N/A: Aquí el 2º capítulo. Me ha salido algo más largo que el anterior y también me ha costado un poco más. Atención, hay mención al personaje que muere en el 5º libro, aviso para quien no quiera saberlo todavía (¿por qué tardan tanto en sacar la versión española?).

Descubriendo

2º capítulo: Sólo una flor marchita

Se encontraba en un lugar oscuro. Cuatro paredes y nada más. Pero no deseaba salir de allí. Era tan fácil, era lo normal, permanecer ahí sin más. En la penumbra, Draco vio la figura de su padre, enfrente suyo, dándole la espalda. Alto, muy alto. Quiso alcanzarlo, rozarle el hombro, para avisarle de su presencia. Pero su mano no llegó a elevarse lo suficiente y no era capaz de saltar. Lucius avanzó y se perdió en la oscuridad. Y Draco se quedó mirando ese vacío inquietante. Al momento pudo percibir una presencia a su lado. Era su madre. Belleza fría y distante, que en un instante se volvió frágil. Ojos azules que perdieron el brillo y tomaron aspecto cansino. La piel apagada, el cabello, tan parecido al suyo propio, desordenado sobre los hombros. Ella giró el rostro y lo miró. Alzando una mano la posó en la mejilla de su hijo. Sobresaltado, dio un paso atrás. Pero sintió cómo el frío desaparecía y la expresión triste de su madre se volvía cariñosa. Algo nuevo. Extraño. Una curiosa sensación de calidez lo envolvió. Le gustó. Draco alzó su propia mano y, poco a poco, la colocó sobre aquella que descansaba en su mejilla. Era agradable. Una pared se resquebrajaba y la luz los iluminó. Narcisa sonrió dulcemente y tomó a su hijo del brazo, guiándolo mientras atravesaban un campo verde. Agachándose ligeramente, ella cogió algo entre sus finas manos y se lo mostró. Draco vio que se trataba de un capullo. Pequeño. Abriéndose lentamente. Pero, en ese momento, el mundo se tornó de nuevo oscuro, pillándolo desprevenido. Vio impotente cómo la espada descendía sobre su madre. Rápida, precisa, traicionera. Del pecho de ella brotó sangre tras el filo. Una lágrima y los ojos azules se apagaron para siempre. Ni siquiera pudo sostenerla. El cuerpo de su madre atravesó el suyo y cayó al suelo. Como una muñeca de porcelana rota. En su pecho floreciendo una flor de sangre. Y en las manos de Draco, sólo una flor marchita a medio abrir y una lágrima.

Se despertó sobresaltado. Había tenido un sueño extraño. Prefirió no pensar en ello. En lo que había visto. 'Sólo ha sido un sueño'. Miró a través de los cristales para alejar la desagradable sensación, un temor que no quería admitir quedó aparcado en su mente. 'Todo va bien'. A través de los ventanales se veía el cielo encapotado. Era un día gris. Se apartó un mechón rubio que le estorbaba la visión y notó el ligero sudor en su piel. Esta noche se daría una buena ducha. Vio que algunos de los estudiantes que iban con él en la carroza (la penúltima de la fila de los Slytherin) habían abierto las ventanas de su lado y se asomaban al exterior, observando el paisaje y los magníficos pegasos que arrastraban en el aire los vehículos. Ya quedaba poco para llegar al castillo. Delante, entre las copas de los árboles, se podían distinguir las torres de Hogwarts.

Las carrozas descendieron ordenadamente, justo cuando pequeñas gotas de lluvia comenzaban a caer. Los alumnos descendieron de sus vehículos y fueron entrando por las grandes puertas de la escuela. Draco vio a unos Gryffindor unos pasos delante suyo, hablando entre ellos. 'Vaya, el Trío Maravilla', pensó con desdén. Hablaban de esperar al semigigante ese amigo suyo de traer a los de primero. Tuvo la tentación de ir a molestar un rato a esos tontos presuntuosos, que se creían los mejores de la escuela y que le habían fastidiado tantas veces. Pero enseguida desechó la idea. No estaba de humor para ello y tampoco merecía la pena perder el tiempo con ellos. Sólo deseaba acabar cuanto antes lo que quedaba de día e instalarse en su cuarto. El cuerpo y la mente le pedían reposo. Así que pasó del trío, que ya le echaban miradas de recelo, y se dirigió hacía las puertas. Aunque aún habría de tardar algo en llegar. Le llegó la voz inconfundible del pelo-de-zanahoria-Weasel.

-Ey, ¿qué te pasa, Malfoy? ¿No dices nada? Se te ve pálido, ¿es que nos tienes miedo, sin tus gorilas al lado?

-El rubio detuvo sus pasos.

-Déjalo, Ron, no vale la pena. - Se escuchó la voz de Hermione.

Ron no le hizo caso.

-¿Qué haces en la escuela? ¡No creíamos volver a verte después de lo de tu padre! ¿Cómo le va todo en Azkaban? Debe de sentirse en su ambiente, rodeado de los de su calaña.

Draco se giró y lo miró. El pelirrojo se amedrentó un poco, pero seguía teniendo ganas de cizaña. Hermione miraba a Ron reprochándole su comportamiento inmaduro. Harry guardaba silencio, pero su miraba delataba la poca gracia que le hacía ver al Slytherin.

-Cállate, estúpido Weasley. No tengo ganas de malgastar mi tiempo con vosotros.

-Ah, ¿no? No merecemos gastar tu valioso tiempo, ya veo... Dime, ¿cómo está tu mamaíta, muy triste por la marcha de su maridito? Seguro que no tan afectada como lo estuvo mi madre cuando mi padre acabó en el hospital por culpa de vuestro querido Señor Tenebroso. Vosotros también tendríais que estar encerrados, tú y tu madre con esa cara de asco que tiene...

Aquí se calló ante la fiera mirada de Draco. Nunca les había echado una mirada como esa. Normalmente de sorna, de desprecio, pero nunca tan llena de odio, ni siquiera cuando a finales del curso pasado mostró a Harry su enfado por la culpa de éste en el encierro de su padre. Draco sintió hervir su sangre y, sin recordar dónde se encontraba, tensó el puño sobre la varita que guardaba en el bolsillo. Pero antes de llegar a hacer nada, el furioso muchacho sintió una mano sobre su hombro.

-Todos adentro. Ahora. - Era la sibilante voz del profesor de pociones.- Solo los de primero pueden llegar más tarde que el resto. Agradezcan que todavía no haya comenzado oficialmente el curso y no se me permita bajar puntos. Nada más empezar y ya buscando pelea, ¿señor Weasley y compañía? Señor Malfoy, no se puede usar la magia para vulgares peleas entre estudiantes, no me esperaba eso de usted, pensaba que tenía un mayor autocontrol de si mismo. Ahora, todos al Gran Comedor.

El trío Griffindor fue rápidamente al comedor, entre velados susurros. Ron diciendo que si no hubiera sido por Snape Malfoy ya estaría fuera de combate. Hermione reprochándole el buscar bronca cuando, por una vez, el otro los había dejado en paz, y que había notado al Slytherin un poco raro. Harry seguía serio y callado. También se había percatado del demacrado aspecto de su eterno rival de escuela, aunque eso tampoco era algo que le importara, pensó. Recordaba la implicación de Lucius Malfoy en la pelea final entre magos que había acabado con Sirius y todo lo que les había hecho Draco Malfoy los pasados años.

Draco relajó su mano. Había perdido demasiado el control, no podía dejar que lo que esos le dijeran le afectara. 'Un Malfoy tiene que ser fuerte. Nunca muestres tus sentimientos. Eso te hace débil'. Esas habían sido las enseñanzas de su padre, grabadas profundamente en su carne. Pero, ese verano... Había descubierto algo nuevo. Algo... Especial. Pensativo, se dirigió él también adentro, pero de nuevo la voz del director de su casa lo detuvo.

-Draco... He sabido lo de Nar... lo de su madre.- La voz de Snape resultaba extrañamente dubitativa, a pesar de su esfuerzo por hablar firmemente.- ¿Cómo se encuentra ella?

Draco lo miró con sorpresa. No esperaba que ningún profesor le hiciera preguntas. Aunque el profesor Snape siempre se había mostrado con él más atento que los demás profesores.

-Bien, profesor. Ahora se encuentra en el hospital, en buenas manos...

-Eso está bien... Y... usted, ¿qué tal?

-¿Yo? Pues, bien... Yo estoy bien, profesor...

-Bien. Mm. Espero que me informe de cualquier novedad que acontezca. Ya puede entrar.

-De acuerdo, profesor...

Draco, pensando en la extraña conversación, entró en el Gran Comedor. Bueno, era el profesor director de su casa, después de todo. Era normal que se preocupase por los asunto de sus alumnos, pero... Normalmente, Snape no era demasiado hablador y, el que se interesara de una forma tan personal (para ser Snape) por su madre, y por él mismo, le resultó curioso. Habría sido más típico del director, algo extravagante, Dumbledore. Pero, pensándolo mejor, no, Dumbledore sólo se centraba realmente en los asuntos del bien general de la escuela y en lo que tocaba a Potter. En el fondo, agradeció que alguien se preocupara por su madre.

La estancia se hallaba iluminada, como era costumbre de cada año, por miles de velas que llegaban a cada rincón con su luz mágica y evocadora de misterio. A través del techo transparente se veía el cielo encapotado, del que caían ya gruesas gotas que producían un rítmico sonido. Draco se sentó en la mesa de Slytherin, cuyo número de alumnos se mostraba claramente menguado. Pansy al verlo entrar le había indicado un sitio en un asiento a su lado. La derecha de Draco se hallaba vacía en toda su extensión. Allí se colocarían los nuevos alumnos que, en ese momento, completamente empapados y temblando (ya fuera de emoción o de frío), hacían fila india esperando la selección.

Fin del 2º capítulo. Continuará.

N/A: Pfiu, por fin acabé de escribir y pasar a ordenata este capítulo. Estoy contenta. El sueño no me acababa de gustar cómo me salía y lo tuve que reescribir un par de veces hasta finalmente decidir dejarlo así.

Ayer vi el trailer de la 3ª peli de HP. Me gusta la musiquilla que canta el coro. ¡Y por fin le han quitado a Draco esa gomina del pelo! Por cierto, en mi fic Draco tampoco lleva el pelo engominado ni hacia atrás. ¿Alguien ha visto Fushigi Yuugi? Por que lo tendría un poco al estilo de Suboshi y Amiboshi (los gemelos). Un poco como Harry, pero con la frente más despejada :)