Título: Lágrimas

Autor: Jun - Vania (soy la misma, igual que Darkkie)

Pareja(s): Aragorn/Legolas

Clasificación: PG13, pero puede subir en el camino. AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Varón embarazado) NO LE LEAS POR FAVOR, snif…

Resumen: Una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una hermosa pieza para completar su felicidad. ANGST

Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre / hombre, mas bien hombre / elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto. 

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.

N/A.- Espero no tocar susceptibilidades con lo del embarazo, son simples palabras, así que no lo tomen a mal.

10. Un Príncipe delicioso, un Rey goloso y el Guardián celoso

Llego nuevamente la mañana con un rey adolorido, un elfo exhausto sobre su pecho y el recuerdo de un antifaz de la noche anterior. Todo había sido fascinante, todo perfecto y aun el poco dolor que sintió con los grilletes valía la pena. Ansioso estaba de verle de nuevo vestido de negro, de sentirle esta vez bajo su dominio, de atormentarle mucho. Pero aun quedaban dos días de "esclavitud" para el rey y no sabía que esperar de su amante. El siempre era quien llevaba el control, no en cuanto al dominio, sino que marcaba la pauta. Pero algo no le había pasado por la mente en su delirio de placer, hasta ahora que veía el cansancio del elfo sobre el. ¿Cómo había hecho Legolas para armar todo ese escenario por si solo? Comprendió que a nadie le había comentado sobre su sesión, que nadie más que él había montado los grilletes y cadenas por que solo los sirvientes entraban a sus habitaciones y el príncipe no se arriesgaría a que ojos extraños vieran sus "juegos".

Legolas se apretó mas al rey puesto que la brisa fresca le hizo buscar refugio, no sentía frío pero se había acostumbrado al calor del rey.

- ¿Legolas?

- Mmmmf…

- Despierta…

El elfo parpadeo algunas veces humectando sus ojos y enfocando en quien le llamaba, siguió sobre su pecho y suspiró. El rey supo que había despertado.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó el elfo con una cálida y dulce voz.

- Muy bien

- ¿algún dolor?

- Sólo en mi orgullo

Una risita se dejo escuchar que por cierto no era humana.

- Legolas… -inició Elessar su interrogatorio

- ¿Sí?

- ¿Has armado todo esto tu solo? – preguntó el rey acariciando su cabello

- Si

- ¿Sabes que pudiste haber lastimado?

- No paso nada,  - respondió Legolas mirando al rey desde su pecho - todo salió bien y me cuide mucho.

- Lo sé… pero no quiero que hagas esfuerzos innecesarios. – advirtió el rey tomándole dulcemente  por las mejillas – Así que no realices movimientos bruscos, yo retirare las cadenas, no quiero tener mas sustos, ¿me entendiste?

- …

- ¿Legolas?

- Si, entendí…

"Adiós a mi segundo día como amo…" pensó el elfo, tenía unas ideas bastante divertidas e interesantes que ejecutar, ya que encontró en un antiguo libro en élfico con muchas posiciones que fungió como regalo de bodas. Estaba casi seguro que provenía de Haldir pero nunca se atrevió a preguntárselo, demasiadas buenas ideas tenía ese libro como para comentarlas con su amigo Galadrim.

Después de retozar un poco en su lecho se retiraron a disfrutar del desayuno. Mientras Aragorn tomaba su leche, y derramaba un poco sobre él, una idea le ocurrió al elfo. Sonrió y nuevamente se disculpo con el rey por no acompañarle en sus audiencias y recepciones del día, a la vez que el soberano obtuvo de él la promesa de no hacer nada que requiriera demasiado esfuerzo físico.

Legolas llegó hasta la cocina, donde Serima y otras mujeres realizaban la limpieza, no sabía como iba a pedírselo, pero ya estando allí no había vuelta atrás. Abriendo las puertas, la misma Serima le recibió con una sonrisa de oreja a oreja, dos guardias somnolientos estaban aun tomando su desayuno cuando el príncipe llegó, estando de espaldas no se podía observar mas que sus cabellos rubios.

La noche había sido mala para los mismo por que al llegar el alba los sorprendió con una lluvia ligera.

- Su alteza, no debería estar usted por aquí ¿desea que le prepare algo mas? – preguntó la cocinera amablemente

- No, no... gracias Serima, vengo para solicitar tu ayuda... si es posible...

- Diga usted, su alteza, y con todo gusto le serviré...

- Necesito... – empezó Legolas pero la demás gente en la cocina le interrumpía y le hacia sentirse incómodo con la mirada penetrante de un guardia descortés que no dejaba de voltear. – Por favor, vayamos un momento afuera

Serima siguió al príncipe hasta la entrada de la cocina, al pasar el guardia le estudio en su elegante forma de andar, al cerrar la puerta nadie les molestaría por unos minutos.

- He decidido preparar un... un postre élfico para el rey, pero necesito algunos ingredientes para terminarlo...

- Puedo ayudarle a prepararlo, si lo desea... – ofreció la cocinera encargada jugando con sus manos

- No, no... ya tengo lo principal – respondió el príncipe ruborizándose un poco - pero necesito algo de crema azucarada, de esa que se usa para untar en los pasteles...

- Si, puedo hacerle un buen de crema, para cuantas personas ¿sólo usted y el rey o alguien mas?

Legolas sonrió, no necesitaba de mas invitados.

- No, bueno, no sé, el rey tiene buen apetito, así que haz una porción para el bocado de cinco gentes... También necesito cerezas... – continuó el príncipe

- ¿Cerezas? Creo conseguirles...

- Miel

- Si... ese postre debe de estar delicioso... ¿Podría pedirle a su alteza la receta? ¿Podría observar como le prepara?

- ¡Aah! Bueno, es que... es una receta élfica que recordé hace poco... y sólo lo elfos pueden hacerla... por el toque especial que se tiene en la raza.

- Pero yo podría hacer el intento y si es para el rey, tal vez quiera compartir su regalo con sus súbditos... y su alteza, lo que me pide es para adornarlo... pero podría preguntar, ¿dónde esta el relleno? ¿Quiere que le ponga en el horno?

Serima esta pidiendo demasiado, eso iba a hacer difícil, el relleno estaba hablando con ella.

- No, no necesita cocción – respondió  Legolas, tal vez que se "calentara" un poco al principio pero nada de hornos así que continuó-  sólo dura un poco tiempo fresco antes de que.. ya no se pueda comer... así que aun no le he preparado.

- ¡Legolas! – exclamó Aragorn desde su espalda.

- ¡Ah! Elessar... – dijo el elfo palideciendo ligeramente, la conversación le había absorbido los sentidos - ¿estabas aquí?

- Voy llegando, daba algunos recorridos pero me ha dado sed... – dijo el rey tomándole por la cintura desde la espalda.

- Su majestad, ¿desea jugo de naranja? – preguntó Serima siempre sonriendo

- Si, por favor...

Serima se retiró, y Legolas rogaba por que nada dijera respecto a la cena que le tenía preparada al rey.

- ¿Qué haces aquí? – cuestionó Aragorn besándole la base de la nuca

- ¿Yo?... Sugería a la cocinera algunas opciones para la cena – respondió rápidamente Legolas

- ¿Tu? – preguntó el rey asombrado

- Si, yo, ¿Tiene algo de raro? – preguntó el elfo frunciendo el ceño.

- Querido, la verdad nunca supe de que fueras aficionado al arte culinario.

- ¡Oh! Su majestad, ¡pero si el mismo príncipe le prepara una sorpresa para la cena! – exclamó Serima saliendo de la cocina con un vaso de jugo en su mano derecha.

Legolas se preocupó, esta mujer le echaría a perder su noche. Aragorn frunció mas el ceño, su esposo nunca fue aficionado a la cocina desde que le conoció y ahora de repente se preocupaba por su alimentación.

- ¡Serima, por favor! – exclamó Legolas

- No se preocupe su alteza, todo saldrá bien... – respondió la cocinera sonriendo ofreciendo el vaso al rey. – aquí tiene su majestad

Aragorn tomó el vaso con jugo fresco, le agradeció y no queriendo arruinar la sorpresa se retiró después de besar al elfo en la oreja.

- Al menos el rey no ha querido saber mas... – observó el elfo mientras el mortal se retiraba

- Disculpe su alteza, no ha sido mi intención... – ofreció disculpas la cocinera con preocupación por su indiscreción

- Descuide... Pero por favor ¿podrías...?

- Claro su alteza, ¿quiere que le lleve lo que pidió a su habitación o necesitara la cocina?

"La cocina" un buen lugar para preparar y comer el bocado en la noche, pero por higiene y temeroso de alguna otra interrupción como hace días, desechó la idea. Pidió que le llevaran los ingredientes a su habitación con mucha discreción.

La noche llegó y Legolas pidió al rey que no cenara demasiado, puesto que él, tenía dispuesto un aperitivo antes de dormir, el rey aceptó gustoso, por que el príncipe nunca quiso caer en el rol de "ama de casa" preparando sus comidas o arreglando sus ropas, alguna vez le ayudo cuando seguían en la comunidad pero nunca se encargó directamente,  esta sería una ocasión especial. Lo que no comprendía era como es que desaprovechaba esa segunda noche de su esclavitud.

Aragorn entró en la habitación a la hora señalada, la misma que el día anterior. Su habitación estaba vacía, la puerta de la contigua cerrada pero con un mensaje colgando de la perilla y un pañuelo azul encima.

"Toma el cordón que cuelga de la perilla, cubre tus ojos con el pañuelo y siguiendo el cordón (sin ver) llega hasta mi"

El rey sonrió por que los juegos del príncipe le gustaban, quiso seguir todo al pie de la letra, vendó sus ojos, tomó a tientas el cordón y abrió la puerta.

- Llegaste, creí que no vendrías.

- No podía perderme, señor mío, de lo que tenga que ordenarme

Legolas se sintió feliz, y al parecer el pequeño que tendría dentro también compartía la dicha desconocida de su padre, ya que resplandecía un poco mas pero el rey no podía observarlo en ese momento.

- Sigue el cordón hasta el final

Así lo hizo el rey, y toco el filo de la cama, alguien estaba recostado y le tomó de la mano con determinación.

- Siéntate a mi lado, esta noche tengo un bocado para ti. – declaró Legolas con voz tranquila

- Gracias mi señor.

- Quita ya el vendaje que cubre tus ojos.

Elessar se llevó una sorpresa, en la cama recostado había un hermoso y delicioso elfo, con crema batida cubriendo ciertas partes de su cuerpo, había una cereza en su boca y otra mas como punta de su prominencia y sobre su vientre. El rey sintió hacérsele agua la boca del antojo que le daba el "elfo con crema". Le sonrió antes de acercarse a besarle, comió la cereza de los labios del príncipe para después besarle apasionadamente. No sé había atrevido a tocarle, por que imaginaba lo que necesitaba hacer.

- Tu señor necesita asearse y tu te encargaras de eso, si lo haces bien, al final te recompensare

- Si... mi señor príncipe.

- Pero no me toques con tus manos, sólo tu boca debe de bastar... para empezar

El rey tomo aliento, después empezó con su tarea. Era tan delicioso imaginar lo que podía encontrar debajo de esa poco crema y cereza, que cuando llego al pezón erecto les mordisqueo obteniendo dulces gemidos, la lengua seguía caminando hasta emparejar el segundo y limpiarle del todo. Un elfo pegajoso pero limpio.

Con la cereza del vientre tuvo mas cuidado de que sus brazos no le fallaran para no lastimar al pequeño habitante. Recogió la cereza y plantó un beso al bebé no nato. Lo demás... fue pan comido, mas bien... elfo comido.

Al terminar sólo con el primer bocado, un baño tibio les esperaba a los dos.

*~*~*~*~*~*

Daguel se encontraba castigado, no quería quedarse en el palacio puesto que su lugar en Itmuth le agradaba mas, se había acostumbrado a sus escasas colinas, a sus cuevas oscuras donde varias veces se escapo a explorar y la vista a solas de su rey cuando les visitaba. Su propio jefe de guardias le había confinado a la cocina, a hacer guardia en la entrada y además, donde su madre pudiera vigilarlo. Era más fuerte a esa temprana edad las amenazas de una colérica madre que no ve sus designios realizados, que los gritos del más cruel y estricto general de división. Hacia frío y afuera la noche era terrible, llovía a cantaros y su guardia no le agradaba, ¿quién podría atacar por la cocina con ese clima? "Sólo unos días" pensó el joven mientras se protegía bajo el pequeño techo de la salida, no era muy grueso pero al menos no acabaría empapado por la lluvia. Lo malo, es que el viento empezaba a arreciar y toda el agua del filo del techo le caía en cara y pecho, helada, sucia, y haciéndole temblar de pies a cabeza. Sus dientes castañeaban, su túnica estaba mojada, y si seguía allí moriría de frío seguramente. El no era un joven que resistiera fácilmente las enfermedades, al menos en la niñez.

La cocinera le había encontrado llorando a la edad de seis años en medio de la plaza principal de Rohan. Le adoptó como hijo cuando todos los intentos por encontrar a sus padres fracasaron. Daguel amaba a su madre postiza, en eso no tenía duda, por que le había criado con mucho cariño desde el primer momento en que le tomó a su cargo. A pesar de ser algo estricta con los deberes, y sobre todo con lo que refiere a la cocina. Inmaculada debía de estar, así como los trastos. Era la encargada de las comidas de palacio desde hacia doce años y contaba siempre su historia de como Arwen Undamiel había elogiado todo un día entero, el postre de manzanas al estilo élfico que había realizado Serima, el nombre de esta buena cocinera. Era su orgullo aquella historia junto con la de su cabello sedoso, con lo de su canto de hada… y Daguel se las sabía de memoria totalmente, incluyendo pausas, comentarios, risas, conclusiones y gestos.

La juventud de Daguel a sus veinte años, había sido muy tranquila, hasta que un día, cansado de la monotonía de sus juegos de niño, decidió probar el arte de las armas para demostrar a esos "escépticos" que era tan fuerte y valiente como el que mas. Nunca lo aceptó, nunca se le escuchó confesarlo ni a sus más cercanos amigos y confidentes, Daguel tenía gustos muy diferentes en cuanto a las relaciones amorosas. Por lo mismo, se había convertido en un joven algo inseguro, temeroso en algunas discusiones y muy apegado a su madre, que le creía aun muy inmaduro para sostener una relación con una doncella. "Tal vez con el tiempo", pero el tiempo había pasado y Daguel seguía sin conocer las mieles del amor, hasta que un día se revelo ante sí el rey de Gondor. Suerte tuvo por sus grandes méritos en encuentros con bestias y bandidos, en pertenecer a la guardia principal de los gobernantes, desde entonces en su cabeza y corazón no cabía más que la imagen del fuerte y orgulloso Rey de los Hombres.

Un suspiro. Los recuerdos de su tarde en Itmuth ahora le reconfortaban, volvía revivir las caricias del rey, a sentirlas en sus piernas, con sólo pensarlo la reacción era inmediata, pero esta lluvia no dejaba de caer y el viento estaba empeorando, ¡al carajo con la guardia! No iba a morir de pulmonía y nadie echaría de menos al guardia de la cocina, además estaría en ella vigilándole sin abandonar del todo su puesto. Entró con la llave que se le había proporcionado y comenzó a temblar, si seguía así de empapado era seguro que se resfriaría. Empezó a quitarse su túnica al menos, y le coloco en el respaldo de una silla, pero seguía con frío, uno de los hornos podía encender. Su madre le había enseñado como y no le presentó mayor problema. El calor ya se sentía en la cocina y le agradó.

*~*~*~*~*~*~*~*~*

Ya había pasado la segunda noche, y ya en la madrugada estaba terriblemente cansado, el elfo se había aprovechado muy bien del pacto que aun tenían, en la tina del baño le hizo ejecutar su movimiento favorito con la espada una vez, mientras el elfo ejecuto su puntería en él dos veces seguidas disfrutando de un buen encuentro nocturno. Le dolía todo su atractivo cuerpo, el rey tenía muy buena concepción de si mismo. Y los brazos le molestaban de tanto de hacer "planchas" sobre cierto elfo que dormía ahora tranquilo entre ellos. Pero el precio lo valía, la sonrisa en los labios del príncipe en la noche era todo un espectáculo. El rey besó su frente tranquilizando su sueño algo inquieto.

Cuanto gozaba el contacto íntimo con su elfo, cuanto anhelaba la piel tan suave, de bebé que tenía a sus manos, mirarse en sus ojos azul claro para comprobar una y otra vez cuanto le amaba. Y ahora que esperaban a su "primer" hijo no había mas paraíso en otro mundo para el rey, el paraíso estaba junto a él, amándose. Y palpando la esbelta redondez de su compañero, sonrió, un bebé, para ellos dos, el primero de varios, por que Aragorn deseaba muchas sonrisas rodeándole en el futuro y su amado elfo junto a él. Ahora que también aseguraría el trono de Gondor para el futuro. ¿Qué sería niño o niña? El rey deseaba saber el genero de su primogénito, le preguntaría a Legolas al despertar, tal vez el elfo lo sabría con certeza. Pero el había escuchado una voz en su cabeza de la cual no estaba tan seguro, los niños a cierta edad de las primeras palabras podían confundirse con cualquiera de los dos sexos.

Si fuera un varón, su orgullo no se contendría, tal vez rubio, tal vez castaño, pero de que sería atractivo en eso no habría duda. Ahora que si se trataba de una niña... No, no podía ser, y que siendo esposo sufría de celos cada vez que escuchaba que halagaban a su príncipe, por la belleza, el porte y la fuerza que demostraba, ahora si los Valar le recompensaban con una mujercita, y heredaba los atributos de su padre hecho mujer. No, ni pensar si quiera que alguien aspirara a su corazón, a su mano, nadie le tocaría ni un solo cabello de su hermosa cabellera rubia. Nunca había pensado en eso.

Aun tenía que decir a su reino la maravillosa noticia, el estado de Legolas pronto sería mas visible, pero no quería hacerse falsas ilusiones, ya tenía cuatro meses de estado, sabía que los tres primeros meses eran los mas delicados, pero como ya pasaban esa etapa, sólo les quedaba disfrutar y esperar, en mas tardar nueve meses mas sería un orgulloso padre, y ya estaba ansioso por sentir los movimientos del bebé, pero algo nervioso por la cirugía que se debía de practicar para el nacimiento del bebé.

- Mmm...  - gimió el elfo disgustado

- ¿Qué pasa, mi señor? – preguntó el rey. Así había demandado el príncipe que se le llamara en la intimidad

- El bebé... – murmuró Legolas adormilado

Pronto el mortal se sentó como impulsado por un resorte

- ¿Sucede algo? ¿te sientes mal? – preguntó el rey muy preocupado

- No... el bebé... quiere... fresas con crema...

- ¿Fresas? ¡¿A esta hora?! – exclamó algo enfadado. La cama estaba tan mullida, el calor era muy confortable y no quería mover ni un solo dedo fuera de aquel lecho.

- Mmmm... alguien olvida cierto respeto que debe mostrar... ¿Ya no se puede confiar en la palabra de un rey? – se preguntó Legolas con decepción fingida mientras se acurrucaba mas en los brazos del mortal.

- Lo siento mi señor, no debí expresarme de esa manera – se disculpó el rey dando a su voz un dejo de auto humillación

Legolas sonrió divertido pero no dejo que el hombre lo viera. Aragorn no entendía como es que depuse de su noche con crema dulce y cerezas el elfo deseaba mas dulces, lo comprendió al recordar que sólo él había probado el dulce de su cuerpo.

- Pero prepáralas tu, no molestes a la cocinera... déjala descansar

- Pero es que yo no sé donde...

- ¡ah!... y un poco de miel en lugar de azúcar...

- Muy bien su alteza... regresaré en unos momentos.

Un elfo se acomodaba a todo lo amplio de la cama una vez que el rey se puso en pie, Aragorn observó como el príncipe acaparaba todas las mantas, les subía hasta su cuello y reunía las almohadas debajo de él. El rey sonrió, el elfo a veces podía comportarse como un niño mimado.

- ¿Algo mas que se le ofrezca a mi señor? – preguntó Aragorn con respeto al llegar a la puerta

- Mmm... ya que lo mencionas... Una limonada – dijo una voz debajo de las cobijas que se agitaban al hablar. Seguro que el elfo reía de sus mismos antojos.

- ¿Limonada? – cuestionó el rey ciñendo el cinto de su bata azul - ¿Y con fresas con crema?

- ¿Alguien osa cuestionar mi autoridad? – preguntó Legolas sin dejar de moverse

- No, nadie... nadie, su alteza. Con gusto le complazco

- Muy bien... No tardes...

El rey salió encantado y somnoliento por la actitud de su consorte. A veces no le entendía y aun mas cuando llevaba a su hijo en su cuerpo. Los elfos fueron siempre personas enigmáticas y místicas incluso para él que vivió toda su infancia entre ellos. Tuvo suerte de que su amor fuera correspondido por tan espléndida criatura, que tuvo la oportunidad de elegir entre muchas y muchos, incluyendo cierto guardián de los límites de Lorién.

Siempre supo del amor que Haldir sentía por Legolas, pero este nunca fue correspondido, y a pesar de seguir comunicándose con él, siempre era con respeto y cortesía hacia el consorte del rey. ¿Por que lo hermoso buscaba lo hermoso? Haldir era atractivo, nunca tuvo duda de ello, pero era de un carácter fuerte, arrogante y seguro que no empataba muy bien con el carácter del rey, sin embargo no tenía ningún problema con Legolas, con quien gustaba de pasear y platicar amenamente haciéndole morir en vida aun conociendo que su príncipe nunca le traicionaría. Ahora se alegraba al saber que el elfo Galadrim se encontraba muy lejos como para incomodarle, ya tenía suficiente con los mensajes que Legolas recibía y enviaba. Seguramente Haldir era uno de los pocos que sabían de la condición de Legolas en esos momentos.

La luz salía debajo de la puerta de la cocina, alguien estaba aun de pie a pesar de que era muy noche. ¿Un intruso? ¿Y por que no se había percatado la guardia de ese hecho? El rey se encontraba desarmado, con sumo cuidado retrocedió hasta el comedor en busca de algún objeto cortante con que defenderse. Tomó el espada que pendía encima de la chimenea central sin hacer mucho ruido, nuevamente se dirigió a la cocina abriendo con cautela, poco a poco se veía a un hombre de espaldas, con el torso desnudo haciendo movimientos con los brazos nervudos como si de ejercicio se tratase.

Observó como la espalda del supuesto criminal se estiraba y contraía cuando separaba y juntaba los brazos flexionados. El rubio y oscuro cabello parecía mojado, y goteaba sobre la espalda como si sudara, las gotas llegaban hasta la cintura donde se perdían en el sus ropas inferiores. Un buen pero pequeño trasero redondo sobresalía en sus formas. El rey sin darse cuenta le admiró unos segundos. Sin pensarlo mas, adentro con rapidez en la cocina tomando desprevenido al pobre Daguel que calentaba sus entumecidas articulaciones, le dobló el brazo izquierdo cruelmente por la espalda mientras con la otra sostenía la espada que en su cuello se posaba decidido a rebanársela a la menor provocación.

- ¿Quién eres y que deseas? ¡Habla! - ordenó el rey furioso

- Su... su majestad... – dijo asustado Daguel

El rey le tomo de los antebrazos al creer reconocerle y le volteo con brusquedad para tenerlo frente a frente. La luminosidad de la pequeña vela encendida en la mesa dejo ver las claras facciones del joven guardia. El corazón de Daguel latía furioso, no se contenía y creyó que iba a morir del susto y de la emoción de sentir una vez mas las fuertes manos del rey en su cuerpo, apretando firmemente sus brazos.

- ¡Daguel! – exclamó el rey muy sorprendido - ¿Qué haces aquí a estas horas?

- Su... su majestad... yo estoy de guardia

- ¿De guardia en la cocina? ¿Temes a caso que las ratas ataquen mi alacena?

El rey cambió repentinamente a su buen humor  para relajar la situación y Daguel lo pudo advertir en esas líneas y disfruto de la sonrisa amable de Aragorn por unos instantes

- No señor, sólo que... Estaba afuera y la lluvia me alcanzó... y...

- ¿Quisiste refugiarte aquí, no es cierto?

- Si...

Aragorn observó el torso desnudo del joven, firme y totalmente cubierto con vello, con los pezones erectos, creyó el rey sería por el frío que sentía el joven. Que raro su piel se sentía ya cálida. Entonces le liberó.

- ¿Por qué estas sin camisa o túnica? No me gusta nada eso – señalo el rey apartando su mirada reluctante

Un ligero rubor apareció en los dos rostros que pudo ocultarse por la tenue luz que había en la cocina.

- Mis ropas están totalmente mojadas, su majestad, si seguía así... iba a pescar un resfriado y no podría seguir sirviendo a su majestad, como se debe. – declaró el joven realizando una reverencia con respeto

- Muchos mas están allá afuera, joven Daguel, sufriendo las inclemencias del clima, de la llanura al cumplir con su deber y no se quejan por ello.

Daguel bajo su cabeza apenado por la situación, aun era muy joven y un poco inexperto en las batallas libradas más allá de los límites de Minas Tirith.

- Es cierto, su majestad, si yo hubiera experimentado tales situaciones, lo sabría con certeza.

- ¿Nunca has salido de Gondor? – preguntó el rey interesado por las palabras de quien consideraba ya experimentado en las batallas, puesto que atestiguo su técnica de combate al defenderle en el encuentro cerca del puente nuevo sobre el río.

- No que yo recuerde, su majestad. Mi madre... – respondió Daguel con la mirada en el horno encendido -  mi supuesta madre, la cocinera de palacio, me encontró en Rohan ya hace mas de 12 años, y no conozco mas allá de nuestras fronteras.

- ¡Oh! No sabía que Serima era quien te crió. Es una mujer muy amable.

- Si su majestad, muy amable es. ¿Desea que le llamé?

- No, no... no deseo molestarle...

- Si yo puedo servirle su majestad... – dijo Daguel entusiasmado de prestar sus servicios al rey

Aragorn reflexionó un momento, tal vez Daguel podría ayudarle con la limonada mientras el preparaba las fresas y regresar junto a su elfo antes de que el antojo hubiera pasado.

- Bueno, a decir verdad, necesito tu ayuda

El rey le había tuteado y Daguel se emocionó.

- ¿Sabes preparar una limonada?

- Claro señor. ¿Desea que le acompañe con licor?

- No, no, no es para mí.

Aragorn se ruborizó. No quería confesar que su "señor elfo" le había enviado para cumplir un antojo, pero tampoco decirle lo que seguro Daguel ya sabía, que el príncipe Legolas esperaba un hijo. El rey suponía que Daguel ya estaba por haber acompañado a Melfor anteriormente

- ¡Ah! Claro, supongo que es para su alteza... – sospechó Daguel después de unos segundos

Un poco de amargura se escuchó en esa oración.

- Seguramente esta de antojo...

Esto último lo dijo sin percatarse de que había hablado en voz alta y no en sus pensamientos.

- ¿Tienes algo en contra de eso? – preguntó el rey algo enfadado por el comentario del atrevido jovencito. - ¿Te molesta acaso?

Daguel reaccionó y se dio cuenta de la gravedad que había dicho, no quería que el rey le perdiera la confianza.

- Lo siento su majestad, no he querido decir que sea algo...malo, al contrario... Es bueno cumplir sus deseos... Y yo soy el primero en obedecer. ¿Una limonada simple?

Daguel sonrió nerviosamente, el rey entendió torciendo un poco su boca y añadió seriamente.

- Si, nada mas, te lo agradecería.

"Si fuera con un beso..."

El joven abrió algunos estantes bajos de la alacena mientras Aragorn investigaba donde demonios podían encontrarse unas fresas en una cocina tan grande como esa, no les encontraba. Daguel abría un saco grande con limones, de cuclillas tomaba tres de ellos, y empezaba a anudar el saco nuevamente, cuando sintió la presencia del rey a su izquierda, giro su cabeza y se encontró a unos centímetros de la entrepierna del rey.

- ¿Sabes donde guardan las fresas? – se escuchó la grave voz del rey encima del joven.

Daguel estaba enrojecido por la vista, se fue irguiendo poco a poco hasta encontrarse con los ojos del rey interrogándole, la idea de las fresas no era lo que el joven tenía en mente.

- Disculpe su majestad, no escuché bien su pregunta

- Las fresas, ¿donde están?

Maquinalmente Daguel fue hasta un recipiente metálico con algo de agua que conservaba las fresas frescas. Le paso el recipiente chorreando algunas gotas al rey, unas pocas cayeron en el abdomen del joven haciendo que sus pezones nuevamente se pusieran erectos. ¿Por qué sus ropas no se secaban con rapidez?

Aragorn notó como el joven cruzaba sus brazos para evitar que se diera cuenta, demasiado tarde. Sólo sonrió ante la pena que demostraba el muchacho. El guardia fue hasta los limones y los lavó rápidamente. El rey tenía ya las fresas y la crema, ¿dónde estaría la miel? Abrió los estantes superiores ayudándose con una vela que recién encendió cuando Daguel lavaba los limones, empezó a buscar el tarro.

- No encuentro la miel, ¿sabes donde...?

Con mucha rapidez Daguel se puso a su lado, y como el rey le estorbaba un poco se inclino de puntas para alcanzar el tarro que sabía escondido casi hasta el final del estante. Bien lo sabía el joven, puesto que amaba el pan tostado untado miel encima por las mañanas. Aragorn sintió la cabeza del joven muy cerca de la suya, con el cabello húmedo, admiro sus facciones. No se había percatado de los ojos azules que tenía el joven, ni de la boca delgada y sonrosada que poseía. Era un jovencito atractivo, capaz de atraer las miradas cuando se le miraba con tranquilidad.

- Aquí esta su majestad. – dijo Daguel poniendo el tarro en las manos del rey.

El pequeño contacto duro sólo un segundo pero ambos se percataron del roce de sus manos. Daguel se retiro a la mesa y comenzó a exprimir los limones en un vaso con agua fresca. Aragorn se había quedado observando la espalda del joven, bajando la mirada lentamente, hasta que... El rey dio media vuelta y abrió el tarro de miel sobre otra mesa.

Daguel sintió que el monarca le había observado y se sonrojo, esta era la noche mas excitante de su vida, el estar a solas con el rey, en un cuarto a media luz, el casi desnudo y el rey, con la mirada puesta en él. Sonrió. Agregó azúcar al agua y revolvió con la cuchara. Pero allá arriba había alguien más que esperaba gustoso al rey, un hermoso espécimen de la raza élfica que pronto haría muy dichoso al rey. Le dolió en el corazón. ¿Por qué él no tenía esa oportunidad? ¿Por qué no pudo nacer como elfo y ganar el amor del rey? Mucho podía ofrecerle. Se escuchaba como el rey partía las fresas detrás de él. Una malvada idea le ocurrió. Nadie se daría cuenta que su saliva se mezclaba con la limonada si le revolvía bien.

- ¿Te han castigado poniéndote a custodiar la cocina? – preguntó repentinamente el rey para evitar ese incómodo silencio

- ...

- ¿Joven Daguel?

- Perdón su majestad, sí, no realice una orden a tiempo, y me han puesto a custodiar la entrada a la cocina – respondió asustado el guardia revolviendo la limonada con una cuchara

- Ya veo. Bien, he terminado – dijo el rey volviéndose.

El rey presentó un plato de fresas delicadamente recortadas y arregladas en forma de flor, la crema les cubría y la miel rodeaba el conjunto para no revolverse tan rápidamente.

- ¿Tienes la limonada, ya?

- Si, su majestad. Aquí tiene, ¿Desea que le ayude a llevarle?

- No, no... gracias, pero es bueno saber que puedo contar con alguien que me ayude a estas horas.

Aragorn sonrió amablemente y salió de la cocina mientras Daguel se perdía entre los pliegues más debajo de la cintura de la bata real. Recordaba el cuerpo desnudo del rey y suspiro.

El rey entró silencioso a su habitación, cerró despacio la puerta y encontró el mismo bulto como le había dejado. Un elfo debajo de dos sábanas, y dos cobertores, cubierto hasta la cabeza a mitad de su lecho, con el sedoso cabello cubriéndole el rostro, una almohada entre sus piernas y la misma del rey entre sus brazos.

Este elfo era un egoísta. Sonrió el rey. Colocó el plato y la limonada en su mesa de noche y empezó a escarbar entre las mantas, hasta que dio con la perla que encerraba ese caparazón. Profundamente dormido, con un leve rocío en su frente, le destapo con cuidado y poco a poco se las arreglo para ponerle en sus brazos.

- Mmmm... – respingó Legolas al sentir que su rey regresaba a su lado

- Duerme... – susurró Aragorn a su oído.

- Fresas...

- No, es tarde... – dijo el rey arreglándole el cabello detrás de esas hermosas y puntiagudas orejas que tanto le gustaba morder

- Crema...

- No, ya te dije...

- Mmm... esclavo malo…

El elfo se abrazo al mortal y no añadió más. Aragorn le continúo acariciando, apretándole con mucho amor entre sus brazos, y arropándole. Tal vez el príncipe era elfo, pero el pequeño era mitad humano y podía enfermarse, no quería que su señor tuviera contratiempos. Alguien mas podía enfermarse si no ponía atención a lo mojado de sus ropas. Daguel era un joven muy atractivo, con un buen cuerpo y también muy  servicial. ¿Por qué antes no lo había notado?

Abrazo mas a su elfo, se arropó bien y durmieron tranquilos como siempre. Pero Legolas no había quedado satisfecho, el sabor a fresas lo tenía en la boca y deseaba saborearles, no bien se aseguró que su esposo dormía placidamente, alcanzó la bandeja y devoró las fresas con crema y miel, un deleite total, un elfo en la oscuridad se relamía los labios feliz de que su padre no pudiera reprenderle por su falta de modales. Tomó el vaso con limonada y se detuvo. Algo no estaba bien y frunció el ceño, la limonada tenía un olor diferente al agua y al limón, no le agrado, la esencia de alguien estaba allí, un ser humano, no el rey, con mucho repudio le alejo lo mas que pudo de su mesa de noche. Asco sintió pero le contuvo, se refugió en el calor de las mantas y no quiso pensar en más.

TBC…

*~*~*~*~*~*~*~*

Ah! Un capitulo que al principio era solo de 8 hojas, pero le he agregado algo mas. Sorry por las seguidoras de Daguel, échenle culpa a los celos, la maldad anda cerca y tuve esa idea por que desconfié de quien me trajo mis pasteles, esa chica trae algo contra mi y no tome muy bien su felicitación, jejeje...

¡Gracias por los reviews!

Ayesha –  ¡Por fin salió por quien llorabas! Daguel, pero se ha portado mal, así que creo estaras mas feliz.jejeje...

Legolas12 – Yo prefiero a mi elfo de negro, mmm... sería buenísimo tener una imagen así de el... sin nada abajo solo el antifaz. Aquí esta pero mas tranquilo, el elfo no es tan... malo.

Aura4 - ¡sí! Yo quería un elfo dominante y oscuro, y un Aragorn que le toque sufrir, esta vez fueron mas melosos.

Nienya - ¿? Lo dejaste dos veces pero igual sé que lo lees, tal vez por que había mucho "roce" entre ellos pasaste. ¿Te llegaron las imágenes? ^_^ ¿De plateado como en Lorien? Se veía muy comible..^o^'

Shanna – El elfo quiere jugar mas pero el rey no quiere mucho que se fatigue el elfo.¡Ah! Sip, la mía es la de "Captured" algo así, por que yo los quisiera tener así, hoy salió una de Haldir buenísima. Mmm... rico...

Akhasa – Iba a ser descriptiva con el segundo día, pero lo deje en reserva, ahora seré mala con los dos, bueno los tres...jejeje... Gracias por las oraciones, yo también ando por que no se acabe la inspiración... ^_~

Myrem – No problem con los reviews ^_^, siempre tenemos algo mas que hacer y se nos va el tiempo... Aragorn nada mas quería que su embarazo no tuviera contratiempos al comienzo y ya, puesto que el embarazo puede llegar a tardar 12 meses, aun le quedan doce...Pero irán mas rápido de ahora en adelante.

Reina Varda – Sip, a mi me gusta mi elfo oscuro, mas bien de negro, ¿Legolitas? Ô.ô ...jejejeje... a veces hay que ser dominante, ¿no? ^_^

KEG –Vaya, alguien que lee y no habla español. Me alegra mucho, eres el tercero que pasa por lo mismo. ¡¡Muchas gracias por leer!! I know just a little bit of english, i can read but I don't know write. Thanks!

Nessimelle – Elfito malo, elfito malo…a ver que te pareció este capítulo, Daguel esta celosillo, por eso hace esas cosas... ^_^ Sí! Grita mucho y quédate afónica que así se vive mas rico...:-P

Any – No, ahora el elfito se portara bien, se quiere y se cuida, si no, hubiera usado el látigo para castigar a su esclavo...jejeje...

Elithil – Si, la imagen del elfo embarazado que te envié te deja.(Ô.ô) Pero en fin... ¿Con látigo? Jajajaja... si! Sería un elfo mas fascinante! :-P Y por lo de Ascar y el baby, aun le tengo en trámite, ya le empecé pero antes debo casarlos, ¿no? Y en Lorien el elfo se siente sólo... snif...

Reviews, agradecidos como siempre.