Título: Lágrimas

Autor: Jun/Vania (soy la misma, igual que Darkkie)

Pareja(s): Aragorn/Legolas

Clasificación: PG13, pero puede subir en el camino. AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Male pregnant) NO LE LEAS POR FAVOR, snif…

Resumen: Era una historia corta, una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una gentil pieza para completar su felicidad. ANGST

Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre/hombre, mas bien hombre/elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.

N/A.- Espero no tocar susceptibilidades con lo del embarazo, son simples palabras, así que no lo tomen a mal. En este capítulo expongo lo que he atestiguado y sabido acerca de los síntomas de un probable embarazo en las parejas.

Los sonidos que provenían del baño eran espantosos, y él no podía hacer nada mas que apoyarlo y frotar su espalda cada vez que se venía llegar una de sus nauseas, era incomprensible, no sabía por que los curadores no encontraban nada anormal en su esposo, nauseas, vómito, frecuentes bochornos que le ponían de mal humor y él divertido al ver  a su orgulloso compañero sufrir. Pero no, él no podía sonreír cuando apareciera su amado saliendo del baño, con el rostro enrojecido por el esfuerzo, con el pañuelo en la mano, y los ojos llorosos.

Alguna enfermedad desconocida, pero era extraño, raro que se enfermara, pero alguna vez tenía que pasar. Sentado en su gran cama con dosel esperaba el momento en que su compañero saliera, imaginando la cara que pondría al salir, alguien había llamado de nuevo a Seris, el curador "oficial" aunque temporal del rey para que le atendiera.

Melfor hacia ya más de dos meses que había partido para dirigirse a Lothlorien. Aragorn había podido hablar con él antes de partir.

- Dígame que es lo que sucede  ¿Acaso su vida corre peligro? – preguntó el rey siguiéndole con paso acelerado hasta su habitación.

- No, nada de eso, ¡si su alteza está mejor que nunca!- exclamó Melfor tembloroso mientras sacaba su bolsa de viaje de un viejo mueble.

- ¿Entonces por que huyó de la habitación todo asustado? ¿Qué es lo que sucede?

- Aun no estoy seguro, debo estarlo primero, necesito tiempo, necesito prepararme, necesito asesoría pero… si no… traeré ayuda.

Aragorn palideció. "¿Ayuda? ¿Para que necesita ayuda si todo estaba bien con Legolas?"

- Dígame la verdad… se lo pido, se lo ordeno – dijo Aragorn con absoluta seriedad, tomó el brazo de Melfor y le impidió dejar mas ropa en su bolsa de viaje.

Melfor no estaba seguro, nunca se había topado con semejante caso, y no deseaba darle falsas esperanzas al rey, primero tendría que saber, buscar algún tipo de prueba, que tan difícil puede ser saber la verdad al tratarse de un varón. Pero el rey se lo exigía, le demandaba que hablara.

- Su Majestad, el caso es que… No estoy seguro, su alteza, el príncipe Legolas no tiene nada mal en su persona o padece alguna enfermedad, simplemente algunos cambios que traen malestares por algún tiempo.

- ¿Debido a que son estos malestares? ¿Qué cambio?

- Aun… aun estoy inseguro, su majestad, yo necesito averiguar algunas cosas antes de darle mi diagnostico y reafirmarme en ello, ahora no podría decir de que se trata sin vacilar.

- ¿Puede… - la garganta se le cerró involuntariamente – puede morir por estos cambios que menciona?

- No, no es probable, tal vez con el tiempo se le pase y también con el tiempo sabremos si estoy en lo cierto.

- ¿¡Acaso quiere que muera para saber si está en lo cierto!?

- No, no su majestad, esa no es mi intención, me refiero que con el tiempo…

- ¿Por qué necesita marcharse? ¿Por qué no busca las respuestas aquí? – preguntaba el rey viendo a Melfor como de un lado a otro llevaba ropa de un lado a otro.

- Es imposible, en Gondor no hay antecedentes de…- dijo deteniéndose un momento como reflexionando, luego siguió hasta su cama - en fin, su majestad, le aseguro a usted que el príncipe Legolas está en óptimas condiciones, salvo algunas pequeñas molestias, muy extrañas para su condición de elfo, pero nada que pueda ser de gravedad.

- ¿A dónde se dirige entonces?

- Al reino de Lord Celeborn y la dama Galadriel – contestó Melfor acomodando ahora unas botas de piel en el fondo de su gran bolso.

- ¿Lothlorien?

- Sí su majestad, tengo pase vitalicio por aquellas tierras y me es urgente llegar allí lo antes posible…

- Pero dijiste que no era de cuidado… ¡No entiendo! – exclamó Aragorn confundido y preocupado. – No deseo que se marche.

- Pero su majestad, es necesario, sólo allí…

- No quiero que Legolas corra peligro en su ausencia.

Melfor atestiguo una vez mas el amor que el rey sentía por su amado, tanto se preocupaba por él. No era justo dejarlo así, no era justo dejar al rey confundido.

- Bien, su majestad permítame darle mi palabra, que regresaré en tres meses, aquí estaré y después de hacer una nueva revisión, estoy en lo cierto que podré darle una respuesta satisfactoria.

- Pero si algo le llega a suceder a Legolas… no correré riesgos, diez de mis hombres le acompañaran para que no tenga contratiempos en el camino.

- Bien, aunque no es necesario. Nada de eso pasara, su majestad…

- Usted me intriga, me deja con el corazón atormentado por su ausencia, pero sé que el viaje que realizará será por el bien de mi esposo.

- Gracias su majestad – respondió Melfor haciendo una reverencia al ver que el rey hacia por retirarse

- Mañana con las primeras luces del sol, diez de mis hombres le escoltaran hasta el reino de Lothlorien, en tres meses ni mas ni menos deberá estar de regreso.

- Así será su majestad. – aseguró el curador haciendo una nueva inclinación.

Aragorn se retiró confiando plenamente en Melfor, sólo para encontrarse que su esposo llevaba una gran mancha de sangre en su cabeza por cierto golpe.

- ¿Qué ha pasado, Legolas? – preguntó Aragorn tomando a su esposo por el brazo y llevandole a la cama.

- He caído… no es nada.

El rey le examinó, como era una herida pequeña le limpió con su propio pañuelo sumergido en agua, poco a poco retiro las gotas de sangre que opacaban su hermoso rostro, hasta que dejo de sangrar. Legolas se dejaba atender por Aragorn de muy buen humor, el sentirse seguro bajo sus cuidados le agradaba más que con Melfor. Además, el rey podía cuidarle muy bien en otros aspectos que el curador nunca podría. Legolas se sonrojó con estos pensamientos y sonrió.

Aragorn sentado junto a él en la cama, le observó dejando caer el pañuelo al piso, los ojos cerúleos del elfo le llamaban al descanso, al amor y al deseo de unirse nuevamente, esta vez, fue él quien recibió las atenciones a pesar de lo mucho que se resistió a que su cónyuge hiciera esfuerzos innecesarios. El amor irradió nuevamente la habitación, y Aragorn probó como nunca lo que era un elfo reclamando sus derechos.

La sangre en el pañuelo a través de la noche se platinaba sin que ninguno de los dos pudiera atestiguarlo, por la mañana, la sirvienta que hacia el aseo no le tomó importancia.

A pesar de las palabras del buen Melfor, el rey hizo que otros de los curadores de Gondor revisaran a su esposo, aunque no de forma tan minuciosa como lo había hecho Melfor, sin embargo, pese a los esfuerzos, nada extraño podían encontrar salvo frecuentes mareos, y uno que otro desmayo por semana.

Ahora su vida, después de mas de dos meses parecía un infierno, al parecer Legolas cambiaba de humor con frecuencia, sobre todo en las mañanas, a veces no deseaba hablar, ni comer, frecuentemente se retiraba a los jardines para meditar, para ser uno con la naturaleza y regresar a sus orígenes. Escribía largas cartas a su padre y hermanos, preguntando por cada uno de ellos, no esperando que llegara una para enviar ya otra. Mucho anhelaba la compañía de su familia.

Aragorn en cambió pasaba las mañanas, algunas veces supervisando la salida de sus patrullas a los alrededores, otras, practicando sus técnicas de combate con alguno que otro de sus guardias personales o en varias ocasiones recorriendo el pueblo para recibir las sugerencias y reclamos de su ciudadanía.

- Su majestad, ¿Qué es lo que le sucede?

- Nada, nada… debo retirarme

Daguel lo había visto palidecer repentinamente, apenas iniciaban sus prácticas en el salón de armas con la espada en mano cuando el rey se retiró. El hermoso rostro pálido del rey preocupó a Daguel que sin perder el tiempo fue en busca de Seris para comentarle lo sucedido. Daguel no deseaba ver a su rey enfermo.

- ¿Cómo te encuentras Elessar? – preguntó Legolas al ver salir a su esposo del baño con el cabello inundado por el sudor.

- Por favor, Legolas no me llames así.

Legolas no respondió, no enfrente del curador y del guardia real Daguel. Tomó a Aragorn del brazo ofreciéndole apoyó y le acompaño hasta su mullido lecho. Aragorn seguía pálido y temblaba levemente del sudor frío que le inundaba.

- Está aquí el curador para verte.

- ¿Quién le ha dicho que yo…?

Aragorn levantó la cara para ver el rostro ruborizado de Daguel detrás del curador. Viéndolos a ambos junto a la puerta, comprendió por que Legolas le había llamado Elessar como correspondía delante de extraños a la familia.

- Lo siento, Legolas.

El elfo sonrió dulcemente y ayudo a su esposo a acomodar la almohada para que descansara en la cabecera de la cama.

- Creí que mis servicios serían para su alteza, y no para su majestad. – dijo Señor Seris acercándose al rey.

- No, ahora es él quien necesita su asistencia, Señor Seris.

El curador Seris podía pasar por alguien con más experiencia que Melfor puesto que era diez años mayor, pero la mala jugada que le hizo el destino al emborracharse el día que tenía que atender el nacimiento de su hijo, y perderlo, le habían relegado a segundo. Era  un hombre alto, de rostro enjuto y serio, un poco amargado por el dolor de perder al primogénito varón aunque la hija que tenía ahora tenía todo su cariño. Seris de cabello entrecano y liso, se acercó al rey que se encontraba recostado y le abrió un poco la túnica para sentir el palpitar de su corazón tanto en pecho como en cuello.

Daguel no se movía de su lugar, parecía petrificado sin quitar los ojos del rey, examinando cada centímetro de piel que quedaba expuesta a sus ojos azules, de lo firme de los pectorales, la tez morena y velluda.

- Señor Daguel, le agradezco el haber traído al curador para que examine al rey, ya puede retirarse. – dijo Legolas sacando de sus pensamientos al joven rubio.

El rubor que se presentó en el rostro del joven guardia molestó al príncipe pero su alivio fue grande cuando se retiro. Ahora sólo tenía tiempo para su rey.

- ¿Que es lo que sucede? ¿De nuevo las nauseas?

- Sí... Hoy sobre todo, me he sentido terrible, creo que mi cuerpo no resistirá mas, he devuelto todo y me siento desfallecer.

Legolas les observaba desde el poste opuesto al lado derecho de la cama.

- ¿Qué es lo que le sucede? ¿Por que mi señor se encuentra así? – preguntó el elfo aferrado al poste con el ceño en su perfecto rostro fruncido.

- No lo sé en realidad su majestad, frecuentemente nos aquejan dolores, a diferencia de los inmortales elfos, nosotros los humanos padecemos algunas enfermedades que muchas veces desconocemos.

- ¡Pero ya llevo más de un mes así! – exclamó Aragorn enfadado.

- Lo siento su majestad, lo único que puedo recomendarle, como usted bien sabe, es té de manzanilla o hierbabuena, y que deje a un lado los alimentos pesados por algún tiempo mientras su estómago se recupera.

- Será insoportable…

- Sobre todo para mí.

- ¿Cómo su alteza, por que para usted?

- Se pone de muy mal humor cuando no come carne si quiera una vez al día.

- ¡Legolas!

- Lo siento, Elessar, pero es la verdad.

Seris sonrió.

- Su alteza, ¿y usted como se encuentra? ¿Nada de mareos?

- No, al menos no el día de hoy.

- ¿Desmayos?

- En verdad casi me desplomó antes del almuerzo, pero no paso a mayores.

- Me alegro. Son muchos los síntomas tan singulares que los dos muestran – dijo Seris pensativo reuniéndolos en su cabeza todos ellos.

- ¿Sabe que de que podría tratarse, Señor Seris?

- Lo ignoró, pero si no los conociera, y me dictaran estos síntomas, me atrevería a decir que la pareja real se encuentra "embarazada"

Seris rió ligeramente como no acostumbraba, le pareció divertido, pero ninguno de los dos compartió su risa, Legolas palideció y Aragorn despertó de su entresueño sobresaltado.

- Bien me retiro, su majestad, su alteza… -  añadió el curador avergonzado mientras hacía una reverencia.

- Gracias Señor Seris, seguiremos sus recomendaciones. – dijo Legolas despidiendo al curado.

Una vez que el Señor Seris dejó la habitación, Aragorn se puso en pie y fue directo a su esposo.

- Legolas dime la verdad… ¿Estás… embarazado? – preguntó el rey tomando a su elfo por los brazos

- ¿Yo? ¡No!... No al menos que lo ignore…

- Pero los mareos, los desmayos… - insistió el rey tratando de hacérselo ver.

- ¡Pero tu tienes las nauseas y calambres!

- Tu tienes el mal humor – contestó Aragorn soltándole.

- ¿Yo?

- En las mañanas sobre todo.

- Pero no prueba nada. ¿Por qué tendría tu las nauseas y calambres si yo…? ¡Oh!

- ¿Que pasa?

Legolas dejó a su esposo a un lado de la cama y se retiro a su sillón favorito cercano al ventanal. Se tumbó desganado con la mente en terrible confusión.

- Por lo más sagrado, Legolas, me parece que esperas un bebé…

- Aragorn

Aragorn se arrodilló a los pies de su elfo, le tomó de las manos y les beso. Legolas le observó enternecido.

- Sería tan dichoso con tal regalo, sería infinitamente feliz si tu me honraras con un hijo para nuestra casa

- Aragorn, yo…

- Nuestro amor no tiene límites y ahora lo sé…

- Te amo Aragorn pero yo...

- Yo estaré a tu lado, mi corazón te pertenece, mi alma sólo sabe cantar tu nombre… No dudo que será una etapa difícil, pero estando los dos juntos, lo superaremos…

Legolas iba a decir unas palabras más pero el rey le impidió seguir al abordarlo con un beso. Fue tan tierno y amante a la vez, y Legolas no le dejó ir, le tomo por las mejillas y se fundieron en un beso mas profundo.

- Me alegro que lo veas de esa manera querido, por que podrías ser tú quien lleve ese hijo...

Sólo se escuchó un fuerte golpe de las sentaderas reales al dar contra el piso de la habitación.

TBC…

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Mil gracias por los reviews, me ayudan mucho.

Myrem – Oh! No te preocupes por los múltiples reviews que dejaste, también a mi me ha pasado y no es nuestra culpa que a veces al ffnet se le brinquen los tornillos.

Any – Mil gracias por el review, muchas gracias por tus líneas,  de no ser mala, pues ya sabes que vario, a ver que sucede y te guste..

Shanna1826 – Gracias por tu review, no creo reconocerte de la comunidad, pero me da gusto que hayas dejado mensajito y te guste el slash y el mpreg, gracias por tus palabras.

Nienya – Bueno, disculpa el malentendido, pero quedo aclarado, ya sé, no os gusta el Mpreg, snif… cuídate mucho y sigue hasta donde puedas… de las críticas siempre son bienvenidas…^_^ ((Que bueno que no leíste el otro fic slashero, por que aquí fui muy sutil con las palabras, pero en el otro soy mas directa, con torrecitas, pero directa y muy gráfico.):-P

Aura – Aquí tengo una duda, sé que en los elfos es un año de embarazo, pero como el bebé es mitad y mitad, entonces, le pondré en 10 u 11 meses, por que el niño es quien decide cuando sale.. jejeje

Legolas12 – No quitare el fic de la comunidad, mientras no me expulsen o me sugieran que lo quite. Igual seguiré por aquí.

Balrog - ¿aun persistes? ¡Buena fuerza de voluntad!;-) Trataré de hacerle tierno, angustioso pero tierno, snif… así que no te me traumes… y si no puedes seguir no problem ^_^

Ayesha – Snif, snif…ahora haré elfos celosos, ¬_¬ ¡basta de Aragorncitos celosos! Bueno, al menos no aquí…Síntomas? Creo que exagere pero ya le arregle… no se asustó, sólo que quería estar seguro…

Akhasa – Estaba feliz por que creí encontrarte en el msn pero no… era otra chica con el mismo nick…Si, ahora que lo mencionas creo recordarle, pero no sé que paso con él..:-(