Título: Lágrimas

Autor: Vania Hepksins vaniah2000@yahoo.com

Pareja(s): Aragorn/Legolas, Aragorn/Daguel

Clasificación: PG13, pero puede subir en el camino. AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Varón embarazado) NO LE LEAS POR FAVOR, snif…

Resumen: Una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una hermosa pieza para completar su felicidad. ANGST

Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre / hombre, mas bien hombre / elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.

Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.

14. Encuentros

Apenas la luz asomaba por la entrada de la cueva cuando Daguel ya tenía sus ojos abiertos. La noche había transcurrido muy rápido para su desgracia y el rey no se veía en ninguna parte. Su brazo aun seguía adolorido y una punzada le molestaba tanto en su herida como en su cabeza. Tomó su vieja capa gris y se la paso por los hombros antes de salir de la cueva.

Muchos hombres le observaban, estudiando sus movimientos pues el rostro pálido de Daguel no inspiraba mucha confianza, no había fuerza en sus pasos, el muchacho aun no se recuperaba por completo y en cualquier momento podía caer inconsciente. También el rey le miraba, había preparado ya lo necesario para el viaje del guardia y ya tenía a otros dos de sus soldados preparados para el camino, había dejado descansar un poco mas al muchacho temiendo una recaída. El guardia se inclinó ante el rey que se acercaba hasta él.

- Buen día su majestad

- ¿Cómo te encuentras? – preguntó el rey acercándose para examinar su brazo.

- Todo lo mejor que se puede estar en las manos de un rey

Aragorn hizo caso omiso a ese comentario por que no quería ahondar mas allá. La herida seguía abierta, como era de esperarse, pero la hemorragia había cesado, la piel de Daguel estaba amarilla, por la falta de energías.

- Después de que te cambie los vendajes, come un poco. Necesitaras fuerzas para el camino

Daguel no respondió y sentado junto al fuego donde ya humeaba una cacerola, observaba como el rey le atendía. Una vez se mordió el labio inferior cada vez que miraba los labios delgados del soberano, Elessar pensó sería el dolor. El sol estaba saliendo y coronaba a su señor arrodillado junto a él.

- Mi señor... – aventuró a decir Daguel

- ¿Sí?

- Quisiera saber si... ¿no podría quedarme en el campamento... a su lado?

- La herida que llevas aunque no es grave te imposibilitaría por algún tiempo, no podemos arriesgarnos a perderte

- ¿Le dolería a su majestad mi muerte? – interrogó el joven con su mirada dulce

- Sería toda una tragedia perder a un excelente guerrero.

- ¿Sólo me extrañaría como soldado, su majestad? ¿Soy solamente eso para usted?

Las palabras de Daguel eran muy atrevidas, puesto que quería aprovechar cada oportunidad a solas con el rey, en cambio Aragorn las tomó como mera curiosidad.

- Eres un excelente muchacho, Daguel, no dudes de que no lloraremos tu partida, si fuera en condiciones mejores, despediríamos a un guerrero, pero perderte herido nuestra tristeza sería diferente.

- Podría quedarme... ayudarles con las comidas, atender a los heridos...yo...

- No, Daguel... Ya hemos hablado de este asunto... Ahora come algo y prepárate a salir en diez minutos.

El rey no quería al joven ya cercas, algo le empezaba a poner incómodo en su presencia. Se sentía intimidado por la mirada misteriosa del guardia y a la vez complacido por su deseo de no abandonar la batalla. Los guardias observaban con cautela la expresiones del joven al ver que el rey se retiraba y le comprendieron muy bien. El rey hacia bien en no darle falsas ilusiones. El desayuno continuo tranquilo como se esperaba, con el grupo prestando oídos a todo lo que el viento les susurraba, temían un ataque sorpresa por parte del dragón.

Daguel y dos viejos soldados emprendieron el camino, todos atestiguaron la triste mirada del joven tomando las riendas del caballo con su mano sana. Sus ojos parecían húmedos y clavados en el rey que alzo la mano para despedirle, Daguel la tomó con reverencia y la apretó unos instantes antes de dejarle ir. La intención del rey había sido de darle ánimos dándole una palmada en la rodilla antes de hacer andar al caballo pero la mano del joven le tomó desprevenido.

- ¡Adiós, mi señor!

Y las palabras salían del pecho del joven como si le desgarraran.

- Cuídate Daguel. Nos veremos pronto – sonrió el rey

Daguel también sonrió tristemente antes de dar vuelta al caballo, tomó su camino seguido por dos acompañantes.

- ¿Has visto?

- Si, lo he visto pero no digas nada.

Los guardias siguieron arreglando sus pertenencias sin comentar nada mas.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Media hora después un caballo solitario llegaba con un costado sangrante, las pertenencias no se hallaban en su lomo y bufaba como si le hubieran corrido en una larga carrera. Los murmullos de los guardias hicieron al rey salir de la cueva, estudiaba junto con el jefe de guardias el mapa que Daguel había trazado.

Era el caballo que montó Daguel y poco después llego un nuevo corcel en las mismas condiciones pero sin herida alguna. ¿Habían sido emboscados? Aragorn tomó las riendas de su caballo y siguió el camino que los tres jinetes habían tomado hacía unos minutos, en su carrera no se dio cuenta que algunos de sus guardias leales le acompañaban esperando por sus órdenes. Un rugido a lo lejos le apresuraba, sabía que se trataba del dragón pero no se esperaba una escena como la que tenía frente a sus ojos.

- ¡Dámelo! – ordenó el Dragón

- ¡No tengo lo que buscas! ¡Atrás!

El dragón había acorralado a Daguel contra las piedras que ocultaban el acantilado, el joven blandía su espada con la mano izquierda, puesto que la derecha no tenía la fuerza suficiente, le temblaba y su palidez había aumentado al presenciar como el dragón había terminado con sus dos compañeros y como amenazaba con terminar con su joven vida también.

- ¡Dámelo! – rugió el dragón con aliento de muerte

- No tengo nada... ¡Aléjate! – exclamó Daguel mientras amenazaba con su espada temblorosa al dragón que bufaba tan cercas de él.

Esos dientes, sus colmillos y el olor a sangre caliente saliendo de su hocico, hasta un trozo de camisa rasgada pudo reconocer entre ellos. Respiraba angustiosamente, no entendía lo que el dragón le pedía, sus ojos inyectados con sangre le molestaban. Trataba en vano de correr pero la gran cabeza del animal se movía evitándolo, y sus piernas le temblaban, aun no comprendía por que no le había dado muerte, si tan fácil fue con sus compañeros, ¿por qué con él se detenía?

Daguel no encontraba la fuerza en su miedo, quería que todo terminara para bien o para mal, se estremecía y las fuerzas le faltaban, el dragón avanzaba con lentitud y le observaba, entrecerraba sus ojos rojizos para reconocerle, no le parecía tan interesante como al principio, no estaba en él lo que encontraba y a pesar de estar en ese grupo de hombres no era su objetivo.

Abrió su gran hocico dispuesto a devorarlo de un bocado. Daguel cerró los ojos nuevamente sintiendo sus rodillas flexionarse, no respiraba y poco a poco se fue derrumbando a su suerte.

Un grito desgarrante captó su atención pero el gran tamaño del cuerpo del dragón le impedía observar, un rugido se escuchó salir del animal girando su cabeza para enfrentar a su nuevo oponente.

- ¡Maldito! ¡Comeré sus carnes de un solo bocado! – advirtió el enfurecido dragón

Elessar había llegado y cerceno un pedazo de cola de la fiera, el animal enfurecido se preparo para soltar sus flamas sobre el rey, aspiro profundamente. Con un respiro de alivio, Daguel se armó de valor y aprovecho el momento para clavar su afilada espada en el pecho libre del dragón, uso toda la fuerza que su brazo pudo darle, el golpe no fue brutal por ser con la mano izquierda pero casi estuvo seguro de que sería mortal escuchando al dragón rugir de dolor, el fuego destinado a Elessar le paso sobre la cabeza al tiempo que caí a un lado de la cola del dragón, la cola que se agitaba en dolor por el golpe en el pecho.

Rugió el dragón mirando a todos a su alrededor, desgarrando una vez mas su garganta para incinerarles sin tener éxito, y después levantó su vuelo, pesado y herido, flameando el aire con calor, mirando de reojo a su vencedor y aliado, no tuvo fuerzas para cruzar el acantilado y cayó con lentitud en él, aminorando el golpe con su lento aleteo. Las flechas le acompañaban en su vuelo y posterior caída, los hombres de Gondor que habían seguido al rey querían asegurarse de su muerte a toda costa.

Daguel cayó ahora sí de rodillas, soltando la sangrienta espada a su lado, y sus ojos presentaban gruesas lágrimas de miedo y angustia, dos veces había sido atacado por el dragón y dos veces había salvado la vida como por un milagro, la muerte de sus compañeros le dolía, el brazo le escocía y todo el peso del mundo estaba en sus hombros, que olor tan desagradable el de la sangre hirviendo sobre su pecho, que vista tan repugnante el de los miembro cercenados, vio al rey que se le acercaba y perdió el conocimiento.

Después de reunir los cadáveres, y elevar una oración solemne por los caídos, un grupo de cuatro soldados llevaría los cuerpos hasta palacio. Horas después, en el campamento muchos festejaban, la hazaña del Daguel y su rey era comentada por aquellos que les observaron al llegar en el momento justo. El jefe de guardias brindaba con agua ardiente mientras los demás compartían un par de botellas de fuerte licor diluido en agua.

- Debieron haber visto a Daguel, yo estuve allí el primero, el muchacho se ha portado como un héroe al salvar la vida del rey – declaró el jefe antes de dar un sorbo a su bebida

- Pero el rey no desmerece, no titubeo ni un instante para acercarse al animal.

- ¡Y aquí está la cola del dragón que llevaremos como trofeo! – exclamó otro mas apartado mostrando la cola a sus pies, debía ser conservado intacto en el interior del palacio.

La risa de los hombres se escuchaba, sus comentarios optimistas llegaban a oídos del rey, mientras él sostenía a Daguel entre sus brazos confortándolo y acariciando su frente como si se tratara de un niño pequeño. Sólo Eru sabía que el rey también había sentido miedo, pero enfrentándolo había podido ser lo suficientemente rápido para ayudar a Daguel a salir del peligro. Tan cerca estuvo de morir abrazado que por un momento envió su despedida con profundo amor a su esposo e hijo no nato. Deseaba tanto verles por una última vez antes de morir.

El rey suspiro y continuo acariciando el rostro pálido del joven guardián, le había quitado la camisa ensangrentada y le había cubierta con una propia que debido a su diferencia en tamaño le quedaba holgada. Todos les habían dejado a solas, esperando que el mas grande curador de todos los tiempos pudiese sanar al joven y a él mismo, no así de sus heridas si no de sus impresiones.

Daguel no se movía seguía inmerso en su tristeza y miedo, no quería abrir los ojos pues le protegían del mal que podía hallarse a su alrededor. Un ambiente cálido, unas manos gruesas y amorosas le abrazaban, como deseaba sentirlas en todo su cuerpo y no sólo en sus brazos. Las palabras del rey le llegaban como ecos perdidos en la inmensa cueva, le calmaban y le ayudaban a aminorar los miedos anidados en su alma. La muerte tan cerca y ahora la vida tan dulce, el firme pecho del rey le servía como almohada y deseo que siempre fuera así.

Para el atardecer el rey sólo había querido tomar un bocado, salió unos minutos de la cueva para respirar el aire frío y húmedo de ese día y encontró a sus soldados orgullosos de servir a tan valiente y aguerrido rey. Se inclinaban ante él con el mayor respeto, su jefe de guardias hizo lo mismo antes de ofrecerle su plato rebosante de carne de conejo como banquete. El rey tomo agua y una botella intacta de vino y el plato que el jefe de guardias le ofreció, saludo a sus guardias y entró de nuevo a la cueva a cuidar de su salvador.

Daguel había tocado el suelo frío de la cueva, y su mejilla se había enfriado al contacto, sus ojos somnolientos vieron la luz de la entrada y no quiso levantarse, tan pesado se sentía que no le importaba si llegaba o no de nuevo el dragón, si le volvía a llevar a ese sueño profundo en brazos del rey, prefería morir así de dulce. Muerte amorosa y apacible.

Ahora su cuerpo estaba cubierto con una fina camisa de viaje, con pequeños bordados que el nunca soñó que le cubrieran, apretó su tela contra su boca y sonrió, reconocía el aroma del propietario.

La silueta de un hombre se le acercaba y fue hasta cuando se arrodilló frente a él, que le reconoció. Elessar le sonrió con dulzura, enternecido por la mirada de angustia del joven, aparto sus cabellos húmedos de su rostro y Daguel cerró sus ojos disfrutando su contacto, Elessar lo observó y su mirada se fijo en los labios entre abiertos del joven. El guardia fijo su mirada en el y suspiro, sin vergüenza alguna dejo ver al rey el sentimiento escondido que guardaba para él.

Daguel se irguió permitiendo al rey sentarse junto a él sobre su manta.

- Come algo. – dijo el rey acercándole el plato que llevaba para el mismo – Hoy has sido motivo de un gran orgullo, todos afuera buscan felicitarte

- No tengo apetito, su majestad... Sólo tomare un poco de vino, mi sed es mucha – dijo Daguel

El rey paso el vaso rebosante al joven, uniendo sus manos por un solo segundo. EL guardia dio un gran trago y no dejo el vaso hasta ver el fondo.

- Necesitas reponerte. Los abrazos de esos hombres son capaces de triturarte si no estás prevenido

- ¿Y el rey no me abrazara? ¿no merezco esa recompensa, mi señor?

Las palabras de Daguel eran muy directas nuevamente, ya había conocido el calor del soberano y deseaba sentirle nuevamente, ahora tenía que recuperar el tiempo, y encontrándose solos era la mejor oportunidad. Los ojos de Daguel irradiaban dulzura, sus mechones revueltos enmarcaban su rostro con el color ocre del ocaso.

Aragorn se acercó, dejo a un lado el plato. Sonrió al joven antes de abrazarlo y le atrajo hasta su pecho. Daguel hizo a un lado su brazo herido para con el otro aferrarse al rey, sentirse suyo como nunca. Sintió un beso en su cabeza y el joven rompió a llorar, los sollozos eran profundos, ya que sabía que el rey nunca podría ser suyo de la forma que él esperaba y sólo alimentaba cada día mas sus sueños de compartir su vida a su lado.

El rey le sintió deprimirse, Aragorn arrodillado frente a él sosteniéndole por la espalda con un brazo mientras que con el otro acariciaba con el pulgar la mejilla, ahuyentando las lágrimas furtivas. Los ojos del joven brillaban, los labios sonrosados y húmedos por el vino se entreabrían para invitar al rey.

- No llores, ahora estás aquí a salvo, conmigo... – susurró Elessar secando las gotas saladas

- Pero sigo solo... sin nadie...

- Si tu rey está contigo… - respondió el monarca besando su mejilla

Daguel cerró sus ojos y ofreció sus labios, sentía el brazo del rey en su espalda que le soportaba y la otra mano bajar desde su mejilla a su cuello, allí sabría si en verdad tenía alguna esperanza.

Tan inocente, tan débil y herido, así se le presentaba a Elessar el joven guardia,  con sus pestañas negras y su cabello rubio que rozaba su brazo, con los labios sonrosados por el vino y con la camisa entre abierta, esperando por la respuesta de los labios del soberano, una respuesta afirmativa y cálida.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

La pena embargaba su pecho y no sabía si proseguir su camino, pero el destino estaba trazado y si los Valar no querían que presenciara ese hecho no les hubiera permitido llegar hasta allí, el camino había sido empezado desde Lothlorien, con el objetivo de averiguar el destino del dragón que tanto tiempo rondo sin hacer daño alguno en Caras Galadhon; el mismo que estuvo en Rivendel y aun en el Bosque Verde. El dragón había sido buscando algo con sus enormes fauces abiertas, un tesoro que no había encontrado.

Haldir se acompañaba de sus hermanos, de arqueros de Thranduil y Lord Elrond, todos inquietos por la aparición del dragón, que conociendo los tesoros de los diferentes reinos hacía caso omiso a ellos por el hecho de no ser su objetivo. Una partida grande de quince elfos guerreros habían pasado por Rohan, donde se hospedaron un tiempo antes de alcanzar su destino final en Gondor.

Habían presenciado desde montañas elevadas como el dragón hizo presa de aquel pueblo antiguo, como la diminuta gente a la distancia, corría aterrada por un refugio seguro donde escapar del fuego fulminante de la bestia halada. Podían imaginar la muerte aterradora en los dientes del dragón, las llamas abrazando el cuerpo antes de que los colmillos atravesaran el estómago y el cuello lentamente permitiendo ver como la quijada emitían un crack angustiante. Una muerte aterradora por la cual ellos elevaban plegarias por el descanso de los inocentes campesinos.

Y seguir al dragón en su cacería dejaban sin amparo a la gente pero ¿cómo ayudarles desde tan lejos?, y el dragón en su huída paso encima de ellos, y apuntaron veloces sus flechas buscando el punto mas débil del acorazado ser, y dio tres vueltas sobre sus cabezas antes de dejarles, sus ojos rojos y amenazadores inspeccionaban a cada uno de los elfos, observándoles y bufando de sus narices el aire caliente de sus pulmones. Su boca revestida de sangre, con tela hecha jirones entre sus dientes, con dagas entre sus escamas y una leve lesión encima de su párpado derecho. Se encontraba enfadado y sin ganas de hablar, de investigar, su estómago estaba lleno a reventar y el sueño le estaba invadiendo, su guarida estaba a pocas leguas de allí y entre ellos no se encontraba el tesoro.

Corrieron lo más que pudieron, anduvieron ágilmente entre las escarpadas piedras tratando de llegar a pueblo para brindarles apoyo, una joven aparentemente sin lesiones se encargó de pedir ayuda a la aldea vecina de Itmuth.

Una vez que sus manos ejecutaron curaciones y sus oraciones acompañaron a los ya que descansaban bajo tierra, continuaron su camino esa misma noche. Con la frente caída y el olor a muerte y ceniza por donde avanzaban, seguían su camino a Gondor, Itmuth no debía a estar más que a unas horas a buen paso. Pero el pesar era grande y la noche fría y lluviosa les hizo buscar refugio entre las piedras y encontrar un hoyo donde resguardarse algún tiempo.

Y Haldir estaba preocupado, las conclusiones que obtenía y el paso del dragón por el pueblo de Gondor le desconcertaban, la segunda guardia de cuatro horas sería para él, después de Rúmil. ¿Por qué buscaba un tesoro allí si en cualquiera de los reinos anteriores le pudo encontrar? ¿Por qué empezar en el Bosque Verde, nido natural de su estirpe, y continuar por los demás reinos élficos? ¿Y ahora Gondor? ¿Cómo había llegado el dragón a tierras tan áridas al sur?

Pero si la preocupación empañaba sus noches una luz iluminaba sus esperanzas. Una luz de la que sus hermanos se valían para burlarse maliciosamente de él cuando estaban a solas, para invocar el recuerdo del elfo a-dorado. Rúmil el mayor nada decía pero compartía los comentarios de Orophin, Haldir pensando en Legolas era otro Haldir, no el orgulloso ni aguerrido guardián principal de Lorien, no el favorito de los señores Galadrim, era un elfo enamorado, dulcificado cada vez que escuchaba noticias de él, cada vez que leía sus escritos y añoraba sus días juntos, sus hermanos le espiaban y reían, y del gran guerrero de mirada altiva, quedaba un sencillo elfo con las mejillas sonrosadas y la mirada nerviosa.

Legolas estaba cerca, tan cerca como a seis horas de camino, pero el rey estaría a su lado, y el lazo que le unía era sagrado, nada podía romperlo mas que ellos mismos, y nunca tentaría al príncipe consorte sabiendo su unión con el soberano de Gondor, no en su palacio ni en ninguna otra parte, y el tiempo en que esperaba un heredero era el menos oportuno para pensar de él en esa manera. Si sería gracioso, divertido ver a un elfo varón con pancita de esperanza, pero sería dulce, muy romántico el sacrificarse uno mismo por la felicidad de ambos.

El atardecer caí y daba paso a un silencio agobiante, el sueño élfico de algunos era tan profundo que asustaba el ver los cuerpos inertes en el suelo casi sin respiración o movimiento alguno, para cualquier otro que no fuera de la raza, la vista en ese momento sería escabrosa. Cercano a su campamento había sonidos de lenguas, gentes hablando y susurrando unos con otros. Haldir dio un vistazo al campamento y levantó a su hermano Rúmil, quien pronto advirtió a los demás de que eran posiblemente presas de alguna emboscada.

Los dos hermanos siguieron el sonido de las voces, que lejanas no dejaban de ser suaves y secretas, a doscientos pasos encontraron un campamento pequeño, no había caballos y parecían gente tranquila de Gondor, llevaban algunos en su pecho el árbol blanco símbolo del reino, alrededor de una cueva dos hombres en guardia comentaban sus pareceres.

- ¿Tu que piensas de eso? – dijo el embozado de la derecha abrigado al calor de las llamas y de su grueso saco de lana

- Es el rey, puede hacer su voluntad… - dijo su compañero de al lado, haciendo círculos al aire con el humo de su pipa

- Si, y estando tan lejos de palacio, donde nadie les ve…

- Ese asunto no nos incumbe a nosotros…

Y los dos callaron, ¿el rey? Haldir había escuchado bien, hizo una seña a su hermano y se acercaron a la cueva, con sus ojos esmeraldas escrutaron la cueva en la que el fondo revelaba el encuentro de una pareja.

TBC...

Siento el retraso, he visto 7 veces (hasta la fecha) RotK y aun no lo creo... Demasiado slash y Legolas vestido de blanco parecía otra cosa, en verdad... *^_^*

Ahora quisiera agradecer sus amables reviews...

Balrog of Altena- Bueno, espero y este capítulo este mas emocionante, pero la verdad nadie escribe de Dragones como lo has hecho tu. ¡Al fin actualizas y me encanta!

Reina Varda - ¿Daguel con Haldir? Me late que no... jejeje... ¡Gracias por leer!

Shanna - Jejeje.. ¿por qué las ganas de juntar a Daguel con alguien? Que le tendré que buscar pretendiente... ¿Elrond o Eomer?

Akhasa – Supongo que ya sabes quien visitara a mi elfito olvidado... snif...

Ayesha – Tu ya sabes que les depara el futuro, bueno, no, pero ya sabes quien llega? Y no mates al negro por favor...

Legolas12 – Bueno, Arwen fue una hermana, y por algo Aragorn no se casó con ella, Leggy no se enteró ya hasta que Aragorn le dijo. Siempre creyó que se casarían...

Little My – Al fin apareció el Galadrim, aunque no lo hizo en buen momento. ^_^

Eruve – Jajaja... ¿Yo culpable? ¿Y no te ha causado lo mismo ver a Leggy vestido de blanco? ¿Y mas con esas miradas?

Nessimelle – Siii! Leggy vs Daguel, eso sería bueno... pero no, me ha venido a la mente una batalla en lodo con ellos dos y Aragorn comiendo pop corn, pero no... ¡eso noooo! ^_^

Any – Espero y la salsa picante empiece a aparecer...

Circe Zac – Gracias por tu review, espero y sigas leyendo..^_^

Bishoujo-Hentai – Veamos... ¡Mil gracias por leer!... Espero y ya sepas quien llega con Leggy... ^_^ Respecto a la edad de Aragorn es de 87 según Peter Jackson en "Las Dos Torres" (versión extendida), y teniendo en cuenta que Legolas tiene 2931 años (según PJ) se explica... mas que todo por que Aragorn tiene algo de sangre élfica y le da mas tiempo de vida... los elfos como Leggy, son inmortales, espero y haya resuelto tus dudas... Creo que el rey vive cerca de 200 años, no recuerdo bien...

Myrem – Ah! Estoy entre Eomer o Haldir, Elrond también se me figura pero tal vez como pretendiente de Daguel... no sé... Aragorn si pensó en su Leggy cuando salió a mirar las estrellas... snif...  Y sobre las pirañas, siiiii! ¡Hagamos un fic sangriento en el que todos floten!

Niphredwen ­­– Tu review llegó muy bien, ¡gracias por leer! Es que me gusta mucho pensar como se dieron su primer besito... Que hubiera sido bueno en cierta coronación, pero naa... jejejeje

Fabi-Chan – Primero que todo, espero que tus exámenes hayan salido muy bien, para que tomes un merecido descanso, y que tu Pccita ya este funcionando como debe... se sufre mucho sin ella... Gracias y felicidades también! *^_^*

Aguila Fanel – Gracias por tus comentarios, el título del fic es por una canción de José José, por que iba a ser un fic de dos capis nada mas... Me alegro que el MPREG no te asuste...^_^

Ludra Génova – Supongo, por lo que leí de tus reviews, es que a ti tampoco te agrada el Lemmon, es decir, las escenas algo eróticas, ok, no problem, avisare antes de escribir, por ti y por Balrog. Las películas dan muuucho que pensar respecto a esos dos... si nomás hay que ponerles atención

Felicidades, que el año próximo vean sus deseos realizados y sean muy felices. ¡Dejad review por favor! (^_^)