Descubriendo

Capítulo 12: Tras el canto

Lanzando su magnífico canto, la figura esplendorosa del fénix, símbolo de la esperanza que siempre renace tras las cenizas, se elevó en el cielo, tiñendo las nubes con su fuego, y se perdió en las alturas, dejando tras de si el rastro de sus plumas, que cayeron desvaneciéndose poco a poco.

En el momento en que el ave tomó forma sobre las copas de los árboles, los mortífagos, sobresaltados, elevaron su mirada interrumpiendo el momento tan largamente esperado, comprendiendo lo que esa aparición representaba.

Furioso por haber sido interrumpido, Lucius dirigió la mirada al lugar desde donde se había originado la liberación mágica. A pocos metros, distinguió a las dos Slytherin. Una agotada Amy, con la varita en la mano tras realizar el encantamiento, y una incrédula Pansy buscando un sentido a todo lo que estaba ocurriendo ante sus ojos. Esas dos crías habían osado interrumpir su conjuro en el momento culminante y, para colmo, habían alertado de su presencia. No podían permitirse el ser capturados ahora, pero la situación clamaba venganza. Apuntando con su varita, lanzó rápido el mortal hechizo hacia las entrometidas.

Reaccionando igual de rápido al ver la varita apuntándolas, como despertando sobresaltada de un sueño, Pansy empujó con fuerza a su compañera, todavía afectada por el gasto de energía vital que le había significado el encantamiento recién realizado (de un nivel superior al de primer año), lanzándose ella misma en dirección contraria. El árbol a sus espaldas estalló reduciéndose a astillas.

-¡Maldita sea! -Exclamó Lucius Malfoy, furioso por haber fallado. -Vamos, antes de que se presenten los que han sido llamados. Tú, ayúdame a cargar con el chico. Vosotros, ocupaos de las dos fisgonas.

Mientras dos de los encapuchados se dirigían, varita en mano, a los arbustos donde habían caído las dos muchachas, él y el otro tipo se dispusieron a cargar con el inmóvil cuerpo de Draco para llevárselo con ellos a un lugar seguro donde poder llevar a cabo completamente la ceremonia.

En eso, un rayo mágico impactó en su compañero, dejándolo inconsciente en el suelo.

-¡Qué dem...! -Se giró en redondo para identificar a su repentino atacante, pero allí de donde había surgido el rayo no vio a nadie.

Otro rayo salió de la nada dirigido a él mismo, que lo esquivó rápidamente, viéndose obligado a soltar el cuerpo de su hijo, quedando varios metros separado de él. Mientras, uno de los mortífagos que había ido hacia los arbustos, se había visto sorprendido por una enojada Pansy emergida de entre las plantas, siendo unidas sus dos piernas por el maleficio bloqueador de piernas (Locomotor Mortis), haciéndole caer al suelo. Cuando su compañero se dirigió presto a ayudarle en la escaramuza con la la diablesa de alborotado pelo negro, éste fue golpeado por detrás con una gruesa rama (los clásicos métodos muggles también pueden ser bien útiles en caso de emergencia), haciéndole, también a él, caer. Sin embargo, en plena caída, fue capaz de propinarle a su joven atacante una buena puntada a sus piernas, haciéndola caer igualmente, y lanzándose rápidamente a por ella (a todo esto, las varitas desparramadas por el suelo por las caídas y escaramuzas). Fue entonces cuando se oyó el ruido de unas voces presurosas que se acercaban.

-Ya vienen. -No había tiempo que perder. Miró frustrado el cuerpo de Draco, a unos pocos metros. -No podemos dejar que nos atrapen. ¡Retirada!

Los otros dos, que se las estaban teniendo con Pansy y Amy, comprendieron la urgencia y se desvanecieron al instante. Lucius se preparó para desaparecer también mientras intentaba atraer el cuerpo de Draco hasta su posición, pero el Accio no le respondió. Se topó con una desagradable sorpresa, alguien había convocado un escudo mágico sobre el muchacho, impidiendo que la magia lo alcanzara. Las voces que se aproximaban se oyeron ya más cerca. Era vital para sus planes que no los atraparan vivos. Miró a su compañero que yacía inconsciente en el suelo. Con un Abracadabra lo despachó rápidamente y, lanzando otra mirada frustrada a su hijo, desapareció rápidamente.

La muchacha de pelo rizado se incorporó levemente, apartándose el cabello de la cara. Arrodillada, se dirigió rápidamente hacia donde se encontraba su compañero de casa, mirándolo asustada, respirando dificultosamente a causa de la impresión. Draco yacía inmóvil en el suelo, su camisa rasgada manchada con la sangre que seguía surgiendo lentamente de la herida goteando en la tierra. Sus ojos estaban cerrados, pero un color rosado extraño en él, coloreaba sus mejillas ahora que la muerte parecía rondarle tan cerca. Sintió cómo Amy se acercaba por detrás, gateando, fatigosamente, con la pierna derecha magullada. Pansy retiró como pudo la camisa de Draco y la apretó sobre la herida intentando, con desesperación, parar la hemorragia. Sintió los sollozos de Amy a su lado. En sus manos, apretando la destrozada prenda que ya había perdido su color blanco original, pudo sentir levemente latir el corazón del muchacho.

-No te preocupes, Amy, está vivo. -Intentó reconfortarla, mientras ella misma luchaba contra la quemazón en su garganta y el picor de sus ojos. El cuerpo de Draco estaba frío, mortalmente frío. Sin embargo, vio en su frente sudor y aquel rubor de sus mejillas. Colocó una mano temblorosa en su frente, apartando los cabellos húmedos. Estaba ardiendo.

-Tenemos que sacarlo rápidamente de aquí...

En eso notó la presencia de alguien. Alzó la vista y sintió como Amy se tensaba ante una posible nueva amenaza. Pero el alivio las inundó cuando reconocieron a los tres adultos que les observaban preocupados. Severus Snape, el director de su casa, con su semblante serio y huraño nublado por una sombra de marcada preocupación. El director Dumbledore, también de semblante angustiado. Y Minerva McGonagal, con una mano en su rostro mientras asimilaba el estado de los tres estudiantes, sobretodo el del chico que yacía ensangrentado entre las dos muchachas, cuyo aspecto no era muy tranquilizador.

-¿Qué ha pasado aquí? -Exclamó la profesona.

Snape se arrodilló junto a ellas, estudiando preocupado el aspecto de su alumno. Amy, ante la sorpresa de su compañera, se lanzó sollozando a los brazos del profesor de Pociones quien, en vez de apartarla, la acogió entre sus brazos, casi con dulzura.

-Lo siento, lo siento mucho, tío...Yo, no pude...

-No te preocupes, pequeña, ya pasó todo. El peligro ya pasó. Draco sólo necesita que lo llevemos urgentemente a la enfermería...

Tras comprobar el estado de las cosas, aliviado al haber llegado a tiempo antes de que la situación fuera más grave, la mirada de Dumbledore se dirigió a un punto por detrás suyo.

-Vosotros, ¿qué esperáis para salir a la vista?

Hubo un momentáneo silencio y, entonces, como de la nada, emergieron los cuerpos de Harry Potter, Hermione Granger y Ron Weasley. Todos combinaban su palidez con diferentes expresiones. Harry de grave seriedad. Hermione de preocupación. Ron de horror por lo que había presenciado. Pansy se quedó de piedra. ¿De dónde salían esos tres? Vio la capa de invisibilidad en los brazos de Potter. Recordó los ataques mágicos lanzados a Lucius al intentar llevarse el cuerpo de Draco. Habían salido de la nada. Y el escudo mágico. ¿Podría ser...? Los observó incrédula. Todavía tenía que aclarar muchas cosas de todo lo que había pasado.

-Vamos. Rápido. No hay tiempo que perder. -Cortó el silencio Dumbledore. -Minerva, tú ocúpate de acompañar a estos tres de regreso a la escuela. Yo y Severus nos ocuparemos de Draco y estas dos valientes muchachitas.

Dicho esto, se arrodilló junto a Draco, tomándolo del hombro, depositando al mismo tiempo una mano en el hombro de Pansy. Severus tenía a la temblorosa Amy entre sus brazos. No podrían aparecerse dentro de Hogwarts, pero sí acercarse a la entrada en un santiamén. Dumbledore pronunció las palabras al mismo tiempo que Snape y desaparecieron.

-Fin del capítulo 12-

N/A: Uf, ya está. Aquí está el capítulo 12. Las luchas no son lo mío, y no sé si habrá resultado creíble la escaramuza. Perdón por el largo retraso. Gracias por seguir ahí ^_^