CAPÍTULO 18: No va a venir
""""""Tohma estaba acorralado contra la pared, recibiendo puñetazos desde tres ángulos distintos. Lo único que impedía que cayera al suelo era el ritmo constante de los golpes.
Cuando aquellos tres se cansaron de vapulearle, se retiraron, dejando que se desplomara sobre sus rodillas y después se desparramara por el suelo, incapaz de hacer nada para amortiguar la caída.
Desde el suelo, escuchó como reían y comentaban algo entre ellos, pero no podía distinguir las palabras. Entonces, Ma le enderezó hasta volver a ponerle de rodillas. Le levantó la cabeza, sujetándole por el flequillo, y sacó una navaja. Tohma vio caer por delante de sus ojos algo que debía de ser parte de su pelo. Efectivamente, Ma le cortaba el pelo a trasquilones, para regocijo de los otros dos, que se reían celebrando la ocurrencia.
- No estará muy guapo para el concierto, ¿eh? JAAA JA JA JA JA
Cuando acabó con el estropicio de su pelo, Ma le hizo dos cortes con la navaja, uno en cada mejilla, que no tardaron en empezar a sangrar, y volvió a dejarle caer al suelo. Tohma gimió. Esta vez se había partido un labio con el golpe.
Aizawa se agachó junto a él. Le cogió por el pelo, es decir, lo que quedaba de él, y le zarandeó la cabeza.
- ¿No dices nada, Seguchi Tohma? No eres tan chulo cuando no está tu guardaespaldas, ¿eh? Vamos, repítelo, repite eso de que estoy acabado. Venga, dinos que vas a hacer para hundirnos. ¿No tienes nada que decir, Seguchi?
En realidad, aquellas palabras se debían a que Aizawa no estaba del todo satisfecho con el resultado que estaba teniendo su plan. Para su frustración, ni un solo quejido había salido hasta entonces de la boca de Tohma, exceptuando cuando se había partido el labio. Eso no era suficiente. Aizawa quería humillarle, quería oírle gritar, llorar, suplicar. Pero a pesar de no estar "su guardaespaldas", Tohma había sido capaz de mantener intacta su dignidad, y eso le estaba quemando por dentro. Incluso matarle de la paliza no podría considerarse más que media victoria si no conseguía hacerle tragar su orgullo.
- Vamos a hacer una cosa - La voz de Aizawa se volvió tenebrosamente simpática - Si me pides, por favor y con muy buenas maneras, que pare, puede que me lo piense y lo dejemos aquí. Venga, ¿no tienes ganas de dejar de sufrir? Es muy fácil Seguchi, sólo tienes que decir "Por favor, Aizawa. . ." Sólo tienes que pedírmelo y todo esto se acabará.
- A-aah – Tohma intentó decir algo, pero antes tuvo que escupir la sangre que se le había acumulado en la boca, que cayó por su barbilla en forma de un hilillo rojo.
- Vamos Seguchi, dilo para que podamos oírlo todos. ¿Qué es eso que quieres compartir con nosotros?
Tohma buscó la mirada de Aizawa y sonrió, más con los ojos que con la boca.
- Pegáis. . . como unas nenas. . . cof, cof, cof – Volvió a escupir.
¡¿Desde cuándo se había vuelto tan estúpido?! "Estos animales están dispuestos a abrirme la cabeza, y yo les provoco todavía más" ¿En qué estaba pensando? Los golpes volvieron a llover sobre su cuerpo.
""""""
En el aparcamiento sólo se oían unos golpes sordos y una respiración considerablemente agitada. Ma y Ken fumaban apoyados contra un coche, mientras Aizawa continuaba pateando a un Seguchi ya inconsciente.
- Venga Tachi, vámonos de una vez. Total, ya ni se entera – Dijo Ken con desgana.
- Nada de eso – Jadeando, Tachi se limpió el sudor de la frente con la manga – Todavía me falta darle el golpe de gracia.
Con una torpeza producida por el cansancio, apoyó una rodilla en el suelo y empezó a darle bofetadas a Tohma para hacerle volver en sí.
- Oye, tú. . . Despierta. . .
Tohma abrió un ojo. Sólo uno, el otro le dolía demasiado. A medida que iba recobrando el sentido, era más y más consciente del dolor que sentía en todo su cuerpo. Distinguía a Aizawa frente a él, diciendo algo, pero era incapaz de procesar los sonidos que llegaban a sus oídos.
- No quieres pedir clemencia, ¿eh, Seguchi? Entonces gritarás, te aseguro que vas a gritar como no lo has hecho nunca – Aizawa mostraba los dientes en una mueca horrible que pretendía ser una sonrisa - A veeeeeeeeeeeer, esas manitas de reinaaa. . . – Canturreó.
Tohma notó que su mano derecha se levantaba y que algo envolvía sus dedos índice y corazón. Abrió los ojos de golpe, indiferente al dolor. Ahora tenía algo mucho más grave que el dolor por lo que preocuparse. "¡No, eso no! ¡¡Eso no!!"
CRRAAAC
- ¡¡AAAAAHHHHHHHHHHH!!
Sintió, más que oyó, el crujido de sus dedos al romperse. Gritó como no lo había hecho en toda su vida, es cierto, insensible al dolor que eso le provocaba, insensible al dolor que provocaba que arqueara su cuerpo al hacerlo, casi insensible, también, al dolor que sentía en la mano. No era el dolor lo que le hacía gritar, el resto de su cuerpo ya le dolía suficientemente, algo más de dolor no suponía una diferencia importante. Era el saber, el estar despierto para ser consciente de ello, las consecuencias que esa fractura tendría, lo que le hacía gritar.
Todavía estaba colapsado por esa avalancha de sensaciones, cuando sintió que sus dedos anular y meñique eran rodeados de la misma manera. Hubo un nuevo crujido y un nuevo grito, seguido esta vez por débiles gemidos. Luego su mano cayó al suelo, y Aizawa y sus compañeros se marcharon, dejándole tirado en el suelo, jadeando y mirando al techo con los ojos desmesuradamente abiertos.
Poco a poco, su mente se iba a clarando. El hecho de que debía hacer algo para salir de allí iba cobrando forma en su aturdido cerebro. Tenía que sobreponerse al dolor, a la extenuación, al horror de sentir su mano destrozada. Tenía sobreponerse a todo eso, no le quedaba mucho tiempo antes de volver a desmayarse.
Con mucha, muchísima dificultad, se dio la vuelta. Localizó su abrigo, tirado en el suelo a un metro escaso de él. Aizawa se lo había quitado antes de empezar a pegarle para que no le supusiera ningún estorbo en su diversión. No estaba muy lejos, pero esa corta distancia se le hizo eterna mientras se arrastraba para alcanzarlo. Cada movimiento suponía intensas punzadas de dolor en todo su cuerpo.
En el bolsillo estaba el teléfono. "El teléfono, el teléfono. . ." Con su brazo bueno, rebuscó entre los pliegues del abrigo intentado encontrarlo, con la cabeza apoyada en el suelo, porque no tenía fuerzas suficientes para mantenerla en alto.
Finalmente encontró lo que buscaba. La mano le temblaba mucho. Tuvo que hacer acopio de toda su fuerza de voluntad para controlarla y conseguir sacarlo del bolsillo. Puso el aparato en el suelo, junto a su cara, pulsó un número de la memoria, y llamó. . . a Mika.
""""//----
Mika acababa de echar de la habitación a su última conquista, un yogurcito de diecinueve años que pensó que le había tocado la lotería cuando aquella mujer impresionante empezó a ponerle ojitos en el bar. Lo que el chaval no se esperaba era que, al acabar, Mika se metiera en el cuarto de baño sin decirle ni media palabra, y que al salir le gritara "¿Todavía estás aquí? ¡A qué esperas para largarte!"
Le dio el tiempo justo para ponerse los pantalones. Lo sacó de la habitación de un empujón, le tiró la camisa a la cara, sus zapatos al pasillo y le cerró la puerta en las narices.
De nuevo sola en la habitación, se puso la blusa que llevaba cuando salió "de caza" aquella noche, que había acabado olvidada en el suelo. Se sentó en la cama, abrazó las rodillas contra su pecho, y se puso a llorar. Siempre acababa igual. . .
Una vez, en medio de una discusión, Tohma le insinuó que si tan sola se sentía, que se buscara un amante. Seguramente lo dijo porque sabía perfectamente que ella nunca haría algo así, y porque sabía que eso le haría mucho daño.
Desde su último encuentro, Mika se había dedicado a consumir amantes de una forma convulsiva. Uno cada noche, a veces, incluso dos el mismo día. Se llevaba a la cama a cualquier morenito que le hiciera gracia, el único requisito imprescindible era no parecerse en nada a Tohma. Y siempre terminaba igual. . .
Si bien físicamente quedaba satisfecha (al menos la mayoría de veces), inmediatamente después de acabar se sentía todavía más vacía que antes. De una forma irracional, y para desconcierto de aquellos hombres que se habían creído tan afortunados, descargaba su rabia y su frustración contra ellos, aún siendo plenamente consciente de que la culpa era toda suya, de que echar un polvo con todos los desconocidos de Tokio, de Japón, o del mundo entero, pese a lo divertido que pudiera parecer, no iba a ayudarla en absoluto a recobrar lo que le faltaba. Pero aún así seguía coleccionando amantes casi como único objetivo en su día a día, instigada por la publicidad del concierto, que la atormentaba constantemente, en un intento absurdo de castigar de algún modo a Tohma.
Menudo castigo. . . Tohma ni siquiera se enteraba de eso, y en caso de que se enterara, seguro que le daría lo mismo. Ella nunca había sido para Tohma nada más que un logro parecido a los premios que adornaban las paredes de su despacho, una muestra de su poder con la que impresionar a las visitas, un trofeo del que presumir de vez en cuando, y el resto del tiempo ni te acuerdas de que está ahí.
Mientras se hundía cada vez más en este tipo de pensamientos, sonó el teléfono. Sin mirar ni siquiera quién era, cortó la llamada y lo lanzó furiosamente contra la pared. ¡¡No quería hablar con nadie!! ¡Que la dejaran todos en paz! ¿Es que ni siquiera iban a dejarla llorar tranquila?
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Tohma sintió como si se hundiera en una especie de abismo al ver que la llamada había sido cortada. Por primera vez, el pánico y la desesperación se apoderaron de él.
No iba a venir. . . Mika le odiaba y por eso no vendría a buscarle. Mika le odiaba y por eso no había querido saber nada de él. Por eso, sin saberlo, iba a dejarle destrozado en el sucio suelo de un aparcamiento, y ves a saber lo que sería de él. Se iba a quedar allí porque Mika le odiaba, porque él había hecho que le odiase. . . De hecho, nadie vendría a socorrerle, porque todos le odiaban.
Rompió a llorar como un niño, y cada contracción de su abdomen al sollozar era casi como recibir un nuevo puñetazo. "Me voy a morir aquí, en el suelo, solo, como un perro. . ."
No, a eso no estaba dispuesto, no lo pensaba permitir.
Apretó los dientes y respiró con fuerza, obligándose a no llorar. Mientras pudiera hacer algo, se opondría con todas sus fuerzas, por pura obstinación. Debía concentrarse en pedir ayuda y dejarse de tonterías, porque la vista se le empezaba a nublar peligrosamente y tenía que actuar antes de volver a perder el sentido.
"Vamos, es fácil. Sólo tienes que pulsar dos teclas, sólo dos teclas. . .", se decía a sí mismo para estimularse a moverse. Sólo tenía que pulsar dos teclas y vendrían a ayudarle, ¿pero cómo hacerlo, si su brazo había perdido prácticamente toda su fuerza y veía tan borroso que casi no podía distinguir ni el teléfono? Pero se obligó, se obligó a hacerlo, y consiguió marcar el número de Yuki.
Vale, ahora sí. Ahora es cuando la gente pide mi busca y captura y ofrecen una recompensa por mi cabeza. Pero. . . Por favor, decidme que esta vez sí que Tohma os ha dado lástima, aunque sea sólo un poquito. ¿No os ha dado lástima, snif, pobrecito? Snif, snif.
Y por favor, no os enfadéis con Mika, q la pobre no ha hecho nada. Bastante tiene con lo que tiene, ¿no? '''
Saludos a los que me dejaron un rw por primera vez Yuino me preguntó cuántos capítulos quedaban. Pues no estoy segura, la verdad, pero creo que unos 3 o 4 para acabar.
Bueno, resulta que a mi ordenador le ha picado un bicho muy malo y ahora estoy sin conexión, así que hasta que me lo arreglen no sé como ni cuando voy a poder publicar. Ya me las arreglaré, pero no creo que sea tan ágil como antes. Aix. . .
La buena noticia es que mañana es el salón del Cómic de Barcelona UEEEE A Yukii no pudimos convencerla para que se disfrazara, pero también estará muy mona haciendo de sí misma. Yo iré disfrazada de Thoma, a ver si así me perdona por todo lo que le estoy haciendo.
THOMA: ¡¡Y una leche te voy a perdonar!!
Bueno, pues vale ''' Entonces me despido. Saludos y hasta el próximo¡¡¡
