CAPÍTULO 16: Una noche muy larga
***
Entró en la habitación. Seguchi seguía tumbado en la cama sobre la almohada empapada, con la cara girada hacia la pared contraria, de modo que no le veía la cara. Hubiera pensado que se había dormido, de no ser porque aún seguía jadeando a causa del esfuerzo de la pelea.
- ¿Cómo te encuentras?
Le respondió un gruñido.
- Me tienes más que harto, Seguchi.
- ¿Tú estás harto? ¿TÚ, te atreves a decirme que estás harto? – Tohma se incorporó un poco apoyándose en los codos, mirándole con fiereza - ¡Aquí el único que tiene derecho a estar harto soy yo! Llevo años ocupándome de ti, procurando que no te faltara nada. Te he dado dinero, te he apoyado cuando no lo hacía nadie, me he enfrentado a tu padre y a todo el que ha hecho falta por ti. ¿Y para qué? Para que al final se lo quede todo ese muñeco de trapo con el que te acuestas.
- ¿Y quién te lo pidió? ¿Es que alguna vez te he pedido yo algo?
- Esas cosas no se piden, Eiri. Las hice porque quise. ¿Cuándo vas a entenderlo?
- Exacto, Seguchi. Esas cosas no se piden, pero tampoco se hacen para recibir algo a cambio. Y tú no haces nada por nadie si no es para sacar tajada.
La cara de Tohma se ensombreció al oír esto último. Una pequeña porción de su ira fue sustituida por tristeza.
- Eso no es justo. . .
- ¿Justo? ¿Y ha sido justo que metieras a Mika en esto? ¿Qué culpa tenía ella? ¿Por qué tenías que mezclar a Mika en tus intrigas? ¿Es que no tienes límite, Seguchi?
- ¿Y desde cuándo te preocupas tú de lo que le pase a Mika? ¿Alguna vez te paraste a pensar en cómo se sentía ella cuando intentaba hacer algo por ti y tú la apartabas de tu lado de malos modos? ¿Alguna vez te molestarte en preguntarle cómo estaba, o si necesitaba algo? No, claro que no, tú estabas demasiado ocupado en sentir lástima por ti mismo y en revolcarte en tu miseria. ¿Quién crees que la consolaba cuando tú le colgabas el teléfono o la echabas de tu casa? Yo al menos he cuidado de ella, que lo habré hecho mejor o peor, ¡pero desde luego es más de lo que has hecho tú! – Eso desarmó a Yuki. Sí que era verdad que nunca se había parado a pensar en si Mika era feliz o no. Estaba demasiado indignado con ella por haber aceptado un matrimonio de conveniencia y por pretender que él hiciera lo mismo – Y ya que lo preguntas, ¡no, no tengo límite! Yo hubiera hecho lo que fuera por ti. Mentir, intrigar, hundir a quien hiciera falta, incluso asesinar, de ser necesario.
Asesinar. . .
Asesinar. . . asesinar. . . asesinar. . .
Yuki cerró los ojos, concentrándose en controlar su respiración, que se había acelerado de golpe ¿Por qué había tenido que decir eso? ¿Por qué lo había dicho, sabiendo que no existía ninguna otra palabra que pudiera trastornarle más? Cerró la puerta tras de sí, dejando la habitación a oscuras.
Empezó a desabrocharse la camisa, muy, muy lentamente.
- Eiri-san, ¿qué estás haciendo?
- ¿No te lo imaginas? – La camisa cayó al suelo.
Bruscamente, Yuki se sentó sobre las caderas de Seguchi y le abrió la camisa de un zarpazo.
- ¿No es esto lo que dices que te debo? Pues te lo vas a cobrar, todo de una vez – Mientras hablaba, arrancaba la camisa del cuerpo de Tohma, desgarrándola - Vas a quedar satisfecho para el resto de tu miserable vida.
Sin saber muy bien lo que estaba pasando, Tohma daba débiles manotazos para quitarse a Yuki de encima, por lo que éste, cuando hubo terminado de destrozar su camisa, le agarró por las muñecas, empujándolas hacia atrás, inmovilizando las manos de Tohma sobre la almohada.
Se quedaron unos segundos así, con sus caras separadas por escasos centímetros, lo único que se oía en la habitación era la respiración agitada de Tohma, hasta que, poco a poco, ese sonido fue sustituido por una risa burlona y desagradable.
Yuki no entendía nada. ¿A qué venían aquellas carcajadas? O Seguchi estaba mucho más bebido de lo que creía, o se había vuelto completamente loco.
Poco a poco, la risa fue remitiendo, dejando tras de sí una sonrisa siniestra, como la que Mika vio una vez, y que no había vuelto a ver nadie más. . . La vista de los dos ya se había acostumbrado a la oscuridad. Yuki podía distinguir la expresión indescifrable de Tohma, que sostenía su mirada, pero no sabía si se estaba burlando de él, si estaba celebrando lo que se le ofrecía, o a saber en qué demonios estaba pensando aquel desquiciado de Seguchi.
- Me decepcionas, Eiri-san. . . Te hacía mucho más listo – ¿Qué? ¿A qué venía eso ahora? ¿De qué decepción estaba hablando? ¿Qué tenía que ver el ser listo o no? Yuki, definitivamente, ya no entendía nada - ¿De verdad crees que es esto lo que quiero? ¿De verdad crees que me tomaría tantas molestias sólo por acostarme con alguien? "Esto" – Enfatizó – lo hubiera podido tener cuando yo hubiese querido. Cuando hubiese querido, ¿entiendes? Incluso antes de que apareciera Kitazawa - Yuki sintió un violento escalofrío. Tohma, plenamente consciente de ello, dejó una pequeña pausa para que sus palabras hicieran todo el efecto posible en su, hasta ahora, protegido – Conociéndome como me conoces, deberías saber que yo soy mucho más ambicioso. Y que si lo que me apetecía era echar un polvo, para eso ya tenía a tu hermana, que por si te interesa – Levantó un poco la cabeza para sisear el final de la frase en su oído – folla como dios.
Yuki sintió una llamarada de cólera al oír hablar así de su hermana, que le hizo apretar los dientes y agarrar a Seguchi por el cuello, empujándole otra vez contra la almohada. Levantó el puño, dispuesto a propinarle una paliza que le hiciera pasar para siempre las ganas de acercarse a él, a Mika, o a volver a perpetrar la más mínima intromisión en sus vidas o en la de cualquiera que tuviera relación con ellos. Pero no lo hizo, lo que vio a continuación se lo impidió.
Tohma estaba tumbado en la cama, con el cuerpo completamente inmóvil y la mirada perdida. Los brazos, que ya tenía libres, no se movían en absoluto para intentar defenderse. Se fijó en su cara. Seguchi presentaba la cara más triste que había visto en su vida, y no hacía nada, tan solo estaba ahí tumbado, esperando ser vapuleado.
No tenía ningún sentido pegarle. Por lo que podía ver, Seguchi ya había recibido todos los castigos que podía soportar. ¿De qué podía servir pegar a alguien que ya había tocado fondo? No había nada que pudiera hacer para que él sufriera más de lo que estaba sufriendo, ya nadie podía hacerle más daño.
Y el caso es que. . . en el fondo, algo le decía que Seguchi nunca había pretendido hacerles daño, a ninguno de ellos. A su retorcida y perversa manera, Seguchi había intentado ser. . . ¿bueno?
Se quitó de encima de él y se tumbó en el otro lado de la cama. Seguchi volvió la cabeza para mirarle, interrogante. Yuki le ignoró. A tientas, abrió el cajón de la mesita de noche y sacó un paquete de cigarrillos, el que tenía reservado para "el cigarrito post-coito", y encendió uno. Encima de la mesita había un cenicero, lo cogió y se lo puso sobre el estómago. Estuvo fumando en silencio mientras Tohma se quitaba los jirones de camisa que aún le colgaban de los brazos y los dejaba caer al suelo. Luego se volvió a dejar caer en la cama y estuvieron un rato así los dos, sin decir nada.
- Decididamente, eres la ambigüedad personificada, Seguchi. Incluso intentando hacer algo bueno tienes que ser cabrón. ¿Es que no puedes relacionarte con nadie de una manera que no sea retorcida?
- Pues no lo sé. Nunca le he probado.
- Mentir, intrigar, asesinar. . . ¿De verdad crees que es eso lo que la gente quiere que hagas por ellos?
- No, claro que no, la gente no quiere eso. La gente quiere a Shindou gritando y saltando a su alrededor, haciendo monerías y enseñando el ombligo, ¿no?
- Más o menos – Contestó Yuki, en tono burlón. "La verdad es que el ombligo de Shuichi puede proporcionar momentos de intensa felicidad." – Tal vez deberías enseñar más el ombligo.
- Me temo que no será posible. A tu hermana le gusta tener mi ombligo para ella sola – Replicó, con intención.
- Dirás que le gustaba. . . – Yuki utilizó el mismo tono desafiante.
- Exacto, Eiri-san. Veo que estás en todo.
Volvió a haber silencio. Yuki pensó en Nueva York, en lo mucho que Seguchi cuidó de él cuando llegaron allí y él se sentía tan perdido, tan abrumado. . . casi había deseado volver a casa. Pero Tohma siempre estaba de buen humor, siempre tenía una sonrisa para él. Fuera cual fuera el momento en el que iba a buscarle para contarle sus problemas, nunca estaba demasiado ocupado para escucharle, siempre le hacía ver el lado positivo de las cosas, siempre le explicada extraños modos de sacar partido a cualquier dificultad que hubiera surgido, cosas que a él jamás se le hubieran ocurrido. "Ni a mí, ni a nadie más que a este, seguro" Seguchi siempre estaba allí, siempre estaba allí. . . y él siempre corría a buscarle cuando algo le preocupaba.
Luego llegó Kitazawa. . .
Cómo le había impresionado, nada más verle. Lo recordaba muy bien. . . Y de repente Seguchi dejó de serle tan necesario. Él pensó que se alegraría de no tener que aguantarle lloriqueando constantemente, pero muy al contrario, los ratos que pasaba con él Seguchi ya no sonreía, ya no parecía querer escucharle cuando le hablaba de sus cosas, aunque su tema de conversación (él mismo se daba cuenta de ello) se había convertido exclusivamente en Kitazawa, Kitazawa, Kitazawa. Él se sentía desconcertado por la nueva actitud de su amigo, así que se volcaba todavía más en su profesor. Y cuanto más crecía su fascinación por él, más arisco se mostraba Seguchi, menos le apetecía verle, y más se distanciaban el uno del otro.
Después, cuando pasó todo aquello. . . Se estremeció. Después Seguchi había vuelto a su lado, pero él ya no quería que estuviese allí, no quería que estuviese nadie. El que se volvió arisco y huraño fue él, pero Seguchi continuaba allí, siempre allí, incluso más de lo que él hubiera querido. Y no sólo eso, sino que además insistía en culparse a sí mismo por lo que había pasado. ¿Por qué? Él nunca le había culpado de nada, pero Seguchi continuaba allí, siempre, siempre allí, pidiendo un perdón que él no podía darle porque no había nada que perdonar.
¿Por qué no había podido dejar las cosa como estaban? ¿Por qué no había podido ser, simplemente, el Seguchi de antes? ¿Por qué había mantenido aquella irritante costumbre de querer solucionar todos sus problemas aunque él no se lo pidiera? ¿Por qué no había querido entender, desde el principio, que nunca sería tan necesario para él como pretendía?
Suspiró, agobiado, apartándose el pelo de la frente.
- ¿Por qué siempre tienes que hacerlo todo tan complicado?
- Mira quien habla de complicar las cosas – Toda la condescendencia que Tohma había tenido con Yuki durante aquellos años había desaparecido de golpe - Si al menos te hubieras casado con aquella sosa. . .
- ¿Con Ayaka? ¿Qué tenías pensado, Seguchi? ¿Qué me aburriera tanto con ella que te pidiera que nos fugáramos juntos?
- Jeje. . . Más o menos – Respondió, con el mismo matiz de burla que Yuki había utilizado antes.
- Seguchi, eres el demonio.
- ¿Quién, yo? Pero si soy un querubín.
A su pesar, Yuki se rió ligeramente con eso, hasta que sintió los dedos de Tohma acariciar su mano. Volvió a ponerse en tensión. "¿Y ahora qué?" Pero, muy al contrario de lo que pensaba, lo que Tohma estaba buscando era el cigarro que tenía entre los dedos. Para su sorpresa, lo cogió y se lo llevó a los labios, dando una larga e intensa calada.
- Oye, ¿no decías que fumar era un vicio asqueroso?
- Y lo mantengo – Dio otra calada.
Yuki se giró, movido por la curiosidad de ver fumar a su amigo. Tal y como se esperaba, Tohma fumaba como las chicas, sujetando el cigarro con las puntas de los dedos y doblando la muñeca para apartarlo de los labios. Entonces se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no le observaba con atención. Hacía mucho que no se fijaba en lo guapo que era, tan rubito, con aquellos ojazos y esa piel, más blanca que el blanco. Si Tohma hubiera nacido mujer, hubiera sido preciosa.
"Tal vez, si te hubiera encontrado en la barra de un bar, como me he encontrado a tantas chicas, me hubiera acercado a ti. Te hubiera dicho mi nombre y tú hubieras fingido indiferencia, porque serías demasiado lista para exteriorizar la emoción de que Yuki Eiri, el soltero de moda, intente ligar contigo. ¿Llevarías un vestido? Sí, es muy probable. Un vestido de verde, a juego con tus ojos, que te sentaría muy bien. Te invitaría a un par de copas mientras hablábamos. Seguro que tendrías una conversación mucho más interesante que la mayoría de mujeres que he conocido. Como tú solías decir, sólo ligo con estúpidas." Seguchi dio otra calada, bajando lánguidamente los párpados mientras lo hacía. "¿Sabes que estás mucho más interesante así, con esa expresión melancólica en vez de esa maldita sonrisa tuya? Si hubiera visto esa caída de ojos que tienes, te hubiera dicho que escribiría un libro sobre una mujer como tú, eso siempre funciona. Pero tú te hubieras hecho la interesante, haciéndome entender que necesitaría algo más que palabras bonitas para acostarme contigo. Pero al final te hubiera traído a mi casa. Al final todas se rinden al snobismo de acostarse con un tío guapo y famoso. Y te hubiera hecho el amor. Seguro que serías muy buena en la cama. Y seguro, segurísimo, que antes de que me diera cuenta ya estarías sacándome dinero. Pero como eres tan, tan lista, es muy probable que yo no me diera cuenta hasta pasadas un par de semanas, cuando tú ya me hubieras dejado sólo con lo puesto. ¿Llevarías el pelo largo o corto? Espero que corto, no puedo imaginarte con el pelo largo. Sí, me convencerías para que te llevara a los locales más caros de Tokio, donde el mayor número posible de gente pudiera verte conmigo. También me convencerías para que te comprara todo lo que me pidieses. Joyas, ropa, pieles. . . Me da miedo pensar en los abrigos de pieles que me pedirías. Como si lo viera, seguro que no pararías de pedir, como una maldita zorra avariciosa. . ."
- Seguchi, apaga eso que te estás quedando dormido.
~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~
ÑEEEEEEEE JE JE JE JE XD
¿Verdad que todos pensabais que Yuki se iba a comportar y que sería Tohma al que se le irían las manos? ¡¡Pues noooooooo!! XDDDDDDDDDDD Jeje, está claro que el destino de Tohma es ser violado por los hermanos Uesigi XD
TOHMA: Oye, por mí que no quede, ¿eh? Yo me presto de mil amores, guapa.
VASLAV: No, si ya sé que tú no tienes ningún problema con eso.
TOHMA: ^_^
Hombre Rikku, que me odies a mí lo acepto, que razones no te faltan, pero eso de que Mika está tan fresca. . . La pobre también lo está pasando mal, que lo suyo tiene tela. Muy bueno lo de los modales de colegiala británica XDDDDDDD
Aix, este capítulo me ha dejado unas ganas de hincarle el diente al ombliguito de Shu-chan XD~~~ (Mirada asesina de Yuki ¬¬) Pero. . . desde el punto de vista maternal, por supuesto. Je. . . jeje. . . je ^^''''
Saludos a todos y hasta el próximo¡¡¡¡ ^_^
***
Entró en la habitación. Seguchi seguía tumbado en la cama sobre la almohada empapada, con la cara girada hacia la pared contraria, de modo que no le veía la cara. Hubiera pensado que se había dormido, de no ser porque aún seguía jadeando a causa del esfuerzo de la pelea.
- ¿Cómo te encuentras?
Le respondió un gruñido.
- Me tienes más que harto, Seguchi.
- ¿Tú estás harto? ¿TÚ, te atreves a decirme que estás harto? – Tohma se incorporó un poco apoyándose en los codos, mirándole con fiereza - ¡Aquí el único que tiene derecho a estar harto soy yo! Llevo años ocupándome de ti, procurando que no te faltara nada. Te he dado dinero, te he apoyado cuando no lo hacía nadie, me he enfrentado a tu padre y a todo el que ha hecho falta por ti. ¿Y para qué? Para que al final se lo quede todo ese muñeco de trapo con el que te acuestas.
- ¿Y quién te lo pidió? ¿Es que alguna vez te he pedido yo algo?
- Esas cosas no se piden, Eiri. Las hice porque quise. ¿Cuándo vas a entenderlo?
- Exacto, Seguchi. Esas cosas no se piden, pero tampoco se hacen para recibir algo a cambio. Y tú no haces nada por nadie si no es para sacar tajada.
La cara de Tohma se ensombreció al oír esto último. Una pequeña porción de su ira fue sustituida por tristeza.
- Eso no es justo. . .
- ¿Justo? ¿Y ha sido justo que metieras a Mika en esto? ¿Qué culpa tenía ella? ¿Por qué tenías que mezclar a Mika en tus intrigas? ¿Es que no tienes límite, Seguchi?
- ¿Y desde cuándo te preocupas tú de lo que le pase a Mika? ¿Alguna vez te paraste a pensar en cómo se sentía ella cuando intentaba hacer algo por ti y tú la apartabas de tu lado de malos modos? ¿Alguna vez te molestarte en preguntarle cómo estaba, o si necesitaba algo? No, claro que no, tú estabas demasiado ocupado en sentir lástima por ti mismo y en revolcarte en tu miseria. ¿Quién crees que la consolaba cuando tú le colgabas el teléfono o la echabas de tu casa? Yo al menos he cuidado de ella, que lo habré hecho mejor o peor, ¡pero desde luego es más de lo que has hecho tú! – Eso desarmó a Yuki. Sí que era verdad que nunca se había parado a pensar en si Mika era feliz o no. Estaba demasiado indignado con ella por haber aceptado un matrimonio de conveniencia y por pretender que él hiciera lo mismo – Y ya que lo preguntas, ¡no, no tengo límite! Yo hubiera hecho lo que fuera por ti. Mentir, intrigar, hundir a quien hiciera falta, incluso asesinar, de ser necesario.
Asesinar. . .
Asesinar. . . asesinar. . . asesinar. . .
Yuki cerró los ojos, concentrándose en controlar su respiración, que se había acelerado de golpe ¿Por qué había tenido que decir eso? ¿Por qué lo había dicho, sabiendo que no existía ninguna otra palabra que pudiera trastornarle más? Cerró la puerta tras de sí, dejando la habitación a oscuras.
Empezó a desabrocharse la camisa, muy, muy lentamente.
- Eiri-san, ¿qué estás haciendo?
- ¿No te lo imaginas? – La camisa cayó al suelo.
Bruscamente, Yuki se sentó sobre las caderas de Seguchi y le abrió la camisa de un zarpazo.
- ¿No es esto lo que dices que te debo? Pues te lo vas a cobrar, todo de una vez – Mientras hablaba, arrancaba la camisa del cuerpo de Tohma, desgarrándola - Vas a quedar satisfecho para el resto de tu miserable vida.
Sin saber muy bien lo que estaba pasando, Tohma daba débiles manotazos para quitarse a Yuki de encima, por lo que éste, cuando hubo terminado de destrozar su camisa, le agarró por las muñecas, empujándolas hacia atrás, inmovilizando las manos de Tohma sobre la almohada.
Se quedaron unos segundos así, con sus caras separadas por escasos centímetros, lo único que se oía en la habitación era la respiración agitada de Tohma, hasta que, poco a poco, ese sonido fue sustituido por una risa burlona y desagradable.
Yuki no entendía nada. ¿A qué venían aquellas carcajadas? O Seguchi estaba mucho más bebido de lo que creía, o se había vuelto completamente loco.
Poco a poco, la risa fue remitiendo, dejando tras de sí una sonrisa siniestra, como la que Mika vio una vez, y que no había vuelto a ver nadie más. . . La vista de los dos ya se había acostumbrado a la oscuridad. Yuki podía distinguir la expresión indescifrable de Tohma, que sostenía su mirada, pero no sabía si se estaba burlando de él, si estaba celebrando lo que se le ofrecía, o a saber en qué demonios estaba pensando aquel desquiciado de Seguchi.
- Me decepcionas, Eiri-san. . . Te hacía mucho más listo – ¿Qué? ¿A qué venía eso ahora? ¿De qué decepción estaba hablando? ¿Qué tenía que ver el ser listo o no? Yuki, definitivamente, ya no entendía nada - ¿De verdad crees que es esto lo que quiero? ¿De verdad crees que me tomaría tantas molestias sólo por acostarme con alguien? "Esto" – Enfatizó – lo hubiera podido tener cuando yo hubiese querido. Cuando hubiese querido, ¿entiendes? Incluso antes de que apareciera Kitazawa - Yuki sintió un violento escalofrío. Tohma, plenamente consciente de ello, dejó una pequeña pausa para que sus palabras hicieran todo el efecto posible en su, hasta ahora, protegido – Conociéndome como me conoces, deberías saber que yo soy mucho más ambicioso. Y que si lo que me apetecía era echar un polvo, para eso ya tenía a tu hermana, que por si te interesa – Levantó un poco la cabeza para sisear el final de la frase en su oído – folla como dios.
Yuki sintió una llamarada de cólera al oír hablar así de su hermana, que le hizo apretar los dientes y agarrar a Seguchi por el cuello, empujándole otra vez contra la almohada. Levantó el puño, dispuesto a propinarle una paliza que le hiciera pasar para siempre las ganas de acercarse a él, a Mika, o a volver a perpetrar la más mínima intromisión en sus vidas o en la de cualquiera que tuviera relación con ellos. Pero no lo hizo, lo que vio a continuación se lo impidió.
Tohma estaba tumbado en la cama, con el cuerpo completamente inmóvil y la mirada perdida. Los brazos, que ya tenía libres, no se movían en absoluto para intentar defenderse. Se fijó en su cara. Seguchi presentaba la cara más triste que había visto en su vida, y no hacía nada, tan solo estaba ahí tumbado, esperando ser vapuleado.
No tenía ningún sentido pegarle. Por lo que podía ver, Seguchi ya había recibido todos los castigos que podía soportar. ¿De qué podía servir pegar a alguien que ya había tocado fondo? No había nada que pudiera hacer para que él sufriera más de lo que estaba sufriendo, ya nadie podía hacerle más daño.
Y el caso es que. . . en el fondo, algo le decía que Seguchi nunca había pretendido hacerles daño, a ninguno de ellos. A su retorcida y perversa manera, Seguchi había intentado ser. . . ¿bueno?
Se quitó de encima de él y se tumbó en el otro lado de la cama. Seguchi volvió la cabeza para mirarle, interrogante. Yuki le ignoró. A tientas, abrió el cajón de la mesita de noche y sacó un paquete de cigarrillos, el que tenía reservado para "el cigarrito post-coito", y encendió uno. Encima de la mesita había un cenicero, lo cogió y se lo puso sobre el estómago. Estuvo fumando en silencio mientras Tohma se quitaba los jirones de camisa que aún le colgaban de los brazos y los dejaba caer al suelo. Luego se volvió a dejar caer en la cama y estuvieron un rato así los dos, sin decir nada.
- Decididamente, eres la ambigüedad personificada, Seguchi. Incluso intentando hacer algo bueno tienes que ser cabrón. ¿Es que no puedes relacionarte con nadie de una manera que no sea retorcida?
- Pues no lo sé. Nunca le he probado.
- Mentir, intrigar, asesinar. . . ¿De verdad crees que es eso lo que la gente quiere que hagas por ellos?
- No, claro que no, la gente no quiere eso. La gente quiere a Shindou gritando y saltando a su alrededor, haciendo monerías y enseñando el ombligo, ¿no?
- Más o menos – Contestó Yuki, en tono burlón. "La verdad es que el ombligo de Shuichi puede proporcionar momentos de intensa felicidad." – Tal vez deberías enseñar más el ombligo.
- Me temo que no será posible. A tu hermana le gusta tener mi ombligo para ella sola – Replicó, con intención.
- Dirás que le gustaba. . . – Yuki utilizó el mismo tono desafiante.
- Exacto, Eiri-san. Veo que estás en todo.
Volvió a haber silencio. Yuki pensó en Nueva York, en lo mucho que Seguchi cuidó de él cuando llegaron allí y él se sentía tan perdido, tan abrumado. . . casi había deseado volver a casa. Pero Tohma siempre estaba de buen humor, siempre tenía una sonrisa para él. Fuera cual fuera el momento en el que iba a buscarle para contarle sus problemas, nunca estaba demasiado ocupado para escucharle, siempre le hacía ver el lado positivo de las cosas, siempre le explicada extraños modos de sacar partido a cualquier dificultad que hubiera surgido, cosas que a él jamás se le hubieran ocurrido. "Ni a mí, ni a nadie más que a este, seguro" Seguchi siempre estaba allí, siempre estaba allí. . . y él siempre corría a buscarle cuando algo le preocupaba.
Luego llegó Kitazawa. . .
Cómo le había impresionado, nada más verle. Lo recordaba muy bien. . . Y de repente Seguchi dejó de serle tan necesario. Él pensó que se alegraría de no tener que aguantarle lloriqueando constantemente, pero muy al contrario, los ratos que pasaba con él Seguchi ya no sonreía, ya no parecía querer escucharle cuando le hablaba de sus cosas, aunque su tema de conversación (él mismo se daba cuenta de ello) se había convertido exclusivamente en Kitazawa, Kitazawa, Kitazawa. Él se sentía desconcertado por la nueva actitud de su amigo, así que se volcaba todavía más en su profesor. Y cuanto más crecía su fascinación por él, más arisco se mostraba Seguchi, menos le apetecía verle, y más se distanciaban el uno del otro.
Después, cuando pasó todo aquello. . . Se estremeció. Después Seguchi había vuelto a su lado, pero él ya no quería que estuviese allí, no quería que estuviese nadie. El que se volvió arisco y huraño fue él, pero Seguchi continuaba allí, siempre allí, incluso más de lo que él hubiera querido. Y no sólo eso, sino que además insistía en culparse a sí mismo por lo que había pasado. ¿Por qué? Él nunca le había culpado de nada, pero Seguchi continuaba allí, siempre, siempre allí, pidiendo un perdón que él no podía darle porque no había nada que perdonar.
¿Por qué no había podido dejar las cosa como estaban? ¿Por qué no había podido ser, simplemente, el Seguchi de antes? ¿Por qué había mantenido aquella irritante costumbre de querer solucionar todos sus problemas aunque él no se lo pidiera? ¿Por qué no había querido entender, desde el principio, que nunca sería tan necesario para él como pretendía?
Suspiró, agobiado, apartándose el pelo de la frente.
- ¿Por qué siempre tienes que hacerlo todo tan complicado?
- Mira quien habla de complicar las cosas – Toda la condescendencia que Tohma había tenido con Yuki durante aquellos años había desaparecido de golpe - Si al menos te hubieras casado con aquella sosa. . .
- ¿Con Ayaka? ¿Qué tenías pensado, Seguchi? ¿Qué me aburriera tanto con ella que te pidiera que nos fugáramos juntos?
- Jeje. . . Más o menos – Respondió, con el mismo matiz de burla que Yuki había utilizado antes.
- Seguchi, eres el demonio.
- ¿Quién, yo? Pero si soy un querubín.
A su pesar, Yuki se rió ligeramente con eso, hasta que sintió los dedos de Tohma acariciar su mano. Volvió a ponerse en tensión. "¿Y ahora qué?" Pero, muy al contrario de lo que pensaba, lo que Tohma estaba buscando era el cigarro que tenía entre los dedos. Para su sorpresa, lo cogió y se lo llevó a los labios, dando una larga e intensa calada.
- Oye, ¿no decías que fumar era un vicio asqueroso?
- Y lo mantengo – Dio otra calada.
Yuki se giró, movido por la curiosidad de ver fumar a su amigo. Tal y como se esperaba, Tohma fumaba como las chicas, sujetando el cigarro con las puntas de los dedos y doblando la muñeca para apartarlo de los labios. Entonces se dio cuenta de que hacía mucho tiempo que no le observaba con atención. Hacía mucho que no se fijaba en lo guapo que era, tan rubito, con aquellos ojazos y esa piel, más blanca que el blanco. Si Tohma hubiera nacido mujer, hubiera sido preciosa.
"Tal vez, si te hubiera encontrado en la barra de un bar, como me he encontrado a tantas chicas, me hubiera acercado a ti. Te hubiera dicho mi nombre y tú hubieras fingido indiferencia, porque serías demasiado lista para exteriorizar la emoción de que Yuki Eiri, el soltero de moda, intente ligar contigo. ¿Llevarías un vestido? Sí, es muy probable. Un vestido de verde, a juego con tus ojos, que te sentaría muy bien. Te invitaría a un par de copas mientras hablábamos. Seguro que tendrías una conversación mucho más interesante que la mayoría de mujeres que he conocido. Como tú solías decir, sólo ligo con estúpidas." Seguchi dio otra calada, bajando lánguidamente los párpados mientras lo hacía. "¿Sabes que estás mucho más interesante así, con esa expresión melancólica en vez de esa maldita sonrisa tuya? Si hubiera visto esa caída de ojos que tienes, te hubiera dicho que escribiría un libro sobre una mujer como tú, eso siempre funciona. Pero tú te hubieras hecho la interesante, haciéndome entender que necesitaría algo más que palabras bonitas para acostarme contigo. Pero al final te hubiera traído a mi casa. Al final todas se rinden al snobismo de acostarse con un tío guapo y famoso. Y te hubiera hecho el amor. Seguro que serías muy buena en la cama. Y seguro, segurísimo, que antes de que me diera cuenta ya estarías sacándome dinero. Pero como eres tan, tan lista, es muy probable que yo no me diera cuenta hasta pasadas un par de semanas, cuando tú ya me hubieras dejado sólo con lo puesto. ¿Llevarías el pelo largo o corto? Espero que corto, no puedo imaginarte con el pelo largo. Sí, me convencerías para que te llevara a los locales más caros de Tokio, donde el mayor número posible de gente pudiera verte conmigo. También me convencerías para que te comprara todo lo que me pidieses. Joyas, ropa, pieles. . . Me da miedo pensar en los abrigos de pieles que me pedirías. Como si lo viera, seguro que no pararías de pedir, como una maldita zorra avariciosa. . ."
- Seguchi, apaga eso que te estás quedando dormido.
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ÑEEEEEEEE JE JE JE JE XD
¿Verdad que todos pensabais que Yuki se iba a comportar y que sería Tohma al que se le irían las manos? ¡¡Pues noooooooo!! XDDDDDDDDDDD Jeje, está claro que el destino de Tohma es ser violado por los hermanos Uesigi XD
TOHMA: Oye, por mí que no quede, ¿eh? Yo me presto de mil amores, guapa.
VASLAV: No, si ya sé que tú no tienes ningún problema con eso.
TOHMA: ^_^
Hombre Rikku, que me odies a mí lo acepto, que razones no te faltan, pero eso de que Mika está tan fresca. . . La pobre también lo está pasando mal, que lo suyo tiene tela. Muy bueno lo de los modales de colegiala británica XDDDDDDD
Aix, este capítulo me ha dejado unas ganas de hincarle el diente al ombliguito de Shu-chan XD~~~ (Mirada asesina de Yuki ¬¬) Pero. . . desde el punto de vista maternal, por supuesto. Je. . . jeje. . . je ^^''''
Saludos a todos y hasta el próximo¡¡¡¡ ^_^
