Descubriendo
Cap 7: La carta
Esa mañana sí se despertó temprano. Tardó en abrir los ojos, dejando atrás un profundo sueño. ¿Qué había soñado? No lo recordaba, pero le había dejado una sensación de paz. Apretó con su mano izquierda el pequeño medallón plateado que le colgaba del cuello bajo la fina tela de su pijama negro. Le costó abrir los ojos, la luz que entraba por la ventana era extrañamente brillante, dañándoselos, y tardaron un poco en habituarse a ella. Entornándolos para que la luz no les diera directamente, se incorporó en la cama. Primero fue el dolor de cabeza, luego llegó lo otro.
-Buenos días, Draco, veo que hoy te has levantado temprano. -Le dio el saludo de buena mañana Blaise, saliendo del baño, con la toalla en la cintura y el pelo castaño cobrizo mojado.
No tuvo tiempo de añadir nada más, pues en ese momento pasó el rubio como una flecha por su lado, con la cara blanca como una sábana, entrando en el lavabo, donde echó todo lo que ayer mediodía y noche había conseguido Pansy que se echara a la boca.
-¿Draco? -Zabini se asomó a la puerta. - ¿Te encuentras bien?
-¿De verdad es necesario que te responda, Blaise? -Le respondió Draco mientras recobraba el aliento y le lanzaba una mala mirada. -Sí, sólo son las nauseas matinales de los primeros meses de embarazo, no te digo... -Intentó bromear mientras tiraba de la cadena tras lavarse y secarse la cara.
El otro chico se acercó y le puso la palma de la mano en la frente con suavidad.
-¿Pero qué haces?
-Miro si tienes fiebre. Lo cierto es que estás caliente.
Los dos se abstuvieron de hacer la broma fácil casi irresistible a estas palabras.
-Sí, bueno, creo que estos días debo de haber pillado alguna especie de virus. Pero lo cierto es que después de haber devuelto me siento bastante mejor. De todas formas después de las clases me pasaré por la enfermería a que la señora Pomfrey me eche un vistazo.
-Sí, será lo mejor.
La verdad era que Draco no estaba muy habituado a estar enfermo. Sabía que de niño, los primeros años, había sido un niño enfermizo. Pero desde entonces, no había vuelto a enfermar de forma evidente. Diría que nunca había cogido, por ejemplo, la gripe, de esas que te coge tanta fiebre y dicen que te duele todo el cuerpo. Alguna vez se había sentido un poco mal, cierto, pero ignorándolo y actuando como de costumbre, al día siguiente ya estaba perfectamente, sin ninguna molestia. Había pensado que quizá ese era el truco, no hacer mucho caso de posibles síntomas y seguir el ritmo habitual, ahuyentando así que la cosa tomara un cáriz importante. Pero este malestar ya le estaba durando más de la cuenta, y era realmente molesto. Quizá las otras veces sólo había sido suerte, y esta vez sí había pillado algo serio, como la famosa gripe. Fuera lo que fuera, en el mundo mágico ésta solía tener fácil arreglo.
En la sala común de Slytherin se encontró con Pansy y Amy que, por lo visto, habían hecho hecho buenas migas rápidamente, esperándole. Después de refunfuñar un poco (tampoco es que estuviera a disgusto con ellas, eran buena compañía, la verdad es que con Pansy se lo pasaba bien y Amy no hablaba mucho así que casi como si no estuviera), bajaron a desayunar. El Gran Comedor estaba tan animado como siempre, lleno de alumnos hambrientos (los profesores también, por supuesto, que incluso Snape necesita alimentarse (y no, no de sangre, al menos no en este fic ;)).
Y, entonces, llegó.
La hora del correo. Montones de lechuzas entraron revoloteando en la gran sala, con cartas y paquetes para repartir entre los presentes. Lechuzas blancas, marrones, pardas, negras, de motitas, pequeñas y grandes, con envíos también de lo más variado, que fueron dejando caer.
Y fue cuando el tiempo empezó a avanzar lentamente para él. Muy poco a poco. Cuando distinguió la lechuza que sobrevolaba su cabeza, y la carta, la que ya había olvidado, el temor que trataba de ocultar a sí mismo, empezó su descenso pausado. La carta. Blanca, fina, alargada... Ya la conocía. Lo supo. Simplemente lo supo. Antes de que aterrizara frente a él. Antes de ver el remite. Cuando sintió que aguantaba el aliento, que su corazón daba un vuelco, y las manos vacilantes la cogieron, apretándola en un puño. Levantándose, salió, el sobre sujeto en su mano.
-Fin del capítulo 7-
N/A: Charáan. Después de este par de semanitas desaparecida en combate (festas navideñas, ordenata estropeado, sin mucha motivación para escribir...) el año nuevo me da nuevas energías y aquí está el siguiente cap :) Sé que me ha quedado algo cortito, y los dos siguientes también serán más o menos del mismo tamaño. En principio lo que ocurre en estos tres capítulos iban a ser uno solo, pero me volví a alargar más de la cuenta... Lo que ya no sé es si podré volver a actualizar cada semana, este mes es el de preparar trabajos de clase, exámenes, y en febrero empiezo las prácticas de la uni. Además ahora la cosa se vuelve más complicada de escribir, digamos que viene la parte delicada (o chunga). Espero que me salga... Espero poder seguir contando con vosotras :)
Próximo capítulo: El momento de todos
¡Feliz año nuevo 2004!
