Capitulo 3:
Al abrir mis ojos...
Es noche, o al menos eso creo. Doutoku Shinjin-sama me ha ordenado dormir. A decir verdad, mi vida aquí no ha sido lo que tanto decían; no he sufrido entrenamiento alguno o me han usado como conejillo de indias. Creo que es porque aún no he abierto mi ojos y ciega, no puedo hacer nada.
Suspiro algo frustrada. La verdad, no tengo deseos de dormir, no estoy cansada y no quiero recostarme. Estoy ansiosa, deseo probar algo rico, pero el Jusanpaopei no me ha dado más que agua para beber; es raro, porque sin embargo no tengo hambre. Siento que mi cuerpo es otro. Deseo abrir mis ojos para así verme al espejo y asegurarme de que sigo siendo yo. Deseo ver mi cabello negro ondulado y mis ojos verdes. Deseo ver mi cuerpo de niña de once años. Mi piel tostada por el sol. Pero lo que más deseo, es verme al espejo luciendo mi ropa nueva.
¡Ho, sí! Me han dado una nueva vestimenta que hicieron especialmente para mí. Estoy feliz por eso, pues, mi madre jamás...
Mi madre, mi padre ¡¿Cómo pude olvidarme de ellos?! Los extraño, pero han sido tantas cosas que no tuve tiempo de recordarlos... Desearía verles.
Ahora rompo en llanto; soy escuchada por Doutoku Shinjin-sama, quien viene a verme. Inútilmente pregunta que me pasa, yo aún no sé hablar. Secó mis lágrimas y al hacerlo, abro uno de mis ojos. Entonces abro mi otro ojo con mi mano y clavo mi vista en Doutoku Shinjin-sama.
Al verle, quedo completamente anonada... Es... es un muchacho, un joven de unos veinte años o menos... a menos es lo que aparenta... sin embargo, él me había admitido tener alrededor de 2.000.000 años o más; dice que no lo recuerda. Yo lo imaginaba como un viejo... pero ante mí, aparece un muchacho de cabellos cortos y negros, ojos cielo y vistiendo como un deportista. Viste extraño (tomando en cuenta que esto esta narrado alrededor del año 500 A.C), unas botas blancas y de raros decorativos (una zapatillas), un abrigo azul, con cierre (un buzo) y pantalones blancos. Tiene atada una cinta roja en su cabeza. Pero lo que más me llamó la atención, fueron sus guantes (guantes de boxeo).
-¡Ikki! Tienes unos bellos ojos- si antes dudaba que fuese él, ahora, tras escuchar su voz, estaba segura de que era Doutoku Shinjin-sama.
Doutoku se encontraba en su mesa de trabajo cuando escuchó un leve sollozo tras la puerta. Rápidamente se apuró tras esta al reconocer aquel llanto como el de Ikki. Así, encontró a la niña aferrada a sus sabanas y llorando desconsolada.
-Ikki ¿Qué ocurre?- se sentó a su lado.
Ella escondió su rostro entre sus manos.
-¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?- se sentó a su lado.
La pequeña secó sus lágrimas un par de veces. Entonces, para sorpresa de Doutoku, ella lo miró con sus grandes ojos verdes. El inexpresivo rostro de la niña no mostró sorpresa alguna, sus dilatadas pupilas apenas permitían ver el bello color verde.
-¡Has abierto los ojos! Debo de decirle a... ¡No!- lo pensó mejor- Sí se los dijo o Unchuushi o Taiitsu querrán tenerte y yo aún no he terminado contigo- la tomó de la mano y la sacó de la cama.
Ikki se paró firme, sin querer ir a ningún lado. Con un leve tirón hacia atrás, le indicó algo a Doutoku.
-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?
Ikki negó.
-¿Deseas seguir durmiendo? ¿Estas cansada?
Ella continuó negando.
-¿Deseas algo?
Finalmente, Ikki asintió.
-¿Qué cosa?
Pero allí no hubo respuesta. Ikki se soltó de Doutoku y salió corriendo fuera del cuarto, fuera de la casa. La pequeña continuó corriendo, sin hacer caso a los ruegos del Sennin. Entonces llegó al final de la montaña. De un brusco movimiento, dio media vuelta hacia atrás para no caer. Cuando se encontró fuera de peligro, se asomó al límite de la montaña... ¡Esta se encontraba flotando sobre una roca!
-Ikki-chan... Estas en Kun Lun, hogar de los Sennin. Kun Lun flota sobre el Mundo Humano.
La niña miró a su maestro y luego corrió a los brazos de este. Inmediatamente rompió en un llanto.
-Lo siento. Ikki-chan... no puedo comprenderte...
Taiitsu dio un largo vistazo a la pequeña Ikki. Sin más que poder hacer para intentar comprender a la niña, Doutoku se dirigió hacia donde Taiitsu, ya que él también poseía un alumno Loto.
-¿Y?
-Conozco bien a Nataku... pero no a ella. Nataku es de mente simple y suele ser predecible... O me pide paopeis nuevas o me intenta matar... ¿Qué te puedo decir...? Ikki esta llorando.
- -- Valla observación.
-Uhm... veo que a abierto sus ojos ¿Ha logrado pestañear?
-Justamente, cuando veníamos hacia aquí, una basurilla le entró al ojos y se lo hirió, ella se vió obligaba a cerrarlo inconscientemente y desde allí, parece que ha aprendido.
-Muy bien... déjamela.
- -- No, permíteme...
-¿Cuál fue el trato?
-Grrrrrrrrrr...
-Un trato es un trato. Mañana la llevaremos al laboratorio para comenzar con su formación.
Finalmente quedaron Taiitsu e Ikki solos.
-Me da gusto tener a alguien a mi lado y que no intente matarme.- sonrió a la niña algo divertido. Luego la vió bien- No tienes un cuerpo de guerrero, ya veremos que se hace con eso.
Si la vida con Doutoku Shinjin-sama fue fácil, con Taiitsu Shinjin-sama no fue menos. Él sólo me observaba y anotaba. Lo único malo es que jamás me dejaba sola y eso comenzaba a irritarme. Finalmente, un día en que él me dio la espalda, salí huyendo fuera de la casa.
A decir verdad, Taiitsu llevaba una vida algo... ¿Baga? Su casa, su mesa de trabajo y una tentativa cama paraguaya atada a dos rocas que imitaban palmeras. Sin dudarlo, fui hasta ella e intenté subirme un par de veces, pero nada. Me rendí cuando un fuerte golpe llamó mi atención. Seguí aquel sonido hasta la parte trasera de la casa.
Flotando sobre el suelo, se hallaba una especie de huevo. De adentro de este, se oían los golpes.
-¡¡Déjame salir!!- gritó una voz desde adentro.
¡¡Había alguien allí dentro!!
Me apresuré al "huevo" que supuse, era una especie de Paopei. Intenté abrirla por la parte que se separaba, pero era demasiado pesada. Entonces, un leve silencio me llamo la atención y luego:
-¿Quién es?- preguntó la voz de adentro.
Yo no pude contestar.
-¡Responde!
Obvié las ordenes para mi respuesta y seguí intentando abrirla. Finalmente la paopei se rindió y se abrió.
Un niño, casi muchacho, de quizás, unos diecisiete años o más, apareció desde adentro. Era confuso saber exactamente su edad, pues tenía la cara de un niño, pero su cuerpo, bastante delgado, pero de músculos bien marcados confundía. Ojos azul grisáceo, cabellos rojos y marcas azules en cada mejillas. Pude reconocer tres paopei en su cuerpo, unos brazaletes, unas especies de ruedas y un manto atado a su cintura.
El chico no tenía expresión y sus pupilas estaban dilatadas.
-¿Quién eres?- preguntó con calma; pero pude percibir que ella no resistiría mucho tiempo en él.
Yo retrocedí y eso pareció irritarlo; no lo ví en su rostro, sino en sus ojos. Apuntó su brazo, su brazalete hacia mí; o al menos eso creí en un momento. Un aroma familiar regresó a mi olfato. Taiitsu Shinjin-sama me hizo a un lado.
-Vamos, Nataku... se buen niño... No matarías a tú maestro ¿Cierto?
Nataku alzó su otro brazo.
Entonces la paopei se volvió a cerrar sobre Nataku, pero para mala suerte de Taiistu Shinjin-sama, los brazaletes del niño impidieron el completo sellado del paopei.
Yo simplemente observé un rato como jugaban al gato y al ratón. A decir verdad, Nataku jamás llegó a atinarle con gran precisión, creo que sólo estaba asustándolo. Cuando me cansé de ver aquello, salí del lugar.
Salté de roca en roca, bajando lo más que pude; quizás si seguía así, alcanzaría al mundo humano. Pero mi camino terminó sobre una mediana roca... y aún faltaba tanto.
-Así que tú eres Ikki- una ronroneante y suave voz llamó mi atención- ¿Qué heces lejos de tus maestros?
Pude escuchar un amortiguado golpe contra el suelo, unos pasos y finalmente aquella voz tras de mí.
-¿No sabes hablar?
Giré sobre mí sobresaltada. Un extraño hombre me atajó para evitar que cayese.
-¡Tranquila! No te haré daño.
En un principió creí que estaba ciego, sus ojos veían hacia ningún lugar y no mostraba expresión. Pero entonces él los volvió hacia mí y me sonrió:
-No soy extraño ¿Verdad? Compárame con otros.
Sin sabes que hacer, me senté.
-Puedo ver a todos lados. Te he estado observando. Puedo ayudarte.
Él tenía cierto aire gatuno. Ojos inexpresivos, con un par de puntos negros bajo estos. Cabello blanco. Parecía un payaso... se cubría del sol con una especie de hoja vegetal gigante.
-Ha ocurrido que Kokutenko quería buscar agua y algo para beber. Kokutento es mi Reijuu ¿Comprendes?
Yo asentí.
-Déjame adivinar- sonrió ronroneando, había algo retorcido en él-: Hay algo que viniste a buscar aquí ¿Cierto?
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sí, sí había algo, pero mis esperanzas se estaban desvaneciendo.
-Conozco quien puede ayudarte. En las tierras por donde nadie va, vive un Sennin rebelde. Es mejor que lo busques a él, antes que vallas sin rumbo. Él se halla bajo una tormenta o durmiendo, sabrás encontrarlo. Y si tú problema es bajar al Mundo Humano, observa los cielos...
Yo simplemente escuché con paciencia...
FIN DEL TERCER CAPITULO
Al abrir mis ojos...
Es noche, o al menos eso creo. Doutoku Shinjin-sama me ha ordenado dormir. A decir verdad, mi vida aquí no ha sido lo que tanto decían; no he sufrido entrenamiento alguno o me han usado como conejillo de indias. Creo que es porque aún no he abierto mi ojos y ciega, no puedo hacer nada.
Suspiro algo frustrada. La verdad, no tengo deseos de dormir, no estoy cansada y no quiero recostarme. Estoy ansiosa, deseo probar algo rico, pero el Jusanpaopei no me ha dado más que agua para beber; es raro, porque sin embargo no tengo hambre. Siento que mi cuerpo es otro. Deseo abrir mis ojos para así verme al espejo y asegurarme de que sigo siendo yo. Deseo ver mi cabello negro ondulado y mis ojos verdes. Deseo ver mi cuerpo de niña de once años. Mi piel tostada por el sol. Pero lo que más deseo, es verme al espejo luciendo mi ropa nueva.
¡Ho, sí! Me han dado una nueva vestimenta que hicieron especialmente para mí. Estoy feliz por eso, pues, mi madre jamás...
Mi madre, mi padre ¡¿Cómo pude olvidarme de ellos?! Los extraño, pero han sido tantas cosas que no tuve tiempo de recordarlos... Desearía verles.
Ahora rompo en llanto; soy escuchada por Doutoku Shinjin-sama, quien viene a verme. Inútilmente pregunta que me pasa, yo aún no sé hablar. Secó mis lágrimas y al hacerlo, abro uno de mis ojos. Entonces abro mi otro ojo con mi mano y clavo mi vista en Doutoku Shinjin-sama.
Al verle, quedo completamente anonada... Es... es un muchacho, un joven de unos veinte años o menos... a menos es lo que aparenta... sin embargo, él me había admitido tener alrededor de 2.000.000 años o más; dice que no lo recuerda. Yo lo imaginaba como un viejo... pero ante mí, aparece un muchacho de cabellos cortos y negros, ojos cielo y vistiendo como un deportista. Viste extraño (tomando en cuenta que esto esta narrado alrededor del año 500 A.C), unas botas blancas y de raros decorativos (una zapatillas), un abrigo azul, con cierre (un buzo) y pantalones blancos. Tiene atada una cinta roja en su cabeza. Pero lo que más me llamó la atención, fueron sus guantes (guantes de boxeo).
-¡Ikki! Tienes unos bellos ojos- si antes dudaba que fuese él, ahora, tras escuchar su voz, estaba segura de que era Doutoku Shinjin-sama.
Doutoku se encontraba en su mesa de trabajo cuando escuchó un leve sollozo tras la puerta. Rápidamente se apuró tras esta al reconocer aquel llanto como el de Ikki. Así, encontró a la niña aferrada a sus sabanas y llorando desconsolada.
-Ikki ¿Qué ocurre?- se sentó a su lado.
Ella escondió su rostro entre sus manos.
-¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?- se sentó a su lado.
La pequeña secó sus lágrimas un par de veces. Entonces, para sorpresa de Doutoku, ella lo miró con sus grandes ojos verdes. El inexpresivo rostro de la niña no mostró sorpresa alguna, sus dilatadas pupilas apenas permitían ver el bello color verde.
-¡Has abierto los ojos! Debo de decirle a... ¡No!- lo pensó mejor- Sí se los dijo o Unchuushi o Taiitsu querrán tenerte y yo aún no he terminado contigo- la tomó de la mano y la sacó de la cama.
Ikki se paró firme, sin querer ir a ningún lado. Con un leve tirón hacia atrás, le indicó algo a Doutoku.
-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?
Ikki negó.
-¿Deseas seguir durmiendo? ¿Estas cansada?
Ella continuó negando.
-¿Deseas algo?
Finalmente, Ikki asintió.
-¿Qué cosa?
Pero allí no hubo respuesta. Ikki se soltó de Doutoku y salió corriendo fuera del cuarto, fuera de la casa. La pequeña continuó corriendo, sin hacer caso a los ruegos del Sennin. Entonces llegó al final de la montaña. De un brusco movimiento, dio media vuelta hacia atrás para no caer. Cuando se encontró fuera de peligro, se asomó al límite de la montaña... ¡Esta se encontraba flotando sobre una roca!
-Ikki-chan... Estas en Kun Lun, hogar de los Sennin. Kun Lun flota sobre el Mundo Humano.
La niña miró a su maestro y luego corrió a los brazos de este. Inmediatamente rompió en un llanto.
-Lo siento. Ikki-chan... no puedo comprenderte...
Taiitsu dio un largo vistazo a la pequeña Ikki. Sin más que poder hacer para intentar comprender a la niña, Doutoku se dirigió hacia donde Taiitsu, ya que él también poseía un alumno Loto.
-¿Y?
-Conozco bien a Nataku... pero no a ella. Nataku es de mente simple y suele ser predecible... O me pide paopeis nuevas o me intenta matar... ¿Qué te puedo decir...? Ikki esta llorando.
- -- Valla observación.
-Uhm... veo que a abierto sus ojos ¿Ha logrado pestañear?
-Justamente, cuando veníamos hacia aquí, una basurilla le entró al ojos y se lo hirió, ella se vió obligaba a cerrarlo inconscientemente y desde allí, parece que ha aprendido.
-Muy bien... déjamela.
- -- No, permíteme...
-¿Cuál fue el trato?
-Grrrrrrrrrr...
-Un trato es un trato. Mañana la llevaremos al laboratorio para comenzar con su formación.
Finalmente quedaron Taiitsu e Ikki solos.
-Me da gusto tener a alguien a mi lado y que no intente matarme.- sonrió a la niña algo divertido. Luego la vió bien- No tienes un cuerpo de guerrero, ya veremos que se hace con eso.
Si la vida con Doutoku Shinjin-sama fue fácil, con Taiitsu Shinjin-sama no fue menos. Él sólo me observaba y anotaba. Lo único malo es que jamás me dejaba sola y eso comenzaba a irritarme. Finalmente, un día en que él me dio la espalda, salí huyendo fuera de la casa.
A decir verdad, Taiitsu llevaba una vida algo... ¿Baga? Su casa, su mesa de trabajo y una tentativa cama paraguaya atada a dos rocas que imitaban palmeras. Sin dudarlo, fui hasta ella e intenté subirme un par de veces, pero nada. Me rendí cuando un fuerte golpe llamó mi atención. Seguí aquel sonido hasta la parte trasera de la casa.
Flotando sobre el suelo, se hallaba una especie de huevo. De adentro de este, se oían los golpes.
-¡¡Déjame salir!!- gritó una voz desde adentro.
¡¡Había alguien allí dentro!!
Me apresuré al "huevo" que supuse, era una especie de Paopei. Intenté abrirla por la parte que se separaba, pero era demasiado pesada. Entonces, un leve silencio me llamo la atención y luego:
-¿Quién es?- preguntó la voz de adentro.
Yo no pude contestar.
-¡Responde!
Obvié las ordenes para mi respuesta y seguí intentando abrirla. Finalmente la paopei se rindió y se abrió.
Un niño, casi muchacho, de quizás, unos diecisiete años o más, apareció desde adentro. Era confuso saber exactamente su edad, pues tenía la cara de un niño, pero su cuerpo, bastante delgado, pero de músculos bien marcados confundía. Ojos azul grisáceo, cabellos rojos y marcas azules en cada mejillas. Pude reconocer tres paopei en su cuerpo, unos brazaletes, unas especies de ruedas y un manto atado a su cintura.
El chico no tenía expresión y sus pupilas estaban dilatadas.
-¿Quién eres?- preguntó con calma; pero pude percibir que ella no resistiría mucho tiempo en él.
Yo retrocedí y eso pareció irritarlo; no lo ví en su rostro, sino en sus ojos. Apuntó su brazo, su brazalete hacia mí; o al menos eso creí en un momento. Un aroma familiar regresó a mi olfato. Taiitsu Shinjin-sama me hizo a un lado.
-Vamos, Nataku... se buen niño... No matarías a tú maestro ¿Cierto?
Nataku alzó su otro brazo.
Entonces la paopei se volvió a cerrar sobre Nataku, pero para mala suerte de Taiistu Shinjin-sama, los brazaletes del niño impidieron el completo sellado del paopei.
Yo simplemente observé un rato como jugaban al gato y al ratón. A decir verdad, Nataku jamás llegó a atinarle con gran precisión, creo que sólo estaba asustándolo. Cuando me cansé de ver aquello, salí del lugar.
Salté de roca en roca, bajando lo más que pude; quizás si seguía así, alcanzaría al mundo humano. Pero mi camino terminó sobre una mediana roca... y aún faltaba tanto.
-Así que tú eres Ikki- una ronroneante y suave voz llamó mi atención- ¿Qué heces lejos de tus maestros?
Pude escuchar un amortiguado golpe contra el suelo, unos pasos y finalmente aquella voz tras de mí.
-¿No sabes hablar?
Giré sobre mí sobresaltada. Un extraño hombre me atajó para evitar que cayese.
-¡Tranquila! No te haré daño.
En un principió creí que estaba ciego, sus ojos veían hacia ningún lugar y no mostraba expresión. Pero entonces él los volvió hacia mí y me sonrió:
-No soy extraño ¿Verdad? Compárame con otros.
Sin sabes que hacer, me senté.
-Puedo ver a todos lados. Te he estado observando. Puedo ayudarte.
Él tenía cierto aire gatuno. Ojos inexpresivos, con un par de puntos negros bajo estos. Cabello blanco. Parecía un payaso... se cubría del sol con una especie de hoja vegetal gigante.
-Ha ocurrido que Kokutenko quería buscar agua y algo para beber. Kokutento es mi Reijuu ¿Comprendes?
Yo asentí.
-Déjame adivinar- sonrió ronroneando, había algo retorcido en él-: Hay algo que viniste a buscar aquí ¿Cierto?
Mis ojos se llenaron de lágrimas. Sí, sí había algo, pero mis esperanzas se estaban desvaneciendo.
-Conozco quien puede ayudarte. En las tierras por donde nadie va, vive un Sennin rebelde. Es mejor que lo busques a él, antes que vallas sin rumbo. Él se halla bajo una tormenta o durmiendo, sabrás encontrarlo. Y si tú problema es bajar al Mundo Humano, observa los cielos...
Yo simplemente escuché con paciencia...
FIN DEL TERCER CAPITULO
