Título: Lágrimas
Autor: Jun -Vania (soy la misma, igual que Darkkie)
Pareja(s): Aragorn/Legolas
Clasificación: PG13, pero puede subir en el camino. AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Varón embarazado) NO LE LEAS POR FAVOR, snif…
Resumen: Una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una hermosa pieza para completar su felicidad. ANGST
Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre / hombre, mas bien hombre / elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro. Yo nada ganó, así que no me demanden por que no tengo ni un centavo partido a la mitad. "Quien como tu" – Ana Gabriel
N/A.- Espero no tocar susceptibilidades con lo del embarazo, son simples palabras, así que no lo tomen a mal. En cuanto al final, será feliz, algo agridulce, pero bueno. Juntos.
7. Quien como tu
Al fin el elfo llegó a la puerta iluminada y el algoritmo de colores que le bombardeaba la visión no le dejaba saber adonde se dirigía. Entro en la luz y escuchó que alguien le decía a su espalda"¡Hasta pronto!"
- Legolas, ¿me escuchas?
Enfocando en la dirección de donde provenía esa voz, trato de parpadear, pero era muy doloroso, los ojos estaban secos y todo parecía borroso.
- Arag… - carraspeo
- Espera, toma un poco de agua
Aragorn le elevó la cabeza lo suficiente para que pasara el líquido sin dificultad, el vaso en los labios y el elfo dio un pequeño sorbo.
- Mi cabeza me da vueltas… - exclamó Legolas llevándose una mano a su frente sintiendo los vendajes en ella.
- Debe de ser por los golpes, ¿cómo sientes tu cuerpo?
- Adolorido... tuve un sueño extraño… - contestó el elfo tratando de recordar la sensación que hacia momentos le embargaba.
No sabía que había sucedido en sus sueño y cerró los ojos para hacer memoria, el olor a cerezas estaba un en su olfato pero no sabía la razón, el sabor a fresas dulces en su boca.
El rey le tomó la mano que le quedaba libre, y la apretó entre las dos suyas. Legolas seguía tratando de humedecer sus ojos, parpadeando un par de veces y masajeándoles con los dedos de la mano que le quedaba libre
- Legolas… debo darte una buena noticia…
- ¿Buena? – interrogó el príncipe esbozando una sonrisa - Me alegrara escucharla… Di.
- Pero antes deseo disculparme…
El rostro de Legolas se entristeció por un segundo, comenzó a recodar las palabras que habían intercambiado antes del accidente, el orgullo del mortal y las razones que exponía. No deseaba caer en eso nuevamente
- No, Aragorn, yo debí comprenderte...
- No hables, no ahora que deseo expresarte mi amor...
Cubrió sus labios con los suyos, evitándole decir una palabra mas. Melfor se volvió despistadamente, al parecer el príncipe no se había percatado de su presencia y el rey les había olvidado a ambos.
- Mi corazón ha sufrido horriblemente estas últimas horas en que has estado inconsciente, no sabía que hacer, no sabía a quien recurrir...
- Aragorn…
- Calla amor – interrumpió Elessar sonriendo y poniendo dos dedos sobre los labios élficos, volvió a tomar aire y continuo – He sido egoísta, necio y un tonto al no pensar en ti… al creer que por derecho real se hará mi voluntad… y no es así… no contigo…Siempre creí que estarías allí para mí, que siendo elfo mi vida entera sería contigo… pero hoy… hoy comprendí que te amo demasiado y no deseo perderte… Por favor, no volvamos a discutir…No sin terminar de la mejor manera... con un dulce beso... ¿te parece?
- Aragorn…
El mortal dejo descansar su cabeza en la cama a su costado, sollozando con tristeza, le había extrañado tanto.
- Es que si tú te vas... si me dejas solo... sería capaz de quitarme la vida… No lo soportaría…
- No, no digas eso… nunca pienses así…
- Es la verdad… te extrañe mucho… y el bebé…
- ¿Bebé? – preguntó Legolas asombrado - ¿qué bebé? ¿de que bebé estás hablando? … ¡Ah!
El príncipe trato de incorporarse deprisa pero no sabía que tan mal estaban sus costillas y lo resintió.
- ¡No! No te esfuerces por favor… - sugirió Elessar tratando de tranquilizar a Legolas que intentaba reincorporarse
- Aragorn mencionaste a un bebé… ¿cuál bebé?
- Legolas tu…
- ¿Yo que?
- Tú… tú estas esperando un bebé.
- ¿Yo? – preguntó Legolas con el rostro pálido asombrado
- sí.
El elfo volvió a caer en la cama incrédulo ante las palabras del mortal.
- ¿Legolas? ¿Te sientes bien?
- …
- Te amo…
- …
- ¿Legolas?
- …
El elfo seguía con los ojos abiertos, mirando el techo, buscando la nueva posición que jugaría en un futuro, tratando de asimilar la información que por labios de su rey penetraba en su corazón. Sus manos bajaron a su vientre sintiendo una ligerísima pulsación.
- ¿Te sientes bien? – volvió a preguntar el rey al no obtener respuesta.
- ¿El bebé… sufrió algún daño con mi caída? – interrogo preocupado el elfo sin mirarle
- Estará bien, por favor descansa…
- Si su majestad lo permite, desearía revisar su cabeza y pecho. – interrumpió Melfor con delicadeza
El rey asintió y Legolas no reparó en ello. Las heridas aun permanecían, pero en pocos días debido a su raza élfica, desaparecerían. El golpe en la cabeza no había sido de cuidado, al parecer, las costillas con el tiempo sanarían y las piernas, presentaban sólo golpes menores. Sin embargo, un tobillo parecía hinchado levemente.
- ¡ah! Duele. – exclamó el príncipe al examinarle
- Una luxación, su alteza, si me permite, enviare traer agua nieve para bajar lo inflamado...
- Por favor Melfor ¿el bebé? ¿sigue allí? – preguntó el rey inquieto por los exámenes
- Esta bien, Elessar… el bebé esta recuperándose…
La respuesta de Legolas iluminó el rostro del rey.
- Pero desea fresas… si no, se pondrá muy triste… - sugirió Legolas con un leve sonrojo
- ¿Fresas? – preguntó el rey asombrado - ¿Por qué quiere fresas?
- Con crema y un poco de azúcar. –sonrió Legolas sintiendo un latir en su interior.
Aragorn le tomó las manos y le beso en la mejilla. Tanto le agrado esa respuesta. Al contacto Legolas abrió sus ojos y vio como los gris azulado del rey aparecían humedecidos ante él. Detrás Melfor les miraba enternecido y a su lado, el joven guardia de cabellos rubios, que con rostro ruborizado capto la mirada del príncipe en él.
- Con su permiso, sus majestades, debo retirarme – dijo Daguel avergonzado por su estancia prolongada en la habitación. Salió sin esperar respuesta alguna con la mirada baja y el caminar presuroso.
Aragorn estaba tan feliz por el despertar de Legolas que tampoco se dio cuenta cuando Melfor les dejo solos. Le acarició el cabello empezando desde su frente hasta su nuca, la sedosidad que le transmitía le hacía sentir tan bien.
La respiración del príncipe era tranquila, volviendo a cerrar sus ojos para sentir todo su cuerpo adolorido, pero la fuerza interior que le impulsaba estaba allí.
- ¿Te has dado cuenta mi amor que es media noche? – dijo el rey sin dejar de mirar sus labios agrietados y resecos. Cuanto deseaba humedecerles.
- ¿Media noche? ¿Cuánto tiempo ha pasado desde…? – se interesó Legolas sin abrir sus ojos a la luz de las candelas
- Varias horas…
- ¡Ah!
- Pero estoy feliz que hayas despertado y el pequeño este bien, ¿no es cierto? ¿No es cierto que nuestro hijo está bien?
- ¿Hijo? ¿Por qué estás tan seguro de que es un varón?
- He escuchado su voz en mi cabeza.
Legolas sonrió pero no dijo nada.
- Deseo darme un baño. – dijo el príncipe haciendo por levantarse apoyándose sobre sus codos, el dolor le impidió continuar cayendo nuevamente sobre las almohadas.
- No, por favor, no hagas esfuerzos. – sugirió el rey inquieto tomándole de un brazo para impedir su movimiento
- Estoy bien, he resistido peores fracturas en mi vida… Recuérdalo, no soy tan débil… - dijo el elfo tanteando el peso sobre sus manos para sentarse
- Pero es que ahora, el bebé… tienes que cuidarte… - la voz del Aragorn se escuchaba llena de nerviosismo.
- Aragorn… - recriminó Legolas moviendo poco a poco su pie lesionado
- No deseo que nada le pase, no deseo volver a pasar por esto…
- Nada pasará, entiéndelo - afirmó Legolas poniéndose poco a poco de pie - pero no me trates como a una mujer por que no lo soy, aun las elfas de nuestra raza son tan fuertes que no necesitan tantos cuidados como las mujeres humanas. Yo soy un guerrero... tenlo siempre en mente
- ¡Pero es mi hijo…!
- Lo sé… también es mío, ¿no es así? No dejes que tu corazón se turbe mas con esto…
Legolas se hallaba de pie, su mano instintivamente le cubrió el costado, el dolor estaba allí sobre todo al caminar, sus pasos eran cortos, y el dolor agudo en su pie no le dejo continuar ni un paso mas. Dudo si era bueno en pedir ayuda a su esposo, después de haber afirmado que no era débil, le dolía mostrar tal rendición... Aragorn tomó el brazo del elfo y le paso por su cuello para que se apoyara en él. Le condujo hasta el baño sin recriminarle su estado, el elfo no rechazo esta ayuda, no quería más discusiones con el mortal, no esta noche.
El rey le ayudo a liberarse de su túnica medio abierta, Legolas le dejo hacer su voluntad, sintió como sus ropas caían, como las manos del rey pasaban por su cintura liberándole de sus prendas, ya se encontraba descalzo, el agua estaba tibia ya que esa noche el rey no había tomado su baño nocturno.
Con mucho cuidado Legolas entró en la tina, sintiendo el agua acariciarle los pies, las piernas atléticas, los firmes muslos, el vientre plano, los abdominales… la cintura aun perfecta.
Aragorn se levantó las mangas de su túnica, se hincó junto al príncipe y empezó a asearle, sintiendo como poco a poco sus manos atravesaban los caminos ya conocidos y trazando algunos nuevos, el agua a la luz de las candelas del baño hacían resplandecer la piel del elfo. Le talló suavemente el cabello con cuidado para no dañarle la herida, su rostro lo humedeció y planto un beso fugaz al enjuagarle.
- ¿Por qué hiciste eso? – preguntó Legolas extrañado por el beso
- Te amo.
- Y yo a ti…
- ¡No sabes cuanto!
*
Aragorn le tomó en sus brazos, húmedo el elfo no pudo hacer nada para detenerle, el cabello goteando, los labios ocupados.
Con mucho cuidado le puso en la cama dispuesto a secarle centímetro a centímetro. Legolas se dejo llevar.
* El perfume de su almohada
Tú lo conoces bien
Y la humedad de sus sábanas blancas también
Daguel llegó con una cubeta con agua nieve, y una bandeja ágilmente balanceada en la otra mano, la cual contenía fresas frescas, un tarro de crema y azúcar fina. Melfor le había encargado que llevara lo que el príncipe solicitaba.
*Que suerte la tuya que puedes tenerle a tus pies
Sintiendo en tu boca sus besos que saben a miel
La puerta seguía abierta y en cuanto entró por el pasillo de la entrada, su boca se abrió con asombro y sus ojos deseaban cerrarse por mas que intentaba.
*Mirando como le hablas de amor el tiempo no se detiene
Y nada tengo yo que esperar aunque me quede en el aire
Legolas con los ojos cerrados, totalmente desnudo, húmedo aun con la toalla echada sobre su cuello, mientras el rey arrodillado de espaldas secaba su cuerpo poco a poco con la toalla y con sus besos.
*Quien como tú
Que día a día puedes tenerle
Quien como tú
Que sólo entre tus brazos se duerme
Quien como tú…
Elessar no llevaba la túnica, ni nada más que la toalla en la mano, con la cabeza baja concentrado en su trabajo, esa zona tan erógena de la entre pierna, que se resistía a secarse. Aragorn debía trabajar más en ello. Una sonrisa en los suaves labios del elfo, las manos del rey acariciándole el pecho adolorido.
*Quien como a tu
Que tarde a tarde esperas que llegué
Quien como tu...
Que con ternura curas sus fiebres
Quien como tú
La espalda amplia del rey, de piel morena clara, con los músculos de los brazos tensados, la espina dorsal tan definida que bajaba hasta ese trasero redondo que se movía en un ritmo cadencioso contra la cama.
* Esas noches de locura
Tú las disfrutas bien
Y entre sus brazos las horas no pasan lo sé
El joven de escasos 20 años soltó la cubeta derramando todo el líquido en el piso de mármol, dejó caer la bandeja haciendo saltar las fresas y la crema y salió corriendo de la habitación real muy a tiempo antes de que le reconocieran.
*Quien como tú
Que día a día puedes tenerle
Quien como tú
Que sólo entre tus brazos se duerme
Quien como tú…
Un guardia superior lo llamó esperando una repuesta inmediata de su subalterno, pero Daguel no hizo caso, su corazón latía furioso y sentía un nudo en la garganta que le impedía llorar de impotencia y coraje. Muchas veces había atestiguado las caricias y besos públicos que los gobernantes compartían pero el haberlos visto en semejante acto le partió el corazón.
*Quien como tú
Que día a día puedes tenerle
Quien como tú
Que sólo entre tus brazos se duerme
Quien como tú…
Ninguna ventaja, ninguna esperanza había contra el hermoso elfo, de cabellos rubios, de ojos azul claro, de cuerpo perfecto, él, un simple mortal lleno de defectos, un joven con demasiadas aspiraciones, no podía poner sus ojos en el rey, en el soberano que tenía todo lo que necesitaba junto al príncipe perfecto.
No podría soportarlo mas, el día siguiente pediría su cambio a un lugar apartado de las habitaciones de su rey, su corazón se había rendido a albergar alguna esperanza. Si una batalla por pequeña que fuera se presentaba con gusto iría el primero en ella. No le importaba
Los gemidos de la habitación de los soberanos cesaron repentinamente, alguien había estado allí y les vio en plena acción. Las fresas con la crema se veían esparcidas por todo el piso de la entrada, la cubeta con agua nieve yacía aun rodando de un lado a otro.
El rey tomó su bata, y asomó la cabeza para alcanzar a ver de quien se trataba, sólo vio una cabeza de rubios cabellos bajando por la escalera.
- ¿Quién era Aragorn? – preguntó el elfo secando su húmeda cabellera con la toalla que le rodeaba
- No lo sé… - respondió el rey agitando su cabeza lentamente después de asegurarse que la puerta estuviera bien cerrada.
El elfo sospecho pero no dijo nada, si hubiera sido otra persona simplemente no hubiera hecho ningún ruido y se hubiera ausentado, no entendía el por que del asombro total al grado de soltar las viandas.
Legolas abrió los brazos al rey que durmió en ellos sin recostarse en su pecho.
*~*~*~*~*~*~*
Había problemas en los valles cercanos, el rey estaba preocupado por que no sabía la razón por cual las cosechas empezaban arder por la noche, por de pronto, había enviado a un grupo de hombres había llegado al pueblo de Itmuth a reestablecer el orden y ayudar a los granjeros en lo que podían.
El cuerpo de Legolas poco a poco iba manifestando su estado paternal, su cintura no se perdía pero algo apenas evidente se mostraba al frente. Los síntomas iban disminuyendo poco a poco con el paso del tiempo, ahora el elfo contaba ya con cuatro meses de estado. Aun no quería comentárselo a su padre y hermanos, aun no quería darlo a conocer y ni siquiera el reino estaba enterado de ello. Deseaba disfrutar de esa intimidad que les daba el secreto.
El rey disfrutaba mucho cuando acariciaba su figura ligeramente redondeada mientras le mordía la punta de su suave oreja. Aun faltaba mucho tiempo para que los primeros movimientos del pequeño se palparan en su mano, y él estaba ansioso por sentirlos, por compartir los dulces momentos con su pareja.
- Mmmm… Eso se siente muy bien, mi señor.
- Es que sabe muy bien, su alteza… mmm – ronroneo el rey
Legolas cerró los ojos y el balanceo en que le mecía el rey estando de pie le hizo recostar su cabeza en el hombro del rey. En su habitación, en el balcón del jardín miraban como el sol comenzaba a ascender, la noche había sido maravillosa, uno perdiéndose en las caricias del otro. Sus costillas ya no le molestaban ni el tobillo tampoco, los brazos del rey rodeándole desde atrás le reconfortaban.
- ¿Sabes que me haces el hombre mas feliz? – susurró el rey en el oído de su elfo
- Me alegra infinitamente ser la causa de esa felicidad – respondió el príncipe derritiéndose en sus brazos al sentir el tibio aliento pasar por su cuello
- No podía pedir mas
- ¿Eres feliz a mi lado, Aragorn?
El rey plantó un beso en la mejilla del elfo, aspirando la esencia de los bosques y la frescura de la primavera que siempre acompañaba a Legolas.
- Infinitamente, infinitamente feliz.
Sus labios se unieron con ternura y con un suspiro de resignación el rey dio la vuelta al elfo para tomarle el rostro entre sus manos.
- Eres la persona mas amable, valiente y hermosa que he conocido en toda mi vida.
- No pensabas así a tus veinte años – reprochó el príncipe con una sonrisa mientras tomaba las manos del rey y las colocaba en su cintura
- ¡Por favor! Era un joven que no conocía mi destino... – respondió el rey acercando un poco mas a su consorte.
- ¿Estabas dispuesto a cumplirlo con ella? – preguntó el elfo mirando directamente sus claros ojos grises
- No podía, nunca podría, bien lo sabes...
Un nuevo beso, un abrazo suave y un ritmo cadencioso les llevo a ambos a la cama.
- Debo salir, regresaré para la tarde. – declaró el rey con pena. No deseaba dejar ni un minuto a su príncipe elfo pero sus obligaciones se lo demandaban
- ¿Aun no resuelven lo de Itmuth?
- No, pero se espera que lleguen noticias el día de hoy
- Desearía acompañarte
- No, no así.
- ¡Pero si no soy débil! ¡No estoy enfermo!
- Yo lo sé, estoy seguro que podrías desempeñarte como siempre – aseguró Elessar
- ¿Entonces? ¿Por que debería quedarme aquí? – preguntó Legolas cruzando sus brazos
- Por que te lo estoy pidiendo con todo mi corazón.
- ¡Eso no es justo! – exclamó el príncipe separándose de sus brazos ofendido.
El puchero en los labios de Legolas era una de las cosas que mas disfrutaba el rey, nada podía resistírsele a ese fruncimiento de cejas, a esa boca torcida y la mirada entristecida.
- Bien, dime ¿podrás montar por cuatro horas sin descanso?
- Aragorn ¡yo soy un...! – dijo Legolas a punto de protestar
- Un elfo, ya lo sé, no dudo de eso, esas orejas tan deliciosas tuyas siempre me lo recuerdan, sólo te prevengo, no quiero que el bebé sufra en el camino
- No lo hará
- ¿Y los mareos? ¿Las nauseas?
- Ya han pasado, casi no se manifiestan... Tu eres el que me preocupa.
- ¿Yo? ¡Ja!
El rey no podía negar que algunas nauseas le atacaban de repente, que ligeros malestares sentía en su estómago pero los había reprimido con bastante astucia. Un limón le acompañaba siempre en su bolsillo.
- Muy bien, saldremos en una hora, así que...
- No me tienes que decir... Un elfo nace listo ante los ojos de los Valar.
Aragorn sonrió. Salieron como lo tenían previsto una hora después, los hombres del rey se asombraron y a la vez se alegraron de que les acompañara como antes el príncipe consorte, se habían enterado de algunos malestares que sufría, causándoles inquietud, pero ahora que les veían de nuevo juntos sabían que las cosas marcharían bien. Además el camino era mas llevadero cuando un elfo como el les acompañaba, el sólo contemplarlo algunos momentos descansaba el espíritu, pues la armonía y alegría siempre le acompañaban..
Los caminos eran malos y el paisaje desértico, Itmuth era un poblado rico en tierras cultivables pero rodeado de zonas deshabitadas y castigado completamente a los intensos rayos del sol. Muy pocos árboles, o al menos ese nombre aun poseían, la soledad del camino no le agrado al elfo, que hubiera preferido galopar entre bosques frondosos bajo una lluvia matinal, y no entre grandes polvaredas que levantaban los caballos y el aire reseco que golpeaba su rostro, no se quejo en ninguna ocasión pero no le agradaba el camino, al regresar, recomendaría nuevos caminos y trataría de obtener alguna poción mágica para restaurar los plantíos así como sembrar nuevos bosques. "Algún hobbit debería estar interesado en el trabajo", pensó Legolas sonriendo.
Al llegar a Itmuth la gente les recibió con inquietud, las cosechas casi estaban perdidas y era lo único que les ayudaba a sobrevivir, aun el humo se elevaba por encima de las pequeñas colinas arrastrándose hasta al poblado por el viento reseco del día. Legolas le llegó el aroma a quemado, el olor a hombres sudorosos después de trabajar rescatando y asegurando la poca plantación y se incomodó. Bajo de su caballo siguiendo al rey que le aguardaba ya con el encargado de la contingencia.
Un guardia les miraba receloso, había estado allí durante tres semanas y siempre había disfrutado en su privacidad de la vista del rey, mas ahora se le veía acompañado por el príncipe y no deseo estar allí. Se dirigió a los campos a ayudar a los demás campesinos.
- ¿Han averiguado a que se debió este nuevo incendio? – preguntó Elessar a su encargado en jefe.
- No lo saben con certeza su majestad, se han montado guardias en los diferentes campos de Itmuth pero no han encontrado nada. Siempre es en sitios diferentes y apartados.
Legolas se limitaba a escuchar los informes y mientras lo hacía se deba cuenta de las miradas que caían sobre su persona, las mujeres le sonreían y se inclinaban con gracia ante él al pasar a su lado, los hombres le admiraban, con curiosidad, rareza y respeto. Nunca sus ojos habían visto un elfo, y a pesar de que habían escuchado de la belleza del príncipe ahora comprendían del porque su rey había entregado su corazón a tan atractivo varón.
Sin embargo, ese aroma no dejaba de molestarle, el humo le empezaba a crear un nudo en el estómago. Recorrieron los campos y el olor se hacia mas evidente, vio al rey que disimuladamente sacaba algo de su bolsillo y le llevaba a su boca mas no pudo ver de que se trataba.
Un grito. Las cabezas giraron a la derecha del sembradío. Un niño tiznado vino corriendo ante el rey, uno de los guardias había sufrido quemaduras en su pierna al caerle escombros del plantío aun encendido con algunas brazas.
Los gobernantes se dirigieron al lugar del incidente y encontraron un joven de cabellos rubios rodeado por varios campesinos que examinaban su pierna ennegrecida. Al darse cuenta que el rey y el príncipe se acercaban, el joven trato de ponerse en pie. Le habían rasgado el pantalón para examinar la quemadura.
- Espera, no te muevas por favor. – sugirió el rey señalando que no debía hacer esfuerzo alguno. – Déjame ver la herida
-
El olor ya empezaba a molestarle demasiado pero le soporto. El elfo palideció al llegar al lugar, alguien acarició su cabello entre la multitud y la caricia le resulto desagradable. "Curiosidad", pensó.
Elessar se inclinó junto a Daguel, observó la quemadura, rasgó un poco mas de lo necesario la tela de la prenda para saber que alcances había tenido el accidente, revelando casi por completo la pierna izquierda del joven, y a pesar de que no era de gravedad, no deseaba que quedara cicatriz, el joven poseía una piel muy firme y piernas atléticas y sería una pena que una mancha les deteriorara.
- Llévenlo con cuidado a una de las casas. Le aplicare bálsamo
- Yo... yo puedo caminar, su majestad – aseguró el joven atrayendo la mirada amable del rey
- Es mejor que se te lleve en brazos, para que la tela no te moleste al rozar.
Las mejillas de Daguel se sonrojaron, imaginarse si quiera en los brazos del soberano le hicieron sentir hormigas recorriendo la piel.
- Ven, dame tu mano – dijo Aragorn mostrándole la fuerte y amable palma de su mano.
Daguel la tomo con timidez, ¿el rey le llevaría en sus brazos? El contacto era tan tibio, la mano mas grande que la de él, la piel suave, la sensación de ensueño le rodeaba.
- Por favor su majestad, yo le llevare – se ofreció uno de los guardias que acompañaban al joven al momento del accidente
- Gracias – respondió el rey con una sonrisa amable.
Legolas escuchó toda la conversación pero no reacciono, o por lo menos no dejo que sus emociones se relejaran en su rostro. El grupo siguió al guardia que llevaba al joven hasta la casa mas cercana, donde le recostaron en la cama principal de los dueños del lugar. Aragorn había pedido su equipaje de mano y busco entre sus pertenencias el bálsamo para las quemaduras.
El elfo le acompaño, tratando de hacer caso omiso al aroma a comida en el hogar, seguramente esas gentes ingerían alimentos muy condimentados y la carne aderezada con ajo y acompañado de cebollas le molestaba el olfato. Aun así, entro a la habitación donde sólo el rey, el joven, el jefe encargado, la dueña del lugar y él, aguardaban.
Aragorn lavó la herida asistido por la señora, cuidadosamente le examinó, untó el bálsamo poco a poco tratando de no incomodar al joven. Pero mejor debería cuidarse el rey de no incomodar a alguien mas.
Daguel sintió el calor de las manos del rey en su pierna, trataba arduamente de que su cuerpo no le traicionara, y menos delante del príncipe consorte que se encontraba frente a ellos. Pero la sensación del tacto del rey era deliciosa, todo lo que un día espero, si fuera su elección, su cuerpo entero con gusto sufriría las quemaduras si el rey fuese quien les atendiera por completo.
Legolas no soporto mas la escena, había observado los ojos del joven mientras contemplaba a su rey, el aroma era por demás insoportable, se preguntaba como era que Elessar le resistía, seguramente por que sus gustos culinarios se igualaban al de esta gente y no le extrañaba el olor a ajo y cebolla.
El elfo salió de la casa tratando de buscar aire fresco, pero era inútil por que el sembradío seguía expidiendo ese humo negro tan molesto que le hacia llorar sus hermosos y límpidos ojos azules.
- ¡Por Elbereth! – exclamó al sostenerse de la pared de la casa.
Había llegado hasta la esquina y deseaba llegar donde no pudieran observarle. La palidez inundo su rostro, por que la nausea era mayor, no había manera de ocultarse de la vista de hombres y mujeres que andaban de un lado a otro. ¿Donde encontrar aire puro en ese lugar? Siguió caminando despacio, buscando la tranquilidad de un claro cercano, donde el viento no le llevare el humo y el olor a comida no fuera tan evidente, el bullicio de la gente susurrando a su alrededor también le había llegado a incomodar como nunca.
Llegando detrás de las casas, encontró unos delgados y escuetos árboles dando un poco de sombra y una gran roca que serviría de asiento junto a ellos. Tomó asiento, y su mirada se humedeció, le ardían los ojos y aun llevaba el olor impregnado en sus ropas. Su cara tenía un ligero roce de tizne en la mejilla y su cabello estaba un poco revuelto por el viento.
Una nausea llegó, las ganas de vomitar, se volvió hacia un lado pero sólo sintió sus ojos inundados por el esfuerzo. ¡Ay! Que mal se sentía, respiraba llenando sus pulmones, hacia tiempo que no había acompañado a su esposo en sus recorridos y ahora ya sabía la razón.
- ¿Se encuentra bien su alteza? – preguntó el jefe de guardias detrás de él.
- ¡Ah! Si... yo sólo necesitaba un poco de aire...
El hombre tenía un aroma a cebolla en el aliento y humo en sus ropas, mas blanco se puso el elfo cuando una mano se poso en su hombro derecho.
- Su alteza, esta usted muy pálido – reconoció el guardia
- No... estoy bien. Gracias, por favor, desearía estar a solas unos momentos.
- ¿Desea que busque al rey? – sugirió el mortal.
- No, él está... ocupado. No es necesario, gracias.
Legolas hacia por sonreír pero su nariz no soportaba el olor. Apretó su estómago con sus pálidas manos y se volvió nuevamente, sus ojos se llenaron con lágrimas y el mortal se inclinó para sostenerle de un brazo.
Mientras tanto el rey había terminado de aplicar el bálsamo para quemaduras y enjuagaba sus manos en una vianda de la casa.
- Creo que con esto será mas que suficiente, no quedara cicatriz y en pocos días estarás completamente reestablecido
- Gracias, su majestad – respondió el joven sonriendo cándidamente al rey que le respondió de la misma manera. - ¿No necesitare vendaje?
Deseaba un poco mas de atención por parte del rey, quien con benevolencia pidió con la mirada a la mujer las telas necesarias, ella obedeció con sumo agrado.
- Hacia mucho que no te había visto joven...¿Daguel?
- Si su majestad – dijo el joven escondiendo su mirada, el rubor nuevamente en sus mejillas, escuchar su nombre en labios de Elessar le emocionaba mucho y mas cuando le recordaba.
- ¿No pertenecías a mi guardia personal?
- Sí, así era...
- ¿Quién ordeno tu transferencia?
- Bien su majestad, es que yo... – comenzó a hablar el joven
Aragorn repentinamente extraño la presencia de su consorte, ni él ni su jefe de guardia se encontraban en la habitación. No se dio cuenta de su salida ya que él y la señora se encontraban ocupados con las curaciones del jovencito.
- ¿Dónde esta mi esposo? – preguntó el rey poniéndose de pie
- Al parecer salió su majestad.
- Mmm.
Elessar no deseaba que su elfo estuviera a solas entre tanta gente que no le conocía, una criatura de su raza podía atraer muchas miradas, y sólo pensar que alguien mas le admirara con algo mas que respeto le encendía rápidamente el fuego de los celos.
- Debo salir a buscarlo... la señora aquí te atenderá.
La ama de casa que acertaba a entrar escuchó al rey y asintió.
- Por favor, que no le falte su cuidado. Deje aquí el bálsamo para que se le aplique dos veces al día. En cinco días mas, ya no le necesitara.
- ¡Su majestad! – exclamó Daguel antes de que el rey abandonara su habitación
- ¿Sí?
- Gracias – dijo el joven sonriendo con encanto
El rey sonrió con amabilidad y salió de la casa. Busco en el umbral de la puerta, esperando ver a su elfo a la salida, frente a él, la gente apresurada le saludaba con cordialidad antes de seguir con su camino. No le veía en los sembradíos, su hermosa cabellera rubia debía destacarse fácilmente entre las oscuras y castañas cabezas. Su jefe de guardia tampoco se le veía cerca. Entró a los sembradíos y no le encontró, no pregunto, costumbre mortal de los hombres en no pedir respuestas hasta que no sea muy urgente.
Usando su antiguos conocimientos de montaraz, examino el suelo, pero era difícil con todas esas huellas pesadas diferenciar el paso ligero de un elfo que no deja marca al caminar. Aun así, encontró su rastro cercano a la casa, le siguió y al llegar detrás de la morada sus mirada presentó fuego y celos.
Su jefe de guardias sostenía al príncipe entre sus brazos y estaba por tomarle las piernas para alzarle. Aragorn apretó el paso con la mirada fulminante, el guardia se advirtió de su presencia y aguardo sin soltar al elfo de su abrazo.
- ¡Su majestad! – exclamó el señor guardia – Al parecer el príncipe no se siente bien.
- ¡Déjame a mi!...por favor, yo le atenderé
Al principio sus palabras parecían recias y molestas, pero termino con un tono amable como disculpándose. Legolas estaba consciente, pero trataba en vano de evitar devolver el estómago, los brazos del hombre no hacían mas que ponerle peor y no sabía como quitárselo de encima.
- ¿Qué ha pasado?
- Me he sentido un poco indispuesto, pero este amable señor me asistió
No había nada de confortable en el guardia, pero el elfo mintió por no herir los sentimientos del señor, quien al escuchar al príncipe se hinchó de orgullo.
- Muy amable, creo que ya puedo encargarme de él.
- Fue un placer, su majestad – dijo el jefe de guardias inclinando su cabeza al rey y una mas para el príncipe cuando agregaba. – su alteza...
Aragorn se aseguro que el hombre estuviera lo suficientemente lejos para no escucharle.
- ¿Por qué te abrazaba así? – interrogó el rey ayudando a ponerse en pie al elfo
- Aragorn, él sólo deseaba ayudarme – respondió el príncipe rodeándole el cuello con su brazo
- ¡Debió avisarme a mi!
- Yo le pedí que no lo hiciera.
- ¿Por qué le dijiste eso? – preguntó Aragorn frunciendo el ceño.
- Estabas ocupado
- Tu eres mas importante, nuestro hijo es mas importante, el jovencito podía ser atendido por alguien mas.
No respondió Legolas, pero el rey le conocía lo suficientemente bien para saber que algo le molestaba.
- ¿Qué te sucede? ¿Puedes caminar?
- Si, pero no puedo estar ni un momento mas aquí. – respondió Legolas controlando sus nauseas.
- Regresaremos. – determino el rey
- No, tu tienes que inspeccionar bien el lugar
- Lo haré en otra ocasión, me preocupas. – insistió el mortal.
- Aragorn, no deseo que me acompañes, yo podré llegar sin contratiempos.
- Legolas...
- La gente aquí te necesita mas que yo, tu apoyo les hará sentir mas seguros, sus cosechas son todo lo que tenían
- Pero TU eres todo lo que yo tengo – afirmo el rey abrazando suavemente a su príncipe.
TBC...
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Ah! El anterior ha sido el capítulo con mas reviews que he recibido en mi vida, hacen muy feliz a esta elfita, por que no pensé que este fic fuera muy bueno, y menos por que el mpreg es algo muy "sensible". Cómo dije habrá final feliz, agridulce, pero feliz. Juntos.
Viggo está en la capital del país y ayer grabe su entrevista. (suspiro) ¿Dónde andas Orli?. Por cierto, el siguiente capitulo tardara un poco mas, andaré ocupada estos días, además que quiero hacer un fic por que me quiero mucho... jejejeje... ^_^
Ahora con sus apreciables reviews que me hacen muy feliz:
Balrog: Que bueno que te gusto el niño, me pareció que estaría bien un vistazo al pequeño.
Legolas12: Al fin ffnet se esta portando bien con los reviews, no mucho con mis capítulos, pero sí con los reviews. Al parecer el bebé paso el peligro.
Reina Ayesha: ¿Principito? Ah, que cosas traes a mi cabeza, pero si...jajajaja... A mi gustarme Daguel.
Akhasa: Una reconciliación cortita, pero al final se entienden entre ellos dos.
Nessimelle: El bebé no se irá, no al menos por ahora, está feliz con sus papis. ¿Qué hacen los elfos en sus días libres? Eso me gustaría saber, sería interesante. ¡Please! Pásame esa info a mi correo, ¿si? Mil gracias
Shanna: Oh, no llores, yo no hago eso, snif... no soy tan mala, sólo tantito...jejeje He decidido que el final no cambiara mucho, digo será feliz pero con la misma idea.^_^
Nurigu: Si, todo muy tierno, ando muy tierna en estos días, sobre todo al ver a mi sobrinita que hace sonidos tan bonitos. Espero y te siga gustando. ^_^
Darkhikki: Ah! Mil gracias por tu review, me alegra que te gustara, tratare de no hacerle mucho sufrir, al menos por algunos capitulillos. El elfito merece cariños.
Any: ¡Si! Ando de un humor deliciosamente pitufito amargado...jajajaja... Una niña para variar, ¿no? Siiiiiiiii!!! A mi también me gustaría, eso de los gemelos...(Ô.o) OMG, nomás de pensarlo me dolió mi espaldita..jejejeje ^_^ Lo pensaré.
Myrem: Elfo en recuperación, algo celosillo pero bien, no sufrirá en algunos capitulillos mas. ¡Gracias por leer!
Fabi-Chan: ¡Ah! Mi primer mail grandecito, casi lloro de alegría al leerlo, gracias por tus líneas, y por todo lo que dices en él. Se te extrañaba, y me pongo contenta al saber que te gusto, habrá final feliz.^_^
Bien, de nuevo agradezco sus reviews, me animan a seguir.^_^
