Negación: ninguno de los personajes de los libros de Harry Potter me pertenecen, son exclusivamente de J. K. Rowling ¬¬
Capitulo 6
"¿Quién?"
Rabia desencadenada. Cruda, negra y despiadada. De su capa surgen hambrientas voces de aliento.
Encontré de repente en mi banco una nota, que alguien había puesto sin que me diera cuenta
"Se quien eres….se lo que sueñas" leí para mí misma
Me gire hacia mi compañero de banco, un chico de Ravenclaw
-¿Es tuyo? – le pregunté.
-¿El qué?
¿Era mi imaginación o él verdaderamente no veía el papel que tenía entre los dedos?
Alguien dio unos golpecitos sobre mi pupitre...
-Mi clase está aquí delante, señorita Darkness – me regañó la profesora.
Le pedí disculpas y traté de concentrarme sin éxito en su lección de transformaciones de objetos en movimiento.
"¿De quién será?"
No pude sacarme esa duda de mi cabeza durante toda la clase. Salimos y nos quedaban un rato de descanso hasta la próxima clase.
- ¿que te paso en clases Beatrix? – me pregunto Hermione preocupada
- nada, solo pensaba en otra cosa – conteste mirando aun el papel en mis manos
- ¿mirar tus manos? – hablo Harry divertido mirándome – no le veo lo interesante
Me reí de lo que dijo. Nadie podía ver la nota en mis dedos, solo yo
- me disculpan, pero necesito ir al baño, los veo en la próxima clase…..¿cual es? – pregunté confundida
- Historia de la Magia, una tortura – dijo aburrido Ron compadeciéndose – no te emociones, es lo mas aburrido que hay…
- ¡Ron! ¡Eso no es cierto! – le corrigió Hermione – el hecho de que la clase no te guste no te da derecho a pensar por todos
Deje a esa extraña pelea de futura pareja. Eran realmente chistoso verlos juntos sin que se pelearan en menos de 1 minuto
Me dirigí a los baños, aunque a unos que no todos iban, de hecho, ninguna mujer iba por lo que me explico Hermione, el baño de Myrtle la llorona. Era el baño más próximo.
"¿Porque solo yo puedo leer esto?" pensé jugando con el papel invisible
De repente la extraña nota se empieza a quemar entre mis manos, quedando solo cenizas. Pare en seco al ver eso, mis manos automáticamente soltaron los restos del papel que se quemaba
Las cenizas se esparcían por el suelo, y sin saberlo me encontraba en un cementerio, no cualquiera, sino uno que, al parecer era de hace siglos, solo tenia cruces en vez de lapidas y salía escrito en un trozo de madera el nombre y fecha colgada de la cruz.
No sabia que estaba caminado sola mientras veía el lugar. De repente me detengo en una zona bastante apartada de las demás. Allí había dos tumbas
- Alcione Darkness… - leí en la primera tumba
¿Darkness? ¿Acaso tendría alguna relación conmigo?
Mire la otra tumba para ver quien era el esposo de ella de ese apellido
- Kain….- dije rápidamente - ¿Por qué esta solo su nombre?
-¿Quizá porque no era humano?
Me asusté al sentir aquella voz desconocida a mis espaldas. Sigilosamente me giré y al ver a un chico detrás de mí, me levanté y me lo quedé mirando con expresión de enojo.
-¿Qué dices? – le espeté con frialdad.
-No te asustes, sólo quiero explicarte una cosa....
Lo miré de arriba abajo, buscando algo, un cuchillo o cualquier otra arma pensando que podría ser algún tipo peligroso... Sin embargo, lo único que vi fue la figura delgada de un hombre joven, de unos 30 años, enfundada en un abrigo de cuero negro largo hasta los tobillos. Llevaba el pelo algo largo, liso y de color negro como sus ropas, era de tez pálida y ojos color azul marino y llevaba varios pendientes en las orejas.
"Qué tipo más raro", pensé al verlo frente a mí "será mejor que me vaya."
-¿No quieres escuchar lo que quiero decirte?
Volví a dirigirle una mirada lo más fría que supe y le contesté que no. Él me sonrió con malicia y dijo, sin hacer caso a mi negativa:
-Tu padre no era humano, Beatrix.
-¡Tú estás loco! – le grité, furiosa.- ¡yo nunca conocí a mi padre!
Pero, entonces me quedé durante unos segundos muy quieta, con la expresión congelada en mi rostro. ¿Había dicho Beatrix? ¿Cómo sabía mi nombre?
Escuché su risa sarcástica.
-Tu padre era un demonio – volvió a decir como si fuera la cosa más natural del mundo.
-¿Cómo?
-Era un vampiro.
De nuevo soltó una carcajada y la tierra empezó a temblar. Asustada, observé cómo se desquebrajaban a la vez las lápidas de las tumbas y justo a mis pies se abría el suelo... Algo se agarró a mi tobillo, una mano... ¡No! Una repugnante garra de uñas ennegrecidas y piel ensangrentada me empujaba hacia abajo, hacia aquella honda grieta del suelo...
Aquella horrible mano ensangrentada me empujaba hacia abajo con fuerza. Sentía tanto miedo que lo único que supe hacer fue gritar, gritar con la máxima intensidad que pude..
.
-¿Qué le ocurre, señorita?
La voz conocida me hizo abrir los ojos y encontrarme cara a cara con mi profesor de Historia de la Magia...
-¿Estoy en clase? ¿No me he movido de mi sitio?
Con aquellas preguntas lo único que conseguí fue que mi profesor y la mayoría de mis compañeros me mirasen como si fuera una loca que se acababa de escapar del manicomio.
¿Cuándo fue que llegue a la clase?
Pero no lo entendían, ellos no sabían por lo que acababa de pasar en el cementerio donde habían varias tumbas extrañas, si fuera así estarían tan asustados y confundidos como yo...
-Será mejor que vaya a la enfermería, no está en las mejores condiciones para continuar con la lección.
No, sinceramente el profesor tenía razón: no estaba en las mejores condiciones como para seguir en clase...
Pero ¿es que todo había sido un sueño? ¿y la nota que había encontrado encima de mi mesa? No, no podía haber sido un sueño, aún sentía la presión de aquella garra alrededor de mi tobillo...
· · · Z· · ·
- ¿Averiguaste algo, Albus? – pregunto Remus en el despacho del director
- No mucho….solo que sus poderes irán aumentando
- ¡hey escuchen! ¿a que no sabias Remus que hubo un asesinato en el hotel? – dijo Sirius sosteniendo un periódico muggle
- ¿que?
- lo que oyes, el mismo día en que nos fuimos, escucha: "…en la noche un empleado del hotel fue encontrado muerto en una bodega en el subterráneo. Se hicieron muestras medicas pero no se encontró anormalidad excepto en el hecho de que el cuerpo no tenia ni una gota de sangre, también se encontraron pequeños arañazos en el cuello de la victima…" lo demás no es importante
- ha comenzado… - dijo suave el director
- ¿que cosa? – preguntaron los dos jóvenes
- a empezado a despertar………
· · · Z· · ·
-¿Cuántas horas sueles dormir, entonces? – me preguntó la enfermera sustituta después de haberme hecho la revisión médica de todos mis sentidos.
No supe contestarle y ella, al no recibir respuesta, me observó con la indiferencia fría típica de los médicos pero multiplicada por cien...
-Te haré un análisis de sangre – dijo sacando una jeringuilla muggle de un cajón.
-¿Sangre?
-Tranquila, no te dolerá.
Me ató con muy poca delicadeza una goma alrededor del brazo y buscó la vena de la cual extraería la muestra. Sentí el pinchazo y cerré los ojos. Al abrirlos me encontré con la cara de sorpresa de la enfermera (más que de sorpresa: de susto): la jeringuilla estaba vacía...
-Juraría haberte pinchado en la vena... – dijo, poniéndose un poco nerviosa y probando de nuevo.
De nuevo, cerré los ojos, pero esta vez un grito de la enfermera me hizo abrirlos rápidamente. Únicamente me dio tiempo a ver una mano que se separaba de su cuello y el cuerpo de la enfermera cayendo como una muñeca de trapo en el suelo...
-¿Q-Qu...
Me temblaba todo el cuerpo y no era capaz de articular palabra alguna.
Contemplé inmóvil cómo aquella sombra negra se arrodillaba ante el cuerpo inerte y la cogía por la muñeca, tomándole el pulso. Después, con una sonrisa maliciosa, se apartó los mechones que caían sobre su frente, mirándome y sin dejar de sonreír, como la primera vez que le ví.
-E-Está...
-Muerta – finalizó él hundiendo sus manos en aquel abrigo largo de cuero negro.
-¿Por...Por qué? – pregunté, con temor.
No acertaba a hacer ningún movimiento, tenía miedo.
-¿Querías que descubriese tu secreto? – me respondió él.
-¿Qué secreto? – abrí los ojos, sorprendida.
Entonces, él se acercó a mí y con sus dos manos rodeó mi cuello. El pensamiento de que fuera a matarme cruzó como un rayo mi cabeza.
-En cierto modo, tú ya estás muerta – añadió como si hubiera leído mi mente y dejándome aún más confusa y sorprendida que antes.
-¿Qué?
-Por tu cuerpo no circula sangre: no eres humana.
En ese momento, mis ojos se fijan en los dos colmillos que sobresalen de su boca y un escalofrío me recorre por todo el cuerpo haciéndome despertar de mi inmovilidad y reaccionar. Le di un empujón.
-¡No te atrevas a acercarte a mí! – le grité con furia, a punto de golpearle con mi mano en forma de puño.
-Idiota – sonriendo -, tú en realidad eres igual que yo. Eres un vampiro, pero un vampiro reprimido.
Me quedé quieta como una estatua de hielo, con el brazo alzado y con aquel puño que ansiaba golpear aquella mandíbula sonriente...
-Mientes – murmuré entre dientes.
-Tú, Beatrix, eres un vampiro, sólo que al contrario de mí no tienes sangre – ahora él estaba serio, sombrío.
-Eso es mentira – lo cogí impulsivamente por la ropa de cuello.
Me apartó las manos con suavidad, continuaba serio.
-Cree lo que quieras, sigue viviendo en tu sueño de color de rosa, Beatrix. Pero ya veremos dentro de poco quién tiene razón.
Estaba de espaldas a mí y caminaba hacia la pared de la enfermería. Repentinamente, se giró y me sonrió.
-Por cierto – añadió -, mi nombre es Siren. Si quieres que te aclare algo más sobre asuntos de vampiros, ya sabes...
Y al pie de la palabra fue engullido por el muro de la pared, dejándome a solas con el cadáver de la enfermera sustituta, pariente de Pomfrey.
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