CAPÍTULO 23: Epílogo
Mika y Tohma miraban la televisión en el salón de su casa.Tohma estaba cómodamente tumbado en el sofá, con la cabeza sobre las piernas de su mujer, sentada en un extremo. Mika le acariciaba el pelo, o mejor dicho, la pelusilla color platino que cubría su cabeza. Para igualarlo después de la bromita de Ma, se lo había tenido que dejar cortísimo, como si en vez de músico y empresario fuera un infante de marina.
Otras secuelas que le habían quedado de la pelea eran dos finas cicatrices en donde antes estaban los cortes de las mejillas, no muy profundas, pero que ya no desaparecerían. También tenía una cicatriz en la boca, que le dejaba una pequeña marca blanquecina en el labio inferior, y otra correspondiente a la brecha de la frente, pero en cuanto le creciera un poco el pelo esa ya no se vería.
Respecto a su mano, tal y como él mismo vaticinó, los médicos le dijeron que se recuperaría, pero que sería una rehabilitación larga y que, si quería volver a tocar, debía tener el brazo completamente inmóvil y guardar reposo.
Mika ocupaba su puesto en la empresa como buenamente podía. Tenía que ponerse al día de muchas cosas, porque Tohma nunca se había molestado en explicarle ni en qué cajón guardaba los lápices. Y los empleados descubrieron que, si bien la jefa era mucho menos exigente que el jefe, también tenía mucho peor carácter.
Tohma se aburría como un hongo. No estaba él hecho para tanta inactividad.
Al principio casi no lo notó porque se pasaba prácticamente todo el día durmiendo, pero a medida que se recuperaba, más tiempo pasaba despierto y más y más se aburría. Se paseaba por la casa como un animal enjaulado, sin saber qué hacer, porque llevar un brazo en cabestrillo no te deja muchas opciones. Un día, cuando ya estaba más que harto de mirar películas y de leer, intentó cocinar para pasar el rato, pero acabó tirándose por encima la olla de agua hirviendo al intentar levantarla con una sola mano. Se quedó arrodillado en el suelo de la cocina, con la ropa empapada escaldándole el pecho y las piernas, lloriqueando de frustración.
Sin darse cuenta de ello, llamaba a Mika cada diez minutos con cualquier excusa, para hablar un rato con alguien. . . y para ver si conseguía que le dejara ir a trabajar.
- Hola, ¿cómo va todo? ¿Han llegado muchas maquetas?. . . ¿Y el material nuevo que encargamos?. . . Ah, qué bien. . . ¿Qué tal te las arreglas? ¿No necesitas que vaya a ayudarte? Si quieres, cojo un taxi y. . . Vale, vale. . . Y, ¿cómo se porta Ryuichi? ¿Te da mucho la lata? Jeje. . . ¿Ah sí? ¿Y cómo te da la lata, exactamente? ¬¬
Y así una y otra vez, de modo que Mika pasaba casi más tiempo hablando con él por teléfono que trabajando, con todo lo que había por hacer. Hasta que. . .
- ¡Tohma, haz el favor! Si te aburres busca algo para entretenerte. Me has llamado ya DIEZ VECES hoy, y ni siquiera es la hora de comer.
- Lo siento T.T
Tuvo que reconocer que tenía razón. Decidido a portarse bien, se fue al salón, estuvo mirando la tele durante unos veinte minutos. . . y llamó a K. A continuación, ojeó un rato una revista. . . y llamó a Sakano, después a Yuki, a Suguru, a Ryuichi. . . Y así toooooooodo el día. Tohma estaba sufriendo lo que podría llamarse "el mono" de su adicción al trabajo.
Al regresar a casa, Mika se encontraba con un Seguchi ansioso de compañía e interacción humana. No paraba de revolotear a su alrededor como un colibrí mientras ella preparaba la cena. "¿Quieres que te ayude a hacer algo, Mika? ¿No me cuentas nada, Mika? ¿Qué estás preparando, Mika? Oye, ¿prefieres que vayamos a cenar fuera, Mika?" Estaba realmente insoportable.
- ¿Sabes, Tohma? Estoy empezando a considerar marcharme otra vez de casa. ¡Y aleja las zarpas del pastel!
Cuando notaba que se estaba acercando peligrosamente al límite de la poca paciencia de su mujer, Seguchi hacía uso de su arma secreta, la treta más vil y rastrera que os podáis imaginar, la técnica de. . . "La Mirada Suplicante"
- ¿Es que. . . es que te estorbo, Mika? – BLINK, BLINK, BLINK. Tohma pestañeaba vistosamente, derramando sobre su mujer una cascada de destellos color verde, estrellitas y corazoncitos. Como por arte de magia, sus mejillas de teñían de un color rosa intenso, y sus labios se fruncían en un pucherito delicioso.
Ante semejante chantaje emocional, Mika no podía hacer otra cosa que abrazarle muy, muy fuerte y cubrirle de besos. ¿Quién podría resistirse a esa carita?
- Hoy – Empezó a contarle Mika, sin dejar de acariciarle el pelo – Shuichi a llegado llorando como un histérico y berreando no sé qué de que mi hermano ya no le quiere porque sin querer le ha mordido mientras se la chupaba. "No lo habré entendido bien", pensé yo, así que volví a prestar atención y, efectivamente, Shuichi le estaba suplicando a todo el que quería escucharle que le explicara cómo se hacía una mamada bien hecha para que "su Yuki" volviera a quererle.
- ¿Y se lo has explicado?
- ¡Tohma! – Risitas del susodicho – Pero la cosa no se acaba aquí. Lo más curioso del caso es que el chaval estaba ahí, gritando como si lo fueran a matar, y tu primo y el otro sin hacerle ni caso, ni inmutarse siquiera.
- Bueno, es que eso es normal.
- ¿Normal?
- Sí – Bostezó - Llevaban una semana entera queriéndose, ñm, ñm. Ya tocaba.
Mika suspiró. Lo más complicado de asumir la dirección de la empresa no era enfrentarse con las montañas de papeleo acumulado y con los cientos de personas que llamaban insistiendo en que querían hablar con Seguchi Tohma, y a los que costaba muchísimo convencer de que lo mismo era hablar con él que con ella. Lo más complicado era, sin ninguna duda, batallar con la panda de desequilibrados que formaban la plantilla de NG Records.
- Tohma, ¿no contrataste ni a una sola persona normal, vamos, lo que la mayoría solemos entender por "normal", para trabajar en la empresa?
- Intenté evitarlo por todos los medios, querida (sonrisita) - Se giró, frotando su cara contra el estómago de su mujer, todo mimosín - Mikaaaaa. . .
- ¿Qué?
Miró hacia arriba, poniendo carita de niño pequeño.
- Abrázame (sonrisita)
Mika no le abrazó. En vez de eso, se le quedó mirando unos momentos, pensativa.
- ¿Estás seguro? – Tohma se inquietó un poco ante esa pregunta y por la seriedad con que Mika la formuló.
- ¿Hmm? Claro. . . ¿Por qué lo dices?
- Si tantas ganas tienes de que te abrace. . . vamos a la cama.
- Em. . . bueno, yo sólo decía. . .
- ¿Eso es un no?
Tohma pareció pensárselo un momento. Después volvió a sonreír, más ampliamente que antes.
- No, no lo es en absoluto.
Durante los primeros días después de que le dieran el alta, lo de hacer "uso del matrimonio" había tenido que quedar forzosamente descartado. Pese a que lo intentó, Tohma no estaba en condiciones de realizar semejante hazaña (La tentativa de coito frustrada fue una de las experiencias más humillantes de su vida) Y cuando estuvo un poco más recuperado tampoco pudo poner de su parte todo lo que hubiera querido. Aún estaba demasiado débil, y lo de tener un brazo inmovilizado incordiaba mucho más de lo que pensó en un principio. Pero tampoco importaba demasiado. Mika se las arreglaba mejor que bien haciendo ella todo el trabajo.
&&&¡¡&&&
En el dormitorio se escuchaba el roce de las sábanas y una conversación en susurros. Mika le había explicado a su marido lo de la multitud de amantes que había tenido mientras estaba lejos de él, y tal y como ella había pensado, no se puso celoso en absoluto. Pero tampoco es que se hubiera quedado indiferente, ni mucho menos. La verdad es que. . . le daba un morbazo increíble. No paraba de hacer preguntas al respecto, deseoso de conocer todos los detalles, para asombro y deleite de su mujer.
- ¿Fueron muchos, de verdad? – Preguntó, mientras Mika besaba voluptuosamente su cuello, dejando una marca roja en cada sitio donde posaba los labios. Normalmente, Tohma le tenía ter-mi-nan-te-men-te prohibido dejarle marcas, pero esta vez se lo podía permitir. De todas formas, nadie iba a verlas.
- Oh, sí. Muchísimos – Contestaba ella, con voz melosa. Le mordió el labio inferior. La cicatriz le resultaba extremadamente apetitosa.
- ¿Uno cada noche?
- Exacto – Le arañó un costado, con sus uñas largas y afiladas, haciendo que Tohma se arqueara ligeramente a causa del dolor. Eso también dejaría una marca.
- ¿Alguno especialmente guapo?
- Todos eran guapos, cariño – Seguchi había conseguido atrapar el lóbulo de la oreja de su mujer, y ahora lo chupaba con fruición. Pero Mika no tardó nada en escabullirse. Bajó la cabeza hasta el pecho de Tohma y empezó a mordisquear uno de sus pezones, para desesperación de su marido.
- Y. . . Aaah. . . ¿Y aprendiste muchas cosas?
- Mmm. . . Unas cuantas – Mika levantó la cabeza, sonriendo maliciosamente - ¿Quieres que te enseñe alguna?
- . . . Sí. . .
Mika volvió a bajar la cabeza, desplazándose esta vez hasta el vientre de Tohma, repartiendo sobre él cálidos besos y escuchando ronronear a su marido. Mmmmmmm, su estómago estaba tan calentito, su piel era tan suave. . . Los besos fueron bajando, hasta alcanzar su bajo vientre, y Tohma se iba poniendo cada vez más tenso. Siguió bajando hasta colocar la cara sobre su erección, sintiendo lo que él esperaba que hiciera, pero se limitó a respirar sobre su miembro, lo que hizo que Seguchi levantara las rodillas y gruñera de impaciencia. Estaba completamente a merced de su mujer, lo sabía, no podía hacer nada más que esperar y recibir lo que ella quisiera darle. Ya había descubierto que cuanto más explícitamente pidiera, más tardaría Mika en darle lo que necesitaba.
Mika también lo sabía, y disfrutaba enormemente con ello. Sopló encima de la erección de Tohma, haciendo que su piel se erizara y que arqueara la espalda, mordiéndose el labio. La verdad es que se veía delicioso. . . Se concedió depositar un dulce beso en la punta de su miembro. Al escuchar el gemido de súplica que eso arrancó de la garganta de Seguchi, estuvo a punto de metérselo todo en la boca y chupar hasta que Tohma pensara que iba a morirse de puro placer. Pero se contuvo. Sería mucho más divertido ir despacio, y a Tohma aún le quedaba mucho que sufrir.
Como si fuera un sabroso helado, le dio unos cuantos lametones, de abajo a arriba, dejándolo todo húmedo y sensible al frío o al calor. Sopló encima de su miembro y seguidamente se lo metió en la boca, dando una única chupada, muy suave, pero que bastó para que el calor de su boca contrastara con el frío que acababa de sentir. Tohma soltó un bufido y se agarró a la almohada, recordándose justo a tiempo que no debía protestar porque aún sería peor. Mika dio el último beso sobre la puntita, y volvió al estómago. Tohma se llevó la mano buena a la boca, mordiéndose el dedo índice para contenerse y no gritar de desesperación. Sólo contaba con una mano para descargar la tensión, y era francamente insuficiente.
- Hnnnn. . . hnnnn
Los besos fueron subiendo hasta alcanzar otra vez sus pezones. Mordió uno sin ninguna misericordia al mismo tiempo que pellizcaba el otro con fuerza. Acarició con la punta de los dedos la erección de Tohma, una caricia que a aquellas alturas resultó casi dolorosa.
- AAH. . . Mika. . . Mika, por favor. . . No me hagas esperar más. . .
Sonrió. . . Suficiente
Sentada sobre las caderas de Seguchi, Mika se agitaba disfrutando del espectáculo que su marido le ofrecía. Como la imagen misma de la lujuria, Tohma gemía y se arqueaba, con los ojos cerrados, pidiendo más sin palabras, como si nunca fuera a tener bastante. ¿Podían los que le conocían imaginarse lo sexy que llegaba a ser Tohma en momentos como aquel? ¿Lo hermoso que se veía así, sin guardar la compostura, con su cuerpo brillando a causa del sudor y su boca, húmeda, entreabierta? El mismo Tohma pensaba que nunca iba a tener bastante. Tenía mucho deseo, mucha angustia y mucha soledad acumulada, y quería resarcirse de todo, que no quedara nada, que todo desapareciera y fuera sustituido por placer, sólo placer. Apoyó los pies en la cama y levantó las caderas para hacer la penetración más profunda. La sensación tan fantástica que consiguió con eso le hizo gritar de éxtasis, y como pudo escuchar, a Mika tampoco la dejó indiferente. Quería repetirlo pero tendría que dosificarse, porque no iba sobrado de fuerzas.
Levantó su mano izquierda para intentar alcanzar la cara de Mika. Ella la tomó entre las suyas y se la llevó a la mejilla. Frotó la cara contra la palma de su mano, sonriendo con los ojos cerrados, después le dio un beso, dos, tres, y se metió su dedo anular en la boca, chupándolo al mismo ritmo al que se movía. Tras esto, colocó la mano sobre uno de sus pechos, dejándola ahí, y Tohma lo acarició con violentos movimientos circulares. Mika volvió a sonreír, había llegado el momento de darle a Tohma su sorpresa.
Sin dejar de moverse, acarició la parte interior de los muslos de Seguchi, que seguía con las rodillas en alto. Los acarició moviendo despacio las manos desde las rodillas hasta la base de las nalgas, después repitió la operación en sentido contrario, para que Tohma no sospechara nada de lo que tenía pensado para él. Volvió a acariciarle, esta vez sólo con la mano derecha.
Tohma abrió los ojos en la oscuridad todo lo que sus párpados dieron de sí al notar la incursión de un dedo en su entrada. ¡¡Un momento!! ¿Qué estaba haciendo Mika? Aquella intromisión empezaba a molestar, pero no daba ninguna señal de que fuera a retroceder. ¿Qué estaba haciendo? ¡¿Qué estaba haciendo?!
Mika le permitía hacérselo por detrás, cosa a la que era muy aficionado, siempre que quería y sin ninguna queja, y a él le constaba que no todas las mujeres se dejaban hacer eso. De hecho, Mika aceptaba gustosa cualquier tipo de experimento que él propusiera, y ella misma tenía múltiples y fantásticas ideas. No había juego sexual al que su complaciente y cachonda esposa no se prestara, de eso no se había podido quejar nunca, pero. . . ¡Demonios! ¡Las mujeres no tocaban así a sus maridos! Él SABÍA que las mujeres no tocaban así a sus maridos, y mucho menos sabiendo. . . bueno, sabiendo las preferencias que él tenía.
Además. . . Además la intromisión estaba empezando a dejar de ser molesta para transformarse en algo mucho más agradable de lo que se atrevía a demostrar. Tohma empezaba a colapsarse, desconcertado por la sorpresa y aquel extraño y nuevo placer. La sensación de colapso creció cuando un segundo dedo hizo acto de presencia.
- Ohmmpf. . . – Se tapó la mano con la boca para apagar un profundo gemido y también cubrirse la cara todo lo que pudo, notando que sus mejillas estaban ardiendo. Con aquella temperatura, no le hubiera extrañado que su cara estuviera brillando en la oscuridad, emitiendo una luz rojo incandescente. No estaba seguro de si era correcto exteriorizar que aquello le estaba gustando. . . y mucho. Intentaba contenerse, sin saber a ciencia cierta si eso era lo que se suponía que debía hacer. Y por si la confusión no era suficiente dificultad, un calor insoportable había tomado posesión de todo su cuerpo, señal de que faltaba muy poco para que disimular se hiciera imposible.
- ¿No te gusta? ¿Quieres que pare? – Preguntó Mika, con la voz afectada y una sonrisa lasciva que dejaba bien claro que ya conocía la respuesta.
¿Parar? ¿Ahora? ¡¿Parar?! ¡QUE NI SE LE OCURRIERA PARAR AHORA!
- AAAAAAHHHHHHH. . . ¡Mika, no pares!. . . OOOOHHHHH. . . ¡¡Más, quiero más!! Mika. . . Mika. . . AAAAAHHHHHH. . .
Dicho y hecho, Mika empezó a moverse más rápido encima de él, y dentro de él. Tohma creyó que se iba a morir de puro placer, que su cerebro iba a estallar, colapsado por tantas sensaciones al mismo tiempo. Sentir aquello, el estar dentro de Mika, y sentirla a la vez a ella tocándole así, era demasiado, demasiado placer. Iba a morirse, sin duda, en aquel mismo instante. . .
El calor creció hasta límites insoportables, y Tohma gritó de tal modo que pensó que le habrían oído en todo Tokyo. Todo lo que era capaz de sentir se concentró en un solo punto de su cuerpo, estallando, haciendo que todo a su alrededor se fundiera, que desapareciera, y que sólo quedara una palabra con sentido en el mundo entero, un nombre, una presencia, a la que estaba inmensamente agradecido por lo que acababa de hacerle sentir.
Se quedó allí tumbado, exhausto, aún embriagado. Su cuerpo se iba calmando, pero su cabeza no acababa de volver del todo a la realidad, envuelta todavía en aquella nube de placer. Notó que Mika se movía para hacerle salir de ella. Se estremeció con la última presión sobre su miembro. Unas manos, cálidas y suaves, se desplazaron por su vientre y su pecho. Tohma sólo podía oír los latidos aún desbocados de su propio corazón.
Tum, tum-tum, tum. . .
Abrió los ojos. Mika había cruzado los brazos encima de su pecho y ahora le observaba tiernamente, con la cara apoyada encima de las manos.
- Y bien, ¿qué te ha parecido? – Le miró con una expresión de suficiencia de lo más repelente, segura de su éxito. Tohma se estiró, como si acabara de despertarse, y acarició el pelo de su mujer.
- Me parece, querida, que cuando me recupere te voy a tener atada a esta cama tantos días como halla durado mi rehabilitación. O hasta que me canse, que creo que será más tiempo.
Mika se recostó sobre su marido, escondiendo la cara contra su cuello, aspirando el aroma que desprendía la piel de Tohma, cuyos dedos seguían enredados en su pelo.
- Oh, me parece bien. ¿Y me darás de comer, o te limitarás a utilizarme como tu esclava sexual?
- Me lo pensaré. Dependerá de cómo que te portes – Se rieron los dos.
Estuvieron un rato así, abrazados sin decir nada. Mika jugueteaba con el pezón derecho de su marido, ahora acariciándolo, ahora pellizcándolo, o arañándolo un poquito.
- Tohma. . . ¿Me quieres?
- . . .
- ¿Tohma?
- . . .
- Tohma, ¿me quieres o no?
- Zzzzzzzzz
Extrañada y algo picada, Mika levantó la cabeza, para encontrarse con que. . . su marido se había quedado profundamente dormido con la boca abierta de par en par.
- JAAAAAAAAA JA J. . . – Se tapó la boca para ahogar la carcajada, no fuera a despertarle. Ese era el efecto de la medicación de Tohma: A la que hacía algún esfuerzo importante, se quedaba dormido como un tronco, como si se hubiera muerto, fuera lo que fuera lo que estuviera haciendo en ese momento, incluso a veces, como acababa de pasar, en medio de una conversación.
Mika apoyó la cabeza en una mano. Se quedó mirando la expresión tan divertida que tenía su marido, hasta que decidió que ya se había burlado bastante de él en silencio. Puso una mano bajo su barbilla y la empujó hacia arriba con cuidado, cerrándole la boca. Mucho mejor así, jiji. Recorrió su perfil con el dedo hasta llegar a los labios, cuya comisura acarició de la misma forma.
- Mírate, hasta pareces buena persona cuando estás dormido. . . Seguro que ni una bomba atómica podría despertarte ahora, ¿verdad? Mi dulce y precioso Tohma. . . Como una muñeca, la "Bella Durmiente". . . – Volvió a apoyar la cabeza en su pecho, abrazándole con suavidad – Tohma. . . Te lo he hecho pasar mal, ¿verdad? Perdóname, te prometo que no volverá a pasar nunca más. Te quiero mucho Tohma, mucho, quiero estar siempre contigo – Le cogió la mano y se la llevó a los labios, dando un besito en cada uno de sus nudillos – Pero, si lo has pasado mal. . . significa que tú también me quieres, ¿a que sí? ¿Verdad que tú también me quieres, que me necesitas? Seguro que sí, seguro que no me lo dices, pero en el fondo lo piensas. ¿Verdad que tú también me necesitas? Sí, me necesitas, lo sé. . .
- Te veo muy segura de ello, cariño. . .
Mika se incorporó, sobresaltada, y vio que Tohma seguí exactamente en la misma posición que antes, con los ojos cerrados, pero con una amplia y pícara sonrisa.
- ¡Tohma! ¿Estabas despierto?
- ¿Acaso no es evidente? – Respondió, sin moverse.
- ¡Oh, Tohma! Cómo. . . ¡¿cómo has podido?! ¿Cómo puedes ser tan caradura de hacerte el dormido y dejarme vomitar estupideces de esa manera? ¡No tienes perdón, ni vergüenza, ni. . ., ni. . .!
- Ni nada que se le parezca, en efecto, JA JA JA – Abrió los ojos, mirando a su mujer sin molestarse lo más mínimo en disimular que se lo había pasado en grande con la travesura – Además, hubiera sido una lástima interrumpir una escena tan tierna, con todas esas cositas tan empalagosas que me estabas diciendo JUAAAAA JUA JUA Oye, oye, y no pretenderás en serio que yo también me ponga a decirte cursilerías de esas, ¿verdad?
- Pues. . . pues alguna vez no estaría mal. . . aunque fuera sólo para variar – Lloriqueó una chibi Mika, notando que se estaba ruborizando hasta las orejas.
- JUAAAAAAAA JUA JUA JUA JUA ¿Pero tú por quién me has tomado, chata? ¿Por uno de esos niños de instituto que has ido desvirgando por ahí?
- ¡Eres un imbécil! – Se arrodilló en la cama, desnuda como estaba, agitando los brazos a toda velocidad con los puños cerrados en señal de protesta, con la mejillas hinchadas - ¡Y ya te dije que niños de instituto ni uno! El más joven ya iba a la universidad, hn ¬¬
- Aaaaaaaaaaah, bueno, pues si ya iba a la universidad, nada JUAAAAAAA JUA JUA ¿Sabes lo que hubiera sido genial? Que hubieras seducido a Suguru. Esa sí que hubiera sido la joya de tu corona, jajajaja ¿No se te ocurrió?
- Pues mira, la verdad es que se me pasó por la cabeza, pero al final lo dejé estar porque resulta que yo no soy tan golfa como tú – Sí sí, sí. Mika acaba de decirle a su marido que es unA golfA.
- Jejeje. . . Lo sabía. Menuda depravada. Te has convertido en una asalta-cunas, como tu hermano. ¡¡Madres, esconded a vuestros hijos que llegan los hermanos Uesugi!! JAAAAAAAAAA
- ¡¡VETE A LA MIERDA, MARICA!!
Se tiró en su lado de la cama, agarró con las dos manos la sábana y, tal y como era su costumbre, pegó un estirón, cogiéndola casi toda, envolviéndose con ella hasta las orejas, mientras que a su lado, Tohma, cuya desnudez había quedado completamente al descubierto, continuaba desternillándose. Cuando se le pasó el ataque de risa, se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, soltando las últimas risitas.
- Mika. . . me has destapado. . . – La contestación que le dio su mujer a eso fue un gruñido más propio de un mastín que de una persona - ¿No me vas a dejar un poquito de sábana? Me voy a resfriar.
- Pues te jodes – Respondió, con un resentimiento que provenía de lo más hondo de sus entrañas.
- Jijiji. Venga corazón, princesa, luz de mi vida, sé buena con tu pobre marido que aún está convaleciente.
- Si lo que pretendes es darme lástima vas por muy mal camino – Notó como Tohma le acariciaba detrás de la oreja.
- Gatitaaaaaaaa, tigresa míaaaaaa. . . - Ronrone
- ¡Ya está bien! ¡Deja de llamarme estupideces!
- Pero azucarillo, pastelito, caramelito de fresa, ¿no era eso lo que querías, que te dijera cosas dulces?
- ¡¡Qué te vayas a la mierda!!
Esto provocó una nueva carcajada de Tohma. Era divertidísimo hacer rabiar a Mika "Aix, pero qué mona es mi mujercita, y qué mala leche que se gasta ¡Es que me la comería! (sonrisita)" Se acercó a ella, acurrucándose contra su espalda para poder hablarle siseando en su oído.
- Anda pocholina, mi galletita rellena de amor, ¿qué puedo ofrecerte a cambio de un trocito de sábana?
- Pues no sé. . . ¿Un viaje a París, tal vez?
Las ganas de hacer broma de Seguchi desaparecieron de golpe. Sonrió tristemente para sí, encajando aquel contundente ataque inesperado.
FLASH BACK
Hacía poco más de un año, antes de que Bad Luck y Shuichi entraran en sus vidas, a la pregunta de "¿Qué quieres que te regale por tu cumpleaños, querida?", Mika respondió que quería hacer un viaje, con él, por descotado. A Seguchi no es que le apeteciera mucho, pero, pensándolo bien, ese viaje le haría ganarse una cuantas semanas de tranquilidad sin la constante cantinela de "Nunca hacemos nada juntos", "Estoy casada con un fantasma", "Me tratas como a una empleada", etc, etc. Además, cuando la tenía contenta, Mika era más suave que un guante. . . Sí, valía la pena. Accedió, y entre los dos decidieron que el destino sería París.
Mika se pasó las dos semanas siguientes flotando en una nube de felicidad, fantaseando con románticos paseos a la orilla del Sena y con una suite maravillosa con vistas a los Campos Elíseos. Pero lo mejor de todo era que tendría a Tohma para ella solita durante cinco días con sus respectivas noches.
El avión salía el martes a las 16:00. El lunes a las 22:00, Mika estaba en su dormitorio haciendo la lista de las cosas que se llevarían cuando, inesperadamente, apareció Tohma.
- Hola cariño. No te vas a creer lo que ha pasado – Mika se puso blanca – Resulta que mañana llegan los distribuidores de Osaka y me acaban de decir que van a quedarse en Tokyo hasta el viernes, para hacer un estudio de mercado – Tras entrar en la habitación, se había ido derecho al armario. Se puso a buscar entre sus trajes hasta que encontró uno que le pareció apropiado, lo sacó y lo dejó encima de la cama. Continuó hablando mientras se cambiaba de ropa – Y claro, esperan que yo les atienda y les lleve a todos los sitios que quieren visitar. Pero no te preocupes (sonrisita) Acabo de llamar a Nori-chan y me ha dicho que estará encantada de ir contigo a París ¿A que es genial? Y eso que la hemos avisado el día antes. Ya verás qué bien os lo pasaréis. A ver qué hacéis las dos solas por ahí, pillinas, jijiji. Bueno cariño, me voy que tengo una cena. Volveré tarde, no me esperes despierta.
Y se marchó, sin darle tiempo a su mujer de pronunciar una sola palabra de protesta. Aunque, de haber tenido la oportunidad, tampoco se hubiera quejado. Para lo que le iba a servir. . .
Así que sus vacaciones románticas se convirtieron en una especie de maratón, con Noriko arrastrándola de boutique en boutique e intentando animarla a base de botellas de Dom Perignon.
- Venga Mika-chan, vamos a pedir otra, que te veo mustia, ¡hip! Oh, jojojojo.
Mientras tanto, los distribuidores de Osaka llegaron, en efecto. Tohma pasó el día tratando con ellos los asuntos que tenían pendientes, los llevó a comer, les enseño un poco la ciudad y, esa misma noche, les acompañó él mismo al aeropuerto. Una vez se hubieron ido por donde habían venido, pudo dedicarse por entero a la auténtica razón que le había retenido allí.
Por aquel entonces, Yuki se había echado una "novia" nueva, una individua que se llamaba a sí misma modelo, aunque no hubiera trabajado como tal más que una o dos veces en su vida; vulgar y ordinaria, cerrilmente inculta, gastadora convulsiva, con todos los vicios que se pudieran tener, y que estaba ejerciendo una influencia nefasta sobre Yuki.
- Eiri-san, ¿es que no ves lo que te está haciendo esa mujer?
- Eso no es asunto tuyo. Estoy cansado de tener que decirte que no te metas donde no te llaman – La voz de Yuki sonaba pastosa a través del teléfono, seguramente a causa de que habría bebido mucho. . . y a causa, muy posiblemente, de haber consumido también otras sustancias no muy buenas para la salud que le habría proporcionado aquella golfa.
- Ella no es buena para ti, Eiri. Tú te mereces algo mucho mejor, puedes aspirar a mucho más. . .
- ¡¡Tengo exactamente lo que quiero, así que déjame en paz de una puta vez!!
- ¿Con quién hablas, Yuki? – Preguntó una voz femenina, que a Seguchi le llegó amortiguada por la distancia.
- Con el imbécil de mi cuñado. Se ve que como la amargada de mi hermana hace tiempo que no le echa un polvo como dios manda, tampoco quiere que nos divirtamos los demás - Tohma escuchó la risotada de la chica y después la llamada se cortó.
Despacio, colgó el teléfono de su despacho. Apoyó la barbilla en una mano, el dedo índice sobre sus labios. Podía visualizar la escena tan claramente como si estuviera allí: Aquella mujerzuela, borracha también, avanzando hacia Yuki tambaleándose, para acabar desplomándose encima de él. Cajas vacías de comida china de encargo desparramadas sobre la mesa y, en una bandejita, las "golosinas" que había traído ella. Cerró los ojos con fuerza instintivamente, intentando borrar aquella imagen, sin conseguirlo, claro, ya que todo estaba en su cabeza.
Fue entonces cuando lo decidió. Lo sentía por Mika, porque no se lo merecía, pero sabía que pasar cinco días lejos de Yuki sabiendo que estaba en manos de esa ramera, se le harían insoportables. Además, tendría que pasar las veinticuatro horas de esos días con Mika, que esperaría de él atenciones y conversación a raudales, mientras que él no podría apartar sus pensamientos de Yuki, sin dejar de preocuparse por lo que le podría estar pasando. . . Uf, no, definitivamente no, acabaría volviéndose loco.
Dos días después de que Mika cogiera el avión para París, Seguchi puso en marcha su plan. Le constaba que la víbora aquella había pasado la noche con Yuki, así que se pasó dos horas enteras haciendo guardia en la puerta de su edificio, hasta que la vio salir. La observó mientras la chica se paraba en el portal y buscaba algo en su bolso. Cómo le repugnaba. Los tacones excesivamente altos, los tejanos tan ceñidos que Tohma se preguntó cómo lo habría hecho para meterse en ellos; el corpiño de cuero, que le apretaba los pechos haciéndolos rebosar por encima del escote; las gafas de sol, seguramente para ocultar las ojeras provocadas por la juerga de la noche anterior; la cantidad absurda de joyas, entre ellas unos pendientes tan largos que le rozaban los hombros. Cuanto más la miraba, más crecía su aversión hacia ella. Aquella mujer representaba todo lo que Tohma despreciaba.
- Buenos días, señorita Kirigoe (sonrisita)
La chica levantó la vista del bolso, encontrándose frente a ella a un ¿individuo? ¿individua? que le sonreía beatíficamente, de cabello rubio, carita de querubín, la cabeza coronada por un sombrero negro y con un abrigo de pieles que era una pasada. Se bajó un poco las gafas de sol.
- ¿Y tú quién eres? – Preguntó, mirándole con cara de perro.
- Soy el cuñado de Eiri-san.
- Ah, sí. . . el cotilla.
- Sí, creo que Eiri-san me otorga ese título de vez en cuando (sonrisita)
- Bueno, ¿y qué quieres? ¿No has dado ya bastante la lata?
- Oh, he pensado que ya que estoy aquí, podría acompañarla a su casa.
- Mira tío, lárgate y déjame en. . . – Ante la negativa inicial, que ya había previsto, Tohma utilizó un truco al que sabía que ella no podría resistirse. Se apartó, dejando a la vista su precioso Jaguar biplaza color negro. Tal y como esperaba, la chica dejó de protestar, admirando el coche. Ella no perdería la oportunidad de subirse a un coche como aquel. Abrió la puerta y, con una exquisita reverencia, la invitó a entrar – Bueno. . . Si te empeñas. . .
Entró. Tohma cerró la puerta, dio la vuelta y se sentó al volante. La chica estaba observando el interior del vehículo sin ocultar en absoluto su deleite.
- Vivo en. . .
- Sé donde vive usted, señorita Kirigoe – Puso el coche en marcha.
Ella se sorprendió un poco de lo bien informado que estaba Seguchi, pero estaba demasiado contenta de llegar a casa en un Jaguar, y encima con chofer, como para darle más importancia al asunto. Siguió revolviendo el interior de su bolso hasta que encontró lo que buscaba. Sacó un paquete de cigarrillos y, sin pedirle permiso a Tohma, encendió uno.
- ¿Un poco de música?
- Hm – Respondió ella, encogiendo los hombros. El coche comenzaba a llenarse de humo y del fuerte aroma dulzón de su perfume. Tohma puso en marcha la radio y empezó a sonar La Danza del Sable.
- ¿Le gusta Khachaturian (1)?
- Ptsé. . . Pues no me dicen nada a mí los Cachatulianestos – Respondió entre dos caladas - Yo es que soy de música más movidita, ¿sabes?
"Becerra", pensó Tohma, dando un giro a la izquierda.
A medida que avanzaban, los edificios iban perdiendo esplendor, llegando a un barrio mucho más modesto que el de Yuki.
- Este barrio parece muy animado ¿Le gusta vivir aquí, señorita Kirigoe?
- Hm, no está mal. Aunque. . . – Añadió, sonriendo a Tohma con desfachatez – puede que pronto me traslade.
"Puta ¬¬" Seguchi sintió una intensa llamarada de ira recorrer su cuerpo. Tuvo que hacer un serio ejercicio de autocontrol para no estrangularla allí mismo. ¿Cómo podía ser tan descarada, tan abiertamente aprovechada? ¿Cómo podía tener tan poca vergüenza? Siguió conduciendo, la vista siempre al frente y su expresión cortés e imperturbable.
- ¿Sabe, señorita Kirigoe? Es usted una mujer muy hermosa – La Kirigoe le miró algo sorprendida, no por lo que acababa de decirle (Los hombres la halagaban constantemente, sabiéndola una presa fácil a base de lisonjas), sino porque se lo dijera alguien que se suponía que la odiaba – Eiri-san es un hombre muy afortunado por tenerla a su lado. Seguro que muchos le envidian.
- ¿Tú crees? – La chica acompañó la pregunta con una sonrisa que, se suponía, debía ser incitante.
- Por supuesto que lo creo. Eiri-san debe de ser el hombre más envidiado de Tokyo en estos momentos. ¿Quién no querría tenerle a usted a su lado, señorita Kirigoe?
La estruendosa risotada que la otra vez escuchara por teléfono llenó el interior del coche. La chica casi no se podía creer lo que oía ¿Acaso el rubito se le estaba insinuando? ¡Eso sí que sería un tanto! Primero Yuki Eiri y ahora su cuñado, JAJAJA. Muy bien, la situación bien se merecía un análisis.
Su entrenado ojo clínico ya había tasado el interior del coche. Ahora le tocaba el turno a Tohma. Le miró de arriba abajo por el rabillo del ojo. La verdad es que el rubito no estaba nada mal, un poco afeminado para su gusto, pero no se podía negar que era una monada. ¿Qué edad debía tener? No parecía mayor que Yuki, pero tenía que serlo forzosamente si estaba casado con la bruja asquerosa de su hermana (Imaginaos el encuentro que habrán tenido esta y Mika XDDD). La ropa que llevaba también era digna de admiración. Los colores eran extravagantes, pero la calidad de ese traje no se podía poner en duda. La camisa debía de ser seda, salvaje, se atrevería decir, y esa corbata estaba segura de haberla visto en el escaparate de Versace el día que Yuki la llevó de compras, por no hablar de los guantes de piel de avestruz y esa pasada de abrigo. "Y la tapicería del coche es de cuero, mmmm. . ."
¿Quién se lo iba a decir? Ja, lo suyo sí que había sido progresar. Yuki le había dicho que su oniisan tenía una empresa. Una discográfica, creía recordar. ¡Nada menos! Era evidente que al rubito le salía la pasta por las orejas, y debía de tener una red de contactos estupenda. Seguro que podría conseguirle trabajos de lo suyo. Convertirse en su querida no era un plan nada malo. ¡Y la cara que se le quedaría a aquella víbora que era su mujer! ¡¡Eso sí que sería un puntazo!! XDDDDDDDD
Pero. . . Yuki estaba más bueno, era más su tipo, y en la cama era una fiera, jeje. Además, que pasta no le faltaba, y hasta el momento no había tenido problemas para sacarle todo lo que había querido, hasta estaba a punto de mudarse a su casa (Eso se pensaba ella. . .) Y Yuki también era famoso. No se mostraba muy inclinado a enchufarla en algún casting, pero si la cosa iba como ella esperaba y la prensa empezaba a hablar de su relación, los trabajos vendrían solos. Definitivamente, se quedaba con Yuki, que le molaba más. Aunque. . . si era lo bastante hábil, tal vez pudiera quedarse con los dos. . . ¡Oh, que fantástico era todo aquello, JOJOJO!
Tales eran las cosas que pasaban por su poco amueblada cabeza.
- Esa es mi. . .
- Lo sé – Respondió Tohma, pasando de largo el portal que ella le indicaba.
- ¡Pues si lo sabes por qué no paras! ¿A dónde me llevas?
- Cerca – Para contestarle, Tohma se había girado para mirarla por primera vez desde que subiera al coche, sin dejar de sonreír. La chica se estremeció.
Siguió avanzando por callejuelas cada vez más estrechas, sin que ella dejara de protestar. Al final, se metió en un callejón sin salida y paró el coche. Tranquilamente, se quitó el cinturón de seguridad, apagó la radio y se la quedó mirando con una sonrisa angelical. Soltó una risita.
- ¡Mira, a mí estas cosas no me hacen ninguna gracia! Si quieres decirme algo me lo dices y listos, pero déjate de numeritos. ¡Yo me largo!
CLIK
Con estupefacción, se dio cuenta de que Tohma acababa de bajar el seguro, bloqueando la puerta antes de que ella pudiera abrirla.
- Déjame salir ¬¬ - Dijo entre dientes, con una voz que cualquier otro excepto Seguchi hubiera encontrado amenazadora. Sin hacerle ningún caso, Tohma siguió con lo que le estaba diciendo.
- ¿Sabe lo que creo, señorita Kirigoe? – Continuó, sin inmutarse - Que debería tomarse usted unas vacaciones. ¿No le apetecería? Unas largas y relajantes vacaciones, en un sitio tranquilo, lejos del ruido, el estress. . . lejos de Eiri-san. . .
- Eso será si yo quiero, ¿no?
- Oh, claro que quiere – La sonrisa adoptó un matiz pérfido.
- Mira, no sé a dónde quieres ir a parar, pero ya te aviso de que no pienso irme a ningún sitio, y Yuki tampoco quiere que me vaya. Él me adora, ¿sabes? – Tohma se rió entre dientes.
- Jejeje. . . Claro que la adora. ¿Cómo no iba a adorarla? ¿Tan sólo por el insignificante detalle de que cómo tú hay miles? – La chica se estremeció al notar aquel ligero cambio en el trato, hasta ahora tan correcto, que estaba recibiendo por parte del rubito. Se asustó más todavía cuando Tohma se acercó a ella, mucho, tanto que tuvo que apoyar la espalda contra la puerta del coche – Te tengo tan vista. . . Sois todas iguales. Sólo queréis su dinero, su fama, su cuerpo, chuparle la sangre aprovechándoos de su talento. . . No sois capaces de ver lo que realmente es. Él es mucho más que todo eso, vale muchísimo más, pero vosotras no os dais cuenta de ello ni tampoco os importa – Abrió la guantera. Ella dio un respingo. La tapa había quedado sobre las piernas de la chica. Tohma sacó un sobre y se lo puso delante de la cara – Ábralo – Obedeció. Dentro del sobre había un billete de avión para Hokkaido y una cantidad de dinero que ella no había visto junta en toda su vida – Vamos, cójalo. Váyase de vacaciones, relájese, disfrute. Quédese en Hokkaido todo el tiempo que quiera, es muy bonito. Seguro que le apetece pasarse allí unas dos semanas, como mínimo. Por supuesto, Eiri-san no necesita saber que usted se ha marchado ni a dónde, yo me despediré de él por usted, no se preocupe. Oh, y tampoco creo necesario que le avise cuando regrese. Aunque, si él llegara a enterarse de algún detalle de nuestra conversación, o de dónde se encuentra usted, créame. . . yo también lo sabré.
- ¿Y si me niego? – Dijo, temblando como una hoja, pero haciendo acopio de los últimos restos de chulería que le quedaban.
- Pues que lo sentiré mucho por usted, señorita Kirigoe. . . Como le iba diciendo, este barrio parece muy animado, aunque por la noche debe de quedarse bastante solitario – Se acercó un poco más a la chica – Sería una lástima que le pasara algo a una joven tan guapa como usted volviendo a casa por la noche, caminando sola por estas calles oscuras y solitarias. Sería una auténtica tragedia, pero es algo que, desgraciadamente, pasa con cierta frecuencia, ¿verdad? (sonrisita) – Súbitamente, la chica notó el suave tacto del guante en su cuello, más una leve presión - ¿O crees que voy a permitir que una zorra como tú le haga daño a MI Eiri?
- Déjame salir – Lloriqueó.
- Será un inmenso placer, querida (sonrisita)
Abrió él mismo la puerta y se quitó de encima de ella. La chica recogió sus cosas atropelladamente. Con el bolso abierto, las cosas cayéndose de él, salió del coche dando traspiés y se fue corriendo callejón abajo, tan rápido como se lo permitían sus altísimos tacones de aguja.
- ¡Su avión sale dentro de tres horas! – Oyó que le gritaba desde el coche - ¡Debe darse prisa, señorita Kirigoe! ¡Recoja todos lo regalos que le ha hecho Eiri-san y haga las maletas rápido!
La Kirigoe llegó corriendo al portal que antes le había indicado a Seguchi, abrió la puerta con mucha dificultad, porque no acertaba a meter la llave en la cerradura, subió las escaleras a la carrera, y una vez dentro de su piso, se puso a hacer las maletas tal y como le había dicho Tohma, metiendo ropa a puñados, sin fijarse en lo se llevaba o dejaba. ¡Y tanto que se iría a Hokkaido! ¡¡Y a Australia si pudiera!! Lo más lejos posible de Yuki y del mafioso aquel. Por nada del mundo iba a quedarse en Tokyo. De hacerlo, seguro que el rubito psicópata avisaría a sus colegas de la Yakuza y al día siguiente ella aparecería descuartizada en algún contenedor de basura. ¡Cielos, si hasta sabía dónde vivía! ¡Debía saber incluso cómo era el interior de su casa! Estaba loco, loco de atar, igual que la histérica de su mujer. Tenía que marcharse de allí enseguida. ¡Qué familia, por dios! ¡¡Maldito el día en que conoció a Yuki Eiri y se mezcló con todos ellos!!
Mientras tanto Tohma, inmensamente satisfecho consigo mismo, se fue a comprarle algo bonito a Mika para cuando volviera.
Evidentemente, la reacción de Yuki no se hizo esperar.
- ¡¿Dónde esta Tomoko, cabrón?!
- ¿Cómo voy a saberlo? – Respondió, con su vocecita de "Yo no he hecho nada, pobre de m
- ¡Desde ayer que no sé nada de ella! ¿Qué le has dicho, qué has hecho con ella? ¡¿Cuánto te ha costado hacerla desaparecer?!
- . . . Mucho menos de lo que pensaba. . .
- ¡ERES UN HIJO DE PUTA, SEGUCHI! ¡¿Cómo te atreves a meterte así en mis asuntos?! ¡Mika y tú os habéis pensado que podéis comprarlo todo, que podéis comprarme a mí!
- ¿Y cuánto te estaba constado a ti, Eiri? Sea como sea, si he conseguido que se marchara poniéndole un fajo de billetes delante es que ella no valía la pena. ¿Es que no lo ves? Era sólo cuestión de tiempo Eiri, ya ha sucedido antes. Ahora mismo debe de haber cogido el dinero y todo lo que tú le has comprado y se lo habrá dado al novio muerto de hambre que seguramente tiene.
- ¡¡ Eso no es asunto tuyo!!
- Eiri-san, tienes que aprender a confiar en los que de verdad nos preocupamos por ti, los que de verdad te queremos. . .
- ¡¡DÉJAME EN PAZ, ES MI VIDA!! – Y colgó.
Pero, tal y como Seguchi había previsto, para cuando las chicas volvieron, Tomoko y su enfado ya no eran más que desdibujados borrones en la memoria de Yuki. Y al llegar a casa, Mika se vio agasajada con una avalancha de regalos, todos ellos preciosos, y a los cuales no hizo el menor caso.
FIN FLASH BACK
Tohma estiró de la sábana, hasta descubrir la espalda de su mujer. Se pegó a ella todo lo que pudo (El brazo escayolado quedaba entre ellos dos, restándole parte de romanticismo a la cosa) y la abrazó por debajo de la tela. Su cuerpo era suave y calentito, como siempre, todavía algo húmedo, como aquellas primeras veces en las que hicieron el amor antes de casarse, furtivamente, cuando sus padres pensaban que ellos dos se limitaban a dar inofensivos paseos por el jardín y que se atreverían, como mucho, a darse la mano; mientras que ellos se dedicaban a sus juegos nada inocentes, cuando él se divertía experimentando con aquel hermoso cuerpo que se le ofrecía.
- Mika. . . – Mika no respondió al abrazo, pero tampoco hizo nada por quitarse a su marido de encima. Tohma suspiró y le dio un beso en el hombro.
Era tan agradable tener a Mika entre sus brazos. La había echado mucho de menos aquellas semanas en las que ella se había alejado de su lado, pero no lo había querido reconocer. . . igual que no había querido reconocer que era muy feliz por tenerla con él todas aquellas noches en las que se había negado a abrazarla. Aquello tenía que ser amor, ¿no? No era aquel amor desesperado y pasional que había sentido hasta entonces, al que se había aferrado con testarudez. Era algo distinto. . .
Después de todo, nadie le conocía mejor que Mika, y nadie conocía a Mika mejor que él, del mismo modo que nadie le comprendía mejor de lo que le comprendía ella, aquella versión femenina de Yuki, aquella mujer que no se rendía ante nada para conseguir lo que quería, como él, y que tampoco reparaba en los medios. . . como él.
- Te llevaría a donde tú quisieras ahora mismo – Se sorprendió de sus propias palabras. Ni siquiera había pensado lo que acababa de decir, sencillamente le había salido. Caramba, eso tenía que ser amor, ¿o qué otra cosa podía ser?
- ¿Y vendrías conmigo?
- ¿Qué sentido tendría llevarte si no?
- Veo que al fin empiezas a entenderlo.
Sonrió. Otra vez Mika se había quedado con él. No cabía duda de que los hermanos Uesugi, a parte de unos asalta-cunas, eran los reyes de los golpes bajos. La abrazó un poco más fuerte.
- . . . . . Te quiero. . .
Mika se estremeció ligeramente. Esperó un poco y después se dio la vuelta, acurrucándose contra su pecho.
- Hn. . . Pues yo a ti no.
- ¿No? – Tohma volvió a sonreír, acariciando el pelo de su mujer - ¿Ni un poquito?
- No, ni te quiero ni sé cómo es que te aguanto.
- Jejeje. . . Ya te lo dije, querida. Es. . . GRAVITATION
GRAVITATION CANNOT BE HELD RESPONSIBLE FOR PEOPLE FALLING IN LOVE - Albert Einstein.
(1) Aram Ilych Khachaturian: (Tbilisi, Georgia, Rusia, actualmente República de Georgia. 6/6/1903 – 1/5/1978) Compositor y pedagogo ruso de ascendencia armenia. Obras más destacadas: 3 suites para ballet, conciertos para violín y piano, Sinfonía nº 1, adagio y fragia del ballet Espartaco.
Jejeje, espero que ahora haya quedado un poco más claro. Aix, ya iba yo con miedo de que me hubiera quedado un poco lioso con tantos saltos en el tiempo. Confío en haberlo arreglado. Y no os preocupéis por Shuichi. Seguro que en cuanto a Yuki se le pase el dolor del mordisco, el cuerpo volverá a pedirle amos y lo meterá otra vez en casa XDDDDDD
Bueeeeeeeeno, pues este sí que ya es el fin, snif. . . snif, snif. . . BUAAAAAAAA BUAAAAAAAAAA Snif, snif, estoy bien, estoy bien, snif, MOOOOOOOOC.
Sí, sé lo que estáis pensando, que algunas escenas de este final se parecen sospechosamente al final de las OVAS. Pero ha sido intencionado, que conste. Me pareció divertido acabarlo así (sonrisita)
Espero que os haya gustado, ya me contaréis qué os ha parecido el final, jijiji.
Lo siento Rikku, pero al final Mika ha disfrutado con Tohma. Es lo que tiene el matrimonio, que te da derecho de pernada XDDDDDDD Por cierto Rikku, recibiste mi mail? Confirma, por favor.
Ahora que lo pienso. . . Creo que nunca he visto dibujada ninguna chibi Mika. Me haría mucha ilusión, así que si alguien encuentra alguna, q me avise, porfa (sonrisita)
Ah¡¡¡ Lo de la galletita rellena de amor es un homenaje a Yuki. Si queréis saber por qué, especialmente si sois fans de Yu Yu Hakusho, leeros "No me preguntes". Seguro que os gustará XDDDDDDDDD
Y con esto me despido. Me lo he pasado muy bien escribiendo este fic, tan sólo espero que os lo halláis pasado igual de bien leyéndolo, o al menos un poco. Menos mal que he podido acabarlo antes de que empezaran los malditos exámenes TTT.TTT que no sé yo cómo me van a ir. Pero bueno, dejarse de cosas tristes¡¡¡¡ Oh, y también me he sentido muy realizada al conseguir que Tohma y Mika os cayeran un poco bien, aunque sólo sea un poquito y por tiempo limitado, jijiji.
Saludos y besitos a todos¡¡¡
VASLAV
