Título: Lágrimas
Autor: Vania Hepksins vaniah2000@yahoo.com
Clasificación: R, AU (Alternate Universe) no hay Arwen, y si la hubo, sólo fue una querida hermana de Aragorn. MPREG totalmente, así que no te gusta el MPREG (Varón embarazado) NO LE LEAS POR FAVOR
Resumen: Una vez unidos por su amor, Aragorn y Legolas viven en Minas Tirith donde Aragorn es el rey, y Legolas el príncipe consorte. Pero aun falta una hermosa pieza para completar su felicidad. ANGST
Bla, bla - Hablado en élfico
Advertencia: Contiene SLASH es decir, relación hombre / hombre, mas bien hombre / elfo. Si no te gusta tal tipo de género, favor de buscar otro mas apropiado a tu gusto.
Disclaimer: Todos los personajes pertenecen a J.R.R. Tolkien y/o NewLine Cinema. Escrito sin fines de lucro.
**Escrito escuchando canciones depresivas de Sailor Moon**
17. Confrontaciones
Al despertar Aragorn ya había tomado una decisión, necesitaba con desesperación llegar a Minas Tirith y abrazar a su elfo. Le extrañaba y la relación con Daguel se iba poniendo sería, puesto que no le importaba expresar su amor por él en frente de los otros soldados, situación que al rey molestaba. La noche anterior después de recrear la escena mas desenfrenada de su vida, le pidió que dejara de comportarse de tal manera, él era un rey que necesitaba aun el respeto y confianza de sus hombres, y con las tiernas maneras de Daguel para llamarle y tratarle, sólo le acarrearía problemas.
Daguel escuchó con tristeza las palabras de su amante, su corazón se torturaba ya que le gustaba sentirse amado y orgulloso de "su" rey, le llamaba Elessar alguna ocasión, pero ahora sólo podía hacerlo a solas, nunca delante de los demás, no debía besarlo ni abrazarle frente a otros y al llegar a palacio las cosas cambiarían. No preguntó el jovencito de que forma le afectarían esos cambios, pero no deseaba que sus ilusiones se rompieran, no quería escuchar de labios del Elessar, que su relación no pasaría de dos o tres noches de lujuria, aun quería conservar la esperanza.
Pero sabía que el sueño se concluiría en cuanto Elessar viera al elfo, y mas aun cuando recobrara sus costumbres de estar siempre a su lado, eso debía de cambiar, Daguel lo amaba y no iba a dejar que el rey se escapara de sus manos, no aunque un hijo estuviera de por medio.
Dos guardias habían acomodado la cola del dragón lo mas intacta posible sobre una cama de piel y cuero, olía mal, pero le llevaría a disecar en cuanto llegaran a palacio. Ese trofeo colgaría en el salón real.
Elessar tuvo la extraña idea de presentarle la cola a su elfo como obsequio, tesoro de guerra que le presentaba a sus pies como muestra de su gran amor a su pueblo y a su familia. Pero no sería correcto, no correspondía a él tomar la decisión sobre el trofeo, el pedazo de cola escamosa debía ser un reconocimiento a la valentía de Daguel, "el Vengador de Itmuth" solamente eso, y con esas palabras, sería expuesta orgullosamente en el salón del trono.
Salieron del campamento después de desayunar, ansiosos los hombres al enterarse de que ese mismo día llegarían a su pueblo, gustoso de dormir por fin con sus seres queridos en una cálida y mullida cama. Daguel no hablaba con el rey aunque marchaba a su lado, la vida regresaría a la normalidad en cuanto viera a su madre, ya no tendría que ir a Itmuth al resguardo de la gente, sin dragón de por medio, su cargo allí sería inútil. La monotonía de saber que su antiguo puesto de guardia de palacio le esperaba, hacían más doloroso el camino, nuevamente tendría que atestiguar las demostraciones de cariño entre Elessar y Legolas, Daguel se sentía afligido y menospreciado ahora que regresaba a la ciudad.
El jefe de guardias notó su tristeza, conocía de tiempo al jovencito y no le gustaba verlo en esa situación, pero él se lo buscó, nadie en el cuerpo de guardias apoyaba su actitud pero tampoco le juzgaban, simplemente le dejaban ser. Pero haciendo a un lado su extraña y prohibida relación, Daguel se había comportado como un héroe, salvando la vida del cuerpo de soldados y la del rey mismo, saliendo victorioso de dos confrontaciones con la bestia sin más herida que la de su brazo, eso ameritaba algún reconocimiento.
- Su majestad, ¿podría tener unas palabras con usted? – preguntó el jefe de guardias emparejando su caballo con el de Elessar quien sólo asintió con la cabeza. - ¿A solas?
Daguel escuchó y tiro un poco de la rienda para que su caballo disminuyera el paso. Elessar y el jefe quedaban hablando, pocos minutos después se le veía alejarse a todo galope acompañado de otros dos hombres. El rey marchaba a la cabeza del grupo, pensativo, aun dudando de la repentina decisión que le sugirieron tomar.
*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*
Los elfos habían desayunado juntos en el jardín recién perfumado por el rocío de la mañana. Haldir y Legolas juntos, Figwit observando de vez en cuando al Galadrim y a Legolas, Ossmar atestiguando la felicidad del príncipe y hacerla participe al rey mas tarde. Todo continúo adelante con las pláticas de sus reinos, con las noticias de Lorien por boca de Rúmil y Orophin, Haldir solo sonreía al escuchar a sus hermanos hablar con tanta emoción y alegría al príncipe de Mirkwood.
En cambio Figwit comentaba poco de los gemelos, inseparables hermanos que aun solían salir a buscar venganza por el daño a su madre, de Glorfindel considerando embarcarse en un par de años, Figwit y su largo cabello negro, su mirada inocente, sus labios delgados y voz entonada, hacia soñar a Legolas con ver una vez mas al alto elfo elegante y sabio antes de su partida. Cuan poco lo había visto, pero su admiración nació en un segundo, todo aquel que haya regresado de conocer a Mandos, era digno de deslumbrarse y la belleza que le acompañaba hacia indescriptible el encanto.
Tiempo después, Legolas paseaba por los establos bajos de palacio examinando la montura de su caballo con tentación, su desesperación estaba llegando al límite ya que su esposo no aparecía. Había salido cubriendo sus formas por su capa y capucha, soplaba el viento y no quería atraer las miradas dejando su cabello libre. Haldir le imitó, ya que en su condición de elfo no deseaba que le confundieran o tomaran por el príncipe.
- No entiendo por que su tardanza, ya debería haber llegado, seguramente algo ocurrió. Debería ir en su busca. – dijo Legolas acariciando la crin de su caballo blanco
- No te angusties, con seguridad llegara pronto.
- ¡Pero Haldir! Dijiste que el camino se recorre en una noche, ¿Por qué entonces su tardanza? ¡No es su costumbre! – protestó Legolas frunciendo el ceño
Haldir intuía la respuesta, después de su primer encuentro seguramente el mortal deseaba aprovechar todo el tiempo posible con su nuevo amor. Le repugnaba el siquiera pensar en Aragorn, y por el jovencito, sólo sintió lástima.
El sonido de un cuerno peculiar atrajo sus finos oídos, la luz en la mirada de Legolas volvió a brillar.
- ¡Ha llegado! – exclamó antes de salir de prisa a los caminos que conducían a palacio.
Tenía que andar cerca de cien metros hasta alcanzar el acceso al patio empedrado y ver la llegada de los hombres de Gondor. Por Elbereth, como le latía el corazón, como deseaba volver a ser tan ligero que parecía no tocar el suelo, el bebé retozaba gustoso en el vientre de su padre mientras Haldir le seguía muy de cerca cuidando sus pasos, imposible para un elfo tropezar pero no deseaba que se corrieran riesgos.
Solamente eran tres hombres, tres jinetes que corrían en sus caballos a llevar la noticia de la llegada del rey preparar su camino, debía haber celebración ese día y la fiesta debía de prepararse.
- ¡Ha llegado el rey! ¡Su majestad ha llegado! – exclamó el primer jinete, el jefe de guardias se abría camino y gritaba con todas sus fuerzas
- ¡Llega el vengador de Itmuth! – agregó el segundo jinete siguiendo de cerca los pasos de su superior.
Pasaron tan rápido hacia palacio que Legolas sólo escuchó los vítores de la gente en respuesta a las declaraciones de los recién llegados que se repetían una y otra vez. Había murmullos y rostros de asombro, no sabían que esperar.
"¿Vengador de Itmuth?" se preguntó Legolas intrigado, entre el tumulto de la gente trato de hacerse camino, pero nadie hacia caso más que a los caballos que traían de vuelta a sus esposos e hijos. Las mujeres sonreían y los niños corrían siguiendo la marcha de los grandes corceles.
- No sigas Legolas, pueden lastimarte sin intención – observó Haldir evitando que el príncipe siguiera mas allá de la barrera impuesta por los ciudadanos.
Momentos después el rey llegaba encabezando el grupo. Legolas sonrió, no le importo que el soberano no le viera al pasar, ni siquiera llamó a su esposo, entusiasmado entre los gritos de la gente veía como su pareja guiaba con orgullo su partida de soldados. Lucía cansado pero erguido, no se veía feliz pero tal vez se trataba de su agotamiento. Círculos oscuros aparecían bajo sus ojos acerados como señal de falta de sueño, ¿había sido tan difícil la cacería? ¿Estaría el rey herido?
- Aragorn … - susurró Legolas mientras veía pasar a su esposo sin recibir su mirada – detrás de él, no pudo dejar de apreciar, que Daguel ocupaba el lugar que el jefe de guardias debía, iban casi galopando juntos, subiendo el camino hasta el palacio seguidos de los demás soldados en grupos de dos.
Legolas paso saliva pero trato de que su sonrisa no desapareciera. Haldir había observado la dirección de la mirada de Legolas, supo que había visto al joven llamado Daguel, y lo que posiblemente pasaba por su mente. El Galadrim apretaba sus labios, frunció el entrecejo y cerraba los puños con impotencia, la vista del rey de Gondor le irritaba demasiado, sin embargo, tenía que calmar su temperamento, no estaba allí para declarar la guerra si no para recoger a los heridos.
El príncipe consorte estaba feliz, pero su ropaje no le ayudaba a alcanzar con facilidad el acceso a palacio, no le reconocían y tampoco le prestaban atención a nada que no fueran los recién llegados. Si no fuera por que la voz de mando de Haldir detrás de él le habría camino, hubiera tardado minutos más.
Al llegar a la entrada todo era movimiento, la servidumbre se había puesto a trabajar colocando mesas, platos y lámparas en el salón principal. Legolas había bajado su capucha y su respiración entrecortada denotaba la rapidez que había dado a sus pasos. Haldir callaba por que no entendía al igual que Legolas lo que estaba pasando, cierto, un banquete de bienvenida, pero a que se debía. ¿A la muerte del dragón?
Legolas buscaba desde el umbral a su esposo, entre toda la servidumbre, entre familias y reencuentros, entre abrazos y besos entre padres e hijos, el necesitaba a su pareja. Bastante ocupados estaban ellos para darse cuenta que un elfo preñado caminaba con la esperanza de encontrar a su rey. No le localizaba por ninguna parte, no estaba en el salón y en las escaleras no se veía su silueta subir a sus habitaciones.
Haldir le dejo seguir por que no sería capaz de contemplar la tristeza de Legolas al darse cuenta, no podría quedarse tranquilo sin desear asesinar al rey con sus propias manos. No podía ni debía hacerlo.
- ¿Aragorn? – preguntó Legolas entrando al salón del trono
Encontró a Daguel acompañando a su rey en la paz del salón. Uno cerca del otro como discutiendo, ambos callaron en cuanto los cabellos rubios aparecieron tras la puerta.
Aragorn le observó y trato de contenerse para no correr a su lado, venía el elfo un poco despeinado por el aire, con su capucha cayendo sobre su espalda, y el abdomen abultado un poco mas grande de cómo le había dejado. Se veía hermoso vestido de verde y castaña, los colores de su gente, sus labios sonrosados estaban húmedos y esbozando una sonrisa.
- ¡Aragorn! ¡Has vuelto!
El rey no se contuvo mas, dejó a Daguel en su sitio y se encaminó con paso apresurado hacia su esposo.
- ¡Legolas!
Y Legolas abrió sus brazos y le recibió en ellos sin quererle soltar de nuevo, el rey le abrazaba y sentía en su carne la forma que tomaba su hijo frente a si, exhaló el aroma de los bosques, la dulzura de la primavera y sintió en su mejilla la suavidad del cabello dorado. Legolas cerró sus ojos codiciando ese momento, estaba tan feliz por que su rey había regresado con bien. Al abrirlos tuvo oportunidad de observar un rayo de celos en los ojos de Daguel que con enfado salió del salón.
Aragorn se apartó un poco para contemplarle. Hacia tan poco y tanto tiempo a la vez que le había visto, y sus ojos nunca le parecieron más cristalinos ni su boca tan deseable para no morderle con pasión, con repentina decisión le besó.
Legolas sintió una lágrima correr por su mejilla y la dulzura del beso poco a poco se hizo amarga.
- ¡Te extrañe tanto! –exclamó el elfo abrazándole tanto como su estado le permitía.
- No como yo… - añadió Aragorn perdiéndose entre su cuello y hombro – Cada día me parecía eterno.
- Pero ya estás de vuelta…
El príncipe estaba feliz, pero algo en su corazón latía diferente con incertidumbre y preocupación, con miedo y tristeza, el beso de su esposo no sabía como antes, no encontraba sus brazos tan cálidos y amantes.
- ¿Estás bien? ¿no te ha sucedido nada malo? – preguntó Legolas pasando sus manos por aquel rostro que tanto anhelaba acariciar
- No te preocupes, ¿Por qué debía de estar herido? – preguntó Aragorn cerrando sus ojos al disfrutar del toque delicado de su esposo
- No estaba yo para cuidarte
La mente de Aragorn vagó unos segundos hacia su joven amante empuñando una espada con sangre de dragón.
- Es cierto, pero he podido salir adelante, no temas por mi
- Es que he sentido, he creído…
- ¿Legolas?
- Nada… - sonrió el elfo abrazando a su esposo por el cuello antes de besarlo nuevamente en la boca, de puntitas por que la redondez de su pancita le acortaba el camino.
Aragorn le besó la frente, antes de dar unos pasos hacia los escaloncillos del trono. Como mucho trabajo arrastro la cama de piel donde habían puesto la cola del dragón, no se podía negar que brillaba por las escamas tan gris plata que le adornaban, sin embargo el olor a descompuesto era insoportable.
- ¡He traído algo para ti! – exclamó el rey entusiasmado – Un trofeo que expondremos en estos salones
Presentó a Legolas las carnes de la cola del dragón, aun húmeda y mal oliente, escamas cubrían su piel y la punta era tan filosa y puntiaguda que al verla sintió escalofríos. El hedor era intolerable al estar tan cerca que tuvo que voltear su cabeza para no percibirle de lleno. Aragorn observó con disgusto este recibimiento a su conquista que con tanto valor y coraje logró obtener.
- Aléjale de mí, por favor. – sugirió Legolas dando un paso atrás esquivando su presencia y llevando una mano a su nariz
- No entiendo como puede disgustarte lo que con tanto trabajo consiguió mi gente – expresó el soberano ofendido.
- No es eso… No soporto su pestilencia. Tal vez después de tratarle…
- ¡Terminamos con el dragón! Y esta es la prueba de nuestra valía… ¿y así le recibes?
El elfo frunció el entrecejo, ¿acaso esperaba un descomunal asombró?
- Lo sé Aragorn, pero no necesito de la extremidad de una bestia para estimar tu valor… No obstante… -agregó Legolas acercándose de nuevo - no deja de ser… asqueroso.
- Sabía que no lo entenderías… Daguel sí apreciaría este trofeo… - dijo el rey mascullando para si y llevando su trofeo aparte.
Ese nombre en sus labios le hería. Apenas había llegado y ya reñían por él. Legolas apretó sus labios. Aragorn salió del salón dejándole a solas sin entender lo que había pasado ni darle oportunidad de disculparse, si de algo tenía que hacerlo. ¿Por qué se enfureció? Y lo que más le dolía… ¿Por qué no pregunto por su hijo?
*~*~*~*~*~*~*~*~*
Mientras, Daguel salía tan enojado y receloso de que el rey le hubiera olvidado por su esposo, enfadado como estaba no miraba por donde caminaba, topo con un pecho firme y duro como la roca, elevó su mirada y encontrarse con unos ojos verdes que le escrutaban con frialdad.
- Perdone usted, señor elfo – expresó Daguel entonando su humilde voz
- No es a mí a quien tienes que pedir perdón.
Y Haldir le dejo pasar, conteniendo sus impulsos, esperando que entre ese jovencito de mirada confusa y Aragorn no pasara más de lo que había pasado en la cueva. Deseaba con todo su alma que el corazón de Legolas no sufriera, daba una esperanza al antes conocido como Estel, y aunque el daño estaba hecho, rogaba a los Valar por la vida de su amigo e hijo.
*~*~*~*~*~*~*~*~*
El cuerpo del rey le dolía por el cansancio, pero no pensaba subir a cambiar sus rasgadas ropas de viaje, iba a presidir la celebración en las mismas ropas en que había llegado, al igual que sus hombres, con el sudor del camino, con la tierra en sus botas y el cabello revuelto.
El rey salió del salón del trono para llegar hasta el principal donde las mesas estaban puestas y las sillas rechinaban al acomodarles. Se escuchaba el murmullo de las familias afuera, esperando por el momento en que el rey contara su victoria sobre el dragón y desvaneciendo las dudas sobre la identidad del Vengador de Itmuth.
Vino, necesitaría vino para esa celebración, el mejor de todos ellos. Lo busco en su bóveda pero no le encontró, alguien le había sacado de su lugar, Serima debía de saber a quien fue servido. Entró a la cocina haciendo un ruido tremendo, la señora abrazaba a Daguel y lloraba al saber hacia poco que había sido herido de muerte.
- Ha aquí a mi salvador… - dijo Daguel al ver al rey entrar
Aragorn no comentó nada al respecto, y se dirigió a la mujer que enjugaba sus lágrimas con el mandil.
- Serima ¿las botellas del vino de Rivendel? Quiero que les pongas en mi mesa, hoy será una noche de celebración.
- Si mi señor. – respondió la cocinera con respecto dejándoles a solas
El rey miró a Daguel con facciones endurecidas, y dio dos pasos hacia la salida, el brazo débil del joven le detuvo.
Serima salió de prisa, acatando las ordenes del rey con presteza, casi tropieza con Legolas que seguía los pasos de su extraño esposo.
- ¡Oh! Disculpe su alteza, con tanta prisa no sé ni por donde voy, discúlpeme usted.
- No creo que alguien ordene comida con tanta presteza para que corras, aun no es tiempo.
- El rey desea los vinos de Rivendel en su mesa.
- ¿De Rivendel? – pregunto Legolas extrañado, esos vinos serían como siempre para su aniversario, esos vinos eran demasiado exquisitos para desperdiciarles en un brindis de batalla y no de amor. - ¡Pero no puede pedir esos vinos!
- Son sus órdenes su alteza – respondió Serima
No entendía, no sabía el por que de la extraña actitud de su esposo, tal vez por el momento de enojo que acababa de pasar, tal vez por que su sed necesitaba saciarse, pero sin su vino, ¿cómo celebrarían su unión en dos meses mas?
Dentro de la cocina Daguel tomaba al rey por los dos brazos buscando sus labios, el rey había comenzado a retirarse cuando el joven le contuvo. Era muy peligroso estar allí, cualquiera podía entrar en la cocina y encontrarlos. Daguel se arriesgaba demasiado y el rey se ponía nervioso ante los ataques amorosos del joven.
- Elessar, bésame por favor… -dijo Daguel tratando de no apoyarse mucho con su brazo aun resentido
- Daguel, por favor, no es el momento – contestó Elessar evitando el encuentro de sus labios
- Pero te seguiré viendo, ¿no es cierto?
Aragorn sonrió puesto que no sabía que responderle, ¿en verdad que el joven estaba enamorándose de él, o solamente era deseo de compartir la cama con el rey y no con el hombre?
- Ven vamos, hoy es tu día y debes de estar presentable
- ¿acaso no soy así apetecible así a mi señor? – preguntó Daguel mientras sonreía al sentir el brazo del rey pasar detrás de su cuello.
- Tu siempre me pareces apetecibles – respondió el rey dando un beso en su mejilla para después separarse unos pasos adelante
Para su sorpresa encontró a Legolas entrando a la cocina, Aragorn palideció y Daguel no dio ni un paso más.
- Aragorn, por favor… quisiera hablar contigo – solicitó el hermoso elfo buscando los ojos de su esposo quien le evitaba
- Legolas…
- ¿Podría hablar contigo unos minutos?
La voz de Legolas era tan dulce como siempre, seguramente no había escuchado ni visto nada. Sin embargo, Aragorn estaba aun enfadado por que el príncipe no acepto su obsequio, antes de salir sólo dijo:
- Aun no, después de la celebración.
Y Legolas se quedo allí, sin decir palabra alguna viendo como el rey salió a dirigirse a la gente, y como Daguel le seguía sin ocuparse de la presencia del príncipe.
La delegación élfica se había retirado a descansar después de que el rey les hubo recibido brevemente. Aragorn se sorprendió de ver a Haldir en su reino, se sorprendió de encontrar en su mirada la frialdad que debía ser para el oponente. ¿Cuanto tiempo llevaría allí? Dos días le habían contestado, dos días en que él no había estado acompañando a su esposo, y el Galadrim, por el contrario sí.
Pero no era el momento de pensar en Haldir, había una fiesta que atender y este grupo de elfos le quitaba su tiempo. Aun la vista de Figwit le molestaba, no había ya en el rey la serenidad y paciencia que aprendió en sus días en Rivendel, no, la sangre verdadera de los Hombres era la que le impulsaba a actuar, a seguir y gobernar, tal y como su derecho por descendencia le apuraba. Preguntó brevemente por su padre adoptivo y hermanos, olvidándose por completo de Arwen quien ya se había embarcado a Valinor.
Legolas no había dicho ni una palabra mientras Haldir hablaba, le observaba y atendía, tal parecía que se complacía con la visita del Galadrim, esto hizo ponerse en guardia al soberano de Gondor, los celos surgieron en su corazón al sorprender esa mirada, sin embargo, no era el momento para reconvenirle.
Y cuando la partida de elfos desapareció de su vista, el rey se dirigió al salón a tomar posesión de su mesa, aquella en donde había tres sillas preparadas, una para el rey, otra para el héroe del momento y una mas, para el príncipe, que según la costumbre, debía acompañarles, pero al parecer, prescindiría de él.
Todo paso tan rápido, la gente se movía, llegaban los soldados con sus familias a festejar, a tomar un buen tarro de cerveza, a comer una buena pierna de pollo o chuleta de cerdo. La gente reía y disfrutaba de la convivencia.
Elessar tomó su copa repleta de vino y le levantó ante la vista de su silencioso grupo de leales soldados, ofreció un brindis por Daguel, por su pronta recuperación y agradeció el valor de su regimiento que le acompañó en esa búsqueda. Todos los hombres elevaron sus copas, brindaron con el rey y pocos tuvieron oportunidad de observar como el joven guardia se ruborizaba, como palpitaba su corazón de alegría por ese momento.
Dos de las tres botellas de vino de Rivendel se repartían en la mesa, tan sólo Daguel y el rey bebían de ellas, la tercera fue oculta por Serima para la celebración del aniversario de los regidores, la mujer sentía pena por el elfo que faltaba en la mesa donde ahora estaba su hijo.
Daguel estaba junto al rey y compartía el vino de Rivendel en sus copas, el brazo del joven estaba mucho mejor y brindo con sus compañeros que exclamaron "Al Vengador de Itmuth" al unísono. El corazón del guardia se hinchaba de alegría por ese reconocimiento y más que todo por que el rey ponía una mano sobre su hombro al invitar a los hombres al brindis.
La velada transcurrió a la usanza de los hombres, con risas y bebidas, con voces elevadas y relatos de epopeyas pasadas. Legolas no había sido invitado, al menos no se sentía recibido por el grupo de vencedores, su rey no le había llamado y observaba desde las columnas, oculto por su capa y capucha. Tenía los brazos cruzados y los ojos tristes.
Legolas observaba todo, cada movimiento del rey, cada mirada entre ellos y sentía el pesar en su corazón. No quería arruinarles su celebración, se la merecían, pero se sentía olvidado por su esposo y con sus acciones no hacia más que inspirarle celos, no debía sentirles, claro era que no tenía razón de ser.
Elessar perdió de vista a Legolas, sabia que le observaba y deseaba tenerle a su lado, como ansiaba poder compartir su triunfo con él pero el elfo no comprendía nada de hombres. Hacia tanto que el mortal necesitaba de aventuras, de salir a explorar la tierra, de un buen combate, derramar un poco de sangre y sentirse totalmente vivo. Legolas no entendía, no sabía de la necesidad de los hombres por estar al borde de la muerte, de ese instinto que les inspiraba a arriesgarlo todo con tal de sentirse vencedor.
Y Legolas se retiraba a su habitación, escuchando a lo lejos las voces gruesas de los hombres, anhelando una mirada que nunca recibió, un beso que no fue tan dulce como esperaba, la pregunta que nunca escuchó. Subía los escalones con lentitud examinando como su vientre se movía con cada paso, acariciando a su pequeño quien dormía para esas horas, su padre mortal no le prestó atención por que estaría demasiado cansado, por que estaría enojado con él, por que simplemente… se olvido que existía.
Al llegar al final de la escalera sintió que alguien le miraba, Legolas dio media vuelta para ver el rostro hermoso de Haldir observándole desde abajo con ternura, con la mano en el pasamanos que iniciaba su carrera y llegaba hasta él, el Galadrim había visto como su lento caminar le había llevado hasta el tercer piso, no quitaba su ojos de él, todo su amor lo expresaba con el brillo de sus ojos verdes aun a pesar de lo mucho que trato de esconderle, su rostro un poco levantado, entregándose abiertamente en espera de una respuesta positiva.
Legolas le observó desde su altura, sonrió dulcemente al no poder evitar sentir ese amor que transmitía, le agradeció en silencio pero su corazón anhelaba por otro, por el padre de su hijo. No pudo negar la atracción, pero la humedad de su mirada le confirmaba lo inevitable. Amaba a su esposo ante todas las cosas y nunca sería feliz si no era a su lado. Su destino estaba ligado a él.
Haldir bajo su mirada y con esa señal Legolas continuo su camino a su habitación, el alma se desgarraba al saber lo que pronto le esperaría, si Legolas moría, él partiría a su lado sin titubear, no le dejaría solo en aquella travesía por la decisión de un estúpido mortal. Una mirada arriba de nuevo antes de exhalar un suspiro, no quería morir de tristeza por esa decisión, su lugar en Lorien le esperaba y no había marcha atrás.
Al llegar a su habitación, su baño estaba preparado como siempre, ordenó que el agua estuviera lo suficientemente caliente para esperar aun dos horas mas por su rey, después de una espera en vano, el elfo somnoliento se metió en su cálida cama arrastrando las mantas hasta su cuello, sentía aun mas frío cuando el mortal no estaba su lado y era extraño, nunca había sentido escalofríos y los empezaba a sentir en esos días.
Mientras tanto, al calor de las copas, Daguel se sentía las punzadas en sus piernas y la espalda le dolía, pero el dolor como siempre valía la pena y la sonrisa que le daba el rey ayudaba a calmar las penas. Esa era su noche y ni siquiera Legolas estaba presente para arruinarle. Cenaron juntos en mesa a parte, pollo, cerdo, res, todo el tipo de carnes que tenían el toque maternal. Serima estaba feliz de ver a su hijo sano y a salvo, feliz de que le reconocieran como el gran soldado que era, la buena mujer ignoraba aun la desdicha que traería su hijo al bello elfo del bosque.
Sin embargo y a pesar de contar con la atención de Elessar, no por eso dejaba de notar que la vista del rey algunas veces se elevaba buscando una silueta que ya hacia horas había desaparecido. Daguel sabía muy bien por quien clamaba el rey, por que a penas probó bocado y lo poco que alcanzaba a disfrutar lo dejaba a medias, mientras los hombres reían y pedían por más vino y cerveza. Elessar daba una que otra mirada con cariño al joven, Daguel no lo quería admitir pero el rey deseaba retirarse. Sí, con certeza el rey deseaba pasar la noche con el elfo, dormir en su suave cama junto a su esposo.
Pero la noche transcurrió y el rey empezó a sentir el calor del vino en la sangre, los hombres hablaban en alta voz, ocupados con sus relatos y experiencias, no había mujeres que les sirvieran por lo avanzado de la noche. Los barriles con cerveza se habían colocado sobre una gruesa mesa que sacaron del almacén. La comida había terminado y nadie se ocupaba de los restos. Ya había algunos que tambaleándose se retiraban, otros que dormían intoxicados sobre los platos en sus mesas.
El jefe de guardias, Daguel y Elessar compartían ahora la mesa, platicando amenamente sobre los futuros proyectos para el rey para Itmuth y el pueblo vecino, el joven solo asentía, tomaba un trago y simulaba entender e interesarse en las cuestiones que el jefe hacia al rey. Elessar se dio cuenta de que Daguel estaba ya aburrido, triste por que no sentía interés en el tema, no tardo mucho en excusarse para retirarse a descansar.
Ambos, el soberano de Gondor y jefe encargado asintieron, pero antes de partir el joven con imperceptible mirada que no fuera para su amante, hizo conocer al rey que le esperaría. Momentos después el rey seguía a Daguel por los pasillos para besarle en la oscuridad del palacio, el joven le aguardaba entre los corredores que daban a las habitaciones de la servidumbre, detrás de una gran cortina donde la luz era tenue recibió el calor de los brazos del rey, entrelazando sus lenguas y friccionando la dureza de sus cuerpos.
La firme silueta de un elfo se perdía en el segundo piso atestiguando los pasos del joven seguidos por los del rey, no pudo ver mas por que el suelo se interponía, pero la sangre le hervía al sorprender el descaro de Aragorn en su propio palacio.
- Daguel, es necesario decirte... – decía el rey sintiendo las demandantes caricias del joven sobre su pecho
- No ahora, no hoy Elessar – respondió Daguel con sus ojos cerrados y su boca hambrienta
- Es difícil... No soy libre…
- Yo no exijo mas que un poco de su tiempo, un poco de su corazón, mi señor...
- Ya no es posible...
Daguel no le dejaba terminar, le abrazaba, y acariciaba como si quisiera fundir su cuerpo en uno, le atraía hacia el muro donde descansaba su espalda y como gato en celo, frotaba una de sus piernas contra las fornidas del rey. Quería despertar el deseo en él, hacerlo arrepentirse de su idea de abandonarle.
- No me dejes, Elessar... te amo...
- Daguel...
El joven no entendía razones, no le importó que estuvieran ya en palacio, con precipitación llevo sus manos para iniciar la reacción deseada en el rey, Elessar se irguió y exhaló un gemido al verse sorprendido por la presión de la manos del joven en su debilidad, pronto se escabulleron en una habitación que bien sabía el rey estaría desocupada, calmaron sus ansías sin llegar a la entrega total, el rey estaba satisfecho y el guardián complacido, aun seguía agradando al rey al grado de arriesgar su honor en palacio.
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La habitación real estaba vacía, la oscuridad sería completa a no ser por la luz de la luna que entraba por el ventanal y la lámpara de su esposo, una silueta conocida reposaba de lado en la gran cama sin hacer ruido alguno.
Aragorn abrió la puerta un poco mas y dio tres pasos, lo suficiente para admirar el cabello rubio que sobresalía de entra las mantas. Hacia tanto que no había estado allí, junto a él, y tantas cosas habían cambiado desde entonces, ya reconocía el sabor de nuevos labios, había escuchado nuevas expresiones de amor y otras manos ansiosas le habían acariciado.
Su balanceo no era el normal ya que la bebida le había afectado, pero trato de hacer el menos ruido posible. Su cabello estaba reluciente, y la manta le llegaba hasta el cuello, se quedo dormido de lado con el brazo debajo de su cabeza, con el frente viendo hacia el ventanal y el abdomen sobresaliendo por mucho que quisiera esconderle.
La habitación tenía el aroma de frescura, iluminada por la pequeña lámpara en la mesa al lado del elfo. El lado de la cama correspondiente al rey estaba aguardándole, con sus blancas sábanas dobladas esperando su regreso.
Estaba muy avanzada la noche como para despertarlo, en poco tiempo amanecería y sería muy grosero de su parte interrumpir su descanso. Aragorn se sentó en la cama para inclinarse junto al elfo que le daba la espalda, le retiro unas hebras de su dorado cabello y notó que su semblante era triste. Lo mas probable es que le hubiera estado esperando para compartir su baño, y destrozado de esperar lo había tomado solo. Era seguro que peino su cabello cientos de veces antes de cansar sus firmes brazos y dejar el cepillo olvidado a los pies de la cama. Había un libro de historias de Gondor abandonado en su asiento favorito, un poco de fruta reseca en rebanadas en el brazo del sillón.
Aragorn no tuvo fuerzas para observarle por que se sentía culpable, acababa de regresar de su escape con Daguel y aun sentía el ardor en sus labios por los besos salvajes del joven. Sentía la pesadez de su cuerpo por el viaje, la suciedad de sus manos, lo grasoso de su cabello y no se atrevió a tocarle. Salió de allí sin dormir esa noche para deambular por su castillo sin rumbo fijo.
Legolas despertó a la hora de siempre, y como desde hacia días suspiro al sentir la luz de Anar perforar sus pupilas, giro su cabeza recordando el día anterior y con cruel decepción supo que el rey no había dormido esa noche a su lado.
Ato su cabello con una cinta azul, cambio sus ropas por lo regular de la mañana y bajó al comedor en busca del rey. No había nadie excepto los sirvientes terminaban de limpiar el salón, le saludaron y siguieron trabajando, el desayuno seguramente sería en el jardín privado.
Frunció su ceño y trato por todos los medios de no llorar, ¿Por qué Aragorn no estaba a su lado? ¿Por qué no habían dormido juntos? ¿Por qué se sentía tan vacío ahora que le había vuelto a ver?
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El Galadrim se había despertado temprano, había caminado por los jardines favoritos de Legolas encontrando al rey pensativo, titubeo un poco antes de retirarse, pero la decisión fue tomada muy tarde para no escuchar la voz de Aragorn que le llamaba. Saludo con gran diplomacia y se acercó al soberano que recargado en uno de los altos muros que bordeaban el jardín, mordía el tallo marchito de una florcilla blanca
- Ayer sólo escuche los halagos de tu boca pero creo que no coincidía con tu mirada ¿qué sucede Haldir?
- No quise ofender al Rey de los Hombres, no busco problemas para mis señores. Disculpe si le ofendí en algún momento, su majestad. – respondió Haldir inclinándose nuevamente
- Entonces no hables al rey, y ten la confianza de dialogar con un simple mortal.
Su semblante reflejaba su arrogancia natural, sus labios no se torcían a pesar de que su corazón le presionaba con coraje.
- No puedo hablar, sin que mi razón se nuble, sin que mi corazón sufra y se deje llevar por su agonía, disculpa si no agradezco la confianza, no es el momento adecuado, aun no.
Haldir estuvo a punto de partir pero Aragorn le detuvo apretando firmemente su hombro derecho.
- No entiendo Haldir. Si tienes algo que decirme hazlo ya, no me agrada tanto misterio.
- ¿En verdad quieres que hable? ¿Tengo tu permiso para expresar mi opinión? –preguntó Haldir cínicamente
- ¡Claro!, ¡Anda!, tienes mi atención – exasperado por la forma de hablar del elfo de Lorien
- ¡Mi señor! ¡El desayuno le espera! – exclamó un joven guardia de cabellos rubios atrayendo inmediatamente la atención de Elessar
Daguel se había aseado, peinado sus cabellos y cambiado sus ropas, a pesar del sueño que sentía no quería perder el terreno que había ganado con el rey la noche anterior, de hoy en adelante estaría mas cerca de él, seduciéndole y amándole. Elessar al observarle sonrió, mientras el Galadrim se inmutaba y erguía en actitud amenazadora.
- ¿Ves? He dicho que no es el momento, además no soy yo con quien tienes que hablar – señalo Haldir
- Si no es contigo, ¿Por qué entonces ese odio de tu mirada hacia mi?
- Tú sabes con quien debes de hablar. Es una infamia lo que haces y él no se lo merece.
- ¿Qué sabes tú? – preguntó el rey apretando firmemente mas el brazo del elfo y bajando su voz
- Sólo que si llega a sufrir, si le llegas a hacer más daño que hasta ahora, no te lo perdonare. Ni a ese... – advirtió Haldir con su gruesa voz de mando, aludiendo con la mirada al recién llegado - ni a ti…
- ¡ESE tiene su nombre, señor elfo! – exclamó Daguel amenazadoramente al sentirse aludido, la sangre le hirvió cuando vio la manera que Haldir apretaba el puño que hacia unos segundos le sujetaba
- ¡Entonces, conserva el honor que tuvo alguna vez ese nombre y deja en paz al rey!
- ¡Ah! Supongo que desea el afecto de mi señor Elessar para usted ¿no es cierto? – preguntó Daguel mofándose de las palabras del Galadrim, se sintió orgulloso de que el rey le hubiera escogido como amante a él, no al elfo arrogante que tenía enfrente – Es ya tarde, su corazón es mío – añadió el joven sin importarle el lugar y afirmar las sospechas del Galadrim
- No, el no tiene interés en mi… - agregó el rey observando al elfo junto a él - Es en mi esposo ¿En Legolas, no es cierto?
Aragorn sabía muy bien la respuesta desde hacia mucho tiempo, y el hecho de que el elfo le recriminara sus malas acciones le ponía en desventaja con el príncipe. Celos de que alguien más pusiera sus ojos en su príncipe.
- ¿No es cierto que siempre quisiste a Legolas para ti?
El rey se olvidaba del joven que atestiguaba sus celos enfermizos, ya que no era por él por quien peleaba, si no por el elfo, el corazón de Daguel resultó herido en pocos segundos
- Eso no es de tu incumbencia mortal, mi corazón pertenece a quien yo se lo otorgue… Me intereso en él, por que no se merece tu cariño. ¡No le mereces!
- Escúchame Haldir, no tienes derecho a venir a insultarme en mi reino, ahora mismo te ordeno que…
- ¿Aragorn? – preguntó una dulce voz élfica saliendo detrás de la hilera de rosales que adornaban al jardín
Legolas se acercaba al escuchar los murmullos al final del jardín, frunció el ceño al encontrar a su esposo flanqueando a Haldir por la derecha y al joven guardia por la izquierda en actitud amenazadora. La mano de Haldir aun seguía en el brazo del rey que había bajado, le soltó repentinamente al notar su presencia.
- Es tiempo de desayunar… ¿El día no llega aun a la mitad, y me encuentro a mi esposo y mejor amigo discutiendo?
- No discutimos Legolas, simplemente discrepamos en ciertos… asuntos. – aclaró el Galadrim
Daguel no supo que hacer, Legolas era la visión de la inocencia y pureza, se sintió humillado ante su mirada, se inclinó con respeto y se apartó del grupo con paso acelerado. Legolas le observó mientras se retiraba, trataba de adivinar que papel tenía el jovencito entre la plática de dos seres tan importantes como lo eran el rey de Gondor y el comandante elfo de Lorien. Tanto el mortal como el Galadrim se apartaron un poco.
- Vamos Legolas, no te sorprendas, no discutíamos, te acompañare hasta la mesa. – dijo Aragorn rodeando a Legolas por la cintura mientras con la otra manos le tomaba del brazo
Legolas no dio un paso a pesar de que su esposo le urgía, el príncipe estaba contemplando a Haldir y su tristeza.
- ¿No vendrás conmigo, querido Haldir? – preguntó Legolas frunciendo el ceño con preocupación
Con tal dulzura en su acento Haldir no podía negarse, aun y cuando el rey le fulminaba con la mirada, se inclino y le escoltó por el otro lado sin atreverse a tocarle.
- Aragorn… - dijo Legolas frunciendo el ceño.
- ¿Sí? – preguntó el mortal saliendo de sus oscuros pensamientos.
- ¿No estarías mejor si cambiaras de ropa?
- ¿Qué?
Legolas no quería decirlo con todas sus letras, pero el rey… apestaba a vino y sudor, con una extraña mezcla que hacia tiempo que no percibía en sus labios. Haldir trató de ocultar su sonrisa girando su cabeza a otra parte, el rey se dio cuenta de ello pero no dejo que su semblante lo mostrara.
- Volveré en unos instantes, no tomara mucho tiempo
El rey se alejó dejando a Legolas y Haldir tomar sus asientos a la pequeña mesa de madera redonda.
- Ahora que estamos solos Haldir, ¿podrías explicarme que sucedía allí atrás?
Haldir palideció visiblemente, no creía que a un día de la llegada del rey él tuviera que ser el portador de malas noticias, no para tan bello elfo en cinta que esperaba respuestas.
TBC…
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¡Oh! Mil gracias por los reviews, se agradecen y me hacen feliz como siempre. Mil disculpas por no actualizar tan seguido, han pasado cosas que no me esperaba y ando sopesando la situación.
Balrog of Althena – Si pudiera escribir mas pronto yo misma me sorprendería, ^_^. Siempre aprecio tus reviews por que sé que tú eres una de las que mas sabe en el mundo de Tolkien, gracias por leer algo tan "extraño" como esto. ^_^
Dirthy – Daguel como tú dices, no tiene la culpa de amar al rey, es un muchacho eclipsado por la luz del sol, pero debería saber lo que hace, ya está grandecito. ^_~
Ayesha – Te desapareciste en tu cumple, espero y la hayas pasado muy bien. ¿Castramos al rey para festejarte?… ^_^ (¡Mala!)
Rusaki – Nop, no creo que Legolas pierda al pequeño(a), creo que no... ¡Mil gracias por leer!
Myrem – Creo que le no daré un respiro a Leggy a partir de ahora, le toca sufrir, todos sufren... un poquito para luego ser felices…^_^
Beth Malfoy – Mil gracias a ti y a tu amiga por leer, espero y les siga gustando, ^_~… ya respondí a tu otro review, ¡gracias!
Kel x 3 – ¡OMG Kel!, es una delicia leer tus reviews, no sé como agradecerte que hayas iluminado mis ajetreados días de trabajo.¡Gracias! Por lo de tu español está muy bien, yo el inglés no lo domino para nada pero me paso dejando reviews en cada fic slashero que puedas imaginar. Por lo de la historia, pues te diré que tengo mis razones para que el mortal le engañe más de una vez, era necesario. Y sobre esos dos de rey y guardián ya pagaran, pero tal como tu siempre he pensado en Aragorn y Legolas, son mi pareja favorita. ^_^
Eruve – Bien, muchas de tus preguntas ya contestadas, avance más de lo que creía en este capítulo, y pronto el elfito abrirá los ojos.
Legolas12- ¡Gracias por leer! Me vuelves a la vida cada que sé que en la comunidad hay gente que me hace caso…snif… Haldir consolara al elfo, que para eso le acompaña… snif..
Laurë_Alcalime – Gracias por tu review, si, mi Leggy con pancita debe de verse divino, ^o^
Akhasa – Espero y te repongas pronto, descansa y no te preocupes, mil besos para el cacahuate. Haldir está allí para ofrecer su hombro para llorar y si sigues abarcando mas quien sabe lo que pueda suceder…^__^
Angad666 – al fin no me sentí tan mal por los diálogos Leggy-baby, me dan ganas de que sea niña…ô.O Pero me atacan momentos "pitufitos" y no puedo evitarles…^_^
Yersi_Fanel – Ah! Gracias por tus palabras compatriota, al fin alguien que ve el Cerro de la Silla al igual que yo… snif… ;_; Trato de que se entienda lo que escribo, aunque desvarío… Espero y hayas recibido mi mail. Mil saludos y de nuevo gracias por leer ^_^
Bishoujo-Hentai – Bueno… Aragorn tenía que hacerlo más de una vez, así el dolor sería mas fuerte pero no deja de ser una aventura… y ya… Ahora… como dije también… será un final feliz… pero triste a la vez… snif…
PrinceLegolas- Ah! Para tu gusto y disgusto, Haldir ama a Leggy pero no es la pareja central…eso sí… le conforta pero en buena manera... jejeje
Tere – Al fin otro capitulo, a Daguel como que ya se le subió lo de favorito del rey y el mortal como que ya no encuentra tan bien al muchacho. snif... ;_;
MelianWB – Ah! ^_^ Alguien más de la comunidad… por que supongo que de allí vienes… Mil gracias por leer y Leggy hara sufrir al mortal mucho... mucho…^_~
Diane –Oh! Snif… ¿ya llevo tu inicio en la lectura slash sobre mi conciencia? Snif… snif…No te preocupes, todas iniciamos igual y no veremos LotR igual que antes….;_;
BlazeVein – Para tu satisfacción (u odio, no sé) ^_^ escribí esto escuchando a Boshoujo Senshi Seeramuun … snif… Lonely Heart estaría muy bien para Leggy…si supiera lo que dice…;_;
Any – Creo que tu pedido es muy razonable… tanto uno como otro elfo merecen algo de felicidad…Cuídate mucho y a Gollum my preciousss! ^_^
Elithil – ¡Haces tantas preguntas y razonamientos que me pones a pensar! Jejejeje... no te creas, me gusta saber de ti de vez en cuando. Me alegra que te guste el diálogo con el baby, pero ya no abusare de él... ^_^
Larahojaverde - Me alegra mucho de saber que me leen en la comunidad, gracias por tu mensaje, y espero y te siga gustando este fic.
Nienya – snif... si, Aragorn se está portando mal y merece castigo cruel y lento…
Velia – Todos sufren.. y mi Galadrim tendrá su recompensa…No! No ha llegado nada… snif… snif… no le tendrán almacenado en espera de que yo pase por el? Snif... moriré en el intento… aferrada a tu envío… snif… ¡¡¡Quiero a mi Ru vivo!!! Please!
Nessimelle – Gracias por tomarte la molestia de dejar review… llegó el Galadrim que todas esperabamos... al menos Leggy…^_^
Zac, angel de maldad – No, no… eso te lo puedo asegurar… Haldir no quiere nada con Daguel… y Daguel con el elfo de Lorien tampoco…^_^
Integrachan Rieji – Mil gracias por leer este fic, y millones mas por dejar review…Me alegra que te guste los diálogos con el baby…espero y sigas leyendo y te siga gustando…
¡25 reviews y dos de mensajes en la comunidad! Mil gracias por su apoyo y sigan participando, al final del fic rifare un elfo de carne y hueso entre las lectoras, dispuesto a todo todo… jejejeje… no es cierto, el elfo se queda conmigo…
¡Muchas ilusiones traen a mi corazoncito élfico! Besos
Jun
