DESAFÍO DARK MAN
3. Dark DragonHabían pasado apenas treinta minutos desde que Orphen y Magic se habían separado. Orphen había seguido una ruta que ascendía por un bosque hacia la cima de uno de los montes que rodeaban el valle dónde se encontraba Tasarta. A medida que subía iba sintiendo cómo el frío calaba sus huesos. "Nace, alma de primavera", recitó, y una pequeña llama de calor ocupó sus manos. "Espero que Creao esté bien... tal vez Magic ya ha encontrado a las chicas y están los tres calientes en casa, sanos y salvos." Se decía Orphen mientras andaba con la mirada al frente. Treinta minutos sin encontrar ni un rastro de las chicas lo ponía realmente enfermo. Si Creao no había seguido esa ruta, era inútil seguir por allí, pero... ¿Cómo saberlo? Alzó la vista y miró lo más lejos que pudo, hasta dónde su vista pudo alcanzar, y logró ver que más adelante el camino se cubría de nieve. Orphen pensó que si Creao había estado allí, habría dejado marca sobre la nieve. Orphen llegó jadeando a la zona dónde se empezaba a encontrar nieve, y para su sorpresa, encontró unas huellas. Pero no eran las huellas de Creao, tampoco las de Ricoris, de hecho ni siquiera eran huellas humanas. Orphen calculó que medían alrededor de un metro, eran profundas y presentaban la forma de cuatro garras que parecían afiladas. "Vaya, creo que he encontrado a la bestia."
De repente, se produjo otra explosión, esta vez de menor intensidad, unos metros por debajo de dónde se encontraba Orphen. El chico miró hacia la zona y alcanzó a ver la sombra de un dragon de figura estilizada y robusta detrás de la humareda violeta. Aguardó a que el humo se disipara y pudo ver los ojos rojos irados de un dragón de escatas negras y brillantes, con el morro alargado y grandes colmillos, así cómo una enorme cola. La expresión del dragón era aterradora. Batió las alas y se elevó, persiguiendo a Orphen camino abajo. La incertidumbre volvía loco a Orphen. No podía soportar la idea de que tal vez Creao también se había encontrado con esa criatura, y de haber sido así, habría tenido pocas posibilidades de salir con vida. Sin embargo, Orphen sabía que de nada serviría preocuparse. Ahora se le presentaba la oportunidad de luchar contra la fiera, de hecho cuando vió que ésta le escupía fuego supo que no tenía elección. Se preparó para la lucha.
- ¡Así que has sido tú el que ha estado causando estragos por aquí, eh! No sabes con quién te has encontrado... - Dijo Orphen. Pero el dragón no escuchaba las palabras del hechizero, y dirigió con agresividad su cola hacia Orphen, derribando a su paso todos los árboles que encontraba. Orphen esquivó el golpe ágilmente. Cruzó sus manos enfrente de su cara y lanzó el primer ataque.
- ¡Dirijo con firmeza el estornino de la muerte! - El poder de Orphen impactó en el cuerpo del dragón, pero no lo detuvo.
- ¡Salid, espadas blancas de luz!. - Pero tampoco nada. El dragón parecía asimilar la energía de los ataques de Orphen. Y atacó de nuevo, escupiendo fuego a su adversario. Orphen, nervioso y sorprendido, pronunció su hechizo de protección.
- ¡Téjete, red de la armadura de luz! - que protegió al chico del ataque de fuego, pero posteriormente el dragón lanzó de nuevo su cola hacia Orphen, que impactó de nuevo en el cuerpo del jóven, que salió despedido. Al intentar levantarse Orphen notó una aguda punzada de dolor en el costado izquierdo. Apenas tubo tiempo de ponerse en pie, vio cómo el dragón atacaba de nuevo con su cola.
- ¡Volaré hacia la cima del gran cielo!- Pronunció dándo un salto para escapar del ataque.
- ¡Que arda!, - gritó Orphen, y el dragón se envolvió en llamas, pero ante la desesperación de Orphen no sufrió ningún daño. Las llamas que le envolvieron durante unos instantes fueron absorbidas por el cuerpo del dragón.
- ¿Que clase de criatura eres? ¡LLévame, viento! - Orphen corrió velozmente hacia el cuerpo del dragón, sacó su espada, y pronunciando unas palabras intentó herirlo:
- ¡Que te traviese! - De nada sirvió. Las garras delanteras del dragón, que eran más pequeñas que las traseras, rozaron el torso del jóven, que cayó tendido en el suelo, con la camiseta hecha trizas y sangrando. Enormes punzadas de dolor recorrieron su cuerpo, de tal forma que quedó sin respiración. Cerró un instante los ojos, acto probocado por el intenso dolor que sentía, y cuando volvió a abrirlos vio cómo salían unos rayos violetas de los rojos ojos de su poderoso enemigo.
- ¡Téjete, red de la armadura de luz! - Pronunció de nuevo, todavía desde el suelo. Logró repeler el ataque, pero el dragón no se rendía y de nuevo dirigió su cola hacia el chico, que no tubo tiempo de reaccionar. La cola aplastó violentamente el cuerpo de Orphen contra el suelo, y ésta vez él no pudo reprimir un grito de dolor. Tubo miedo, no sabía qué podía hacer contra él. "Vamos Orphen", se dijo a sí mismo, "piensa en algo, ¡tiene que haver un modo de derrotarlo!".
Orphen se sentía débil, no lograba levantarse, intentó dirigir varios hechizos pero no tenía suficiente fuerza. Una de las garras delanteras capturó el cuerpo del jóven. El dragón alzó el vuelo, se dirigía hacia el poblado. El chico intentó desesperadamente deshacerse de su atadura, pero las potentes garras le oprimían todo el cuerpo. Orphen logró liberar su brazo derecho, se llenó de valor y logró dirigir un ataque hacia el rostro de su adversario. El dragón detuvo el vuelo, y profirió gritos de dolor que sonaban cómo chirridos. Lanzó el cuerpo de su presa contra una rocosa ladera. Orphen sintió sus costillas y hombro derecho romperse cuando impactó contra la pared. Permaneció recostado en el suelo contemplando la cara de satisfacción del dragón. Había logrado herirlo en el ojo, pero ahora se sentía exhausto. El frío le invadía el cuerpo. Se sentía tan débil que no podía mantenerse en pie, el dolor que sentía no se parecía en nada que hubiera sentido anteriormente. Cuando vio al dragón batir nuevamente sus alas temió por su vida, pero su fuerte adversario pasó de él. No podía pensar claramente, no sabía cómo estaba Creao. Pero sabía que quedarse allí sin hacer nada no ayudaría de ningún modo. Intentó levantarse, apoyando su cuerpo en la ladera, y ignorando las punzadas de dolor que sentía en el costado izquierdo empezó a andar camino abajo. Sentía su pecho empapado de sangre. Había utilizado demasiados hechizos y le quedaban pocas fuerzas, pero una idea le otorgaba la que necesitaba para seguir adelante: Si a Creao le había pasado algo, habría sido por su culpa, y eso no lo podría soportar.
Creao, sentada en una silla al lado de la cama, contemplaba la respiración pausada de Magic. Sabía que él estaba bien, pero no tenía la misma sensación de Orphen. Ya tardaba demasiado. El nerviosismo que sentía le impedía quedarse más tiempo encerrada en la casa. Decidió salir en busca de Orphen. Nada más abandonar el pueblo tubo la sensación de que buscar a Orphen en ese bosque era como buscar una aguja en un pajar. Escogió un camino que ascendía. A un lado, el bosque se hacía más y más espeso, mientras que al otro, la ladera del monte era rocosa. Siguió ciegamente esa ruta durante unos largos minutos, preguntándose si realmente debía haber salido en busca de Orphen. De pronto, se encontró delante de él. Al verlo, no sabía si alegrarse o preocuparse todavía más. Vio su pecho, la camiseta rasgada permitía ver tres cortes que sangraban. Se sujetaba el brazo izquierdo con el derecho. El chico, cuando la vio, se detuvo y la miró a los ojos, sonriendo.
- Creao... - Logró musitar. De pronto se sintió mareado e intentó llegar hasta la chica. Sin embargo, fue ella la qué tubo que llegar hasta Orphen para evitar que se desplomara.
- ¡Orphen! - Creao sujetó al chico. Se veía pálido. El pelo castaño del chico caía desordenado sobre su frente. La chica acarició su rostro apartando algunos mechones de la cara del chico, que estaba helada. Notó temblores recorriedo el cuerpo de Orphen y comprobó que respiraba débilmente.
- Estoy bien, tranquila. - Murmuró con media sonrisa.
- No, claro que no lo estás. Estás sangrando. ¿Qué ha pasado? - La chica sonaba preocupada.
- Te estaba buscando. Creí que estabas en peligro.
- ¿Quién te ha echo esto?
- No es nada, en serio. He encontrado al dragón. He utilizado demasiados hechizos. No he podido hacer anda contra él. Tenemos que regresar al pueblo, creo que se dirige allí. Tengo que detenerlo. - Orphen hablaba con dificultad, intentando ocultar su lamentable estado.
- ¿En serio te encuentras bien? - Creao no sabía que creer. Realmente Orphen no parecía estar bien, pero sus palabras decían lo contrario.
- Escúchame niña, porque solo te lo diré una vez. Te odio. Pero... - Dijo Orphen poniéndose en pie. Dejó a Creao atrás, y le hablaba dándole la espalda. De pronto se sintió mareado de nuevo, y Creao acudió en su ayuda. - Pero eres tan bonita... haces que me vuelva loco. Ahora no llores. Debemos regresar.
Creao casi había dejado de llorar cuando el jóven le dijo "Te odio". Sería signo de normalidad. Pero que la llamara bonita era algo que le había dicho en muy pocas ocasiones, tan pocas que podía contarlas con los dedos de la mano... y casi todas habían sido en sus sueños. Orphen vio la preocupación en la cara de la jóven. Dejó de apoyarse en ella, quería demostrarle que estaba bien.
- Confía en mí. - Continuó él. - Todo saldrá bien, si confías plenamente en que así será.
- Está bien. Pero de todas formas pareces cansado. No seas terco, deja que te ayude. - Creao sujetó nuevamente a Orphen, prestándole su apoyo. Había oído una extraña serenidad en la voz de Orphen. Mientras andaban obervó la cara del chico. Tenía los ojos firmemente enfocados adelante. Su cara se convertía de cuando en cuando en muecas de dolor, pero seguía mirando al frente. Creao no le habló de lo que le sucedió a Ricoris y a Magic, pues en esos momentos no era necesario Cuando el pueblo apareció delante de sus ojos, los chicos vieron arder algunas casas. Se adentraron entre unas ruïnas, que poco tiempo atrás eran casas y comprobaron que el monstruo era el causante de las destrozas.
- No te muevas de aquí, Creao. Puede ser peligroso. - Informó Orphen antes de dirigirse hacia dónde se encontraba el dragón.
- ¡Por favor, ve con cuidado! ¡Pero dale una buena lección!
- Será algo más que eso lo que le daré. - Orphen se dirigió con cautela hacia el dragón. El aire estaba lleno de polvo, cenizas y humo. No se entretuvo en lanzar su primer ataque, sería más fácil hacerlo antes de que la bestia se percatara de su presencia.
- ¡Salid, espadas blancas de luz! - Gritó Orphen con fuerza. En esos momentos debía olvidar el dolor que sentía, un solo despiste podía costarle la vida. "Si dejo que contraataque estaré perdido", pensó, y decidió dirigir seguidos ataques contra su adversario. Sin embargo parecieron causarle el mínimo daño al dragón.
- ¡Te empuño, espada del advenimiento demoníaco! ¡Nace ahora, pequeño espíritu! - Sus ataques no lograron nada más que seguir debilitando al hechizero. Mientras Orphen atacaba, el dragón por lo menos dejó de abrir fuego contra las casas del pueblo, pero después del último ataque, a Orphen se le nubló la visión. El dragón lanzó su lengua violeta de serpiente hacia el cuerpo del jóven, desgarrando su pierna izquierda un poco por encima de la rodilla. De nuevo, lanzó su cola contra el costado izquierdo del chico, que no tenía fuerza para reaccionar, y lo lanzó violentamente al suelo, delante de los ojos horrorizados de Creao.
- ¡Orphen! - Gritó la chica acercándose a él. La sangre que salía de la pierna del chico formó un charco.
- Apártate Creao. Ya lo tengo. Ya sé cómo puedo vencerle. - Anunció Orphen, todavía en el suelo. Orphen sabía que si en esos momentos perdía la consciencia, estaría perdido. Así que no se demoró en actuar. - ¡Volaré hacia la cima nevada del cielo!
Orphen, todavía desde el suelo, pronunció esas palabras y comenzo a elevarse, hasta que estuvo a la altura de la cabeza del dragón. Contempló, esta vez sin miedo, los ojos rojos penetrantes. Parecían llamas encendidas.
- Te ha llegado la hora. - Anunció. - ¡Te empuño, espada del advenimiento demoníaco! ¡Llévame, viento!
Creao presenció como Orphen se dirigía velozmente hacia el hocico del dragón. Éste abrió la boca y sacó de nuevo su lengua, pero Orphen se introdujo en el cuerpo del dragón.
- ¡¡¡Salid, espadas blancas de luz!!! - Orphen dirigió el ataque desde el interior del dragón, y esta vez lo derrotó por completo. Creao contempló cómo el monstruo se disolvía. Literalmente se convirtió en polvo. Pero entonces vio la figura de Orphen precipitarse violentamente hacia el suelo.
- Que se rompa el muro del gran cielo... - Pronunció débilmente él, consiguiendo aterrizar suavemente a los pies de Creao.
- ¡Lo conseguiste! - Exclamó risueña la chica, lanzándose a los brazos de Orphen. Sin embargo, los ojos de éste se desenfocaron y cayó inconsciente en los brazos de Creao.
FIN del 3° Capítulo!
Bueno pues ahí está el 3er capítulo. Y eso que no recibí reviews!! Vaya... ahora sí que tendréis que dejar. Si no recibo ninguno pensaré que nadie lee mi historia, y por tanto esperaré que alguien la lea para actualizar... Lógico, verdad? Además... Quiero saber qué opinais sobre mi história!!!
P.D Se me olvidaba decir que ni la serie ni los personajes ni (blablabla) son míos, pero éste fic sí!!! Nada , HASTA PRONTO! (espero! Jejeje)
