Título: Lágrimas
Autor: Vania Hepksins vaniah2000@yahoo.com
Pareja(s): Aragorn/Legolas
Clasificación: PG13, pero puede subir en el camino. AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Varón embarazado) NO LE LEAS POR FAVOR, snif…
Resumen: Una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una hermosa pieza para completar su felicidad. ANGST
Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre / hombre, mas bien hombre / elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.
N/A.- Espero no tocar susceptibilidades con lo del embarazo, son simples palabras, así que no lo tomen a mal. En cuanto al final, será feliz, algo agridulce, pero bueno. Juntos.
11. Celos
Aragorn despertó el primero, encontrando a su elfo cobijado con todas las mantas y sabanas que había en la cama, acurrucado en su lugar sin tocarle. El rey se asombró y le atrajo hacia sí, besándole la espalda y bajando sus manos hasta su vientre para saludar a su bebé. ¿Cuánto tendría que esperar para conocerlo? Si el elfo llevaba cuatro meses, aun faltaban ocho según las expectativas élficas, pero por otro lado el pequeño llevaba sangre mortal, podía ser a los nueve, o una mezcla de ambos. ¿Quién le atendería? Según los consejos de Melfor y Seris, Lord Elrond sería el adecuado para esta tarea, ejecutaría la cirugía que el mismo asistiera y terminaría sin contratiempos el embarazo milagroso de un elfo varón. Y él orgulloso tendría al bebé entre sus brazos y lo mostraría a sus súbditos en Gondor.
Ahora bien, ¿era tiempo de hacerle del conocimiento de los habitantes?, seguramente que si, Legolas ya no usaba la ropa ceñida de antes, y el cinturón usaba los orificios que antes nunca utilizo. Pronto necesitaría nueva ropa, y un asistente a toda hora. Palpó nuevamente el vientre para sentir el pequeño latir y aun seguía, pero nada de pataditas extrañas o movimientos aun. Observó la bandeja sobre la mesa a un lado de Legolas, las fresas habían desaparecido pero la limonada seguía intacta, olvidada en el lejano rincón de la mesa, Legolas no la quiso, por que estaba fuera de la bandeja y alejada del plato de fresas. Recordó a Daguel en la cocina, casi desnudo, con el pecho al descubierto y los pezones erectos, a su mente vino la espalda morena a la luz del horno, los ojos abiertos, los labios suaves… No, no podía estar pensando en eso, besó a su elfo y se puso en pie. El rey miraba la frescura del vaso de limonada, sintió sed.
- ¿A dónde vas? – preguntó el príncipe al sentir que le falto el abrazo de su rey.
- Sigue durmiendo, es temprano…
Aragorn se puso en pie ciñendo su bata, las estrellas aun se notaban por el ventanal y el sol empezaba a colorear apenas de rojo el cielo lejano, se estiró sintiendo todos los músculos de su cuerpo, bostezo. Rodeó la cama y el elfo le siguió desde la cama, el rey tomó el vaso e iba a beber de él.
- No, no lo hagas, no bebas
- ¿Por qué? La limonada esta fresca y limpia, ¿la quieres tú?
Aragorn se la ofreció pero el príncipe la rechazó.
- No, no la deseo, pero no la bebas por favor. – suplicó Legolas
- Me ha dado sed – exclamó el rey
- Pero no bebas de ese vaso
- ¿Por qué?
- Tiene algo, no me gusta…
- No tiene nada…
- ¡Aragorn! – exclamó Legolas al ver que el rey hablaba en serio y se llevaba el vaso a sus labios – ¡No lo hagas!
El rey se detuvo.
- Dámelo.
- Toma. – ofreció el rey enfurecido ante la actitud del elfo
Legolas se puso en pie y vertió el contenido en un balde del baño, ni su hermoso jardín merecía esa agua. "¡Ya no puedo ni beber a gusto!" exclamó el rey desde afuera saliendo de la habitación azotando la puerta.
La mañana no había comenzado bien y la vista del vaso de limonada le había despertado la sed. Se dirigió a la cocina saludando a algunos guardias que estaba tomando su sitio en las escaleras del pasillo. Debía de darse prisa si deseaba que nadie más le viera en bata. Llegó a la cocina y encontró al joven guardia Daguel dormido sentado con la cabeza sobre la mesa y los brazos rodeándole. El horno se había apagado y el joven titiritaba de frío dormido, Aragorn se aproximo hasta las ropas del joven que colgaban en la silla y estaban secas, les tomó y se acercó a su lado, pero antes no pudo dejar de admirar su espalda algo velluda, sus ojos cerrados y su boca ligeramente abierta, se sentó a su lado admirando sus facciones. Después de unos segundos colocó la túnica sobre sus hombros y les apretó con gentileza.
- Despierta, es tarde.
- ¿Qué?
El joven frotó sus párpados asombrado por las palabras que le despertaban, parecía un sueño.
- ¿Estás aquí? ¿Conmigo? – preguntó el joven creyendo que era uno de sus sueños repetitivos
- Disculpa, no entiendo...
Daguel acarició la mejilla barbuda sin titubear, pero al ver la pared de la cocina detrás del rey, recordó lo que había sucedido y se puso de pie con rapidez.
- Perdón, perdón… Lo siento mucho su majestad, yo, yo… perdón… lo he confundido…
Daguel apretaba la túnica tratando de cubrirse el pecho, de evitar la mirada del rey caminando hacia atrás, temblando de nervios y de miedo, si no tenía cuidado llegaría hasta el horno, el rey le detuvo sosteniéndole de los brazos.
- ¡Cuidado jovencito, si no caerás! – exclamó deteniéndole - No temas, seguro y me confundiste con alguien, ¿cierto? – preguntó Aragorn sonriendo
- … Sí, yo… lo siento… - murmuró Daguel dejándose aprisionar
Aragorn observaba esos ojos azul oscuro que parecían de vidrio, Daguel sentía palpitar su corazón terriblemente, el rostro del rey estaba muy cercano y no dejaba de mirarle los ojos y los labios.
- ¡Elessar!
El príncipe había entrado a la habitación encontrándoles en esa posición. Daguel se ruborizó profundamente y el rey le soltó.
- .. Legolas…
La culpa se escuchaba en la voz del rey, Daguel tenía la túnica abierta y el cabello desarreglado. Legolas entró y como llevaba la bandeja en las manos con la charola le dejo sobre la mesa de la cocina.
- Pensé que desearías tomar algo, y vine a ayudarte pero… Veo que no me necesitas… - declaró el elfo con su voz tranquila
- No, Legolas, es que Daguel estaba… - dijo el rey preocupado por lo que su esposo pudiera pensar
- Su alteza, yo me quede aquí y …- interrumpía el joven guardia a la vez
- No necesito explicaciones. Gracias.
Legolas salió de la cocina muy enojado, sintiéndose ofendido por lo que había visto, no le gusto y los celos le estaban comiendo el alma. Aragorn, SU Aragorn tenía las manos en un jovencito rubio y ambos se miraban muy extrañamente. Si hubiera tardado un segundo mas seguramente habría atestiguado un beso. Subió las escaleras y escuchó como Aragorn le llamaba desde más atrás. No iba a volver, con su rapidez característica y olvidándose de mareos y nauseas que le hicieron caer una vez por allí, se apresuró hasta su habitación, se refugio en la contigua cerrando con llave.
- Legolas ¡abre! – gritó el rey después de tratar de forzar la puerta de forja
No respondió el elfo que temblaba de odio, de impotencia y de celos, caminaba de un lado a otro tratando de contenerse, nunca había sentido celos, mas que con Arwen, cuando aun creía que ellos dos estaban comprometidos, y ahora, ahora no sabía que pensar.
- ¡Legolas por favor!, déjame explicarte
No iba a abrir por que no quería discutir, deseaba calma un poco, deseaba que su vientre no le doliera, y no sabía a causa de que. El bebé también sufría si su padre elfo lo hacía.
- ¡Abre maldita sea! – gritó con enojo el rey
Aragorn empezó a golpear la puerta y a darle de puntapiés para forzarla, seguro no resistiría mucho, con un fuerte empujón con el hombro cedió. Encontró al elfo sentado en la cama dándole la espalda.
- ¿Por qué no abriste? ¿No me escuchabas? – preguntó Aragorn enfurecido mientras llegaba a el.
Legolas no respondió y tenía clavado los ojos en el hermoso jarrón que ostentaba unos alcatraces que tanto le gustaban, se estaban marchitando y debía pedirle a la sirviente que les cambiara o pusiera un poco mas de agua.
- Legolas…
El rey se arrodillo frente a él, estorbándole su objetivo, Legolas bajo la mirada evitándole. Aragorn le tomó las manos que tenía entrelazadas sobre su regazo, el embarazo era más visible con la bata ceñida, estaban frías y temblaba.
- Legolas, ¿Por qué te pones así? –preguntó Elessar aun enfadado por la actitud de su consorte - ¡Nada paso!
No abrió la boca el elfo, por que si lo hacía iba a gritarle enojado y tanta debilidad sería demasiado. El rey le seguía mirando, temeroso, por que nunca espero que el príncipe fuera capaz de sufrir tanto por los celos. Cierto era que la vista de Daguel le agradaba, pero nada mas. Nada pudo pasar allí.
- Vamos, no te enojes conmigo… - suplicó el mortal con un tono mas dulce - Él es un jovencito que no me importa en absoluto…
Aragorn tomó su barbilla para obligarle a mirarle, contempló el dolor en sus ojos hermosos, y como las lágrimas amenazaban a salir pero por un milagro no lo hacían, había un puchero sumamente triste en sus labios y le partía el corazón.
- Vete – ordenó el elfo
- ¿Qué dices?
- Debes arreglarte…
- No, me quedare contigo… - ofreció el rey con una sonrisa.
- ¡No! Vete, deseo estar a solas…
- ¡Pero Legolas…!
- Por favor, ve a asearte. Yo estaré bien. – aseguró el elfo evitando sollozar
- ¿En serio? ¿Estarás bien?
- Sí.
Aragorn se puso en pie y se alejó. Cuando no escuchó más ruido de pasos, Legolas dejo escapar un profundo suspiro, Aragorn le observaba desde el umbral de la puerta y cerró despacio.
El rey termino de asearse, se afeito para agradar mas a su esposo, se vistió de azul como a Legolas le agradaba, se arregló el cabello como a veces se lo sugería. Bajó de nuevo a la cocina, ordenando a Serima el almuerzo más rico y apetitoso para el príncipe, que con gusto lo preparo, un jugo de naranja, un cóctel de frutas, pan tostado y mantequilla. El mismo rey le llevaría con gusto, Aragorn salió de la cocina sin percatarse siquiera que Daguel tomaba el desayuno junto con otros guardias en la mesa de la esquina de la cocina.
Entró a la habitación contigua sin hacer ruido, Legolas yacía recostado en la cama, con su mirada perdida en el techo, sin inmutarse con su entrada, con la mano reposando sobre su vientre y aun con su ropa de noche. Creyó que aprovecharía el tiempo en que él salió para arreglarse un poco.
Dejó la bandeja en la mesa del espejo y fue a revisar a su elfo. Legolas aun tenía el rostro húmedo, las pestañas húmedas y el semblante triste, sus ojos estaban vacantes, iba a llamarle cuando observó que la mano del príncipe se apretaba contra su vientre y su ceño se fruncía ligeramente. El bebé sufría un poco.
- Papá, ¿Qué tienes?
- Nada pequeño, no te preocupes
- ¿Por qué lloras?
- Estoy algo triste
- ¡Pero mi papá aun nos quiere! ¡Nos quiere mucho!
- Yo lo sé…
- No llores mas por favor, por que me pondré triste
- No lloraré
- Cuídate… te quiero mucho
El sueño le tranquilizaba, el niño también estaba asustado por que no sabía que ocurría a su alrededor y por que su padre se entristecía y el podía sentirlo, sólo sabía que sus padres habían discutido.
- Legolas… ¿amor? ¿Qué sucede?
El príncipe parpadeo varias veces, humedeciendo mas sus ojos cruzándose con los del rey.
- Te traje el almuerzo.
- Gracias – sonrió el elfo con tristeza al tiempo que tomaba asiento y arreglaba su cabello y bata. Acarició su pequeño vientre abultado.
- ¿Esta bien el bebé?
- Si, ya está mejor…
- ¿Ya está mejor? ¿Por qué dices eso? ¿qué le paso? – preguntó el rey preocupándose.
- Nada…
Legolas se levantó y se dirigió a la mesa donde el aroma a naranja le llamaba. La fruta estaba deliciosa, melón, sandía, manzana y otras mas. El jugo era recién exprimido y el aroma natural impregnaba el ambiente. Sintió los fuertes brazos del rey rodeando su cintura desde atrás.
- Perdóname mi amor… - susurró el rey en su oído
- ¿Tengo algo que perdonar?
- No
- Entonces no pidas perdón.
El rey besó su cuello y le mecía en sus brazos como acostumbraba, mientras el elfo comía su fruta y bebía su jugo, untó un poco de mantequilla sobre su pan y probó un pedazo, le ofreció al rey a sus espaldas y tomó un bocado. Legolas disfruto de un sorbo de jugo y uno mas para el monarca, poco tiempo después compartía tiernos besos con sabor a naranja.
*~*~*~*~*~*~*~*
A media mañana Legolas había leído algunas páginas de tan preciado libro élfico en su habitación, sentado en el piso y la luz de su ventanal del jardín, le acompañaba un plato de galletas que Serima amablemente le había traído y un vaso de leche fresca. Había dejado la ventana abierta, deseaba sentir la humedad del ambiente y el rocío leve de la lluvia ser arrastrada hasta sus pies extendidos.
El rey como siempre ocupado con sus recorridos, visitas y edictos no le había visitado en toda la mañana, Legolas aun estaba un poco resentido por el malentendido de hacia horas pero deseaba congraciarse con su rey, así que sacó el libro grueso e ilustrativo y tal como niño pequeño se sentó en el suelo en la frescura del piso a hojearle. Tomaba alternativamente una galleta y saboreaba la leche endulzada con miel.
Sus ojos se abrían al contemplar con mas detenimiento las imágenes que le mostraban una realidad desconocida para él, aun con toda su flexibilidad se preguntaba, si era posible experimentar algún placer al pararse de manos y soportar el peso de alguien mas sobre el. Pasaba las hojas con detenimiento y en su mente empezó a figurarse el porque Haldir se lo había regalado. No recordaba haberle visto dejar el encuadernado en su mesa de regalos, pero por la palabra "Felicidades" en élfico escrito con hermosa caligrafía en la primera hoja, supuso que sería de él.
Tenía en mente a Haldir en todo momento, y suponiendo que él se lo había obsequiado, debía de saber de que se trataba, debió haberlo hojeado y si era así... ¿acaso esos eran los planes del Galadrim si Legolas aceptaba dar oídos a sus cumplidos y peticiones? No, Haldir era todo un caballero, incapaz de faltarle el respeto como ninguno, orgulloso y arrogante, algo que le atraía, por que ese porte sólo un príncipe podía ostentarlo y a pesar de ser uno, nunca tuvo una imagen así de el mismo. ¿Pero quien mas sino él pudo regalar algo así?
El Galadrim merecía toda la felicidad y era una pena que no pudiera corresponderle, si a todas luces el elfo de cabellos platinados era digno de admirarse. Debía tener un buen cuerpo, pectorales firmes y abdominales definidas, sus piernas torneadas por el continuo ejercicio le daban tentación de tocarles. Recordó sus momentos cuando alguna vez compartieron las aguas claras de un río en su visita a Lorien, ese cabello húmedo, su mirada altiva y sus labios delgados. Después de vivir casi ya seis años entre hombres empezaba a extrañar a sus amigos, y familia y por supuesto al Galadrim. ¿Cómo era posible que su corazón no se perdiera con el orgulloso elfo? ¿Cómo es que no se dio cuenta de lo maravilloso que podía ser si...? Pero no, a pesar del beso que una sola vez compartieron, todo quedo claro en que Legolas amaba al mortal, a pesar de que en esa época se supiera de su compromiso con Arwen.
Al observar las figuras en el escrito, imaginaba al Galadrim, su piel debía de ser suave, tal como sus candentes labios, Legolas admitía solo para él mismo, que si disfruto ese beso, pero nada mas, el contacto era de un amante pero la realidad era otra.
Sus manos eran grandes y seguras, sus saludos fraternales pero esa vez que le acarició y beso, se sentían cálidas y suaves en sus mejillas, nunca mas le tocó. ¿cómo sería estar entre sus brazos? ¿Sentirse uno sólo con él? Escuchar su respiración jadeante, sus gemidos de placer al alcanzar el éxtasis, sentirse uno con ...
- Legolas
El elfo salió de sus pensamientos intempestivamente, las botas negras de Aragorn estaban frente a él y poco a poco elevó su mirada para observar a su rey que le miraba extrañado, no pudo evitar sonrojarse por lo que pasaba hacia unos minutos por su cabeza, cerró el libro sin pensarlo dos veces, cubriendo las pastas con diseños élficos para que no le reconociera después.
- Aragorn...
- ¿Qué haces allí en el piso? – preguntó el rey ofreciendo su mano para levantarle de allí
- Ahh... yo...leía... – respondió el joven príncipe elfo mordiendo nerviosamente una galleta
- ¿Leías? ¿Qué lees? – interrogó Aragorn frunciendo el ceño al ver como el elfo ocultaba tras de si el libro - ¿Y por que no me respondías?
- ¿Qué? ¿No te respondía?
- Ya te había llamado pero no contestabas, al parecer pensabas en algo... o alguien...
- No, no... nada de eso...
El elfo actuaba extraño y sus mejillas seguían encendidas, el libro ocultaba algo y tenía curiosidad de saber que sería.
- ¿Qué llevas allí? ¿Puedo verlo?
- ¿Qué? ¿Esto? – dijo Legolas temblando un poco, le mostró el libro aparentando no importarle pero no lo soltó - No es nada... es algo... aburrido... nada interesante...
El mortal se lo arrebato de las manos pues no había creído nada de lo dicho y le abrió. Por suerte, se salto la primera hoja y no leyó la inscripción y sus ojos se abrieron al observar las escenas allí relatas con detalle y tan bien ilustradas. Las personas eran varones ciertamente, de eso no había ninguna duda, algunos tríos y un cuarteto... Una orgía completa cuando abriendo la boca contempló a seis varones en rueda unidos uno con otro, al parecer cantaban algo pero eso era lo que menos le importaba, pues no le puso atención a la letra.
Legolas se sonrojó mucho, nunca quiso que su esposo le encontrara, nunca el mismo le había visto con detenimiento y sólo le había hojeado, y era ahora que necesitaba de alguna idea se le ocurrió hojearle, pero el tiempo fluyo tan rápido que no se dio cuenta de que la hora de comer había llegado.
- Aragorn... yo...
- ¿De donde sacaste esto? – preguntó el rey sin dejar de pasar las hojas y recorrer las gráficas descriptivas.
El príncipe no sabía que contestar por que sólo sabía que había sido un regalo de bodas, y tenía sospechas de su procedencia pero no iba a compartirlas con el rey.
- Legolas – preguntó nuevamente el rey elevando su mirada de advertencia - ¿Quién te lo dio?
- Yo, no sé...
- ¿Cómo que no sabes?
Aragorn volvió las páginas buscando y le encontró. "Felicidades" con letra élfica en la esquina superior de la primera hoja. Sólo un nombre figuro en su mente al reconocer la letra.
- Haldir – declaró Aragorn señalando la escritura
- No, no sé...
- ¿Cómo es que no sabes? ¡Esta es su letra! – reclamó furioso el rey
- No estoy seguro, fue un regalo de bodas que dejaron en la mesa, sin remitente.
- ¡Pero es de Haldir!
- No puedes asegurarlo, la letra de los elfos puede parecerse mucho, es fácil confundirla incluso para mi...
- Pero el carácter es definitivamente de Lorien, de alguien que pasa mucho tiempo allí.
- No sé... no dice mas...
El rey cerró el libro pero no lo devolvió a Legolas que no dejaba de observarle.
- ¿Me lo regresas? – pidió el elfo
- No.
- Pero... ¿Aragorn, por que?
- No deseo ideas extrañas en nuestra cama.
A Elessar se le reveló una idea. ¿Era posible que el elfo obtuviera sus "castigos" de ese libro? ¿Pensaba en el Galadrim cuando los ejecutaba con él?
- Legolas...
- ¿Sí...?
- ¿De aquí obtienes tus... ideas?
- ¿QUE? – se extraño Legolas levantándose del sillón en que se había apostado
- Seguramente que piensas en él, ¿no es así? – preguntó el mortal celoso encajándole su mirada
- ¿En Haldir?
- ¡POR ESO TE SONROJASTE CUANDO ENTRE! – exclamó el rey irritado al encajar las piezas
- ¡Aragorn eso no es nada honorable!
- ¡Tampoco lo que tu haces conmigo!
- ¿Qué hago contigo?
- ¿Piensas en Haldir cuando estás conmigo?
- No, Aragorn... ¡ESO ES IMPOSIBLE!
- Seguramente que te dio algunas ideas este libro, ¿no?
- ¡NO! Apenas empezaba a verlo... yo nunca lo había visto como hasta hoy...
Las ideas de Legolas eran originales, no les había sacado de ningún libro, no las había leído ni compartido con nadie, había hojeado el libro anteriormente, pero algunos aspectos le parecían demasiado vulgares y las posiciones difíciles. Sólo hasta ese día le leyó con mas detenimiento.
- No he sacado ninguna idea de allí. – declaró el príncipe cruzando sus brazos enfadado pero mas ofendido
- ¿Y por que le pensaste mucho para responder?
- ¡Por que me ofendes con tus dudas!
- ¿YO OFENDERTE? ¡PERO SI ERES TU QUIEN PENSABA EN ÉL.!.
Aragorn levantaba la voz y se le veía irritado, Legolas sentía nuevamente que la discusión se había salido de su control. Los celos del rey era algo con lo que no se acostumbraba a vivir, nunca podría traicionarle, y si tuvo esos pensamientos se debían al libro, no a su corazón. Elessar se dirigió a la pequeña chimenea, y empezó a avivar el fuego que hasta ahora era apacible.
- ¿Qué vas a hacer? – preguntó Legolas cuando le vio arrodillado junto a las llamas
- Le quemare
- Pero Aragorn, el libro...
- ¿Deseas quedártelo? – preguntó poniéndose en pie - Bien, toma... – ofreció el rey presentándole el libro mientras caminaba hacia él - Pero no quiero nada de estas... porquerías en mi cama, ¿entiendes?
El elfo temblaba de rabia, el libro era un regalo para los dos, no sólo para el elfo, era un regalo de bodas con hermoso grabado en oro y pastas de fino material, si le guardo fue por su contenido erótico, no por que se sintiera culpable de amar a otro que no fuera el rey, por que no era así.
- Eres cruel conmigo al pensar que pude sentir algo mas por Haldir, eres injusto al decir que fue él quien "nos" lo obsequio sino se sabe con certeza. Has lo que quieras.
Legolas salió de la habitación sin azotar la puerta, caminando resueltamente con el corazón herido, había murmullos al pasar, seguramente le habían oído en su discusión con el rey, miradas nerviosas. Cuando entró a su habitación, aquella con jardín donde se retiraba a pensar del segundo piso su respiración era fatigosa, el aire llegaba muy poco a sus pulmones y decidió salir al balcón. Le habían arreglado una manta encima para que pudiera salir sin mojarse, pero deseaba lavar sus pecados de mente con ella, si, había pensado en Haldir, pero era curiosidad, nada sentía por el mas que amistad.
Hacia tanto que no le veía, ni a su padre y hermanos, no sabía de sus dos sobrinos, de sus amigos de la infancia, no sabía mas de la comunidad ni muchas noticias de los reinos élficos mas que por su amigo Galadrim y algunas cartas esporádicas de su padre. Aun el enano parecía estar demasiado ocupado para escribir unas líneas al señor elfo.
Tenía seis años sin disfrutar de sus bosques, de sus ríos, de los cantos en grupo en primavera, los juegos de pelota, parecía tan lejano ese tiempo y ahora viviendo entre mortales, había disfrutado de un buen tiempo, nunca fue tan feliz que al estar al lado de su rey, pero su alma gritaba por un respiro de vida verde. La frescura de la lluvia le calmo momentáneamente.
En cambio Aragorn no sabía si quemar o no el libro, parecía muy interesante y rápidamente le volvía las hojas buscando lo que esas noches había compartido con el elfo. Nada de eso venía en el libro, y tal como dijo Legolas, el libro era nuevo. Muy pocas veces sus hojas habían sido corridas, puesto que algunas seguían unidas desde su edición y el paso de los años, aun olía a nuevo. Observó el vaso de leche en el piso, el plato con las galletas a un lado y un par de migajas en el sitio donde se encontraba el elfo sentado, ¿por qué se sentía culpable?
Tal vez sus celos de nuevo le ganaban, pensaba en Haldir por la letra, pero recordaba que en su unión muchos elfos de los diferentes pueblos asistieron, y el conocía a sus hermanos, conocía a los de Haldir y los de Legolas, ¿quién pudo obsequiarle el libro? Por el inicio de la letra parecían caracteres de un Galadrim, ¿Lord Celeborn, Galadriel? ¿Arwen que tanto tiempo paso allí?
Era un regalo de bodas, un regalo para los dos, no para Legolas, alguien había pensado en ambos, no sólo en el príncipe. Guardo el libro en su cajón particular, debajo de sus ropas de noche y fue en busca de su elfo para disculparse.
TBC...
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Ya me iba sin dejar capítulo, me voy de vacaciones y quería dejar algo escrito, de hecho iba a ser el último día de "esclavitud" pero me salió lo angustioso y será para el siguiente.
Gracias por los reviews.
Shanna – Aquí el otro capítulo, ya vendrá una nueva noche, pero no será tan dulce, el último "bondage" del momento.
Myrem – Pobre Daguel, todo rasguñado, jajaja... Aun falta ^_^ Gracias por el review
Nessimelle - ¿Te gustó el título? Espera al siguiente que me gustó mas a mi...jejeje... Un día esclavo, otro dulce y el ultimo...mas formal...jejeje
Reina Varda – Os dejo reviews en cuanto tengo tiempecito, así que perdona el no dejarles antes. Espero y hayas disfrutado de este capítulo lleno de celos.
Aura4 – jajajaja... A mi me encantan las fresas con crema y si tiene un elfo de relleno mucho mas... celos, celos celos...
Legolas12 – Celos, un sentimiento que me gusta mucho... es algo profundo pero siempre trae sus buenas discusiones....^_^
Akhasa – Bueno, el rey es mortal, lo vuelvo a repetir, y no deja de pensar como hombre macho masculino de pelo en pecho, por eso se le van los ojos...jajaja... Pobre Haldir, el ni en cuenta en todo ese lío y le deben de estar zumbando los oídos. Jejeje
Reina Ayesha - ¿Ahora a favor de Daguel? Bueno, ya hay cambios, ^_^, la idea de la limonada, no te recordó ¿el color púrpura?..Si alguna vez mis elfos dicen OK y tienen sexo sin razón aparente a cada vez me lo dices por favor!! Nada de PWP (Plot, what plot? = Trama cual trama?) jejejeje...
Any – el relleno es lo que mas gusta, pero quitarle la cubierta debe de ser emocionante... jejeje... Yo tampoco he visto que olfatee, pero el elfo siente las cosas cuando andan mal, y me pareció oportuno.. jejeje...no sabía que te ponías mas alerta en el embarazo, gracias por decirme.
Darkhikki – Si vendieran ese postre ya sufriera de diabetes... ^_^... ¡Sí! Celos y mas celos, aun sin Haldir presente...
Os dejo, ya es hora de la comida, una junta y a la casa, no escribiré en una semana, así que espero y le disfruten y dejen algún review.
