado, las piezas eran interpretadas con una delicadeza y una sensibilidad que hacía tiempo que no disfrutaban, y recompensaban a Tohma con calurosos aplausos al final de cada una. Seguchi, ajeno a todo eso, sólo parecía prestar atención al piano y a la bebida, consumiendo entre canción y canción unas cantidades de whisky que tenían al dueño inquieto, y no sin razón.
Poco a poco, Tohma iba tocando piezas cada vez más raras, que ya no eran tanto del gusto de la clientela. Después empezó a introducir las canciones con unos discursos absurdos sobre que "la vida es una mierda", "no ayudéis nunca a nadie, porque total, no os lo van a agradecer", "esta canción se la dedico a la zorra de mi mujer y a sus piernas maravillosas", etc, etc, etc. . . Esto no es de extrañar, ya que en aquel espacio de tiempo Tohma se había acabado la botella, que estaba por la mitad, y había pedido otra, de la cual ya había consumido algo más de la cuarta parte. También había roto tres vasos, porque se le escurrían entre los dedos, enfundados en sus guantes (y ya algo faltos de coordinación), al cogerlos de encima del piano, y exigía a gritos desde el escenario que le trajeran otro enseguida, cosa a la que el dueño tenía que acceder aunque fuera sólo para hacerle callar.
Con este plan, no es de extrañar que el local se hubiera ido vaciando. El público, que en un principio se mostraba entusiasmado con el improvisado espectáculo, había ido perdiendo la paciencia ante las tonterías y la grosería de Tohma, que les hacía callar y les insultaba si se les ocurría susurrarse algo entre ellos mientras estaba tocando. Estuvieron a punto de tener una buena cuando un tío, que evidentemente no tenía ni idea de quien era él, le dijo que se dedicara a aporrear las teclas, que era lo suyo, y les dejara en paz. Poco faltó para que Tohma le rompiera el nuevo vaso que acababan de traerle en la cabeza. El dueño tuvo que correr a poner paz entre ellos dos para evitar que llegaran a las manos. Finalmente, haciendo uso de todo su tacto y mano izquierda, consiguió que Tohma volviera al piano sin agredir a nadie (aunque él hubiera preferido que se largara T.T) El otro individuo sí que se marchó, y además jurando que no volvería por allí nunca más. Poco a poco, todos los clientes fueron abandonando el local, murmurando más o menos lo mismo, para desesperación del dueño. El pobre hombre ya no sabía qué hacer, pero no se atrevía a echarle ni a llamar a la policía tratándose de Seguchi. Por eso al final había decidido llamar a Mika.
Así que el panorama que se encontró Yuki al llegar fue a Tohma atrincherado detrás del piano de un local vacío, tocando para nadie, con cara de estar completamente ausente. Nada más entrar, el dueño salió a toda prisa de detrás de la barra para suplicarle, por lo que más quisiera, que se lo llevara de allí enseguida.
- Esta bien, está bien. . . yo me ocupo – Jamás en su vida hubiera pensado que vería a Seguchi en aquel estado. Los dos llegaron hasta el pie de la tarima. Tohma no parecía haberse dado cuenta de que hubiera entrado nadie en el local – Seguchi. . . Seguchi. . . – Tohma seguía tocando, moviendo la cabeza al compás de la música, como si la cosa no fuera con él – Oniisan. . .
La música dejó de sonar, dejando sólo el eco de las últimas notas flotando en el aire. Tohma dirigió a Yuki una mirada lúgubre. Le miró de arriba a abajo, después de abajo a arriba. . . y siguió tocando.
Yuki dejó escapar un gruñido de impaciencia. El dueño se retorcía las manos, empezando a desesperarse seriamente.
- Señor, este caballero ha venido a buscarle. . . – Le interrumpió un violento manotazo sobre el teclado, que arrancó del piano una mezcla desagradable de sonidos.
- JUAAAAAAAA JUA JUA JUA JUA – Risotada etílica - ¿Caballero? ¿Este? JA JA JA Esa ha sido muy buena, sí señor, muy buena – Seguchi hablaba arrastrando las sílabas - Este, de caballero lo único que tiene es la pinta. . . glub, glub, glub, glub. . . Eso sí – Echó a Yuki una mirada absolutamente guarra - cada día que pasa, está más bueno.
El dueño del local se ruborizó, no sabiendo qué hacer ni que decir ante esa salida de tono.
La misma sensación de repugnancia que le había asaltado en el despacho volvió a recorrer el cuerpo de Yuki. Sintió deseos de pegarle a Seguchi una patada en la boca, pero debía contenerse. Después de todo, hacía muchos años que eran amigos y él era todavía el marido de Mika. Tenía que llevárselo a casa enseguida y, una vez allí, poner fin de una vez por todas a aquella locura.
- Seguchi – Insistió, lo más calmado que pudo - recoge la poca dignidad que te queda y vayámonos de aquí para que este buen hombre pueda irse a su casa.
- Por favor señor, sea razonable – Intervino el dueño - Ya ha pasado la hora de cerrar, mi mujer estará preocupada. . . – No debió haber dicho eso.
- A mí – Tohma se giró hacia él, desafiante – ningún camarero de mierda me dice lo que tengo que hacer, ¿está claro?
Ahí fue cuando la paciencia de aquel hombre llegó a su límite. El pecho se le hinchó de indignación. Aún así, tuvo el suficiente autocontrol para dirigirse a Tohma de una manera firme, pero educada.
- Mire, el dueño del local soy yo, así que, entre estas cuatro paredes, yo le digo a todo el mundo lo que tiene que hacer, ¿me ha oído? Y ahora haga el favor de marcharse.
- ¡JA! ¿Tú le has oído? Que es el dueño del local dice, el muy desgraciado – Volvió a encararse con el barman - ¡¡Tus cojones!! ¡Si esta apestosa cloaca sigue abierta es gracias a mi dinero! Llevo tanto gastado en este maldito antro que ya podría haberlo comprado dos veces. Así que no te atrevas a darme órdenes, ¡hijo de puta!
Ahora sí, el dueño estalló.
- ¡¡LLÉVESELO DE AQUÍ INMEDIATAMENTE!!
Yuki no necesitó más. Agarró el brazo con el que Seguchi señalaba la cara del dueño mientras le insultaba y estiró de él con fuerza, de modo que se cayó de la tarima y fue a parar directamente a sus brazos. Se lo echó al hombro sin esfuerzo, como un fardo. El sombrero cayó rodando por el suelo. Seguchi quedó colgando a la espalda de Yuki, que se dirigía hacia la puerta, chillando y pataleando, mientras él y el dueño seguían insultándose.
- ¡¡Lléveselo y que no vuelva nunca!! ¡Como este impresentable vuelva ni que sea a acercarse a mi local, llamaré a la policía!
- ¡Eso, llama a la policía! ¡Que vengan y que cierren este hediondo burdel! ¡¡Y tú suéltame, cabrón!!
Yuki estaba a punto de morirse de la vergüenza.
***//~~~
La puerta se abrió y Shuichi escuchó el sonido de alguien que entraba dando traspiés. Corrió hacia la entrada, temiendo que a Yuki le hubiera pasado algo. Decididamente, no estaba preparado para lo que se encontró en el recibidor O.OU
Ahí estaba Yuki, llevando casi en volandas a un Seguchi hecho una auténtica piltrafa. Yuki le había hecho pasar el brazo derecho por encima de su cuello e intentaba arrastrarle al interior de la casa. En vez de colaborar, Tohma clavaba los pies en el suelo y le daba manotazos a Yuki con el brazo que le quedaba libre.
- ¡Te he dicho que me sueltes, hijo de perra! ¡¡QUIERO IRME A MI CASAAAAAAA!! – Gritaba Tohma, a quien casi había tenido que atar y amordazar para que le dejara conducir tranquilo. Tal vez hubiera sonado amenazador si no se le hubiera puesto voz de histérica.
- ¿Pero tú eres imbécil o qué? ¿A dónde quieres ir así, borracho como una cuba?
- Eso a ti no te importa. No pienso quedarme aquí. ¡¡No quiero respirar el mismo aire que ese!! – Señalando a Shu - ¡Suéltame! ¡Suéltame o te arrepentirás!
En el forcejeo, Tohma se cayó al suelo, incidente que Yuki aprovechó para cogerle por un tobillo y arrastrarle hasta el cuarto de baño. Shuichi los seguía con la boca abierta, como un perrito. Una vez allí, le puso la cabeza bajo el grifo e hizo correr el agua. Tohma se retorcía desesperadamente, intentando zafarse. Todo en vano. Yuki le tenía bien sujeto por el cuello y ni siquiera podía maldecir a gusto porque le entraba agua en la boca.
- ¡Déjame! glub ¡Suéltame ahora mismo! Glub, glub Me vas a ahogar. ¡Y DILE A ESE SUBNORMAL QUE DEJE DE MIRARME!
- Shuichi está en su casa y mira lo que le da la gana.
- Eiri. . . glub Me das asco. ¡Los dos me dais asco!
- Bien, el sentimiento es mutuo.
Al final, en vista de que no había manera de escapar de las manos de Yuki, decidió invertir sus energías en intentar respirar bajo el chorro de agua fría. Cuando lo vio más tranquilo, Yuki volvió a echárselo al hombro, y Tohma, ya sin fuerzas, no pudo hacer otra cosa que continuar insultándole, colgando patéticamente de su espalda.
- Eres un hijo de la gran puta, Eiri. . . igual que tu hermana, igual que tu hermano también. Sois una maldita ralea de sanguijuelas. . .
- Sí. . . si. . . si. . . – Yuki se metió en su cuarto.
Shuichi se asomó a la habitación. La escena que vio allí le hubiera resultado incluso tierna de no tratarse de quien se trataba. Bastante más tranquilo, o simplemente agotado de la pelea con alguien mucho más fuerte y quince centímetros más alto que él, Tohma estaba quieto, tumbado en la cama, la misma cama que él compartía con Yuki, quien, por su parte, le quitaba los zapatos de una forma casi maternal. Fue a llamar por teléfono.
Una vez hubo despojado a Seguchi de zapatos, americana, guantes y corbata, Yuki salió de la habitación. Tenía que hacerle comprender a Shuichi algo que le resultaría muy difícil de asimilar. Lo último que necesitaba en ese momento era enfrentarse a otro berrinche, pero iba a ser necesario.
Shuichi estaba en el la sala de estar, abrochándose la chaqueta. Un momento, ¿por qué llevaba la chaqueta puesta? No, por favor, era demasiado pronto para empezar a hacer estupideces, incluso para Shu. El chico se acercó a él, sonriendo tristemente, pero esforzándose por parecer tranquilo.
- Me voy a dormir a casa de Hiro.
- Vamos a ver Shuichi, espera un momento. . .
- Sólo esta noche. Acabo de llamarle, jeje. Así podréis. . . podréis. . . – tragó saliva - hablar tranquilamente.
Yuki no sabía qué decir. Habría esperado llantos, gritos, pataletas o un ataque de celos, cualquier tipo de catástrofe. . . menos esto.
- Volveré por la mañana, ¿vale? ^^ - Le dio un beso en los labios.
- Shu. . .
- Buenas noches, Yuki – Shuichi le sonreía desde la puerta, diciéndole adiós con la mano. Se marchó.
Yuki se quedó allí parado, todavía sorprendido de lo que acababa de ver. "Vaya, vaya, Shu. . . Te haces mayor ante mis ojos, ¿eh?" Pero ahora era necesario volver a la habitación. "Buenas noches", había dicho su niño. Buena. . . lo único seguro era que sería una noche muy larga.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
LA LI HO¡¡¡
Bueno, supongo que ahora mismo los miembros del "club anti-Tohma" deben de estar relamiéndose al verle hacer el ridículo de esa manera XDDDDDD Pobrecito. . .
Hay que ver lo perspicaz que es mi Yuki ^o^ (parezco Shuichi). Lo acertó casi todo.
Supongo que, si Tohma aún no os ha dado lástima, Yuki sí, con todo lo que tiene que aguantar. Por no hablar del pobrecito Shu-chan (Vaslav agarra a Shuichi y lo abraza muy fuerte, hasta que se pone azul) Pero ahora. . . Ui, ui, uiiiiiiii, Tohma y Yuki se han quedado solitos. . . ¿Qué pasará? ¿Qué no pasará? Jojojo
Venga, nos vemos en el próximo¡¡¡ ^_~
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- Mmm, Yuki. . .
El teléfono no pudo haber sonado en peor momento. En circunstancias habituales, hubiera dejado que saltara el contestador pero, teniendo en cuenta los últimos acontecimientos y que no era muy normal recibir una llamada a aquellas horas, decidió contestar.
- ¿Sí?. . . ¿Quién lo pregunta?. . . ¿Quién?. . . Ah, entiendo. Sí, soy yo, ¿qué pasa?. . . ¡¿Qué, qué, qué?!. . . ¿Está seguro de que es él? ¡Vale, vale!. . . Dios, no me lo puedo creer. . . ¿Mi hermana le ha dicho eso? La muy. . . Sí, de acuerdo, ahora salgo para allá – Colgó el teléfono – No me lo puedo creer, es que no me lo puedo creer. . .
Volvió a la habitación y abrió el armario.
- ¿Qué pasa, Yuki?
- Tengo que salir. Volveré dentro de una hora. Vístete, Shuichi.
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En las dos horas y algo más que Tohma llevaba en el local, había organizado el espectáculo más increíble y deplorable de toda su carrera.
Al principio todo fue maravilloso, y el barman no se podía creer la suerte que tenía. Tohma tocaba deliciosamente, llenando la sala de sonidos impecables. El público estaba encantado, las piezas eran interpretadas con una delicadeza y una sensibilidad que hacía tiempo que no disfrutaban, y recompensaban a Tohma con calurosos aplausos al final de cada una. Seguchi, ajeno a todo eso, sólo parecía prestar atención al piano y a la bebida, consumiendo entre canción y canción unas cantidades de whisky que tenían al dueño inquieto, y no sin razón.
Poco a poco, Tohma iba tocando piezas cada vez más raras, que ya no eran tanto del gusto de la clientela. Después empezó a introducir las canciones con unos discursos absurdos sobre que "la vida es una mierda", "no ayudéis nunca a nadie, porque total, no os lo van a agradecer", "esta canción se la dedico a la zorra de mi mujer y a sus piernas maravillosas", etc, etc, etc. . . Esto no es de extrañar, ya que en aquel espacio de tiempo Tohma se había acabado la botella, que estaba por la mitad, y había pedido otra, de la cual ya había consumido algo más de la cuarta parte. También había roto tres vasos, porque se le escurrían entre los dedos, enfundados en sus guantes (y ya algo faltos de coordinación), al cogerlos de encima del piano, y exigía a gritos desde el escenario que le trajeran otro enseguida, cosa a la que el dueño tenía que acceder aunque fuera sólo para hacerle callar.
Con este plan, no es de extrañar que el local se hubiera ido vaciando. El público, que en un principio se mostraba entusiasmado con el improvisado espectáculo, había ido perdiendo la paciencia ante las tonterías y la grosería de Tohma, que les hacía callar y les insultaba si se les ocurría susurrarse algo entre ellos mientras estaba tocando. Estuvieron a punto de tener una buena cuando un tío, que evidentemente no tenía ni idea de quien era él, le dijo que se dedicara a aporrear las teclas, que era lo suyo, y les dejara en paz. Poco faltó para que Tohma le rompiera el nuevo vaso que acababan de traerle en la cabeza. El dueño tuvo que correr a poner paz entre ellos dos para evitar que llegaran a las manos. Finalmente, haciendo uso de todo su tacto y mano izquierda, consiguió que Tohma volviera al piano sin agredir a nadie (aunque él hubiera preferido que se largara T.T) El otro individuo sí que se marchó, y además jurando que no volvería por allí nunca más. Poco a poco, todos los clientes fueron abandonando el local, murmurando más o menos lo mismo, para desesperación del dueño. El pobre hombre ya no sabía qué hacer, pero no se atrevía a echarle ni a llamar a la policía tratándose de Seguchi. Por eso al final había decidido llamar a Mika.
Así que el panorama que se encontró Yuki al llegar fue a Tohma atrincherado detrás del piano de un local vacío, tocando para nadie, con cara de estar completamente ausente. Nada más entrar, el dueño salió a toda prisa de detrás de la barra para suplicarle, por lo que más quisiera, que se lo llevara de allí enseguida.
- Esta bien, está bien. . . yo me ocupo – Jamás en su vida hubiera pensado que vería a Seguchi en aquel estado. Los dos llegaron hasta el pie de la tarima. Tohma no parecía haberse dado cuenta de que hubiera entrado nadie en el local – Seguchi. . . Seguchi. . . – Tohma seguía tocando, moviendo la cabeza al compás de la música, como si la cosa no fuera con él – Oniisan. . .
La música dejó de sonar, dejando sólo el eco de las últimas notas flotando en el aire. Tohma dirigió a Yuki una mirada lúgubre. Le miró de arriba a abajo, después de abajo a arriba. . . y siguió tocando.
Yuki dejó escapar un gruñido de impaciencia. El dueño se retorcía las manos, empezando a desesperarse seriamente.
- Señor, este caballero ha venido a buscarle. . . – Le interrumpió un violento manotazo sobre el teclado, que arrancó del piano una mezcla desagradable de sonidos.
- JUAAAAAAAA JUA JUA JUA JUA – Risotada etílica - ¿Caballero? ¿Este? JA JA JA Esa ha sido muy buena, sí señor, muy buena – Seguchi hablaba arrastrando las sílabas - Este, de caballero lo único que tiene es la pinta. . . glub, glub, glub, glub. . . Eso sí – Echó a Yuki una mirada absolutamente guarra - cada día que pasa, está más bueno.
El dueño del local se ruborizó, no sabiendo qué hacer ni que decir ante esa salida de tono.
La misma sensación de repugnancia que le había asaltado en el despacho volvió a recorrer el cuerpo de Yuki. Sintió deseos de pegarle a Seguchi una patada en la boca, pero debía contenerse. Después de todo, hacía muchos años que eran amigos y él era todavía el marido de Mika. Tenía que llevárselo a casa enseguida y, una vez allí, poner fin de una vez por todas a aquella locura.
- Seguchi – Insistió, lo más calmado que pudo - recoge la poca dignidad que te queda y vayámonos de aquí para que este buen hombre pueda irse a su casa.
- Por favor señor, sea razonable – Intervino el dueño - Ya ha pasado la hora de cerrar, mi mujer estará preocupada. . . – No debió haber dicho eso.
- A mí – Tohma se giró hacia él, desafiante – ningún camarero de mierda me dice lo que tengo que hacer, ¿está claro?
Ahí fue cuando la paciencia de aquel hombre llegó a su límite. El pecho se le hinchó de indignación. Aún así, tuvo el suficiente autocontrol para dirigirse a Tohma de una manera firme, pero educada.
- Mire, el dueño del local soy yo, así que, entre estas cuatro paredes, yo le digo a todo el mundo lo que tiene que hacer, ¿me ha oído? Y ahora haga el favor de marcharse.
- ¡JA! ¿Tú le has oído? Que es el dueño del local dice, el muy desgraciado – Volvió a encararse con el barman - ¡¡Tus cojones!! ¡Si esta apestosa cloaca sigue abierta es gracias a mi dinero! Llevo tanto gastado en este maldito antro que ya podría haberlo comprado dos veces. Así que no te atrevas a darme órdenes, ¡hijo de puta!
Ahora sí, el dueño estalló.
- ¡¡LLÉVESELO DE AQUÍ INMEDIATAMENTE!!
Yuki no necesitó más. Agarró el brazo con el que Seguchi señalaba la cara del dueño mientras le insultaba y estiró de él con fuerza, de modo que se cayó de la tarima y fue a parar directamente a sus brazos. Se lo echó al hombro sin esfuerzo, como un fardo. El sombrero cayó rodando por el suelo. Seguchi quedó colgando a la espalda de Yuki, que se dirigía hacia la puerta, chillando y pataleando, mientras él y el dueño seguían insultándose.
- ¡¡Lléveselo y que no vuelva nunca!! ¡Como este impresentable vuelva ni que sea a acercarse a mi local, llamaré a la policía!
- ¡Eso, llama a la policía! ¡Que vengan y que cierren este hediondo burdel! ¡¡Y tú suéltame, cabrón!!
Yuki estaba a punto de morirse de la vergüenza.
***//~~~
La puerta se abrió y Shuichi escuchó el sonido de alguien que entraba dando traspiés. Corrió hacia la entrada, temiendo que a Yuki le hubiera pasado algo. Decididamente, no estaba preparado para lo que se encontró en el recibidor O.OU
Ahí estaba Yuki, llevando casi en volandas a un Seguchi hecho una auténtica piltrafa. Yuki le había hecho pasar el brazo derecho por encima de su cuello e intentaba arrastrarle al interior de la casa. En vez de colaborar, Tohma clavaba los pies en el suelo y le daba manotazos a Yuki con el brazo que le quedaba libre.
- ¡Te he dicho que me sueltes, hijo de perra! ¡¡QUIERO IRME A MI CASAAAAAAA!! – Gritaba Tohma, a quien casi había tenido que atar y amordazar para que le dejara conducir tranquilo. Tal vez hubiera sonado amenazador si no se le hubiera puesto voz de histérica.
- ¿Pero tú eres imbécil o qué? ¿A dónde quieres ir así, borracho como una cuba?
- Eso a ti no te importa. No pienso quedarme aquí. ¡¡No quiero respirar el mismo aire que ese!! – Señalando a Shu - ¡Suéltame! ¡Suéltame o te arrepentirás!
En el forcejeo, Tohma se cayó al suelo, incidente que Yuki aprovechó para cogerle por un tobillo y arrastrarle hasta el cuarto de baño. Shuichi los seguía con la boca abierta, como un perrito. Una vez allí, le puso la cabeza bajo el grifo e hizo correr el agua. Tohma se retorcía desesperadamente, intentando zafarse. Todo en vano. Yuki le tenía bien sujeto por el cuello y ni siquiera podía maldecir a gusto porque le entraba agua en la boca.
- ¡Déjame! glub ¡Suéltame ahora mismo! Glub, glub Me vas a ahogar. ¡Y DILE A ESE SUBNORMAL QUE DEJE DE MIRARME!
- Shuichi está en su casa y mira lo que le da la gana.
- Eiri. . . glub Me das asco. ¡Los dos me dais asco!
- Bien, el sentimiento es mutuo.
Al final, en vista de que no había manera de escapar de las manos de Yuki, decidió invertir sus energías en intentar respirar bajo el chorro de agua fría. Cuando lo vio más tranquilo, Yuki volvió a echárselo al hombro, y Tohma, ya sin fuerzas, no pudo hacer otra cosa que continuar insultándole, colgando patéticamente de su espalda.
- Eres un hijo de la gran puta, Eiri. . . igual que tu hermana, igual que tu hermano también. Sois una maldita ralea de sanguijuelas. . .
- Sí. . . si. . . si. . . – Yuki se metió en su cuarto.
Shuichi se asomó a la habitación. La escena que vio allí le hubiera resultado incluso tierna de no tratarse de quien se trataba. Bastante más tranquilo, o simplemente agotado de la pelea con alguien mucho más fuerte y quince centímetros más alto que él, Tohma estaba quieto, tumbado en la cama, la misma cama que él compartía con Yuki, quien, por su parte, le quitaba los zapatos de una forma casi maternal. Fue a llamar por teléfono.
Una vez hubo despojado a Seguchi de zapatos, americana, guantes y corbata, Yuki salió de la habitación. Tenía que hacerle comprender a Shuichi algo que le resultaría muy difícil de asimilar. Lo último que necesitaba en ese momento era enfrentarse a otro berrinche, pero iba a ser necesario.
Shuichi estaba en el la sala de estar, abrochándose la chaqueta. Un momento, ¿por qué llevaba la chaqueta puesta? No, por favor, era demasiado pronto para empezar a hacer estupideces, incluso para Shu. El chico se acercó a él, sonriendo tristemente, pero esforzándose por parecer tranquilo.
- Me voy a dormir a casa de Hiro.
- Vamos a ver Shuichi, espera un momento. . .
- Sólo esta noche. Acabo de llamarle, jeje. Así podréis. . . podréis. . . – tragó saliva - hablar tranquilamente.
Yuki no sabía qué decir. Habría esperado llantos, gritos, pataletas o un ataque de celos, cualquier tipo de catástrofe. . . menos esto.
- Volveré por la mañana, ¿vale? ^^ - Le dio un beso en los labios.
- Shu. . .
- Buenas noches, Yuki – Shuichi le sonreía desde la puerta, diciéndole adiós con la mano. Se marchó.
Yuki se quedó allí parado, todavía sorprendido de lo que acababa de ver. "Vaya, vaya, Shu. . . Te haces mayor ante mis ojos, ¿eh?" Pero ahora era necesario volver a la habitación. "Buenas noches", había dicho su niño. Buena. . . lo único seguro era que sería una noche muy larga.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
LA LI HO¡¡¡
Bueno, supongo que ahora mismo los miembros del "club anti-Tohma" deben de estar relamiéndose al verle hacer el ridículo de esa manera XDDDDDD Pobrecito. . .
Hay que ver lo perspicaz que es mi Yuki ^o^ (parezco Shuichi). Lo acertó casi todo.
Supongo que, si Tohma aún no os ha dado lástima, Yuki sí, con todo lo que tiene que aguantar. Por no hablar del pobrecito Shu-chan (Vaslav agarra a Shuichi y lo abraza muy fuerte, hasta que se pone azul) Pero ahora. . . Ui, ui, uiiiiiiii, Tohma y Yuki se han quedado solitos. . . ¿Qué pasará? ¿Qué no pasará? Jojojo
Venga, nos vemos en el próximo¡¡¡ ^_~
